Conferencia magistral dictada por Lorenzo Córdova, Evolución y desafíos de la democracia mexicana, en la FES Acatlán

Escrito por: INE
Tema: Conferencia Magistral

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA CONFERENCIA MAGISTRAL DICTADA POR EL CONSEJERO PRESIDENTE DE INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, “EVOLUCIÓN Y DESAFÍOS DE LA DEMOCRACIA MEXICANA”, REALIZADO EN LA FES ACATLÁN

Muchas gracias, muy buenos días tengan todas y todos.

Manuel, no solamente es estar esta mañana aquí, es cumplir una promesa que ya llevaba un buen rato pendiente de actualizarse, sino, además, un verdadero privilegio.

No soy alumno de la FES Acatlán, pero en la FES Acatlán, como en toda la universidad me siento en casa. Una de las últimas veces que estuve aquí justamente fue para comentar y para, ¡hombre! Escuchar a quien fue mi maestro en el doctorado, a Michelangelo Bovero, además de otras ocasiones.

La verdad estar, vuelvo a insistir, en esta Facultad es para mí un privilegio y volver a la UNAM que, como solía decir, recordármelo el Rector Narro y el Rector Graue, estoy prestado, así que, y el préstamo por cierto pronto, relativamente pronto caduca, así que volver a la universidad y volver, retomar, nunca he dejado de dar clases a pesar del descargo, pero retomar, digámoslo así, la convivencia con la comunidad Universitaria para mí es lo mejor que me puede pasar, es motivo de orgullo, es motivo de muchísimos agradecimiento.

Así que, mil gracias a la FES Acatlán, mil gracias a su director, a Manuel que omitió decir una parte igual que Saúl en el currículum, me distingue su amistad, somos amigos y eso es parte de la generosidad con la que me han presentado.

Un privilegio estar también aquí con la Presidenta, flamante Presidenta del Instituto Electoral del Estado de México, colega también en la academia, la doctora Amalia Pulido y, Paty, que también ha ya durante un buen rato cubierto esa responsabilidad, cubierto la trinchera del IEEM en la recreación de la democracia nivel estatal. Y, por supuesto a Cristian, un privilegio estar aquí, de veras un placer.

Yo he preparado una presentación pensando un poco en los tiempos que corren, como ustedes saben, ya lo anticipaba Saúl en su gentil introducción, está en discusión una eventual reforma electoral, varias iniciativas han sido depositadas en las cámaras, en la Cámara de Diputados.

Si uno toma en cuenta las iniciativas que tienen que dictaminarse entre la legislatura pasada y la actual legislatura, llegamos a casi 700 iniciativas, aunque, por supuesto dos de ellas, tres de ellas en todo caso concentran la atención. La primera es la que presentó el Presidente de la República, por su relevancia, por de quién viene y por la discusión que se ha generado en torno a la misma y es inevitable que sea el eje articulador de los foros que se han realizado en el ejercicio de parlamento abierto detonado por la Cámara de Diputados en las semanas pasadas, llama la atención o concentra la atención, igual que las iniciativas que han presentado los dos principales partidos de oposición.

En todo caso, insisto, está abierta la discusión sobre la reforma electoral y, más allá de los temas que van a ocupar ordinariamente a este a este periodo que arrancara en la próxima semana en el Congreso de La Unión, la presentación del informe, la glosa del mismo, las comparecencias de los miembros del gabinete derivadas de dicho informe y, por supuesto, el presupuesto de egresos de la federación con la miscelánea fiscal que tendrán que aprobarse a mediados de noviembre, el tema más relevantes es el de la reforma electoral, sobre todo, porque la ventana legislativa está por cerrarse y lo que se ha planteado son un conjunto de reformas constitucionales de amplio impacto y que inevitablemente tendrán un trabajo legislativo, de prosperar o realizarse.

Y, la ventana, insisto, que la Constitución en el artículo 105 permite para hacer cambios a las normas electorales se cierran a finales de mayo próximo, es decir, tenemos dos períodos ordinarios para poder discutir, aprobar y eventualmente, y modificar los cambios constitucionales y modificar todas las leyes secundarias, en consecuencia.

Se dice mucho, en realidad el tiempo es muy poco, sobre todo por el calado de las propias reformas.

¿Pero cómo enfrentar este planteamiento, esta discusión pública, este eventual cambio en las reglas electorales?

Me parece que hacerlo requiere una mirada retrospectiva y, sobre todo, un balance lo más objetivo posible de cómo está, cuál es el estado de salud de nuestro sistema electoral.

Ya lo decía Saúl, tenemos un sistema electoral, sin duda complejo, indudablemente mejor, pro qué ha servido para recrear la democracia, para multiplicar la contienda plural por el poder y es un punto de referencia nivel internacional.

En distintas ocasiones, incluso he tenido el privilegio coincidir con Manuel en misiones de observación electoral en otros países, con Manuel, con Saúl, en fin, Amalia, también.

Acabamos de, por cierto, y por cierto, fueron más caras las elecciones en Colombia este año, que las federales el año pasado, digo, ya para empezar a poner ciertos elementos sobre la mesa, porque discursivamente se ha venido planteando de manera errónea, me parece poco informada, no quiero pensar de manera dolosa, que el INE es el órgano electoral más caro del mundo y que el sistema electoral mexicano, que sin duda es caro, producto de lo abigarrado, digámoslo así, de los procedimientos que se introdujeron para inocular la desconfianza endémica que caracteriza a la clase política del país y, particularmente, en temas electorales, pues, digamos, no es al final del día cierto que las elecciones en México sean las más caras del mundo.

Vuelvo a insistir, las rondas electorales que en la primera mitad del año, de este año se estuvieron en Colombia, a pesar de que Colombia tiene un padrón electoral tres veces menor que el de México, costaron más que lo que costaron las elecciones federales del año pasado, que han sido hasta ahora las más grandes de la historia en México.

Dicho eso y perdón la digresión, me parece que, y no me van a dejar mentir, lo decía Saúl y es así, el sistema electoral mexicano es un punto de referencia a nivel internacional, no solamente por la sofisticación que ha alcanzado, sino porque en muchos temas es un sistema que se coloca en la vanguardia y ningún otro sistema electoral se han tenido avances tan rápidos y tan medibles, por ejemplo, en el tema de género.

En ningún otro país del mundo se fiscaliza a los partidos políticos con la exhaustividad con la que se hace en México. Y ya sé, falta mucho por hacer en el tema dinero y política, que es uno de los temas más disruptivos, digamos, de la discusión democrática.

A nivel global es un problema global, es un problema universal el del uso del dinero indebido en la política, en temas, como, por ejemplo, la equidad que se ha conseguido en el ámbito de la radio y la televisión, en tema digamos de la identidad y de la, de los altísimos niveles de cobertura y de actualización que tiene nuestro Padrón Electoral. México es, sin lugar a dudas un punto de referencia a nivel global.

Por cierto, también el tema de combate a la desinformación, a nivel internacional es muy frecuente escuchar hablar del modelo mexicano de la paridad, o bien, del modelo mexicano de combate a la desinformación.

En efecto, el modelo mexicano, el modelo electoral, el sistema electoral mexicano en un punto de referencia a nivel internacional, lo que no significa que no haya ámbitos de mejora y, por lo tanto, que siempre resulte pertinente los planteamientos en torno a eventuales reformas a nuestro marco normativo en materia electoral para mejorar lo que tenemos.

Vuelvo a insistir,  una reforma electoral siempre será pertinente, como diré más adelante, siempre y cuando se cumplan ciertas condiciones.

En este sentido, la reforma electoral es, como suelen decir los alemanes una reforma interminable porque la dinámica, la vertiginosidad de los cambios, de las novedades que trae consigo la disputa por el poder en el ámbito o por la vía electoral siempre va a ser necesario una revisión en la actualización de las normas.

Dicho eso, antes de entrar de lleno en el análisis, no de las iniciativas, porque creo que no me corresponde hacerlo a mí como Presidente del Consejo, pero sí de las condiciones y de las, digámoslo así, de las necesidades que desde mi punto de vista adolece el sistema electoral todavía hoy, a pesar, insisto de los logros que se han conseguido.

Primer punto, una mirada retrospectiva es indispensable, no lo digo yo, me gustan citar a un académico, al que no solamente le tenía mucho respeto, fue mi maestro, sino también, a quien le tenía particular afecto, Arnaldo Córdova, y lo del apellido no es una casualidad, ¿no?

Decía Arnaldo Córdova en un fantástico librito colectivo ¿Historia para qué?, “que la historia es la maestra de la política”, y que entender en consecuencia de dónde venimos resulta indispensable para poder juzgar dónde estamos y, en consecuencia, saber hacia dónde nos encaminamos.

Dicho en pocas palabras, si no hay una mirada retrospectiva que nos permita entender las razones de los distintos cambios que alimentaron las diversas reformas electorales en el tiempo y que nos permitieron llegar a dónde estamos hoy; segundo, hacer un balance objetivo, cierto, lo menos sesgado posible de nuestro sistema electoral es indispensable para poder saber, uno, que hay que mejorarle, y dos, hacia dónde queremos encauzar los cambios al mismo, porqué de eso depende, es decir, de mirar de dónde venimos y de saber exactamente dónde estamos, tener claridad  de hacia dónde nos encaminan.

Es imposible construir una carta de navegación de hacia dónde queremos llevar nuestro sistema electoral si no tenemos claridad de nuestro pasado reciente y, sobre todo, de dónde estamos parados.

La historia, desde este punto de vista es una estrella polar indispensable, que no solamente implica mirar hacia atrás, sino, precisamente por ello saber dirigirnos hacia el futuro.

Sobre la base de estos tres temas, de dónde venimos, cómo estamos y, en consecuencia, qué es lo que debería contener una reforma electoral, es que he querido articular la charla de esta mañana.

Así que, supongo que alguien me va avisando y yo voy diciéndoles.

Primer punto, cómo ha sido, cuál ha sido nuestra transición, qué ha significa, qué propósitos tenía, cuáles fueron los problemas que con los cambios que se articularon a lo largo de nueve grandes reformas electorales y múltiples modificaciones legislativas se han querido enfrentar o resolver.

Bueno, yo sugeriría que, para empezar esta historia, que es indispensable entender que nuestra transición es una transición muy particular, y que se distingue en el resto de las transiciones en el mundo.

