Versión estenográfica de la Conferencia Magistral, Los retos de la democracia mexicana. Elecciones 2021, que ofreció Lorenzo Córdova en el Diplomado de Derecho y Justicia Electoral

Escrito por: A Fernandez
Tema: Conferencia Magistral

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA CONFERENCIA MAGISTRAL «LOS RETOS DE LA DEMOCRACIA MEXICANA. ELECCIONES 2021», QUE OFRECIÓ EL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, EN EL MARCO DEL INICIO DEL DIPLOMADO EN DERECHO Y JUSTICIA ELECTORAL REALIZADO POR EL INSTITUTO ELECTORAL DE COAHUILA

Al contrario Presidenta, la verdad es un honor poder arrancar el año, ésta es mi primera actividad académico-electoral y para mí es un verdadero privilegio poder participar en la inauguración,  en los primeros trabajos de este diplomado  y por supuesto, acompañar también la firma de un convenio,  de este convenio de colaboración que sustenta este ejercicio académico -presidenta-, entre una institución hermana,  el Instituto Electoral de Coahuila, que es un integrante distinguido del Sistema Nacional de Elecciones y la Universidad Autónoma de Coahuila.

Es un verdadero privilegio para mí, Gabriela presidenta, poder estar aquí, cosa que agradezco mucho. 

Quiero aprovechar para saludar al presídium, a la presidenta Gabriela de León, en primera instancia, al señor Secretario Ejecutivo, a las y los consejeros electorales de Instituto, a todo el personal, deseando no solamente un año de éxito, sino además del cumplimiento, una vez más de las encomiendas constitucionales que tienen que ver con la colaboración, la coparticipación en la organización del  proceso electoral más grande de nuestra historia y que culminará en las urnas el próximo 6 de junio.

Gabriela, de verdad, muchísimas gracias, muy honrado por la invitación para poder estar esta tarde con ustedes.

Yo quisiera, si ustedes me permiten, compartir una presentación con ustedes para digámoslo así, no abusar en términos de la, solamente de (inaudible) de eventuales cifras, sino también poder tener una estructura en la charla de esta tarde.

Entonces, si ustedes me permiten, estoy compartiendo ya mi pantalla, me corrigen si se ve bien. Creo que vamos bien.

Bueno, hablar de los retos de la democracia, en 2021, los retos que vamos a enfrentar por primera vez en la historia los 33 órganos del sistema administrativo del Sistema Nacional de Elecciones de manera concurrente, de manera simultánea, nunca en la historia del país habían coincidido las elecciones federales, con elecciones para renovar poderes en todos los estados de la República.

Me parece que es indispensable y para mi muy importante, poder digámoslo así, comenzar la reflexión sobre los retos, los desafíos que vamos a enfrentar este año desde una perspectiva, o más bien (inaudible)

Me parece que uno de los errores con los que suele analizarse los desafíos electorales, es sin hacer una visión retrospectiva sobre esos retos, una visión que nos permita reconstruir de dónde venimos, como hemos llegado a donde hoy estamos para poder enfrentar los desafíos que el futuro nos depara.

Y esto más de manera particular cuando hemos venido viendo en los tiempos recientes en los tiempos recientes, pero esto suele ocurrir cada vez que hay una alternancia en el gobierno, lo presenciamos en el año 2000, por ejemplo, con la primera alternancia en la Presidencia de la República y es algo frecuente cuando hay alternancias en los contextos democráticos, de pretender que la democracia ha nacido con este fenómeno de alternancia.

Me parece que desde este punto de vista, esas visiones que a mí me gusta definir como creacionistas, como si la democracia surgiera de la noche a la mañana, como producto de un evento que, sin lugar a dudas puede tener una enorme valía histórica como lo fue la elección del primer de junio de 2018, pero que en una adecuada interpretación de la construcción, de los esfuerzos por construir un sistema democrático, debe entenderse, en todo caso, como un punto de llegada, y no necesariamente como un punto de partida, al menos por lo que hace a la construcción de condiciones democráticas. 

Por su puesto que una alternancia, sobre todo con una expectativa tan grande como se generó en el año de 2018, genera justamente o puede marcar el inicio de algo nuevo, ojalá y el inicio de lo que haya comenzado en aquella fecha sea una, digámoslo así, una etapa en donde los grandes problemas nacionales que venimos arrastrando y que siguen existiendo, se resuelvan, pero en todo caso eso no tiene nada qué ver con nuestra evolución democrática.

De hecho, a esas visiones creacionistas, me parece que es correcto y sobre todo justo, además de objetivo, asumir que la nuestra es una transición que se articuló a lo largo de muchos años como el resultado de luchas de muchas personas, de generaciones de mexicanas y mexicanos que se comprometieron con la salida, con el término de un régimen autoritario como el que emanó de la Revolución Mexicana y que, digámoslo así, que nos gobernó durante prácticamente buena parte del siglo XX para con una transformación en clave democrática, repito, que no puede ser entendida como obra ni de una persona, de un partido político o de un solo grupo ideológico, en fin, sino  como el resultado de esfuerzos del conjunto de actores políticos, sociales, de los medios de comunicación, de los propios, de la academia.

En fin, de una multiplicidad de actores que se comprometieron con el cambio de las reglas del juego y que fuimos construyendo con el paso de los años de un sistema electoral cada vez más robusto, que permitiera la recreación democrática del poder político.

Desde ese punto de vista, creo que una adecuada interpretación, sobre todo de cara a las elecciones del 2021, si bien no las primeras, sí las más grandes elecciones después del 2018, que hemos tenido, que vamos a tener, pues bueno, es importante reivindicar que estas elecciones se engarzar en una larga secuencia de acontecimientos políticos, de compromisos que se han traducido en cambios constitucionales, de edificación de reglas y de condiciones del juego democrático que son el resultado de esa larga, de esa apuesta de mucho tiempo, por democratizar el sistema, y de esa larga evolución que nos ha ocupado, por decir lo menos, los últimos 30 o incluso 40 años.

