Intervención de Lorenzo Córdova, en la inauguración del 69 Aniversario del Voto de las Mujeres en México

Escrito por: INE
Tema: Consejero Presidente

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, EN LA INAUGURACIÓN DEL 69 ANIVERSARIO DEL VOTO DE LAS MUJERES EN MÉXICO

Muy buenos días tengan todas y todos.

Es un verdadero privilegio estar aquí en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación celebrando estos 69 años desde aquel histórico 1953.

Quiero saludar con mucho afecto a quienes integran esta mesa inaugural, al Magistrado Presidente Reyes Rodríguez Mondragón; a la Ministra Yasmín Esquivel; a la y el magistrado, me quito de problemas, Mónica Soto y José Luis Vargas; a la Consejera Eva Verónica de Gyvés; al maestro Francisco Gerardo Camarena; a mi colega, la Consejera Norma De la Cruz y por supuesto, a Nadine Gasman, Presidenta de INMUJERES.

Saludo también a todas y todos quienes nos acompañan.

A 69 años de que se reconoció el derecho de las mujeres al sufragio, la lucha por la igualdad de derechos ha avanzado de manera diferenciada lamentablemente en los distintos ámbitos de la vida pública.

Claramente, la dimensión electoral de la democracia mexicana, con todo y los estereotipos, las simulaciones y las reticencias que hemos vivido a lo largo de décadas en las que fuimos construyendo el modelo mexicano de la paridad, constituye la vanguardia en la lucha por la igualdad sustantiva en nuestro país.

Ojalá y como se ha dicho en otros ámbitos de la vida púbica, se lograran los alcances que afortunadamente en el ámbito de la representación política, con todo y los pendientes que todavía hay, se han alcanzado por la vía electoral.

Los logros democráticos que hemos experimentado, particularmente en las últimas tres décadas, transformaron la vida pública, las relaciones entre personas gobernantes y gobernadas y les ha dado un carácter incluyente y paritario a nuestras elecciones.

Dichos logros han sido reconocidos en el ámbito internacional por las más importantes organizaciones regionales y multilaterales dedicadas al fortalecimiento de la democracia en todo el mundo.

Pésele a quien le pese, los procedimientos para la recreación de la democracia en nuestro país han contribuido al prestigio de México en la comunidad de las naciones, y han convertido a nuestro modelo electoral en un referente internacional y a la vez, han posibilitado que México sea uno de los países con mayor porcentaje de mujeres legisladoras en el mundo.

Lo robusto y en ocasiones hasta barroco de los procedimientos que conforman el entramado institucional para la democracia, así como la convicción de las autoridades administrativas y jurisdiccionales de que la dimensión electoral de la democracia debe igualar a ciudadanas y ciudadanos.

De hecho, me atrevo a decir que no hay acto más igualador de la vida pública en el país, que el día de las elecciones. En ningún otro ámbito de la vida pública, como en el día de las elecciones, todas y todos valemos exactamente lo mismo, es el momento más igualador, insisto, de la vida pública, y así, incidir en la igualdad sustantiva.

Factores que han incidido en ello, como lo identificó hace ya más de cuatro años ONU Mujeres, están presentes en los que ellos denominaron “la fórmula mexicana de impulso a la paridad”.

Los logros alcanzados por la democracia mexicana de ninguna manera deben entenderse y lo subrayo, de ninguna manera deben entenderse, como que ya conseguimos una sociedad 50/50 a la que siempre hemos anhelado, ni que no existan obstáculos, algunos de ellos graves e importantes, que sortear de cara al futuro de nuestra convivencia en clave democrática.

En tal sentido, permítanme poner algunos datos que reflejan los avances en materia de paridad y, posteriormente, centrarme en algunos de los principales desafíos que veo, desde el INE, para que el andar de la paridad avance en el camino de su consolidación.

En cuanto a los datos que debemos celebrar me parece que podemos destacar, primero, que mientras en poco más de 60 años, desde que se reconoció el sufragio femenino en 1953 en el plano federal y hasta 2014, únicamente seis mujeres lograron ser electas gobernadoras.

En cambio, en cinco años, de 2015 a 2021, la combativa participación de la sociedad y el diseño -2022, corrijo-, la combativa participación de la sociedad y el diseño del Sistema Nacional de Elecciones, posibilitaron estandarizar las condiciones de las contiendas federales y locales, y con ello, permitir lo que hoy es inédito, en efecto, que ocho mujeres gobiernen sus entidades al mismo tiempo.

