Intervención de Lorenzo Córdova, durante la 13º sesión del Observatorio de Participación Política de las Mujeres en México

Escrito por: INE
Tema: Consejero Presidente


VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, EN LA 13° SESIÓN DEL OBSERVATORIO DE PARTICIPACIÓN POLÍTICA DE LAS MUJERES EN MÉXICO, REALIZADO EN EL INSTITUTO NACIONAL DE LAS MUJERES (INMUJERES)

 

Muchas gracias Fabiola, agradezco mucho la oportunidad, y saludo con mucho afecto a todas y todos los que están aquí, estamos aquí reunidos.

En primer lugar, por supuesto, a la doctora Nadine Gasman, nuestra anfitriona el día de hoy y cabeza del Observatorio en el ciclo que viene.

Por supuesto, a Mónica Soto, estimada amiga.

Decía hace un rato Mónica que ella solamente ratifica, no rebota, no es poca cosa, porque además se tienen criterios orientadores para donde vamos, y creo que, en estos temas, creo que este es un tema particularmente sensible (inaudible) y que deberíamos, ambas instituciones, tomar como efecto demostración de una colaboración fructífera y que los resultados están a la vista para potenciar los otros ámbitos en donde somos instituciones aliadas.

Saludo con mucho afecto a las diputadas Beatriz Rojas y Paula Soto.

Por supuesto, a Belén Sanz, nuestra aliada estratégica desde ONU Mujeres.

A mis colegas, la Consejera Dania Ravel y Adriana Favela, le preguntaba hace un momento a Adriana que dónde estaba Dania y bueno, se acaba de cortar el pelo así que no la reconocí, pero bueno, aquí está nuestra titular de la Comisión de Género.

Saludo a todas y todos con mucho afecto como siempre.

En octubre de hace cinco años, estábamos iniciando el primer proceso electoral organizado en el marco del sistema nacional de elecciones. En ese momento, existían muchas dudas sobre las contribuciones que la reforma electoral de 2014 aportaría al desarrollo de la democracia mexicana, incluyendo, incluido en este punto la incorporación del principio de paridad legislativa por primera vez en las normas, en la constitución de las normas electorales.

La compleja distribución entreverada de atribuciones entre el naciente INE y los rebautizados OPLES, institutos electorales locales; el nuevo modelo de fiscalización y sus sanciones; la novedosa reglamentación de las candidaturas independientes e incluyendo la de fiscalización al aumento de dos o tres por ciento, por cierto, en términos del gasto no cumplido desafortunadamente todavía hoy del financiamiento de los propios partidos para el desarrollo político de las mujeres; la novedosa reglamentación de las candidaturas independientes; la posibilidad de relección en los cargos legislativos y en los municipios; la credencialización en el extranjero y la disposición constitucional para garantizar, como decía, la paridad en todas las candidaturas, eran probablemente los mayores desafíos que enfrenaba nuestro sistema democrático en más de 20 años.

Se trataba, no porque no los hubiera enfrentado antes, lo que pasa es que nunca había enfrentado tantos desafíos al mismo tiempo, y a partir de una lógica de reinvención del sistema electoral. Pasamos de tener 33 sistemas electorales que coexistían, a tener un único sistema nacional de elecciones.

Se trataba, como les digo, de múltiples cambios normativos e innovaciones que tenemos que poner en marcha a tan sólo seis meses de que fuera aprobada la legislación electoral.

Eran tantos cambios que no pocos formadores de opinión y espacialitas apostaban a que el nuevo modelo democrático, no necesariamente contribuiría a elevar la calidad de la democracia mexicana.

Para superar estos desafíos, incluido el que representaba la paridad en las candidaturas, las decisiones electorales asumimos que la recreación de la democracia es una obra colectiva y que, solamente potenciando la colaboración entre autoridades, organismos gubernamentales y organizaciones de la sociedad, podíamos sacar adelante semejante reto de la ingeniería constitucional en nuestro país.

Fue en ese contexto, vale la pena recordarlo, estamos a unos días de los cinco años de fundación de este Observatorio, que INMUJERES, el Tribunal Electoral y el INE, creamos el 14 de octubre, de entonces, de 2014, el Observatorio para la Participación Política de las Mujeres en México.