Así que frente a las versiones creacionistas de cara al 20021, como autoridades electorales, como sociedad incluso, me atrevo a decir, estamos obligados a reivindicar una versión evolucionista.

Y es que si lo vemos con claridad, nuestro sistema electoral, el que hoy gozamos, el que ha permitido como veremos un poco más adelante, los índices de alternancia más grandes de nuestra historia democrática son el resultado de esta larga evolución y de la solución concatenada, a lo largo del tiempo, de una serie de grandes problemas que teníamos como sociedad que enfrentar y resolver para poder abrir la puerta de un tránsito a la democracia.

Es decir, por decirlo de otra manera, de transitar de un régimen autoritario, vertical, cerrado y excluyente a un régimen, un régimen auténticamente democrático. 

La historia de esta evolución se ha articulado a lo largo de muchas reformas electorales, de ocho grandes reformas electorales y de muchas transformaciones constitucionales, legales e incluso sociales que han ocurrido a lo largo de los últimos, por lo menos 43 años.

En efecto, las primeras reformas, aquellas que detonó la reforma política de 1977 y que en buena medida ocuparon la atención política de los años 80 tuvieron que ver o tuvieron que enfrentar un primer gran problema, una primera gran necesidad a atender y resolver. 

Que era para salir de un régimen autoritario como el que emanó de la Revolución Mexicana en primera instancia, que el sistema de partidos y que el sistema político y de representación política, se abrieran a una pluralidad cada vez más creciente que sin lugar a dudas, como decía Reyes Heroles en los años 70, implicaba una gran fuerza política hegemónica, pero que sin lugar a dudas no era ni de lejos la única fuerza política que estaba, digámoslo así, alimentándose de un creciente pluralismo y de un descontento con ese modo autoritario y vertical de ejercer el poder político.

Así como la primera gran necesidad a la que se abocaron las primera reformas electorales tenía que ver justamente con la inclusión y la apertura de un sistema político cerrado y excluyente que había obligado a muchos actores sociales y políticos a tener que moverse que actuar en la clandestinidad, incluso que optar por rutas violentas. 

Precisamente frente a la violencia que después de los hechos ocurridos el día de ayer en el Capitolio, en la capital del vecino país del norte, vale la pena resaltar que democracia significa ante todo la negación de la violencia y que la violencia, por el contrario, significa el agotamiento, la erosión de la propia democracia.

Precisamente para evitar que la ruta violenta pudiera ser legitimada frente a un régimen autoritario como una vía para pretender acceder al poder político es que desde finales de los años 70 y durante los años 80, se apostó por la apertura del sistema político y la inclusión de fuerzas ideológicas, políticas, cada vez más diversas, cada vez más plurales, pudieran ver en la ruta electoral una ruta franca para poder acceder al poder político. 

Se trata de reformas, por cierto, vale la pena resaltarlo, en los tiempos en los que la representación proporcional suele ser atacada por tibios y troyanos, se trató también de un conjunto de reformas que apostaron por la representatividad como la mejor manera de los órganos políticos, particularmente del Congreso, como la mejor manera de construir democracia.

Los diputados en su primer momento y luego los senadores de representación proporcional, hay que decirlo sin ambages, son indispensables para poder mejorar, robustecer, la calidad democrática de nuestro sistema político. Así empezó esta historia y hoy siguen siendo absolutamente necesarios. 

En un segundo momento, sobre todo después de la compleja, de la controversial y de la disruptiva elección de 1988, una segunda necesidad que tuvimos que enfrentar tuvo que ver con construir un sistema electoral que nos permitiera construir confianza en torno a las elecciones.

Es decir, un sistema electoral y cuando hablo de sistema electoral hablo del conjunto de instituciones, de leyes, de reglas y de procedimientos que inyectaran credibilidad en las elecciones, más todavía cuando la larga historia de reiterados fraudes que habían caracterizado buena parte del siglo XX, de fraudes electorales, pues implicaba digámoslo así, una profunda desconfianza en torno a la organización de las elecciones.

El primer paso en ese sentido fue sacar al gobierno de la organización de las elecciones, porque hasta las elecciones de 1988, el gobierno era juez y parte.

Es decir, el gobierno era responsable de la organización de las elecciones. Era la Secretaría de Gobernación, a través de un órgano desconcertado, la Comisión Federal Electoral, la CFE; no la Comisión Federal de Electricidad, la titularidad de ambos órganos estaba en manos de la misma persona, pero no tiene nada que ver una con la otra. 

Había sido un órgano absolutamente parcial en la organización de las elecciones de 1988 y por lo tanto, fuente de una profunda y legitima desconfianza en la organización de las elecciones.

Así que la siguiente gran etapa, la siguiente gran necesidad por resolver, constituyó justamente la de construir un sistema electoral confiable, transparente, auditable y sobre todo, vigilado por actores político y por la propia sociedad.

Las elecciones de 1994 fueron elecciones que también significaron un parteaguas en muchos sentidos, no solamente porque se trató de elecciones en un año profundamente convulso, en donde de manera preocupante, la violencia parecía irrumpir en el escenario político, sino sobre todo, me refiero por ejemplo, al surgimiento de una guerrilla en Chiapas, el EZLN, que encarnaba una serie de legítimas demandas de sectores de la población que habían sido históricamente relegados.

También me refiero por ejemplo, al magnicidio del candidato del partido en el gobierno, que ponía en tela de juicio la viabilidad de la propia recreación del poder político a través de las urnas.

