Intervención de Lorenzo Córdova, durante la reunión con el grupo de trabajo para la Reforma del Estado y Electoral

Escrito por: INE
Tema: Consejero Presidente

 

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL, LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, DURANTE LA REUNIÓN CON EL GRUPO DE TRABAJO PARA LA REFORMA DEL ESTADO Y ELECTORAL DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS, REALIZADA EN EL LOBBY DEL AUDITORIO DEL INE
A nombre de las consejeras y consejeros electorales del Instituto Nacional Electoral, agradezco la propuesta de la Comisión de la Reforma Electoral de la Cámara de Diputados, del Grupo de Trabajo para celebrar esta reunión aquí en la casa de la democracia.

A lo largo de cinco años, el Instituto Nacional Electoral ha desplegado toda su experiencia y conocimientos técnicos para instrumentar la reforma político electoral aprobada en 2014, y darle viabilidad a un sistema nacional de elecciones basado en un Instituto Nacional Electoral, que sustituyó al anterior IFE, y 32 organismos públicos locales electorales, OPLES, que sustituyeron a los anteriores institutos estatales electorales.

El objetivo de aquella reforma era estandarizar en todo el país la calidad de nuestra democracia; es decir, lograr que los procesos electorales en los estados tuvieran la misma credibilidad que en las elecciones a nivel federal.

Esto implicó darle al INE múltiples funciones y facultades nuevas, multiplicar su estructura por mandato constitucional y legal, y generar nuevos reglamentos, nuevos procedimientos y una inédita sinergia entre la autoridad nacional y las autoridades estatales.

Para nosotros es muy importante transmitirles que esta reforma no es, ni una reforma fundacional, ni una reforma perdida, digamos, en la historia de la transición, es el último, la última etapa, el último estadio de una serie de cambios pactados por las fuerzas políticas a lo largo de más de cuatro décadas desde la reforma en 1977 hasta la fecha.

Y si alguien quisiera sintetizar la lógica de esta transición, a través de las reformas electorales, me parece que de manera sintética podríamos englobarla en cuatro grandes etapas que corresponden a las necesidades y los propósitos que las distintas reformas electorales, a lo largo del tiempo se fueron planteando.

Se trata de etapas incrementales, no se trata de resolver problemas de una vez y para siempre, sino que, muchos de estos temas fueron objeto de sucesivas reformas electorales, aunque cada una de ellas, de manera sintética, podría decirse, que tuvo un propósito y una particular o atender una particular necesidad.

En un primer momento era inevitable que no fuera así el propósito de las reformas electorales fue abrir el sistema de partidos políticos a la pluralidad existente del país e incluir a esta pluralidad política, insisto, una pluralidad creciente en los espacios de representación.

Veníamos de un régimen cerrado, autoritario, vertical, el que emanó de la reforma-perdón- de la Revolución Mexicana, que se caracterizó durante más de cinco lustros por no permitir que ninguna fuerza política a las que existían pudiera incorporarse al escenario de partidos.

Era inevitable, pues, que en un primer momento la transición pasara por esta lógica de apertura y de inclusión. Es ahí en donde nacen algunas de las instituciones fundamentales que explican el México moderno, como por ejemplo la Representación Proporcional como una vía para que esa pluralidad pudiera acceder e instalarse en los órganos de decisión política.

En un segundo momento, la gran necesidad, la necesidad fundamental pasó por crear procedimientos, reglas e instituciones que garantizaran el ejercicio libre del voto, y la certeza y la confianza en torno al cómputo de los propios votos emitidos por las y los ciudadanos.

Se trató de una serie de reformas, sobre todo articuladas en la primera mitad de la década de los 90, que tenían un propósito claro y específico, que los procesos electorales fueran procesos no manipulados, que los procesos electorales generaran certeza y garantías en relación con el voto libre, pero, sobre todo, en que los votos efectivamente servían para lo que están pensados en una democracia, es decir, como una manera de poder decidir libremente a quienes nos gobiernan.

En un tercer momento el énfasis se puso en el tema de la equidad en las condiciones de la competencia. Las elecciones de 1994 fueron elecciones en donde una sola fuerza política erogó ocho de cada 10 pesos gastados en las campañas electorales, y eso colocó el tema de la equidad en las condiciones de la competencia como una agenda insoslayable, como una agenda impostergable en los procesos de reforma electoral.

La reforma de 1996 y la de 2007 atendieron justamente esta lógica de equidad, por un lado, propiciando condiciones económicas que permitieran a los partidos políticos competir con una base mínima de igualdad en las condiciones de la competencia, atendiendo, por supuesto, la lógica misma, la dinámica que los propios votos van generando a los propios partidos políticos.

En pocas palabras, si bien hoy es sujeto de una, diría, yo, intensa y necesaria discusión en relación a sus montos, el financiamiento público fue una ruta para poder construir esa base de equidad.

