Intervención de Laura Chinchilla, en la presentación del reporte, Protegiendo la integridad electoral en la era digital

Escrito por: INE
Tema: Coberturas especiales

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LAS INTERVENCIONES DE LA PRESIDENTA DE LA COMISIÓN SOBRE ELECCIONES Y DEMOCRACIA EN LA ERA DIGITAL DE LA FUNDACIÓN KOFI ANNAN, LAURA CHINCHILLA MIRANDA, EN LA PRESENTACIÓN DEL REPORTE “PROTEGIENDO LA INTEGRIDAD ELECTORAL EN LA ERA DIGITAL”

 

 

Primera intervención

Muchas gracias, querida amiga, Maricarmen, por tu introducción.

Y un agradecimiento especial al señor Presidente del INE, Lorenzo Córdova. Una vez más el INE se convierte en un gran aliado a nivel mundial de todas las preocupaciones en torno al fortalecimiento de la democracia y los procesos electorales, y un especial amigo de la Fundación Kofi Annan.

Igual, también, deseo agradecer a quienes han hecho posible la organización de la actividad, a Manuel Carrillo, que siempre hace verdaderamente posible que estas cosas sucedan, un gran agradecimiento de manera afectiva.

Y a quienes se nos han unido en esta ocasión, les gradecemos su interés en conocer los alcances del estudio y algunas de las conclusiones principales.

Este fue un esfuerzo, sin lugar a dudas, impulsado por la Fundación Kofi Annan, por el señor Alan Doss, el equipo que está detrás de la institución, y una comisión conformada por una representación muy diversa de académicos, representantes de las plataformas tecnológicas, gente que había tenido pues o ha tenido desempeño en las mismas y, uno que otro político como en mi caso, que procuramos traer mucho de la reflexión propiamente político institucional detrás de este tema.

La Comisión fue fundada en el año 2018 por nuestro querido Exsecretario General de las Nacionales Unidas, Kofi Annan, a partir de la enorme preocupación que él ya previamente había expresado sobre la importancia de la integridad electoral como (inaudible) fundamental de la calidad de la democracia.

En el marco de esta preocupación y dado el avance vertiginoso de las redes sociales, se decidió integrar esta comisión tratando de unir en una sola ecuación tres variables fundamentales: integridad electoral, calidad-democracia, y tecnologías de la información y la comunicación.

Es sobre esta, digamos, estos elementos sobre los que discurre básicamente el análisis que, básicamente fue un análisis que supuso mucha consulta en muchos países y de una serie de insumos, documentos que se aportaron, y en esto también quiero destacar la importancia que tuvo la secretaría que nos apoyó, que fue básicamente conformada por académicos de la Universidad de Stanford.

Ahora, básicamente qué nos proponíamos en el marco de esta comisión. Yo destacaría fundamental tres objetivos: En primer término, identificar los desafíos que representan las tecnologías digitales y las redes sociales para la democracia y la integridad electoral, considerando las oportunidades, pero ciertamente, también, los riesgos.

Un tema que, déjenme decirles, adquiere particularmente ahora, con la situación a la que nos ha movido de manera obligada la pandemia, adquiere dimensiones que no habíamos imaginado en el momento en que empezamos a trabajar, porque, sí hay algo que tenemos claro que ha generado el Covid en esta especie de nueva realidad que estamos viviendo es la tormenta perfecta para que de una vez por todas se dé la transformación digital y tengamos que adoptar las tecnologías digital como una herramienta obligada.

El segundo objetivo era, proponer medidas de política a partir, digamos de la identificación de los desafíos, proponer medidas de política que permitan precisamente maximizar esos efectos positivos y a la vez neutralizar los elementos negativos que aportan.

Y algo que fue muy importante, el estudio procuró centrar su preocupación en el análisis de los países del sur global, los países en vías de desarrollo.

