Versión estenográfica de la Conferencia Magistal dictada por Lorenzo Córdova, en el seminario, Los desafíos de la Democracia, a 45 años de la reforma política de 1977

Escrito por: INE
Tema: Conferencia Magistral

Coordinador de la Cátedra Francisco I. Madero, Fernando Castañeda Sabido: Ciencias políticas en la Universidad de Turín, Italia.

Asimismo es investigador con licencia del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, así como profesor en la misma universidad de la Facultad de Derecho, y es miembro del consejo directivo de la Catedra ENCCÍVA Franciscos I. Madero.

Por favor.

Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova Vianello: Muchas gracias, de nueva cuenta Fernando es un verdadero privilegio estar en este seminario.

Y comenzar con, digamos, una charla, que no tiene otro propósito más que detonar las reflexiones de las colegas y los colegas en las( inaudible) seguramente profundizando y sobre las que harán reflexiones, sin duda mucho más (inaudible) de las que no en esta (inaudible).

Yo quisiera, he preparado una presentación, quisiera articular esta charla en tres grandes apartados: el primero, alguna reflexión que quisiera hacer sobre la originalidad de la transición mexicana en la que se suscribió justamente como momento de donador, la reforma de 1967, cómo hemos llegado, las grandes estaciones (inaudible) un análisis, muy detallado, digamos, del proceso de cada transición (inaudible) grandes casos.

Según decía, cómo llegamos al sistema electoral en (inaudible) de la reforma 2014 y cuál es el estado de salud que tiene dicho sistema, cuáles son los resultados que ha hecho, podemos combinar balances(inaudible) hacer el mismo para con quien habitualmente asentar la pregunta, la pregunta en el ambiente que en estos tiempos sobre sí hay (inaudible) cada reforma electoral, digamos, las reglas de todo democráticos.

Dicho lo anterior, algunas reflexiones sobre nuestra transición, me parece que es importante tener en cuenta porque, digamos, si nuestro modelo y el proceso de cambio político en los últimos 45 años se ha venido dando en México, es un modelo muy particular y que rompe con la (inaudible) intenciones de los años políticos, de los años 80 y 90, primeros noventa días en ese formato riguroso que pudiera explicarnos procesos de transición, en la teoría de la transición nuestro modelo de cambio político, pues entrar a duras penas con calzador, no sin inciertos.

Nuestra transición es una transición distinta, en las que, digamos, caracterizaron, eran parte de los cambios, porque los procesos de cambio político de la así llamada tercera ola democratizadora, que no es muy distinto de la que es el prototipo de la transición española, en donde claramente puede identificarse los distintos momentos que se identifican en la transición.

Bueno, en el proceso de la liberalización de transición propiamente dicha y de consolidación. En España, en 75 muere el dictador, viene en un proceso de turbulencia política, las fuerzas políticas prontamente tenían grandes consensos, (inaudible) económico y los Pactos de la Moncloa; en 71 muchos se acuerdan una nueva Constitución que reinventa, que replantea el régimen político total democrática y al cabo (inaudible) de órdenes, a penas de seis años pues prácticamente todas las fuerzas del espectro político acaban tras las elecciones llegando a los espacios.

O de la transición de (inaudible) marcada por, digamos, la calidad del régimen de los coroneles, y que se tradujo en una nueva Constitución en clave democrática en 1975, o de la transición portuguesa, resultado de la revolución de los (inaudible) que plasmó en una constitución, en una nueva constitución democrática en 1976, o incluso la transición chilena que aunque no trajo consigo una nueva constitución, sí, con el plebiscito de 1988, pues pone fin  a décadas, a casi dos décadas de dictadura militar. 

La nuestra fue una transición distinta, no tiene momento fundacional, no hay un momento de ruptura, sino que es una transición muy peculiar, una transición progresiva, gradual, paulatina, articulada a lo largo de una serie amplia de cambios constitucionales, de reformas electorales, ocho grandes reformas electorales, más allá de cambios menores en este periodo, se fueron articulando a lo largo de prácticamente cuatro décadas.

Y una característica es una ruptura enorme en lo constitucional; sin embargo, a pesar de esas características, nuestra transición si fue profunda y radical, el México de hoy no tiene nada que ver con con el México de apenas hace unos 30 años, y hoy los fenómenos típicamente democráticos como la falta de mayorías definidas en nuestros órganos de representación política, conciban a gobiernos divididos, las alternancias, la natural incertidumbre respecto de los resultados electorales, a que los resultados electorales son hechos públicos por las autoridades electorales.  

Son parte ordinaria del paisaje político en nuestro país. 

Quedaron atrás los tiempos de aquel país, hace apenas 30 años, un poco más de 30 años, un país absolutamente monocolor y en muchos sentidos excluyente, para dar paso a un sistema político en donde, por ello auténticamente democrático, en donde más allá de todos los pendientes, que sobre todo en esta asignatura (inaudible) sigue siendo la gran (inaudible) de la institución mexicana, sin la justicia social, más allá de en nuestro país y dado que existen todas las condiciones para al menos en la dimensión electoral, podría ser considerado un sistema democrático. 

De este modo, a pesar de nuestra particular modo del articular a lo largo de décadas este proceso de cambio político la profundidad del mismo es, me parece, incuestionable.