En 1994 fueron necesarias una serie de reformas muy importantes, entre otras aquella, que apostó por la ciudadanización de los órganos electorales como una ruta para poder construir un sistema democrático cierto, confiable y justo.

Bueno, las elecciones de 1994, si bien no tuvieron ni de lejos los problemas de confiablidad que habían tenido apenas seis años atrás, sí evidenciaba un nuevo problema. 

El problema de la profunda inequidad con la que las elecciones se estaban llevando a cabo, que caracterizaban contiendas políticas en las que había un actor profundamente privilegiado frente a los demás.

Me parece que la mejor manera de poder enfatizar este punto, es justamente lo dicho por el entonces Presidente Ernesto Zedillo en el mismo día, en el mismo discurso de toma de posesión, cuando señalaba que venía de elecciones ciertas y creíbles, pero profundamente inequitativas y no se engañaba el Presidente Zedillo, porque el primer ejercicio de fiscalización a cargo del entonces Instituto Federal Electoral, evidenció que el partido en el gobierno había gastado el 85 por ciento de los recursos erogados en las campañas electorales.

Y el resto de los recursos de la oposición apenas el 15 por ciento. La equidad se convirtió como una nueva necesidad imperativa de ser resuelta y a la que se abocaron justamente las reformas electorales a partir de la de 1996 y la de 2007 y después la de 2017 tratando de generar un contexto de cancha pareja.

Es decir, de condiciones mucho más equilibradas que permitieran que cualquier fuerza política tuviera efectivas posibilidades de ganar una elección.

La ruta para esto pasó por dos grandes ejes, el primer lugar un financiamiento público generoso, un financiamiento público predominante sobre el financiamiento privado que permitía que todos los partidos tuvieran condiciones mínimas igualitarias para poder competir efectivamente por el poder, que, por decirlo de otra manera, que el dinero no se convirtiera en una razón por la cual la democracia en México no pudiera consolidarse, no pudiera asentarse.

No es casual que después de esta apuesta, a partir del año 1997, la presencia de la oposición en el gobierno por la vía de las urnas, es decir, los triunfos electorales de la oposición empezaran a ser cada vez más frecuentes, cada vez más recurrentes, y la alternancia se convirtiera en parte de la normalidad democrática de nuestra vida política.

Así ocurrió en 1997 cuando por primera vez en nuestra historia, el partido en el gobierno perdió la mayoría en la Cámara de Diputados, cuando en la primera elección de Jefe de Gobierno en la capital de la República ganara la oposición.

Unos años más adelante, en el año 2000, en la primera elección presidencial posterior a esta reforma, por primera vez hubiera una alternancia en la Presidencia de la República y así sucesivamente,

Y la otra gran parte de esta construcción de la equidad la constituyó un modelo de comunicación política, por cierto, resultado de los muchos abusos que se cometieron por parte de distintos actores, funcionarios públicos, el Presidente de la República, violando su rol de neutralidad, olvidando su papel de jefe de Estado e irrumpiendo un día sí y otro también en la contienda electoral.

Ustedes lo recordarán, me refiero, por supuesto, a Vicente Fox, irresponsablemente señalando con una reiterada insistencia que había que cambiar de jinete no de caballo, en una clara alusión a que no hubiera alternancia en las elecciones presidenciales, etcétera, etcétera; me refiero a grupos empresariales, comprando, aunque estaba prohibido, publicidad en radio y televisión con la intención de incidir en la voluntad del voto de las y los ciudadanos.

Me refiero, por ejemplo, a los concesionarios de la radio y la televisión permitiendo la venta prohibida de publicidad para esos propósitos, etcétera, etcétera.

Bueno, el modelo de comunicación política derivado de la reforma de 2007 que venturosamente sigue vigente el día de hoy y que implica que el acceso a la radio y la televisión esté garantizado en condiciones de equidad para todas las fuerzas que integran el espectro político fueron, junto con el financiamiento público, las razones o las vías para conseguir elecciones cada día más justas y cada vez más equitativas.

Y finalmente, el último estadio de esta evolución, la última necesidad la representa, digamos, la apuesta por generar condiciones homogéneas, estandarizadas en términos de la calidad, los procedimientos, los criterios, las reglas e incluso las instituciones que organizaban las elecciones en el ámbito local, respecto de las elecciones federales es justamente una reforma que tuvo ese propósito, la de constituir un Sistema Nacional de Elecciones que, por cierto, a seis años de su nacimiento ha demostrado no sólo su viabilidad sino su pertinencia, me atrevo a decir, generando condiciones técnicas, operativas, institucionales y jurídicas, es decir, criterios para juzgar, para organizar las propias elecciones homogéneas y estandarizadas con independencia de en qué parte y en qué nivel de gobierno se realizaban en el país.

Todo eso ha traído un cambio radical en nuestro sistema electoral y perdón Gaby, sé que ustedes mismos en el IEC han tenido también, han visto multiplicada su participación en procesos electorales.

No son extraños los casos como el del IEC que acaba de salir de una elección exitosamente realizada en contextos de pandemia, para organizar unos meses después una nueva elección, pero bueno así estamos todos los órganos electorales del país producto justamente de esta construcción de un Sistema Nacional de Elecciones

Por lo que hace al Instituto Nacional Electoral, me gustaría señalar que durante su existencia como IFE, como Instituto Federal Electoral, tuvo bajo su responsabilidad la organización de 18 elecciones federales a lo largo de 23 años, bueno, el INE a lo largo de sus seis años de existencia, casi siete, pero bueno a partir de 2015 ha venido organizando o ha participado en la organización sea de manera exclusiva, en el caso de las elecciones federales, sea de manera coordinada con los institutos electorales de los estados, de 200 elecciones en este periodo. 