En los años ochenta y en los años noventa uno de los temas fundamentales, inspirados por el proceso de cambio político que se venía dando en muchas regiones del sur del mundo y que, implicaron el fin de muchas, venturosamente de muchos regímenes autoritarios, dictaduras militares, o bien, regímenes civiles, pero digámoslo así, que como el nuestro, por cierto, implicaban la existencia de un partido hegemónico y, por lo tanto, la ausencia de condiciones mínimas para poder considerar al nuestro un sistema democrático, aunque la Constitución desde 1917 dice en su Artículo 40 que somos un sistema democrático y que las elecciones son el mecanismo o eran el mecanismo mediante el cual se erigían los poderes públicos.

Bueno, en México durante todo el siglo XX nunca dejó de haber elecciones, tampoco dejó de haber formalmente división de poderes, pero las elecciones lejos de ser un mecanismo para poder evaluar, exigir rendición de cuentas al poder público en realidad fueron un engranaje más de eso que Jorge Carpizo, en su momento, definió como las características del sistema político mexicano, las facultades, del sistema  presidencial mexicano, las facultades metaconstitucionales del Presidente que, en realidad, eran uno de los fundamentos para atender un sistema que desde ningún punto de vista podía considerarse democrático; es decir, elecciones no significa democracia.

Hay regímenes políticos que periódicamente hacen elecciones sin que ello les dé una característica de democracia.

Bueno, aquí justamente hace algunos años Michelangelo Bovero relataba cómo, para que las elecciones puedan servir como criterio para definir a un Estado como democrático, las elecciones tienen que cumplir ciertas características, porque sino, el mero hecho de que haya elecciones no necesariamente nos detona que haya democracia.

En el Sacro Romano imperio al emperador se le elegía, al Papa se le elige, pero el hecho de que haya elecciones, bueno, hay muchos regímenes que no pueden considerarse cabalmente democráticos como China, o como Cuba, simple y sencillamente no porque no haya elecciones, sino porque las elecciones no cumplen aquellas que Norberto Bobbio definía como las reglas del régimen democrático en las elecciones, que definen o que distinguen elecciones democráticas de las que no lo son. Pero no me detengo sobre el punto, no quiero hacer aquí teoría política o anclarme, digamos, en reflexiones de teoría política.

Pero sí señalar el hecho de que esos estudios sobre la transición que abundaron el pasado, digamos, tuvieron como modelo a casos específicos que poco pueden tienen de comparable con el modelo de la transición a la democracia mexicana. Esos modelos son el modelo español y el modelo chileno, en dónde era muy fácilmente identificable el agotamiento del régimen autoritario, el proceso mismo de transición y la rápida entrada a una etapa de consolidación que cerraba ese proceso de cambio político.

Permitan hacer telegráficamente una reconstrucción del modelo español para identificar a lo que me refiero y poder, en consecuencia, contrastarlo con lo que fue nuestro cambio, nuestro modelo, nuestro proceso de cambio político.

En España muere el dictador, practicante de inmediato las distintas fuerzas políticas entran en un proceso de negociación, que implicó no solamente la interacción de las clases gobernantes hasta ese momento, sino también la interacción con quienes incluso muchos de ellos habían tenido que exiliarse en virtud, digamos de la persecución de la dictadura franquista.

Ese proceso de negociación rápidamente dio frutos y se concretó en los acuerdos políticos y económicos conocidos como Los Pactos de la Moncloa, e inmediatamente después se detonó un proceso de renovación constitucional que dio origen a la constitución del 78. Expedida la Constitución del 78, ya fijando reglas democráticas se convoca a elecciones y, al cabo de tres ciclos electorales, ya para 1983, pues las dos grandes fuerzas del espectro político habían llegado al poder, la derecha o la izquierda o en la centro derecha y la izquierda encarnada entonces en el PSOE, habían llegado al poder por la vía y las urnas, tan, tan, se acabó la transición en el cabo de apenas de menos de una década.

Nuestro proceso de transición fue bastante distinto, en primer lugar, porque nuestra transmisión no implicó un momento de ruptura constitucional y de refundación del régimen.

Nosotros seguimos teniendo la misma Constitución que durante el siglo XX sirvió de base normativa para ese régimen político, no democrático, que incluso Vargas Llosa llegó a denominar como el de la dictadura perfecta, como una dictadura perfecta.

Primera gran diferencia, no hubo una ruptura constitucional, no hubo una ruptura con el pasado que diera origen a una nueva, un nuevo arreglo político en clave democrática; segundo, nuestro proceso fue, en consecuencia, derivado de lo anterior, gradual y paulatino

Insisto, los cambios legales en materia electoral se fueron articulando a lo largo de más de tres décadas y media y, si tomamos la transición con un proceso todavía en curso en su fase de consolidación, no me quiero meter a esa discusión, pues ya son cuatro décadas y media; es decir un proceso que ya casi alcanza el medio siglo.

Tercero, eso no significa que nuestra transición no haya sido profunda y radical, aunque en ningún momento hubo una etapa, digámoslo así, refundacional de quiebre.

Basta ver lo que era este país hace 30 años apenas, el mapa político del país a finales de los ochenta y el que hoy tenemos. Aquel era un mapa completamente monocolor en donde los casos, digámoslo así, de gobiernos, sobre todo en el nivel municipal, en donde no era el así llamado partido oficial el que ejercía el poder político, pues eran verdaderamente esporádicos, se podían contar con los dedos de una mano.

Hace 33 años no había ninguna gubernatura que no fuera del PRI, hace 34 años no había un solo senador que no hubiera sido del entonces llamado partido oficial. Y, por supuesto, hace 34 años, el partido en el gobierno tenía la posibilidad de modificar por sí solo, sin tener que entrar a un arreglo político con las oposiciones, la Constitución a su antojo.

Hoy, el mapa político del país es radicalmente distinto, y esa es la prueba fehaciente de la profundidad, a pesar de su lentitud y gradualismo que ha tenido el cambio político en México, hoy, digámoslo así, a diferencia de lo que ocurría hace apenas 30 años, la única incertidumbre que existe es respecto del ganador hasta que las autoridades electorales damos a conocer los resultados preliminares en la noche de la elección, pero existe una absoluta certeza respecto de las reglas que son conocidas por todos los actores políticos.

Luego hay actores políticos que ponen las reglas y luego las desconocen y después reclaman que la autoridad electoral, por decir algo, es censora cuando las normas que estamos aplicando son las que ellos mismos, entonces como oposición, demandaron, pero eso; es decir, la lealtad democrática de los actores políticos se mide en otra, en otra, en otra balanza y eso no tiene nada que ver con la, si ha habido transición o no.

Malos jugadores los ha habido, los hay, y me temo lamentablemente los seguirá habiendo hasta que no haya un profundo cambio de la cultura política en nuestro país, pero eso no tiene que ver con la transición propiamente hablando .

La transición tiene que ver con el diseño institucional, con el diseño normativo, con las reglas, los procedimientos y los criterios con los que se hacen las elecciones y, desde este punto de vista, insisto, la profundidad es innegable.

Hace 30 años existía una ecuación distinta, nadie tenía certeza entorno a las reglas y la única certeza que había era entorno a quién iba a ser el ganador, incluso antes de que las elecciones se detonaran, de ahí la profundidad del cambio político.

Toda esta historia arrancó en 1977, la reforma de 1977 fue una reforma prácticamente obligada, aunque conducida, sin lugar a dudas en aquel momento desde el poder, no podía ser de otra manera, visto el poder hegemónico que se había consolidado en el México del siglo XX, pero fue una reforma que buscó que aquellas expresiones políticas que ante el hermetismo y refractariedad del régimen, que habíamos constituido a lo largo del siglo XX, se habían visto orilladas a moverse en la clandestinidad, o en todo caso, fuera de la arena institucional, pudieran ser incorporadas en la misma.

Y permítame citar, porque tiene una vigencia verdaderamente sorprendente, las palabras de Reyes Heroles, entonces Secretario de Gobernación, en el célebre discurso de Chilpancingo, en lo dictado el primero de abril de 1977,-si vamos a la siguiente-, en dónde dijo, fíjense la actualidad esas palabras que en su momento fueron, digamos así, inspiradas en una configuración del sistema político que afortunadamente ya no está vigente.

Decía Reyes Heroles en aquel discurso, “mayorías y minorías constituyen el todo nacional y, el respeto entre ellas, su convivencia pacífica dentro de la ley, es base firme del desarrollo del imperio de las libertades y de las posibilidades de progreso social”. Y, de manera monitoria señalaba “cuando no se tolera, se incita a no ser tolerado y se abona la fratricida intolerancia de todos contra todos, la intolerancia sería el camino seguro- decía Reyes Heroles- de volver al México Bronco y violento”, una célebre frase que todavía retumba entre nosotros.

No pretendo hacer entre ustedes una reconstrucción de cada una de las reformas electorales, eso se los dejo a quienes lo han trabajado y que lo pueden hacer mucho mejor que yo, como José Woldenberg o Pedro Salazar, en fin, hay muchos textos que en esta materia son el libro de cabecera para poder explicar con detalle las minucias que en cada reforma electoral se buscaron o instrumentaron para propiciar el cambio político entre nosotros.

Permítanme en cambio tratar de hacer una especie de clave de lectura o de sugerir una clave de lecturas que nos permita en breve poder articular y, sobre todo, darle significado a los propósitos que las distintas reformas electorales tuvieron a lo largo los últimos 45 años.

Creo que si hacemos, si damos por buena esta sugerencia, esta clave de lectura, podríamos distinguir cuatro grandes momentos o cuatro grandes etapas en la que las distintas reformas electorales pueden articularse bajo una premisa: Estos elementos distintivos que yo sugiero y que son, qué se centran en identificar cuáles fueron las problemáticas fundamentales que cada una de las reformas electorales buscó superar, enfrentar y superar.

Y en el entendido de que las reformas fueron reformas muy complejas, todas ellas, y no se centraron solamente en un tema, es decir, la reforma de 1996, por ejemplo, no solamente buscó generar condiciones de equidad, sino es la reforma que concreta la plena autonomía del órgano electoral y la salida definitiva de las instancias de gobierno del proceso de toma de decisiones en el entonces Consejo General del IFE.

Pero evidentemente, insisto, las reformas son muy complejas y abordan múltiples temas, pero esta clave de lectura lo que pretende es identificar qué es lo que se buscó resolver y cuál fue el objetivo primordial de cada una de las reformas que se plantearon. Insisto primordial que no único.