Y eso articula que podamos (inaudible) en elementos, digámoslo así, absolutamente demostrables, que la democracia en México no se construyó en un día, pero sí se construye.

Yo creo que vale la pena entender de dónde venimos, solamente hacer algunos señalamientos de los que ha sido prolija la mesa de la creación de este seminario. 

La transición mexicana tuvo que resolver una serie de problemas y creo que ésta es una (inaudible) sugiero, no es ni siquiera original, pero es una clave para poder entender este proceso profundo e intenso de cambio político; y para comprenderlo, insisto, hay que entender de dónde veníamos, es decir, la razón, digamos todo el cambio ejecutivo que permitió en 1977, hacer esa apuesta, a juicio de José Woldenberg, no es una reforma fundacional, pero es una reforma desencadenadora del proceso de cambio político, pues a mí me dijo que estamos con una serie de fenómenos y se fueron acumulando y se fueron macerando a lo largo de las décadas previas.  

Pero lo podríamos sintetizar con una, digamos, con el elemento más característico del sistema político de entonces. El cual era un sistema cerrado, excluyente, vertical, refractario del pluralismo y profundamente autoritario. Ese régimen de la revolución Mexicana, el régimen que se acuño a lo largo de la primera mitad y buena parte de la segunda mitad del siglo XX.

Un ejemplo, me parece que es emblemático para poder entender (inaudible) 

Durante 25 años, desde 1953 hasta 1978, 1979, el sistema de partidos fue un sistema de partidos absolutamente cerrado, absolutamente inmóvil, caracterizado por cuatro grandes fuerzas políticas, de las cuales, una sola de ellas, el PAN era  una fuerza auténticamente de oposición, el PPS y el PAN, salvo, digamos, en los momentos de su primero momentos de su propio surgimiento al cabo de ese primer momento inicial, reiterada y sistemáticamente postularon (inaudible) a ningún candidato que era postulado por el  Partido Revolucionario Institucional.

Otras fuerzas políticas, Leonardo lo decía Leonardo en la introducción, el Partido Comunista, pero incluso fuerzas de derecha, como el Partido Sinarquista Mexicano, que no tenía cabida en un sistema, estábamos, precisamente, para ser lacayo, para excluir fuerzas políticas que no estuvieran ya dentro del mismo partido.

Y esto, de alguna manera, entraba en colisión sobre todo a partir de finales de los 50 y sobre todo durante los 60 años con esa efervescencia social, evidentemente desbordaba a los causes institucionales y que llevó a modos de actuar incluso por vías ilegales, como (inaudible) de resolver, digámoslo así, agotadísima, cerrada y excluyente guerra del acceso al poder (inaudible).

La gota que derramó el vaso, que justo a la mitad de los años 70, con los movimientos sindicales universitarios, movimientos ferrocarrileros, eléctricos, sindicales que demostraron el agotamiento del viejo régimen con una guerrilla desbordante, tanto urbana como rural y que, digamos, que tuvo algunos momentos, digamos, muy impactantes, el asesinato de Garza Sada, el secuestro de Rubén Figueroa, candidato a la gubernatura de Guerrero por la guerrilla de Lucio Cabañas, (inaudible), entre muchos otros.

Contrastaba, eso sí, el país rural contrastaba con el país real en donde había un único candidato, una única alternativa por la cual votar realmente para presidencia.

La reforma de 1977, desde mi punto de vista, es una reforma que está todavía muy lejos de lograr asentar ante nosotros características que son indispensables para poder hablar de un régimen democrático, como son las garantías del voto libre, reales, el voto libre, y un grado de una competencia entre fuerzas políticas evitativas.

Sin embargo, la reforma de 77 sí tiene ese carácter, vuelvo a reivindicar la tesis de Woldenberg, de ser una reforma (inaudible) no es la primera, como Miguel Armando mencionaba, y menos (Inaudible) por dos reformas, la importancia de tener un propósito claro, de lograr ser esas bandas de especialización del régimen en 1976 y termino de 1977 y en 1973 (inaudible) pero sin lugar a dudas no fueron y no tuvieron el alcanza que tenía la reforma en 1977.

Los grandes ejes de la reforma del 77 buscan resolver los dos grandes problemas que en aquel momento enfrentaba el proceso, digamos así, de cambio político.

Por un lado, está discusión, este hermetismo del sistema de partidos le impedía el reflejo mínimamente decente, digámoslo así de la pluralidad todavía germinante empezaba a asentarse en el país.

Y por el otro lado, (inaudible)de esa, la representación de esa pluralidad en los espacios (Inaudible) por un lado el registro de condicionado como la fórmula para poder permitir el ingreso a la arena de la competencia legal política, de no más fuerzas políticas.

Y por el otro lado la Representación Proporcional (inaudible) de esa pluralidad en la Cámara de Diputados, son los dos grandes ejes sobre el que comienza el proceso de la reforma de transición a la democracia en nuestro país.

Muy independiente, si el tiempo alcanza y es mi propósito, sobre todo después de (inaudible) justo como una mecánica de ámbito político que igualmente sea re enzarzada o la transición contaba en (inaudible) y ante muchísimos doble pesos que han organizado en conjunto de reformas electorales que fueron dando paso a esta transición, que tiene características muy particulares, el de ser una transición gradual, paulatina, acumulativa. Permítanme usar una expresión etimológica de sedimental ¿no?, es decir, la transición en México trajo una serie de sedimentos que reforma tras reforma fueron consolidando el piso, digámoslo así, de construcción de una institucionalidad y de un conjunto de procedimientos democráticos.

