Muchas gracias, muy buenas tardes, días, perdónenme, a todas y todos.
Saludo con mucho afecto y agradecimiento a la Magistrada Presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, la Magistrada Janine Otálora.
El señor Fiscal Especial para Delitos Electorales, el doctor Héctor Díaz Santana.
A mi compañero en el Consejo General, el Consejero Jaime Rivera.
A las autoridades del PNUD, Alessandra, Javier, gracias.
A los integrantes del Comité Técnico de Evaluación del Fondo, en casi en pleno aquí reunidos, no.
Y por supuesto, a los representantes de las organizaciones que realizaron observación electoral en el proceso electoral pasado, en particular a Francisco, a Teresa, a José Manuel, a Bernardo, que nos han enriquecido con algunas reflexiones preliminares.
En un cuarto de siglo el sistema electoral mexicano ha evolucionado de manera significativa, las elecciones, desde mi punto de vista, han sido un motor de trasformación social y política que han permitido que el pluralismo político cruce todos los ámbitos de la competencia en comicios que son cada vez más imparciales y equitativos.
Pero nuestro arribo a un sistema democrático no fue producto de la generación espontánea, sino más bien, es el resultado de un largo y gradual camino de construcción institucional, legal y procedimental que poco a poco se fue sedimentando a lo largo de ya más de 28 años.
Dicho proceso ha permitido que fenómenos como los gobiernos divididos, la alternancia, el establecimiento de coaliciones para competir por el sufragio, las candidaturas independientes, entre muchos otros, se hayan consolidado ya como parte del paisaje ordinario de nuestra democracia.
Por eso he insistido en numerosas ocasiones, quiero hacerlo aquí de nueva cuenta, que nuestro país no llegó de golpe a la democracia el 1° de julio de este año.
El 1° de julio no arribamos a la playa de la democracia de manera inédita y sorpresiva, más aún, desde el ángulo conceptual de las transiciones, las elecciones del 2018 pueden considerarse históricas también, no sólo porque fueron las más grandes, y las elecciones más explicadas y complejas, también, de nuestra historia, sino también, porque son un paso muy importante en la consolidación de la democracia en México, si se toma en cuenta que con esta elección todas las fuerzas políticas ubicadas en el espectro, en el abanico ideológico han ya, por la vía de las urnas, accedido a espacios de gobierno a través de contiendas libres y equitativas.
El México de la segunda década del siglo XXI, para decirlo en una nuez, es un país de libertades e instituciones que está muy lejos, por donde quiera verse, del México de apenas 1988, de apenas hace 30 años, y esto es el resultado de un gradual, paulatino, complejo, no exento de regresiones, proceso de transición y construcción democrática.
Permítanme ejemplificar algunos de los logros de este proceso que, como ya se ha anticipado, serán seguramente materia de análisis el día de hoy en este Seminario.
En las elecciones 2018 se logró prácticamente la paridad legislativa en las dos Cámaras del Congreso, con lo cual el órgano legislativo, el parlamento mexicano es el tercero de acuerdo con los índices de la Unión Interparlamentaria con presencia de mujeres en el mundo, sólo después de Bolivia y el de Ruanda.
Y Ruanda con un genocidio que hace que hoy el equilibrio poblacional sea de 73 por ciento de mujeres, por cierto, aunque tienen establecida la paridad como norma, tal y como lo tenemos en México.
Se estableció como medida afirmativa, como ya ha sido señalado por varios de quienes me antecedieron, una cuota de representación para las personas que se auto adscriben como indígenas, se garantizaron los derechos de personas en condiciones de vulnerabilidad para que pudieran fungir como representantes de casillas.
La elección mexicana es la primera elección en el mundo, por cierto, en términos de inclusión, en donde el presidente de una casilla fue una persona ciega, gracias a las acciones afirmativas de inclusión que se tomaron en este proceso.
El sistema de monitoreo y la fiscalización en línea de más de 17 mil candidatas y candidatos posibilitó detectar cada operación financiera de partidos y candidatos que cursó por el sistema bancario.
La industria de la radio y la televisión tuvieron un altísimo cumplimiento en la pauta emitida por el INE, el número de denuncias, por cierto, respecto de programas sociales, otro de los aspectos de la propia observación fue inusitadamente bajo, de septiembre a julio el Instituto Nacional Electoral recibió sólo cinco denuncias por uso político de programas sociales.
