Intervención de Lorenzo Córdova, en la presentación de la ENCCÍVICA en la Junta Local Ejecutiva del INE en Jalisco

Escrito por: INE
Tema: Consejero Presidente

Muy buenos días tengan todas  todos ustedes.

Señor gobernador, Aristóteles Sandoval, un placer estar aquí y un placer que nos acompañe, y más en un día en que en Guadalajara pues la fiesta, entiendo, sigue cundiendo, aunque ya también no me quiero meter aquí en problemas. Sé que la mitad de Guadalajara, al menos tiene otras predilecciones, pero un campeonato en Guadalajara siempre es motivo de celebración para esta hermosa ciudad.

Muchísimas gracias por acompañarnos.

Señor Presidente del Instituto Electoral de Jalisco, Carlos, muchísimas gracias por abrir este espacio aquí en la Junta Local del Instituto Nacional Electoral para poder hacer esta presentación de cara al arranque ya inminente dentro de algunas semanas de la primera y probablemente la más importante de las acciones con las que la ENCCÍVICA pretende ser algo más que un mensaje contundente, un mensaje sí, importante sí, complejo sí, intenso como lo acabamos de ver, pero que tiene el propósito de no desconocer y de no maquillar una realidad compleja para la vida política del país, para la recreación de nuestra sociedad en democracia, y también debo decirlo, en un momento además particularmente importante de la vida política del país.

Estamos no solamente a unos días, a seis días de que se realicen elecciones en cuatro entidades, sino estamos a escasos a poco más de tres meses, de ahí que los congresos locales estén trabajando a marchas forzadas para hacer las últimas adecuaciones a las legislaciones electorales.

De que arranque la epopeya electoral más grande de nuestra historia. Las elecciones de 2018 son elecciones de dimensiones nunca antes vistas, en donde la cantidad de cargos públicos en disputa, en donde la cantidad de elecciones locales concurrentes con las federales, en donde la cantidad de ciudadanas y ciudadanos que tendrán que ser convocadas por el Instituto Nacional Electoral y los Institutos Estatales de 30 entidades, es inédita, un largo desafío y hacia la figura de casilla única que tendrá que instalarse en 30 estados, en donde habrá elecciones locales además de las elecciones federales, el número de ciudadanas y ciudadanos que estarán convocadas para administrar, para recibir el voto de sus vecinos y contar de los mismos las distintas casillas, para administrar las más de 157 mil casillas que estimamos instalar.

Es un número en una cuarta parte mayor que el que administró las elecciones en 2015; es decir, 200 mil ciudadanos más tendrán que estar operando las casillas dentro de un año.

Y esto ocurre  en un contexto en el que, como se mencionaba en el video, como se mencionó por Carlos, como se mencionó también por Guillermo hace unos momentos, la desconfianza ciudadana está teniendo unos niveles pocas veces antes vistos, y estamos hablando de una desconfianza, no solamente respecto del funcionamiento de la democracia, baste ver los resultados del Estudio de Latinobarómetro que se publica año con año.

El año pasado el nivel de insatisfacción con la democracia de la ciudadanía mexicana era el segundo más bajo de toda la zona de América Latina. En 2015 llegamos a ser el país en donde la desconfianza, la insatisfacción con la democracia era más alta incluso que en Haití o en Guatemala, sino que la desconfianza hoy, como lo revelan una serie de estudios que están en la base de la Estrategia Nacional de Cultura Cívica, pienso por ejemplo en el Informe País que realizó el todavía Instituto Federal Electoral hace algunos años, es desafortunadamente el solvente que caracteriza todas las dimensiones de la vida pública, no solamente la vida pública en el ámbito político; sino también de la vida púbica en la interacción que los propios ciudadanos tenemos entre nosotros.

El Informe País revela que el 72 por ciento de las y los ciudadanos consideran que en México no se puede confiar en prácticamente en nadie fuera del circuito, del círculo familiar. Y ese es el contexto en el que tenemos que recrear nuestro sistema democrático.

 

Un contexto, en el que si bien las elecciones se han asentado, han cobrado carta de naturalización como la manera en que las y los ciudadanos decidimos quienes ocupan los espacios de representación política, a pesar de los avances que se han logrado hacer en los últimos, por lo menos cinco lustros, a pesar de que hoy en día a lo largo  ancho del país Jalisco es un estado particularmente emblemático digamos en este sentido, una serie de fenómenos típicos de la democracia han cobrado carta de naturalización.

