Versión estenográfica de la Conferencia Magistral Estacional de Primavera 2022, Democracia y Pandemia, impartida por la Dra. Laura chinchilla

Escrito por: INE
Tema: Conferencia Magistral

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA CONFERENCIA MAGISTRAL “DEMOCRACIA Y PANDEMIA”, IMPARTIDA POR LA DOCTORA LAURA CHINCHILLA MIRANDA, EN EL MARCO DE LA CONFERENCIA MAGISTRAL ESTACIONAL DE PRIMAVERA 2022, MISMA QUE FUE PRESENTADA POR EL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL, LORENZO CÓRDOVA VIANELLO Y COMENTADA POR EL SECRETARIO EJECUTIVO, EDMUNDO JACOBO MOLINA

Presentadora: Muy buenos días.

El Instituto Nacional Electoral les da más cordial bienvenida a quienes siguen la transmisión en línea de la Conferencia Magistral de Primavera 2022 “Democracia y Pandemia”, la cual forma parte del ciclo de las conferencias magistrales estacionales 2022.

Para el desarrollo de la cual agradecemos la participación del doctor Lorenzo Córdova Vianello, Consejero Presidente del Instituto Nacional Electoral; de la doctora Laura Chinchilla, conferencista; del licenciado Edmundo Jacobo Molina, Secretario Ejecutivo del Instituto Nacional Electoral.

Y para dar inicio, damos la palabra al doctor Lorenzo Córdova Vianello.

Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova Vianello: Muchísimas gracias, Julieta.

Muy buenos días a todas y todos.

Saludo con mucho afecto y agradecimiento a la Presidenta Laura Chinchilla, es un honor que nos acompañe hoy en esta Conferencia Estacional de Primavera 2022, y tener la oportunidad de escuchar sus reflexiones sobre un tema crucial de nuestros tiempos, que es el de la democracia en tiempos de pandemia.

Saludo también a Edmundo Jacobo, Secretario Ejecutivo del Instituto Nacional Electoral, quien será el encargado de comentar la conferencia de la Presidenta Chinchilla y a todas y todos quienes nos siguen a través de las plataformas digitales del INE en esta nueva edición de la ya larga serie de conferencias estacionales que ahora llegan a su edición número 19.

Fue, precisamente, hace dos años, en mayo de 2020, cuando la Presidenta Chinchilla aceptó la invitación del INE para presentar un importante documento denominado “Protegiendo la integridad electoral en la era digital”, un reporte elaborado a partir del trabajo y disertaciones de autoridades y especialistas de varios países en una comisión de la Fundación Kofi Annan, que ella misma presidió.

En aquella ocasión, Laura, Laura para los amigos, la Presidenta Chinchilla nos habló de los interesantes hallazgos, de la comisión Kofi Annan sobre elecciones, democracia en la era digital, con un panorama muy amplio sobre los desafíos que enfrentan nuestras democracias, en la que también podría ser la era de la desinformación, la polarización, la proliferación de los discursos de odio y de la posverdad.

En ese momento, hablamos de mayo de 2020, había una preocupación especial en el ambiente, y era la de los efectos que la pandemia y el confinamiento tendrían sobre la democracia.

La doctora Chinchilla nos advertía que además de los impactos obvios en los sistemas de salud y en la economía de nuestros países, habría que calibrar y enfrentar los efectos de esa pandemia en la política.

Es decir, había una legítima inquietud de muchos pensadores, intelectuales, filósofos, actores políticos de todos los continentes por un tema, ¿cómo podría la democracia salir bien librada tras la aplicación de medidas que por definición imitaban nuestras libertades democráticas, empezando por la más elemental, que es la libertad de tránsito?

Y de manera aún más específica, ¿cómo irían a convivir las elecciones con las medidas sanitarias?

Todo con un ingrediente adicional, que era el uso intensivo de la tecnología en esta etapa, a la que muy pronto denominamos nueva normalidad, y que se caracterizó por el uso de teleconferencias, de trabajo a distancia en los procesos productivos, educativos, profesionales, culturales, e incluso de entrenamiento y de convivencia social.

Laura nos advertía que este uso intensivo de las tecnologías, obligado por el confinamiento y la sana distancia, podría provocar una tormenta perfecta en la política, precisamente, por el auge de las redes sociodigitales, como la más importante plataforma de información en nuestras sociedades y como el principal mecanismo de comunicación política.

Es decir, la pandemia podría convertirse en un terreno fértil para la proliferación de la desinformación y exacerbación de nuestras diferencias en el debate público.

Y así ocurrió, efectivamente, las elecciones de Estados Unidos en otoño de 2020, menos de un año después del surgimiento del coronavirus fueron la primera prueba para las democracias occidentales en tiempos de Covid-19, una prueba que fue superada aunque con episodio inesperado y brutal que se atravesó en el camino, que fue la toma del Capitolio por parte de una muchedumbre que no estaba conforme con el resultado de las elecciones y que, alentada por quien aún era el Presidente de ese país y retroalimentada por sus seguidores en las redes sociales, decidió llevar el discurso de odio y la intolerancia que abunda en las redes a una manifestación física, absolutamente inédita, que durante varias horas puso en jaque a una de las democracias más antiguas del orbe.

Ese día contemplamos con asombro que el odio, la intolerancia y la violencia pueden desbordar el mundo virtual y aparecerse en el mundo real y material de las democracias.

Otra gran prueba, me atrevería a decir, fueron las elecciones mexicanas de 2021.

En el INE denominamos esos comicios como el más grande y complejo de nuestra historia. Fue el más grande por el número de cargos que se iban a elegir debido a la concurrencia de las elecciones locales con las federales y por el número de ciudadanas y ciudadanos que integraban el padrón electoral de sus potenciales electores.

Fue el más complejo porque este se desarrolló en condiciones que nunca antes habíamos enfrentado las instituciones electorales.

En primer lugar, la pandemia; en segundo lugar, la infodemia; y, en tercer lugar, la situación de violencia que desde la visita del señor Kofi Annan en 2018, había sido ya identificada como uno de los grandes riegos para la integridad en nuestro país.

