Intervención de Lorenzo Córdova, durante la firma del convenio de colaboración INE-UNESCO

Escrito por: INE
Tema: Consejero Presidente

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL, LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, DURANTE LA FIRMA DE CONVENIO MARCO DE COLABORACIÓN INE-UNESCO


Muchísimas gracias.

Saludo a todas y todos. Muy buenos días tengan ustedes. Saludo con mucho gusto y doy la bienvenida a quienes nos acompaña esta mañana en el evento, en esta firma de convenio que suscribiremos la UNESCO y el Instituto Nacional Electoral.

Se trata, como ya se señalaba por parte de Gabriela, de un evento que forma parte de la Semana Mundial de la Alfabetización Mediática e Informacional organizada por la propia UNESCO.

Saludo con afecto a Frédéric Vacheron, Representante de la UNESCO en México, así como a Gabriela Velásquez, coordinadora del sector de comunicación e información en la oficina de la UNESCO en nuestro país.

Hoy nos convoca, como se ha mencionado la formalización y a la firma de un convenio marco de la colaboración entre el INE y la UNESCO, que estoy seguro, arrojará muchos frutos y muy pronto frutos alentadores para ambas instituciones y, sobre todo, para las y los ciudadanos mexicanos.

Ambas instituciones tienen, mandatos y objetivos convergentes. Por un lado, como todos sabemos, la UNESCO es promotora de la paz entre países, comunidades y personas por medio de instrumentos clave para el entendimiento humano.

La educación, la cultura y la ciencia y de acuerdo con su mandato, la paz debe basarse en el diálogo, la comprensión mutua y la solidaridad, ello para ayudar a que cada persona viva como una ciudadana y ciudadano del mundo.

Por su parte, el INE tiene como uno de sus mandatos constitucionales esenciales y una motivación cotidiana y permanente de su actuar, el fortalecimiento de la cultura democrática y la construcción de ciudadanía entre la población mexicana. La convergencia entre nuestros objetivos y razón de ser institucionales es pues, más que evidente.

En efecto, como lo advertimos en el INE desde el año 2017, cuando arrancamos con la instrumentación de la Estrategia Nacional de Cultura Cívica —la ENCCÍVICA, como la llamamos—, la ciudadanía es clave para la construcción de una democracia plena. Y desde entonces, a lo largo de estos años de instrumentación de diversas iniciativas, proyectos y acciones, de la mano de múltiples aliados, como en esta ocasión la UNESCO, hemos defendido la idea de que, si bien votar es fundamental, es en muchos sentidos, el punto de partida para la democracia y, por supuesto, para la construcción de paz, pero para ello, la democracia hay que entenderlo no es solo como un mecanismo de decisión colectiva para renovar los poderes públicos. 

La democracia es también una forma de convivencia pacífica, déjenme decirlo así, es la forma más acabada, como conquista civilizatoria de la modernidad, precisamente de la convivencia pacífica y de la interacción permanente, exigente pero respetuosa, entre quienes forman parte de una comunidad política, y esto supone, de su diversidad, de la diversidad de una comunidad política, no como un problema, sino como una riqueza en clave democrática. Y, por supuesto, también, entre la ciudadanía y sus gobernantes.

Partiendo de esta concepción, es que la ENCCÍVICA, y el conjunto de programas y proyectos que en ella convergen, se ha articulado sobre la base de tres grandes ejes, tres ejes centrales. Primero, la Verdad, entendida como el acceso a información cierta, objetiva, variada, plural, también ésta, tanto la que deben proveer los gobiernos como la que se genera desde la sociedad civil, y que es necesaria para elaborar diagnósticos, para el ejercicio de derechos y para cualquier tipo de interacción social en una comunidad política.

La libertad política, la autonomía política supone, también, que las acciones que uno toma, empezando por el voto, sea un voto informado, como nos gusta decir un voto libre es por definición un voto informado.

En segundo lugar, el Diálogo, el diálogo como instrumento para el entendimiento y la construcción de soluciones a problemas compartidos, a partir del reconocimiento y respeto de las diferencias, así como de la pluralidad de visiones que conviven en sociedades complejas.

No hay espacio en las sociedades modernas, en una sociedad democrática para el pensamiento único y, por ello, el pluralismo, la tolerancia, son valores fundamentales para la recreación de la democracia y la construcción de la paz.

Y, en tercer y último lugar, el principio de la Exigencia, entendida como el conjunto de herramientas y mecanismos con que la ciudadanía cuenta o que construye por sí misma, para controlar el poder público más allá de las urnas y hacer realidad el cumplimiento de sus derechos. Se trata del principio democrático, el mecanismo con el cual el principio democrático de la rendición de cuentas se concreta en una democracia.