Con las elecciones del 18 de octubre pasado en Coahuila y en Hidalgo, el Instituto Nacional Electoral alcanzó las 200 elecciones organizadas en estos seis años, un poco más de existencia. 

Éste es el conjunto de elecciones al que he hecho referencia, cuatro federales, las de diputados de 2015, las tres elecciones federales de 2018, más 196 elecciones locales a lo largo de este periodo. 

Y lo que podemos concluir, hay muchas maneras de valorar si este sistema es pertinente, suficientemente robusto, valió la pena el cambio de 2014, bueno hay muchas maneras decía, pero una de ellas, poco estudiada, poco analizada y en la que a mí me gusta poner un énfasis particular es en el grado de alternancia. 

Si uno observa estas 200 elecciones organizadas en estos seis años, lo que puede observar es que, tanto en el plano federal como en el plano local, la alternancia se ha multiplicado, estamos hablando del periodo con mayor grado de alternancia de la historia democrática del país. 

En estos seis años, desde el 2015, incluyendo las elecciones de este año, hasta las de 2020, en el plano federal y en el plano local, podemos identificar un índice de alternancia del orden del 62%.

Acabamos de ver la lámina anterior, perdónenme en esta lo que ha ocurrido en términos de alternancia en las cámaras del Congreso de la Unión, en esta gráfica podemos ver lo que ha ocurrido en el ámbito de las gubernaturas de 36 elecciones de gobernador, en 23 casos ha habido un cambio de ganador y como puede verse en el cuadro de la derecha no hay ninguna fuerza política que pueda decirse la exclusiva beneficiaria de este fenómeno de alternancia. 

Esto, por cierto, me parece que puede justificar y sustentar legítimamente, objetivamente, con datos, el hecho de que el voto en México es cada vez un voto más racional, menos instintivo y en automático, un voto cada vez más razonado, un voto que no solamente sirve, para decirlo de otro modo, para elegir a nuestros gobernantes y a nuestros representantes populares, sino que también sirve como un ejercicio, y como ocurre y como debe ocurrir en las democracias, como un mecanismo de rendición de cuentas.

Porque el voto en México, estos datos lo evidencian, es también una manera con la cual las y los ciudadanos votan o premian las buenas gestiones de gobierno y castigan las gestiones deficientes.

Vuelvo a insistir, la posibilidad de que el partido que ganó en la elección gane en la elección siguiente, atendiendo a lo que ha ocurrido en los últimos seis años, es de apenas de cuatro de cada 10 posibilidades y en el ámbito municipal y de congresos locales, aquí también está impactado lo que ha venido ocurriendo, lo que acaba de ocurrir en el Congreso del estado de Coahuila, producto de las elecciones de octubre, pues evidentemente nos habla de una sociedad que ejerce cada vez más, esta vocación crítica de revisión de exigencia y cuentas a sus gobernantes, a sus representantes, a través de esto.

Para 2021 vamos al ejercicio más grande de nuestra historia, no solamente se renueva la totalidad de la Cámara de Diputados en la que por primera vez habrá posibilidad de reelección, bueno, hoy ya sabemos con los avisos que nos han generado las y los diputados, de que muchos buscarán la reelección.

Habrá que ver si los partidos, bajo cuyas siglas llegaron a sus cargos deciden postularlos. Creo que por primera vez en el plano federal vamos a tener este doble ejercicio de rendición de cuentas.

Por un lado, a los partidos que postularon a las hoy diputadas y diputados en 2018, de valorar, e evaluar la gestión que han tenido  y eventualmente premiarla, volviendo a postularlos para estos cargos que se renovarán en junio próximo y por otro lado, en caso de que eso ocurra, la misma ciudadanía que tendrá la posibilidad de premiar no sólo la gestión o la actuación en el Congreso de la Unión de algún partido político o de otro, sino de los mismos legisladores que están pidiéndoles de nueva cuenta,  por primera vez de manera consecutiva, su respaldo electoral.

Bueno, aparte de eso, vamos a tener elecciones, como saben en 15 estados de Gobernador. En las gubernaturas de prácticamente la mitad del país, se van a renovar.

Vamos a tener elecciones en todo el país de congresos locales, salvo en los dos estados, Coahuila que acaba de renovar su Congreso y Quintana Roo que están señalados en este mapa, pero en el resto del país se van a renovar los congresos locales, para un total de mil legisladores locales que serán renovados.

Y en el plano de los ayuntamientos, salvo Hidalgo que tuvo elecciones el mismo día, el mismo 18 de octubre que en Coahuila para renovar el Congreso y en Durango, en el resto del país, prácticamente la totalidad de los ayuntamientos que son elegidos y que no son designados en el sistema de usos y costumbres del sistema de los partidos internos, van a renovarse. 

Vamos pues a una renovación del poder político nunca antes vista como puede verse en esta gráfica en donde podemos identificar que habrá muchos estados, prácticamente la mitad de los estados del país, en donde se van a renovar la totalidad de los poderes públicos electivos.

Es decir, Congreso, gubernaturas y también, los propios ayuntamientos. Esta va a ser la elección más grande de nuestra historia y aunque alguien podría decir, ese cuento yo ya lo escuché en 2018, de nuevo les anticipo que lo van a volver a escuchar en 2024.

Nosotros ya, Gabriela no estaremos en nuestras responsabilidades en 2024, habremos concluido nuestros mandatos constitucionales antes de entonces, pero nuestros sucesores en 2024 podrán decir que iremos a la elección más grande de nuestra historia.

Y es que así está ocurriendo. La elección del 2021 será más grande que la del 2018, se puede ver con claridad respecto de lo que son las cifras de cada una de las elecciones, empezando como pueden ver en esta gráfica con el número de potenciales electores.

