VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA MESA DE CLAUSURA DEL FORO: PRESENCIA Y LEGADO IFE-INE EN MÉXICO ACTUAL. HOMENAJE AL LICENCIADO FERNANDO ZERTUCHE
Presentadora: Muy buenas tardes.
Gracias por seguir la transmisión en vivo de este foro virtual.
A continuación, daremos paso a la Mesa de Clausura, para lo cual agradecemos la participación como moderadora y damos la palabra a la licenciada Daniela Casar García, Directora del Secretariado del Instituto Nacional Electoral.
Directora del Secretariado del INE, Daniela Casar García: Muchas gracias, Julieta.
Buenas tardes a todos y todas las personas que nos acompañan, a las personas que han seguido este emotivo evento a través de las redes sociales y la transmisión.
Este evento ha estado lleno de anécdotas y remembranzas que dan cuenta de la importancia del servicio público en el paso del IFE e INE hacia la autonomía electoral.
Para esta mesa nos acompañan el consejero electoral Jaime Rivera, la doctora Jacqueline Peschard, exconsejera ciudadana del Instituto Federal Electoral; Sofía Zertuche, hija del licenciado Fernando Zertuche y el consejero electoral Ciro Murayama.
Daremos el uso de la voz en ese orden, primero el consejero electoral Jaime Rivera.
Adelante, consejero.
Consejero Electoral del INE, Jaime Rivera Velázquez: Gracias.
Muy buenas tardes.
Aunque la ocasión de esto me invitaba a hacer algo más emotivo y espontáneo, porque tratándose de Don Fernando Zertuche, lo que más me mueve son los sentimientos, sentimientos de admiración, gratitud y afecto.
Aunque así lo sentía al principio, pensé que sería mejor preparar algunas notas, sobre todo después de que esta mañana tuve la oportunidad de escuchar a otros colegas y personas que lo conocieron y que no solo lo describieron bien, sino que fueron particularmente efusivos en sus expresiones.
De tal manera que me propuse y eso lo tuve que hacer hace rato en mi oficina, hacer unas notas que pudieran expresar lo que yo viví con el licenciado Fernando Zertuche y lo que… algo de lo que aprendí con él y, bueno, sin excluir la emoción que esto me despierta, quise hacer algo un poco más ordenado, con pretensión de ser preciso y fiel a la realidad, no sé si lo logre, pero lo digo con sinceridad.
Pienso que no se exagera nada al decir que Don Fernando Zertuche fue uno de los partícipes más importantes de la construcción democrática de México. Su desempeño como Secretario Ejecutiva contribuyó decisivamente a la consolidación del Instituto.
Con su estilo de trabajo, sereno y eficiente, le dio a este Instituto, estabilidad, la estabilidad basada en las normas y con su conducción suave y ordenada de la Rama Ejecutiva, tanto a nivel central como en los órganos desconcentrados, infundió en los trabajadores del IFE, de todos los niveles, certidumbre y confianza, y éstas son condiciones indispensables para concitar el compromiso institucional.
Como Secretario del Consejo fue siempre un ejemplo de serenidad y respeto a las reglas y a las personas.
Se distinguió por su trato caballeroso, su lenguaje pausado y elegante, podría decirse que Don Fernando convirtió sus cualidades personales en herramientas de la política institucional en clave democrática.
En la mesa inaugural de este foro se destacaron sus enormes cualidades como servidor público, intelectual y hombre de estado.
No quiero repetir los bien merecidos reconocimientos que ya se expresaron, sólo quiero destacar algunos conceptos y adjetivos que describen a Don Fernando con justicia.
Ante todo, se caracterizaba por su templanza, su modestia hasta la humildad, su bonhomía, gentileza y elegancia en el hablar.
En su trabajo era siempre honesto, eficiente, generoso y conciliador.
Mi experiencia de trato con él como mi jefe inmediato, fue siempre muy gratificante.
Era un placer haber con él, reportarle lo que me correspondía como director ejecutivo de Organización Electoral y recibir sus sugerencias sobrias, siempre generosas y orientadoras.
Cuando era necesario daba instrucciones enérgicas, sin perder nunca el tono mesurado y afable.