Bueno, pensando de dónde veníamos, si aceptamos esta sugerencia de lectura, pues el primer, la primera gran necesidad era abrir el sistema político, porque era un sistema hermético, excluyente, refractario a la pluralidad y permitir que dicha pluralidad poco a poco fuera teniendo cabida en la arena institucional de la disputa a través de las elecciones, por el poder político, y que además pudiera ser reflejada, en los órganos, ese pluralismo, esa pluralidad en los órganos de representación nacional.

Es decir, en un primer momento, el principal problema a resolver era permitir que el pluralismo pudiera explayarse, insisto, en esa área institucional y recrearse en la misma y además, verse reflejado en las instancias de representación política.

Solamente para una nota a pie de página, uno de las de los mecanismos fundamentales para poder permitir ello, fue la introducción hace 45 años, venturosa introducción digo yo, de la figura de las diputaciones de representación proporcional que durante tanto tiempo hemos venido descalificando de manera irresponsable y que hoy, son la única salvaguarda de tener una representación en la Cámara de Diputados y en el Senado, que permita el reflejo de la pluralidad.

Si hoy no tuviéramos las 200 diputaciones de representación proporcional y miren, me hago que hay quién está planteando los cambios en el modelo representativo, pero si hoy no las tuviéramos, a las diputaciones de representación proporcional, estaríamos de nueva cuenta, en una época en la que un solo partido político que es, mayoritario sin duda, de manera incuestionable, pero que para decirlo de alguna manera, constituye la primera minoría de todas las fuerzas políticas que hoy existen, tendría la capacidad para modificar por sí solo la Constitución, porque habría alcanzado, la más de las dos terceras partes en la Cámara de Diputados y en el Senado de la República.

Es decir, un partido que es una minoría, la principal, pero minoría al final del día, por sí solo podría cambiar la Constitución, con lo cual, insisto, se demuestra, no solamente la utilidad, sino la, diría yo, la indispensabilidad que tiene la figura de la representación proporcional para garantizar el reflejo en los órganos democráticos de la pluralidad política, en los órganos de representación política.

Después de 1988 y de las controvertidas elecciones de aquel año, en donde las elecciones eran todavía controladas por el Gobierno a través de la CFE dirigida por Manuel Bartlett, estoy hablando de la Comisión Federal Electoral, por supuesto, no de la Comisión Federal de Electricidad, aunque ambas han sido dirigidas por el mismo Manuel Bartlett, una hace 30 años, más de 30 años y otra, en los tiempos que corren.

Bueno, después de esa controvertida elección, una segunda necesidad se colocó como un problema indispensable para resolver, es decir, que hubiera elecciones ciertas, confiables, transparentes y cuyos resultados pudieran ser creíbles y por ende, inyectarán legitimidad a los gobiernos electos y a los órganos de representación también surgidos de las urnas.

Esa segunda gran necesidad, puede concretarse en aquella expresión de principios de los años noventa, de que el propósito era crear condiciones para que el voto efectivamente contara y fuera contado bien.

En pocas palabras, se trató de un conjunto de reformas que tuvieron el propósito, reinventando ahí sí, el sistema electoral, porque hombre, esa es probablemente la, el conjunto de reformas que mayor, digámoslo así, ruptura con el pasado representaron, porque se trató de inventar a un órgano como el Instituto Federal Electoral, que, sacará a las elecciones de la gestión gubernamental.

Es decir, dejar que el Gobierno y el partido en el gobierno, actuarán como juez y parte.

Es decir, fueran los que tomaban las decisiones y se beneficiarán al final del día de las mismas.

Y siempre vale la pena y no hago otra cosa, sino reeditar lo que José Woldenberg sugiere, pensar como era, sobre todo porque ahora se quiere reinventar el sistema

electoral, pensar en que era, cómo estaba integrada la Comisión Federal Electoral que organizó las elecciones de 88.

Una comisión que estaba presidida por el Secretario de Gobernación, que era priista, Manuel Bartlett dejó de ser priista y se pasó al PT y luego, a muchos otros partidos y ahora es morenista, pero bueno, el Secretario de Gobernación pertenecía al partido en el Gobierno, que implica también, la presencia de un senador y el senador no podía ser sino del PRI, porque no había más que senadores del PRI y un diputado que también era del PRI, porque el PRI tenía la mayoría, entonces calificada en la Cámara de Diputados, que le permitía designar a aquél diputado.

Pero además de esos tres funcionarios, los partidos tenían una representación proporcional.

Es decir, una representación en la Comisión Federal Electoral, proporcional a los votos que había recibido en la última elección, y eso hacía que el PRI, el partido en el Gobierno, tuviera 16 de los 31 asientos que existen órgano electoral.

¿Esto qué quiere decir? Y todos votaban, que el PRI por sí mismo, tenía más votos que los 12 de la oposición y que no importaba que Bartlett y los otros dos legisladores que eran priistas votarán con la oposición, cosa que nunca hicieron, el PRI podía tomar las decisiones e imponer su voluntad en las decisiones del órgano electoral, en el proceso de construcción de las elecciones.

Eso, evidentemente tenía que cambiarse radicalmente y, por ello, en esta etapa una nueva institucionalidad se diseñó en materia electoral.

Pocos años después, para 1994, en lo que fue el primer ejercicio de fiscalización realizado por el entonces IFE, un ejercicio de fiscalización que no tiene nada que ver con lo que hoy ocurre, y que se parece más bien a lo que pasa en los Estados Unidos, no? lo cual habla, si se compra nuestro sistema electoral con el de Estados Unidos, de un sistema electoral aquel de aquel lado de la frontera, profundamente atrasado y poco eficaz en las tareas de fiscalización, porque si se fiscaliza, pero en allá, como ocurría aquí, hace más de un cuarto de siglo, la autoridad electoral solamente puede revisar lo que los partidos le reportan, lo que no, no.

No hay auténticas facultades de compulsa y de auditoría. Bueno, más allá de que se trataba de un ejercicio germinar, en 1994 tuvimos esa fiscalización que arrojó por primera vez cifras oficiales, no sé si ciertas, pero oficiales, de lo que habían gastado los partidos políticos en esas elecciones.

Y el resultado era estremecedor, el PRI había gastado, erogado, más del 85 por ciento del total del gasto realizado en las campañas de ese año y el 15 por ciento restante, había sido ejercido por toda la oposición en su conjunto.

Evidentemente, el nuevo problema a resolver estaba enfrente de todos. Era el elefante de la sala, como suele decirse, era construir condiciones de equidad en la competencia electoral, porque con una cancha dispareja, con la que prevalecía hasta entonces, era imposible aun teniendo condiciones de voto libre y de certeza y transparencia en los procesos electorales, pues no había posibilidades reales de que la alternancia pudiera ocurrir.

El tercer gran momento de reformas electorales se centró en construir condiciones de equidad en la competencia, a partir dos grandes ejes.

Uno, una apuesta sobre el financiamiento público, un financiamiento público que por sus dimensiones hoy está siendo objeto y me parece de manera justificada, de discusión, creo que la cantidad de dinero público que reciben los partidos, tanto a nivel federal, pero a nivel local luego uno se olvida, eh?

Hay presupuestos de los OPL, de los Órganos Electorales, en donde la mayor parte de los recursos que reciben son para los partidos políticos no para la operación de los órganos electorales,

Y por cierto, dolosamente quienes quieren decir que esto cuesta mucho, no hacen la distinción entre lo que es dinero para financiar a la política y dinero para administrar los procesos electorales a cargo de las instituciones.

Pero dicho eso, dejando eso aparte, yo creo que es absolutamente necesario racionalizar el gasto que se le da a los partidos, es más a cantidad de dinero que se da a los partidos, en ocasiones puede llegar a ser incluso un incentivo perverso.

Dirigir un partido político significa administrar más recursos que un CEO de una empresa transnacional mediana. Y eso no necesariamente es positivo.

Pero lo que sí y lo diré más adelante, no hay que perder de vista en esa discusión, es que el financiamiento público nació para generar condiciones de equidad en la competencia.

Y si bien, es pertinente discutir su racionalización hoy, lo que tiene que hacerse, es hacerlo, es trabajar con mucho cuidado para que una eventual reducción, que sin duda es deseable, no rompa esas condiciones de equidad que hoy garantizan que cualquier partido pueda ganar elecciones.

Y la otra gran ruta para construir equidad fue cambiar el modelo de comunicación política y garantizarle a todos los contendientes acceso a la radio y la televisión que aún hoy, a pesar de la irrupción de las redes sociales y del peso que tienen éstas en la discusión pública, siguen siendo -la radio y la televisión- el principal medio mediante el cual, en México se informan las y los ciudadanos, por lo tanto, me parece que el modelo de comunicación política, si bien es pertinente, se ha discutido, me parece que en sus grandes ejes, es garante de que la equidad en la condiciones de la competencia, efectivamente estén garantizadas.

Dato curioso, no es casual que después de 1996 se hizo esta apuesta por el financiamiento público, a menos que la casualidad sea muy grande y crean en ella, de manera, o sea, no crean que haya una lógica de causalidad, sino que esto es mera casualidad, digo yo no es coincidencia, que desde que se empezó a generar estas condiciones de calidad en la competencia, se detonó en el país de manera cada vez más acelerada el proceso de alternancia.

Es decir, ¿qué hubiera pasado? Él hubiera, dicen los historiadores que es, me hubiera gustado, pero no ocurrió y no se vale leer la historia así, pero lo dejo como cuestionamiento.

¿Qué hubiera pasado en 1997 cuando se eligió por primera vez la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, si no hubiera habido condiciones de que equidad en la competencia? o lo fraseo al revés, ¿creen ustedes que es mera casualidad, que el daño en el que, en las elecciones en las que por primera vez el PRI perdió la mayoría en la Cámara de diputados y que la oposición ganó la primera elección del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, haya ocurrido un año después de que se cambió la fórmula de financiamiento público?.

Y que tres años después ocurrió la primera alternancia en la Presidencia de la República y que a partir de entonces hubiera detonado este proceso que es hoy parte de la normalidad democrática, pero que hace 25 años era algo inédito.

Es decir que la probabilidad que tiene un partido de ganar, o que gane una elección, de ganar el siguiente ciclo electoral, la verdad es mucho menor que el triunfo de las oposiciones.