Sin embargo, sugiero aquí una gran lectura, para tratar de ser sintético, de cuatro grandes momentos en los que me parece darse ese cambio que sigue una ruta de las distintas formas de reformas electorales

A lo largo de sus 45 años, hemos tenido ocho grandes reformas electorales, la de 77, la de 1986, la de 1989-90, la de 93, la de 94, la de 96 la de 96, la de 2007-2008 y la de 2014.

Todas estas reformas, que no han estado excedidas tras algunas ocasiones de algunos retrocesos (inaudible) la irrupción el 1988 de la cláusula de gobernabilidad de triste memoria potencial a 1991 y finalmente preliminar de la reforma del 93, me parece que en términos generales si puede ser enlistar un conjunto de reformas que en distintos momentos de nuestra transición fueron enfrentando y resolviendo una serie de problemas específicos que eran indispensables resolver para poder continuar con el proceso consolidación y construcción de un régimen democrático.

En un primer momento, no abundo más en el punto, sólo lo dejo (inaudible) el principal problema relacionado a la mitad de los años 70, era abrir el sistema de partidos de partidos políticos y que hubiera representantes no es lo único a lo que se avocó la reforma del 77 y después la de 1986.

Pero esa es la reflexión fundamental del primer gran problema a resolver, por eso, en un primer momento, me parece puede señalarse como reformas que apostaron por la litigiosidad de un sistema democrático.

En un segundo momento, ya se mencionó aquí, el traumático episodio de la controvertida elección de 1988 puso en la mesa esta nueva necesidad, no bastaba con el reconocimiento de la pluralidad política en la arena del sistema que partimos, no basaba con el reflejo que fue incrementándose de 100 diputados de representación proporcional que tuvimos en la reforma de 77, en 86 se aumentó a 100, no bastaba con abrir el sistema de partidos. Si no había elecciones, mínimamente ciertas, confiables y transparentes, creíbles, no había modo de garantizar el proceso democratizador. 

Y ahí es (Inaudible) con las reformas de hace 30 años, de la primera mitad de la década de los 90 que apostaron por la construcción de un sistema electoral en clave democrática, entendiendo por sistema electoral tres cosas fundamentales: un conjunto de instituciones, de reglas y de procedimientos, que permitieran para decirlo como se decía entonces, que el voto se contara bien, y efectivamente contara. 

Un cuarto, logramos enfrentar y superar ese problema, la reforma de 1990 que da origen al Instituto Federal Electoral, que crea una nueva institucionalidad también con la incorporación de un órgano especializado para asumir y dirimir los conflictos en materia electoral, nació el Tribunal Federal Electoral, antecesor del Tribunal Electoral del Poder judicial de la Federación.

Son digámoslos así, son la expresión de esta elección institucional.

La reforma constitucional y las reformas sociales, y la alteración del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales con una serie de pasos muy detallados, se decía entonces, Woldenberg mismo decía que el COFIPE era una especie, como lo es hoy, por cierto la LGIPE, la ley, era una especie de carta de navegación que permite paso a paso orientar la jornada electoral y la construcción de procesos electorales confíales, ciertos, y al final del día legitimadores frente a las urnas. Son justamente la dimensión normativa.

Y, finalmente, los procedimientos, empezando por ese que sigue siendo hoy la columna vertebral de los procesos electorales en clave democrática que fue la creación del Padrón Electoral, del Registro Federal de Electores, que es la condición primera de confianza y de credibilidad para que todos los principios democráticos de las elecciones, por ejemplo, “una cabeza un voto”, puedan ocurrir son el (Inaudible) de esta segunda etapa de distribución política. 

En un tercer momento, y como consecuencia de las elecciones de 1994, donde ocurrió por primera vez, se instrumentó por primera vez el primer ejercicio de fiscalización, y que permitió tener, no sé si cifras ciertas, pero por lo menos sí cifras legales, porque entonces la fiscalización (inaudible) que reportaban a la autoridad electoral y esta no tenía ninguna facultad de auditoría o de compulsa. Digo, lo que evidenció ese primer ejercicio de fiscalización en las elecciones de 1994 era una profunda disparidad y desequilibrio de la competencia electoral (inaudible)

Un tercer nuevo problema se colocó como el gran elemento a resolver en este tercer momento de la transición, el de elevar las condiciones de la competencia.

En 1994 en el (Inaudible) organizado por el entonces IFE, arrojó que el 85 por ciento del gasto de los partidos había sido (Inaudible) esto dio un paso a una reacción de reformas, la de 96 y, más adelante la de 2007, que se avoca, insisto, no sólo, la de 96 también le da plena autonomía al Instituto Federal Electoral y saca, quisiera decir irreversiblemente, pero bueno, (inaudible) soñando para que ocurra lo contrario. Irreversiblemente al Poder Ejecutivo de la integración de los órganos electorales ¿no?, (inaudible)

Pero creo que la columna vertebral el tercer gran momento, la gran innovación de este tercer conjunto de reformas tiene que ver, justamente, con la recreación de condiciones de equidad apostando por dos grandes pilares: el financiamiento público predomina en el sentido de equidad (inaudible) un piso mínimo para todas las fuerzas políticas, para competir efectivamente. Y por el otro lado, a partir del 2007 y 2008, hubo un modelo de comunicación política que rompe ese, digamos, siempre con complejo y en ocasiones hasta perverso triángulo ineludible de todo sistema democrático, que son los medios de comunicación y (inaudible) electorales.