En los cinco años que tuve la oportunidad y fortuna de trabajar muy cerca de él por el cargo que cada uno tenía, puedo recordar sólo dos casos de reconvenciones de su parte que me dolieron, no porque fueron injustas, sino porque tenía razón y yo reconocía que yo estaba equivocado y por lo tanto, me quedó también de eso gratitud.
Además, aún en las conversaciones de trabajo y, por supuesto, más en las conversaciones personales, se podía apreciar su vasta cultura histórica y literaria y su sabiduría de vida.
Fui muy afortunado al trabajar bajo su jerarquía por más que él se esforzara siempre por darme el trato de compañero y amigo. Así era de generoso.
De Don Fernando Zertuche como de José Woldenberg, aprendí que la firmeza de convicciones éticas y políticas no está reñida con la tolerancia y mucho menos con el diálogo, y que este valor es consustancial para construir y hacer funcionar un régimen democrático.
Por éstas y muchas otras razones, puede decirse que Don Fernando fue un constructor de la democracia mexicana.
Y puedo agregar a su dechado de virtudes cívicas y personales, el concepto de hombre juste, en el sentido que esta expresión ha tenido desde los tiempos bíblicos y que sigue haciendo falta para mejorar la vida en sociedad.
Recordar a Don Fernando Zertuche es refrendar el compromiso ético con los valores que él nos legó.
Gracias.
Directora del Secretariado del INE, Daniela Casar García: Muchas gracias, consejero.
Ahora escucharemos las palabras de la doctora Jacqueline Peschard.
Exconsejera Electoral del IFE, Jacqueline Peschard Mariscal: Muchas gracias. Buenas tardes.
Si hay alguien a quien le viene bien el título de Don, es a nuestro homenajeado el día de hoy, a un año de su partida, que nos ha dejado un hueco enorme.
Evocar su memoria y traer aquí recuerdos desde el IFE que compartimos hace 20 años, es una oportunidad para mostrar que nos dejó una herencia luminosa que hace que Don Fernando viva entre nosotros.
Fernando Zertuche fue un hombre de una grandeza personal inigualable, fue un caballero en el sentido amplio del término, con un trato de formas finas hacia todos y no solo hacia las mujeres, que daban cuenta de que era una persona, ante todo, bien educada y muy culta, pero sencilla a la vez.
Don Fernando dedicó su vida al servicio público, y me atrevería a decir que fue un abogado de Estado, que trabajó en distintas áreas de gobierno, mostrando siempre que la gentileza no está reñida con el profesionalismo, que la honestidad no es un bien que pueda obviar el conocimiento y las habilidades técnicas.
En todas las dependencias en las que tuvo cargos directivos dejó una huella, tanto por su vocación de entrega a las tareas encomendadas para alcanzar los objetivos propuestos, así como para dignificar dicho trabajo.
Además, su amor por la historia y la literatura mexicanas, hicieron que desde sus primeros puestos se dedicara a promover la publicación de libros y colecciones relativas a los temas de sus áreas de trabajo.
Don Fernando no solo era un gran jurista, era un hombre de letras, un lector y estudioso incansable, lo cual hacía que conversar con él fuera un verdadero deleite.
Tuve la oportunidad de tratarlo durante los seis años en que coincidimos en el primer IFE autónomo, en el que Don Fernando, como ya se ha reiterado mucho aquí, fue el Secretario Ejecutivo.
Él estaba encargado de la parte operativa del Instituto, era la cabeza de la estructura que tenía encomendado articular todas las áreas que realizaban los distintos eslabones de los procesos electorales federales, desde la elaboración del Padrón Electoral, la capacitación de los ciudadanos que serían funcionarios de casilla, la logística para colocar los cientos de miles de casillas en el país; además de la administración de los recursos financieros, la adecuada profesionalización de los funcionarios electorales, y un sinnúmero de tareas más.
Don Fernando coordinaba todo ese trabajo para asegurar que las elecciones se desarrollaran sin dilación ni tropiezo, y poder cumplir con el objetivo de que fueran libres y confiables, es decir, que el voto contara y se contara bien, como decíamos en aquel entonces.
Como parte esencial del IFE, a él le tocaba pasar la prueba de fuego, a él le tocó, perdón, pasar la prueba de fuego de las primeras elecciones presidenciales del 2000, que tenían que demostrar que la autonomía del IFE, derivada de la reforma electoral de 1996, servía para garantizar elecciones competitivas, pero eficaces a la vez.