Todo ello me parece que acaba reflejando, digamos, una elección que a pesar de su complejidad y a pesar de muchas áreas de oportunidad, algunas de las cuales aquí ya se han señalado, fue una elección exitosa.
La mejor prueba no son las palabras de quienes estamos aquí sentados, la mejor prueba es que allá afuera estamos a unos días de la renovación del poder político a nivel presidencial, a nivel federal, y el país está en paz, con los graves problemas que tenía justo antes de la elección y que siguen ahí presentes como ominosos pendientes de nuestro sistema democrático, pero la recreación política ocurrió en paz.
Este repaso de algunas de las transformaciones que las y los mexicanos hemos logrado con base en la recreación de las elecciones me parece pertinente hacerlo particularmente hoy cuando analizaremos los informes del Fondo de Apoyo para la Observación Electoral.
Este Fondo ha sido, estoy convencido, de gran utilidad para que las organizaciones de la sociedad eleven el contexto de exigencia a las autoridades electorales.
Nosotros vemos al fondo, nosotros vemos a la observación como una tarea de acompañamiento a las autoridades electorales, que no debe ser entendida como un acto de complicidad ni de condescendencia con nosotros, sino justamente como la generación de contextos de exigencia, tanto a nosotros como a quienes compiten por los poderes públicos.
Sin embargo, me parece que también es un momento importante para reflexionar hacia dónde debe evolucionar la observación electoral y sincronizarse con los nuevos desafíos de la democracia mexicana.
Por eso es importante el corte de caja que hoy estamos realizando. Es decir, al término de la observación más grande de nuestra historia reciente, es necesario que nos preguntemos qué tipo de observación electoral queremos de cara a los desafíos que impone un sistema electoral tan complejo como el que hemos desarrollado.
En las reflexiones que hagamos sobre el fondo hacia el futuro, me parece que debemos incorporar una gran cantidad de temas, temas que implican desafíos y que se desprenden, por ejemplo, de la desinformación, que no es nueva; es tan vieja la desinformación como la democracia y como la política, pero que hoy, con la importancia que tienen los medios digitales y las redes sociales, adquieren, digamos, un estatus que nunca antes habíamos visto.
El tema del descrédito de los partidos políticos, e incluso, el tema de la participación de las candidaturas independientes.
Hacer un corte de caja, a unos años de la introducción de esta figura también resulta importante y la participación de las instancias de observación respecto de estas, decía, novedades.
Estas innovaciones o nuevos enfoques, me parece que adquieren una relevancia para el INE, para las autoridades electorales, y esto lo quiero subrayar, porque estamos seguros que el escrutinio nacional e internacional sobre la forma en que se desarrollan nuestros procesos electorales, ineludiblemente, es una fuente para poder atender esas áreas de oportunidad y perfeccionar el funcionamiento de nuestros procedimientos, así como de los criterios, como ya se ha mencionado, que empleamos en la organización electoral.
Estoy convenido que el involucramiento de la sociedad civil organizada, de la academia y de los organismos internacionales dedicados a la observación electoral; una observación, digámoslo así, que sigue a las mejores prácticas. Esto es imparcial, técnicamente robusta y transparentemente, han venido jugando un papel relevante, muy relevante, central, diría, en el fortalecimiento de nuestras elecciones.
De ahí que, pensando en futuros comicios, en la medida en que se sincronicen los objetivos y métodos de acompañamiento y observación electoral con los nuevos desafíos que tiene la democracia en el mundo, y concretamente en México, el Fondo de Apoyo a la Observación Electoral seguirá siendo una herramienta para la consolidación de nuestro sistema electoral si logramos que el mismo esté al paso de los tiempos.
Y estoy convenido que ejercicios como el de hoy es fundamental para avanzar en ese sentido. Por ello, si me permiten, a nombre de las consejeras y consejeros electorales del Instituto, agradezco a las organizaciones de la sociedad civil que llevaron a cabo proyectos de observación con apoyo de este fondo y que serán expuestos en este seminario, y en particular, al Programa de Nacionales Unidas para el Desarrollo, México como administrador del mismo.
Gracias a ellas, a ellos por su compromiso con el fortalecimiento de la vida democrática, y sus recomendaciones para que nuestras elecciones sean cada vez más equitativas, imparciales y transparentes.
Muchas gracias.
Versión estenográfica de la intervención del Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova durante la inauguración del tercer Seminario de Informes Finales de Observación Electoral en el marco del Fondo de Apoyo a la Observación Electoral 2018, realizado en el lobby del auditorio de la institución
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