Intervención de Lorenzo Córdova, durante la presentación del libro, Voto nulo en México: Análisis desde lo local

Escrito por: INE
Tema: Consejero Presidente

 

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, DURANTE LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO «VOTO NULO EN MÉXICO: ANÁLISIS DESDE LO LOCAL», ORGANIZADO POR EL INSTITUTO ELECTORAL DEL ESTADO DE QUERÉTARO (IEEQ)

 

En fin, procuraré no agotarlos todos para, también, en una cuestión de equilibrio y equidad ajustarme como lo han hecho ustedes puntualmente. Espero lograrlo.

Quiero comenzar haciendo dos agradecimientos fundamentales: El primero, Claudia, te quiero pedir que le transmitas a la Presidenta Maday y a todas los y las colegas del Instituto Electoral y de Participación de Ciudadana de Tabasco mi felicitación por la realización de este Encuentro Nacional de Educación Cívica, en el marco del cual se inscribe la presentación de la obra que hoy comentamos, por favor, Claudia, además, de saludarte a ti en lo particular te pido que transmitas mis saludos y mi felicitación a todo el personal. Te hablo por supuesto al órgano directivo del Instituto Electoral y de Participación de Ciudadana de Tabasco.

En segundo lugar, quiero agradecer al Instituto Estatal Electoral de Querétaro y, concretamente, diría esa vocación incansable de publicación y de concitar reflexiones colectivas que Gema, en particular ha venido realizando. Muchas gracias a Daniel, a Joaquín y a la propia Gema, coordinadores de la obra que hoy comentamos.

Y les pido también que, a los compañeros del Instituto, a Gerardo, su Presidente, por favor le transmitan mi agradecimiento, mi felicitación y mi reconocimiento también.

De veras es un honor poder estar esta mañana con todas y todos ustedes, me da gusto, no solamente saludarlas y saludarlo, a Daniel, sino verlas y verlo bien, y sobre todo, con injundia, con la injundia que requiere pues estar trabajando a la distancia y construyendo ciudadanía, déjenme decirlo así, sobre todo de cara al inédito y complejo reto electoral que enfrentaremos el próximo año, creo que este es un buen ejemplo de cómo, más allá de la trinchera en la que nos encontremos, la construcción de la ciudadanía, como bien lo decía Daniel, pero también varias de ustedes, constituye un ejercicio colectivo.

Han transcurrido tres décadas de lucha política y social que nos han permitido alcanzar un logro que, en la actualidad, parece ser resultar algo común y frecuente, recurrente, pero que justo hace tres décadas se alcanzaba imposible.

Por cierto, esto a propósito de estas visiones sesgadas que comprendo, pero sesgadas al final del día, que pretenden interpretar la transición a la democracia desde una lógica creacionista como si de la noche a la mañana, en algún momento, producto de una elección, hubiéramos pasado de un régimen democrático a otro, renegando y desconociendo que la única manera de entender dónde estamos, para poder proyectarnos hacia adelante, comprender nuestros déficit y ver hacia adelante es asumir una visión evolutiva de la democracia, que justamente a lo largo de tres décadas ha permitido que hoy el voto se cuente y se cuente bien y, por lo tanto, que cuente, que sea efectivo.

Por ello, en una primera mirada, luego de esta evolución de que hemos llegado a un contexto en el cual los voto efectivamente valen y son contados bien, resulta paradójico que durante estas décadas y, sobre todo, a partir de 2009, no sólo ese año, pero a partir de 2009, se haya venido promoviendo desde algunos ámbitos sociales e intelectuales una serie de campañas a anular el voto.

Se trata de una paradoja porque el voto nulo, como se ha expresado aquí, como lo dice la propia legislación y la jurisprudencia, es un sufragio que en cierto modo renuncia al derecho que busca materializar, porque ese voto se elimina del proceso de construcción, es que se excluye del proceso de construcción de la representación política. Proceso precisamente al cual la votación se encamina y busca concretar.

Desde esa óptica, el voto nulo supone una suerte de rechazo, no necesariamente a los partidos o a las alternativas existentes, aunque puede parecer encuadrarse en ese objetivo, sino, se quiera o no, al final, es un voto que merma la democracia representativa, que la debilita, que genera una grieta en su epidermis.