En fin, creo que hay que valorar la historia para poder aquilatar lo que fueron apuestas, creo bien logradas, con independencia, vuelvo a insistir, de que temas como la cantidad de dinero que se reparte a los partidos sea siempre pertinente

Apuro el paso.

La última gran reforma que es la de 2014, puede, digámoslo así, constituir la cuarta gran etapa de nuestra transición.

¿Cuál era el propósito? ¿Cuál era el problema a resolver? Bueno, resolver la disparidad que se había generado en el ámbito de las elecciones a nivel federal y en el ámbito local y sobre todo, en el ámbito local entre sí.

Ustedes, la mayoría supongo, viven en el estado de México y desde hace mucho tiempo, más allá de todos los problemas que hay y de los, cómo decirlo, de los usos y costumbres, no, que conste que lo hice para no decir vicios y prácticas, este de los usos y costumbres que existen en el Instituto Electoral del Estado de México, pues hablamos de una institución que tiene un grado de robustez y, por cierto, uno de los temas profesionales más grandes a nivel local.

Pero esto no ocurría así en otras entidades. Piensen ustedes que en el estado de Nayarit, el órgano electoral era un órgano de temporal, el único funcionario permanente era el Presidente, incluso los consejeros electorales se designaban cada vez que había elecciones y no era un personal profesional, con lo cual, insisto, esta disparidad estaba profundamente marcada en el ámbito local.

La reforma de 2014 al crear el Sistema Nacional de Elecciones, al convertir al IFE en el INE y hacerlo el órgano rector del Sistema Nacional Electoral, pues bueno, lo que quiso era tratar de homologar y estandarizar el modo en el que se realizaban las elecciones en el plano federal y en el ámbito local en toda la República, tratando de homologar, homogeneizar los sistemas electorales, tanto en el plano de las instituciones como en el plano de las normas, como en el plano de los criterios y los procedimientos, con los cuales se realizaban las elecciones.

Bueno, hasta aquí el mapa de nuestra transición, de ahí venimos. Estos son los problemas que afortunadamente se resolvieron y esto, qué ha traído como consecuencia.

¿Cuál es el balance después de ocho años y medio de que se concretó esta última etapa de nuestra transición?¿Cómo nos ha ido? Bueno, yo creo que en términos generales, a pesar de que hace 8ocho años y medio, -si pasamos a la siguiente por favor-, de que hace ocho años y medio había quienes, incluso expertos electorales, directores de revistas tan prestigiosas como Voz y Voto, quienes anticipan, si le pongo nombre, no quiero tampoco, bueno Jorge Alcocer hace ocho años, por ejemplo, uno de los mayores expertos en materia electoral que había participado y que participó en la confección de muchas de las reformas electorales, que forman parte de estas etapas que aquí he comentado, dijo y lo dijo sin medias tintas.

Esta reforma, la del 2014 no va a funcionar. Se creó mazacote que vuelve impracticable su instrumentación.

Fue así, pues yo creo que ocho años y medio después, las consecuencias, las conclusiones son radicalmente distintas.

El modelo electoral que hoy tenemos, con independencia que sea mejorable y perfectible, funciona y funciona bien.

Y como no me gusta hablar de subjetividades, los otros datos se los dejo a otros, o las impresiones se las dejo a otros, quiero recentrarme en datos concretos.

El primer dato es el del número de procesos electorales en los que el INE ha estado involucrado, en este nuevo sistema de carácter nacional.

Y un dato comparativo, o digamos una cifra para poder comparar, me parece que habla por sí misma.

El IFE a lo largo de 23 años, de 1990 a 1993, principios del 94 organizó 18 procesos electorales federales.

El INE en ocho años y medio, ha organizado de manera sola o con la mano de los Organismos Públicos Locales Electorales en el ámbito de las elecciones locales, 330 procesos electorales, como anticipaba ya Saúl en la presentación de esta charla.

330 lecciones, aquí incluyo elecciones federales, elecciones locales, elecciones ordinarias, elecciones extraordinarias, elecciones o mecanismos de participación ciudadana, elecciones internas de los partidos políticos, las dos que hicimos. Las del PRD en 2014 o las de Morena en 2020 e incluso la elección de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México.

330 procesos electorales, ninguno de los cuales ha traído como consecuencia, un conflicto post electoral. Sin duda, ha habido litigiosidad pero para eso están los cauces. La litigiosidad no es un síntoma de anormalidad, todo lo contrario, siempre y cuando esa litigiosidad se procese por los cauces institucionales diseñados para ello, que son las impugnaciones ante los tribunales locales y el Tribunal Electoral.

No ha habido en este periodo, ninguna decisión de estos tribunales, es decir, estas sentencias que cierran a los procesos electorales que haya sido desacatada.

Es decir, es un sistema electoral que, a pesar de su dimensión y su volumen, funciona y funciona bien para el objetivo para el cual fue diseñado.

¿Para qué se hacen las elecciones? Para que la disputa por el poder político ocurra de acuerdo con las reglas pactadas y no se resuelvan esos diferendos, como decía Karl Popper por la vía violenta, con derramamiento de sangre.

Primer gran dato. Si esto no funcionara, pues no sé cómo decir lo, por cierto, dato curioso, si pasamos a la siguiente, todas las elecciones que ha gado el partido en el Gobierno, que es Morena, que es uno de los principales detractores públicamente al menos del sistema electoral, todas las elecciones que ha ganado Morena, todas han sido en procesos electorales organizados por el Instituto Nacional Electoral.

No ha habido una sola, entre otras fue el INE, el que le otorgó el registro en 2014.

Bueno, segundo gran dato, también lo anticipaba Saúl. El índice de alternancia en esos 30 procesos electorales que ha organizado el INE es el más alto de nuestra historia democrática.

Nunca antes en un periodo de ocho años, había habido tantos cambios de ganador entre un ciclo electoral y el siguiente. El promedio de alternancia…

El promedio de alternancia el índice de alternancia en nuestro país en el plano federal y local alcanza casi el 63 por ciento.

Por supuesto en algunos casos, como en el de las gubernaturas, ese índice de alternancia, llega, roza el 70 por ciento.

¿Qué quiere decir esto? La alternancia nos hace más democráticos, de nueva cuenta, si a Bovero, no.

La alternancia no es lo que define a una democracia, porque afirmar eso sería tanto como decir que si un partido que gana una elección gana la siguiente ronda electoral, pues deja o hay una merma en la calidad democrática del sistema y no.

Si un partido gana elecciones o pierde elecciones, pues eso depende de los votos. Lo que hace democrático al sistema es que existan garantías y condiciones para que sus votos puedan ser emitidos libremente. Es decir, las reglas del juego, según Norberto Bobbio.

Pero lo que sí hace democrático un sistema, es que existan condiciones reales para que esa alternancia pueda ocurrir si así lo deciden las y los ciudadanos.

Si un sistema en donde los ciudadanos, por mucho que hagan no pueden cambiar al partido en el Gobierno, pues ese es un sistema que no es democrático. Lo que hace democrático a ese sistema electoral, es que estas condiciones existan y ya es cosa de los ciudadanos, quienes con su voto decidan si hay una alternancia o no la hay.

Pero el hecho de que hayamos tenido un 63 por ciento de alternancia es la mejor prueba de que esas condiciones existen y que no son los gobiernos y su injerencia indebida en las elecciones, los que definen los resultados de las mismas.

Un índice, por cierto, que nos arroja que, las posibilidades que tiene un partido que ganó una elección, de volver a ganar la elección siguiente, es solamente una de cada tres probabilidades.

Y, por cierto, todos los partidos políticos se han visto beneficiados por este fenómeno de alternancia en alguna ocasión. Cuando hay una alternancia qué quiere decir, que hay quien gane y quien pierde algo, es absolutamente normal en una democracia.

Pero lo que los datos en este periodo nos arrojan que no hay nadie que haya ganado todo, y nadie que haya perdido todo, y mucho menos que eso haya pasado de una vez y para siempre, justamente lo que define un sistema de democracia.

El siguiente, por favor.

No me voy a ahogar en cifras, ni quiero atosigarlos, pero no es lo único que hace el INE, hacer elecciones de la mano a los OPL, por supuesto, hacer elecciones y contar votos.

Hay múltiples servicios a la ciudadanía que el INE ha logrado desarrollar y mejorar en estos en estos tiempos.

Por ejemplo, el haber expedido, en estos ocho años y medio, más de 112 millones de Credenciales para Votar con Fotografía que, como ustedes saben, es el mecanismo de identificación primordial que existe en México, con un conjunto de trámites en promedio diario en nuestros 850 módulos de 45 mil operaciones, llegando a picos en ocasiones de 330 mil operaciones al día.

Insisto, en uno de los servicios de los que estamos más orgullosos, porque es nuestro primer contacto con las y los ciudadanos; problemas hay, mejoras sin lugar a dudas las hay, pero la emisión de la credencial es uno de los mecanismos más, digamos, de los servicios públicos más eficaces que existen hoy en día en nuestro país.

Si vamos adelante.

Bueno, esto nos ha permitido -la siguiente- nos ha permitido construir una base de datos personales que es la más grande que existe en nuestro país, esos datos no son nuestros, son de ustedes, son de todos nosotros, son de cada uno de los ciudadanos que acude a los módulos a hacer un registro, pero es la base de datos más grande, incluso en términos de los datos biométricos de las y los ciudadanos.

Y eso lo hemos venido utilizando, sin entregar los datos, esto es lo más importante, para, por ejemplo, contribuir al combate de un flagelo que es gravísimo y que afecta, que es lacerante para la sociedad mexicana que es el tema de las desapariciones.

Gracias a la base de datos hemos logrado dar identidad a millares de cuerpos desaparecidos que aparecen y que están en los SEMEFOS, aunque lamentablemente hay cerca de 14 mil trámites que ya implicaron una coincidencia de la huella que los servicios periciales, que los servicios forenses, le han remitido al INE, con la base de datos que tiene el INE, peo no se ha podido entregar la identidad de ese cuerpo porque hay un embudo en los servicios forenses.

Déjenme decirlo así, lo que el INE hace es un macheo, un match informático, pero que no tiene validez jurídica, la validez jurídica la tiene que determinar un peritaje llevado a cabo por los servicios y forenses y hasta que ese peritaje no se realice, nosotros no podemos entregar la ficha completa del registro en nuestro poder; empezando por el nombre y el domicilio.