Al final, México vivió entonces una jornada ejemplar. Más de 47.7 millones de mexicanas y mexicanos acudieron a votar, lo que situó la participación en un casi 53 por ciento, la cifra más alta en lo que va del siglo XXI tratándose de elecciones intermedias.

Y este enorme proceso electoral no alteró la evolución de las curvas epidemiológicas, es decir, es una de las muchas pruebas que se han dado ya alrededor del mundo de que la democracia y las elecciones pueden recrearse sin afectar el derecho a la salud en los contextos de pandemia.

Gracias a que la ciudadanía confió en el INE, en su INE logramos que México, que en México la democracia no fuera una víctima más de la pandemia.

De eso dieron cuenta justamente las visiones de observación que visitaron nuestro país y atestiguaron este complejo proceso electoral, dando fe de la vocación cívica, democrática del pueblo mexicano y a la fortaleza de la institucionalidad democrática que hemos construido.

Y, sin duda, alguien que ha sido testigo y conocedora de manera directa de nuestros procesos electorales y de la evolución de nuestra democracia, es precisamente la presidenta Laura Chinchilla a quien sin más le doy la más calurosa bienvenida, agradeciéndole que comparta con el INE su tiempo, su experiencia, su conocimiento y, por supuesto, su inteligencia.

Muchísimas gracias, Laura, por estar aquí.

Edmundo te cedo el timón para que puedas presentar a la Presidenta Chinchilla y, por supuesto, atento a escucharla.

Muchísimas gracias.

Secretario Ejecutivo del INE, Edmundo Jacobo Molina: Muy, muy buenos días, doctora. Qué gusto tenerla una vez más en su casa, al Instituto Nacional Electoral.

Consejero Presidente, muchas gracias.

Pues qué decir de la doctora Chinchilla. Es un largo, largo y exitosísimo, brillante currículum.

Solamente voy a mencionar algunos de los pasajes más importantes.

Sin duda, la Presidencia de la República de Costa Rica del 2010 al 2014, cuenta con una amplia trayectoria académica, entre lo que destaca la titularidad de la Cátedra José Bonifacio de la Universidad de Sao Paulo.

También forma parte del Instituto de Políticas y Servicio Público de la Universidad de Georgetown en Washington, D.C.

Y ocupa la titularidad de la Cátedra Latinoamericana de Ciudadanía en la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Instituto Tecnológico y Superiores de Monterrey en México.

Es Vicepresidente del Club de Madrid. Actualmente ocupa la co-Presidencia del Interamerican Dialogue y es miembro de consejos asesores y directivos de fundaciones de Euroamérica Concordia Summit y de Adrienne Arsht Latin America Center.

En junio de 2019, se convirtió en miembro del Comité Olímpico Internacional, fue nombrada Presidenta de la Comisión Kofi Annan de elecciones y democracia en la era digital.

Es también integrante del Consejo Asesor del Informe sobre Desarrollo Humano 2019 de PNUD, de IDEA Internacional y de Sanitation and Water for All.

Fue en 2019, galardonada como Mujer de la Década en la Vida Pública y Liderazgo por el Woman Economic Forum y como una de las mujeres más importantes de Centroamérica de acuerdo con el Foro Económico Mundial.

Esto es tan solo una muy, muy breve semblanza sobre una trayectoria muy destacad y es, insisto, un honor, tenerla doctora Chinchilla, una vez más entre nosotros.

Y todos oídos para escucharla, doctora, por favor, adelante.

Expresidenta de la República de Costa Rica, Laura Chinchilla Miranda: Bueno, muy buenos días.

Muchísimas gracias.

Aunque no estoy físicamente cerca de ustedes, siempre, siempre, cuando entro con la querida gente que hace parte de esta gran institución, un gran ejemplo de las instituciones electorales más sólidas a nivel global como es el INE, siempre me siento como en casa, siempre me siento en familia.

Así que muchas gracias, Lorenzo, por tus generosas palabras, mi reconocimiento por esa forma tan digna en que has venido enfrentando momentos complejos, siempre con total apego a las convicciones democráticas, neutrales y altamente profesionales que te han caracterizado.

Muchas gracias, Edmundo, por esa generosa participación.

Y paso ya directamente, para no atrasar más a nuestra estimable audiencia, a presentarles mis reflexiones en torno al tema de la democracia, la pandemia, con especial énfasis en la región de la América Latina.

Y si me permiten, estaré compartiendo esta presentación con ustedes.

Vamos a ver aquí, para hacer la presentación en pantalla completa.

Bueno, empiezo diciendo que es un tema altamente relevante el que nos convoca en esta ocasión a esta conferencia del INE, lo cual agradezco inmensamente y aunque suena un poco a consuelo, como dicen, mal de muchos consuelos tontos.

Sin embargo, en esta ocasión más bien, resulta altamente angustiante el constatar que cuando hablamos de los problemas de la democracia en el marco de la pandemia, no estamos solos; es decir, que la crisis de la pandemia, como bien sabemos, fue una crisis global, pero igualmente, la crisis de la democracia se ha convertido en una crisis global y ambas han tenido múltiples canales de contagio y se han retroalimentado como lo estaremos viendo en las próximas filminas.

Si analizamos uno de los índices más consistentes, sobre variables concretas, variables duras de la democracia como es el índice que año con año emite la unidad de inteligencia de la revista The Economies, podemos ver que desde prácticamente que este índice salió a la luz pública en el año 2006, aquí la serie empieza en el 2008 y termina en el 2021, vemos como las variables esenciales que hacen parte de la vida democrática, han venido experimentando un constante deterioro a nivel global.

Sean estas las libertades civiles del proceso electoral, la cultura política o el funcionamiento de gobierno.

La única variable que lejos de deteriorarse pareciera más bien ganar fuerza, es la que se refiere a la participación política que es esta amarilla que ustedes tienen en pantalla y quiero que se la reserven ahí para algunas reflexiones que estaré retomando hacia el final de la participación.