Mucho de lo que se ha venido produciendo en esta materia ha tenido que ver con procesos que han ocurrido, o bien, en Estados Unidos, o bien, en Europa, y no necesariamente las manifestaciones han sido las mismas, pero tampoco podemos pretender que las respuestas sean uniformes, hay elementos de contexto que condicionan la forma en que se utilizan las redes sociales por parte de los ciudadanos, pero también, hay elementos del entorno institucional y cultural que van a condicionar las respuestas que se busquen frente al fenómeno de las redes sociales y su impacto en la democracia y en el proceso electoral.

La relevancia, como les decía, es más que evidente. Por un lado, nos movió muy particularmente a Kofi Annan cuando puso sobre la mesa las reflexiones iniciales. Por un lado, le movió la gran preocupación de que, si bien es cierto, nunca como antes, ha habido tantos ciudadanos del mundo viviendo bajo regímenes democráticos nunca, como antes se había observado un deterioro tan acelerado de algunas de las variables de la democracia y una creciente, también, desafección de los ciudadanos hacia este sistema de gobierno.

Tenemos que reconocer que, de acuerdo a muchos de los estudios están advirtiendo de esa decadencia democrática, analizado a partir de variables tan importantes como libertades y derechos fundamentales, separación de poderes, temas de Estado de Derecho y, por supuesto, el crecimiento de liderazgos de corte populista que, de alguna manera, están impactando de forma negativa la calidad de la democracia.

Pero, también, había una justificada preocupación, de cómo este conjunto de condiciones de deterioro democrático podrían, también, terminar arrastrando los progresos alcanzados en muchas naciones en materia de integridad electoral.

Me parece que aquí en la región de América Latina tenemos algunos ejemplos claros de que, cuando empiezan a deteriorarse variables esenciales de la democracia, tarde o temprano, el sistema electoral paga las consecuencias.

Los casos más claros que podemos citar son los casos de Venezuela o de Nicaragua, en donde el proceso fue clarísimo de deterioro de la calidad de esas democracias, y terminamos, finalmente, con un sistema electoral totalmente cooptado, con regímenes autocráticos.

Y el otro fenómeno era la creciente incorporación de las tecnologías digitales en todos los aspectos, por supuesto, de la vida humana, pero muy particularmente también condicionando la vida en democracia en los procesos electorales.

Tal y como lo mencionaba Lorenzo nosotros partimos de dos o tres premisas que son importantes, primero, mucho de los temas que nos han preocupado frente al papel de las redes sociales en los procesos electorales o en la democracia son problemas o fenómenos que acontecían antes de la existencia de las tecnologías digitales y la información en la magnitud que hoy lo tenemos.

El discurso del odio ha sido tan antiguo como el discurso mismo, las noticias falsas han sido tan antiguas como las noticias mismas. No son fenómenos que hayan creado las redes sociales, pero, ciertamente, se admite, que hay una especie de ampliación de los efectos de fenómenos como esos a partir de la incorporación de las redes sociales a los procesos electorales y a los procesos democráticos.

Pero sí es importante tenerlo presente porque muchas veces confundimos el vehículo con muchos de los efectos que trascienden ese vehículo, ¿qué es lo que sucede? Que en el caso de las redes sociales estamos hablando de medios que alcanzan una enorme velocidad, una enorme viralidad en la, digamos, difusión de la información y, en consecuencia, es mucho más difícil contener esos efectos negativos.

Algo que también aportan las redes sociales y que lo vimos con preocupación son los elementos de anonimidad, o sea el anonimato en la difusión de esa información es uno de los efectos negativos que las mismas tienen.

Pero siempre entonces es importante procurar mirar el fenómeno en un contexto más amplio, así como en cuanto a los aspectos positivos que ha representado las tecnologías digitales y las redes sociales para la democracia.

No hay duda de que las mismas han supuesto una ágora digital con efectos sumamente positivos, ampliando espacios de libertad en materia de comunicación, en materia de expresión de ideas, en materia de participación ciudadana.

Se han convertido en un gran catalizador de demandas, y han hecho que de alguna manera distintos sectores de la población se sientan más protagónicos en los procesos de la vida pública.