A cinco años del nuevo modelo electoral y de la creación del Observatorio, todos los desafíos que tenemos enfrente, han sido de mayor o a menor medida superados.

Logramos la estandarización de las condiciones de la competencia electoral a nivel nacional y subnacional, estos cinco años son los años en los que se ha presentado el mayor índice de alternancia en la historia democrática del país, alrededor del 60 por ciento de las candidaturas que son puestas en juego en una elección, sufren del fenómeno de la alternancia; es decir, las posibilidades de que un partido en promedio, que ganó una elección, vuelva a ganarla en el siguiente ciclo electoral es de apenas el 40 por ciento.

Contamos con un modelo de fiscalización único en el mundo y reconocido internacionalmente por sus contribuciones a la rendición de cuentas y al fortalecimiento administrativo de los partidos políticos; el pluralismo político es vigoroso, dinámico e incluso transversalmente en todo el territorio nacional; y en materia de paridad, hemos logrado, como aquí se ha reiterado, como todas y todos sabemos, resultados históricos.

Con las sinergias que generamos en este Observatorio, no sólo garantizamos el cumplimiento de un mandato constitucional de paridad en la competencia por todos los cargos de elección popular y, para que Mónica no se tire al piso diciendo que solamente el Tribunal revisa lo que hace el INE, bueno, (inaudible) y los tribunales locales y en esta revisión llegó el principio de paridad, en la Constitución está establecido sólo en el plano legislativo también en el plano municipal, lo que no es poca cosa, como sabemos. Pero bueno, hablando de sinergias y trabajo colectivo.

Aquí, permítanme reiterar los datos que todas y todos ustedes conocen. Contamos con el 48.2 de legisladoras en la Cámara de Diputado, y 49.2 de senadoras. Y en las presidencias municipales las mujeres representan el 27.2 por ciento, todavía muy lejos de una lógica de paridad, pero prácticamente el doble del que se tenía antes de este criterio novedoso del Tribunal. Y en los legislativos locales las mujeres ocupan el 49.7 por ciento de las curules en promedio. Hay estados, como ustedes saben, como Morelos en donde este porcentaje de legisladoras llega al 70 por ciento.

Hoy México es reconocido en el concierto internacional, como ya se ha mencionado, como el cuarto país con mayor número de mujeres en el legislativo, y ahí hay una disputa en términos de dónde estamos realmente, yo creo que están tomando en cuenta también congresos unicamerales, en fin. Pero, cuarto, en el peor de los casos, de acuerdo con el índice de la Unión Interparlamentaria que publicó ONU Mujeres en 2019.

La paridad es en pocas palabras una realidad en la competencia electoral, pero ya no sólo como paridad en las candidaturas, como lo mandata la Constitución, como lo mandata la sentencia del Tribunal en términos de paridad horizontal y vertical en el plano municipal, sino también es una realidad en términos de la paridad de la representación, ya no solamente de las propias candidaturas.

Y orgullosamente podemos decir que, además, establecimos criterios administrativos y jurisdiccionales que garantizan que los pueblos y comunidades indígenas tengan por primera vez en la historia una cuota de representación en la Cámara de Diputados.

En síntesis, el modelo electoral surgido de la reforma 2014 y los múltiples mecanismos de colaboración que hemos configurado para instrumentarlo han elevado la calidad de la democracia mexicana en materia de equidad e imparcialidad en la competencia mediante criterios que garantizan la paridad, con medidas que garantizan la representación política de pueblos y comunidades indígenas, y mediante criterios para que minorías y sectores vulnerables participen y sean respetados sus derechos en los procesos electorales con libertad y sin discriminación.

En tal sentido, debo reconocer que el sistema electoral que tenemos funciona y funciona bien. Por supuesto, es mejorable, pero que las sinergias que hemos creado en este Observatorio han contribuido a garantizar la participación paritaria de las mujeres en la dimensión electoral en nuestro país.

Ello no significa naturalmente que hayamos eliminado los problemas estructurales, ni siquiera aquellos más básicos, como nos recordaba ahora Mónica en el repaso de algunas de las sentencias que han emitido, y que habían tenido limitaciones estructurales que habían venido limitando la participación paritaria de las mujeres en política.