De acuerdo también a otra institución, como es idea internacional en su último reporte presentado el año anterior, nos recuerda que más de una tercera parte de la población global vive bajo regímenes autoritarios y que tan solo seis por ciento vive en lo que se llaman democracias plenas, nos recuerda, además también el año anterior que por quinto año consecutivo el número de países que se movían en la dirección autoritaria, superaba el número de países que se movían en la dirección democrática.

El número de países que se mueven en esa dirección autoritaria se triplica frente a los países que se venían moviendo en la dirección democrática, es en consecuencia un  escenario sumamente negativo y pesimista, en lo que alcanza la democracia, y como si fuera poco, el problema que veníamos experimentando de deterioro democrático a nivel global, se encontró con la crisis de la pandemia y la misma resultó en un deterioro sin precedentes en muchas de estas variables a las que me referí anteriormente como libertades civiles, no solamente entre las democracias desarrolladas, sino también en los regímenes que ya habían venido mostrando señales de autoritarismo.

Es decir, que prácticamente ningún país con algunas muy honrosas excepciones se libró de estas tendencias autoritarias que fueron propulsadas por la pandemia y el tipo de acciones que demandó por parte de las autoridades públicas, que lo que fundamentalmente hizo fue facilitar y hasta normalizar los poderes de emergencia concentrando más potestades en los poderes ejecutivos, reduciendo espacios para la autonomía de otros poderes, identificando excusas para disminuir garantías electorales y además, también, generando múltiples conflictos entre poderes del estado, como hemos visto muy claramente en muchos países de la América Latina.

Toda esta situación de crisis que generó la pandemia, la pandemia fue una crisis multivariable, multisectorial y fue particularmente una especie de acelerador de conflictos.

Todo esto, tenemos que recordar y esa introducción que hizo Lorenzo fue muy oportuna, porque tenemos además que recordar que la pandemia cae en otra crisis que se venía expresando con gran afectación al debate público, y con gran afectación en consecuencia a la democracia, que es lo que llamamos la infodemia, es decir, toda esta crisis de desinformación que ha venido de la mano con la explosión de las redes sociales.

Si bien las tecnologías digitales se han convertido en una gran oportunidad para fortalecer procesos democráticos, también ha traído consigo estos fenómenos de desinformación, de posverdad, de polarización del debate público, de creación, de burbujas que dificultan el debate balanceado. Y, por supuesto, esta infodemia jugó un papel que profundizó aún más los efectos que la pandemia tuvo sobre las instituciones democráticas.

Pasemos al Estado de América Latina, ya antes de la pandemia América Latina se encontraba o su democracia se encontraba en un estado muy precario de salud. Antes de la pandemia varias democracias podríamos decir que estaban en estado de observación, algunas en cuarentena, otras en cuidados intensivos y algunas ya habían fallecido, ya habían sucumbido a las tentaciones autoritarias, como son los casos de Venezuela y de Nicaragua, hace algunos años democracias también de nuestra región.

Tenemos que decir que pocas regiones en el mundo, como Latinoamérica, abrigaron con tanto entusiasmo, como lo hizo esta región, el ideario democrático, hace ya más de 40 años en América se instaló la democracia. Sin embargo, es hoy la región, y esto duele mucho reconocerlo que mayor deterioro está reportando en las variables democráticos, así constatado por los distintos organismos que monitorean el estado global de la democracia.

Veamos lo que nos dice la Unidad de Inteligencia del The Economist en relación con la evolución de la democracia en América Latina. Si vemos estas tres columnas, 2006, 2020, 2021 y vemos el índice promedio para la región de América Latina en donde generalmente 10 es lo más alto y de ahí para abajo; vemos cómo América Latina ha venido experimentando un deterioro desde seis, casi cuatro como índice promedio de calificación en el 2006, hasta 5.8 en el 2021.

Vemos cómo de acuerdo a ese índice tan solo entre el 20 y el 21 pasamos de tener democracias plenas a solamente dos, que son Uruguay y Costa Rica, el día de hoy pasamos de tener democracias deficientes 13, a tener 11, ciertamente hay un poco menos. Pero los regímenes híbridos de movieron de cinco a siete, que son aquellos que están en esa etapa preautoritaria.

Y los regímenes autoritarios pasaron de ser tres a convertirse en cuatro países que los sufren.

América Latina en el 20-21 fue la región del mundo que registró el mayor deterioro de la democracia desde que este índice se elabora en el año 2006, pero no fue un año en particular, sino que este deterioro se ha venido registrando desde los últimos 6 años.

Ahora bien, a la par de este deterioro de las variables democráticas en América Latina, experimentamos otro fenómeno en paralelo que complica aún más el escenario que es el deterioro en la percepción que los ciudadanos tienen sobre la democracia; el decir que este deterioro democrático ha venido acompañando de un desencanto de los ciudadanos con las instituciones de la democracia representativa y lo que es más grave, con el concepto de democracia misma.

Vean ustedes aquí algunos datos que confirman lo que les estoy indicando, entresacados del Latinobarómetro del año 2020 que es el más reciente.

Ahí vemos en la escala que se presenta cómo los partidos políticos y el Congreso, es decir, las instituciones más importantes, más emblemáticas de la democracia representativa, están en el escalafón más bajo de confianza por parte de los ciudadanos, 20 por ciento en promedio para América Latina de los congresos, 13 por ciento de confianza en promedio en relación con los partidos políticos.

Y cuando vemos cómo está este reclamo hacia los congresos, hacia los partidos políticos, se refleja sobre el concepto de democracia vemos que el mismo ha sido afectado.

El apoyo a la democracia ha venido cayendo. En los últimos 20 años. Al preguntársele a los latinoamericanos si la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno, las respuestas cada vez tienden a ser más bajas. Es decir, cada vez tenemos menos demócratas convencidos en nuestra región.

Vean ustedes en este gráfico cómo para el año 2000, esta respuesta era dada por tan solo 60 por ciento de las personas y para el año 2018 llegó al 48 por ciento, 12 puntos de caída.

Vemos también en el gráfico de la derecha el porcentaje de ciudadanos que dicen preferir la democracia a cualquier otra forma de gobierno y ustedes verán cómo predominan el número de países, en donde son minoría los que dicen preferir la democracia a cualquier otra forma de gobierno. Es decir, aquellos que están por debajo del 50 por ciento.

