Intervención de Lorenzo Córdova, en la inauguración de la III Conferencia de la Asociación de Magistradas Electorales de las Américas (AMEA)

Escrito por: INE
Tema: Consejero Presidente

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, EN LA INAUGURACIÓN DE LA III CONFERENCIA DE LA ASOCIACIÓN DE MAGISTRADAS ELECTORALES DE LAS AMÉRICAS (AMEA)

 

Nadie podría negar que la democracia en nuestro continente ha evolucionado significativamente.

Las condiciones para la competencia electoral y la consolidación del método democrático para dirimir, de manera civilizada y civilizatoria las diferencias políticas y elegir a los futuros gobernantes de nuestras naciones, son hoy diametralmente opuestas a las que se tuvieron en la mayor parte del Siglo XX.

Hace treinta años, en las últimas décadas del milenio anterior, nos preocupaban los procedimientos, la imparcialidad de los árbitros electorales, la universalización del sufragio y la legalidad del cómputo, temas más técnicos si se quiere.

Ahora, al final de la segunda década del Siglo XXI, los principales desafíos que enfrentan las democracias en las américas tienen otros resortes y son, me atrevo a decirlo así, mucho más complejos, incluso algunos de ellos están fuera de la órbita electoral, aunque por ser estructurales, afectan prácticamente todos los ámbitos de la vida social, incluyendo la arena electoral.

En efecto, dependiendo del ángulo desde el cual se analice la vida democrática, será el tipo de preocupación o desafío que se priorice.

Por ejemplo, para las autoridades electorales representadas en la Unión Interamericana de Organismos Electorales (UNIORE), la profesionalización, el financiamiento y la autonomía de las autoridades electorales constituyen todavía hoy, algunos de los mayores desafíos para la organización de elecciones libres e imparciales, en un contexto de integridad electoral; debido a que, en general, se sigue observando una tentación de quienes ejercen el poder político, en querer influir en las decisiones y funcionamiento de los organismos electorales.

Lamentablemente, el debilitamiento de las autoridades electorales es un desafío aún presente. Su construcción, consolidación y fortalecimiento fue parte central de las preocupaciones hace dos décadas, pero hoy, la defensa de esos logros, de lo que se ha alcanzado en esta materia, me parece que es fundamental, porque lo que se ha logrado, puede erosionarse y lo hemos visto lamentablemente con algunos casos emblemáticos que deben llamarnos la atención en esta lógica  de no conformarnos con lo que hemos alcanzado, sino de fortalecer y defender lo que hemos conseguido, con independencia de enfrentar los nuevos desafíos como los que ocuparán la agenda de esta Tercera Conferencia.

Otro enfoque para interpretar los desafíos de nuestra democracia, sería la dimensión comunicacional, y aquí los mayores retos se vinculan a la creciente influencia de las redes sociales y la desinformación en la era de la posverdad; sobre todo, porque nos encontramos en un contexto en el que las instituciones públicas, los partidos políticos y los parlamentos, de manera generalizada, tienen bajos niveles de confianza y no hay que olvidarlo, nos guste o no, siguen constituyendo, hasta que no se invente algo mejor, a lo largo de la historia de la humanidad no ha ocurrido todavía, los pilares fundamentales sobre los que se sustentan los sistemas democráticos.

Otra forma de ver los desafíos que enfrentan las democracias podría ser el de la estructura económica, el de la oceánica desigualdad, el de la ominosa pobreza que recorre nuestros países y que está a la base de todos los problemas, sobre todo en América, pero en el mundo, éste no es un problema ya, como se decía hace unas décadas, de diferenciar, digamos, los desafíos que enfrentan las democracias consolidadas de las democracias en vía de consolidación.

Estos son desafíos globales, y son desafíos que deben de ocuparnos porque en buena medida responden a lo que Norberto Bobbio hace algunas décadas, pensando en otra cosa, pero me apropio de aquella idea que definía como las promesas incumplidas de las democracias.

Democracias con esta desigualdad, democracias con esta pobreza son democracias que no están cumpliendo su objetivo, insisto, de mejorar la convivencia pacífica demuestras sociedades.

Pero desde cualquier ángulo que se mire, es imposible negar, lo que ya se comentaba por parte de quienes me antecedieron en la palabra, que la violencia de género se está convirtiendo en el mayor obstáculo, o en uno de los mayores obstáculos, de nuestra convivencia en clave democrática.

Lo que implica una paradoja, como pocas veces habíamos podido archivar logros en materia de participación política de las mujeres, del empoderamiento político de las mujeres, pero esto está trayendo como consecuencia, como efecto no querido producto de ese problema estructural que sigue teniendo una dimensión cultural, que a la par de que las mujeres tienen más presencia, más participación en la vida política, la violencia en materia política en contra de ellas se incrementa.

De hecho, hay consenso entre los especialistas en torno a que la violencia de género se ha convertido la mayor transgresión a los derechos humanos en las sociedades contemporáneas.

De acuerdo con datos de Naciones Unidas, el 71 por ciento de las víctimas de trata en todo el planeta son mujeres y niñas, ya Felipe mencionaba otra dimensión, digámoslo así, de la esclavitud laboral, o de las nuevas formas de esclavitud como parte de reflejo de esta ominosa circunstancia; y 3 de cada 4 de ellas son utilizadas para la explotación sexual.

Peor aún, en el caso de la experiencia latinoamericana y la mexicana en particular, la violencia en contra de las mujeres está aumentando y se complejiza cada vez más.