La alternancia, las elecciones en las que difícilmente pueden anticiparse resultados, en donde la competencia electoral es intensa, ríspida en ocasiones, pero es una realidad irrefutable en donde los gobiernos divididos, la falta de mayorías predefinidas, la necesidad de generar consensos para tomar cualquier acuerdo en los Congresos es una realidad prácticamente a lo largo y ancho del país.

Y sin embargo, es también en este contexto, luego de prácticamente tres décadas de una inversión como pocos otros países han hecho en su sistema electoral, la democracia en México no goza desafortunadamente de cabal salud.

Sí tenemos la ruta electoral y hay que decirlo, es una buena noticia que en cuatro estado el próximo domingo puedan concurrir las y los ciudadanos a las urnas para decidir su futuro político en medio de los complejos tiempos que vivimos en donde tenemos además de una serie de problemas estructurales, la pobreza, la desigualdad, la corrupción, la impunidad, como parte de una agenda todavía pendiente como parte de eso que parafraseando a Norberto Bobbio podríamos definir como las promesas incumplidas de nuestro tránsito a la democracia.

Bueno, en este contexto en el que además nos vienen aires de incertidumbre desde el norte, en este contexto de tanta incertidumbre, de un crecimiento económico que todavía dista de lo óptimo que el país y  la sociedad necesitan, tener elecciones es una certeza.

Es una buena noticia porque ese es el cauce donde las filias y las fobias, en donde la aceptación y el rechazo a las acciones de los distintos gobiernos pueden expresarse, pueden manifestarse por la vía pacífica, que es una vía civilizatoria, eso ya lo tenemos, y sin embargo el contexto, el medio ambiente en el que tenemos que recrear estas elecciones, es un ambiente en el que campea una profunda desconfianza.

Estas son las razones, este es el contexto en el que el Instituto Nacional Electoral tuvo que discutir cómo se replanteaba hace un par de años su misión constitucional, hoy compartida con los Organismos Públicos Locales Electorales, de definir las rutas de una Cultura Cívica.

Y el primer punto del que partimos, es precisamente, cambiar con esa noción que durante mucho tiempo orientó las políticas institucionales de las autoridades electorales que era la Educación Cívica, y decidimos sustituirla, por un concepto mucho más amplio, pero también creemos, mucho más simbólico.

La Educación Cívica, el hecho de que estemos hablando de algo que se enseña consecuentemente, implica una lógica que cae desde lo alto, y el problema que tenemos en un contexto de desconfianza con las instituciones, pero también de la ciudadanía entre sí, asumimos que sustituir el concepto por el de Cultura Cívica era un primer paso para poder dar a comprender, dar a entender que la recreación democrática se construye desde abajo, la convivencia democrática se construye desde abajo, desde los ciudadanos a pie, que dependiendo  de su compromiso con los demás y con una forma de Gobierno, implica, asir y reproducir los valores y lo principios de la misma democracia.

Pero además la Estrategia Nacional de Cultura Cívica parte de esa idea de tratar de remontar y revertir la desconfianza que corroe todo.

La desconfianza que no solamente vuelve más complicada la tarea de las autoridades electorales a convocar a los ciudadanos para hacer funcionarios de casilla, digamos que eso es en lo que mejor estamos, en términos de nuestra convivencia y recreación democrática, pero incluso eso se ve afectado, precisamente, por esa lógica desconfianza hacia lo público, hacia la política, que inevitablemente involucra también a las autoridades electorales.

Pero la democracia va mucho más allá de las elecciones y ese es un planteamiento que la propia ENCCÍVICA se plantea.

La democracia no solamente requiere de ciudadanos que participen y que con su voto decidan el futuro político de sus comunidades, sí, sin duda; pero la democracia no se agota ahí.

La propia ENCCÍVICA reconoce que la democracia requiere de un ciudadano que no solamente se comprometa con ese derecho u obligación que es emitir su sufragio, sino que también al día siguiente de haberlo emitido, siga interesado en la política, siga interesado en discutir los temas, los aspectos, las decisiones que lo involucran y generan contextos de exigencia junto con los demás ciudadanos.

La propia ENCCÍVICA parte de una premisa que es la salvia vital de todo sistema democrático.

La democracia no significa solamente un cambio de estafeta de los ciudadanos que a través de su voto le confieren a sus representantes la toma de las decisiones. Sí los es sin duda, pero no solo.

La democracia requiere de ciudadanos que una vez que han emitido su voto siguen interesados de los asuntos públicos, discuten con sus vecinos de los temas de la política, de los temas de las decisiones colectivas, y a partir de esa discusión generan contextos de exigencia.