Y aquí lo que hemos tenido es que cerca, de cerca de 19 mil compulsas exitosas, o sea que sí han dado un macheo en la base de datos del INE, solamente poco más de cuatro mil han sido verificados, casi cinco, 4 mil 500 han sido verificados por los servicios periciales, con lo que hay 14 mil personas, cuerpos, a los que ya estamos listos para darle identidad y con ello paliar, pues el dolor de las familias que hoy no saben el paradero de su parentela.

En fin, hasta para eso sirve la base de datos. Si seguimos, bueno, hemos logrado, hemos contribuido también para la identificación de personas desaparecidas, personas que no se sabe su identidad, no hablo de cadáveres, no hablo de cuerpos, hablo de personas.

Si seguimos adelante. Entre los servicios que el INE también realiza y luego se dice que cuestan tanto.

La semana pasada, perdónenme la regresión, un paréntesis, invitado a un foro de los de la discusión, de estos foros abiertos en la Cámara de Diputados para discutir la reforma electoral un diputado decía, hacía una operación, pues que es una operación, pues válida, pero falaz: dividiendo el presupuesto del INE por el número de electores y, en consecuencia, diciendo pues en México tenemos el voto más caro en el mundo, entonces, vuelvo a insistir, es falaz, porque las comparaciones, ahí estamos, ahí tenemos los datos, en cualquier momento se los llevamos a la Cámara de Diputados de lo que cuesta el voto en otros países.

Pero lo que quiero decir es que, pues se está obviando que el INE realiza muchísimas cosas adicionales a solamente hacer elecciones, como, por ejemplo, gestionar esa base de datos, repito, con todos los sistemas de seguridad, porque imagínense la pérdida de información personal, el impacto que podría tener en el tema de intimidad y de la protección de los datos personales que representa, por cierto, la gestión del Padrón Electoral, el 30 por ciento del gasto operativo del INE año con año, haya o no elecciones, pero que permite esos servicios como los que mencionaba.

También se olvida que el INE es el único órgano del Estado mexicano y, por cierto, el único órgano electoral en el mundo que monitorea todas las estaciones de radio y televisión. Si alguien me pregunta que por qué no lo hace el IFT, yo le contestaría, opino lo mismo.

Pues es que el Instituto Federal de Telecomunicaciones es el que debería estar haciendo este monitoreo, bueno digamos que el IFT nació después que la Constitución le encomendó al INE crear este sistema de monitoreo, pero cuando nació el IFT yo me reuní con el Presidente y le dije: oye, te trasladamos la gestión de ese servicio, págalo tú y nosotros te pagamos por lo que nos hagas para efectos de la elección, es decir, ¿no? Me dice, es que no tengo tantas instalaciones porque monitorear todas las señales del país requiere tener 150 antenas distribuidas en todo el país, antenas que están en nuestras oficinas distritales una, que tenemos una en cada uno de los 300 distritos.

Le dije, no te preocupes, en comodato te dejo que esté ahí la antena; es más te la cedo sin costo, pero hazte cargo tú de la administración de esto que cuesta cerca de 500 millones de pesos al año.

No, mejor no, porque ustedes ya pagaron el costo que significa confrontarse con las televisoras, entonces pues mejor quédenselo ustedes, bueno, está bien, ahí lo tenemos, la Constitución nos mandata tenerlo.

Y, por cierto, lo utilizamos entre otras cosas, para colaborar con otras instancias del gobierno federal para ahorrarle recursos. Hasta hace tres años, la Secretaría de Gobernación pagaba un servicio de monitoreo, porque la Secretaría de Gobernación también tiene responsabilidades en los contenidos de la radio y la televisión, a través de RTC, y, por cierto, Cofepris también tiene que hacer un monitoreo para ver que los contenidos se ajusten a las fajas horarias, a las franjas horarias.

Bueno, lo que hicimos fue firmar un convenio y hoy el INE le hace, le brinda gratuitamente a la Secretaría de Gobernación este servicio, con lo que le ahorramos 500 millones de pesos, bianuales, que antes pagaban y luego dicen que el INE está en contra del gobierno.

Vuelvo a abrir otro paréntesis, nunca con ningún gobierno habíamos firmado tantos convenios de colaboración como con el gobierno actual, por cierto, cierro el paréntesis.

En el INE somos autónomos y somos muy celosos de nuestra autonomía, pero una cosa es ejercer nuestra autonomía y otra cosa es ser un ente autárquico que no se entienda como parte del Estado y que entienda que su función es trabajar con otros órganos del Estado en áreas que tienen que ver con un beneficio social.

Bueno, este modelo tan funciona que en los últimos años se ha logrado un índice de cumplimiento por parte de las televisoras que se rebasa el 99.5 por ciento, esto qué quiere decir, claro que hay compromiso de las televisoras por cumplir, pero también una vigilancia eficaz que ha llevado al INE a sancionar a aquella televisora que no cumpla con sus obligaciones constitucionales.

Pero el modelo funciona, ¿es perfectible?, sin lugar a dudas. Valdría la pena quitarle muchas de las prohibiciones que hoy existen, sin duda, nada más que yo no le quitaría una que ha sido fundamental para lograr equidad, por cierto, que es que no se utilice la propaganda gubernamental con fines políticos, político-electorales.

O también, que las prohibiciones que tienen los funcionarios públicos, digamos, tan de moda la violación a las mismas, para intervenir aprovechando su función, su rol público, en la equidad de los procesos electorales.

En suma, si continuamos. El sistema funciona y ahí están las cifras para justificarlo, ¿es mejorable?, sin duda, pero no podemos decir que el sistema deba echarse a la basura y la mejor prueba de ello es la credibilidad ciudadana que tienen los órganos electorales.

Aquí voy muy rápido y, por cierto, esta presentación es información pública, así que está a disposición de ustedes si quieren analizarla a más detalle.

Aquí lo que hago en estas láminas siguientes es reproducir algunas de las encuestas de opinión pública que en el último año se han realizado y que colocan al Instituto Nacional Electoral y, por ende, diría yo, al sistema nacional electoral en su conjunto, como la institución civil del Estado mexicano que mayor credibilidad y confianza tiene entre la ciudadanía.

Del lado izquierdo de esta la lámina tienen la encuesta de Cultura Democrática que realizó el INEGI a principios del año pasado y que colocaba al INE, en el rango de 60 por ciento de credibilidad, sólo abajo de las instituciones militares del Estado.

En el lado derecho tienen una secuencia de datos de Parametría, otra casa encuestadora, que revela cómo la credibilidad pública del INE, en el último año, oscila entre el 60 y algo por ciento y el 70 por ciento.

Si vamos a la que sigue podrán ver otro tipo de referencias, ésta es una encuesta que realizó -la de la izquierda- la que realizó Reforma después de la Revocación de Mandato en donde, a pesar de la campaña sistemática, una inédita campaña sistemática y coordinada de descalificación desde los circuitos gubernamentales, de la autoridad electoral, algo que es muy preocupante, porque que se descalifique a la autoridad electoral en un contexto de malos perdedores.

Pues eso ya lo conocemos, lamentablemente todavía no hemos logrado asumir como parte de la cultura política de nuestra clase política, aquello que Felipe González, desde finales de los noventa, en una serie de conferencias magistrales, por cierto, disponible en línea en la página del INE, en 1999, dictó en las instalaciones del entonces IFE.

Y el título dice por sí solo toda la lógica de la conferencia de Felipe González, una conferencia que se titulaba “La aceptabilidad de la derrota como condición de funcionamiento de la democracia”; una democracia tiene a crujir cuando quien es derrotado en las urnas dice: no perdí, me robaron.

Y esa es una práctica muy difundida entre la clase política y podemos encontrar en los últimos años ejemplos de todos los partidos políticos que al perder una elección han dicho: no perdí, me robaron, soy objeto de un fraude, con lo que se consolida que en México el único fraude, en materia electoral, existente es el discursivo, el fraude del fraude, pero bueno, no me quiero meter en berenjenales, que no era el objeto de la plática, lo dejo ahí.

Bueno, está ahí, si puedo regresar la anterior, ahí está, después de esa descalificación -si me ayudan con la lámina previa-. Después de la descalificación de que fuimos objeto durante la Revocación de Mandato, pues el INE tenía una credibilidad de 64 por ciento.

O, la gráfica de la derecha, que es una secuencia de encuestas trimestrales que realiza GEA-ISA, bastante conocida, en donde puede verse cómo en el primer trimestre de este año, sí hubo un bajó de la credibilidad de un 70 por ciento, de un 73 por ciento a un 60 por ciento de la credibilidad del Instituto Nacional Electoral, producto de esa campaña sistemática y consistente de descalificación, pero cómo inmediatamente después de los buenos resultados de la Revocación de Mandato, en el segundo trimestre volvimos a los índices del 70 por ciento.

Con lo cual, insisto, el INE es hoy la institución mejor valorada por la ciudadanía, la institución civil mejor valorada por la ciudadanía de las que integramos el Estado mexicano.

Ahora sí vamos a la siguiente, pero no se trata de un asunto, esto no es un concurso de popularidad, la popularidad se la dejo a otros, creo que aquí se trata, la credibilidad del INE es algo de lo que dependemos nosotros para poder hacer nuestro trabajo, en primer lugar, las elecciones, y es que para que las elecciones funcionen necesitamos trabajar de mano de la ciudadanía.

Las mesas de votación las casillas no se instalan solas, las instalan ciudadanas y ciudadanos que han decidido trabajar, colaborar con su INE para que las mismas puedan instalarse y, en consecuencia, los votos recibirse y contarse por ciudadanos imparciales, autónomos, es decir, no por funcionarios del INE, no por funcionarios profesionales; los ciudadanos que atienden las mesas, que son funcionarios de casilla, son funcionarios electorales por ese día, pero no son funcionarios profesionales, son ciudadanos de a pie que tienen ese rol fundamental e indispensable de ser ciudadanas y ciudadanos no partidistas, ¡hombre!, todos con sus filias y fobias políticas, no más faltaba, quienes reciben y cuentan los votos de las y los ciudadanos.

Por eso el INE, me gusta decir, no es el que cuenta los votos, lo hacen a través de las y los ciudadanos que son los que los cuentan.

Bueno, si los ciudadanos, dado que no es una obligación participar con el INE para que las elecciones se lleven a cabo, no tuvieren credibilidad en el Instituto, las elecciones no se pudieran llevar a cabo, es decir, no se trata –insisto- de presumir que tenemos un 70 por ciento, de ese 70 por ciento depende que las elecciones se puedan llevar a cabo.

