«La democracia se construye desde lo local», artículo de Dania Ravel, publicado en El Sol de México

Escrito por: INE
Tema: Opinión

A partir de la reciente asunción de las elecciones extraordinarias a realizarse en el estado de Puebla por parte del INE, han surgido diversos cuestionamientos en torno a la función de los Organismos Públicos Locales en nuestro sistema electoral, lo que evidencia la necesidad de recordar la importancia de su labor. Los OPL desarrollan y ejecutan los programas de educación cívica, orientan a la ciudadanía para el ejercicio de sus derechos y cumplimiento de sus obligaciones políticoelectorales y son estas áreas en las que los institutos electorales locales han dado muestras de innovación y buenas prácticas.

Tuve la oportunidad de ser Consejera Electoral en el IECM, antes IEDF, eso me permite referir algunas innovaciones surgidas en este OPL que ha sido pionero en diversas esferas de la organización electoral. Por ejemplo, en la creación y promoción de materiales que facilitan el ejercicio del voto de personas mayores y aquellas que viven con algún tipo de discapacidad, tales como la mascarilla braille, el cancel modular electoral, el clip sujeta boleta, el sello X, las urnas con etiquetas en sistema Braille, la base porta urnas y la lupa Fresnel. La mascarilla Braille desarrollada por el entonces IEDF fue incluso adoptada por el IFE desde 2003.

El OPL de la capital también ha sido precursor del uso de sistemas informáticos, internet y equipos electrónicos que simplifican y agilizan los procesos electorales, entre los que sobresalen la urna electrónica, fabricada por el IEDF en 2005[1], los lectores de código de barras para la recepción y registro de paquetes en las direcciones distritales o el escáner de lectura óptica. Conscientes de la gran influencia de los dispositivos móviles, ya para el Proceso Electoral 2011-2012 implementó un servicio de mensajes de texto (sms) que facilitaba la consulta de la ubicación de las casillas para los y las ciudadanas del entonces Distrito Federal. El llamado “Voto Chilango” es parte de la modernización por la que ha apostado el IECM: para las elecciones de 2012, sumado al voto vía postal de las y los ciudadanos de la Ciudad de México que residen en el extranjero, el Instituto aprobó la vía electrónica. Con ello se convirtió en la única entidad de la república en ofrecer esta alternativa, lo que representa un reconocimiento del contexto actual y sienta las bases para que otros Institutos Electorales Locales, e incluso el INE, planteen propuestas similares. En cuanto a la fiscalización de las campañas políticas, el IEDF estableció en sus normas desde el año 2000, que las investigaciones por rebase a los topes de campaña se debían resolver antes de la toma de posesión del cargo.

Otro ejemplo de cómo las medidas adoptadas por los OPL han impactado de manera positiva en el trabajo del INE es la emisión de la Circular 111, por parte del entonces IEDF, a través de la cual se establecieron mecanismos para que las personas trans ejercieran su derecho a votar sin discriminación en 2012. De igual forma, el convenio que suscribió el IEDF con el COPRED en 2015 permitió elaborar un folleto dirigido a presidentes de casillas con la intención de prevenir la discriminación en contra de la comunidad trans, así éste se convirtió en un antecedente fundamental para la creación del Protocolo trans aprobado por el CG del INE en el marco del Proceso Electoral 2017-2018. Sobre la inclusión de miembros de la comunidad trans en los procesos electorales, es inevitable reconocer el trabajo del Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca, que se convirtió en el primero en emprender medidas tendientes a garantizar el respeto a la identidad de género de las personas postuladas por los partidos políticos.

Los OPL son quienes conocen con mayor profundidad las necesidades de sus comunidades y dan cuenta de la pluralidad de alternativas y propuestas que existen dentro de nuestro sistema electoral.

El uso de la urna comenzó en las elecciones de 2003 a través de una prueba piloto con equipos prestados por el Tribunal Superior Electoral de Brasil. A partir de esta prueba se realizaron modelos que permitieron que en 2005 se fabricaran 60 urnas electrónicas semiindustriales propias, las cuales se utilizaron en una prueba piloto en 2006.

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