Intervención de Lorenzo Córdova, en la presentación de la campaña, La cultura cívica salva vidas y fortalece la democracia

Escrito por: INE
Tema: Consejero Presidente

 

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, EN LA PRESENTACIÓN, CONJUNTO CON LA FACULTAD DE MEDICINA DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO (UNAM), DE LA CAMPAÑA “LA CULTURA CÍVICA SALVA VIDAS Y FORTALECE LA DEMOCRACIA. SI TÚ TE CUIDAS, ESTAMOS PROTEGIDOS TODAS Y TODOS”.

 

Muchísimas gracias, Rodrigo.

Saludo con muchísimo afecto al doctor Germán Fajardo Dolci, Director de la Facultad de Medicina de la UNAM, que ha desvelado algo de lo que lo que estoy muy orgulloso, que es mí, no solamente mi pertenencia a la UNAM, por supuesto, como académico, sino, además, el que junto con mi hijo y mis hijos soy fan de los Pumas.

Pero debo también decir que, el que el doctor Dolci haya podido, Fajardo Dolci, haya podido comentar esto es porque nos encontramos con mucha frecuencia justamente en el Estadio, así que ojalá y pronto podamos estar ahí, porque eso significaría justamente que como sociedad hemos logrado enfrentar y superar esta pandemia.

Germán, hoy es un gusto de veras, un placer poder estar esta mañana juntos lanzando un proyecto conjunto de nuestra Facultad de Medicina de nuestra UNAM junto con el Instituto, perdón, Nacional Electoral. Dos instituciones que son aliadas estratégicas, no es la primera vez que trabajamos juntos y esta es un refrendar estas alianzas, ese trabajo conjunto que hemos ya venido desarrollando.

Muchas gracias, de veras, Germán, por impulsar junto con el INE esta campaña, con la cual buscamos, como ya anticipabas, sensibilizar, contribuir a sensibilizar a la población sobre la necesidad y la importancia de mantener en las circunstancias de emergencia sanitaria, de pandemia en la que nos encontramos, comportamientos y prácticas de higiene y salud ancladas en el conocimiento y en la evidencia científica y en el acceso oportuno a la información.

Reiterar, además, que hacerlo así es también parte de la cultura cívica y, por lo tanto, esto fortalece la convivencia social y, por ende, la recreación de la democracia.

Se trata de una campaña que, más que innovar en sus contenidos o formatos, como ya Germán nos ha comentado en muchas de las prácticas que esta campaña impulsa o promueve, que son del conocimiento público, más en ese sentido que impulsar un tema que no haya sido abordado en la conversación pública actual, busca ayudar a enfatizar varios mensajes, ideas y conceptos que nos parecen centrales en el contexto de emergencia sanitaria por la que transitamos.

De este modo, esta es una campaña que viene a sumarse a las que ya existen de concientización que otras instituciones públicas y especialistas, la misma UNAM, han venido desplegando entre la población, especialmente por lo que tiene que ver con prácticas específicas de higiene, distanciamiento social y cuidados generales de la salud.

Sin embargo, sí podemos decir que, con esta campaña, además de ampliar los alcances de los llamados al cuidado de la salud y de los comportamientos sociales y de higiene frente a la pandemia, buscamos hacer más claro un vínculo que comúnmente no se hace, y es el que existe entre el cuidado a la salud, por un lado, y la cultura cívica democrática, por el otro.

El vínculo entre salud y cultura cívica se hace evidente si reconocemos y reflexionamos que la salud de una persona no sólo depende de las decisiones y comportamientos que esta adopte en su vida cotidiana de manera individual, sino también, de las prácticas e ideas que permean en su contexto social, en la comunidad a la que pertenecen y que, en las que influye a partir de la convivencia cotidiana con los demás.

Desde esta visión, el cuidado que cada persona procure a su salud tiene no sólo una implicación social, tiene también una implicación personal, tiene también una implicación social, cuidarnos en lo individual en estos momentos significa cuidar a todos como colectividad.

Las pandemias como quizá pocas amenazas a la salud de las personas ponen en evidencia justamente esta conexión entre salud individual y salud colectiva, que es inseparable por la dinámica de interacción y la convivencia social que caracteriza nuestra vida cotidiana, el mundo moderno.

