Versión estenográfica de la inauguración del Foro: Legado del IFE-INE en México actual.Homenaje al Licenciado Fernando Zertuche

Escrito por: INE
Tema: Discursos

Presentadora: Sean bienvenidas todas las personas al Foro: Presencia y Legado IFE-INE en el México actual. Homenaje al licenciado Fernando Zertuche.

Para la inauguración de este Foro, agradecemos la presencia del Consejero Presidente del Instituto Nacional Electoral, Doctor Lorenzo Córdova Vianello.

Del Expresidente Consejero del Instituto Federal Electoral, Doctor José Woldenberg.

Del Secretario Ejecutivo del Instituto Nacional Electoral, licenciado Edmundo Jacobo Molina.

De la hija del licenciado Fernando Zertuche, Martha Zertuche.

Y del Director Ejecutivo de Capacitación Electoral y Educación Cívica del Instituto Nacional Electoral, Roberto Heycher Cardiel Soto.

Queremos agradecer a quienes siguen esta transmisión en vivo.

Y para dar inicio damos la palabra al maestro Roberto Heycher Cardiel Soto.

Director Ejecutivo de Capacitación Electoral y Educación Cívica del INE, Roberto Heycher Cardiel: Muchísimas gracias.

Muy buenos días a todas y todos, qué gusto tenerles por acá.

Es realmente un momento muy importante en la vida institucional. Y, bueno, pues doy la bienvenida, desde luego, al maestro José Woldenberg, es un gusto tenerlo por acá.

Muchísimas gracias también a Martha, mi querida Martha bienvenida, muchísimas gracias.

También, desde luego, a las consejeras y consejeros del propio Instituto Nacional Electoral.

Al señor Secretario Ejecutivo, muchísimas gracias por estar presentes esta mañana.

Desde luego, al Presidente del Instituto Nacional Electoral muchísimas gracias doctor Córdova.

Y a las exconsejeras y exconsejeros del Instituto Nacional Electoral también presentes, muchísimas gracias por estar por acá, del Instituto Federal Electoral también, desde luego.

A nuestra querida amiga MariCarmen Alanis, muchísimas gracias por estar presente.

Bueno, pues la transición a la democracia ha sido producto del esfuerzo continuo de muchas personas, lo mismo de miembros de partidos políticos que de organizaciones de la sociedad civil y funcionarios públicos de diversos gobiernos en estas casi cuatro décadas.

Son muchas las personas que con diferentes funciones y capacidades han colaborado y unido empeños para contar con una sociedad en la que hablar de democracia no fuera un anhelo, sino una realidad cotidiana que se percibe en diferentes ámbitos y cuya expresión señera son las elecciones.

El impulso colectivo para construir y perfeccionar nuestra democracia viene de lejos. La conquista a las libertades y derechos, así como el edificio de los procesos e instituciones que hacen posible su ejercicio no son producto de generación espontánea, son más bien la suma de convicciones e inteligencias en torno al interés público.

Ahora bien, dentro de este cuerpo de demócratas se encuentran referentes, muchos de ellos y muchas de ellas hoy aquí presentes y otros, como Don Fernando Zertuche también están presentes a través de su legado.

Es justo y pertinente mantener vigente al licenciado Fernando Zertuche, pues su biografía es una impronta que permanece en el carácter de esta Institución, particularmente en la membresía del Servicio Profesional Electoral, su inquebrantable ética de trabajo, su entrega a la Institución, su integridad a prueba de todo y su amor por México, constituyen una de las principales herencias al cuerpo profesional que integra esta Organización y, por ende, una gran contribución a la construcción de la institucionalidad democrática.

Para recordar ese carácter determinado y afable del maestro Zertuche, permítanme unos minutos para recordar un poco el desafiante contexto que enfrentó en conjunto con algunas de las personalidades hoy presentes también, y que se vivió en este mismo recinto.

Tras las turbulentas Elecciones Federales de 1988, inició un proceso de discusión, debate y construcción de consensos en torno al nacimiento de una legislación electoral que clausurara los resquicios para la ilegalidad y la trampa, abriendo paso a un sistema de partidos plural y competitivo.

Fueron momentos no exentos de desencuentros sobre el sentido de las propuestas y la forma en cómo se concretaban esos acuerdos; con todo, se logró una reforma constitucional y se aprobó el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, cuya primera prueba fueron las Elecciones Federales de 1991.

El espíritu que animó a esas reformas fue atender la imperiosa necesidad de alcanzar confianza, o al menos superar en principio los no poco motivos de desconfianza que había entre los diversos actores de los procesos electorales, los partidos políticos y la ciudadanía.

Las viejas, arraigas y expuestas prácticas provocaban la desconfianza sobre la neutralidad de un organismo gubernamental que organizaba las elecciones, incluido el cómputo de los sufragios, y por tanto, los resultados electorales, lo que conducía a la firme creencia de que existía una burla sistémica a la voluntad de los ciudadanos y a dudar de la importancia de acudir a las urnas.

Los procesos electorales carecían de credibilidad, y en consecuencia las acciones que se emprendieron tenían que romper las barreras de la desconfianza y sentar las bases para las normas, nuevas normas que en materia electoral pudieran cumplirse a cabalidad.