Un cuarto momento, algunos hicieron lo necesario, estoy tratando de hacer un ejercicio descriptivo, un cuarto momento en nuestra transición es el de mostrar al sistema electoral (inaudible); es decir, en la reforma de 2014 se tiene como propósito distinto, resolver la disparidad con la que se venían organizando y la calidad con la que se venían organizando las elecciones federales (inaudible) el propósito de la última reforma fue que, digámoslo así, la presencia del otrora Instituto Federal Electoral convertido en INE en las elecciones locales pudiera generar condiciones, digámoslo así de suficiencia y garantías necesarias para evitar la intromisión de los poderes (inaudible) locales y de (inaudible) de la organización de la política, luego de que en 2000 ocurrió la primera alternancia en la Presidencia y se rompió ese eje articulador de numerosos y ciertos fenómenos propiamente democráticos (inaudible) consolidado en poderes locales, innovaciones incluso (inaudible)es decir, estas garantías pudieran trasladarse, que ya existieran en la federal(inaudible). 

Hasta aquí, digámoslo así, la gran síntesis de lo que ha sido nuestra transición a partir de la reforma que hoy conmemoramos.

(Inaudible) Bueno, hay muchas maneras de medir el éxito cono no de un sistema electoral. Yo creo que el sistema electoral de 2014, más allá de la enorme complejidad que muchos advirtieron, no sin razón de operatividad, de volver operativa la reforma de 2014. Una reforma que además de todas las atribuciones que hasta entonces el INE, entonces el IFE (inaudible) implicó 75 nuevas atribuciones, entre ellas, justamente la de ser copartícipe, organizador de los procesos electorales en los estados.

Bueno, más allá de esa complejidad de entrada, nadie puede decir que el sistema electoral no sea complejo, e incluso ciro Murayama, ha llegado a decir que es un sistema profundamente barroco, yo digo que aquí hasta lo mejoramos como en su momento se mejoró el barroco y churrigueresco llegado en los extremos, llegamos así, llegó sumamente compleja operación adecuada; y, sin embargo, el sistema electoral que hoy tenemos un sistema absolutamente funcional, es un sistema que más allá, insisto, de las complejidades y del proceso de ensayo-error que implicó en un primer momento instrumentar la reforma, pongo solo un ejemplo, en 2015 cuando fuimos a la primera elección concurrente en general con elecciones locales, el INE asumió una especie, digamos, de actitud de acompañamiento de frontera, permítase la expresión, es decir, hay facultades que el INE tiene en la realización de los procesos locales y otras que le corresponden a los organismos públicos locales electorales  (inaudible) y después pasar a esta mesa y lo demás era responsabilidad de los OPLES.

Pues no fue tan sencillo porque resulta que en algunos casos, lo que iba bien hasta un cierto punto, corría el riesgo de descarrilarse, digámoslo así, por la falta de homogeneidad y sistematización que hizo la reforma, pero que no se  (inaudible), que no se podía dar solamente a partir de un cambio constitucional y que necesitaba un proceso de adaptación, de seguimiento, de supervisión por parte del INE, que nos llevó después en 2016, a aprobar un Reglamento de Elecciones que hoy es mucho más voluminoso de la ya de por sí consistente Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales. 

Creo que se nos pasó la mano, tal vez vale la pena ir repensando, pero en todo caso, creo que en su momento un reglamento que prácticamente detallara los procedimientos y la ruta de operación que debían seguir los órganos electorales en todo el país, (inaudible), pues era indispensable para poder concretar esa intención de volver al sistema electoral en su definición federal, en su definición local, con medios y estandarizados. 

Más allá, insisto, de estas complejidades, de esta etapa de ensayo-error, los resultados están a la vista de todos, bueno, están a la vista de quien los quiera ver y quien no, pues no. 

¿Qué ha pasado en estos ocho años? Y no pretendo ejercer un balance, no es el propósito, pero sí (inaudible).

Bueno, el trabajo del INE se ha vuelto un poco más complicado, (inaudible) del año electoral, el año postelectoral (inaudible) consistía un espacio de balance, ponderación, ajuste de cartas de intención quedó atrás. Lo digo un poco con tono de broma, pero lamentablemente no es una broma. 

Cuando a mí me pregunta: oye, ¿qué hace el INE cuando no están involucrados en un proceso electoral?, yo digo: no sé, todavía no sé, porque desde hace ocho años no hemos dejado salir de una elección para entrar a otra elección. 

Y la primera prueba de la sobrecarga que sin lugar a dudas implicó la reforma de 2014 (inaudible) de su instrumentación, es el hecho que durante 23 años el Instituto Federal Electoral organizó 18 elecciones federales, entre las elecciones ordinarias y las cuatro elecciones extraordinarias de diputados que aquí hubo el mandato de organizar (inaudible) del Tribunal.

Lo estoy tomando por elecciones, cuando hay elecciones presidenciales, como lo dice la propia Constitución, tres elecciones; cuando son de elecciones sexenales, la elección Presidencial, la de Senadores y de diputados: 18 elecciones en 23 años, organizados por el IFE.