Sobre este tema, me parece que es muy oportuno recordar a María Zambrano, a la filósofa María Zambrano, cuando reflexionaba entre el vínculo entre persona y democracia. “Convivir-cito a María Zambrano-, quiere decir, sentir y saber que nuestra vida aún en su trayectoria personal está abierta a la de los demás, no importa sean nuestros próximos o no. Quiere decir saber vivir en un medio donde cada acontecer, cada hecho tiene su repercusión, quiere decir que formamos parte de un sistema llamado género humanos”. Fin de la cita.

Quiere decir, en pocas palabras, que vivimos en colectividad y que nuestros actos individuales inciden en la vida común, en la vida colectiva, en la vida en donde nos gobernábamos y recreábamos cotidianamente la democracia.

En el contexto actual en el que la convivencia social se está redefiniendo, pero que tiene un claro componente de protección a la salud, el comportamiento, la conducta cívica, bien se puede sintetizar en una expresión “si me cuido yo cuido a los demás, si los demás se cuidan también me cuidan a mí”.

En suma, seguir las medidas de cuidado a la salud en lo individual y promover su cumplimiento y respeto colectivamente representa un auténtico acto de solidaridad y de generosidad, pero también, un comportamiento que denota cultura cívica y compromiso social.

El vínculo entre salud y cultura cívica va más allá de la estrecha relación entre salud individual y colectiva, y de cómo actuar con base en la comprensión de ese vínculo supone, también, un acto cívico.

Otra conexión la podemos encontrar en la importancia de que la información y recomendaciones en materia de salud que reciba la población estén soportadas en evidencia y conocimiento científicos.

El mundo actual vive una paradoja, me parece. Por un lado, tenemos un avance de la ciencia, de la ciencia médica, como nunca antes lo habíamos tenido en la historia.

Y, sin embargo, en los tiempos actuales, y lamentablemente ni siquiera en los recintos del conocimiento por excelencia como son las universidades están exentas de este fenómeno, soplan vientos oscurantistas, vientos dogmáticos, vientos anti laicos, vientos anti científicos. Vientos que evocan más a la fe que al conocimiento, vientos que evocan más a la creencia que a la información y los datos duros.

En una democracia auténtica no existe, no puede, ni debe existir sólo una verdad, la verdad con mayúscula, porque la pluralidad de ideas y visiones es consustancias a la vida en democracia, pero esa pluralidad no se construye en el vacío y no supone un relativismo que todo acepta o todo da por bueno.

De hecho, uno de los basamentos de la pluralidad es la posibilidad de construir, reconocer y compartir un conjunto de hechos mínimos.

De verdades, muchas verdades, con minúscula, que, por supuesto, buscan, con el debate abierto y franco, demostrar su prevalencia sobre las otras, pero que aceptan como válidas a las demás, en todo caso, como legítimas. Y que son, una como postura, necesarias para la vida en común.

Como lo dijera el célebre senador norteamericano Pat Monahan, “cada quien tiene derecho a sus propias opiniones, pero no a sus propios hechos”. Precisamente, agregaría yo, porque los hechos compartidos, los que se construyen colectivamente bajo reglas y procedimientos, también aceptados colectivamente, es lo que le da un sustrato básico, un sustrato básico mínimo a las opiniones y a su pluralidad, en pocas palabras, a la democracia.

Y acabamos de verlo hace poco, nosotros como INE tuvimos que tomar una decisión, que no era menor, que era posponer el ejercicio de derechos políticos, del derecho al voto, en los estados de Hidalgo y de Coahuila.

No cancelamos las elecciones, pero sí las pospusimos, porque asumimos, sobre la base de evidencia científica, sobre la base de las consideraciones que las autoridades de salud, bases fundadas pues, no solamente en las normas, sino también en datos ciertos, que era conveniente esta posposición para evitar colisionar el derecho a la salud, por un lado, con los derechos políticos.

En esta lógica, la ciencia, la información y el conocimiento científicos se ubican justamente en ese espacio de certezas mínimas, de hechos empíricamente comprobables que se requieren en una democracia para construir acuerdos, políticas, y tomar decisiones.

Y, por supuesto, en pocos ámbitos como en el de la salud, el conocimiento científico es fundamental, porque su materia es la integridad y el bienestar físico y mental de las personas y de las comunidades en las que estas se desarrollan.