En ese marco, se creó un organismo que a la postre se denominó Instituto Federal Electoral, y fueron fundamentales la elaboración de un padrón electoral y dotar de una credencial a las y los ciudadanos que se convertiría en un instrumento de identificación, el más confiable y generalizado de las y los mexicanos.

Con ello, se construyeron las bases de confianza que los votos de la ciudadanía, esos votos depositados en las urnas serían contados de forma correcta, lo que permitiría también reflejar la pluralidad de la sociedad en los espacios de gobierno y de representación política.

En la reforma de 1994, la coyuntura tuvo un lugar fundamental, la entrada en vigor del Tratado de Libre de Comercio, la irrupción del Ejecito Zapatista de Liberación Nacional, ambas, el primer día de ese año, incidieron en buscar fortalecer la presencia ciudadana en el IFE, mediante la modificación de su composición, incorporando a ciudadanos y ciudadanas provenientes de diversas esferas.

En la conformación del primer Consejo General del Instituto Federal Electoral con participación ciudadana en 1994, coincidieron personas que provenían de diversos ámbitos, hubo quienes tenían entre sus antecedentes, tenían una trayectoria en la militancia político-partidaria, confluyeron con otros que se habían desempeñado en la academia o en el periodismo, y también quien venía de la esfera de la administración pública.

Todos se sumaron a la construcción de la democracia, creyeron en ese proyecto y aportaron sus conocimientos y experiencias al mismo tiempo que abrevaron del bagaje de otras y otros para concretar esa normatividad, procedimientos y reglas, y plasmar en ellas las mejores prácticas que hicieran viable la democracia electoral mexicana.

Quienes se integraron como primeros consejeros fueron Santiago Creel Miranda, Miguel Ángel Granados Chapa, Francisco Ortiz Pinchetti, Ricardo Pozas, el maestro José Woldenberg y el maestro Fernando Zertuche.

Con la Reforma de 1996, sobrevendría una de las reformas electorales más trascendentes de la vida democrática de México, la plena autonomía del IFE y la ciudadanización del mismo, incorporándose a la herradura de la democracia como Consejero Presidente el maestro Woldenberg.

Asimismo, por primera vez una mujer formó parte del Consejo General, la doctora Jaqueline Peschard.

Igualmente, formaron parte de la máxima estancia de decisión del IFE, los consejeros José Barragán Barragán, Jaime Cárdenas, Jesús Cantú, Alonso Lujambio, Mauricio Merino, Juan Molinar Horcasitas, y Emilio Zebadúa.

A ese IFE ciudadano y autónomo se incorporarían, en 1998, como Secretario Ejecutivo el licenciado Fernando Zertuche, responsabilidad que ocupó hasta el año 2004.

Era una responsabilidad mayor en los momentos en los que se daban los primeros pasos como IFE ciudadano y autónomo, ya que era indispensable darle una estructura organizativa para cumplir todas y cada una de las tareas que por ley se le encomendaros, y que a su vez tenía que traducirse en áreas que concretaran su atención, una tarea que demandaba entrega y eficiencia; otras dos características del maestro Fernando Zertuche.

Ahora, en la actualidad, hay colaboradores en el Instituto Nacional Electoral que le conocimos y fuimos distinguidos por su trato amable y recordamos su ánimo gustoso por la vida, porque aún con los rigores exigidos por la responsabilidad de su cargo, siempre se dio espacios para disfrutar de sus aficiones como la historia y la literatura.

Finalmente, para agradecerles su presencia en este homenaje y recordar a Don Fernando Zertuche, tomaré prestadas las palabras de Eduardo Galeano, cuando se refería al Director Técnico, en su libro “El futbol a sol y sobra”.

El licenciado Fernando Zertuche me entrevistó en algún momento de mi carrera profesional para ingresar al Instituto, y ahí me comentaba que el Servicio Profesional era como la Selección Nacional, por eso lo recuero mucho y a lo largo de los años, con esta idea del gran Director Técnico que era de esta institución.

Leo, leo a Eduardo Galeano.

“El Director Técnico.

Él cree que el futbol es una ciencia y la cancha un laboratorio, pero los dirigentes y la hinchada no solo le exigen la genialidad de Einstein y la sutileza de Freud, sino también la capacidad milagrera de la virgen de Lourdes y el aguante de Gandhi”.

Bienvenida todas las personas y muchísimas gracias.

Presentadora: Muchas gracias, maestro Cardiel Soto.

A continuación, damos el uso de la voz al licenciado Edmundo Jacobo Molina.

Secretario Ejecutivo del INE, Edmundo Jacobo Molina: Muy buenos días tengan todas y todos ustedes.

La verdad es una merecida oportunidad para reconocer a Don Fernando, que siempre me tomaba del brazo y le decía, Don Fernando, me tomaba del brazo y me decía con esa humildad que lo caracterizaba: “Fernando Edmundo, por favor, Fernando”.

Y voy a leer lo que sigue porque si no corro el riesgo de alargarme demasiado y que la emoción me gane, pero me da muchísimo gusto verlos por acá.

MariCarmen, qué gusto tenerte aquí, tú recibiste la Secretaría Ejecutiva de manos de Don Fernando, justamente.

Arturo, tú trabajaste con él.

Jaime.

Ustedes lo conocieron directamente, trabajaron directamente con él, y tantos colegas que hoy nos acompañan en esta sala y a través de nuestras redes sociales.