Para decirlo en breve, se trata de generar las condiciones, herramientas y habilidades para que las personas se apropien de su propia ciudadanía y la ejerzan cotidianamente, se apropien de los derechos, asuman sus responsabilidades y, con ello, recree la democracia.

En el INE nos entusiasma que, con la lógica y ánimo de la ENCCÍVICA, ahora podamos sumar esfuerzos con la UNESCO para impulsar un conjunto de acciones que nos ayuden a fortalecer una cultura democrática y el ejercicio de una ciudadanía más plena. 

De hecho, ya en unos días, este convenio que hoy firmamos tendrá uno de sus primeros resultados, uno de sus primeros aterrizajes. En el contexto de la Semana Mundial de Alfabetización Mediática e Informacional, que está iniciando, llevaremos a cabo, junto con la UNESCO, un seminario a distancia, un webinarcomo ahora le llamamos, dirigido a personas comunicadoras comunitarias e indígenas, que busca dotar de herramientas para identificar la desinformación, las así llamadas fake news, y estar alerta de sus consecuencias. 

También, como ya mencionaba Gabriela de la mano de la Deutsche Welle Akademie y de la asociación guatemalteca Comunicares, esta iniciativa busca generar procesos multiplicadores para que más personas y comunidades comprendan la importancia de la alfabetización mediática y digital. Creemos que esta es una de las formas más sustentables de combatir la desinformación, la dispersión y el cansancio informativos a través del desarrollo de habilidades básicas para que las personas tengan una experiencia más enriquecedora como ciudadanas y ciudadanos en el entorno digital.

Esta iniciativa ilustra con claridad la convergencia de nuestros objetivos institucionales, tanto del INE y como de la UNESCO, y sobre todo la dirección de nuestra alianza que hoy se materializa en el convenio que vamos a suscribir. 

Pero la iniciativa también muestra, y eso me parece fundamental en el contexto mundial en el que nos encontramos —de desafíos a la democracia, como la polarización y la intolerancia— que ya mencionaba, que la posibilidad de ejercer una ciudadanía plena pasa necesariamente por comprender mejor, con mayor rigor y objetividad, las dinámicas con las que millones de personas se informan, interactúan y participan políticamente en el ecosistema digital. Y a partir de esa comprensión, actuar con decisión para ampliar el ejercicio pleno de la ciudadanía justamente en ese ámbito, en el ámbito digital.

Sin duda alguna, la ciudadanía digital se incorporó ya desde hace algunos años en la vida democrática, como una forma de participar e involucrarse de manera más inmediata en los asuntos públicos, a veces de manera innovadora, otras perpetuando tendencias y desigualdades del mundo analógico, para llamarlo de alguna manera, o no-digital, pero con frecuencia disruptivas del orden social y político. 

Por la forma en que se ha venido gestando la participación ciudadana en el entorno digital, es claro, mucho más ahora en el contexto de desinformación y fragmentación de la deliberación pública, que el ejercicio de la ciudadanía en los entornos digitales se beneficia enormemente del aprendizaje y del desarrollo de competencias y habilidades para navegar, ya no solo en el océano de información que el mundo digital ofrece, sino para ayudar a entender y hacer sentido de la interacción que ese mundo ha ido construyendo con los medios de comunicación tradicionales y, en particular, con el ejercicio del poder político. 

Ejercer ciudadanía, en su acepción tradicional o analógica, no supone solo ir a votar el día de la elección; implica hacerlo idealmente, de forma informada y responsable. Del mismo modo, la ciudadanía en su dimensión digital, no se agota en el activismo en redes, sino que también implica el cumplimiento de responsabilidades en la construcción colectiva de una política democrática en los entornos digitales.

La ciudadanía digital ha traído consigo muchos beneficios. Las y los ciudadanos tienen un mayor acceso a información, en cantidad, inmediatez y diversidad de fuentes, muchas de ellas producto del trabajo profesional de organizaciones y ciudadanos, pero también, de grupos que, en el extremo, ponen en duda verdades aceptadas hace siglos o construyen teorías de conspiración que confunden e incluso motivan a la violencia. Es increíble que en los tiempos que hoy corren, en los tiempos de progreso y de conocimiento acumulado, de conquistas del saber científico, por ejemplo, re afloren y con tal fuerza, visiones primitivas, antimodernas, como, por ejemplo, el terraplanismo.

Al mismo tiempo, se han entablado nuevas reglas de interacción social, que han hecho más horizontal la comunicación, y la han hecho hasta cierto punto más incluyente, entre ciudadanía y autoridades de todo tipo. Y digo hasta cierto punto, porque no todos somos iguales en el entorno digital, cuando uno pone un twitt, sube un post a Facebook, piensa que le está hablando a todo el mundo, en el fondo estamos hablando en bolsones, digámoslo así, de personas que estamos, que nos caracterizamos por un cierto grado de homogeneidad. Y, en cambio, hay otros, que tienen capacidades, por su, porque son influencers, porque tienen capacidades tecnológicas de hablar, de transvasar, de ir de un bolsón a otro, de imprimir su voluntad o sus posiciones en muchos de estos bolsones, así que, es sólo en apariencia y estos son los elementos que hay que cultivar, que hay que entender y que hay que superar, sólo en apariencia el mundo digital nos hace más iguales a todos.