La violencia política por razones de género persiste, como se ha documentado una y otra vez. Y en muchos casos se intensifica conforme se incrementa la participación política de las mujeres.

Este es un efecto, digámoslo así, no querido, pero que es una consecuencia de eso que hemos insistido en este Observatorio en múltiples ocasiones, que al final del día las medidas afirmativas, los principios como el de paridad, acciones como las del Legislativo estableciendo o llevando la paridad ya no solamente a las candidaturas, sino a los cargos públicos; no son sino paliativos, o mecanismos para ir remontando el camino frente a un problema de fondo, que es el que le da razón de ser a todas estas medidas, y que no es otra cosa sino la dimensión cultural en donde todavía la discriminación por razones de género está profundamente instalada en la mentalidad de hombres y de mujeres en nuestro país.

Por ello, me parece que profundizar en las herramientas para enfrentar y erradicar la violencia política en contra de las mujeres, bien entendida, porque también podemos dar cuenta, no lo haré aquí, pero lo hemos hecho en otras ocasiones en este Observatorio, de cómo las quejas que le llegan al Instituto Nacional Electoral provenientes de distintos ámbitos, incluido el que nos corresponde en términos de supervisión, que es el de la rectoría del sistema de órganos administrativos, como cabeza del sistema electoral, que nombra y promueve, y eventualmente, y que reconoce de las irregularidades de las y los consejeros electorales, una cantidad de denuncias por materia presuntamente achacando o aduciendo violencia por razones políticas, violencia contra las mujeres por razones de género.

Violencia política contra las mujeres por razones de género, son verdaderamente, no sólo ridículas, sino en muchas ocasiones demerita justamente, y vacían de contenido, algo que es un problema grave que tenemos que enfrentar, no toda violencia contra las mujeres es violencia política, no toda violencia contra las mujeres es por razón de género, no toda la violencia política se ejerce contra las mujeres y mucho menos por razón de género.

Y vuelvo a insistir aquí, y aprovechando la presencia de nuestros colegas de los entes de investigación, de los entes universitarios, la importancia de ir definiendo y acotando, más todavía cuando esta discusión está ya en el plano legislativo, a propósito de una potencia tipificación de esta conducta, de la importancia de tener mucha claridad qué es y qué no es, porque lo peor que podemos hacer en la defensa, o en el combate a la violencia política contra las mujeres por razón de género, es meter en ese cajón algo que no cabe y que no es, porque eso no es y pierde relevancia.

Difundir el Protocolo Contra la Violencia Política contra las Mujeres, para prevenir la violencia política contra las mujeres y desdoblarlo de manera pedagógica para que nadie que no tenga herramientas sencillas para poder tipificar y denunciar aquello que es violencia política pueda hacerlo, fortalecer el ángulo de la violencia política en nuestras acciones de comunicación institucional, generar este efecto de demostración que ha sido particularmente efectivo y propicio como aquél que nos llevó, en algún momento, en las actividades paralelas a este Observatorio, a ser un ejemplo de lo que significaba el tratamiento noticioso de las campañas electorales o, peor aún, la propaganda de los propios partidos políticos que, partía de estigmas o de elementos muchas veces, insisto, soterrados, no tan evidentes, no tan abiertos, de discriminación y de vulneración de la participación política de las mujeres, son indispensables para seguir impulsando este tipo de mecanismos que ayuden a eliminar los estereotipos de género en todos los ámbitos en los que la vida pública y la política se despliega.

Y, esto es particularmente importante, porque estamos a menos de un año del arranque del que será el proceso electoral más grande de nuestra historia y sí, ya sé que han escuchado esto en alguna otra ocasión.

Sí, cada vez que va a elecciones, el INE enfrenta la elección más grande de nuestra historia, pero así es, mientras la pirámide poblacional siga siendo la que tenemos, la de 2021 va a ser la elección más grande de nuestra historia, incluso respecto a la de 2018.

No solamente porque las estimaciones del INE son que el Padrón Electoral va a crecer a 96 millones; es decir, seis millones más respecto de 2018 y con todo lo que ello implica en cascada, en términos operativos: número de casillas, número de funcionarios, sino también, porque como nunca antes en la historia, van a concurrir elecciones y, por primera vez, junto con las elecciones de diputados federales, vamos a tener diputaciones federales, vamos a tener elecciones en los 32 estados, incluyendo 15 gubernaturas. Y, aquí quiero volver a insistir, 15 gubernaturas, no 14 como alguien pretende. Y si alguien duda, voltee hacia el Norte, allá por (inaudible), pero bueno.