Nos congregamos hoy para conmemorar el primer aniversario luctuoso de Don Fernando Zertuche Muñoz, y de manera por demás simbólica, lo hacemos precisamente en un espacio que atestiguó su enorme calidad humana y profesional.

Me corresponde la difícil labor de hacer una breve reseña de la biografía de Don Fernando, y digo que esta tarea es complicada porque con las biografías siempre se corre el riesgo evidente de ser incompletas, sesgadas e insuficientes, como seguramente será ahora tan solo porque una vida dedicada a sembrar y cosechar logros, amigos, convicciones, ideas, debo sintetizarla en apenas unos cuantos minutos.

Para alertar sobre esta complejidad, nada mejor que citar a Don Fernando cuando, en un artículo cuyo título era toda una declaración de intenciones, fervor, de Jorge Luis Borges, escribió sobre su admirado escritor, cito:

El género biográfico ha ido más allá desde hace mucho tiempo, de la reseña de héroes y políticos para abarcar cualquier comarca de las inusitadas extravagantes actividades y lucimientos humanos; pero si la limitación temporal no fuera suficiente, está también presente el riesgo inherente a las preferencias y prejuicios de quien prepara la biografía.

Efectivamente, como lo reconoció en su momento nuestro homenajeado en alguna biografía que escribió, la confección de biografías es una actividad alimentada, en buena medida, por las filias y las fobias del autor, Situación que incluso se potencia con, como es mi caso, cuando se tuvo la fortuna de conocer a la persona, pues en tal circunstancia las facetas que le conocí anulan o nublan otras facetas de su vida.

El texto que ahora leo probablemente suene cargado de subjetividad, un recuento de hitos y logros de la vida del querido Fernando Zertuche, de su generosidad, más allá de eso, quisiera que leyéramos entre líneas porque esos hechos revelan una vida extraordinaria de quien marcó la de muchos, la mía entre otros, especialmente por su quehacer público, particularmente por su caballeroso trato personal.

Y creo que precisamente en eso radica la importancia de este evento, recordar a una persona cuyos merecimientos merecen permanecer en la memoria colectiva; además, porque la situación que como sociedad nos encontrados realmente se requiere personificar los valores propios de una democracia.

Puedo decir sin duda, que Don Fernando vive, vivía en carne propia, vive todavía entre nosotros y vivía en carne propia en todos los ámbitos de su vida esos valores democráticos que defendió desde la trinchera del Instituto Federal Electoral, ya sea como consejero o como Secretario Ejecutivo.

Era, pues, un ejemplar raro en nuestros ámbitos, era un hombre congruente.

Ahora sí, para cumplir con la formalidad que un evento de esta naturaleza exige, brevemente haré un recuento de su currículum.

Don Fernando nació en esta ciudad, cuando era conocida como Distrito Federal en 1936.

En su juventud se decidió por cursar la licenciatura en derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México, sin embargo, su gusto y vocación por la historia lo revelan el hecho de que realizó estudios de posgrado en Metodología Histórica en el Colegio de México, afición, profesión y habilidad que habría de reflejarse su obra escrita, textos entre los que destacan fuentes de la historia contemporánea, periódicos y revistas de 1965, la primera Presidencia de Benito Juárez en 1971, Francisco J. Mújica 1987, los principales protagonistas de la Revolución Mexicana también del 87, Ricardo Flores Magón el sueño alternativo de 1995, Luis Cabrera inteligencia opositora 1998, el Proceso Liberal y las Leyes de Reforma del 2011 y, finalmente, Jaime Torres Bodet realidad y destino 2017.

Y si vimos aquí por cierto una de las últimas obras que coordinó Don Fernando Zertuche, esta Presencia y Legado del Instituto Federal Electoral que editamos recientemente.

En la Institución, bueno, si mal no recuerdo 3 o 4 años salió a la luz esta obra y muchas otras que coordinó su esfuerzo siempre de divulgación del querido Fernando.

Además de su labor académica y de divulgación en lo profesional se desempeñó en diversos cargos en la administración pública como Oficial Mayor y Subsecretario de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social; fue Presidente de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje; Secretario General del Instituto Mexicano del Seguro Social y fungió como Director General para la Educación de los Adultos.

No es una exageración decir que fue artífice de la naciente democracia mexicana al ayudar a identificar los cimientos y pilares de lo que hoy es el Instituto Nacional Electoral.

No se puede entender el INE sin ese legado que cotidianamente refrendamos. El INE no se entiende sin el IFE.

Sus contribuciones directas al desarrollo del aparato democrático en nuestro país, inician en 1994 cuando fue nombrado uno de los primeros 6 consejeros ciudadanos del Instituto Federal Electoral, cargo que ocupó, como ya decía Roberto, hasta 1996 y, posteriormente fue Secretario Ejecutivo de ese Instituto de 1997 a 2003.

En momentos especialmente complejos, pues corresponden a los años finales de un larguísimo periodo de partido hegemónico y los inmediatamente subsecuentes a la primera alternancia en la Presidencia de la República.

Era una persona ilustrada, dirían los clásicos, sus intereses iban más allá de la historia y el derecho.

Era un lector voraz y fascinado con la literatura, como ya apuntaba, sobre todo de y con Jorge Luis Borges.

Una relectura de ese texto, revela la sensibilidad extraordinaria Don Fernando que busca reflexionar más allá de la mera obra literaria del escritor, intenta adentrarse en su fuero interno, conocer los resortes últimos del genio argentino, las razones de sus justar provocaciones.