Y estas son las cifras que en esta lámina busco ilustrar, recreando o reconstruyendo los daos de los últimos tres procesos electorales.

En las elecciones de 2021 necesitábamos, de acuerdo con lo que establece la ley, que más de un millón 460 mil personas, ciudadanas y ciudadanos mexicanos que fueron sorteados, capacitados y que se les convenció trabajar para realizar las elecciones, para fungir como funcionarias y funcionarios de casilla.

Bueno, después de la primera etapa de capacitación, es decir, esa visita en sus domicilios que constituye, por cierto, se dice fácil, es la visita que el INE tiene que hacer cada vez que hay elecciones para, a los domicilios del 13 por ciento de los ciudadanos que se sortean del Padrón Electoral, el año pasado esta cifra significó casi 13 millones de domicilios.

Constituye el trabajo de campo más grande que realiza el Estado mexicano, sólo después del censo que se realiza cada 10 años por parte del INEGI, después del censo que se hace cada 10 años, el trabajo más grande de campo más grande que hacen las instituciones del Estado mexicano es el que realiza el INE cuando hay elecciones.

Y es lo más caro de una elección, ¿por qué se tiene que visitar a ciudadanos?, por cierto, no sé si se han puesto a pensar esto, ¿por qué tiene cada elección que sortearse a ciudadanos?, ¿por qué no se utiliza a los mismos ciudadanos que fueron sorteados y capacitados en la elección anterior para que organicen las elecciones siguientes?

¿Saben por qué?, por la desconfianza. Porque volver a sortear desde cero es la mejor garantía de que los partidos políticos no van a saber a priori quiénes van a ser quienes van a contar los votos y consecuentemente no puedan, sabiendo dónde viven, porque los partidos tienen acceso al Padrón Electoral, ir a visitarlos y eventualmente coaccionarlos o presionarlos o peor aún, intentar comprarlos, con lo cual esa clave que es la garantía de que los votos se van a contar tal como fueron emitidos, sin alteraciones, se vería alterada.

Claro que cuesta nuestro sistema electoral más que otros, ¿saben quién cuenta los votos en Gran Bretaña?, híjole aquí yo no sé cómo vamos de tiempo, yo aquí me quedo, además estoy en casa, pero no sé si puedo contar una anécdota y si les interese de cómo se hacen las elecciones en Gran Bretaña, porque a mí me dejó sorprendido, ¿se vale Manuel? ¿sí?, bueno.

Permítanme telegráficamente abrir otro paréntesis, ofrezco una disculpa, y después acelero el paso, lo prometo. Cuando fui invitado como observador electoral, al Brexit, en 2016, fue la primera vez que había ido a Gran Bretaña a ver una elección, me quedé anonadado.

Les cuento cuatro anécdotas: primera anécdota, llegamos a las casillas antes de que la votación arrancara y, por supuesto, lo primero es empezar a platicar con los funcionarios de casilla y preguntarles cómo es que llegaron a ser tales: ¿oiga y usted qué hace?, no pues yo soy funcionaria del Sistema de Aguas del municipio, ¡ah!, funcionaria pública.

Y, ¿usted qué hace?, no yo soy funcionario del Sistema de Correos, ¡ah!, funcionario público, y ¿usted qué hace?, no yo trabajo para el fisco, ¡ah!, funcionario público; oiga y ¿cómo es que ustedes llegaron aquí?, pues nos llegó una instrucción de la autoridad electoral diciéndonos usted tiene que ser y ¿quién lo capacitó?, uy a mí me capacitaron hace 25 años, ¿cómo?, sí es que desde hace 25 años soy el mismo funcionario en esta casilla recibió y cuento los votos.

Imagínense, yo me puse a pensar. Imagínense que, en México, para ahorrarnos ese trabajo de campo que yo decía, le pidiéramos, no sé, a funcionarios públicos, tal vez a los servidores de la nación que ellos sean los que integren las casillas y reciban y cuentan los votos. Creo que alguien diría ¡fraude!,

Segunda anécdota, empieza la votación y se repite, pues veo que los ciudadanos depositan sus votos en una caja negra en un tupperware negro, grandotote, eso sí muy bien sellado. Y oiga, ¿qué es eso?, me miran extrañados y me dicen: se llama urna, no, no entiendo, cómo saben lo que hay allá adentro, porque no se ve lo que hay adentro, me dicen, muy sencillo, boletas.

Oiga, sí, ya sé, pero acaba de empezar la votación, ¿cómo saben que no está llena?, pues porque no ha empezado la votación, pero y ¿si alguien la rellenó antes?, oiga, eso está prohibido; sé que son muchos de ustedes jóvenes y son hijos de la transición, pero pongan en el Google o qué se yo y pónganle el concepto “urnas embarazadas” y van a entender a lo que me refiero, es decir, en los tiempos afortunadamente idos uno llegaba a votar, era el primero de la fila y la urna estaba llena, bueno, dicho eso.

Tercera anécdota. Insisto, empieza la votación, llegó un señor le preguntan los funcionarios, ¿usted quién es?, pues yo soy John Smith, ¡ah, pues mucho gusto! y dónde vive, en tal lado, perfecto aquí está su boleta y digo, pero no se ha identificado, cómo sabe que ese señor es John Smith, paréntesis entre paréntesis, en Inglaterra está prohibido solicitar un ID, de ahí  una identificación oficial, porque los ingleses juzgan que el derecho a la identidad es personal y, por lo tanto, no puede depender de un reconocimiento del parte del Estado.

Pero bueno, allá los británicos y sus broncas. Dicho eso, pero oiga no se ha identificado, le dijo que era John Smith, sí y cómo sabe que es John Smith, porque me lo dijo. Oiga y cómo no sabe que es alguien más haciéndose pasar por John Smith, pero ¿eso para qué?, pues para votar en lugar de John Smith, oiga eso está prohibido, eso no se puede hacer, bueno está bien.

Contamos lo que ocurría aquí hace 30 y tantos años, mejor no. Bueno, entonces lo dejo a que lo averigüen, ahí está, trabajo de investigación.

Y última anécdota, todos ustedes ya votaron o casi todos votaron, saben que la papelería electoral en México es sagrada, se hace en papel seguridad, se resguarda por el Ejército. Cuando acaba la votación, si no se guarda lo que llamamos cadena de custodia que es el dolor de cabeza de todas autoridades electorales, eso puede traer como consecuencia que se anule una elección.

Bueno, se estaba acabando la votación y en una de las últimas casillas que vistamos había una larguísima fila de votantes, 50 personas, y adentró no había más de cinco, 10 boletas y yo dije: aquí va a arder Troya, aquí sí quiero ver, ¿no?, llamen a los bomberos, la policía, porque aquí va a haber trancazos.

No, uno de los funcionarios de la mesa tomó la boleta se salió con ella, yo estaba gritando ¡detengan ese delincuente electoral, que está robando material electoral!, y a los cinco minutos regresó con un paquete de fotocopias, las puso en la mesa, que siga la votación.

¡Imagínense ustedes si el INE fotocopiara o los OPL fotocopiara las boletas para que la votación se llevara a cabo! Eso, perdón, para decir simple y sencillamente que hay sistemas electorales como el británico fundados en la confianza y otros, como el nuestro, que está fundado en la desconfianza y eso tiene sus costos.

En México tenemos cada elección que hacer este despliegue de campo, vuelvo al punto, que es carísima.

Vuelvo al punto que me ocupa, después de la primera etapa, el número de ciudadanos que cumplía con los requisitos, es decir, que eran aptos, que habían aceptado fungir como funcionarios electorales, y que, además, habían recibido su capacitación, alcanzaba casi los tres millones, el doble de los que el INE necesitaba.

Y en la Revocación de Mandato cuando necesitábamos 187 mil, casi 190 mil funcionarios de casilla, perdón, 287 mil, debían haber sido más, pero lamentablemente no nos permitieron poner más casillas, porque no nos dieron el dinero para hacerlo, dicho eso, el día de la, al cabo de la primera etapa ya teníamos a más del doble, es decir, el 230 por ciento, 659 mil ciudadanos que habían aceptado y en las elecciones del junio pasado, en los seis estados, necesitábamos a casi 150 mil y 340 mil ciudadanos habían aceptado.

Eso es, me parece, el símbolo fundamental de la confianza en el sistema electoral y miren que la Revocación de Mandato fue un ejercicio muy controvertido; muchos ciudadanos decían yo no creo en esto, pero el INE me está llamando y voy a participar, en fin, así estamos.

Reforma ¿sí o no?, si vamos a la que sigue, por favor.

Dos más, miren no quiero entrar a discutir las reformas que se han planteado, me parce que es algo que les corresponde a los órganos electorales, pero sí quiero, a la luz de lo que he dicho hasta ahora, hacer un statement, una aclaración frente a ustedes.

Si la pregunta para una reforma es ¿debemos cambiar el sistema electoral porque el sistema actual no funciona?, y por lo tanto si no hay reforma la democracia está en riesgo y, por ende, es indispensable, la respuesta es clara y contundente: no.

Si no hay reforma, no nos va a pasar nada, la elección del 2021 fue la elección, desde el punto de vista técnico, de funcionamiento de los sistemas, de participación ciudadana, ya lo decía, del número de ciudadanos que aceptaron fungir como funcionarios, mejor realizada en la historia.

Nunca antes se había realizado, desde el punto de vista técnico, una elección tan bien hecha como el 2021, las cifras están allí para constatarlo.

Esto qué quiere decir, que, en 2024, si no hay cambios a las reglas electorales, el INE y miren que no voy a estar yo, así que no, eso es una confianza en la institución, no en quienes la presiden, el INE va a, estoy seguro, y los OPL, van a organizar la mejor elección que se haya organizado en la historia.

Y la del 24, por cierto, va a ser la elección más grande y probablemente la más compleja que se haya realizado en el país. Oiga, pero eso ya lo dijo en el 21, sí y también en el 18, también en el 15 lo que pasa es que el Padrón sigue creciendo y el número de potenciales electores, estimados hoy, en 2024 va a ser de 97 millones.

Y lo que sabemos ya desde ahora es que el número de cargos que se van a elegir, que van a estar en disputa, por la concurrencia entre elecciones locales y elecciones federales, va a ser el más grande que jamás se haya puesto en, digámoslo así, sometido a una elección.

