Intervención de Lorenzo Córdova, en la presentación editorial: Ciudadanía en expansión. Orígenes y fundamento de la democracia directa contemporánea

Escrito por: INE
Tema: Consejero Presidente

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, EN LA PRESENTACIÓN EDITORIAL EN COEDICIÓN CON SIGLO XXI EDITORES: “CIUDADANÍA EN EXPANSIÓN. ORÍGENES Y FUNCIONAMIENTO DE LA DEMOCRACIA DIRECTA CONTEMPORÁNEA”, DE DAVID ALTMAN

Muchas gracias, Daniela.

Yo también quiero comenzar pues agradeciendo mucho a David, a nuestro autor el que haya accedido a esta traducción, que ya contaba Tomás, no fue sólo traducción, sino una actualización y una nueva edición en la versión española de este libro “Ciudadanía en expansión”.

También quiero agradecer mucho a Tomás por la iniciativa, con el deseo de que, la colaboración editorial con las distintas casas en las que él ha estado, en las que él ha estado colaborando pues ahora, centrada en nuestro querido y entrañable Siglo XXI Editores, sea el primero de muchas publicaciones en el futuro y qué mejor manera de arrancar esta nueva colaboración con este nuevo sello de coedición INE- Siglo XXI, que con la obra de David Altman.

También quiero agradecer mucho a David, a Jean François y a Tomás el que hayan aceptado posponer por una cuestión de prudencia la presentación de esta propia, de esta misma obra.

Debo hacer aquí una confesión, ahora ya se puede hacer, sobre todo dado que hay un reconocimiento público generalizado, a pesar de los ataques de que el Instituto Nacional Electoral fue objeto en la instrumentación de un mecanismo de democracia directa, como fue la Revocación de Mandato.

Debo decir que aceleramos el proceso editorial y que de hecho el libro está en circulación justo desde las semanas previas a que se llevará a cabo la Revocación de Mandato, es esto, por cierto, que viene a desmentir por enésima ocasión aquella falacia en el sentido de que el INE no quería la Revocación y que no la estaba promoviendo.

Vaya, tan pensamos había que reflexionar sobre esta nueva figura o esta figura de primera aplicación en México que optamos por el que probablemente hoy por hoy sea uno de los libros y ahora haré algunas reflexiones y lo digo sin lisonjas para David, que además es un reconocido el colega, como como ya lo ha señalado Daniela en la presentación, pues que la idea era justamente con uno de los libros más actuales que mejor cuenta da de la discusión sobre estos temas y que, además, lo hace, como mencionaré más adelante, como ya lo planteaba el mismo David en su presentación, con una neutralidad analítica que se agradece, porque es un tema muy fácilmente, un tema polarizante y muy fácilmente, digámoslo así, polarizador ¿no? decidimos justamente contribuir con la publicación y con la circulación ya de esta obra a pues al análisis a la reflexión pública respecto de esa novedosa figura.

Sin embargo, debo decir, que por una cuestión de mera prudencia vista las susceptibilidades vaya en un país en donde a quien no está de acuerdo se le tilda de traidor a la patria, hasta se le denuncia penalmente, pues decidimos que lo más prudente era cuidar el proceso y posponer la presentación una vez que los ánimos respecto de ese ejercicio de democracia directa la Revocación de Mandato estuvieran más caldeados.

Creo que hoy esos ánimos ya lo están, al menos respecto de ese tema y creo que hoy es un momento sumamente oportuno para retomar esta idea de presentar una obra que lleva ya algunos meses en circulación.

Así que mil gracias, David, también por la paciencia y la comprensión, pues ya no conceptual sino más bien práctica, a ti, a Jean François y, por supuesto, a Tomás, de los tiempos de esta presentación.

Me da muchísimo gusto, pues, participar en la presentación de “Ciudadanía en expansión” que, como ya mencionamos, se ha mencionado en repetidas ocasiones, se trata de la más reciente novedad editorial del Instituto Nacional Electoral que llevamos a cabo, insisto, en un primer momento habrá muchos otros textos, estoy seguro, en coedición con la prestigiosa editorial Siglo XXI Editores.

“Ciudadanía en expansión” es un libro por demás oportuno para México y me parece que lo es también para todos los países de América Latina. David Altman analiza una serie, un tema de creciente interés y de aplicación cada vez más frecuente en las sociedades latinoamericanas y en el mundo, en general, aunque en otros casos, en otras latitudes, en Europa, en Estados Unidos, pues la democracia directa, los mecanismos de democracia directa tienen una larga historia que siempre ha acompañado y consolidado, digámoslo así, la recreación de su democracia representativa.