En mi caso, tuve la dicha de conocer a Don Fernando a través de su trabajo en el IFE y a raíz de ello, llegar conocerlo también en lo personal.

Su trato fue siempre generoso y sus opiniones facilitaron mi tarea inicial y redujeron considerablemente lo que hoy se denomina la curva del aprendizaje.

Cuando digo que tuve la dicha de conocerlo no es por usar una muletilla, la verdad era una dicha, un placer platicar con él. Su trabajo siempre amable, culto, un caballero en el más amplio y clásico sentido del término.

Lo buscaba para consultarle sobre alguna cuestión y su respuesta era inmediata e invariablemente, lo surgía su humildad y me decía “qué tengo yo qué enseñarle”.

Pero después de un rato de amena conversación, uno se llevaba más que un consejo y una certeza, uno cargaba con una lista de lecturas, y una renovada visión de la historia de nuestro país.

Debo decir que Don Fernando tenía el talante de un caballero cuando esta palabra significaba algo, es decir, respeto a las ideas, nobleza con quienes no comulgan con las suyas, amabilidad en el trato, profundo conocedor por ello tolerante con la condición humana.

En suma, un caballero a quien le dispensara su amistad por ese mismo acto lo honraba.

Recordamos cariñosamente una persona cuyo desempeño en la academia, la investigación y la función pública es un ejemplo de lo que necesitamos en estos momentos convulsos, en los cuales no parecemos dispuestos a tolerar a quienes piensan diferente, a escuchar acerca de las necesidades y percepciones de las y los otros.

Es decir, para decirlo en una nuez, en un contexto en el cual parecen existir pocas condiciones para el ejercicio democrático.

Cierro como inicié, el ejercicio memorístico de carácter colectivo que hoy iniciamos permitirá que todos nos convertimos en traductores de la vida, como él decía.

Pues como hace apenas unos días destacaba Juan Gabriel Vázquez, la creación de narrativas desarrollada por los autores literarios revela siempre recreaciones de situaciones y experiencias no vividas.

Esta mesa y en general el evento, justo homenaje a Don Fernando, promoverá las interpretaciones que tengamos acerca de la vida y obra de un hombre congruente, y en cierto sentido, permitirá que nos apropiemos de sus ideas, de su quehacer, manteniéndolo vivo y valorándolo nuevamente a la luz del contexto que vivimos.

Si se me permite la expresión, a partir de la dedicatoria de la biografía que Don Fernando escribió sobre Torres Bodet, recordar su vida, releer sus obras nos permitirá ver con sus ojos.

Muchas gracias.

Presentadora: Muchas gracias, Secretario Ejecutivo.

Para continuar, escucharemos las palabras del doctor José Woldenberg.

Exconsejero Presidente del IFE, Isaac José Woldenberg Karakowsky: Muchas gracias.

Buenos días a todos.

Primero, felicitar al Instituto Nacional Electoral por este acto que juzgo necesario y justo.

Don Fernando fue un gran constructor de esta institución y se merece que lo recordemos.

Voy a dar lectura a unas notas que escribí cuando él murió, pero que he ampliado.

Fernando Zertuche Muñoz fue para mí maestro, compañero y amigo. Con su pérdida, la vida de quienes lo conocimos se empobreció.

No es común encontrar a una persona con las cualidades de Don Fernando, y decir Don no es impostado, es un reconocimiento a su integridad, buen trato y bonhomía.

Lo conocí en 1994 cuando, a la mitad de un proceso electoral federal, el Congreso decidió nombrar a seis consejeros para que nos incorporáramos al Consejo General del IFE.

Era un tiempo cargado de tensiones e incertidumbre, luego del levantamiento armado del EZLN y el asesinato del candidato presidencial del PRI Luis Donaldo Colosio, el gobierno federal y los partidos y sus candidatos se comprometieron otorgarse garantías mutuas para que las campañas y las elecciones transcurrieran de la mejor manera.

Era necesario cerrarle el paso a la violencia y demostrar que la diversidad política podía convivir y competir de manera pacífica.

Dentro de un ambicioso y pertinente paquete de medidas, por acuerdo de las bancadas, fuimos electos: Santiago Creel, Miguel Ángel Granados Chapas, José Agustín Ortiz Pinchetti, Ricardo Pozas, Fernando Zertuche y yo. De los seis, era el único que tenía una trayectoria como funcionario público, había sido Presidente de la Junta de Conciliación y Arbitraje, Secretario General del Seguro Social, Subsecretario del Trabajo, Director General del Instituto Nacional de Educación para Adultos, entre otros encargos.

Abogado, tenía una fama bien ganada no solo de honesto sino de eficiente, valoraba el servicio público como eso, un servicio, y conocía los laberintos por lo que transcurre la función estatal; una cierta retórica inescrupulosa pero exitosa ha desprestigiado en bloque, sin atenuantes, todo el quehacer de los funcionarios estatales, y si se habla del pasado, peor aún. Se trata de una especie de antiautoritarismo infantil y facilote, un juicio sumario que no solo desconoce el pasado sino que quisiera borrar la auténtica historia del país.