Dicho eso, el 2021 va a implicar, además, una serie de desafíos que aquí ya conocimos y que se van a estar extendidas como nunca antes en el ámbito político-electoral del país; me refiero a la figura de la reelección que, no en pocas ocasiones, no solamente de alcaldías, sino de congresos y, por primera vez, de la Cámara de Diputados federal.

Por primera vez vamos a tener, en 29 estados, una renovación de congresos, más la Cámara de Diputados federal, en donde en todos ellos va a aplicar la figura de la reelección. Figura, por cierto, bienvenida en el ámbito de las normas electorales        –digo yo- pero que ha sido utilizada por los detractores de la paridad para anteponerla como un obstáculo para que la paridad en las candidaturas pueda efectivamente concretarse, como si paridad en la elección, igual que en su momento democracia interna y paridad no pudieran ser compatibles.

Bienvenida la reelección, nada más que hay una regla que tienen que cumplir todos los partidos políticos, que es la paridad en las candidaturas. Si eso implica que hay candidatos o diputados o alcaldes que no serán postulados por esos partidos, aunque tengan chance de la reelección, yo como digo, la reelección es un derecho de quienes son electos, no es una obligación de los partidos.

La que es obligación de los partidos, insoslayable, es la paridad, bueno, en este contexto, como nunca antes enfrentaremos la posibilidad de renovar cargos con reelección, 30 estados renuevan municipios y 29 congresos y, en todos esos cargos, habrá la posibilidad de la reelección más la Cámara de Diputados federales.

Y, creo, que estamos enfrentando este contexto, por cierto, hay quien está muy preocupado en reformas electorales que, lo único que pretenden es generar austeridad y economía en los procesos electorales y nadie está en contra de eso.

La verdad hay otros casos en los que están claramente soterrados, la intención de vulnerar las autonomías de los órganos electorales, que ésa es otra historia. Lo digo sin medias tintas, hay una iniciativa que no es de un partido; ya me regañó la presidenta de un partido y, perdón, la presidenta de partido es la única presidenta de partido, hasta donde me acuerdo, hoy en día, porque hablaba de la iniciativa de su partido y ella me dijo: “no, no es de nuestro partido, es de un diputado de mi partido”.

Está bien, la iniciativa de este diputado de partido que pretende que ahora los Consejos Locales del INE sean nombrados desde la Cámara de Diputados. Sí y su nieve, decimos en el INE, de qué sabor la quiere; eso no se puede permitir, porque implicaría una grave vulneración de los órganos electorales.

Dicho eso, en lugar de andar pensando en eso, más valdría la pena que, si se quiere hacer una reforma electoral, que se pusiera, que se plasmara en ley lo que son hoy muchas acciones afirmativas empujadas por el Tribunal Electoral y por el INE que, el día de mañana, con cambios de integración, quién sabe si se sostengan, porque todas las acciones que determinó el INE que fueron convalidadas por el Tribunal, que no es poca cosa vuelvo a insistir, de cara a 2018 que permitió una representación paritaria como la que hoy existe, son eso, acciones afirmativas.

En abril, cuatro colegas se integran al INE y yo no sé con qué posición respecto a este tema lleguen, y no sé si habrá la posición en la mayoría, yo confió que sí, para que en 20121 esas acciones afirmativas sigan sosteniéndose.

Los órganos electorales subsisten, sus integrantes no, y las acciones afirmativas dependen en buena medida de la voluntad y el compromiso con ciertas causas de quienes los integramos.

La mejor manera, sería que; por ejemplo, la representación de pueblos indígenas, que fue una construcción virtuosa entre el INE y el Tribunal, y que habría que potenciarla, abierto a la provocación, empiezo hacer el cabildeo con la magistrada, Soto, ¿no? y qué tal que llevamos de 13 a 18; es decir, no los distritos con 60 por ciento o más de población indígena, sino los que tienen 50 por ciento y con paridad 9 y 9, ¿no?, vamos al 2021 a la Cámara de Diputados.