Me refiero justamente al de la democracia participativa o democracia directa y los instrumentos particulares que la integran. Con la acuciosidad de investigador y claridad de divulgador, el profesor Altman nos ofrece en texto un recorrido amplio y puntual sobre los orígenes, los fundamentos y los alcances de los ejercicios de participación ciudadana, como el referéndum, la Consulta Popular, la iniciativa ciudadana, la Revocación de Mandato, más allá de las variaciones y de las múltiples denominaciones que estos ejercicios tienen en las distintas realidades constitucionales.

Se trata de un muy completo ejercicio de política comparada sobre los diseños institucionales y usos de diferentes mecanismos de democracia directa en el mundo.

Es un estudio que soporta, ya se ha mencionado aquí, que se soporta, se ha mencionado aquí ya, en una base de datos nutrida que abarca casi cuatro décadas y que parte desde 1980 hasta los últimos años.

Debo señalar y esto es importante, que no es libro militante, en el sentido, no es un libro que milita a favor o en contra de los mecanismos de democracia directa; no toma postura respecto de ellos, algo que debe reconocerse es algo muy difícil en un tema que involucra a una figura o una serie de figuras que han sido utilizadas, muchas veces, parar desacreditar y eventualmente pretender sustituir a la democracia representativa, por un lado, y muchas otras, para condenarla, para condenarlas, a estas instituciones, democracia directa, como parte de estrategias políticas que pretenden erosionar las bases de la democracia liberal tal como la conocemos, la democracia moderna que, por cierto, vale la pena recordarlo y Altman a pesar de esta neutralidad, lo reconoce: es representativa o simple y sencillamente no es.

Altman, en cambio, hace una reflexión analítica, seria y objetiva. Señala las ventajas, pero no omite las desventajas y las problemáticas y, sobre todo, deja al lector su juicio sobre esta figura a partir de los resultados de los datos de la información objetiva que se compilan y se analizan en el libro.

Y éste no es un asunto menor, insisto, en un tema que tiende a generar, en los tiempos actuales, sobre todo, una polarización muy importante de posturas.

Con base en este análisis, David hace una interesante propuesta de clasificación de los instrumentos de democracia directa que ya mencionaba Jean François en su intervención, que contribuye a darle claridad a la discusión sobre el tema y a marcar distinciones relevantes entre las diferentes formas de democracia directa y sus consecuencias, sus implicaciones políticas.

Como bien lo advierte el profesor Altman en su obra, los mecanismos de democracia directa son, y esto me importa a mí resaltarlo, insisto, porque no se trata de un libro que milite ni a favor ni en contra de los mecanismos de democracia participativa en cuanto tal, sino que lo hace con un análisis neutral y objetivo.

Dicho eso, ello no implica que David Altman no reconozca, no advierta, que estos mecanismos de democracia directa son complementarios a la democracia representativa, nunca sustitutivos de ella.

En ambos tipos de mecanismos: los de democracia directa y los de la democracia representativa, se puede construir una interacción virtuosa que siempre debe ir orientada a mejorar el ejercicio de la rendición de cuentas en mano de la ciudadanía, a fortalecer la pluralidad política y a incentivar la participación de las y los ciudadanos en la decisión de la cosa pública.

Para decirlo con Norberto Bobbio, Bobbio decía, prefería llamar a los derechos políticos, en primera instancia el derecho al voto, pero, no sólo, derechos de participación política, porque son los derechos mediante los cuales las y los ciudadanos en las democracias tienen incidencia en la decisión en la toma de las decisiones públicas, y eso vale, tanto para los mecanismos estrictamente, digámoslo así, tradicionales de la democracia representativa, como para los de la democracia directa.

Todo ello, por supuesto, bajo la premisa y esto es otro tema importantísimo a subrayar desde la neutralidad que David asume en su texto, bajo la premisa de que no todas las decisiones, no cualquier tipo de decisión puede ser abordada y procesada a través de los instrumentos de la democracia directa y que es pertinente recurrir a ellos sólo cuando se cumplen determinadas circunstancias, porque si no, corremos el riesgo de derivar en lo que la teoría política ha definido, plebiscitarismo.

Y el plebiscitarismo como la historia y la propia teoría enseñan, no necesariamente, es más, diría prácticamente nunca, coinciden con regímenes democráticos.