Fernando Zertuche fue un trabajador sistemático, puntual, vigoroso, ajeno a los reflectores, al boato, al espectáculo colorido e insubstancial que en ocasiones irradia la Función Pública; cumplido, porque creyó siempre que desde sus responsabilidades algo de bien se podía hacer a esa comunidad que llamamos México.

Cuando fue necesario nombrar un Secretario Ejecutivo en el IFE, Fernando resultó la persona idónea, la mayoría de ustedes lo saben más no sobra repetirlo.

Esa posición es fundamental, estratégica en el Instituto, se trata de la cabeza del Servicio Profesional, del Jefe de las Direcciones Ejecutivas y la Administración, del contacto con las juntas locales, es el representante legal y encabeza la elaboración del anteproyecto de presupuesto.

Y no sigo porque no los quiero cansar.

Pues bien, ésas y muchas otras funciones las cumplió con puntualidad, limpieza y eficacia.

No sobra decir, y menos aquí, que fue el más decidido y esforzado funcionario para hacer que el Servicio Profesional fuera eso, y por ello impulsó la regularización de los trabajadores del IFE, y consolidó su permanencia en la institución. Sabía que ese cuerpo de funcionarios era la columna vertebral de la institución, y por eso merecían buen trato y reconocimiento a su estratégica labor.

Además, su carácter, templanza y buenos modales ayudaron a desmontar litigios odiosos y no pocas ofensas inservibles en diferentes ámbitos de la Institución.

Como integrante de los dos cuerpos colegiados de Dirección del IFE, el Consejo General y la Junta General Ejecutiva fue siempre un bálsamo, sobre todo en el primero, al cual concurren no solo los consejeros electorales, sino los representantes de los partidos y del Poder Legislativo y en el que suelen darse áridas discusiones, diferencias que tensan incluso las relaciones personales.

Es un espacio de encuentro y viva polémica, pero que está obligado a ser productivo.

Y en ese ambiente, muchas veces crispado, Don Fernando supo no solo mantener e inyectar calma con su aplomo, sino que su conocimiento del derecho, de la función electoral y, por qué no decirlo, de la condición humana ayudó quizá como nadie a que los trabajos del Consejo salieran adelante.

Lector omnívoro, melómano sofisticado derramaba algunos gramos de sarcasmo ante tonterías de todo tipo o de plano desorbitados.

Era un conocedor profundo de la historia, en particular de nuestro país. Escribió libros, como ya se dijo, sobre Flores Magón, Juárez, Mújica, Torres Bodet.

De la conversación que Fernando imaginó con Ricardo Flores en la cárcel de Libensburg, destaca por supuesto la admiración que tenía por el líder del Partido Liberal Mexicano, pero resulta un deleite detenerse a leer con cautela las diferencias entre el anarquista y el jurista, entre el revolucionario y el hombre de estado, a fin de cuenta dos vidas, dos momentos del país, dos trayectorias ejemplares.

De igual manera, la biografía de Torres Bodet no solo resulta comprensiva el recorrido político y de la labor literaria de uno de los más destacados Secretarios de Educación, sino que la prosa de Fernando y su conocimiento de la época y el personaje la convierte en una muestra de los esfuerzos desplegados en el siglo XX por construir un país más justo.

Integrante de la generación de medio siglo en la Facultad de Derecho de la UNAM, fue Director de esa publicación en su segunda época. Esa mítica revista puede verse en retrospectiva como el esfuerzo de un puñado de estudiantes universitarios, casi todos de la Facultad de Derecho por analizar entender y expresar al México que se modernizaba y se abría al mundo mostrando también su contra hechuras y rezagos, un esfuerzo intelectual que abría puertas y ventanas para trascender el provincianismo que presidía no pocos resortes sociales bien arraigados.

En algún momento me mostró como una curiosidad el primer texto de un jovencísimo Carlos Monsiváis que se inauguraba en las letras con un artículo sobre comercio exterior.

Su aprecio por la obra de Jorge Luis Borges a la que ha hecho alusión Edmundo Jacobo, dio paso a un bellísimo ensayo que tituló Fervor de Jorge Luis Borges y que apareció en la revista de la Universidad de México.

Si no lo han leído, háganlo, porque alumbra una esfera de la vida del escritor argentino, la de sus sucesivos enamoramientos de una manera cálida y sutil. Y si no tienen el texto, se lo pueden pedir a Jesús Galindo, porque él me lo proporcionó a mí.

Era portador de una sabiduría suave, decantaba por años en el servicio público y por lecturas de todo tipo, no la ostentaba, la deslizaba de vez en vez y cuando creía era necesario.

Alguna ocasión nos dijo a un grupo de amigos: “Cuídense de los hombres adánicos, los que creen que con ellos empieza la historia o que actúan como si no tuviesen biografía”.

Permítanme que les cuente una anécdota frívola que ilustra, creo, lo minucioso y preciso que era en el trato.

Cuando me nombraron Presidente del Consejo General del IFE, ofrecí una primera conferencia de prensa, unas horas después, más o menos, Fernando me llamó y me dijo: “Pepe, eres el Presidente del Consejo General del INE, no puedes aparecer como si fueras el guardaespaldas del Secretario General.”

Al día siguiente, me puse el uniforme de traje y corbata que usé a lo largo de 7 años.

Nos veíamos de cuando en cuando con algunos otros amigos, que afortunadamente algunos están aquí.

