Intervención de Claudia Zavala, en la presentación del libro Diálogos interculturales para la Participación política de las mujeres y homenaje a Dalia Barrera Bassols

Escrito por: INE
Tema: Discursos

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DE LA CONSEJERA DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE) BEATRIZ CLAUDIA ZAVALA PÉREZ, EN LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO DIÁLOGOS INTERCULTURALES PARA LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA DE LAS MUJERES Y HOMENAJE A DALIA BARRERA BASSOLS, REALIZADA EN LAS INSTALACIONES DE LA ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA (ENAH)

Muchas gracias.

Pues fíjense que en la organización nosotros nos dividimos una parte, porque hay tanta riqueza en un libro que puede ser delgado, pero es muy profundo. La verdad es que ustedes ya escucharon a Maricela.

Maricela es una mujer que participó en el diálogo, en el primer diálogo. Este primer diálogo tuvo una coordinación, Aline y participaron Maricela, Carolina participaron en este contexto de cómo vernos y cómo encontrarnos.

Ellas son tres mujeres, en las que participan en el primer diálogo, para no equivocarme en los nombres porque, es Aline, que fue la que coordinó, la que moderó; Maricela Zurita; Marcela Merino y Carolina Vázquez.

Y cuando estamos hablando de la participación política siempre, creo que la palabra diálogo es un punto fundamental, porque el dialogar implica que nosotros justamente construyamos, a partir de cada una de las circunstancias y las diferencias. 

Por eso para mí es un gusto poder estar en esta tarde, compartir el espacio con mujeres, ver mujeres jóvenes aquí en la audiencia en el auditorio, ver hombres jóvenes también, me llena de entusiasmo porque es empezar a comprender nuestras realidades y trabajar todas y todos juntos desde ahí.

“Diálogos interculturales para la participación política de las mujeres” nos entrega los testimonios de mujeres que se han dedicado a la política, a la lucha social y la defensa de la interculturalidad. Pero, sobre todo, pone a disposición de las y los lectores una visión propia y auténtica de cada fenómeno desde la honestidad.

Con cada testimonio encuentro una verdad diferente, la de la mujer que habla de sus experiencias en la vida comunitaria, en la política y en el ejercicio de los cargos públicos. Y en ese relato hace resonar su voz en toda su potencia debido a su autenticidad, a su pureza.

Lo gratificante de la experiencia que deja la lectura del libro es que a esas voces que suenan en todo lo alto, no pretenden lanzar un alarido, tampoco ocultarse en un susurro, pero sí construir una comunicación entrañable, aquella que surge de la voz prístina, pues la palabra más clara no es la que irrumpe con más decibles en una conversación, sino la que se hace un lugar en la discusión porque viene acompañada de las mejores razones, las más sólidas para transitar en sus ideas.

El volumen que hoy tenemos la fortuna de comentar, tiene la particularidad de ser el resultado de ese conversatorio en el que sus protagonistas dialogan, pero también escuchan, hasta formar el binomio comunicativo en el que la palabra tiende puentes entre emisores y receptores y no abre escenarios de confrontación.

Dialogar es intercambiar, asentir, disentir y formar acuerdos a partir de la discusión de ideas. El diálogo entre mujeres promueve su participación, el diálogo intercultural favorece la inclusión transversal de las personas, tomando en cuenta su cultura y su visión distinta del mundo.

El diálogo, a su vez, es la nota distintiva de la política, sin embargo, cómo dialogar libre y abiertamente, respetuosamente, cuando se distingue entre quienes deben participar en el diálogo y quiénes no.

Entonces, ante la exclusión, la ruptura de la conversación, la fractura de la palabra y del entendimiento y la comprensión; a ese escenario de interrupción, de corte abrupto es al que nos henos tenido que enfrentar cotidianamente las mujeres que participamos en la política para levantar la voz y exponer nuestras ideas.

Por fortuna, si algo nos caracteriza es que no abdicamos, reconocemos la dificultad e identificamos otras vías de retomar la conversación y, como señala Aline Castellanos: “ampliar nuestras nociones de participación política”.

Las mujeres cuyas voces resuenan en el libro, encontraron alternativas para conjurar el silencio y hacerse escuchar a pesar de ser víctimas de una doble discriminación, como lo hace notar en el diálogo primero Marcela: ser mujer y ser indígena, y en esa medida participar políticamente en sus comunidades, al grado de convertirse en cabezas de mando dentro de la órbita comunitaria.

Esa tarea ha requerido del desarrollo de distintas habilidades: capacidad de dirección, construcción de liderazgos, pero también, y de forma muy importante aprovechar la cultura y la identidad comunitarias.

Carolina nos presenta y nos dice que existen muchas formas de nombrar la vida, la organización comunitaria y la participación de las mujeres; lo que nombramos en nuestra lengua es una cuestión política; hablar en mi lengua también es una cuestión política, porque tengo que estar nombrada.

Nombrar es ser, es existir, manifestar la identidad y, como lo afirma Carolina, hacer un pronunciamiento político que tiene por finalidad entender la realidad, acorde con una serie de convicciones; y en esa medida dejar sobre la mesa una manifestación de intenciones, que se atreve a declarar: yo soy lo que dice mi lengua, lo que es mi comunidad y si hago política es porque quiero transformar la realidad; no aceptarla con sus injusticias y desigualdades.