La calidad de la democracia se fortalece con el uso de instrumentos de democracia directa, pero sólo si se hace de forma cuidadosa, pertinente, anticipando los efectos institucionales y políticos esperados y siempre apegado a las reglas y leyes definidas para su funcionamiento y, sobre todo, diría yo, entendiendo que hay ciertos temas que están vedados a la decisión política y, por ende, también están vedados a la decisión expresada por el pueblo de manera directa en estos mecanismos de democracia directa, empezando, obviamente, por el tema de los derechos.

El que los derechos no puedan ser sometidos en su restricción a los mecanismos de democracia directa, aunque podría sonar una paradoja, no lo es, es la mejor manera de blindar a la democracia, a la democracia constitucional frente a los eventuales excesos de los que Tocqueville nos advertía, constituyen el principal problema de la democracia y que es la derivación de ésta en la tiranía de la mayoría.

Es así como el referéndum, la Consulta Popular, el plebiscito, la iniciativa ciudadana, los ejercicios de Revocación de Mandato, entre otros instrumentos posibles de democracia participativa, alcanzan su auténtico potencial; es decir, cuando se asume que son verdaderamente mecanismos complementarios de la democracia, de las instituciones de la democracia representativa, como palancas para revitalizar a la democracia y responder al innegable descontento ciudadano con instituciones y procesos democráticos y sus resultados en términos de gobernabilidad, pero, sobre todo, en términos de la definición de políticas públicas que permitan resolver los grandes problemas que estructurales que aquejan a las sociedades de nuestro tiempo.

Como todas y todos saben, México ha comenzado a transitar ya por la ruta de la democracia directa desde hace algunos años con las reformas constitucionales que introdujeron estos mecanismos en nuestro orden jurídico.

Y, de manera concreta, ya con dos ejercicios que se han practicado, dos de los tres mecanismos de democracia directa qué se introdujeron en la constitución ya se han practicado con la organización de la Consulta Popular, que llevamos a cabo en agosto de 2021 y con el proceso de Revocación de Mandato, cuya Jornada Electoral fue el 10 de abril de este año.

Tal vez, el que el mismo Altman reconoce, que aquí se ha comentado, como uno de los instrumentos más interesantes de democracia directa y que ya reconoció nuestro país, pero que todavía no se ha utilizado, tal vez sería momento de empezar a proponerlo y probablemente sería de los tres que tenemos el que más robustecería los mecanismos de participación ciudadana.

Me refiero a la figura de la Iniciativa Popular, que si bien está presente desde el año 2014 en nuestra constitución, hasta ahora nunca se ha instrumentado.

Solicitadas por la ciudadanía conforme a la ley y organizadas por el INE siempre de la mano de las y los mismos ciudadanos, la Consulta Popular de 2021 y la Revocación de Mandato de este año, son los primeros pasos formales y legales en la instrumentación de mecanismos participativos en México.

Más allá de sus resultados específicos, de las lecciones aprendidas que tenemos que valorar para, digámoslo así, eventualmente pensar en cambios, en modificaciones a estos a estos mecanismos, acotamientos o potenciaciones, eso ya lo tendremos que decidir.

Decía, más allá de sus resultados específicos, estos ejercicios deben analizarse en sus efectos globales y sin duda afinarse en sus procedimientos y normas particulares.

Para ello, análisis como el que nos provee el profesor David Altman en este libro, representa una guía de una enorme utilidad para poder orientar esta discusión de manera seria e informada, con la cabeza y no con el estómago, de manera desapasionada, diría yo.

En este contexto el proceso de Revocación de Mandato hace un par de meses fue especialmente notable por el apoyo que recibió de la ciudadanía en la organización del proceso mismo, a pesar de la polarización que la temática y, sobre todo, de lo atípico de que fuera el propio sujeto a la Revocación, el Presidente de la República, quienes, y sus seguidores, quienes promovieron un instrumento revocatorio.

Sin embargo y más allá de esa polarización, de esa discusión pública tan intensa, tan fragmentada, tan polarizada, la ciudadanía participó y contribuyó una vez más con el INE en la organización de dicho proceso.

Tal como sucedió en la elección de 2021, tanto en la consulta de agosto del año pasado, como en la Revocación de Mandato de abril de este año, el INE contó con más del doble de la ciudadanía necesaria dispuesta a participar y, capacitada para tal efecto, como funcionarios de mesa de votación el día de las elecciones, de las consultas.

Esto significa, que más allá del resultado final del proceso participativo, del índice de participación en ambos casos; que, ¡hombre! yo creo que no es para nada decepcionante si se piensa que es la primera vez que esto se está practicando a nivel nacional en nuestro país.