Nosotros, aunque el Listado Nominal, la inscripción al Padrón Electoral se terminará hasta el próximo 10 de febrero, hoy, nuestras estimaciones nos arrojan un cálculo del Listado Nominal del orden de poco más de 93 millones de ciudadanas y ciudadanos, lo que significa más de cuatro millones adicionales a los que pudimos votar en 2018

El número de elecciones locales como decía aumenta de 30 estados a las 32 entidades. El número de casillas que se van a instalar aumenta en un número muy importante, cerca de 7 mil casillas adicionales respecto de las de 2018. El número de funcionarios electorales que realizarán el trabajo de campo; los supervisores electorales y los capacitadores electorales aumenta también de manera consistente.

El número de ciudadanos que tendremos que visitar a partir de la segunda quincena de febrero en sus domicilios, con todas las medidas de prevención sanitaria para que no, como pasó en Coahuila y en Hidalgo, para que las elecciones no sean un foco, digámoslo así, o un proceso que multiplique los contagios, la curva de contagios, la verdad creo que las cuentas que hay que rendir en el Instituto Electoral de Hidalgo, el Instituto Electoral de Coahuila, que trabajaron conjuntamente con el INE en las elecciones del 18 de octubre, son buenas cuentas, porque no hay ningún elemento; es más, hoy tenemos todos los elementos para sostener que las curvas de contagio en ambas entidades no se alteraron por las elecciones.

Eso nos deja lecciones muy positivas para que el derecho a la salud no se contraponga con el derecho, con los derechos político-electorales.

El número de ciudadanos a visitar decía, va a crecer de manera muy importante, estamos hablando de medio millón de ciudadanos más. El número de funcionarios que van a ser responsables de la organización de las casillas crece en casi 80 mil funcionarios adicionales, y el número de cargos de elección va a aumentar en un modo muy importante, casi una quinta parte más de cargos se van a renovar, más de 21 mil cargos frente a los poco más de 18 mil que en 2018 estuvieron en disputa.

Bueno, además, vamos a una inédita, un inédito ejercicio que tendrá que realizarse el primero de agosto, la primera vez que vamos a tener en nuestro país una consulta popular a nivel federal.

Evidentemente se trata de un ejercicio que, aunque está desfasado de las elecciones, porque las elecciones se van a realizar el 6 de junio, como todos saben, y la consulta popular el primero de agosto, pues va a tener que nutrirse, que aprovechar buena parte de los esfuerzos de las economías de escala que van a significar el gasto de organizar una elección federal, y aunque el costo es diametralmente inferior al de la elección federal, el de una elección federal, pues va a tener un costo, nosotros calculamos, del orden de los mil 500 millones de pesos, para poder garantizar las condiciones que mandata la propia ley en esa materia de cercanía de las mesas de votación respecto de las y los (inaudible).

Aquí tendremos, anticipo, los problemas, la Cámara de Diputados no le autorizó al INE ni un peso para poder realizar la consulta a pesar de que la Cámara de Diputados, junto con el Senado son convocantes para este ejercicio. 

De entrada anticipo que el Instituto Nacional Electoral tuvo que recurrir a la Suprema Corte de Justicia para poder organizar las consultas populares y que se generen los recursos necesarios para que éstas se lleven a cabo, porque hay una gran paradoja, los órganos que aprobaron la realización de la consulta, que convocaron la consulta, es decir los órganos del Legislativo Federal, son los que no han generado ninguna base presupuesta y ninguna base jurídica para que el INE pueda tener una ampliación presupuestal para que este ejercicio se lleve a cabo.

Así que el INE está defendiendo el derecho de las y los ciudadanos, tuvimos que recurrir a la Corte para que se generen los recursos para que este primer ejercicio de participación ciudadana, a través de la consulta popular, pueda llegar a buen puerto.

No vamos a permitir que el dinero se convierta en un mecanismo que le impida a las y los mexicanos pronunciarse en un tema tan relevante como el que a petición del Presidente de la República avaló la Suprema Corte de Justicia de la Nación. 

Estoy seguro que la Suprema Corte de Justica que es la que redactó la pregunta que se va a someter a la consideración de las y de los mexicanos, defenderá el derecho de la ciudadanía de poder contar con las condiciones necesarias para que la consulta popular sea un éxito. Porque se trata además de la primera consulta popular y tiene que salir muy bien. 

¿Cuáles son los desafíos que enfrentamos como autoridades electorales este año? No son pocos y no son nuevos algunos de ellos, me atrevo a decir que los tiempos para organizar elecciones, los tiempos para la democracia, incluso antes de la pandemia de SARS-Cov2, de la enfermedad conocida como COVID-19, no estaba gozando su mejor momento. 

La democracia estaba viviendo tiempos malos. Para decirlo en una célebre expresión atribuida a Cicerón, mala tempora currunt, para la democracia, corrían malos tiempos para la democracia y siguen corriendo malos tiempos para la democracia, vean nada más lo que ha pasado en los Estados Unidos el día de ayer. 

Es una advertencia, me parece clara, contundente, de que a la democracia se le cuida o la democracia se nos puede agotar, se nos puede esfumar entre las manos. De una manera mucho más sencilla y no por ello menos dolorosa de lo que podríamos suponer.

Bueno y es que venimos cultivando una serie de problemas para la propia democracia. Decía la cita de Cicerón mala tempora currunt, malos tiempos corren para la democracia, si la leemos completa también supone que se dice que se vendrán tiempos peores, sed peiora parantur, nos toca a todos que esta segunda parte de la frase de Cicerón no se concrete.

Y me refiero a problemas de los que habíamos venido discutiendo desde hace mucho tiempo en México y en el mundo. 

En primer lugar, el descontento social con la democracia y sus resultados. La democracia no ha sido una forma de gobierno en la que se haya generado o gestado, no es culpa de la democracia, es culpa de las políticas públicas, que gobiernos democráticos han instrumentado.