Me atrevo a decir que lo que ocurrió en México desde el año 2000 probablemente no habría sido viable sin esa apuesta por generar ese piso mínimo de condiciones de equidad. La reforma 2007 extendió esa lógica al acceso a la radio y la televisión.

Y, finalmente, una cuarta necesidad se concreta justo en la reforma de 2014. Es decir, una reforma que busca homologar los criterios, las reglas, los procedimientos e, incluso, la institucionalidad que se había conseguido en los procesos electorales federales, en el ámbito local.

Hoy, me atrevería a decir, la democracia mexicana es una democracia fuerte y saludable. En los últimos cinco años México ha vivido el mayor número de alternancias que se haya experimentado en la historia política del país, a nivel federal, estatal y municipal; todas las fuerzas políticas saben que ninguna victoria electoral es para siempre, ninguna derrota lo es tampoco y que la posibilidad de refrendar su posición de primera fuerza en un territorio electoral determinado, depende del desempeño de quienes ejercen cargos de representación popular o bien, de gobierno.

Se logró la paridad legislativa en el Congreso de la Unión, merced a una decisión venturosa de la reforma de 2014 que fue potenciada con una serie de medidas afirmativas empujadas por los órganos electorales, tanto en el plano jurisdiccional, como en el plano administrativo.

Por primera vez esta Legislatura en la Cámara, de la que ustedes forman parte, cuenta con una cuota de representación de pueblos y comunidades indígenas; es una decisión que se tomó en el ámbito de las autoridades electorales, una decisión que ojalá en algún momento se plasme y, eventualmente, se potencie en el ámbito de las leyes. Estamos convencidos, quienes estamos en este Instituto de esa decisión, fue respaldada esta decisión por el Tribunal Electoral, pero en el futuro no podemos, me parce, hacer depender esta decisión de quienes integran el Consejo General del INE, o el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Avanzamos en garantizar los derechos de las minorías, por ejemplo, con los protocolos para garantizar la participación política de las personas trans, de la comunidad LGBTTTI, etcétera.

Este modelo electoral, hay que decirlo también, si bien es perfectible, es sin duda y mucho que hacer en esta materia, es un referente en el concierto nacional; muchas de las cifras, de los elementos que hoy, a partir de los cuestionamientos que ustedes nos han planteado, precisamente se enfocarán en compartir con ustedes los logros, los avances, y, eventualmente, los desafíos. El estado, pues, de salud de nuestro sistema electoral.

El pasado 2 de junio, un dato adicional, se completó el primer ciclo de vida de la reforma electoral de 2014. Con la elección de Baja California, todos los cargos de elección popular del país a nivel municipal, a nivel de diputaciones locales, de gubernaturas o de legisladores federales, todos, incluyendo por supuesto la Presidencia de la República, han sido renovados con las reglas establecidas en 2014, y es un momento propicio para hacer un balance objetivo de los logros que se han conseguido y de las mejoras que se le pueden aplicar al sistema electoral.

Señalo aquí de nueva cuenta, si me permiten ustedes, lo que mencione en la inauguración de los foros para una eventual reforma electoral, nadie está en contra, ni puede estarlo del uso racional y eficiente de los recursos públicos.

Pero también estamos convencidos de que esta construcción conjunta en términos de la racionalidad presupuestaria debe implicar que no haya un paso atrás en la vulneración, digamos en el empaque de la autonomía de las autoridades electorales, en los mecanismos que permiten certeza en las reglas y en los procedimientos, así como en la equidad de la contienda y en la representación de nuestra pluralidad.

Me parece que esos son cuatro pilares; autonomía de las autoridades electorales, certeza en las reglas, equidad en la contienda y representación de la pluralidad, que hoy apuntalan nuestro sistema democrático y que toda reforma como he pretendido mencionar muy brevemente, como ha ocurrido desde 1977, ha supuesto en términos de avance y no de un retroceso.

Creo que eso es la nueva apuesta que, como sociedad, que ustedes como legisladores como representantes de la nación mexicana tenemos en conjunto hacia adelante una apuesta hacia un futuro más democrático, más incluyente, en el que se refrende el derecho a disentir, se garantice la libertad para participar y manifestarse sobre los asuntos públicos y, en el que las minorías y las mayorías puedan competir, perder y ganar en las urnas.

Creo que esa es la lógica que inspira ese proceso encabezado por la Cámara de Diputados, y creo que también es el consenso y no la imposición, lo que se está planteando para definir el rumbo del país.

Esta nueva apuesta debe ser, estoy convencido, que será en caso de concretarse una nueva apuesta democrática que refrende la lucha histórica de nuestra nación, que es la lucha por la inclusión, la libertad y el ejercicio pleno de los derechos de todas y todos.

De nueva cuenta sean ustedes bienvenidos.

De acuerdo como lo previmos, un espacio para que  puedan hacerse unos posicionamientos iniciales.

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