Quizá la parte más complicada de su tarea era servir de puente entre las áreas operativas bajo su conducción y las áreas directivas que estaban encabezadas por los consejeros electorales y que tenían el objetivo de establecer los ejes rectores del conjunto del IFE.
Lo complicado de este ejercicio era ser responsable de la operación del Instituto y al mismo tiempo darle cumplimiento y a las orientaciones que se dictaban en paralelo y desde una lógica totalmente distinta que era la de la colegialidad, pero que obligaba a la estructura operativa y lo sigue siendo así.
A pesar de las tensiones que a veces se generaban entre las dos áreas, nunca vi a Don Fernando perder la calma, exasperarse o siquiera enojarse, porque entendía bien su papel de mediador, tenía presente que el objetivo último del Instituto era rendir cuentas a la sociedad sobre el desarrollo de las elecciones federales, en sintonía con las grandes expectativas que el IFE autónomo había despertado entre todos los ciudadanos.
Las elecciones presidenciales del 2000 y todas las tareas subsecuentes hasta 2003 en que concluyó su responsabilidad en el IFE igual que la de todo el conjunto de consejeros electorales que convivimos con él, mostraron que Don Fernando tenía claridad de miras y un compromiso político técnico, pero desde luego, también moral con el IFE.
Puedo decir, sin temor a equivocarme, que Don Fernando dejó una gran lección y esa gran lección fue lo honroso que puede ser la función pública en una estructura compleja como la del IFE, hoy INE, cuando se asume con responsabilidad y compromiso, sin agendas personales.
De él aprendí que en una dirección colegiada, la buena educación, el cumplimiento de la palabra empeñada para lidiar entre pares con diferentes historias y enfoques, no es un ingrediente decorativo, es indispensable para que las decisiones que se tomen y con las que no siempre todos están de acuerdo, se puedan procesar de la mejor manera.
Su legado resulta especialmente pertinente en el contexto actual en que el servicio público está tan acosado y desprestigiado, desde el propio gobierno de la República.
El Presidente López Obrador solo reconoce a aquellos funcionarios que se alineen a sus posiciones, aunque pertenezcan a organismos autónomos, o incluso a poderes distintos como la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
El mundo al revés.
De todos, el Presidente exige adhesión al titular del ejecutivo, ignorando de entrada la separación de poderes y también que existen funcionarios que saben hacer su trabajo y que merecen reconocimiento más allá de lealtades políticas, o quizá habría que decirlo, justamente porque no dependen de dichas lealtades políticas.
Guardo un recuerdo de profundo agradecimiento y administración por Don Fernando Zertuche y quiero terminar agradeciéndole al INE, por haberme invitado a participar en este homenaje al tan querido Don Fernando.
Muchas gracias.
Directora del Secretariado del INE, Daniela Casar García: Muchas gracias, doctora Peschard.
Ahora escucharemos un mensaje por parte de Sofía Zertuche, hija del licenciado Fernando Zertuche.
Hija de Fernando Zertuche, Sofía Zertuche: Tengo que empezar diciendo lo evidente que viene desde el fondo de mi corazón.
Es para mí un privilegio absoluto estar aquí frente a ustedes, agradeciéndoles a nombre de mi familia este día, este homenaje a mi papá.
Pensé, cuando supe que tenía la oportunidad de hacer, que a la primera persona que hubiera corrido y a pedirle su acertado consejo era él, para encontrarme con su claridad, con su generosidad y su forma de ver la vida, que nos enseñó a disfrutarlo todo, a agradecerlo todo, cada instante, cada libro, cada plática con un amigo, cada día de trabajo, cada comida compartida, cada cielo azul.
Me entristeció profundamente el no poder hacerlo, pero después, la sola ide de imaginar que existe este lugar tan querido por él, el imaginar que pudiera ser testigo de este día borró cualquier sombra de tristeza y se transformó en alegría puro de estar aquí reunidos, celebrando la existencia de este instituto y la labor que día con día se teje aquí silenciosamente.
Algunas veces con más ruido, pero que llevan a cabo de manera implacable para celebra nuestra libertad y nuestra democracia. Esas dos palabras con las que siempre mi papá soñó, luchó., creyó y trabajó.