De hecho, llama la atención que, en uno de sus últimos informes y balances sobre el estado de la democracia a nivel global, la Unidad de Inteligencia del Economist recuerda que, a pesar del deterioro que las democracias están experimentando hay una única variable que empieza a observar un comportamiento positivo, y tiene que ver con la participación ciudadana.

Es decir, esa especie de anomia que tuvimos por muchos años pareciera ir quedando atrás y, sin lugar a dudas, consideramos que eso está muy ligado al papel de las redes sociales y los incentivos que está generando a la población para su incorporación en el debate público.

De alguna manera tenemos toda una generación de ciudadanos, especialmente los jóvenes, que han descubierto que existe vida política entre elección y elección.

Claro que esto ha supuesto un empoderamiento de voces que antes no se escuchaban y las tecnologías digitales explican, en mucho también, las protestas masivas que experimentamos en los años 2018, 2019 con París, Líbano, Puerto Rico, Santiago, Chile, Perú, Colombia, Ecuador, es muy difícil imaginar muchas de estas movilizaciones sin el factor reproductivo que tienen los mensajes, las redes sociales.

Pero tenemos también esos aspectos negativos, y aquí ya voy aterrizando un poco en algunas de las recomendaciones.

Los aspectos, o los efectos negativos que son básicamente, digamos, la ampliación de discursos del odio, de violencia, de las noticias falsas, de la manipulación de la información y, por supuesto, algo de lo que más preocupa, la interferencia indebida, particularmente hasta ahora observada por parte de naciones extranjeras, en los procesos electorales que han tenido lugar en los últimos años.

Nosotros consideramos que hay, por otro lado, un conjunto también de aportes importantes que las mismas han hecho a los procesos electorales desde las bases georreferenciadas de datos, tecnologías biométricas, sistemas de voto electrónico, toda la mayor participación de los ciudadanos y la información que se les puede presentar. Pero como les indicaba, en el uso malicioso de las redes sociales tenemos este otro conjunto de preocupaciones que nos obligan a atenderlas.

En cuanto, propiamente a las recomendaciones, procuramos generar recomendaciones, algunas de corte un poco más general, otras que fueran dirigidas a las autoridades electorales, o autoridades públicas, a las plataformas tecnológicas y también al marco de la cooperación internacional.

En cuanto a las recomendaciones un poco más globales, insistimos en que las tecnologías digitales hacen parte del sistema de medios de comunicación de un país y que, como tales, deben asumir las consecuencias, digamos, de este impacto que tienen en el clima de discusión y debate público, pero por otro lado, tenemos que tener presente que cualquier decisión que se tome, cualquier tipo de regulación frente a las mismas, deben procurar salvaguardar los principios fundamentales de la libertad de expresión.

En este sentido, y aquí en nuestro hemisferio, vale la pena destacar, por ejemplo, los lineamientos que ya han sido emitidos por parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en donde establece cuáles deberían ser las características de los procesos de regulación en el marco de las redes sociales.

Advertimos, también, sobre las respuestas que se dan, de nuevo, que pueden a veces resultar peores que los efectos y, en ese sentido, partiendo de la importancia que juegan, desde el punto de vista de la libertad de expresión, hacemos un llamado para que, todo lo que sean procesos de curación, de filtrado, de bloqueo de contenidos, etcétera, se puedan generar en el marco de procesos abiertos, o marcos, en marcos de procesos de consulta y, con los distintos y diversos socios y actores que participan, digamos, de lo que es estos espacios de debate público, la academia, los medios de comunicación, las autoridades electorales, ningún gobierno en solitario se pueda arrogar esas potestades, pero tampoco necesariamente las plataformas tecnológicas se puedan convertir en los únicos censores de lo que se publican en las mismas.