Estar con él era un deleite, relajado y agudo, buen observador y mejor conocedor de gentes, irradiaba bondad y sabiduría.

Como escribió el poeta Eduardo Lizalde, “A la infame muerte debemos aceptarla como se acepta un pan, una manzana, podridos, por supuesto.”

Presentadora: Muchas gracias, doctor José Woldenberg.

Para continuar, damos el uso de la voz a Martha Zertuche.

Coordinadora de Procesos Registrales de la DERFE del INE, Martha Beatriz Zertuche Sánchez: Muy buenos días a todas y a todos.

Es una emoción y orgullo estar aquí sentada.

Fernando Zertuche, un hombre en todo el sentido de la palabra, un hombre coherente y generoso.

El amor por su país y sus ideales de justicia social lo llevaron a realizar su trabajo como verdadero servidor público, buscando siempre las mejores condiciones humanas para quienes trabajaban en las dependencias e instituciones donde laboró con absoluta entrega, clara visión de presentes y futuros. Dando lugar, como él escribió, a la vinculación entre las normas y los ideales de clara y ancha justicia, que la acción política debe defender.

Supo combinar sus tareas en la función pública con su corazón de historiador.

Como investigador incansable de las vidas e ideales de los hombres que forjaron este país en igualdad, dignidad, derecho a la salud, a la educación y a condiciones dignas en su trabajo.

De aquellos que dieron cimiento y forjaron los principios constitucionales y democráticos de nuestro país.

Todo esto lo convirtió con esa, su fina y delicada pluma en hermosas publicaciones.

Hasta sus días seguía generando maravillosas propuestas de libros que se quedaron por publicar.

A pesar de que separaba tajantemente su vida familiar de su vida laboral, en ambos mundos fue gran ejemplo de un hombre que sabía escuchar y conciliar para tomar decisiones acertadas, con finísimo trato, amabilidad y consideración por todas las personas que cruzaban en su camino.

Alguna vez le pregunté cuál de sus trabajos es el que más había disfrutado y me contestó, que en el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos, porque pudo ver resultados tangibles de la lucha por otorgar derechos básicos para todo ser humano.

Recuerdo como si fuera ayer, el día en que me dijo, con entusiasmo, que le ofrecían un trabajo como consejero ciudadano, que no tenía claridad sobre la tarea, pero tengo la certeza de que su labor, conocimiento y experiencias vividas hasta ese momento en el ámbito del derecho laboral, la educación y la seguridad social, lo prepararon para llegar ahí y aún más como Secretario Ejecutivo.

Hace poco me platicó que sus grandes maestros para desarrollar su trabajo en el IFE, fueron los vocales de los estados.

Robo algunas de sus palabras expresadas con fuerza y emoción, el 29 de enero de 2004, cuando concluyó su cargo como Secretario Ejecutivo.

Debo decir, antes de despedirme, que mi estancia aquí ha sido muy grata y moralmente plena, me dio la oportunidad de ser testigo desde un mirador privilegiado, de la transformación política más importante que ha experimentado nuestro país desde la década de los setenta.

Reconozco y deseo destacar la integridad, el profesionalismo y la imparcialidad de los trabajadores del Instituto en todo el país; lo que  ha permitido que la gran mayoría de mexicanos considere que las condiciones en las que se llevan a cabo las elecciones federales son las adecuadas, que la competencia política es justa, que el sufragio es un derecho que se ejerce sin mayor trámite, y que todos y cada uno de los votos depositados en las urnas son contados a tiempo y en cumplimiento de las normas legales.

Tuve el privilegio de acompañarlo ese día, y recuerdo que al Consejo General asistieron funcionarios de todas las vocalías estatales, y no olvidaré la gran valla que le hicieron para despedirlo.

Mi papá deja un profundo y gran legado para seguir y honrar cada día, tomando de nuevo sus palabras les expreso que me llevo para el resto de la vida, su presencia intacta.

Presentadora: Muchas gracias a Martha Zertuche.

Ahora escucharemos las palabras del doctor Lorenzo Córdova Vianello

Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova Vianello: Muchas gracias.

Muy buenos días tengan todas y todos ustedes.

Saludos con mucho afecto y agradecimiento a Martha y a Sofía Zertuche, por supuesto, a Pepe Woldenberg, por su participación en este acto homenaje que, con Don Fernando, sentaron las bases sólida sobre las que se fue edificando esta institución en una primera etapa, en su primera etapa como órgano plenamente autónomo del poder independiente de los partidos políticos.

Saludo también con mucho afecto y agradecimiento a quienes integraron la Junta General Ejecutiva, encabezada por el maestro Woldenberg y por Don Fernando Zertuche en ese primer IFE autónomo: Alberto Alonso y Coria, entonces Titular de la Dirección Ejecutiva del Registro Federal de Electores; Arturo Sánchez, Titular, entonces de la Dirección Ejecutiva de Prerrogativas y Partidos Políticos.

A nuestra querida MariCarmen Alanís titular de la DECEyEC; a Jaime Rivera, en su doble cachucha, entonces como Titular de la DEOE, de la Dirección de Organización y ahora como Consejero Electoral del INE.

Y, a Manuel Carrillo, como titular de la Coordinación de Asuntos Internacionales.

Por supuesto, agradezco también muchísimo la presencia de mi colega la Consejera Carla Humphrey y de todas y todos ustedes, amigas y amigos de Don Fernando y también del IFE y del INE.