La democracia ha quedado a deber, hay grandes problemas, los grandes problemas de nuestro tiempo, que no se han resuelto y que hoy gravitan como un caldo de cultivo para que germinen la inconformidad y la insatisfacción de grandes franjas de la ciudadanía.

La desigualdad es una característica del mundo moderno, nunca antes en la historia de la humanidad se había generado tanta riqueza y nunca antes en la historia de la humanidad había habido tanta desigualdad como la que atraviesa prácticamente todos los ámbitos de la vida social en todos los países del mundo.

En segundo lugar, la pobreza derivada de políticas públicas, de políticas económicas que han fracasado y han demostrado su fracaso en la resolución de este ominoso problema que lastima a las sociedades y que inevitablemente incide en la calidad de nuestra democracia.

Estamos viviendo, hemos vivido un proceso de desinstitucionalización de las principales instituciones democráticas, de pérdida de credibilidad que cada día aumenta en relación con los partidos y con los congresos. 

Bueno esta andanada contra la representación proporcional es parte consciente o inconscientemente de ese proceso de desinstitucionalización, esa falta de compromiso democrático, de vocación democrática de los actores políticos, la desinformación, las noticias falsas eran un problema para las elecciones desde antes de que la pandemia se convirtiera en el nuevo dolor de cabeza para la recreación democrática.

No porque las noticias falsas sean nuevas. La mentira ha acompañado a la vida política desde la antigüedad, desde sus orígenes. El problema es que las redes sociales hoy tienen una potencialidad en términos de difusión de noticias positivas y falsas, pero que evidentemente con respecto a las noticias falsas, acentúan la desinformación y la polarización.

Vean ustedes, métanse un día a ver las redes sociales de cualquier funcionario público, del presidente del INE por decir algo, para que se vea justamente lo que significa esa lógica de polarización acentuada por la irrupción de las redes sociales y nadie va hablar mal de las redes sociales.

Las redes sociales son una realidad que llegó para quedarse y el gran desafío que tenemos es que no sean un mecanismo de erosión, si no por el contrario, de fortalecimiento democrático.

Y finalmente esto que ya mencionaba, sociedades crecientemente polarizadas, la polarización no es nueva. Yo se que hay quien niega la polarización, pero me da la impresión y lo digo con mucho respeto y con mucha franqueza, que la negación de la polarización es una estrategia precisamente de quien busca polarizar a nuestra sociedad

Y creo que desde ese punto de vista, negar el efecto lesivo, disruptivo y antidemocrático que tiene la polarización puede perfectamente, digámoslo así, comprenderse con lo que ocurrió el día de ayer en los Estados Unidos.

Quien piense que lo de Estados Unidos es solamente la responsabilidad de un actor político me parece que se equivoca.

Lo que ocurrió el día de ayer es el resultado de años de generación de enconos, de confrontación, que se llevó al extremo y que corre el riego, claramente de volver nugatoria a la democracia.

Porque la democracia o es la lucha pacífica por el poder o no es democracia. Cuando la violencia se convierte en algo que se presume como legítimo en la contienda política, la democracia se agota, para decirlo sin medias tintas.

Bueno y a todo esto, todo esto ya estaba ahí. A todo esto, hay que sumarle la pandemia y su efecto disruptivo (inaudible) para la supervivencia democrática.

Y este desafío se presenta por lo menos en cuatro grandes dimensiones. La primera es la dimensión sanitaria en cuanto tal, porque la realización de elecciones inevitablemente implica que ocurra una serie de fenómenos que el cuidado sanitario recomienda justamente no hacerlo.

Grandes concentraciones de personas, no solamente en la organización de las elecciones mismas, de los comicios, sino también en los actos políticos.

Por definición las campañas políticas son espacios de reunión, de discusión. Y justamente es la sana distancia lo que hay que procurar para evitar las curvas de contagio, creo que de nueva cuenta lo que ocurrió en Coahuila y en el estado de Hidalgo en octubre pasado y que llevaron a los Organismos Electorales de cada estado a emitir una serie de protocolos de recomendaciones, que los partidos políticos y las y los candidatos debían seguir para que los aactos de campaña electoral, no fueran espacios de contagio es muy provechoso, como buenas prácticas, de cara a las contiendas electorales que arrancarán en distintos momentos, pero sobre todo a partir de abril de este año.

Les parece que aquí, Gabriela, hay que hacer un reconocimiento al trabajo que ustedes hicieron y un reconocimiento a aquellos actores políticos que sí atendieron las recomendaciones, pero eso también va a ser algo muy importante para evaluar, creo que las y los ciudadanos, y éste será objeto de discusión durante las campañas electorales, tendrán como otros elementos para orientar su voto, el comportamiento responsable o no, en términos sanitarios, de quienes les soliciten el voto, si alguien organiza eventos que ponen en riesgo a la salud de sus simpatizantes, pues claramente nos dará más elementos para poder decir si uno quiere votar por alguien que no cumple con esa mínima responsabilidad.

Pero bueno, lo que sí es cierto es que los mítines, las grandes concentraciones son desaconsejables en términos, digámoslo así, sanitarios.

Por eso digo que la primera dimensión, el primer desafío, es un desafío estrictamente sanitario en la organización de las elecciones.

Un segundo desafío es la dimensión económica. Hoy sabemos y esto es una realidad lamentable, ojalá que no sea catastrófica, que la crisis sanitaria trajo como consecuencia una crisis económica, y eso es innegable, el país, nuestro país, pero el mundo en general, ha tenido un retroceso en el crecimiento de la economía, un decrecimiento de la economía en el año pasado, que sólo es comparable con la gran depresión de finales de los años 20; es decir, la pandemia, la crisis sanitaria, nos trajo la peor crisis económica del último siglo de la humanidad.