Entonces, en ese contexto hay que preguntarnos si una elección es indispensable para que la democracia se recree; y la respuesta, vuelvo a insistir, no, no es necesaria una reforma electoral.

¿Es pertinente? siempre va a ser pertinente si se cumplen tres condiciones -pasamos a la siguiente- Primera condición, que esa reforma sea el producto de un amplísimo consenso entre las fuerzas políticas, si se puede un consenso unánime mejor.

Miren, Norberto Bobbio nos dice que, la regla de oro de la democracia es que las decisiones se tomen por mayoría, pero que cuando se toman decisiones que tienen que ver con la definición de las reglas del juego el consenso unánime, de ser posible, es indispensable.

De lo que aceptamos, de lo que estamos hablando es de las reglas del juego que van a valer para todos los actores políticos, y si hay actores políticos que son desplazados, que son marginados de la definición de las reglas del juego, entonces lo que estamos teniendo es un potencial problema.

Porque quien pierda mañana va a decir, como ya lo ha ocurrido en nuestra historia, que perdió por reglas del juego que él no avaló y que le impusieron. Es decir, una reforma electoral si quiere ser benéfica, con independencia de sus contenidos, tiene que ser el producto un gran arreglo político, de un gran acuerdo político.

Y la verdad, lo digo con mucha preocupación, en un contexto en donde se ha abaratado de tal manera, un contexto político, en el que se ha abaratado de tal manera expresiones tan graves como la de traición a la patria, no sé si ese contexto sea el propicio para generar este amplio consenso que es indispensable.

Hombre hoy tenemos a la mitad de la Cámara de Diputados denunciada penalmente por traición a la patria, y hace unos días escuchaba al presidente de un partido político, con el que tengo comunicación, y, por cierto, con todos tengo comunicación, eh, no hay uno solo con que no tenga comunicación.

Ahora salieron, por cierto de manera ilegal, porque supongo que le hackearon el teléfono, no era el mío, o espero que no sea el mío, porque el mío está hackeado seguramente.

Y eso ya lo sé, les puedo contar con experiencias propias, si se hiciera público las comunicaciones que tengo con todos los presidentes de los partidos políticos se puede constatar lo que he venido diciendo, con todos hablo, porque es mi rol como Presidente del INE, con todos tengo chat, todos me han pedido favores, y a todos se les ha contestado de la misma manera.

Información se les dan, pero las decisiones las toma el Consejo, así que no hay trueques ni mucho menos, que luego hay familiaridad, pues sí, ni modo, se me da por decirle querido presidente, querida presidenta a todos, así que esto.

¿Por qué le hablas así? Pues porque si hablo, luego de que los quiero en serio pues es otra historia, pero, bueno, no sé, pero son cuestiones, son reglas de cortesía, y el Presidente del INE tiene que hablar con todos, asumo yo.

Dicho eso, escuchar a un presidente, al presidente del PRI en un spot de los que nosotros pautamos, decir que el gobierno, enumerar lo que el gobierno ha hecho y calificar eso como traición a la patria.

Es decir, aquí ya todos se dicen traidores, y eso es bien delicado, hombre, estamos normalizando la intolerancia como el modo de hacer política, y eso no nos va a llevar a ningún lado, a ningún lado bueno, o por lo menos a ningún lado democrático.

Bueno, ¿en ese contexto es el que queremos hacer la reforma electoral para construir estas condiciones?

Segunda condición, segundo, para que la reforma sea pertinente, que sirva para mejorar el sistema electoral.

Si vamos a hacerle caso a lo que dijo el presidente de la Cámara de Diputados, un muy buen amigo que se lleva pesado, sin embargo, yo llevo buena relación con todos, ¿no? se lleva pesado porque hasta penalmente nos denunció, con lo que por primera vez en la historia electoral del país nos denunció penalmente.

Por cierto, ya cerraron las indagatorias, con lo que se demostró una vez más por parte de la Fiscalía la intencionalidad política con la que actuó el presidente de uno de los poderes de la Unión, lo cual es grave, pero bueno, cada quien.

Entiendo que ande muriéndose por una candidatura, ¿no? Pero, bueno, pues creo que usar a los órganos del Estado para ello me parece que es delicado, pero eso no lo juzgo yo.

Dicho eso, hace un año Sergio Gutiérrez Luna declaró a la prensa que dado que ya habían cambiado las cosas ya era tiempo de que volviera a la administración de las elecciones a la Secretaría de Gobernación.

¡Chin! tirar 30 años a la basura me parece que no es lo más pertinente como consejo, sí, como dicen los anglosajones, y me gusta replicar, si funciona no lo arregles, porque una de esas lo compones. Pero si hay una reforma que mejore lo que hay que mejorarle, pues, adelante.

Y tercera cosa, que sea el producto de diagnósticos adecuados, porque si vamos a hacer una reforma con el hígado, o con el estómago, y no con la cabeza, sí vamos a hacer una reforma con datos que no son ciertos, objetivos, y verificables, estoy seguro de que esa reforma tarde o temprano nos va a llevar a un lugar a donde no queremos llegar, no va a ser una buena reforma.

Si se parte de un diagnóstico como el que hizo el Presidente de la República, y lo digo con muchísimo respeto, el 5 de febrero pasado en Querétaro, cuando dijo que iba a presentar su iniciativa de reforma electoral para que ya no hubiera fraude, y para que los muertos no votaran.

¡Hombre! fraudes en México no ha habido ya desde hace mucho tiempo, y el sistema electoral es garantía de ello, y los muertos no votan desde que tenemos el padrón electoral que hoy tenemos.

En 1990, perdón, 91, se construyó ese ese padrón electoral y es la principal garantía de que los muertos no voten.

Que luego haya muertos que firman mecanismos de participación ciudadana, como ya lo constató el INE, pues sí, pero en realidad no los firmaron los muertos, esos más bien son jugadores desleales, tramposos, que, con conductas fraudulentas, que no fraudes electorales, hicieron, quién sabe dónde consiguieron fotocopias de credenciales de elector, algunas de ellas de personas ya fallecidas, y las falsificaron.

Pero esos actos fraudulentos se combaten aplicando la ley, sancionando a quien los comete, no haciendo reformas electorales.

Así que ojalá y esta reforma, si la hay, parta de diagnósticos objetivos, de datos ciertos, y no de falacias o, peor aún, de filias y fobias, o de rencores personales.

Y termino con dos cosas más, -si podemos la siguiente- No estoy criticando la reforma del Presidente, al contrario, que es muy positiva que el Presidente la haya presentado, porque se acabaron las especulaciones.

Ya sabemos qué es lo que el Presidente quiere cambiarle al sistema, y ya serán los legisladores los que decidan si esos cambios que, entre otras cosas, por cierto, suponen la desaparición de los órganos electorales locales y reinventar al INE de cabo a rabo, entre otras cosas, eliminando el servicio profesional electoral, que hoy tiene una base constitucional, y se plantea quitarla.

Eliminando la estructura desconcentrada del INE y haciendo esa estructura, no una estructura permanente, sino en estructura que se crearía que de cara a cada elección, con lo cual se acaba la profesionalización de las elecciones.

Modificando la composición de la Cámara de Diputados y de Senadores, quitándole al electoral al INE, porque al INEC se le daría solamente la facultad de hacer la lista nominal, imprimir la lista nominal, o sea, no hacer el padrón electoral, que es de dónde la lista nominal sale.

Pues eso le va a tocar a los legisladores juzgar si es pertinente o no, pero a la luz esta presentación que, insisto, es positiva, porque ya nadie especula, ya se sabe, ya hay una base cierta sobre la que avanzar los trabajos, pues sí hay unas características que llaman la atención, y las pongo sobre la mesa.

No son un juicio, que quede claro, pero se trata así de la primera reforma electoral que en los últimos 30 años ha sido planteada desde el poder, y que refleja cuáles son los intereses del partido gobernante.

Hasta ahora todas las reformas las planteaban las oposiciones tratando de mejorar lo que desde su punto de vista eran esos problemas que debían resolverse, hoy no.

Segunda característica, se trata de la primera iniciativa que no fue precedida por una amplia discusión, o la generación de algunos acuerdos preliminares.

La de 1977, aquella donde arrancó esta historia, es el resultado, sí, seguramente, de lo que redactó don Jesús Reyes Heroles, como Secretario de Gobernación, pero ahí están esos fantásticos 13 tomos que compilan los foros de la reforma electoral, las discusiones que en esos espacios se realizaron.

O la reforma de 2014, que fue producto, para bien o para mal, de ese gran consenso político que se conoció como Pacto por México, y que yo no juzgo si fue bueno o malo, pero hubo un ejercicio de arreglo a priori.

Ahora se está tratando de construir los arreglos, en ese ambiente que ya mencionaba, después.

Tercera característica, ésta sería la primera reforma, si se aprueba la que sea, que se va a poner a prueba en una elección presidencial, porque en el último cuarto de siglo todas las reformas se han hecho y puesto, se han calado, se han instrumentado, en elecciones intermedias.

Con lo cual se ha tenido la posibilidad de poder mejorar lo que había que mejorar, a la luz de esa primera instrumentación, de cara a las elecciones presidenciales.

Así pasó con la reforma de 1996, que se instrumentó en la elección intermedia del 97; así pasó con la reforma 2007, que se puso a prueba en la elección intermedia de 2009; así pasó con la reforma de 2014, que se puso a prueba en la elección intermedia de 2015.

Aquí pondríamos a prueba los cambios en una elección, que ya decía, va a ser la más grande, y probablemente la más compleja de nuestra historia, como va a ser la del 24.

Y, cuarta característica, se trata de la primera reforma refundacional del sistema electoral en los últimos 30 años; yo no digo que esté bien o mal, pero hace 30 años cuando se creó el INE, el IFE, y el Tribunal Electoral, el TRIFE, el Tribunal Federal Electoral, fue porque se tenía que dejar atrás la época de las elecciones organizadas por el gobierno.

Hoy se está planteando una refundación radical, vamos a un nuevo sistema electoral completamente distinto al que hoy conocemos, y yo no sé si eso sea lo más pertinente o no, y si eso sea necesario, porque si algo nos enseñó, y por eso el énfasis de nuestra historia, es que la transición se articuló a partir de reformas gradualmente instrumentadas, que fueron mejorando poco a poco algunos de los aspectos, a partir de las necesidades que se iban identificando, que las reformas previas habían establecido.