Son menos los países que están por encima del 50 por ciento de sus ciudadanos diciendo preferir la democracia a cualquier otra forma de gobierno.

A esto se une una percepción en los ciudadanos latinoamericanos de que las democracias que les rigen son democracias ineficaces y democracias elitistas.

El mismo Latinobarómetro indica que 51 por ciento de los ciudadanos no les importaría que un gobierno no democrático se instale en su país si es capaz de resolver sus demandas. Es decir, en el fondo hay un reclamo de que la democracia no está siendo capaz de responder a los problemas que les aquejan.

Y lo que es más grave aún, en promedio 73 por ciento de los ciudadanos consideran que cuando la democracia resuelve, es decir, que se gobierna, no para de resolver los problemas de las mayorías, sino que se gobierna para grupos poderosos en su propio beneficio.

Toda esta situación que les he procurado describir de manera muy sintética, en consecuencia, no es de extrañar que haya desembocado antes de la pandemia en una situación de explosión social, como se evidenció en las múltiples protestas que tomaron las calles y las ciudades de muchos países de nuestra región.

La razón podía ser cualquiera, el incremento en las tarifas de buses, en un gasto de corrupción, una directriz ejecutiva que no gustaba no importa cuál era el tema, era la chispa que encendía ese descontento social que estaba a la base de todo este análisis que hemos venido haciendo.

Estas imágenes nos sorprendieron a todos cuando una de las democracias más estables de nuestra región, Chile también explotó, en una grave protesta social, que afectó por muchas semanas (Falla de Transmisión) como resultado del deterioro, de las variables durante la democracia como resultado del desencanto ciudadano, como resultado de esas percepciones de que la democracia no resuelve que cuando resuelve, resuelve solamente en beneficio.

Todo esto con la pandemia, de alguna manera sentimos que se detuvo, que hubo un paréntesis fundamentalmente que se abrió con la pandemia.

Algunos interpretaron que (Falla de Transmisión) prohibiciones de reunirse, obligaron a la gente a desmovilizarse, a dejar de salir a la calle aunque, en el caso de Colombia, ocurrió en medio de la pandemia.

También de alguna manera fue sucedida por el súper ciclo electoral, que se volvió a abrir en nuestra región, y que, generalmente, también se convierte en un apaciguador temporal de los ánimos de la gente en espera de que este ciclo electoral, de que los resultados electorales traigan mejores tiempos, y la gente entonces un poco tiende a dejar la protesta de lado, para darle tiempo a los resultados electorales y a los nuevos gobierno que se van a instalar.

Podríamos decir que estos escenarios de convulsión institucional y democrática, convulsión política, se quedaron atrás, yo no sería tan categórica; entremos, precisamente, a valorar cuál es ese futuro de la democracia en América Latina, qué nos podría esperar hacia adelante.

Y yo, pues prácticamente no puedo ser muy contundente más que decir que lo veo como un futuro sumamente incierto, lleno de oportunidades, pero también lleno de riesgos y de desafíos.

Veamos algunos de ellos.

Desde el punto de vista de los riesgos, tenemos que reconocer que uno de los mayores riesgos, considerando que parte del reclamo ciudadano es que las democracias no son capaces de responder en las necesidades, uno de los mayores riesgos en consecuencia, es que la crisis de la pandemia no ha terminado.

Si bien, la enfermedad ha seguido, todas las secuelas que dejó se siguen manifestando y se han venido uniendo a otras crisis, inmediatamente posteriores muchas ellas derivadas de la misma pandemia como la crisis de los suministros globales, como la guerra en Ucrania y, en consecuencia, el elevado costo de materias primas, insumos, de combustibles, que está impactando fuertemente la inflación y que sabemos golpea generalmente a los sectores de menor poder adquisitivo.

Esta crisis continúa y esa profundización de esa crisis se va a convertir en uno de los principales riesgos que enfrenta la región.

El ciclo electoral se puede convertir en un riesgo en sí mismo, si el mismo no trae los cambios que la gente está demandando.

En consecuencia, podría revivir la protesta social, metiéndole todavía más presión al marco institucional, a las democracias que ya de por sí vienen debilitadas y, finalmente, como otro de los riesgos, tenemos un sistema político atrapado que no sabe cómo responder.

Permítanme desarrollar muy brevemente algunos de estos aspectos.

Les decía que la crisis no ha pasado en América Latina porque las consecuencias de las secuelas fueron gravísimas. Cuando analizamos cuál fue la región más golpeada del mundo por la pandemia, América Latina se llevó prácticamente todos los trofeos.

En este gráfico ustedes pueden ver esta franja celeste que es básicamente el número de muertes que se contabilizaron en América Latina, por mucho la franja que más destaca frente a las franjas que representan a otras regiones, con solo menos de nueve por ciento de la población mundial, América Latina llegó a contabilizar casi el 30 por ciento de las muertes del mundo.

Pero además también en el área económica, América Latina fue la región que más cayó dentro de los mercados emergentes, caímos siete puntos, es decir, perdimos siete puntos de riqueza en la región con un impacto devastador en el plano social como lo recojo también en esta filmina.

Contabilizamos 22 millones más de personas pobres, ocho millones más de personas en extrema pobreza, mientras que el ingreso de los más ricos crecía en un caso en 40 por ciento, convirtiendo… entonces, América Latina, ya de por sí una de las regiones más desiguales en el mundo, en una región aún más desigual.

Tuvimos un apagón educativo, según el cual y esto es un tanto de la CEPAL, casi el 50 por ciento de nuestros niños vivieron un total desconecte, un total apagón educativo por no tener acceso a las tecnologías digitales, y se considera que la mujer fue uno de los sectores más golpeados y se dio un retroceso de casi 10 años, en el proceso de inclusión de la mujer en el mercado laboral.

Y entonces, vemos que estas secuelas sociales están ahí presentes y, como les decía, agravadas por todo el fenómeno inflacionario que estamos viviendo y en un momento en donde a diferencia del año 2020, en que los gobiernos, algunos pudieron responder con políticas fiscales que amortiguaron los efectos de la materia, porque tenían espacio fiscal para hacerlo, ya ahora nuestros países no solamente tienen serios problemas de déficit fiscal, sino que también, tienen deudas crecientes y finalmente por el fenómeno también de las tasas de interés, tenemos el riesgo de capitales, de salida masiva, de capitales de nuestros países.