Un voto que se anula es un voto que no cuenta en la integración de la representación política, y un voto que no cuenta en la representación política provoca una fractura, una distorsión en esta que debería ser el reflejo fiel de la diversidad de opiniones que constituyen una sociedad plural, como son las sociedades de masas de las democracias contemporáneas.

Justo por eso, porque el sufragio y su anulación voluntaria o involuntaria está en el centro del ejercicio y funcionamiento de la democracia, desde la perspectiva ciudadana, toda autoridad electoral está obligada a estudiar y darle seguimiento al fenómeno del voto nulo, y en función de sus motivaciones, atender e intentar resolver sus causas para contrarrestar ese efecto desnaturalizador de la democracia, o si se quiere de la representación democrática, entendida esta como la inclusión de las y los gobernados en el proceso de la toma de las decisiones colectivas.

En esta lógica, el texto que hoy presentamos resulta fundamental, ya que aporta, desde diferentes ópticas, desde distintos planos, pero con un transversal rigor analítico y evidencia empírica, diversos análisis sobre las causas, tendencias y realidades del voto nulo en México a nivel, sí nacional, pero, sobre todo, a nivel subnacional, a nivel estatal.

El análisis y comprensión del voto nulo es importante, porque en el se expresan dos asuntos centrales de la vida, para la vida pública democrática. En primer lugar, el estudio del voto nulo permite que las autoridades electorales conozcamos en qué medida la anulación de un sufragio responde, bien sea a errores de la ciudadanía al momento de expresar su preferencia electoral, bien sea a otro tipo de razones.

Son fallas que pueden ser producto de la complejidad de la legislación y de los procesos electorales que nos obliga a registrar con puntualidad la voluntad ciudadana expresada en cada boleta para cada candidatura, partidos o coaliciones.

Y es que la complejidad al emitir el voto, cosa que ustedes mismos han mencionado, a propósito de las coaliciones, a partir de las distintas perspectivas que sus trabajos abordan, aumenta, sobre todo ahí donde hay una amplia pluralidad de opciones políticas, lo que es sin duda valioso, pero que, además, se expresan en numerosas candidaturas y en ocasiones, a través de las coaliciones en una multiplicidad de opciones del voto válido. Y en ocasiones votar válidamente se vuelve verdaderamente una tarea que requiere una gran sofisticación.

Dicha pluralidad, en efecto se multiplica, no sólo, o multiplica no sólo las opciones para ejercer el voto de manera válida, sino también la posibilidad de errores no intencionados.

Piensen en un absurdo que a mí me gusta para ilustrar la complejidad y el barroquismo que nuestras legislaciones y la interpretación que sobre la ley se ha hecho, tenemos en nuestro sistema electoral. Y un ejemplo me sirve, probablemente como el más claro para sostener esto.

En la elección presidencial de 2014 tuvimos cuatro candidatos presidenciales, y había 44 modos válidos de votar, es decir, aquí estamos, o sea, esta lógica incluso para explicarle haciendo la pedagogía a la que se hacía referencia, porque a parte Daniel, por ahí. Explicarle al ciudadano cómo se vota válidamente y los riesgos que se tiene vista la pluralidad de posibilidades de anular involuntariamente el voto, es verdaderamente absurda, y todo esto, paradójicamente porque se ha buscado maximizar, desde una lógica presuntamente garantista, la posibilidad de la expresión de la voluntad de la ciudadanía en el voto.

44 modos válidos para votar para cuatro candidatos presidenciales, ahí hay un problema de entrada, alguien me puede decir por qué 44. Eran 22, pero, desde el momento en que se permitió contar como voto válido aquél que marcara el voto de una candidata que ya se había retirado, pero que aparecía en la boleta porque no se podía sustituir, y considerarlo como válido si se votaba por alguna otra opción, se multiplicaron por dos las posibilidades. 44 modos de votar, algo está mal.

Tan sencillo que es, para orientar un voto válido decir, vota solamente por una opción política de las que aparecen en la boleta, con independencia de que vaya coaligada o no.