Las disposiciones legales, administrativas y jurisdiccionales emitidas para impulsar la paridad, constituyen un segundo dato que vale la pena subrayar, en el marco del Sistema Nacional de Elecciones.

En efecto, en estos ocho años y medio que han pasado desde que se estableció el Sistema Nacional de Elecciones con la reforma de 2014, la paridad es un hecho que venturosamente se repite en los Congresos Federal y en los 32 Congresos locales y que además nuestra nación haya vivido en este lapso, el periodo en el que más mujeres han competido por las urnas para los cargos públicos en toda nuestra historia.

Hemos logrado en ocho años, transformar el mandato constitucional de la paridad en las candidaturas a la paridad en la representación.

En tercer lugar, en la 65ª legislatura, en la cual tenemos por primera vez en la historia una paridad perfecta entre hombres y mujeres, al menos en el ámbito de la Cámara de Diputados, falta todavía que con los nuevos criterios que se introdujeron en el 2021 y en el 2024, se renueve el Senado, en donde la paridad es prácticamente un hecho, pero la paridad exacta todavía es un pendiente, también se refleja de mejor manera el anhelo de inclusión, la diversidad social, cultural y étnica de nuestra nación, ya que gracias a diversas acciones afirmativas impulsadas por el INE y validadas por el Tribunal, algunas de ellas introducidas por el Tribunal Electoral y aquí con autocrítica, a lo mejor no en los mejores tiempos, y deberíamos estar discutiendo de cara el 24 hoy, cuáles son esas medidas afirmativas, porque, y esto lo digo con toda la autocrítica que ha generado una molestia legítima entre los actores políticos, muchas de esas decisiones las hemos tomado cuando los partidos han ya comenzado sus procesos internos y  deciden a sus candidatos y hemos colocado a los partidos en una indeseable situación de complejidad que ha alimentado en algunos actores, la descalificación  de las acciones afirmativas.

Y creo que es importante, sobre todo de cara a la discusión de una eventual reforma electoral en el Congreso de la Unión, que se distingue a las acciones afirmativas per se en sus méritos, de los procedimientos, que lo digo con todas las letras y no tengo ningún empacho en decirlo, en muchas ocasiones no han sido tomados en los tiempos mejores.

Insisto, gracias a estas medidas afirmativas, se lograron en esta Legislatura 65 diputaciones federales para que la diversidad y con la finalidad de que la inclusión, se escuche en esa Cámara, 37 corresponden a indígenas, 10 a migrantes, ocho a personas con discapacidad, seis a personas afroamericanas y cuatro de diversos colectivos de la diversidad sexual.

Y aquí hago un paréntesis. Las medidas afirmativas, yo estoy muy orgulloso de lo que hemos tomado, de las medidas que se han tomado conjuntamente, aunque también tengo claro que ha habido, que hay dilemas que tendrán que resolverse y que no hemos resuelto nosotros mismos.

Hoy tenemos por primera vez representantes de la comunidad migrante, con un pequeño detalle técnico y político, los elegimos no los migrantes, sino los mexicanos que vivimos en México.

Y creo que por primera vez, tener diputaciones migrantes es importantísimo en términos de los avances de la inclusión, pero creo que tenemos un problema conceptual no menor, porque hasta donde yo me quedé, los representantes representan a las comunidades y las comunidades migrantes, los diputados migrantes deberían representar a los migrantes y ser electos en consecuencia por los migrantes, un tema ahí que -veo muchas legisladoras, legisladores aquí- está en la mesa y las reformas a veces sirven para robustecer las acciones afirmativas y petrificarlas.

Es decir, en unos meses más se renovará una tercera parte del Consejo General del INE y, quien quita y las nuevas correlaciones de fuerzas podrían llevar a que muchas de las acciones afirmativas que desde ahí se han impulsado y convalidado en el Tribunal, podrían eventualmente tener una regresión.

Las acciones afirmativas dependen de quienes integran los órganos, hay algunas acciones afirmativas que, creo, estoy convencido, vale la pena poner en la ley para que, con independencia de las integraciones de los órganos electorales, éstas prevalezcan y otras que vale la pena, eventualmente corregir y eventualmente enmendar y creo que ese es parte del diálogo virtuoso entre las autoridades electorales y las instancias legislativas.