Es decir, estamos de verdad en una coyuntura altamente explosiva, por lo cual estas expectativas de cambio que tienen los ciudadanos a la hora de votar podrían no estar simplemente respondiendo, creo que el caso más claro que estamos viendo y con enorme preocupación es el de Chile en donde no solamente su Presidente acusa un gravísimo deterioro muy rápido, las percepciones, sino que además también estamos de nuevo viendo la protesta social, tomando algunos espacios públicos de ese país.

Le decía que el otro fenómeno es que, el ciclo electoral siga reproduciendo los riesgos que está enfrentando la democracia, y que sigamos de alguna manera viendo, estas nuevas formas de regresión democrática que hemos venido viendo, que tienden a ser menos visibles que las sazonadas militares o los golpes de estado, que en el pasado denunciábamos, porque son formas de regresión que se gestan con grandes dosis de legitimidad y por parte de quienes precisamente han llegado a gobernar, mediante mecanismos democráticos.

De manera que, un poco la elección de liderazgos populistas, con pocas convicciones democráticas, se convierte en uno de los riesgos que podríamos heredar de este nuevo ciclo electoral y que en lugar de poder salir de esta espiral de deterioro nos sigamos hundiendo aún más.

A todo esto tenemos que decir, que estamos encontrando en la región una ruta no muy clara, sobre hacia dónde discurrir en materia de reformas, a la institucionaria democrática. En este momento se están mezclando mucho tipo de tendencias, mucho tipo de alternativas sin que haya un pensamiento sistemático, metódico y un ejercicio profundo para preguntarnos cuáles son las reformas que nuestras democracias demandan para poder salir de este especie, digamos, de torbellino y de círculo vicioso que a ratos nos genera un sabor de una salida, de una crisis sin salida.

A mi modo de ver y de manera un tanto simplista yo catalogaría las respuestas que se están intentando a la crisis política y a la crisis de la democracia en América Latina en dos grandes tendencias. Una, que es básicamente la que aboga por el hiperpresidencialismo, es decir, la democracia a como la tenemos hoy no nos responde. En consecuencia, necesitamos ese líder fuerte, necesitamos darle todas las potestades que requiere para concentrar poder y dejar de alguna manera que en sus manos se resuelvan muchos de los problemas que nos agobian.

Sin lugar a dudas ésta es la peor salida posible y como estamos viendo lejos de ayudar al fortalecimiento a la democracia desde el punto de vista de su eficacia o su legitimidad está abriendo mayores grietas en la misma.

Y la otra tendencia es responder de manera en principio bienintencionada, es decir, un poco decir o plantearse ante los riesgos del hiperpresidencialismo de la concentración de poderes, instituyamos reformas hacia más democracia entiendo cómo más democracia, mecanismos que lo único que generan es fragmentación política, una gobernanza más debilitada, y como resultado de esto menos mecanismos a las autoridades para poder tomar las decisiones con la oportunidad con que se requiere.

Hablemos un poco de algunas de las oportunidades que tenemos, porque yo sí creo que estamos en un momento en donde es posible relanzar una visión remozada sobre los procesos, aprender de lo que está ocurriendo en otras regiones del mundo, aprender de algunas de las cosas buenos que podemos encontrar en nuestra región y construir sobre algunas de las fortalezas que tenemos al día de hoy.

La primera fortaleza que tenemos que reconocer en América Latina y a su democracia es su resiliencia, 40 años de ideario democrático no es cualquier región, ha sido una de las regiones más exitosas en su proceso de democratización y la democracia en América Latina ya ha demostrado, es tener la capacidad de sortear muchas otras crisis en el pasado.

Vemos, hemos visto con gran optimismo cómo a pesar de todas esas manifestaciones ciudadanas la gente sigue acudiendo al llamado que se hace para votar y acercarse a las urnas electorales.

El segundo elemento es el activismo social y ciudadano, que ahorita me referiré al mismo, recuerden que les mencionaba el principio, que la única variable que no está experimentando un deterioro dentro de las variables de la democracia es precisamente la participación de los ciudadanos.

Y aquí tenemos una gran oportunidad siempre y cuando sepamos interpretar esa demanda de participación de los ciudadanos y crear los mecanismos que sustituyan esa protesta anárquica que tiene lugar o en las redes sociales o en las calles por una protesta ordenada, por una protesta constructiva que abone a los mecanismos de la democracia representativa.

Tenemos, además, también la oportunidad de un impulso reformador en muchos países. Es decir, hay un deseo de poder abordar las reformas que la democracia requiere, aun cuando no estamos muy claros en cómo hacerlo.

Y, finalmente, recurro también a las oportunidades aun cuando existen riesgos también, pero las oportunidades que las tecnologías nos ofrecen para innovar en materia de democracia deliberativa y oxigenar así también a través de formas de democracia deliberativa, las formas tradicionales de democracia representativa.

Aquí no hay más que reiterar eso que les indicaba. Decir es algo positivo el que la gente esté demandando más participación.

Estamos al frente de una generación que comprendió que existe vida política entre elección y elección, y que ya no se conforman con que solamente los convoquemos cada 4 o 5 años a ejercer el derecho al voto.

Esta joven generación desea algo más y tenemos que responder. A ver cómo somos capaces de canalizar ese esfuerzo.

Y hay algo que nos reiteran todas las encuestas, tanto las globales como las regionales. Y es que el nivel de educación recibido hace una diferencia frente a las convicciones democráticas.

De manera que la educación a la par de la organización social y la movilización ciudadana debe convertirse en una prioridad para nuestras naciones y nuestros gobiernos.

Déjenme darles este dato que es muy interesante, que confirma lo que les estoy diciendo:

El Latinobarómetro nos dice que los latinoamericanos siguen diciendo que votar es bueno, casi un 80 por ciento. Y eso es maravilloso.