En ocho años, el INE ha organizado ya, tomo en cuenta las elecciones extraordinarias que acabamos de llevar a cabo en algunos estados y la Revocación de Mandato, 322 procesos electorales, en ocho años. Y ninguno de esos procesos ha traído, como consecuencia, un conflicto postelectoral que implicara una crisis política.

Por supuesto que hay una enorme litigiosidad, pero la litigiosidad se procesa a través de los causes institucionales que se han planteado, bueno, algunos no, algunos optan por la vía penal, pero esa es otra historia, olvidándose de lo uno de los puntos básicos en que se juntaron el arreglo institucional sobre la transición a la democracia se constituyen, que es justamente no usar el brazo penal para resolver las diferencias.

Ningún conflicto postelectoral, todos han sido encausados institucionalmente, pero, sobre todo, digámoslo así, la alternancia que se ha generado en este período me parece que es prueba, y no solo del rigor que tiene nuestra competencia electoral del sistema de partidos, sino también la propia democracia.

En estos años hemos tenido un índice de alternancia, estoy hablando en estos términos, éstos 322 procesos electorales incluyen procesos inéditos, como la elección de la, hasta ahora única elección interna de un partido político, la del 2014, estoy incluyendo también (inaudible) y, por supuesto, estos nuevos mecanismos de participación ciudadana, como son la consulta popular, realizada el año pasado y la recientemente concluida, bueno, todavía no concluida, (inaudible) Revocación de Mandato.

Bueno, en todos esos procesos, o por lo menos en las elecciones federales y locales en ese período, hemos tenido un índice de alternancia que es inédito en otro período de nuestra historia.

En ocho años el porcentaje de las elecciones tanto federales como locales y, por supuesto, incluido, las municipales, es el orden del 62 por ciento.

Aquí pueden ver el desglose, digamos, por tipo de elección. Llama la atención de 51 elecciones de gobernador en 35 (inaudible)… estamos hablando de un índice de alternancia, casi 69 por ciento, en esa (inaudible).

Y ahora, la alternancia no es prueba per se, de la calidad de una democracia, lo que hace democrático a un sistema político es que existan condiciones institucionales, procedimentales y políticas para que la alternancia (inaudible), si ésta ocurre o no es decisión de las y los ciudadanos.

Lo que quiero decir es que este índice de alternancia es la mejor prueba de que contamos con un sistema electoral, más allá de su complejidad que es absolutamente funcional.

Y, por cierto, no dejo de señalarlo, no hay un único beneficiario de este fenómeno, todos los partidos políticos en estos ocho años han ganado y perdido elecciones o han arrebatado a otros partidos en únicos y sucesivos procesos electorales.

Hay algún partido gobernante, MORENA es el principal beneficiario de este fenómeno, pero no es el beneficiario exclusivo y ha habido ocasiones ya en la que, digamos, han ocurrido alternancias mediante los cuales otros partidos logran (inaudible). Es decir, hoy hay una sana incertidumbre democrática que impide anticipar con absoluta certeza quién va a ser el triunfador de unas elecciones.

Vuelvo a insistir, el cambio político puede medirse a partir de la lógica que de que hace 30 años había incertidumbre en las reglas, pero certeza en los resultados que miden certeza en las reglas, incertidumbre (inaudible) de los resultados.

Otra de las medidas o de las maneras para pedir el buen estado de salud de nuestro sistema electoral es el grado de confianza inédito en la historia que entre la ciudadanía han alcanzado las autoridades electorales. 

Este es un resultado de una encuesta, la Encuesta Nacional de Cultura Cívica que levantó el INEGI hace un año, ya entonces el Instituto Nacional Electoral se encontraba considerado como lo valoraron, por la institución civil con mayor confianza del Estado Mexicano, solo después de las fuerzas armadas, y esta es una cosa que se ha mantenido a pesar de que este ha sido un año, lo digo sin medias tintas, no estoy inventando nada, cualquiera puede revisar gráficamente el documento de este año, pues las grandes calificaciones que ha sido objeto (inaudible) descalificaciones que ha sido objeto la autoridad electoral.

Y sin embargo, si uno observa el estado de salud, esto es una encuesta de GEA-ISA de hace apenas unas semanas y si bien, pasamos de un inédito 71 por ciento de confianza en las autoridades electorales para llegar a un 60 por ciento, tomar en cuenta que (inaudible) se adelantó justo durante la Revocación de Mandato y este, cuando las descalificaciones a la autoridad electoral se modificaron de una manera consistente, las distintas encuestas, lo que nos arroja es eso, que el Instituto Nacional Electoral goza de una  confianza ciudadana que oscila, dependiente de 60 y el 70 por ciento, un poco más del 70 por ciento.

(Inaudible) que no vieron riesgos nunca antes en eso de la actividad electoral.

Este fenómeno es nada más una manera para decir, bueno, o para hablar del estado de salud del sistema electoral, bueno no, la confianza no es que hablen mejor o no el sistema electoral, pero sí subrayo el hecho, este hecho porque el Instituto Nacional Electoral desde sus orígenes como IFE antes trabaja de la confianza ciudadana, sin la confianza ciudadana el Instituto Nacional Electoral no podría cumplir con su misión constitución de organizar elecciones.