Lo que busca una mujer indígena o afrodescendiente al intervenir en la vida pública, es lograr un cambio de fondo en la sociedad; ese colectivo de personas en el que las costumbres y las identidades están estereotipadas y sujetas a una serie de roles que descalifican a las mujeres y las someten a diferencias artificiales, que acortan oportunidades, espacios de intervención, en orden a imponer una visión excluyente, que desafortunadamente se ha normalizado.

Así como la lengua materna y la manifestación de la cultura son expresiones políticas, la participación de las mujeres en el trabajo y en la esfera pública también lo son: primero, como impostura, como reacción ante un medio que es originalmente adverso; después, como factor de transformación, que no solo promueve la inclusión, también un cambio de rumbo en la forma de hacer política, de entender la comunidad y de actuar en su beneficio.

Quiero resaltar algunas cuestiones que ya lo ha hecho Maricela de propia voz porque en sus primeras intervenciones ella nos señala cómo explicar a nivel público, qué queremos y cómo queremos transitar hacia ese poder de dar la palabra.

Ella, en los diálogos y en sus primeras intervenciones nos narra el miedo cuando a ella le toco ser Regidora de Ecología, y lo primer que se cuestiono es, “si yo soy educadora ¿qué puedo hacer en este ramo?”. Y ya la escuchamos ahora cómo se desenvolvió en estos cargos y la visión que hoy tiene, pero también, nos deja sembrado una pregunta: ¿cómo vamos a transitar? ¿cómo vamos a lograr que el asunto, se refiere a la política, no se vuelva en violencia o más cargas?.

Nos lo ha puesto en la mesa desde entonces y hoy, quizá con mayor profundidad, porque algún sentido tiene que diga “no quiero que se usen mis palabras por el patriarcado para deslegitimar o para quitarle el valor de lo que estamos trabajando las mujeres, lo que quiero es que se sepa que debemos detener la visión particular, contextual, en cada una de nuestras comunidades porque no somos iguales, tenemos nuestras propias diferencias”.

Y hay una palabra que, una frase que Maricela nos comparte y la van a encontrar en uno de los diálogos: ¿Cómo le hacemos para dejar de estar en una situación de subordinación? 

Quizá estos son los grandes desafíos que hoy tenemos, y hoy Maricela nos está complementando y qué están haciendo las autoridades del Estado mexicano para encontrar y atender lo que nosotros les estamos presentando.

En una parte, Maricela es muy clara, y yo creo que esa es una premisa fundamental sobre la que debemos de trabajar: reconocer que no todas las mujeres quieren lo mismo ni necesitan lo mismo. Eso es eje principal y eje fundamental, porque justo, Maricela, una de las cosas que cuestiona es que nos usan en el término paridad como para llenar números.

Y lo que nos invita a reflexionar en estos diálogos, a través de las diversas intervenciones, es que debemos reconocer que no todas las mujeres van a querer lo mismo, no todas quieren participar activamente, ni tampoco necesitan lo mismo, y que debemos atender a esas vivencias, a esas propias experiencias, necesidades y lo que queremos para poder buscar las alternativas.

Cuando reflexiona Maricela, también nos dice, “nos toca seguir haciendo lo que estamos haciendo, con dignidad”. Y Maricela es enfática en todas sus intervenciones, creo que es un eje transversal respecto de la dignidad de la persona para hacer lo que quiere y lo que necesita hacer. 

Es un punto fundamental, que yo creo que ahora con su intervención, lo tenemos también muy claro, respecto de la visión que Maricela Zurita tiene en este espacio.

¿Cuál es la aportación de estos diálogos? Pues que este libro nos deja claras muchas cosas desde el punto de vista, porque no sólo intervinieron ellas como ponentes, también intervinieron quienes estuvieron de lado del auditorio con preguntas que nos enriquecieron desde los enfoques del estudio formalizado de las cuestiones de género cuando entra en interrelación con el diálogo de lo que se vive, de lo que se quiere y de lo que se necesita desde las voces de las mujeres que participan.

Hoy me da mucho gusto que estemos conmemorando a la doctora Dalia Barrera Bassols, que esta reunión y este encuentro entre nosotros dialogando de cauce a lo que ella haya sembrado en esta institución, porque cuando encontramos palabras tan fraternas, solidarias, implica que una mujer dejó huella y, sin duda, ella ha dejado una huella en esta institución y la conmemoramos hoy en su partida, pero siempre vamos a estar trabajando, por quizá muchos ideales que ustedes conocen, yo hoy no los conozco, porque no formé parte de esta comunidad.

Pero entre las diferencias y en lo que hoy nos toca hacer, decirte Maricela que vamos a encontrar el camino, seguimos encontrando, no es que dejemos de hacer las cosas, estamos haciendo las cosas de la mano de ustedes. 

Eso lo hemos aprendido desde hace mucho, pero que ahora, en este proceso electoral, que es un proceso electoral amplio y que llama a la participación de miles de mujeres, sin duda, vamos a encontrar una mejor forma, pero también el acompañamiento que tú tanto nos has puesto sobre la mesa como necesidad para seguir fortaleciendo esta participación de las mujeres, desde sus comunidades, en sus diferentes contextos, en sus diferentes formas y, respecto de lo que ellas quieren y ellas necesitan.

Mucha gracias.

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