Y esto va a generar una serie de problemas que todavía no dimensionamos adecuadamente, va a incrementar la pobreza, hoy ya lo sabemos, las cifras de los organismos especializados para tal efecto en el país nos dicen, y eso es sólo en México, que cerca de 10 millones de personas se van a sumar las filas de la pobreza y esto va a incrementar, evidentemente, el descontento y la presión respecto de la propia democracia.

Recuerdo y aquí me gusta señalar que un estudio de principios de la década pasada, de 2004 para ser precisos, el PNUD, el informe sobre la democracia en América Latina señalaba cuánta desigualdad, como gran pregunta, cuánta desigualdad y pobreza puede aguantar la democracia en América Latina como un juego perverso que parecía estábamos jugando los países de la región.

Bueno, hay una tercera dimensión, que es la dimensión política a la que ya hacía algún tipo de referencia, lo estamos viendo de nueva cuenta ahora con el nuevo confinamiento que algunos países en Europa han planteado, la recomendación en nuestro país, por ejemplo, hoy estamos viviendo con el semáforo rojo en la Ciudad de México y en el Estado de México, en fin, las estrategias sanitarias muchas veces entran en tensión con el libre ejercicio de los derechos humanos, y por eso mismo estos son los tiempos en los que los mecanismos del control del poder político tendrían que potenciarse.

Lo estamos viendo en algunos países, la pandemia ha sido utilizada, ha sido una justificación para procurar la concentración y el ejercicio autocrático del poder. 

Por no hablar, por otro lado, de la ya mencionada polarización. Ojalá y no vayan a caer nuestros actores políticos, lo digo de verás, no solamente como un deseo, lo digo también con preocupación en la tentación de politizar la pandemia, porque el horno, para decirlo en palabras coloquiales, no está para bollos.

Vuelvo a insistir, veamos lo que pasó en el vecino país del norte el día de ayer, la polarización, quien niegue la polarización está haciendo un juego de polarización. Debería preocuparnos a todos que nuestras sociedades hoy estén cada vez más decantadas en bloques frecuentemente irracionales que se contraponen y se niegan entre sí. 

Y no quiero ser ahora naif, las elecciones naturalmente suponen un momento de polarización, las campañas electorales son los momentos institucionales para que los distintos puntos de vista, las distintas fuerzas políticas se confronten, se contrapongan, es normal en un proceso electoral, el problema es cuando esa polarización está aderezada con un componente profundamente antidemocrático que es la intolerancia. 

Cuando al adversario político se le descalifica, cuando al adversario político se le concibe como a un enemigo, justo como Carl Schmitt lo planteaba, como esencia de la política en los años 30, por cierto Carl Schmitt  y esa lógica fue la lógica que nutrió el nazismo a Alemania y el fascismo en Italia, cuando esa dosis de intolerancia se conjuga con la polarización, entonces la democracia está en riesgo y quien niegue la polarización, está simple y sencillamente utilizando esa negación como un mecanismo para polarizar aún más a nuestras sociedades y eso, hay que decirlo sin ambages, es una actitud profundamente irresponsable. 

Es una especie de jugar al aprendiz de brujo que puede desatar pasiones y pulsiones violentas como las que vimos el día de ayer que pueden poner en riesgo a la democracia.

Y finalmente, la conjunción de todo lo anterior, tiene o implica una dimensión social, la suma de todos esos problemas puede eventualmente generar expresiones de inconformidad que desborden los cauces institucionales.

No me dio tiempo de poner nuevas gráficas, nuevas fotografías, pero pues después de lo de ayer, buenos ejemplos de lo que ocurrió en el Capitolio en Washington, D.C. podrían ilustrar esta gráfica. 

Y no me refiero solamente a grupos inconformes que deciden ir más allá de los límites legítimos, democráticos, al indispensable derecho a la protesta, sino también a la reacción autoritaria de entes públicos, de fuerzas del orden que pueden acabar provocando una espiral de violencia de la que la democracia sin lugar a duda no se va a ver sino perjudicada. 

Termino, Gaby, queridos amigos y gracias por la paciencia, tratando de enumerar, pero a estas alturas más como un ejercicio final de síntesis y sistematización de algunos de los desafíos que he venido ilustrando en esta charla respecto de los meses por venir. 

Es decir, lo que las elecciones de 2020-2021 nos imponen como retos a las autoridades del Sistema Nacional Electoral y a los actores políticos, retos también para la propia sociedad de los que depende nuestro refrendo o el refrendo, de las y los mexicanos a nuestro compromiso democrático.

En primer lugar, un tema si se quiere mucho más operativo, pero que no puede soslayarse.  

Entendiendo el difícil contexto económico que vive nuestra sociedad y sin ningún tipo de dispendio o de gasto innecesario, las autoridades electorales tenemos que contar con las suficiencias presupuestales que nos permitan que las elecciones se lleven a cabo de la mejor manera posible. 

Y aquí quiero subrayar un dato. Lamentablemente el que tengamos que organizar elecciones en tiempos de COVID implican también una serie de gastos, Gabriela no me dejará mentir, así ocurrió de cara a las elecciones de octubre pasado. 

Tanto a cargo del Instituto Electoral de Coahuila, como del de Hidalgo y, por supuesto, del Instituto Nacional Electoral, hay una serie de gastos que hoy tenemos mucho más medidos, que hoy tenemos mucho mayor claridad respecto de cómo tenemos que enfrentarlos de cara a las elecciones próximas. 

Gracias a ese gran banco de prueba que para nosotros significaron las elecciones (inaudible) pasado, en material sanitario, en material sanitizante, en mecanismos de protección sanitaria como cubrebocas, caretas, etcétera. 