Pocos eventos hemos realizado en este auditorio que sean tan emotivos como el de hoy.

Cientos de libros, de conferencias, de mesas de debate, homenajes a figuras públicas y la participación, y las presentaciones de teóricos de la democracia, han tenido lugar en esta histórica sala.

También aquí hemos realizado ceremonias a las compañeras y compañeros que obtienen mejores calificaciones en el Servicio Profesional Electoral y los homenajes para quienes han cumplido mayor antigüedad en la Institución.

Incluso, ante el creciente interés que han adquirido las elecciones para la convivencia en clave democrática, durante los procesos electorales, este auditorio ha servido para que las y los candidatos a la Presidencia de la República den un mensaje cuando solicitan su registro, y para que personas interesadas en el desarrollo de la Jornada Electoral escuchen los debates y posicionamientos que se dan durante las sesiones del Consejo General.

Pero el evento de hoy es diferente. No sólo es emotivo, sino también está impregnado de afecto, de historia y de las convicciones de uno de los principales constructores de esta Institución: Don Fernando Zertuche Muñoz.

Fernando Zertuche fue profesor universitario y un apasionado por la historia de México; fue un hombre de letras a quien su gusto por investigar y escribir lo llevó a publicar decenas de libros y artículos sobre personajes de nuestra historia, así como sobre temas jurídicos y políticos; fue un hombre que dedicó su vida al servicio público y que entregó generosamente sus conocimientos, experiencias y sabiduría para la construcción de un país de derechos con instituciones democráticas.

Don Fernando era un hombre pulcro, elegante y culto, un verdadero hombre bueno, que siempre en medio de las pasiones, con parsimonia, templanza, responsabilidad con las que siempre se condujo, pasiones que hervían en el momento en que entró en crisis el sistema del partido hegemónico, en Don Fernando encontró un ancla de estabilidad y de serenidad.

En ese contexto, sus vivencias, experiencia y conocimientos siempre estuvieron al servicio de una autoridad electoral, entonces todavía joven y naciente, que se fortaleció al convertirse en un órgano constitucional autónomo, primero en su rol, ya mencionado aquí de consejero ciudadano, y luego, como Secretario Ejecutivo del Instituto Federal Electoral

A su paso por esta institución, Don Fernando nos dio muestras cotidianas de respeto por el personal que colabora en esta Institución; de templanza ante las presiones políticas; de tolerancia ante a las diferencias y de una excepcional calidad humana, que han sido un ejemplo para todas las personas que tuvimos el honor de conocerlo y de tratarlo.

Un caballero, un funcionario ejemplar, y un estadista, en suma.

La cordialidad con la que se desempeñó como consejero ciudadano y posteriormente como Secretario Ejecutivo del entonces IFE, demostró que, en política, el respecto siempre favorece el diálogo y la construcción de acuerdos y que, por intensas y apasionadas que se vivan las diferencias políticas, lo cortés no vulnera la probidad institucional.

Tan sólo recordemos la intensidad del debate político que predominó la década en la que Don Fernando sirvió a esta institución, entre de 1994 y 2004. El periodo de la primera alternancia y los años de las mayores sanciones impuestas por esta autoridad electoral a los partidos políticos producto de una fiscalización realizada contra viento y marea.

Eran tiempos en los que las tensiones políticas estaban a tope y en los que tenía que construirse una gradual y paulatina confianza social en torno a una institución relativamente nueva y comprometida a ejercer su autonomía, y que, además, siempre se negó a someterse a los poderes constitucionales y fácticos, y menos aún a los partidos políticos.

Un legado de entonces que hoy todavía procuramos honrar en cada decisión que los órganos de esta institución toman.

Ese fue el contexto en que el Fernando Zertuche desempeñó uno de los cargos más complejos de esta Institución, y lo hizo, como decía, con templanza y con mucho diálogo y tolerancia; con apertura y absoluta honestidad.

Cuando escribí este mensaje recordaba las tensiones, afortunadamente encausadas democráticamente de aquellos años, francamente pensaba cómo nos hacen falta hoy funcionarios ejemplares como Don Fernando Zertuche en un México polarizado e intolerante en el que vivimos y, en esta era de posverdad en la que abunda la calumnia y el diálogo se ha sustituido absurdamente por la intolerancia y la confrontación.

Justo por el contexto político en el que estamos hoy como nación y el delicado momento por el que atraviesa nuestra democracia y sus instituciones, es que se vuelve relevante realizar un homenaje a un hombre de Estado, culto y siempre abierto al diálogo con todas las fuerzas políticas, como Don Fernando.

Y aquí me voy a salir del guion, porque escuchando a Pepe recodar a Don Fernando, resulta inevitable, inevitable subrayar la importancia que para la fortaleza institucional desde entonces y hoy y siempre, se requiere en esa dupla que mandata la propia Constitución, mandata la propia Ley, pero que no siempre o necesariamente se aterriza entre el Secretario Ejecutivo y el Presidente del Consejo General.

José Woldenberg y Don Fernando Zertuche fueron y han sido y siguen siendo en ese sentido un referente. Esa dupla es clave para el buen funcionamiento de esta institución, es una de las tareas de la estabilidad, de las bases, perdón, de la estabilidad y de la fortaleza institucional. Si funciona esa dupla, el IFE, ahora convertido en INE, se fortalece, sino se debilita.