Y, más allá, incluso, de las tasas, decía, de participación, la ciudadanía tuvo la confianza y estuvo ampliamente dispuesta de participar en la organización de estos procesos de la mano del Instituto Nacional Electoral, recibiendo la capacitación necesaria, recibiendo y contando los votos de sus vecinos y vecinas el día de la de las jornadas, tanto de la Consulta, como de la Revocación.

Desde el punto de vista organizativo y a partir del modelo electoral con el que México tiene, donde la ciudadanía juega un papel central en la organización de los procesos electorales y consultivos, este es un indicador de éxito adicional que vale la pena señalar.

Y todo ello, a pesar de los enormes desafíos que en materia presupuestal y de cumplimiento de las normas electorales enfrentamos a lo largo del proceso de organización de las Revocación de Mandato.

Por fortuna, hace unas semanas, la Suprema Corte de Justicia confirmó recientemente que es mandato y obligación de la Cámara de Diputados garantizar, hacia el futuro, los recursos necesarios para el ejercicio de los derechos políticos establecidos en nuestra Constitución y no ponerlos en riesgo, como ocurrió, mermando la capacidad organizativa del Instituto Nacional Electoral en la organización, en la ejecución de un mecanismo de democracia; es decir, un mecanismo de expresión y de manifestación de los derechos políticos.

Esta decisión de la Corte incluye, por supuesto, la responsabilidad de la Cámara, a señalar la responsabilidad de la Cámara de Diputados en tener que garantizar los recursos necesarios para el ejercicio de los derechos políticos establecidos en nuestra Constitución, incluyendo el derecho a participar en los mecanismos de democracia directa.

Debo decir, en este en este sentido, que a pesar de los intentos de, digamos de los intentos de propiciar un fracaso, la Revocación de Mandato fue desde el punto de vista organizativo un suceso.

Creo también, que es pertinente que haya ocurrido en aquel momento porque subraya, gracias a la decisión de la Corte estos se enfatiza, que los mecanismos de democracia directa que vienen a complementar y enriquecer las vías de participación de la ciudadanía, también y, con ello potenciar el derecho político a participar en la toma de las decisiones colectivas y eso es algo venturoso, también tiene ciertos costos que el Estado tiene que asumir.

Pretender, por un lado, plantear el costo de un sistema electoral como un problema de dicho sistema y, por el otro lado, plantear la realización una secuencia de mecanismos de democracia directa, termina siendo, sobre todo, si quien plantea por un lado la crítica y por otro lado la promoción es la misma persona o las mismas las mismas posturas políticas, plantean una contradicción en términos.

Sin lugar a dudas, que tener mecanismos de democracia directa con las calidades y garantías de respeto del voto de la libertad del voto y de la unicidad del mismo, es decir, con respeto a las reglas del juego democrático, tiene un costo para la sociedad, pero es un costo que visto los beneficios que tiene esta conjunción de mecanismos, sin lugar a dudas es un costo que debe asumirse.

Justo por ese contexto que vivimos en México, pero también en muchos casos en América Latina creímos conveniente llevar a cabo la publicación de “Ciudadanía en expansión” y celebrar esta presentación.

La riqueza de los mecanismos de democracia directa como los instrumentos, como todos los instrumentos democráticos radica, en parte, en que no se agotan de la Jornada Electoral, se discute permanentemente y se nutre con esa discusión pública la opinión que después, será manifestada en las elecciones, o en los mecanismos de participación ciudadana.

Aunque es el momento cúspide de un proceso participativo, el día de las votaciones debe ser precedido por una intensa deliberación pública respecto a las alternativas de votación que se le presentan a las y los electores, sean estas disyuntivas de decisión sobre un tema, o bien, sobre la continuidad-interrupción de mandato de un representante, o bien sobre una propuesta de norma que se pretende, digámoslo así, legislar, o bien, por supuesto, en una elección donde se tienen que designar representantes o gobernantes.

Y, después, luego de la jornada de participación, o de votación, debe mantenerse el seguimiento a la consulta, a la decisión resuelta, o a la votación, a la representación establecida, como parte del contexto de exigencia y la rendición de cuentas del que la ciudadanía debe apropiarse.

Quiero concluir agradeciendo muchísimo al profesor David Altman por haber aceptado llevar a cabo la traducción y edición de su obra, envío también mi agradecimiento a nuestro querido y admirado colega, el profesor aliado del INE de siempre, el profesor Jean François Prud’homme, por participar en este evento de presentación ,y por supuesto, mi más sentido agradecimiento a la editorial Siglo XXI y, especialmente, a Tomás Granados, por la oportunidad de poder impulsar de forma conjunta obras como ésta, que contribuyen sin duda a enriquecer la deliberación democrática en nuestro país.

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