Pero bueno, es un ejemplo, insisto, de cómo a veces el barroquismo de la propia legislación se vuelve en contra de la propia, de algo que debería ser sencillo, fácil y asequible para todos, la posibilidad de votar.

A la pluralidad de opciones políticas, además, hay que agregar el hecho que, de la concurrencia de procesos electorales, federales y locales, se puede o se maximiza la posibilidad de complejizar el ejercicio del voto.

No es lo mismo ir a una elección y votar por una alternativa, por un cargo, que votar por seis elecciones eventualmente, que son las posibilidades cuando existe la concurrencia, y eso si no hay consultas populares u otros ejercicios de democracia que ocurran concurrentemente.

Para las autoridades electorales, en consecuencia, resulta clave analizar y comprender si el voto nulo es producto de errores al momento de emitir una preferencia electoral en la boleta porque puede representar para nosotros una oportunidad para que, en siguientes elecciones, fortalezcamos la difusión, la pedagogía a la que se ha hecho referencia, sobre las maneras de emitir un voto de manera, un voto válido.

Pero la anulación de un sufragio también puede ser producto de una posición política de la ciudadanía respecto a las alternativas electorales que se le presentan.

Cuando representa la manifestación de un sentir ciudadano explícito y no el resultado de un error, el voto nulo es, en principio, tan legítimo, políticamente hablando, como el voto por alguna de las alternativas partidistas o sin partido político en la contienda.

Sin embargo, a diferencia de lo que Gema, en su intervención, mencionaba en este panel, el voto nulo en México, como voto de castigo no es posible de ser diferenciado, lo que en algunos lados llaman el voto en blanco, no es posible que sea diferenciado del voto nulo por error, y eso diluye la posibilidad y el impacto que supondría el voto, en algunos lados llamado también de castigo.

También en ese caso, cuando el voto nulo es la manifestación de una protesta de inconformidad ciudadana con la representación política vigente y sus alternativas, su estudio y análisis pueden arrojar datos relevantes sobre las diversas formas de manifestación del sufragio e incluso dar pistas sobre el estado de la relación entre gobernantes y ciudadanía; es decir, esto que algunos han llamado, alertándolo como fenómeno de erosión de la calidad de la democracia, ¿no?, la crisis de la representación política.

Sobre esta última forma de entender el voto nulo, como manifestación de una postura política ciudadana, permítanme una breve reflexión.

El voto intencionalmente anulado pretende ser, como se decía, un voto de castigo para que los políticos dirijan su mirada a la ciudadanía y atiendan sus reclamos legítimos, detrás de esta postura subyace una situación de desencanto de quienes intencionalmente anulan su voto, un desencanto que puede ser comprensible, incluso justificable en muchos casos.

Sin embargo, este modo de sufragar se basa, mucho me temo, en un razonamiento circular, su premisa no es consecuente con el sentido y objetivo que se busca, al menos en una legislación en un sistema electoral como el nuestro.

Se parte del supuesto de que quienes hacen política no escuchan ni atienden las voces y reclamos de la ciudadanía, que son insensibles a sus preocupaciones y que sólo miran por sus intereses personales, o de grupo o de partido y, por eso, se

busca convertir al voto nulo en un voto de protesta, pero cabe preguntarse qué tan efectiva es la protesta que se expresa anulando el voto, si las y los políticos hacia los que va dirigida la misma son insensibles a las demandas ciudadanas.

¿Puede un voto nulo ser más efectivo que otro dirigido a una opción política concreta para llamar a cuentas a las y los políticos? Ése es un dilema y mucho me temo que mientras el voto nulo en México sea equiparable cuando es de protesta, cuando hay un error, no tendremos ninguna eficacia, digamos, respecto a esta propuesta. Eso, por no hablar de otro dato, no es casualidad que los movimientos y las organizaciones que promueven el voto nulo se expresen sólo cuando hay elecciones intermedias.

En el ámbito federal, eso ocurrió en 2009 y en 2015; no en 2012 y no en 2018; es decir, no en elecciones presidenciales y, creo que esto es un dato ilustrativo para poder subrayar lo que algunos hemos definido como el presidencialismo, ya no el constitucional, ya como diseño constitucional, no el presidencialismo como mecanismo de operación, aquel al que refería Carpizo, no, sino el presidencialismo de tipo mental.