En México las elecciones se hacen gracias a la aceptación de ciudadanas y ciudadanos (inaudible) para integrar los órganos básicos, las células de todo el sistema electoral, que son las mesas directivas de casilla.

Si la ciudadanía no confía en el INE, entonces vamos a tener un problema a la hora de realizar elecciones, y hago el énfasis en estos datos, precisamente porque los resultados son muy satisfactorios y hacen, y hablan de un sistema electoral funcional y por dos datos: en la Revocación, (inaudible), en el (inaudible)  en la Revocación de Mandato, a pesar de la política que acompañó a ese ejercicio, nosotros necesitábamos 287 mil ciudadanas y ciudadanos para que fungieran como funcionarios de casilla, y 660 mil aceptaron en un primer (inaudible) y fueron capacitadas en primera instancia para ir.

Las elecciones que van a realizarse en un par de meses, el 5 de junio próximo para instalar las 20 tantas mil casillas que tenemos que instalar, necesitamos 147 mil personas y, 339 mil han aceptado, es decir, un 230 por ciento.

Es decir, la confianza ciudadana no ha sido sencillamente algo por, de lo cual, enorgullecerse, por cierto, la confianza es un proceso lento, gradual, paulatino, trabajoso cuyos, como reservó (inaudible) cuyos resultados se miden en micras y se devuelven en grandes kilómetros, pero esto habla, me parece, no sólo de un árbitro electoral, de instituciones electorales, repito que tienen una buena percepción pública, sino, además, esa percepción pública, esa confianza es la principal garantía del desarrollo de los procesos democráticos, es decir, de las elecciones en el extranjero.

Me acerco al final, la reforma electoral sí, hoy no. 

Bueno, yo parto de una máxima, y perdón por el término anglosajón “si algo funciona no lo arregles porque puedes descomponerlo”, claro, aunque en materia electoral siempre es pertinente, ámbitos de mejora los hay, y a pesar de (inaudible) sistema electoral, me parece que siempre (inaudible) ocho años, (inaudible) espacio en donde el sistema electoral (inaudible).

Sin embargo, para poder abordar el tema de una reforma electoral me parece le manera sensata que hay que partir de un diagnóstico: de cómo estamos, cómo está nuestro sistema electoral.

Y, creo que nuestro sistema electoral, las cifras ahí están, esos sistemas que funcionan y funcionan bastante bien y no quiero hacer referencia aquí a cómo el sistema electoral mexicano sigue siendo un punto de referencia en la discusión internacional. 

El 25 de febrero el Presidente decía que habría de convertir nuestro sistema electoral a un sistema electoral similar el de los costarricense, bueno, acabo de estar en Costa Rica y es curioso como desde hace 10 años, su sistema electoral ha funcionado muy bien y les está insertando confianza a diferencia del nuestro, pues desde hace 10 años  (inaudible) la democracia, la desinformación, la polarización política y demás, pues desde hace 10 años está pensando en  (inaudible) democracia electoral y nuestro punto de referencia es el sistema electoral mexicano, pero por ahí dice que “nadie es profeta en su tierra”, pero bueno.

El sistema electoral mexicano creo que funciona y funciona bien, los datos ahí están tenemos un sistema fuerte, un sistema robusto, un sistema que sin lugar a dudas es mejorable en muchos aspectos, pero sigue siendo, como decía, un punto de referencia a nivel internacional.

Dicho lo anterior, ¿es indispensable una reforma electoral? Yo creo que no, yo creo que una reforma electoral hoy no es necesaria, siempre será pertinente si se cumple con los puntos base, una serie de condiciones, pero no es necesaria. 

Organizamos una Revocación de Mandato y ahí están los resultados, con todas las adversidades, incluso una astringencia económica nunca antes vistas, presupuestal, nunca antes vista, que es muy peligroso que pueda volver a repetirse, por cierto. 

Pero la revocación de mandato se organizó, es decir, nuestro sistema electoral aguanta incluso las astricciones a las que lo someten.

Así que si se me pregunta, si no hay reforma electoral está en riesgo las elecciones de 2024, la respuesta es clara, tajante y contundente, de ninguna manera, las elecciones de 2021, las últimas elecciones federales las organizamos en este sistema electoral, han sido desde el punto de vista operativo, técnico, desde el funcionamiento de los sistemas, en términos de respuesta ciudadana, en el mejor sistema electoral tenemos, perdón, en proceso electoral tenemos pensado (inaudible).

¿Podemos ir al 2024 con estas normas? Sin duda, por eso digo que no es una reforma necesaria. 

No sé si sea una reforma pertinente, sobre todo viendo el caldeado ambiente que luego de la reforma, la discusión de la reforma eléctrica se ha venido originando en nuestro país. 

Y tampoco sé si sea pertinente porque, para dar paso a una reforma electoral en los meses siguientes, antes de la elección de 2024, estaríamos frente a una situación inédita, al menos de los últimos 25 años. 

Todas las reformas electorales en el último cuarto de siglo que hemos instrumentado en México, se ha puesto a prueba en elecciones intermedias. La de 1996 se puso a prueba en 1997 y a pesar de las muchas novedades, como la primera elección de la Jefatura de Gobierno donde venturosamente, digo yo, (inaudible) Cuauhtémoc, se (inaudible).

La reforma de 2007 se puso a prueba en 2009 con una elección (inaudible). 