Gracias, infinitas gracias por recordarlo, por darle este espacio y traerlo tan vivo a nuestras vidas.
Les ruego, como él lo quisiera, que no frenemos jamás ni el sueño ni el trabajo por amanecer todos los días y encontrarnos con un país que es arropado por el INE, por la democracia y por nuestra libertad.
Muchas gracias.
Directora del Secretariado del INE, Daniela Casar García: Muchas gracias, Sofía.
Para cerrar este evento, escucharemos las palabras del Consejero Electoral Ciro Murayama.
Consejero Electoral del INE, Ciro Murayama Rendón: Gracias.
Muchas gracias a quienes tuvieron la iniciativa, desde la DECEYEC, al maestro Roberto Heycher Cardiel.
Por supuesto agradezco también a la familia de Don Fernando que esté con nosotros el día de hoy, y a todas las personas que han participado.
Para mí es un gusto estar aquí, por supuesto con Sofía, con Martha, con Fernando, con todos quienes formaron, pues, la familia más querida de Don Fernando, su esposa Martha que partió antes pero que estaba siempre presente en las referencias, en la vida de Don Fernando Zertuche, y a todos los que han participado, las y los que han participado a lo largo del día de hoy.
Coincido en que se trata de un homenaje justo, necesario para la memoria de Don Fernando, pero también para esta institución, porque el legado de Fernando Zertuche Muñoz, es parte de las fortalezas de este Instituto, y en estos tiempos complejos de adversidad, pues nos ayuda a salir adelante.
Ya lo decía Jaime, fue su jefe directo.
Compañero de Jaqueline en la mesa del Consejo.
Y muchos de nosotros cuando incluso algunos, pues, empezábamos nuestra vida profesional tuvimos la fortuna de servir a esta institución a la que hemos regresado con distintos cargos de responsabilidad y estos últimos años, pues, las experiencias formativas de esos primeros días han estado presentes.
Hoy lo decía el Consejero Presidente, Lorenzo Córdova, siempre la dupla Woldenberg-Zertuche fue una inspiración, también ese primer colegiado el de los consejeros ciudadanos y después, del primer IFE autónomo de 1996 a 2003.
El hecho de que en 1994 México viviera un año muy convulso que amaneció literalmente con la noticia de la violencia política, con el lanzamiento zapatista en Chiapas, después con el asesinato del candidato del PRI a la Presidencia, pues, trazaba un horizonte muy ominoso para la vida de México.
Fue la operación política de altura de miras de distintos actores, una altura de miras que uno a veces echan falta para los días que corren, la que permitió forjar un nutrido consenso para permitir que fuera la vía pacífica, institucional, democrática, la que permitiera atravesar esos meses tan aciagos de 1994.
Y parte medular del acuerdo político fue incorporar al Consejo General del IFE a destacadas figuras ciudadanas que por su trayectoria, por su probada honestidad, por la confianza que despertaban en tirios y troyanos pudieran contribuir a que las elecciones de México fueran parte de la solución y no uno más de los problemas como había sido inmediatamente en la elección presidencial anterior de 1988, que precipitó una profunda crisis política.
Y entre las personalidades que las distintas fuerzas políticas identificaron que reunían las cualidades para dar certeza y legitimidad al proceso electoral estuvo Don Fernando Zertuche Muñoz.
Así que, desde ese momento él fue de las personas que apartaron otras ocupaciones y que destinaron sus capacidades, su energía, su conocimiento y también su prestigio a favor de la causa de la democracia en México.
Pero, Don Fernando ya había con antelación demostrado su aprecio por esto que hoy ha sido tan citado de manera justa, creo, en el auditorio que es su profunda vocación de servicio público, vocación alrededor de causas muy sensibles desde el punto de vista social, indispensables para una sociedad libre y desarrollada como es, por ejemplo, el acceso a la educación, él encabezó el Instituto Nacional de Educación para Adultos, o el acceso a la Seguridad Social al ser un alto funcionario del Instituto Mexicano del Seguro Social, de trabajar en la justicia laboral, de tal manera que educación, salud, empleo digno, derecho a las libertades democráticas, fueron la agenda profesional de Fernando Zertuche.