Sin embargo, cuando desagregamos ese casi 80 por ciento hay un 46 por ciento que nos dice: Sí, es bueno siempre votar. Y hay otro que dice: Sí, pero no me conformo con votar. También se vale protestar, 30 por ciento. Y eso seguirá creciendo.

De nuevo reitero la importancia de poder comprender este llamado a ir mucho más allá de la participación vista como el ejercicio del voto.

Un poco para ir cerrando mi intervención, en el fondo mucho de lo que propongo es la necesidad de que para poder incidir sobre los otros dos pilares esenciales que hacen parte de la democracia, que es el liderazgo y las instituciones, tenemos que avocarnos de manera prioritaria a trabajar el concepto de ciudadanía.

¿Cómo fortalecemos valores cívicos?

¿Cómo fortalecemos el ejercicio responsable de la ciudadanía?

Cómo diseñamos instituciones más contestes con las demandas participación, rendición de cuentas, de transparencia y también cómo hacemos que la ciudadanía, junto con las tomas de decisión y a través de las tecnologías digitales, puedan encontrarse en espacios de respuestas de política pública que resuelvan de manera más oportuna las demandas que se plantean.

Un poco para resumirlo el gran desafío que yo considero que tenemos hacia adelante es cómo, por un lado, rebozar y renovar los canales más tradicionales de participación política, es decir, aquellos que como los parlamentos con los partidos políticos hacen parte de la democracia representativa, a la vez que impulsamos nuevos mecanismos de participación ciudadana, que puedan tener significativos impactos en el proceso de decisión de políticas públicas.

Yo estoy convencida de que podemos generar esa convivencia balanceada entre la democracia representativa, la democracia deliberativa, y ojo, me encuentro mucha gente muy conservadora, demócratas que creen a pie juntillas en la democracia representativa, pero que tienen temor de avanzar hacia nuevas formas de democracia participativa.

Yo lo que les digo es que si no lo hacemos los demócratas, lo harán los populistas, como ya lo estamos viendo en varios países, y lo harán de la manera más irresponsable posible, como convocando una serie de instrumentos de la democracia directa, sin reglas claras y con grandes márgenes de manipulación.

De manera que tenemos que ser capaces de avanzar el debate en esa dirección.

Ya para terminar, ahora sí tenemos una gran oportunidad para la reforma de la democracia en nuestra región.

Tenemos que saber aprovecharla y tenemos que actuar, pero actuar ya.

Mucha gente me sigue diciendo “atengámonos a la resiliencia de la democracia latinoamericana, así como en el pasado. Sobrevivimos el chaparrón, ahora también lo vamos a hacer”.

Eso ya no es suficiente, los latinoamericanos no debemos conformarnos con que la democracia sea resiliente; debemos procurar que la misma trascienda, y que trascienda por muchas generaciones más.

Muchas gracias.

Secretario Ejecutivo del INE, Edmundo Jacobo Molina: Doctora Chinchilla, muchísimas gracias por su brillante y además estimulante conferencia y plática con nosotros.

Permítame muy rápidamente algunos comentarios de mi parte, compartiendo, la verdad, sus preocupaciones, y como decimos en México, a la democracia le llueve sobre mojado.

Y si ya veníamos arrastrando una serie de cuestionamientos sobre los modelos democráticos, no la región, no en México en lo particular, en el mundo, y no es justificación como usted bien lo decía al inicio de su conversación, sino es la constatación evidente de un problema de la crisis de los sistemas democráticos como los hemos venido conociendo.

Y tan cerca de México en nuestra frontera norte, algo que parecía inconcebible, estamos viviendo, iba a hablar en pasado pero no, el fenómeno está ahí, en donde un régimen tan sólido, así lo veíamos, incluso de referencia no solamente para su contexto local, sino en el ámbito internacional, pues viviendo crisis muy evidentes de la confianza de las instituciones y la desconfianza o la percepción de insatisfacción con los resultados de los regímenes democráticos.

Y tendiendo hacia lo que usted denominó muy bien, esta forma de hiperpresidencialismo tras un líder que incluso en donde la población está dispuesta de dar marcha atrás a las conquistas en sus propios derechos, en aras de una cierta seguridad o cuidado de visiones, incluso, muy etnocéntricas que dejan de lado todo lo que puede ser la convivencia pacífica, la tolerancia, el respeto a las diferencias y acendrando, sobre todo, la polarización entre los diferentes sectores, y eso en Estados Unidos.

Pero recorremos el mundo, en Europa, muchas manifestaciones no solamente en las contiendas políticas, recientemente en Francia lo acabamos de vivir, sino llegando al poder en Turquía, en Polonia, a pesar de este gran avance, así lo veo yo, de una concepción de una unidad europea más allá de lo que era simplemente el sentido económico, sino el sentido cívico, político, de abrir fronteras que parecía hace 30, 40 años, un gran avance, sí en lo económico, pero parecería que no está acompañado esto con un avance en lo político, en la percepción de esta convivencia humanitaria de tolerancia, de respeto, a las diferencias, a las diferencias culturales y al enriquecimiento que esto nos puede dar.

Y usted lo deja con toda claridad, ahora, encima de todo esto, la pandemia, una crisis global de la democracia, de la confianza a la democracia, también tal vez acompañado de algo que ahora emerge con mucho más claridad de también las respuestas de los sistemas económicos a las necesidades sociales en las diferentes partes del mundo y cae la pandemia como una crisis global que se viene a sumar a todo este contexto.

Y yo creo que usted lo puntualiza muy bien, no hay que ver en la pandemia en sí misma, sino hay que verla en este conjunto de variables y, sobre todo, a las secuelas que nos deja, las secuelas en donde se incrementa la desigualdad social, ¿no?, la concentración del ingreso y con el deterioro que esto tiene sobre las cuestiones más básicas para el desarrollo de una sociedad: salud, pobreza, transporte público, educación, que es uno de los ingredientes fundamentales de la democracia.

Justamente, los niveles más altos de educación, aunque bueno, la paradoja de Estados Unidos está ahí para analizarse con más cuidado más adelante, pero teóricamente la educación podría ser un elemento sustantivo para, justamente, el fortalecimiento de la democracia.

