Palabras de Lorenzo Córdova en el Panel Avances y Retos de la Democracia en México del Foro Internacional Democracia y Elecciones

Escrito por: INE
Tema: Consejero Presidente

 


Muy buenos días, muchas gracias.

Sé que Natalia va a ser muy estricta con el tiempo, así que la verdad alevosamente la inauguración me tomó un par de minutos más para plantear el punto de partida de lo que quería, de lo que quiere ser mi intervención.

Yo lo que quiero es reflexionar con ustedes sobre algunas cifras, hoy hay cifras consolidadas, todavía puede haber algún cambio en las mismas a partir de decisiones que las Salas Regionales y Superior del Tribunal Electoral puedan tomar en los días por venir, aunque prácticamente el proceso electoral, el Proceso Electoral Federal podemos decir que está terminado con la calificación de la elección, de la Presidencia de la República y la asignación, como ya mencionaba, de las senadurías y diputaciones de Representación Proporcional.

Creo pues que es un momento, un primer momento para poder hacer un corte de caja de lo que significó esta elección, las implicaciones, los logros, pero sobre todo los retos que las mismas elecciones nos dejan.

Yo creo que esta elección, vuelvo al punto, es una elección que no puede entenderse como una casualidad o una coyuntura aislada desde el punto de vista histórico, sino como el resultado de una serie de transformaciones lentas, paulatinas que se fueron dando, generando una especie de sedimento de una gradual robustez, tanto en las instituciones electorales como en las normas que nos permitieron llegar el primero de julio a enfrentar la elección más grande de la historia, con condiciones también de, digamos, de un marco, de contar con un marco jurídico que se instrumentaba por primera vez, que había tenido un grado de maduración a lo largo de cuatro años previos; pero sobre todo, que había gozado, o que gozaba de la experiencia acumulada a lo largo de tres décadas.

Déjenme decirlo de esta manera: las autoridades electorales, me parece que tenemos un desafío con cada elección, y no me refiero solamente al desafío de que cada vez que vamos a elecciones, dado que todavía la pirámide poblacional sigue siendo una pirámide creciente, implica la elección más grande de la historia.

Quienes trabajan en el Instituto Federal Electoral, en los órganos electorales saben que esto es la historia de cada proceso electoral, vamos a la elección más grande de la historia y se los digo de una vez, en 2021 iremos a la elección más grande de la historia, y en 24 todavía.

¿Por qué? porque el número de electores seguirá creciendo e irán poniendo con el sistema, el modelo electoral que tenemos en nuestro país, una serie de desafíos de instalar más casillas, requerirá más ciudadanos como funcionarios de las mismas, imprimir más boletas, más actas, etcétera, etcétera.

Pero creo que la importancia fundamental del Proceso Electoral de 2018, es que llegamos con una serie de experiencias no necesariamente todas positivas, de procesos electorales previos, lo que nos llevaron a tomar una serie de decisiones y a prepararnos con antelación que en otro contexto no habría ocurrido.

A mí me gusta decir, Arturo era un consejero desde entonces. Desde el 2015, acabó la elección de 2015 y comenzó a construirse la elección de 2018.

Y por supuesto, las elecciones de 2016 y 2017, aunque eran elecciones locales, constituyeron una especie de bagaje respecto del que nosotros abrevamos para bien y para mal, a partir de nuestros aciertos y nuestros errores para construir, para enfrentar esta elección que, sin lugar a dudas, ha sido y eso lo digo sin medias tintas, hasta ahora, la elección más desafiante de nuestra historia.

Las razones por las que el primero de julio iniciamos o enfrentamos la elección más grande de la historia es múltiple o son múltiples, no solamente por el número de electores como ya anticipaba, el número de casillas que tenía que instalarse, nunca antes se habían instalado 156 mil casillas; nunca antes el 96 por ciento de las mismas habían sido casillas únicas; nunca antes habíamos tenido una concurrencia tan grande de elecciones locales con elecciones federales como ocurrió en julio pasado.