Pero vuelvo a insistir, eso es decisión y voluntad de los órganos electorales, son acciones afirmativas que no están concretadas en ley, esos, más bien, deberíamos de estar preocupándonos de cara a futuro, reforma.

Dicho eso, ante los resultados que hemos conseguido ante las indudables transformaciones que hemos logrado con base en reformas legislativas, medidas de acción afirmativa, resoluciones judiciales y las sinergias generadas por parte de las organizaciones de la sociedad civil y de la academia, agrupados en este Observatorio y que no han sido poca cosa, para generar contextos de exigencia, a los actores políticos, creo que podríamos transcender otros ámbitos.

Si cuidamos el andamiaje que nos han confiado en los últimos 5 años, de 2014 a 2019, si no perdemos ni un milímetro de certeza, autonomía, independencia y pluralismo en materia electoral; si cuidamos lo que hemos conseguido mediante lo que, yo llamó, el evolucionismo electoral y lo digo así, porque son tiempos en los que aspirantes a nuevos intelectuales orgánicos pretenden interpretar la materia electoral desde la luz de posturas creacionistas, como si no hubiera habido democracia, y de la noche a la mañana, ¡pum!, la democracia nació y llego ante nosotros. Cuando en temas, como lo que me ocupan a este Observatorio, son la mejor prueba de que esto ha sido una lucha gradual, paulatina de constantes conquistas y de sacrificios de múltiples actores, políticos, sociales, incluso económicos, de la academia, de la opinión, etcétera, etcétera; vuelvo a insistir, frente al creacionismo que hay que refutar, porque corremos el riesgo de equivocarnos.

El evolucionismo electoral, que nos ha traído a donde tenemos, me parece que podríamos plantearlo desde los desafíos de la participación política de las mujeres, en otras dimensiones de la vida pública del país y ya no sólo sin perder un milímetro en lo que hemos conquistado, en materia electoral.

Y es que, el día en que este país, como decía José Woldenberg, se baje de la noria electoral y empiece a enfrentar los otros grandes problemas nacionales que están en otro lado, porque lo digo sin medias tintas, si no hay cambio, si no se cambia una coma en materia electoral, en las nuevas (inaudible), no va a pasar nada vamos a seguir teniendo en 2021 elecciones tan ciertas, tan sólidas, tan confiables como ha venido ocurriendo y, por cierto, entre ellos la materia electoral, qué bueno que se avance en materia legislativa pero no pasa nada si no se cambia, por lo pronto, creo que vuelvo a insistir, diputada ustedes van a tener que nombrar cuatro consejeras y consejeros, ahí les encargo, es que sea un tema fundamental en las entrevista que ustedes hagan para continuar en lo que hemos avanzado y seguir empujando, pero los problemas están en otros lados, digo yo.

Y hay que utilizarlos, incluso en términos, incluso, de la paridad, en la participación política de las mujeres y hay que aprender del esfuerzo que en materia electoral hemos visto concretarse para empujar la paridad en todos los ámbitos de la administración pública, para que la ley que se acaba de aprobar en esta materia efectivamente se concrete y, para que, haya más mujeres, más allá de intereses partidistas y legislativos, reconociendo su talento en todos los ámbitos de la administración pública federal  y local.

Creo que es donde el Observatorio, que no es un Observatorio Electoral este, es un Observatorio de la Participación Política de las Mujeres, es decir, creo que nuestro desafío como Observatorio es también transcender. Lo apuntaba ahora Nadine en las líneas de acción que nos sugiere hacia adelante, y yo desde aquí, a menos que me digan otra cosa mis colegas, las suscribo totalmente, hay que avanzar, aprovechando los logros en la materia electoral hacia otros ámbitos.

Concluyó subrayando que, desde mi perspectiva, deberíamos pensar que la paridad electoral sea acompañada de más mujeres tomando decisiones en secretarias de Estado, en organismos desconcentrados, en organismos autónomos y en gobiernos estatales y municipales.

En cualquier caso, el INE seguirá colaborando de manera entusiasta con este Observatorio, en estas y otras medidas que se impulsen para consolidar la democracia sustantiva que, implica también, una democracia plenamente igualitaria, paritaria, e incluyente que tanto nos anhela.

Muchísimas gracias.

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