Frente a las plataformas tecnológicas, recomendamos reforzar todos los elementos de transparencia y rendición de cuentas sobre los contenidos que se publican en las mismas. Evitar, por ejemplo, los temas de anonimatos cuando estamos en medio de las campañas electorales, garantizar la identificación de quienes están detrás de esa publicidad; procurar generarle al usuario mayor poder de poder recibir o no recibir, leer o no leer la publicidad que se transmite a través de las redes sociales.

Hablamos también de la importancia que tiene que, tanto gobiernos como plataformas tecnológicas garanticen la protección de los datos personales y la privacidad de las personas. Muchos de los ejemplos, básicamente han pasado por

la comercialización de esa información privada sin el consentimiento informado de los ciudadanos.

Hablamos también de la importancia de promover todo lo que son procesos de contrastación de información, algo que México ha hecho y ha estado a la vanguardia, gracias a los proyectos que ha impulsado el INE. Todo lo que sean procesos de desinformación, en el marco también de alianzas con universidades, academia, medios de información, es un elemento sumamente crítico e importante, a la par de los procesos de alfabetización de los ciudadanos, no solamente en los temas estrictamente digitales, sino también en los temas cívicos, en los temas electorales.

Este es un tema, es un aspecto sumamente importante, en el cual hay que invertir todo lo que se pueda.

Tenemos en el campo de la cooperación internacional, algunas recomendaciones adicionales como las que tienen que ver con la necesidad de apoyar a las instituciones del sector, no solamente en los momentos en que ocurren las elecciones, ahí se da mucha movilización de recursos, hay misiones de observación entre elección y elección, es necesario fortalecer la cooperación internacional para dar acompañamiento a los entes electorales en todo lo que es el fortalecimiento de normas, revisión de procedimientos, etcétera, etcétera.

Proponemos la construcción de un índice de vulnerabilidad electoral que, de alguna manera actué preventivamente y que permita advertir que un proceso electoral en particular, podría estar sometido a fenómenos como interferencias electorales, hackeos, etcétera, etcétera.

Llamamos la atención sobre la importancia, también, de invertir mucho más en procesos de ciberseguridad, de manera que los sistemas puedan evitar ese tipo de interferencias indebidas y acogemos algunas de las normas que a nivel internacional se han venido promoviendo en el seno de la Comisión Trasnacional de Ciberseguridad y algunas de las normas también que han venido siendo promovidas a nivel de Naciones Unidas y del Consejo Europeo.

De manera que, eso digamos, en breve, serían los aspectos fundamentales. Por supuesto que es un informe muy rico en datos específicos, en información, en análisis comparados de experiencias entre países, con especial énfasis, insisto, en países del Sur global

De manera que, los invito a leer el informe y, por supuesto, a ayudarnos a enriquecer la discusión con el debate que estamos teniendo el día de hoy.

Muchas gracias.

 

Segunda intervención

Voy a ser muy breve, trataré de que sean apenas cinco minutos para poner algunas de las líneas de reflexión, no sin antes mencionar que, precisa internamente también la fundación Kofi Annan circuló una carta que fue adherida, algunos de los que están presentes en este espacio virtual, sobre las preocupaciones de que la democracia no se convierta en esa víctima silenciosa del Covid.

Y, es que yo creo que cuando analizamos los efectos que el Covid tiene, particularmente sobre nuestra región, hemos estado razonablemente preocupaos por los temas sanitarios, luego los temas económicos y sociales, pero, sin lugar a dudas, la variable política requiere también muchísima atención.

Porque, de alguna manera tenemos que reconocer que el manejo de esta crisis, a diferencia de cualquier otra crisis que hubiésemos enfrentado de manera reciente, pone sobre el Estado el peso total de la dirección, de la conducción de los asuntos. Los mercados están enteramente sometidos a los estados, igualmente a la sociedad civil, y eso supone mayores atribuciones en manos de los jefes de Estado, de los gobernantes, de quienes toman las decisiones.

La calidad en consecuencia del liderazgo, si bien siempre ha contado, cuenta ahora más que nunca.