Todos los presidentes y secretarios ejecutivo, hablo por mí y me atrevo a hablar por también por Edmundo, aspiramos y siempre hemos procurado hacerlo al reproducir esa relación histórica que establecieron Pepe Woldenberg y Fernando Zertuche, y son, en ese sentido, un modelo permanente y estoy seguro que en el futuro también seguirá siendo un punto de referencia.

Este homenaje, ciertamente representa un merecidísimo reconocimiento a un hombre que contribuyó tanto a la construcción de esta autoridad electoral como a la credibilidad social en nuestras elecciones y las instituciones que la organizan.

Y aunque este homenaje Presencia y Legado es un pequeño, muy pequeño homenaje del INE, de su INE, a las aportaciones que durante toda su vida hizo Fernando Zertuche para que el servicio público y especialmente la competencia electoral, imparcial y equitativa, se convirtieran en herramientas de transformación y en la base para la convivencia en clave democrática que ha caracterizado al México de la transición. Se trata pues de un homenaje obligado y convencido.

Concluyo, con este homenaje el Instituto Nacional Electoral hace público su reconocimiento a uno de esos constructores de la democracia mexicana; a uno de esos hombres que, con educación, sensibilidad y caballerosidad, altitud de miras, debo decir, puso una vida de cultura política y de vivencias en el sector público al servicio de la institución emblemática de la democracia mexicana, el entonces Instituto Federal Electoral, hoy Instituto Nacional Electoral.

Siempre estaremos agradecidos y agradecidas con él por ello.

Es claro que la historia de México se puede contar con el parteaguas que significó la creación del IFE: hay una historia antes del IFE y otra después del IFE.

De la misma manera, creo que esta autoridad electoral no habría logrado los niveles de confianza que hoy se tienen, sin esa generación de servidores públicos comprometidos, probos, plurales y dialogantes que abrevaron de la cultura y la sabiduría de Don Fernando Zertuche y que hoy conforman la estructura profesional de esta institución.

Va un abrazo Fernando, en donde quiera que estés.

Te extrañamos y seguiremos tu ejemplo de cordialidad, inclusión, diálogo y responsabilidad de Estado hasta el último día de la responsabilidad que tenemos encomendada al frente de esta entrañable Institución.

Y ahora, si ustedes me lo permiten, cumpliendo o parafraseando la función que la ley me confiere como Consejero Presidente durante las sesiones del Consejo General, permítanme darle el uso de la palabra al licenciado Fernando Zertuche Muñoz, Secretario ejecutivo del Instituto Federal Electoral.

(Se reproduce material multimedia)

Exsecretario Ejecutivo del INE, Fernando Zertuche Muñoz: Señoras, señores consejeros y representantes, compañeros trabajadores del Instituto Federal Electoral, esta es la última vez que me dirijo a ustedes en mi carácter de Secretario Ejecutivo.

Próximamente concluiré en más de ocho años de trabajo ligado a esta Institución que tanto aprecio y de la cual me siento orgulloso.

Debo decir antes de despedirme que mi estancia aquí ha sido muy grata y moralmente plena.

Me dio la oportunidad de ser testigo desde un mirador privilegiado de la transformación política más importante que ha experimentado nuestro país desde la década de los setenta.

En las calles de México, en sus hogares, sus centros de trabajo, en las plazas públicas y en torno de esta misma mesa, mujeres y hombres defendieron derechos civiles y políticos que permitieron iniciar el proceso de democratización que hoy vivimos.

Después de haber compartido con ustedes 110 sesiones de Consejo General, como consejero ciudadano primero y Secretario después, me enorgullece plenamente haberlos acompañado a mexicanos tan valiosos que han ocupado los sitios de esta mesa.

Mi primordial gratitud al maestro José Woldenberg, me honró con su amistad, con su invitación para colaborar con él y con su guía sin desvío para cumplir tareas y definir decisiones con una propuesta invariable.

Establecer en nuestro país un orden democrático.

Al doctor Luis Carlos Ugalde en primer término y a las señoras y señores consejeros electorales aquí presentes, agradezco la confianza que depositaron en mí para servir como eslabón entre el Consejo General saliente y el actual.

Considero que se trata de una debida responsabilidad, y de acuerdo con el Consejero Presidente, continuaré en funciones hasta el día en que el siguiente Secretario Ejecutivo inicie sus tareas, sin interrupción ni vacíos, como lo merece esta institución.

A todos ustedes, compañeros trabajadores del IFE, expreso sinceramente que por sus certidumbres aprendí, comprendí y asumí la complejidad de la institución.

Cumplí e hice vivir las normas legales y reglamentarias, atendí los desafíos cotidianos, ambicioné a ser como ustedes y volverme merecedor de sus valores.

Por todo ello, me llevo para el resto de la vida su presencia intacta.

Muchas gracias.

Presentadora: Es así como concluye este acto inaugural del Foro Presencia y Legado IFE-INE en el México actual. Homenaje al licenciado Fernando Zertuche.

Gracias a las personas integrantes del presídium y a las y los asistentes al evento.

A quienes siguen esta transmisión, les informamos que en breve dará inicio la mesa titulada Antecedentes y surgimiento del Instituto Federal Electoral.

Haremos una pausa y regresamos, por lo que les invitamos a seguir este foro.

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