En la dotación de cubrebocas que deberemos tener en las casillas para poder proveer de ellos a aquellos ciudadanas y ciudadanos que eventualmente acudan a votar sin este mecanismo de protección fundamental, básico, en el que el INE, por cierto, y los OPLE vamos a seguir insistiendo día a día. 

No es casual que en todos nuestros promocionales electorales e incluyendo lo de los órganos electorales, Gabriela, y esto es una gran cosa; pues estemos enfatizando la necesidad de cuidar nuestra salud como una manera de ejercer responsablemente los derechos políticos. 

Para decirlo y perdón el promocional, este 6 de junio agarren mexicanas y mexicanos su cubrebocas, póngase su cubrebocas y salgan a votar. 

Creo que esa es una cuestión de absoluta responsabilidad. Bueno, la cuestión presupuestaria no puede poner en riesgo el derecho a la salud de quienes acudirán a votar, o de quienes tendrán la responsabilidad de organizar las elecciones, incluyendo, por supuesto, a las y los funcionarios de casilla. 

Estamos viviendo momentos delicados, el INE fue objeto, los órganos electorales de los estados también lo están siendo lamentablemente, de recortes presupuestales. 

Tendremos que hacer un esfuerzo para que estos, a pesar de estos recortes la calidad de las elecciones, pero, sobre todo, las condiciones sanitarias idóneas para que el derecho a la salud no se vea lastimado por el ejercicio de los derechos políticos.  

Al contrario, que no entre en contraposición, sino que estén armonizados, para que, insisto, el dinero que se nos ha proveído sea suficiente. 

Nada más aquí recordatorio, el INE no tiene ni un peso para la Consulta Popular, y será una responsabilidad que este importantísimo primer mecanismo, primera ocasión en la que se realizará este mecanismo de participación ciudadana pueda llegar a buen puerto. 

Eso será una responsabilidad de las autoridades presupuestarias, de las autoridades hacendarias y, por supuesto, que confiamos en que la Suprema Corte de Justicia le dará la razón al INE y nos permitirá organizar como se debe una Consulta Popular. 

Porque este primer ejercicio tiene que ser emblemático de cómo se hacen las consultas populares con todos los requisitos establecidos en la ley y no como algunos ejercicios que hemos visto en el pasado. 

En tercer lugar, la polarización política y el ambiente enconado. Vuelvo a insistir, no nos ayuda en nada a nadie negar lo que es evidente. 

Quien diga que no estamos viviendo un contexto polarizado, vuelvo a insistir en el punto, está utilizando esa negación para incrementar la polarización política.

En cuarto lugar, espero se concrete lo que no está en el paréntesis, la responsabilidad democrática de los actores. Y ojalá y no se convierta, como lo dice el paréntesis, en la irresponsabilidad política, perdón, irresponsabilidad democrática de los actores políticos.

Ojalá y las y los candidatos postulados por partidos e independientes, ojalá y los partidos políticos, ojalá y las coaliciones que se conformen, ojalá y los gobernantes federales, locales y municipales; ojalá todos estén a la altura del gran desafío que supone para nuestra democracia que estas elecciones lleguen a buen puerto.

Estoy seguro, y desde aquí refrendo, Gabriela, permíteme hablar en un plural, el compromiso de las autoridades electorales del Sistema Nacional de Elecciones, porque estas elecciones sean elecciones exitosas.

Pero no depende sólo de nosotros, la irresponsabilidad de los actores políticos, y vuelvo a señalarlo, basta mirar hacia el norte para entender a qué me refiero, de qué estoy hablando.

Ojalá y la responsabilidad de los actores políticos esté a la altura del enorme desafío democrático que para nuestra historia significará el 2021.

Y esto supone. Quinto gran desafío, quinto gran reto. Que no se vaya a caer en la delicadísima tentación de politizar la pandemia y sus omisiones. Porque esto implicaría una responsabilidad histórica.

La pandemia es un problema transversal, no hay nadie que esté a salvo de la misma. Y es un problema grave y actual, grave e inminente. Por eso las soluciones deberían concitar un ejercicio, digámoslo así, de coincidencia y no un ejercicio de división.

Ojalá, a eso me refiero con la responsabilidad de los actores, que estén a la altura y no caigan en ese fácil, pero delicadísima, peligrosísima tentación, la de politizar la pandemia y su (inaudible).

Y, finalmente, como consecuencia de lo anterior; tiene todo que ver con la responsabilidad de los actores, el respeto de las reglas por parte de los actores políticos.

Ya sabemos lo que nos pasa, ya lo vivimos en carne propia. Cuando un actor político, cuando algún actor político no respeta las reglas. Cuando, por ejemplo, lo vivimos en 2006, como mencionaba; el Presidente de la República interviene en las elecciones.

Yo confío mucho en que estas elecciones, ojalá y no me equivoque, será un proceso electoral en el que, al cabo del mismo, podamos decir que todas y todos, estuvimos a la altura de la historia.

Que todas y todos los actores políticos cumplieron su rol en fortalecer y no en dinamitar nuestra democracia.

Pero como me gusta decir y con esto termino, así como la construcción de la democracia fue, y así arranca esta plática, una obra colectiva, una apuesta de muchas y muchos, miles, cientos de miles de mexicanas y mexicanos, cuidar a la democracia es también una responsabilidad colectiva.

Y quien no asuma esa responsabilidad, simple y sencillamente estará evidenciando su vocación, su falta de compromiso democrático. Su vocación antidemocrática.

Es decir, su falta de compromiso con esta forma de gobierno que nos ha costado mucho a todas y todos construir.

Muchísimas gracias, Gabriela. Muchas gracias, además, señores consejeros, señor Secretario Ejecutivo. Gracias a todas y todos quienes nos escuchan esta tarde.

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