La nuestra es una sociedad, debemos reconocerlo, que se exige poco. La nuestra es una sociedad, que debemos reconocerlo, se informa poco, y una información precaria es la base de un diálogo de una discusión insuficiente, de una discusión, en todo caso, sin los elementos necesarios para poder generar esos contextos de exigencia.

Esos tres ejes que, como se mencionaba, nutren a la ENCCÍVICA, son la agenda por construir. Pero es una agenda no de una institución, no siquiera de las instituciones electorales nada más, es la agenda de una sociedad que solamente con una lógica incluyente y participativa, puede revertir esa, insisto, esa cimiente que está erosionando la convivencia colectiva y que es la desconfianza.

Por cierto, una desconfianza muy justificada, viendo los grandes problemas, los grandes pendientes que la democracia tiene para con la sociedad en nuestro país, pero que tiene que remontarse o que para remontarse puede solamente tener éxito, esta tarea, si la asumimos como un compromiso colectivo.

Por eso la ENCCÍVICA, se ha insistido mucho, se plantea no como una política de una institución, ni siquiera como una política para orientar los trabajos de las instituciones electorales, la nacional y las locales que estamos involucrados en el nuevo Sistema Nacional de Elecciones.

La ENCCÍVICA pretende ser un pretexto provocador por eso el tono con el que la misma parte, para tratar de convocar a una construcción, a la construcción de una auténtica política pública.

Las cifras, y no quiero agobiarlos, la propia ENCCÍVICA parte de un diagnostico crudo pero objetivo, difícil de digerir pero que es la realidad en la que vivimos y solamente, asume la propia ENCCÍVICA, asumimos quienes la estamos promoviendo, que solamente con políticas de largo aliento, con estrategias de largo aliento, que sin lugar a dudas están llenas, están cargadas de estrategias de mediano y de corto plazo, pero con directrices que vean lejos podremos revertir el estado de cosas que hoy padece la sociedad mexicana y que constituye, decía, ese medio ambiente adverso en el que tenemos que recrear nuestra democracia.

Solamente mirando lejos, y cuando digo mirando lejos, no estoy hablando de acciones de un Gobierno o de una gestión institucional, sino de directrices que orienten generacionalmente los trabajos de instituciones pública, de instituciones académicas, de organismos de la sociedad civil, por supuesto de las propias autoridades electorales.

¿Cuál es la ruta a seguir? ¿Cuáles son esas grandes directrices? ¿Dónde queremos estar en 25 años? Eso no le corresponde decirlo al Instituto Nacional Electoral, eso no le corresponde decirlo a un gobierno, eso le corresponde decirlo a una sociedad que conociendo y reconociendo sus problemas, se discute a sí misma y se fija objetivos de largo plazo.

Ese es el objetivo primero de la ENCCÍVICA, ser sí una política pública que en cuanto tal involucra a una gran cantidad de actores, pero que, con la discusión y la interacción de todos ellos, podrán trazarse las rutas y sobre todos los objetivos a cumplir en un mediano y largo plazo.

Por eso la ENCCÍVICA pretende comenzar su instrumentación convocando un diálogo ciudadano en cada uno de los 300 distritos electorales del país.

Jalisco es un estado que venturosamente tiene una geografía electoral local coincidente con la federal, lo cual nos va a facilitar mucho las cosas para realizar estos diálogos de la mano del Instituto Electoral del estado. De la mano de las instituciones que así decidan sumarse, universidades, organismos de la sociedad civil, las secretarías de Educación, instancias gubernamentales, órganos constitucionales autónomos, para poder nutrir ese diálogo desde abajo, o como la ENCCÍVICA dice: desde abajo y desde adentro.

En la que los protagonistas sean los propios ciudadano y sean ellos quienes, en interacción de todos estos otros actores, puedan ir definiendo los objetivos que tienen que irse poco a poco cubriendo, que tienen que irse  a poco satisfaciendo por quienes tenemos responsabilidades públicas.

Déjenme decirlo para terminar de esta manera, la ENCCÍVICA pretende ser el mejor pretexto para tratar de volver a involucrar a los ciudadanos con la discusión de la cosa pública.

Un ciudadano que en democracia ve a la política como algo ajeno, ve a la política como algo frente a lo que hay que tener retractilidad, impermeabilidad. Ve a la política como algo que le cae desde lo alto y le impone una serie de decisiones que no son propias, es un ciudadano proclive para que, en ese contexto, puedan eventualmente germinar pulsiones y valores antidemocráticos, y lo estamos viendo en el mundo.