Cuarto lugar, para contribuir e la paridad en el ámbito administrativo y cumplir con las disposiciones de la reforma constitucional del 2020, de paridad en todo, desde el INE hemos garantizado la paridad en la integración de los órganos directivos de los OPLE, hemos implementado concursos del Servicio Profesional excluso para mujeres y en las nuevas designaciones del personal directivo del INE hemos propuesto exclusivamente a mujeres para tratar de revertir, digamos, los pendientes que en esta materia tenemos.

Quinto, finalmente, para atender el grave problema de la violencia política que es uno de los desafíos que mencionaré enseguida, en 27 estados ya se armonizó la legislación local con la reforma federal sobre este tema y todos los OPLE cuentan ya con un área encargada para la sustanciación de casos de violencia política.

En cuanto a los desafíos, permítanme señalar únicamente tres: en primer lugar, lo que podríamos definir, la renuente frontera municipal.

Hemos dicho desde 2018 que el municipio constituye la última frontera a superar en materia de paridad, en ese ámbito no hemos logrado llegar siquiera al punto de masa crítica que nos permita dar un salto, ya que en las elecciones que hemos realizado a la luz del periodo de la paridad constitucionalizada, desde 2014 hacia acá, pues, no hemos podido todavía superar la barrera del 27 por ciento de representación de las mujeres en municipios y ayuntamientos.

Y este dato es más grave, no sólo porque el derecho al sufragio para las elecciones municipales fue previo, desde 1947, al reconocimiento de dicho sufragio en las elecciones federales que hoy conmemoramos, 1953, sino porque es en los municipios donde más quejas en materia de violencia política de género en contra de las mujeres se presentan por hechos que van desde el hostigamiento hasta la discriminación de las pocas mujeres que han logrado obtener un cargo en ese nivel de gobierno.

Segundo desafío, la expansiva y cada vez más compleja violencia política en contra de las mujeres por razones de género. Esta violencia, como lo hemos dicho y analizado en los últimos, al menos cinco años, ha sido una reacción de las inercias

patriarcales ante la creciente participación de las mujeres en la vida pública; mientras más mujeres acceden y participan en los asuntos públicos, más actos de violencia politica en contra de ellas se presentan y cada vez son más complejos y delicados.

Esto, hay que decirlo también, es explicable, pero constituye la dolorosa paradoja de la lucha por la paridad.

Este tema ha estado en la agenda de los movimientos feministas de nuestro país, en textos académicos, en las reuniones de los observatorios para la participación política de las mujeres, tanto el nacional como en los 32 locales, pero nos falta mucho por hacer.

Ciertamente hemos avanzado, contamos ya con un protocolo que estamos compartiendo con los OPLE y ya está funcionando el sistema para el Registro de Personas Sancionadas por Violencia Política, el cual hace un par de años parecía absolutamente imposible que operara, en el cual hasta el pasado 9 de octubre se contaba ya con 276 registros de personas sancionadas que, por lo tanto, no pueden aspirar a un cargo de elección popular; 206 hombres y 42 mujeres que son violentadoras en contra de mujeres.

Pero debemos reconocer que para erradicar el tema de la violencia política necesitamos una estrecha colaboración de otras autoridades para sincronizar esfuerzos, mecanismos, y tal vez, hasta conceptos.

Finalmente, el tercer desafío que quiero compartir con ustedes, y con esto concluyo, es el de la defensa de la democracia, porque paridad, igualdad, fuera de un contexto democrático, fuera de un sistema electoral que garantice los principios fundamentales de la integridad electoral, es simple y sencillamente, inconcebible.

La igualdad de derechos, la paridad en la competencia, y la paridad legislativa, ciertamente son ejes de la lucha feminista y forman parte de una lucha más grande, que es la lucha por la democracia.

Permítanme decirlo así, sin democracia, sin una democracia real, efectiva, sin elecciones libres y equitativas, sin integridad electoral, no puede haber paridad que realmente se defienda.

En tal sentido, ante los intentos por desmantelar el modelo electoral y las intenciones de quienes pretenden impulsar reformas regresivas, me parece que es necesario que el movimiento feminista también incorpore en su agenda la defensa global, más amplia, de la democracia, de los logros que hemos conseguido y que se apunte a cómo mejoramos lo que tenemos, no a desmantelarlo, no a las regresiones.

Si queremos consolidar la paridad tenemos que luchar por defender la democracia, al pluralismo, sin el que la paridad no tiene ningún sentido, la equidad de las contiendas y la autonomía de las instituciones, ya que como he señalado en otras ocasiones, los grandes logros de la democracia mexicana son logros colectivos y por lo tanto, la defensa de ella,  también debe ser colectiva.

Muchas gracias.

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