Pero, además, aquí en América Latina tenemos que reconocer que la pandemia nos tomó en un mal momento, en un momento de enorme fragilidad para la región, tanto en lo económico, comparado con la crisis de la deuda de hace más o menos 10 años. En ese momento la región crecía seis por ciento.

En el año 19 cerramos con un crecimiento promedio del 0.1 por ciento, casi 50 por ciento de nuestra economía está en la informalidad, la pobreza venía creciendo, la inequidad, también.

Pero, además también, no estábamos en el mejor momento, en cuanto a la situación política. En el 2018 alcanzamos el nivel más bajo de apoyo en la democracia de la última década.

El nivel más bajo histórico, caímos del 2008 al 2018 en 20 puntos. Pasamos de un soporte de casi 45 puntos a 25 puntos.

Había mucho enojo con los partidos políticos, con el parlamento, con las instituciones digamos más emblemáticas de la democracia.

Habíamos asistido en el 2019 a una serie de protestas sociales que pusieron también en entredicho la capacidad de gestión de los gobiernos, y nos cae esta crisis en ese justo momento.

Yo encuentro, por lo menos unos cuatro riesgos, más allá del electoral, que se lo voy a dejar a ustedes, porque son los expertos, que son importantes simplemente registrar, porque de ellos también dependerá el que se termine de arrastrar los procesos electorales consigo.

El primero es todo el tema que tiene que ver con las libertades fundamentales, derechos individuales, el gran riesgo, digamos, de que se abuse de muchas de estas potestades, sin lugar a dudas, es uno que está presente, considerando más las tradiciones autoritarias del tipo de liderazgo que hemos tenido históricamente en la región.

Libertad de información, de comunicación, libertad de opinión de los ciudadanos ciertamente están limitados a la protesta, pero hay una serie de libertades ahí esenciales que hay que poner atención.

Segundo, el tema del Estado de Derecho. Los conflictos entre poderes parecieran empezar a estar a la orden del día.

Aquí una de las personas que intervino nos citó el caso de su país, pero ciertamente, van a haber conflictos entre poderes y cómo se van a resolver va a ser, digamos, una señal también que hay que observar.

Idealmente en este momento deberíamos estar encontrando procesos más bien colaborativos, en donde las autoridades de gobierno ejercen procesos de consulta para poder legitimar más bien sus decisiones, pero no necesariamente es así.

El tercer riesgo tiene que ver con temas de la integridad. Estamos asistiendo a procesos de compras públicas por miles de millones de dólares y de recursos que no habíamos visto en un periodo de tiempo muy corto y, además, haciendo excepción de todas las normas procedimentales tradicionales.

Ya hemos tenido dos casos recientes en dos países en donde se está denunciando el pago de sobreprecios, repartición de coimas por la compra de dispositivos médicos y eso va a hacer mucho daño a nuestras democracias, dadas precisamente los antecedentes que teníamos en materia de corrupción.

Y, finalmente, el tema del crimen organizado. Las carencias que se observan en algunos países, no en todos, pero en algunos, de la atención oportuna por parte del Estado de las necesidades básicas de la población, puede terminar generando espacios de oportunidad para que las bandas criminales afiancen control territorial y, además, incrementen su legitimidad ante sectores de la población, porque se convierten en los proveedores de aquellas necesidades básicas que los estados no están brindando.

En el marco de todo eso, en consecuencia, nos preocupa que termine viéndose afectado, no solamente el clima político; es decir la impaciencia ciudadana por respuestas que no llegan o que llegan a partir de los canales que no deben ser, que están además observando abusos, corrupción, problemas de integridad que amanezcamos, en consecuencia, después de la pandemia, con una América Latina en un peor estado del que la teníamos en el año 2019 y que, finalmente, hayan, en consecuencia, tentaciones de manipular la variable electoral en función de quien pierde o quien gana, si un proceso tiene lugar antes o después o si aplicamos o no, nuevos procedimientos u oportunidades que ofrecen las redes digitales, como ha sido comentado en quienes participaron en el panel anterior.

Muchas gracias.

 

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