El avance de las herramientas tecnológicas de los dispositivos electrónicos, así como el uso de Internet, han arribado a las instituciones con una fuerza de tal magnitud que las ha obligado a actualizarse, ya que su buen uso trae muchos beneficios para la población y para los procesos electorales. En este contexto se inscriben los mecanismos electrónicos de votación, como lo son los dispositivos llamados urnas electrónicas.
En el mundo, las urnas electrónicas se han usado de forma vinculante para recibir la votación del electorado en países como Bélgica, Brasil, Bulgaria, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos, Estonia, Filipinas, Suiza, India y Venezuela, entre otros. En México, los primeros ejercicios con estos mecanismos fueron instrumentados por los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLE) como Coahuila en 2005, y Jalisco y la Ciudad de México en 2009 de forma vinculante, luego de diversos ejercicios experimentales llevados a cabo desde 2006 para probar, revisar su uso, los resultados de las auditorías practicadas y sus alcances.
Desde entonces más de 20 institutos electorales locales las han utilizado para diversos ejercicios que van desde prácticas escolares relacionadas con la educación cívica, pasando por consultas sobre la aplicación de políticas públicas, las elecciones de dirigentes partidistas, hasta ejercicios vinculantes en elecciones e, incluso, mecanismos de participación ciudadana de acuerdo con las disposiciones legales de las entidades federativas.
Al respecto, es importante referir que los órganos electorales jurisdiccionales han validado el uso de las urnas electrónicas como mecanismos para recibir el sufragio de las y los electores, señalando, entre otras disposiciones, que su uso no vulnera los principios rectores de la función electoral, ni los atributos del voto y que, por el contrario, hace más eficiente el proceso de votación. Estas determinaciones son por demás importantes si consideramos que el mecanismo de votación electrónica no está expresamente plasmado en la legislación electoral.
El Instituto Nacional Electoral (INE), luego de diversos análisis, las ha utilizado, tarde es cierto, de forma vinculante desde las elecciones locales de 2020 en las que utilizó un total de 94 urnas electrónicas; 54 propiedad del OPLE de Coahuila para recibir la votación de las diputaciones locales de dicha entidad; 40 para recibir la votación de ayuntamientos en Hidalgo, de donde 35 urnas electrónicas eran propiedad del OPLE de Jalisco y 5 del INE.
Para el proceso electoral federal y local 2020-2021 se utilizaron 100 urnas electrónicas; 50 propiedad del OPLE de Coahuila para las elecciones de diputaciones federales y ayuntamientos de dicha entidad, y 50 urnas del OPLE de Jalisco para las elecciones de dicha entidad de diputaciones federales y locales, así como de ayuntamientos.
Para las elecciones locales de 2022 nuevamente el INE utilizó urnas electrónicas. Colocó 100 en total; 50 del OPLE de Jalisco para recibir la votación en Aguascalientes para la renovación de la gubernatura, y 50 del OPLE de Tamaulipas para la renovación del poder ejecutivo local de dicha entidad.
Finalmente, en el proceso electoral local 2022-2023 utilizó 100 urnas electrónicas en donde fue puesta en marcha, por primera vez, la urna electrónica del INE, versión 7.0 en la renovación de la gubernatura en el Estado de México.
Es importante referir que en los Informes de evaluación de la implementación del proyecto de voto electrónico presentado el pasado 7 de septiembre de 2022 ante el Consejo General del INE, su máximo órgano de dirección, se reportaron los resultados de la utilización de estos mecanismos de votación correspondientes a las elecciones locales de 2020, elecciones concurrentes federal y locales de 2021 y locales de 2022, en donde se muestra que alrededor del 90% de los votantes manifestó confianza en estos dispositivos, además el 89% de la ciudadanía refirió que sí le gustaría que en las próximas elecciones se implemente la urna electrónica para votar.
Para el próximo 2 de junio de 2024 en donde se celebrarán las elecciones más grandes que haya tenido nuestro país, el planteamiento para el uso de de las urnas electrónicas que fue primero discutido al interior de Comisiones Unidas de Capacitación y Organización Electoral, y luego en Consejo General, fue instalar en 71 casillas especiales urnas electrónicas, a razón de tres por casilla especial, es decir, 213 urnas electrónicas distribuidas en las 44 casillas especiales programadas a instalarse en la Ciudad de México y en 27 casillas especiales que se estarían instalando en Nuevo León, exclusivamente en los municipios de Monterrey, Apodaca, San Pedro Garza García, San Nicolás de los Garza y General Escobedo. Esto a reserva del número de casillas que finalmente acuerden los Consejos Distritales respectivos.
Por primera vez, se usarían única y exclusivamente urnas electrónicas desarrolladas por el INE, en su versión 7.0, independientemente de las que tiene programadas para las que puedan usarse de respaldo, para la capacitación, auditoría y socialización.
Comparto la utilización de urnas electrónicas en casillas especiales, ya que ofrecen diversas condiciones para maximizar su uso, entre otras, las siguientes:
– La elevada cifra de ciudadanas y ciudadanos que pueden votar, hasta mil electoras y electores.
– Los elevados niveles de participación que registran este tipo de casillas, particularmente en la elección presidencial.
– El número de elecciones a computar respecto a las casillas ordinarias, al agregar las elecciones por el principio de representación proporcional.
Ahora bien, lo único que no comparto es que no se permita que los OPLE pudieran usar sus urnas electrónicas con la finalidad de seguir potenciando su uso y alcanzar con ello, a un mayor número de electoras y electores, ya que al paso que vamos, nos tomarán muchos años para arribar a la instrumentación plena de estos mecanismos de votación.
Los resultados que se obtengan en esta elección serán fundamentales para ir consolidando un proyecto institucional que traerá múltiples beneficios en tiempo, costos, certeza y recursos humanos a nuestro sistema electoral, mismas que ya he referido en otras ocasiones.
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