Con base en el Informe Latinobarómetro de 2018, para la población latinoamericana, los dos fenómenos de violencia que más afectan el desarrollo de los países en esta región son: para el 64 por ciento la violencia intrafamiliar en contra de las mujeres, y, en segundo lugar, para el 63 por ciento de las y los latinoamericanos la violencia intrafamiliar en contra de las niñas y niños. En México se padece una problemática similar.

Algo estamos haciendo mal como país, ya que, aunque contamos con la primera legislatura paritaria de nuestra historia en ambas Cámaras, en 19 entidades de las 32 que integran el pacto federal mexicano se ha activado la así llamada “alerta de género” ante la creciente cantidad de actos que violentan los derechos de las mujeres y que incluso llegan al feminicidio.

Y si tomamos en cuenta lo dicho de nuevo por Naciones Unidas nuestra situación se muestra aún más grave: nueve mujeres son asesinadas cada día en nuestro país. Esto, colegas, es absolutamente inaceptable.

No podemos pensar que vivimos en una sociedad democrática cuando las mujeres y las niñas, más de la mitad de la población, padecen constantemente agresiones en las calles, en espacios públicos, en el transporte y, peor aún, en sus propias casas.

La violencia de género no puede ser sólo una preocupación de las mujeres y de las organizaciones que luchan día a día por el respeto a sus derechos fundamentales. Insisto, es un programa que trasciende la dimensión electoral, pero que se traduce con ejemplos verdaderamente inaceptables en el ámbito de nuestras competencias.

La violencia por cuestiones de género es un desafío para todas y todos, mujeres y hombres que creemos en la igualdad, en la inclusión y en que la democracia se recrea en un Estado de derecho, y para las autoridades electorales estamos llamadas a ser instituciones de garantía en nuestro ámbito de competencia para ello.

Pero, como decía, la violencia en contra de las mujeres trasciende la dimensión electoral de cualquier sociedad. De ahí que, justo hace una semana, el INE y la Cámara de Diputados aquí en México, iniciamos una serie de actividades y eventos orientados hacia la sensibilización y erradicación de la violencia en contra de las mujeres, en el marco de la conmemoración, ya mencionada, de los 25 años de la declaración sobre la eliminación de la violencia en contra de la mujer.

En esa ocasión nos comprometimos a llevar acciones conjuntas que contribuyan a eliminar, con un enfoque pedagógico, cívico e inmediato, la violencia en contra de las mujeres y niñas en México. En materia electoral, por otra parte, es claro que estamos encontrando fórmulas para impulsar y garantizar la participación y representación paritaria e incluyente.

Y, precisamente, como han sido mencionadas, tanto por Mónica, como por Felipe, que, desde el punto de vista jurisdiccional, es cierto, pero, también, digámoslo así, este diálogo entre instituciones y desde la perspectiva administrativa también hemos empujado el Instituto Nacional Electoral.

Sumar decisiones legislativas, jurisdiccionales y normativas a los esfuerzos de instituciones gubernamentales, de organizaciones de la sociedad civil, de organismos regionales, de medios de comunicación y de personas de la academia, orientados hacia objetivos comunes como garantizar la participación política de las mujeres, con libertad y garantizada frente a cualquier forma de discriminación, son aprendizajes que, con seguridad, nos ayudarán a avanzar hacia ese objetivo, que sigue siendo todavía una meta aspiracional en muchos sentidos, de una sociedad con igualdad sustantiva 50/50 en las américas.

Es por ello que celebro que el día de hoy inauguremos esta Tercera Conferencia de la Asociación de Magistradas Electorales de las Américas. Cerca de tres décadas de cooperación técnica internacional demuestran que, aunque no hay soluciones únicas, aunque como diría Dieter Nohlen, el contexto hace la diferencia, este intercambio de experiencias y buenas prácticas entre autoridades electorales y con una lógica horizontal, ha sido una forma eficaz de fortalecer nuestros procedimientos democráticos.

Confío en que el intercambio que se dará en estos dos días de trabajo será intenso y fructífero para que, en los próximos años, podamos hablar de las medidas que desde las autoridades electorales tomamos para hacer de las américas una región mejor y más segura para las mujeres y nuestras niñas, en el entendido de que solamente somos nosotras y nosotros parte de un engranaje mucho más complejo que involucra a otras instituciones, a otras dimensiones, las gubernamentales, pero, también de la propia sociedad, de la academia, del periodismo y demás.

La igualdad de las mujeres y los hombres es un dato poblacional, un mandato constitucional y un propósito de la vida democrática.

Es por ello, que estoy seguro que en esta Tercera Conferencia de Magistradas Electorales surgirán propuestas y reflexiones que nos podrán orientar para consolidar nuestros sistemas democráticos, erradicando el cáncer de la violencia de género y a que nuestro continente sea, ojalá, una región libre de toda forma de discriminación en donde la democracia podamos decir, no fue solamente una temporada pasajera, sino una apuesta histórica que llegó para quedarse y que se consolida día a día. Pero, para ello, no hay que olvidar que el camino a la democracia no es solamente un camino unidireccional, sino que la historia enseñe que la posibilidad de regresiones democráticas está siempre presente.

Y como decía Michelangelo Bovero, los tiempos para la democracia que hoy corren no son buenos tiempos, y nos implican a todas y a todos redoblar los esfuerzos para que esa conquista civilizatoria que nos ha costado tanto alcanzar se consolide como una realidad para que nuestras hijas e hijos disfruten, gocen de lo que hemos alcanzado.

Muchísimas gracias a todas, a todos, y en particular a la Consejera Adriana Favela y a su equipo que han logrado que esta Tercera Conferencia llegue a buen puerto, nos toca a nosotros trazar la ruta.

Muchísimas gracias.

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