Cada vez más en buena medida empujados por este poderosísimo e irreversible mecanismo con el que tenemos que convivir de aquí en adelante, que son las redes sociales, que son mecanismos de comunicación potentísimos y capaces incluso de derrocar gobiernos, y ahí están los países de la primavera árabe del norte de África.

Pero que también a la vez son tan débiles y tan insuficientes para construir democracia, y ahí están de nueva cuenta los países de las primavera árabe como un ejemplo de cómo las redes pueden derrocar gobiernos autoritarios, y que bueno que las tengamos en ese sentido, pero son insuficientes por sí solas para construir democracia.

Ese es el contexto que en el que estamos teniendo, y lo estamos viendo en el mundo, y ahí está el Brexit, ahí está el plebiscito de Colombia, de la paz en Colombia.

Ahí están las elecciones en los Estados Unidos el año pasado. Ahí están los riesgos ineludibles, inevitables en muchos sentidos, pero insoslayables sobre todo de pulsiones, de expresiones políticas que se nutren de los valores de la antidemocracia. Ahí están las elecciones de Francia. Ahí están los riesgos para los sistemas democráticos.

Una ciudadanía que no sea refractaria a ese discurso simple, simplista, simplificador que divide al mundo entre buenos y malos, entre amigos y enemigos, es una sociedad que a la larga puede ser un terreno fértil para que esas pulsiones antidemocráticas, para que esos valores de intolerancia, de exclusión, de marginalización, de negación del pluralismo, de negación de la otredad, y que han nutrido las peores experiencias políticas antidemocráticas de la humanidad pueda eventualmente florecer.

El gran desafío es cómo desde la misma ciudadanía, desde la individualidad de cada uno de esos átomos que componen las sociedades democráticas, se crea esa película impermeable frente a sus valores, y eso pasa inevitablemente por conocer los valores y los principios de la democracia, pero sobre todo por lograr generar esas redes, esas articulaciones llenas de pluralidad, de diversidad, de diferencias pero que se toleran y conviven en paz, que es el sustrato en el que sólo ahí la democracia puede recrearse.

En suma, la ENCCÍVICA no plantea necesariamente soluciones, la ENCCÍVICA lo que plantea es un diagnóstico crudo, un diagnóstico dramático como lo es la realidad de nuestra convivencia social. Que no esconde, sino por el contrario enfatiza los problemas que tenemos, y constituye una ruta, insisto, no necesariamente una solución, una ruta de por dónde transitar para tratar de revertir esto que silenciosamente fueron erosionando la convivencia social.

Los problemas que hoy tenemos no nacieron de la noche a la mañana, poco a poco silenciosamente sin que nos percatáramos fueron erosionando la vida y la convivencia social.

Es tiempo, así lo asumimos desde el Instituto Nacional Electoral, de hacer esta convocatoria, y vuelvo al punto, el INE, los institutos estatales locales lo único que estamos pretendiendo es ser un detonador de una discusión incluyente, articulada sin duda, que vaya definiendo las directrices, y sobre todo la ruta hacia donde avanzar.

El trabajo no puede ser responsabilidad de un solo actor, el trabajo no puede ser responsabilidad, vistas las dimensiones del problema que tenemos que enfrentar, sólo de las autoridades electorales.

El trabajo es un trabajo conjunto que de manera articulada, de manera sistemática, y de manera comprometida, en la que ese compromiso implique también exigencias recíprocas, de la sociedad hacia nosotros, de nosotros hacia las otras instituciones, de las universidades hacia la sociedad, hacia los gobiernos, hacia las autoridades electorales, de los medios de comunicación que tienen un rol fundamental en la democracia como generadores de la información sobre la que el diálogo y la exigencia que la propia ENCCÍVICA plantea pueden construirse.

Es una tarea de todos y lo que el Instituto Nacional Electoral, lo que sus aliados, los institutos estatales electorales estamos hoy convocando es precisamente, con ese tono provocador que creemos que es indispensable, a la construcción de esa agenda pública, que es indispensable para generar las condiciones para que la democracia, esa democracia que nos ha costado tanto construir, y que todavía tiene muchas promesas incumplidas que satisfacer, no sea un periodo de nuestra historia, sino sea precisamente el devenir en el que como nación nos recreemos hacia el futuro.

Muchísimas gracias.

Versión  Estenografica de la  Presentación de la ENCCÍVICA en la Junta Local Ejecutiva del INE en Jalisco

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