¿Por qué no se busca el voto nulo cuando se elige a Presidente? Es una buena pregunta y creo que detrás de eso está el desprecio también que se tiene respecto del Parlamento, de los poderes legislativos que son, en democracia, los poderes más importantes, el más relevante dentro del equilibrio de poderes. El poder que tiene una preeminencia natural, democrática, porque es el verdaderamente, el auténticamente representativo de la pluralidad política respecto a los demás poderes.

Bueno, la respuesta a estas preguntad dependerá justo de analizar el volumen, la proporción, el alcance y otras particularidades del voto nulo, justo a eso se aboca este libro que hoy presentamos; es decir, se trata de comprender mejor, se busca comprender mejor las razones de esa grieta que el sufragio nulo implica para la democracia representativa.

Los textos que se analizan, las tendencias del voto nulo en las elecciones a diputados federales hasta el 2015, año para que, al momento de la elaboración del análisis, ya había suficiente información disponible.

No me voy a detener más, el tiempo se acaba, ni voy a pretender explicar, como lo han hecho magistralmente Claudia, Diana, Tania, Gema, y el mismo Daniel, en los textos que ellos han hecho, más bien espero haber generado la incertidumbre o las dudas suficientes como para poder invitar a nuestra audiencia a que se aboquen a la lectura de este libro.

Termino simple y sencillamente diciendo lo siguiente: Fenómenos como éste son fenómenos indispensables, porque a pesar de que las elecciones, y ese es parte de nuestras taras, seguimos en la noria electoral; los problemas, digo yo, están en otro lado, por supuesto que los sistemas electorales son siempre perfectibles, lo serán siempre, cada elección representa nuevos desafíos que vale la pena que sean analizados, que sean discutidos, que eventualmente se traduzcan en cambios normativos, pero lo que sí es cierto y estoy convencido, es que hoy lo electoral no es uno de los grandes problemas de nuestro país, lo era hace 30 años y, afortunadamente los esfuerzos que hemos hecho en ese sentido, han traído consecuencias.

Hoy el voto se respeta, el voto tiene condiciones para ser emitido de manera libre; el voto ha propiciado, en los últimos cinco años, en las elecciones que ustedes, compañeras y compañero, han organizado en el ámbito del sistema nacional de elecciones derivado de la reforma de 2014, son las elecciones con el grado de alternancia más grande de nuestra historia y eso tiene una traducción:

Si la alternancia es posible a través de las urnas, es que existen las condiciones reales, materiales, de equilibrio, de equidad en la contienda para que cualquiera, el que tenga más votos, por supuesto, el que consiga más respaldos, pueda ganar y eso significa que el voto hoy es un voto libre.

Nuestros problemas están hoy en otros lados, nuestros problemas están en la rampante inseguridad, en la dilagante pobreza, en la ominosa desigualdad, en la corrupción, en la impunidad que no acaban y es ahí donde tenemos que enfrentar nuestros esfuerzos como sociedad para rescatar la democracia.

No estar sumergidos en esta lógica que es como una de especie animal que se persigue la cola ¿no? sin llegar a ningún lado, que si uno lo ve en un perrito, etcétera, es hasta chistoso, pero cuando se piensa que éste es el dilema en el que estamos en materia electoral, pensando en cómo mejorar nuestra democracia, me parece que estamos equivocando los tiempos, estamos con la mira equivocada.

Creo que hay mucho qué analizar, creo que es importante que estudios como éste nos permitan comprender y mejorar nuestro sistema electoral, pero bajo una premisa, en lo electoral estamos, con todo, bastante, hemos hecho bastante bien la tarea.

Falta mucho por hacer y este libro nos va a indicar hacia dónde ir. Los pendientes, sin embargo, los grandes pendientes nacionales están en otro lado.

Gema, de nueva cuenta muchísimas gracias, gracias por la tolerancia, me pasé un poquito del tiempo, en efecto, pero para mí es siempre un placer comentar obras que son tan estimulantes como ésta que hoy se presenta en torno a las razones y el fenómeno concreto del voto nulo.

Gracias.

 

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