Creo que con su trayectoria contribuyó a la formación de las instituciones indispensables de lo que daríamos en llamar un Estado de Bienestar, trunco en nuestra historia, pero instituciones sin las cuales no se explican buena parte de las buenas transformaciones que han ocurrido en México y que no debiéramos de “minusvaluar”.
Por ejemplo, la mayor formalización del trabajo que se dio durante décadas y con eso el acceso a servicios médicos y con ello el acceso a pensiones, es decir, una construcción institucional sin la cual es inexplicable, por ejemplo, el crecimiento en la esperanza de vida de la población mexicana, hoy un indicador, por cierto, que está lamentablemente en retroceso, igual que la cobertura educativa, igual que los niveles de ingreso.
Si nosotros nos concentráramos en los tres indicadores básicos que conforman el índice de desarrollo humanos de Naciones Unidas, pues veríamos que nuestro país lamentablemente, contra el sueño y empeño de gente como Don Fernando Zertuche, en vez de ser un país en vías de desarrollo, a veces nos estamos volviendo un país en vías de subdesarrollo.
Pero Don Fernando contribuyó a lo contrario, a la mejoría de las condiciones de vida de las mayorías, de los que no nacieron en condiciones económicas afortunadas, él mismo es producto de la escuela pública de calidad a la que reivindicó y su compromiso, como ya se decía, con la cultura, empezó muy pronto.
Él formó parte, se ha recordado ya, de la generación de medio siglo en la escuela de derecho, hoy en la facultad de derecho de la Universidad Nacional, cuando en el comité directivo de aquella publicación, pues estaban Ángel Bonifaz, Sergio García Ramírez, José González Avelar, Carlos Monsiváis, sí, también quiso ser abogado Monsiváis, Martín Reyes Vayssade, Enrique Soto Hernández y como Secretario Ejecutivo se firmaba entonces Lauro Fernando Zertuche.
Entonces, desde el principio una profunda convicción acerca de la importancia de la cultura y como ahora mismo lo recordaba la doctora Peschard, con la comprensión de la historia del país entendiendo que somos fruto de una evolución y de nuestra capacidad de entender nuestro pasado para identificar el presente y trazar el futuro.
Los libros, las publicaciones a las que se dedicó, incluso, ya concluida su labor como Secretario Ejecutivo dan cuenta de ello, las publicaciones biográficas sobre Jaime Torres Bodet, también la historia del Instituto Mexicano del Seguro Social, la Revisión del legado de Flores Magón o, incluso, como se puede ver con la publicación sobre la presencia y legado del Instituto Federal Electoral, una magnifica publicación que Don Fernando tuvo la iniciativa de concebir y concretar como editor, pues, nos demuestran que siempre en su perspectiva fueron indisolubles la cultura, la historia y el servicio público.
Un servicio público compuesto por funcionarios experimentados, con conocimiento de su materia de trabajo, probos en el manejo de los recursos, dedicados en sus tareas, es decir, Don Fernando con su ejemplo y su trabajo contagio a los muchos que tuvimos el privilegio de trabajar con él, de ese espíritu público que hoy con preocupación vemos que, incluso, es causa de sospecha desde el discurso en el poder, como si trabajar en el sector público volviera a una persona digna de merecer desconfianza, cuando es lo contrario.
Se deja al lado la posibilidad de trabajar en el sector privado, de encontrar mayores emolumentos, se trata de servir y quizás uno de los daños de mayor duración que pueda dejar este discurso tan emparentado, por cierto, al desprecio que los padres del neoliberalismo tuvieron sobre el sector público, le propio Ronald Reagan lo decía: el gobierno es problema no es parte de la solución.
Y, entonces, hay que combatir al sector público su intervención en los mercados, sus tareas de protección a los desfavorecidos de generar mejores condiciones de oportunidades para los distintos sectores socio económicos de la sociedad, pues, todo eso quedó dañado.
Y, paradójicamente desde un discurso que hoy se presenta en la antípodas, pero que comparte la, por llamarle de alguna manera, lógica de razonamiento fundamental acerca de la desconfianza del sector público, pues, decía yo, quizás uno de los mayores daños que pueda haber sobre las instituciones mexicanas no solo es su inmediata asfixia presupuestal, sino el daño que se puede hacer al capital humano y social que representa el conjunto de servidores de funcionarios y funcionarias públicas que han abandonado sus tareas, su misión de servicio en el Estado Mexicano por decisiones arbitrarias, sin diagnósticos detrás que están afectando, por supuesto, a las instituciones y a los trabajadores de estas instituciones.