La elección de 2024 va a ser de hecho más grande y probablemente la más compleja que se haya organizado años, la más grande sin duda, por dos razones: por el número de potenciales electores, la lista nominal sigue creciendo (inaudible) congruente con la dinámica poblacional del país.

Y, por otro lado, en 2024 vamos a tener la elección del mayor número de cargos públicos de nuestra historia.

Nunca antes por las concurrencias había ocurrido una renovación de poder tan grande y ese por supuesto, la (inaudible) Presidencia de la República.

No sé si sea el mejor momento o de espacio en una forma un contexto para poder poner a prueba una reforma electoral, más todavía si se trató de una reforma electoral con intenciones refundacionales y no solamente (inaudible)

¿Para qué una reforma electoral? Me parece que hay 3 condiciones que deben ineludiblemente tomarse en cuenta o por más.

Estas condiciones hacen que en primer lugar tengan un consenso de ser posible unánime entre los partidos políticos y entre las fuerzas políticas.

Entiendo y soy consciente de cuáles son las reglas para la reforma incluso constitucionales (inaudible), los números que dimos.

Entonces pueden ser suficientes desde un punto de vista legal y constitucional, pero desde un punto de vista político atender solo a esas mayorías, a cumplir con los mínimos momentos en este órgano constitucional puede ser la antesala de (inaudible) la descalificación de los procesos electorales y eso, yo no estoy inventando nada, eso ya lo vivimos, ya sabemos el riesgo que nos impone.

Por eso Norberto Bobbio creo que tiene razón cuando dice que de todas las reglas, de todas las definiciones de reglas de convivencia social las reglas del juego democrático requieren, no solamente la mayoría, sino si es posible del consenso general.

Son las reglas con la que todos se van a someter para asegurar el proceso político.

Segunda condición básica, digo pues desde de 45 años de historia pues que sea para mejorar lo que tenemos, es decir, que sea una reforma que no implica regresiones electorales, me parece un despropósito y lo digo, se dice bueno con mucho respeto, que el Presidente de la Cámara de Diputados, hace menos de un año, ha dicho, cómo han cambiado las cosas; es hora de que las elecciones vuelvan a ser organizadas por Secretaría de Gobernación, no estoy diciendo nada que no haya sido publicado.

Por lo cual no hay muchas, ahí nos damos paso a través de treinta y tantos años, y no sé si nos convendría volver a aquella época en la que un partido o un órgano que depende de una postura política sea el responsable de organizar elecciones y de generar garantías de confiablidad para todos los contendientes.

Y tercera, era la condición que se produjo en (inaudible) es decir, que no sea una reforma hecha permítame el propialismo con el hígado, formara parte de (inaudible) que parte de la (inaudible) sin lugar a dudas hay elementos de nuestro sistema electoral que son perfectibles y que vale la pena corregir. No son indispensables, pero si (inaudible)

Y aunque digan que no, yo quiero terminar simple y sencillamente diciendo que a medida de usted que ha sido un Presidente de este (inaudible) del INE durante estos 8 años.

Y miren yo solamente me atrevería porque no es una función de la autoridad electoral a esbozar 6 grandes ejes sobre los que me parecen podríamos robustecer y mejorar nuestro sistema jurídico electoral.

El primero, es mejorar las condiciones de nuestro sistema representativo, las reglas con las cuales hoy se integran las Cámaras del Congreso de la Unión, diputados y senadores, son el resultado de un arreglo político de hace 25 años, son el resultado a la reforma de 1996, y de determinación que hoy siguen vigentes como por ejemplo, la cláusula de sobrerrepresentación de un informe posible, en su momento (Inaudible), cuando  se realizó la reforma del 96 , el PRI, el partido gobernante pedía que hubiera una cláusula de representación del 16 por ciento, y se logró porque fuera del ocho por ciento, pero no menos, para poder procesar (Inaudible),. 

Hoy las condiciones políticas han cambiado, y las reglas de integración de las cámaras responden a una realidad de hace un cuarto de siglo.

Yo creo que los ciudadanos dan muestras sobre todo con la intensidad del pluralismo político en el que se refiere al (Inaudible) les masas para mejorar el área de la proporcionalidad de la representación, las reglas son las nuevas integrantes de la cámaras, el 20 por ciento es demasiado, es más porque habría que a ver una sola representación cuando la idea de las representaciones es un espejo de nuestra sociedad.

Se dice que hay que quitar la Representación Proporcional, bueno yo no sé si haya muchos o pocos diputados, para mí, 500 para un país de 130 millones de personas me parece algo razonable, y hay que cambiarlo y aumentar la razón proporcional. 

Y si quieren reducir a 400 diputados, pues está bien, pero pongan 200 para agilizar la proporcionalidad de la misma del reflejo que debe de estar plasmado en dichos órganos. 

Y con el senado, una vieja propuesta que varios hicimos, hicimos muchos escritos, entiendo que la representación proporcional del Senado rompe es la lógica del pacto del órgano, del órgano de representación de pactos federal (Inaudible), y si queremos rescatar ese sector, pues le vamos a (Inaudible) 32 circunscripciones plurinominales, una por cada estado donde con un sistema de proporcionalidad pura se elijan a los tres o cuatros senadores de cada entidad, que tengan un 25 por ciento  sería un (Inaudible). 