Pero también, todo esto que el fin, habrá que evaluar, estamos todavía inmersos en la democracia y tenemos que tener la distancia para poder evaluar con cuidado, cuál es esta secuela, pero usted ya pone sobre la mesa, algunas de las consecuencias que yo comparto y que también vienen a sumar a esta percepción de insatisfacción.

Quisiera, tal vez nada más puntualizar algunas cuestiones.

También es cierto que gobiernos que emergen de la democracia, dieron muy pobres resultados. México es un caso, lo digo con toda responsabilidad, pero creo que lo podemos ver en otros casos en donde nosotros mismos contribuimos, de alguna manera y los medios de comunicación, sin duda, y en muchos otros sectores a desprestigiar la política, a hablar durante muchos años y décadas de la política como algo de los políticos, la política como algo desprestigiado, los partidos políticos a criticar exacerbadamente, yo diría a veces sin entrar al fondo de la discusión a los parlamentos.

Y tengo la percepción que todo este discurso que se fue acumulando, y no es reciente, durante décadas de desprestigio de lo público y exacerbando el éxito de lo privado. Ahora estamos cosechando esa lejanía de la ciudadanía hacia lo que nos es común.

Es como muy paradójico, la democracia teóricamente desde siglos atrás es el espacio incluyente, ahora muchos sectores sociales no se sienten representados en los regímenes democráticos, van por fuera del sistema; cuando justamente los regímenes democráticos buscan es que en el marco de las instituciones las voces se sientan representadas.

Y ahora lo que estamos viendo es justamente esta conducta ya no de unos cuantos, sino de masas completas que se manifiestan públicamente.

Yo creo que usted lo plantea muy bien en el sentido de que qué vamos a hacer con esto, no solamente hay que ver el fenómeno, perdón voy a hacer un pequeño paréntesis, aquí también tenemos una crisis de interpretación de lo que estamos viviendo, no solamente la crisis económica, la crisis de la pandemia, sino también una crisis de los marcos teóricos de interpretación, para no hablar también de las crisis de políticas públicas de qué hacer frente a estos nuevos fenómenos.

Me da la impresión de que no los estamos entiendo cabalmente y que, por lo tanto, tampoco tenemos las respuestas adecuadas. Y queremos tal vez recurrir a viejas soluciones que en su momento en un contexto específico resultaron eficaces, pero que ahora no lo son.

Y usted advierte con toda claridad lo que aparece ahorita como paradigmas, el hiperpresidencialismo que también coincido con usted que nos lleva a sistemas autocráticos y demás, aunque lamentablemente acompañados por sectores muy amplios de la población que prefieren eso a sentirse inseguros en lo que ven como cabos de la democracia o bien a esta fragmentación política, en donde la hiperatomización de los derechos nos oscurece la vista de lo que nos es común.

Entonces andamos tras derechos cada vez más atomizados, no niego la relevancia y la legitimidad de los mismos, pero a veces nos llevan a los extremos tales que nos conformamos con nuestra pequeña lucha en esa participación política que usted bien señala. Y perdemos de vista lo que es lo estructural.

Y yo estoy de acuerdo con usted, hay que volver a las raíces de la democracia, el lugar de esta hipercrítica a los partidos políticos que los obscurece y parecía que es denigrante pertenecer a los mismos, hay que exigirles a los partidos políticos que jueguen el rol que deben jugar, al igual que a los parlamentos.

Pero no basta si no entendemos por qué hemos llegado a esta situación, donde amplios sectores de la población y no solamente los de más bajos ingresos, también de diferentes capas sociales se han alejado de las instituciones democráticas y tenemos que, creo que usted tiene razón, participar en la democracia participativa. Porque si no, se está ocupando el populismo de la misma en este sentido demagógico, ¿no? De levanten las manos para manifestarse masivamente. Y yo interpreto quién levantó la mano y quién no la levantó.

No, tenemos que poner en la justa dimensión de la conducción institucional las diferentes voces y manifestaciones.

Entonces, con el cuidado que hay que tener sobre la llamada democracia participativa, como si la democracia representativa no lo fuera, tenemos que abrir esos nuevos canales. Y creo que no estamos entendiendo cabalmente el fenómeno o por lo menos hablo por mí, pero ahí está y tenemos que volver a las raíces, en el sentido que la democracia vuelva a ser ese espacio en donde nos sintamos partícipes de lo que nos es común y, además, representados en esa institucionalidad.

Porque si no es volver otra vez a tratar de resolver nuestras diferencias de la manera más violenta o esas ilusorias pretensiones de “llego por esa vía y después resuelvo los problemas”, que ya tenemos muchísimos ejemplos en la historia de cómo esa paradoja de que “yo soy el puro, que tengo la razón de la historia y llegaré al poder y desde ahí haré la democracia”, no.

Creo que tenemos que repensar y, bueno, hay muchísimos ejemplos en contra de todo eso.

Agradeciendo, la verdad, muchísimo el que nos comparta su punto de vista y además con toda esta ilustración de datos y de esta visión internacional que usted tiene y también compartiendo que hay mucho qué hacer, antes de echarnos para atrás y decir aquí hay un problema irresoluble, bueno, la resiliencia democrática, sin duda, ha resistido y ha pasado por mucho, pero no basta confiarnos en que si eso pasó va a seguir pasando.

Hay que meternos a ese activismo social, hay que llamar la atención sobre esto. Hay que tratar de entender este afán de participación política, porque es una paradoja, ¿no?

Me alejo de las instituciones democráticas, pero sí levanto la mano y la voz porque tengo muchas cosas que decir, porque los partidos, los parlamentos, los gobiernos no me están escuchando.

O bien, hay sectores de la población que dicen: Voy tras el líder, cualquiera que sea este el mandato.

Este impulso reformador y, sin duda, la tecnología, la innovación tienen que ayudarnos como herramientas de comunicación.