Pero al mismo tiempo la ciudadanía digital enfrenta retos fundamentales, en México y en el resto del mundo. Lo ilustro con el tema de las redes sociales, para terminar.

Las redes son poderosos mecanismos de comunicación que permiten movilizar y articular también el descontento social, extendiendo los espacios de la protesta colectiva, escapando a veces de severos mecanismos de control político autoritario, en algunos regímenes, como, por ejemplo, en la región del Norte de África en los que se conoció como la Primavera Árabe. Las redes sociales son, sobre todo eso, instrumentos de comunicación y, como ha ocurrido a lo largo de la historia, éstos pueden ser utilizados en clave democrática o antidemocrática.

Y esto es así, porque las redes sociales cumplen solo con uno de los múltiples requisitos que requiere la discusión en clave democrática, esto desde la antigüedad clásica hasta nuestros días: son incluyentes, sin duda. Facilitan el acceso y participación en la discusión pública y la hacen algo más horizontal. Pero para que sea plenamente democrática, no basta con que la deliberación pública sea incluyente. Requiere, además, al menos, de otros dos componentes. 

Además de ser incluyente, para ser auténticamente democrática, la deliberación pública debe, en primer lugar, partir de una base mínima de entendimiento e información entre sus participantes, es decir, que todos tengamos un piso mínimo de entendimiento, en el cual fundar esa deliberación. De otro modo, lo único que se convierte en las redes sociales es una enorme disonancia de múltiples voces que no se escuchan entre sí. 

Y, en segundo lugar, la deliberación democrática requiere una dosis mínima de responsabilidad por parte de quienes intervienen en la discusión pública, justamente lo contrario del anonimato que muchas veces estimulan las propias redes sociales.

Ahora, no hay que exorcizar a las redes sociales, porque la ausencia, parcial o total, de estos componentes necesarios para la discusión democrática, y que ha conducido, en muchas ocasiones, sobre todo en el ecosistema informativo de las redes a la polarización del debate público, minando el diálogo y la confianza entre personas e instituciones, no puede implicar que vayamos en contra de la lógica del momento. Las redes llegaron para quedarse y el desafío que hoy tenemos es cómo, en clave democrática transformamos el uso de las redes, es decir, cómo construimos ciudadanía que se apropie de las redes y que las use, justamente en una lógica que multiplique, que robustezca la deliberación pública.

No se puede culpar exclusivamente a las redes sociales y a los entornos digitales de la polarización, pero hay que reconocer que se han convertido en espacios donde no es fácil recrear un tipo de deliberación pública favorable, incluyente, respetuosa, informada, que supone la vida en democracia, entre otras razones porque lejos de favorecer el entendimiento puede contribuir, precisamente, a la exacerbación de las diferencias, es decir a la polarización.

En el INE, termino, tenemos la convicción de que una de las formas más virtuosas de combatir la desinformación y la polarización asociada a ella, y a la vez más favorables a la democracia, a la propia democracia, es a través de la alfabetización digital. Este es un instrumento que busca darle claridad y transparencia a la interacción que las personas tienen con los medios digitales, y eliminar la ambigüedad o mentiras que de forma deliberada que buscan generar confusión. 

En suma, con iniciativas como esta, que agradeceos muchísimo desde el INE, ahora en colaboración con la UNESCO, el Instituto busca construir condiciones de certeza en la relación de las personas con los espacios digitales de los que se obtienen información y se emplean para ejercer su ciudadanía. 

Para la construcción de una ciudadanía digital sólida se requiere el desarrollo de competencias y destrezas tecnológicas que van más allá de las habilidades en el uso de los dispositivos. Lo que se requiere es generar capacidades para una interacción digital, que favorezca la participación, el respeto, el intercambio y la deliberación informada, la colaboración y la convivencia pacífica. En suma, la recreación, en la red, de los valores democráticos, que dan certeza a la vida pública y que son mandato, tanto del INE, como de la UNESCO para contribuir a fortalecer esos valores esos principios en la sociedad mexicana.

Por todo lo anterior agradezco una vez más a la UNESCO, Frédéric muchísimas gracias por su disposición para construir esta alianza y trabajar juntos en favor de una cultura democrática, con las herramientas de la educación y la ciencia. Las herramientas, por definición, civilizatorias del mundo moderno.

Muchas gracias a todas y todos.

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