Las recomendaciones de cuidado de la salud y comportamiento sociales y de higiene que incluirá la campaña que hoy lanzamos conjuntamente el INE y la Facultad de Medicina de nuestra máxima casa de estudios se fundamentan, precisamente, en ese conocimiento científico.

Pero más allá de esta campaña el mensaje que queremos enfatizar es que, como ciudadanas y ciudadanos, debemos demandar que toda recomendación de política, toda sugerencia de comportamiento social, toda práctica de higiene que se nos proponga, debe tener un respaldo en evidencia y conocimientos científicos.

Y, si se encuentra que dichas sugerencias y recomendaciones deben cambiarse, debe ser también de la mano del conocimiento y de la evidencia científica que esos cambios, se promuevan.

Esta exigencia ciudadana a las autoridades no debe entenderse como oposición política, la demanda a las autoridades de tomar decisiones con fundamento científico, especialmente en el ámbito de la salud, es también parte de una cultura cívica viva que fortalece la acción ciudadana continua frente a sus representantes electos, más allá de las elecciones.

Finalmente, hacer democracia, participar en democracia, significa también generar contextos de exigencia, sin que ello signifique contravenir ni el principio de autoridad, ni el Estado de Derecho a nuestras autoridades.

Además de la exigencia del uso de evidencia científica en la toma de decisiones en materia de salud pública, es igualmente importante que la ciudadanía tenga un acceso oportuno a toda la información necesaria para comprender y enfrentar, en lo individual y colectivamente, el desafío que supone esta pandemia y aquí también encontramos otro vínculo muy estrecho entre la salud y la cultura cívica que, me parece fundamental.

Un aspecto que hemos podido apreciar en los meses que llevamos enfrentando en nuestro país la pandemia de COVID-19, es que el acceso a información veraz y oportuna resulta fundamental para tres cosas:

Primero, para comprender la dimensión y el alcance de la pandemia y de la enfermedad, los mecanismos de ésta y las interacciones sociales que eventualmente la hacen posible; segundo, para informar, a partir de esa comprensión, las decisiones individuales, de familia, empresa y comunitarias respecto de las medidas que debemos tomar para cuidarnos y cuidar a los demás y, en tercer lugar, para conocer de qué forma las autoridades democráticamente electas actúan, se preparan, planean e implementan acciones para coordinarse y enfrentar la pandemia y sus efectos.

La campaña que impulsamos, junto con la Facultad de Medicina, busca facilitar y promover, precisamente, que la ciudadanía tenga el más amplio acceso posible a las recomendaciones de salud y cuidados que se necesitan para salir al paso de la pandemia que enfrentamos.

Son tiempos complejos los que vivimos como sociedad, las personas, familias, escuelas y empresas, han tenido que adaptarse a las nuevas circunstancias; las universidades también, quienes como profesores tuvimos que innovar nuestros mecanismos didácticos, aprovechando, la oferta, digamos, que la tecnología nos permite, pero también los desafíos que esto significa, en la necesidad de reinventarnos, pero el costo de esta adaptación, incluso, para los que les es posible adaptarse, no tiene los mismos costos para todos.

La pandemia, lamentablemente ha hecho más evidentes las desigualdades de nuestra sociedad que, siempre han estado ahí, pero que ahora son más notorias, más significativas, más graves, por la mayor exposición que implican en estos tiempos a la pérdida de la salud.

Nuestro compromiso, desde la función pública y la academia, es ayudar con las responsabilidades que cada institución tiene y el alcance que nuestro mandato y recursos institucionales nos imponen, a que estas desigualdades, pues no impidan el ejercicio que todas y todos tienen al derecho humano a la salud y a sus derechos políticos.

Este compromiso es el que alimenta esta campaña y éste es el compromiso que nutre la colaboración cercana de dos instituciones, la UNAM, a través de su Facultad de Medicina y el INE que, tiene por definición constitucional y, en primera instancia, una vocación social y de servicio público.

Germán, estimado director, muchísimas gracias por la confianza en el INE y muchísimas gracias por este paso más en un camino juntos entre instituciones que, somos socios estratégicos para enfrentar el reto que hoy tenemos y seguramente para enfrentar los que vendrán en el futuro.

Muchísimas gracias y recuerden todos que, en salud y democracia, contamos todas, contamos todos.

Muchísimas gracias.

 

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