Hoy esta plática es un ejemplo de eso. Usted muy lejos, en kilómetros de México y estamos compartiendo esto. O sea, y tenemos que utilizar estas herramientas, justo para escucharnos, para compartir y para ver que los problemas de México tienen sus particularidades, pero no estamos fuera del planeta. Hay otros países y otros ciudadanos, otras personas que están reflexionando sobre lo mismo y que comparten preocupaciones similares a las nuestras y que tenemos que compartir qué ha venido pasando en estas décadas y que ahora nos llevan a la situación en la que estamos.

Yo también comparto con usted el optimismo, creo que, si bien hay mucho que hacer, también creo que la humanidad ha resuelto complejos como los que ahora estamos viviendo.

Hasta aquí dejo mi comentario y pasaría muy rápidamente, doctora, a algunas preguntas que nos han llegado en el chat que usted las tiene también ahí, para también pedirle que nos haga el favor de cerrar su participación.

Karina Paquini dice: ¿cómo debería abordar el INE este deterioro democrático?

Erick Trejo: ¿qué camino ha marcado el escenario de la pandemia en temas de participación ciudadana?, ¿hacia dónde se dirige el camino de la democracia en panoramas de esta índole?

Fer Dorantes: como individuos de las nuevas generaciones, ¿qué alternativas tenemos para enriquecer nuestro pensamiento democrático?

¿Cómo le podríamos hacer para que –dice Penélope Muñoz– para que en sistemas democráticos como el mexicano, no se concentren los poderes como está sucediendo?, no sé, ¿podría legislar en ese sentido?

Bueno, está en curso, incluso, pretensiones de reforma electoral, en fin.

Tiene usted, doctora, una gran cantidad de comentarios, ha suscitado su participación, lo cual me da muchísimo gusto, muchas dudas, preguntas, comentarios.

Iván dice: ¿cree usted que la pandemia está marcando un nuevo hito para el desarrollo de la democracia en el mundo?, ¿qué camino deberá tomar la democracia a nivel mundial debido a futuras pandemias?, etcétera.

De mi parte, tomaría lo que se decía, ¿qué puede hacer el INE? Bueno, el INE como institución es clave como árbitro y como organizador de procesos electorales y el INE ha seguido y ahora el próximo domingo tenemos una muestra de ello, elecciones en seis estados del país, haciendo todo lo que está a su cargo para que la mesa esté puesta para la participación ciudadana.

Pero hay cuestiones que, sin duda, desbordan a esta autoridad y que implican la participación de todos y no solamente depositar en una sola institución esta gran responsabilidad, aunque asumimos plenamente lo que a nosotros nos toca.

Pero más bien, doctora, la queremos escuchar a usted.

Muchas gracias.

Expresidenta de la República de Costa Rica, Laura Chinchilla Miranda: Muchas gracias, Edmundo, por esa excelente complementación a mi presentación, de los comentarios y tu visión sobre este problema.

Tengo que, desgraciadamente excusarme, porque ésta será mi última intervención, procuraré recoger algunas de esas preguntas y resumirlas en un par de reflexiones, dado que en 10 minutos entro a otro chat en donde soy yo la que tiene que conducir la actividad, entonces, no puedo fallar, no puedo fallar.

Yo diría que hay como dos reflexiones que me gustaría agregar.

La primera es que, en el marco de las tendencias que estamos observando en contra de la democracia, proveniente fundamentalmente, de esta mezcla de líderes autócratas, de pocas convicciones democráticas, con muy pocos escrúpulos, quienes no entienden la democracia como un sistema de reglas, normas y medios, sino que la entienden como simplemente la voluntad que yo quiero ejercer junto con todos los problemas de audiencias, alimentadas por la desinformación de las redes sociales que siguen ciegamente a muchos de estos líderes.

En el marco de esta grave tendencia que estamos observando, y de la cual no se salva ninguna democracia, como ustedes bien lo han dicho, habría imaginado hace algunos años en Estados Unidos, observando los eventos que hemos observado.

Aquí hace una gran diferencia, pero una enorme diferencia, la calidad de las instituciones que el país tenga y la calidad de los liderazgos que estas instituciones tengan.

Yo creo que, y lo digo así abiertamente, un Trump habría podido salirse con las suyas en muchos países latinoamericanos; lo que evitó que se saliera con las suyas, desconociendo los resultados electorales y queriéndose imponer a la brava, pues simplemente las instituciones que juegan un papel importantísimo en la democracia norteamericana.

El Estado de Derecho, a través de los jueces, la independencia relativa de algunos gobiernos estatales, el rol de la prensa que fue fundamental.

Bueno, México tiene instituciones importantísimas, y tiene el frente de las mismas líderes valientes, con convicciones. Ellos son hoy la primera barrera de los impulsos populistas de cualquier líder.

En ese sentido, quiero, una vez más, subrayar lo afortunado que es México al tener hoy instituciones como el INE y a líderes como Lorenzo Córdova, y el equipo que hace parte de esa institución.

La segunda reflexión que quiero también hacer es que, en la medida en que todas éstas son tendencias globales, no solamente cuenta la protección de sistemas basados en reglas, como son las democracias, en el respeto a las minorías, en el respeto al estado de derecho, a la ley que está en la Constitución, sino también, instituciones multilaterales, basadas en reglas y en normas.

No es de extrañar que de la mano de líderes autócratas venga también una avanzada en contra del sistema multilateral, el caso de Rusia quizás es el más elocuente de los que hoy estamos viendo: un autócrata a quien le dio la gana hacer una guerra.

Bueno, pues bien, tenemos también que apelar al sistema multilateral y tenemos que globalizar las preocupaciones por la democracia, y globalizar los esfuerzos que los demócratas hoy están librando en su lucha por defender la democracia.

Así que, creo que hay espacio, muchísimo espacio o más los convencidos a favor de la democracia que los que no en México y en muchos otros países, en esta región, así que yo confío en que eso lo podamos lograr.

Muchas gracias de nuevo por esta invitación, ha sido un gran gusto.

Presentadora: Muchas gracias, doctora.

Muchas gracias al Consejero Presidente, al Secretario Ejecutivo del INE.

Es así como concluye esta transmisión, el Instituto Nacional Electoral agradece a quienes participaron y a quienes nos han seguido en la transmisión a través de las redes sociales oficiales del INE.

Que tengan muy buen día.

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