Pero en primerísimo lugar a la población cuyos derechos estas instituciones tratan de garantizar, sean los cuidados a la infancia, la educación, la salud, la seguridad pública, el medio ambiente, como lo hemos visto en los últimos días con la salida del doctor Sarukhán de la CONABIO y así podemos multiplicar los ejemplos de cómo las mujeres y los hombres que durante años han dedicado sus haberes, sus compromisos, su formación al servicio público son desplazados por una ola de mezquina irracionalidad.
Por eso, precisamente, porque vivimos tiempos difíciles, porque es indispensable hacernos cargo de que no serán las fuerzas del mercado las que resuelvan la lacerante desigualdad de nuestro país, la permanencia de la pobreza masiva, lo que frene la creciente inseguridad pública tenemos que reivindicar a las instituciones del Estado, como diría el profesor Carlos Tello, prácticamente contemporáneo de Fernando Zertuche, frente a todos estos problemas tenemos que no va a resolver la mano invisible del mercado, tenemos que hacer visible la mano del Estado.
Y añadiría yo de un Estado democrático que garantiza derechos, que respeta libertades, Estado que Don Fernando Zertuche anheló, al que contribuyó y al que, en buena medida, logró hacer realidad.
Y esta Institución que hoy es el INE, que mantiene de acuerdo a, por ejemplo, la encuesta de cultura del INEGI, los mayores niveles de credibilidad en la sociedad mexicana como institución pública, pues se debe a un legado de décadas al esfuerzo de gente que día tras día trabaja para esta Institución y que ha normalizado cosas que antes eran impensables como que habrá cada que se convoque a una elección casillas cerca del domicilio de cada persona donde la gente votará en secreto y en libertad, y su voto será respetado públicamente.
Que aquel viejo anhelo del sufragio efectivo sea una realidad, que se verifica una y otra y otra vez en nuestro país, pues no fue obra del mercado sino de unas instituciones de servidores públicos que lo han hecho posible; el que hoy toda la población mayor de 18 años esté en condiciones de ejercer el derecho a la identidad a través de una credencial para votar única e infalsificable, gratuita, de la cual se entregan más de 16 millones de ejemplares en propia mano en todos los rincones del territorio nacional, se dice fácil, pero detrás hay una institución y unos servidores públicos que la hacen posible.
Claro, estamos alertando de los riesgos de los ataques contra estas instituciones, y no que vemos que un día pase lo que pasa cuando damos, queremos encender la luz y no hay, o abrimos la llave y no fluye el agua.
Detrás de esto que parece cotidiano: casillas donde se respeta el voto, credencial para votar infalsificable, hay instituciones con servidores y servidoras públicas, probos y probados, como suelo decir, que hacen de este país un país más habitable.
Sin duda tenemos muchos desafíos, problemas crecientes, pero también tenemos libertades políticas y democráticas.
Gracias a gente como Don Fernando Zertuche, hoy podemos reclamar que por primera vez en la historia llevamos algo más de dos décadas resolviendo la llegada al poder y a los cargos de representación, de forma plenamente democrática y eso es algo que no podemos perder.
Nos falta todo lo demás, pero no perdamos la democracia.
La defensa como consejeros, como ciudadanos, como trabajadores del INE, de esta institución autónoma y profesional de la que Don Fernando Zertuche fue arquitecto y artífice, este compromiso con el INE, con sus causas, es la mejor manera de cada día seguirle rindiendo homenaje a este mexicano excepcional que tuvimos el gusto de conocer y apreciar profundamente, Don Fernando Zertuche Muñoz.
Muchas gracias por su atención.
Directora del Secretariado del INE, Daniela Casar García: Muchas gracias, consejero.
Con esto concluye el foro Presencia y Legado, IFE-INE en el México actual, en homenaje al licenciado Fernando Zertuche.
Muchas gracias a todas y todos por acompañarnos.
Buena tarde.
Presentadora: El Instituto Nacional Electoral agradece a quienes participaron y a quienes nos han seguido a través de las redes sociales oficiales del INE.
Que tengan muy buenas tardes.
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