Yo diría, si nuestra preocupación, que es el reflejo democrático de estabilidad política (Inaudible).

Racionalizar el  financiamiento es el papel hay una gran institución, está bien, vale pagar la  pena si se quiere discutir que estén los datos objetivos cuánto dinero  es necesario  para (Inaudible) la política que eso no altere(Inaudible) con la que 36 justamente apostamos a las condiciones que hacían referencia, es decir, que el financiamiento sea público, sea la base que permita a todos los partidos políticos más allá de sus experiencias  proporciones y dimensiones, competir efectivamente por los cargos de elección popular.

Y por cierto, hablando de arreglos de hace 25 años, la fórmula de distribución 30 igualitarios, 70 proporcional es una fórmula de hace 25 años. Entonces, vale la pena replantar la fórmula de distribución para que una eventual y también un financiamiento público no tenga como consecuencia una ruptura, dice: ya no, de nuestra democratización que es la equidad de la competencia electoral. 

Queremos avanzar el sistema electoral con cargos falsos (Inaudible), con independencia del INE hace instrucciones de que no hacen ningún otro electoral en el mundo. 

Ni el INE es el órgano electoral más caro, con independencia de que el INE hace elecciones que no hace ningún órgano electoral en el mundo. Ningún órgano electoral en el mundo monitorea la radio y la televisión, y por ciento le brinda el servicio gratuito de monitoreo a la Secretaría de Gobernación que hasta hace unos años pagaban, si no me equivoco, 500 millones de pesos para el montero que le hacía una empresa privada, digo me parece una sana y muy buen ejemplo de colaboración institucional que hoy el INE al actual gobierno…. (Inaudible)

Pero, bueno, más allá de eso tal vez pensemos hoy es un tema, el tema presupuestal es un gran tema, queremos abaratar el sistema electoral, avancemos sin perder con ello las garantías que son la base del costo del sistema electoral.

Nuestro sistema electoral es caro hoy por la enorme cantidad de blindajes y candados que le impuso la desconfianza que… (Inaudible) avancemos hacia otros mecanismos como el voto electrónico… (Inaudible) sin perder confianza en esos términos. 

Termino, un acto que para mí que sí es importante revisar, sobre todo después de que, pues, parece que la Constitución ya no es tan clara, porque… (Inaudible) la Constitución dice que las definiciones del Tribunal Electoral son definitivas e inatacables, pues, ahora… (Inaudible) porque ya la Corte ya se volvió una tercera instancia respecto de las decisiones del Tribunal Electoral, bueno, pero eso creo que es un problema de interpretación y de… (Inaudible) de la Constitución y que ojalá que se corrija.

Dicho esto… (Inaudible) porque al INE se le opone como en su momento se le opuso el IFE el secreto bancario, fiduciario y fiscal, el secreto ministerial

Miren, no puede acceder al secretario ministerial a pesar de que el Tribunal Electoral ya ordenó a la fiscalía… (Inaudible) las investigaciones que sean necesarias para su… (Inaudible) si se quiere avanzar en una reforma electoral.

Como por ejemplo… (Inaudible) al Tribunal Electoral todas las medidas cautelares.

Hoy el INE no resuelve el fondo de las quejas sino forma parte, claro, forma parte de esta comisión, la Comisión de Quejas, ellos tienen que dictar medidas cautelares, pero no resuelven en fondo.

Tal vez valdría la pena… (Inaudible) del órgano que resuelve el fondo es el que dicta medidas cautelares (Inaudible)

Hay que simplificar el sistema, pues en lo que se pueda sí, a lo mejor hay unas de las… (Inaudible) no son pertinentes. No sé si sea muy sensato que nuestro sistema electoral le prohíba a los partidos políticos pronunciarse durante la revocación de mandato y al Presidente de la República que es el sujeto de revocación de mandato defenderse. No sé si sea pertinente que esto siga, pero sí está en la Constitución y en la ley, y mientras esté ahí, pues así deberá que ser.

Y, finalmente, creo que vale la pena, si hay una reforma electoral corregir algunas de las decisiones o ratificar algunas de las decisiones de ley que se han tomado ahora por haber acciones afirmativas.

Se han tomado una enorme cantidad de acciones afirmativas por parte de las autoridades electorales, estas acciones dependen de la composición de los órganos que… (Inaudible) algunas de estas decisiones, o, corrija… (Inaudible) por parte de quienes somos los aplicadores de la ley electoral.

En suma, nuestro sistema electoral es un sistema electoral funcional.

Termino, como mencionaba hace un momento: No creo que sea indispensable una reforma electoral, si hay una reforma electoral que nos sirve para mejorar nuestro sistema, que sirve para continuar ese proceso de cimentación y robustecimiento de las logros democráticos en el ámbito electoral que hemos alcanzado, pues, bienvenida sea, siempre y cuando, eso sí, sea para resolver problemas y no para crear problemas en donde hoy me parece que no lo hay. Muchísimas gracias.

Coordinador de la Cátedra Francisco I. Madero, Fernando Castañeda Sabido: Nos abre todo un panorama y quizás lo más importante.

En cualquier consenso político o disenso… (Inaudible) es que realmente hay argumentos, haya información y es (inaudible).

Tenemos ahora una primera entrada, muchísimas gracias, para que quien quiera, discuta seriamente la realidad fundada sobre (inaudible).

Le agradezco, muchas gracias.

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