Ésta sí es un borrón y cuenta nueva, sería una reforma que, no es solamente el cambio del INE al INEC, es una reforma que transforma radicalmente las instituciones, la institucionalidad electoral, los procedimientos electorales, y seguramente también los criterios.

En fin. ¿No habría que cambiar nada? ahora sí, ya deveras acabo.

Pues sí, hay mucho que mejorarle al sistema electoral, y no soy ni el legislador, ni tengo facultad de iniciativa, pero si ustedes me preguntan, para que no se queden con la sensación de que soy un conservador, y no quiero cambios en el sistema electoral, ser conservador a veces es positivo, si lo que se plantea mejorar, o sea, lo que se plantea para mejorar no necesariamente es más pertinente.

Pero, no, hombre, no, no soy, no es eso, hay mucho que mejorar en nuestro sistema electoral.

Permítanme plantear seis temas, sólo plantearlos, primero, yo mejoraría el sistema de representación, porque esa disposición constitucional que hoy todavía establece que los partidos pueden tener un ocho por ciento de diputaciones, de proporción de diputaciones mayor a la de votación que recibieron, es el resultado de un arreglo político que corresponde a hace un cuarto de siglo.

En 1996, para aprobar la reforma electoral, el PRI le pidió a las oposiciones que se le garantizará, porque ellos asumían que era para ellos, que se garantizara que el partido más votado tendría la posibilidad de tener un ocho por ciento de diputados más que el porcentaje de votos.

Es decir, que un partido si tenía 40 por ciento de los votos pudiera tener el 48 por ciento de la Cámara, y mi pregunta es, ¿por qué hoy tenemos que mantener eso?

Si es claro y notorio que un sistema representativo democrático supone que el peso electoral de un partido se traduzca en la mejor manera, de la manera más fiel posible, en el número de escaños que le corresponde. Bueno, ahí lo dejo.

Y ya sé que los senadores quitan al pacto, que estamos aquí en el Estado de México, hablar de federalismo, ya sé que los 32 senadores de representación proporcional no reflejan nada.

Por qué no hacemos lo que está proponiendo el Presidente para diputados en el Senado, pongamos que haya tres o cuatro senadores electos por entidad, y que se elijan con sistema proporcional puro en cada entidad.

Que cada entidad sea una circunscripción, que en el Estado de México el partido que tenga el 25 por ciento se lleve un senador, el que llegue el 50 el segundo, y así sucesivamente.

Y, claro, que se utilice la fórmula de resto mayor, así se garantiza que el Senado nuevamente tenga, la representación, la Cámara de representación del pacto federal, pero sin perder el pluralismo político que con los años hemos logrado inyectarle.

Y en la Cámara de Diputados, por cierto, el Presidente no sé si quienes hicieron en la Cámara la propuesta no son claros, pero la propuesta del Presidente lo que planteo es que haya representación proporcional pura en la Cámara de Diputados.

No es cierto que estén quitando los diputados plurinominales, los están volviendo a todos los plurinominales, a los 300 que se plantea dejar, nada más que, evidentemente, alguien hizo una corrida para ver cómo le favorecía al partido mayoritario.

Porque la representación proporcional, yo soy un defensor de la misma, pero depende como la instrumentes, porque lo que se ha hecho es en lugar de una sola circunscripción o cinco, como existen ahora, se le están queriendo hacer 32 circunscripciones, con lo que se fragmenta la representación, y en muchos estados los partidos minoritarios no van a tener ni posibilidades de lejos de poder acceder a la Cámara.

Con lo cual se concentra la representación en el partido mayoritario, que se haga una circunscripción nacional, que se hagan cinco, o que se mantengan en 500, acuérdense que una Cámara entre más grande sea, más representativa va a ser, aunque esto sea que decida entrar en contracorriente de lo que es la opinión pública.

Segundo, racionalicemos el financiamiento público, bajemos los montos, pero eventualmente cambiemos la fórmula de distribución, que de nueva cuenta viene de 25 años atrás, de un arreglo que ya no es el que hoy tenemos, un arreglo político que no es el que hoy tenemos, y garanticemos que ese dinero, reducido, más racionalizado, siga garantizando la equidad de la competencia que hoy tenemos.

Tercero, abaratemos los procedimientos electorales, siempre y cuando exista un consenso político total, porque si ya no vamos a visitar a 13 millones de ciudadanos, sino a la mitad para abaratar los costos, pues que eso sea también condición pactada, y que nadie el día de mañana vaya a decir, no, es que eso mermó la calidad de las elecciones, ¿me explico?

O introduzcamos el voto electrónico, aunque como lo reflejó un foro que realizó el INE la semana pasada, se evidenció, o antepasada, se evidenció, dicho por Brasil y por la India, que son las democracias más grandes del mundo en donde se utiliza solo el voto electrónico.

El voto electrónico implica una gran inversión inicial en las máquinas, y una gran inversión después para mantenerlas y actualizar el software, y garantizar que no haya hackeos.

Entonces, pero, bueno, yo digo, avancemos, discutamos cómo podemos abaratar sin perder confianza el costo del sistema electoral. -Siguiente-

Y, tercero, y ya acabo, cuarto, eliminemos el secreto ministerial para el INE, afortunadamente el viernes el ciudadano Pío López Obrador fue a entregar el expediente, y está muy bien, porque hay una queja presentada en su contra y el INE no podía avanzar, porque la Fiscalía nos oponía el secreto ministerial.

Qué bueno que eso pasó, que podemos avanzar en ese caso y dilucidar si hay algún ilícito electoral o no, pero no podemos depender de que los ciudadanos sean los que nos den los expedientes ministeriales.

Porque la Fiscalía debe de permitirnos el acceso como nosotros permitimos el acceso, que no la entrega de información, y que no significa que se acabe el secreto ministerial, por cierto, que hoy está en discusión en la Corte, cuando ya el Tribunal había mencionado que no había problema, en fin.

Simplifiquemos el sistema, quitemos algunas prohibiciones, pongo un ejemplo, es absurdo desde mi punto de vista, que la mayoría que hoy existe en el Congreso haya puesto en la Constitución y en la ley de la revocación de mandato que el Presidente no puede pronunciarse durante ese ejercicio.

Oigan, si se está pidiendo la remoción anticipada del Presidente, que no la ratificación, como otros dicen, pero la remoción anticipada, cómo no va a poder defenderse.

Claro, cuando el INE aplica la ley la mayoría en el Congreso nos acusan de sensores, qué poca, perdón, ya no puse lo que sigue, dejo el espacio en blanco para que ustedes le pongan, qué poca, ellos son los que lo prohibieron en la ley.

Quién sabe, tal vez estaban buscando una trampa, poner una trampa al INE, pero el INE siempre ha aplicado la ley, y la ley a veces tiene exceso.

Vuelvo a insistir, creo que hay algunas prohibiciones que deben mantenerse, pero hay otras que tal vez son excesivas, que se discuta y que se abarate, digámoslo así, también desde ese punto de vista lo que ello implica enormes recursos para conducir procesos de investigación.

Y, finalmente, yo diría, a ver, yo estoy muy orgulloso de las decisiones que hemos tomado como INE en términos de acciones afirmativas, en esta Cámara de Diputados hay representación de mujeres paritaria, o sea, una relación paritaria en temas de género, y eso es producto de las acciones afirmativas que tomó el INE, y que nos permitió pasar de la paridad que establece la Constitución en las candidaturas, a una paridad en la representación, que son dos cosas distintas.

Tenemos representación de pueblos y comunidades indígenas cada vez más consistente, tenemos representación de la comunidad, de personas que pertenecen a comunidades, a colectivos de la diversidad sexual; tenemos representación de personas afromexicanas; tenemos representación de personas que padecen algún tipo y discapacidad.

Es decir, sí creo que estos son logros desde mi punto de vista, pero a lo mejor se nos ha pasado la mano y hay elementos que, miren, los migrantes, acabo de regresar de Los Ángeles, estuve en la Feria del Libro de Los Ángeles.

Por cierto, el INE no pagó ningún peso, para que no anden diciendo en los medios, me invitaron, la Feria del Libro me invitó, no, y ahí tuve, aproveché para tener reuniones con comunidades de mexicanos, de migrantes.

Y lo que decíamos era esto, ya los migrantes ya tienen diputaciones, pero no las votaron ellos, porque los diputados migrantes los votamos los que estamos en México, porque la Constitución permite que los migrantes voten solo en la elección de Presidente y la de Senadores, no en la de Diputados.

Lo cual es una aberración les dimos el derecho de voto pasivo, pero no el derecho a voto activo para tener diputaciones, bueno, todos estos son ejemplos que me parece una reforma podría mejorar, ojo, incluso llevando a ley las acciones afirmativas que mañana podrían cambiar, en abril próximo cuatro consejeros nos vamos, y eso puede cambiar la correlación de fuerzas en el INE, en el Consejo General.

Y al cambiar esa correlación lo que hoy son medidas afirmativas mañana podrían revocarse, porque una acción afirmativa depende de quienes integramos los órganos electorales para su instrumentación.

Así que hay algunas reformas, algunas, perdón, acciones afirmativas que valdría la pena llevar a la ley para petrificarlas, para garantizarlas hacia el futuro, y, eventualmente, aprovechar también para corregirle la plana al INE si nos hemos equivocado, si nos hemos excedido en algunas otras cosas.

En suma, siempre será bienvenida una reforma garantizando las condiciones para que lo que hoy no es un problema, como lo era hace 30 años, es decir, las elecciones hoy hace 30 años eran el principal de nuestros problemas, hoy ya no lo son, nuestros problemas están en otro lado, en la pobreza, en el combate a la pobreza, que no hemos resuelto, y que se sigue agravando, en el combate a la desigualdad, que es infame, en el combate a la corrupción, el combate a la impunidad, en el combate a la inseguridad.

Esos son los grandes problemas nacionales, no están en lo electoral, ¿esto quiere decir? ¿que lo electoral no puede mejorarse? Sí, y bienvenida sea una reforma que mejore lo que tenemos, pero si va a ser una reforma para volver a ser de lo electoral un problema, híjole, es lo último que necesitamos como sociedad.

En fin, Manuel, gracias, perdónenme si me he excedido en el tiempo, he abusado de la confianza de estar entre universitarios siendo universitario, pero para mí ha sido un verdadero privilegio estar con ustedes.

Estoy atento a preguntas, comentarios, en fin, lo que ustedes dispongan.

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