30 estados fueron a elecciones, solamente Baja California y Nayarit tuvieron elecciones federales, en el resto de los estados hubo al menos una elección local que se realizó de manera simultánea con las elecciones federales; sino que también la disputa por el poder político fue la más grande de nuestra historia, en consecuencia, de lo anterior.

Nunca antes en un mismo día, se habían puesto en juego, de cara a la voluntad de las y los ciudadanos tantos cargos, federales y locales al mismo tiempo.

Si sumamos el total de cargos que se repartieron y no tomamos en cuenta a los, cargos municipales como un único cargo, ustedes saben que pues se vota por alcalde y ese voto sirve para nombrar a todos los funcionarios electos del municipio. Bueno, si tomamos la totalidad de cargos, estamos hablando de más de 18 mil cargos que se diputaron el primero de julio, nunca antes habíamos tenido una elección tan grande como la que tuvimos.

Hoy ya podemos tener algunas, y con todos los desafíos logísticos, operativos, técnicos y políticos que lo mismo suponen.

También es cierto que, y estas son las primeras cifras que comparto con ustedes, que esta elección trajo como consecuencia, digamos, números muy exitosos que hoy podemos presumir a pesar de que cada elección tiene un sinnúmero de riesgos intrínsecos.

Esta palabra “riesgos” es una palabra vedada para las autoridades electorales durante el proceso electoral, pero hoy podemos decirlo, digamos con mucho mayor soltura, una serie de complejidades que, incluso desde el punto de vista logístico y operativo que es, digamos, por mucho tiempo fue el menor de los problemas en la organización de las elecciones, y por ende, muchas veces menospreciado, los resultados están a la vista.

De las más de 156 mil casillas que se tenían previsto instalar, solamente 15 no se instalaron.

Es decir, tuvimos una eficacia del 99.9 por ciento en la instalación de casillas, que no es poca cosa si se piensa, insisto, en las complejidades de un país tan desigual desde muchos puntos de vista, como lo es nuestro país, en México.

Segundo gran dato y que tiene que ver con la participación ciudadana, con esto que desde el INE llamamos la apropiación de las elecciones por parte de las y los ciudadanos.

El número de efectividad de quienes fueron sorteados y capacitados para ser funcionarios de casilla es altísimo, es de los más altos de nuestra historia.

El 97.8 por ciento de quienes recibieron y contaron los votos de sus vecinos, fueron aquellos ciudadanos que fueron insaculados, sorteados y capacitados para tal efecto.

Menos de 20 mil ciudadanos de una elección tan grande fueron tomados de la fila y prácticamente son contados con los dedos de una mano, las casillas en las que los cuatro o seis funcionarios, dependiendo del caso, ustedes saben que la casilla única, ustedes lo vivieron en el estado de Querétaro, las casillas eran mucho más grandes, se requerían seis ciudadanos, bueno, solamente -insisto-, menos de una decena de casillas se instalaron en el país con ciudadanos tomados de la fila de manera exclusiva.

Lo cual representa un éxito fundamental en esta lógica de generar confianza y certeza que es, digámoslo así, la “Bestia Negra” de la organización de nuestro proceso electoral.

Nuestro sistema electoral es tan farragoso, tan caro, incluso, porque no hay que olvidar que tiene una finalidad principal que es inocular la desconfianza, y créanme, si uno mira como las elecciones desde el punto de vista comparado, probablemente no haya un país en el mundo en donde la desconfianza respecto de las elecciones sea tan grande como en nuestro país, y eso explica cifras que son verdaderamente aterradoras y que implican una paradoja intrínseca.

Ningún país de América Latina en los últimos 25 años, casi 30 años, le ha invertido tanto dinero, esfuerzos humanos y políticos a la construcción de un sistema electoral.

Y sin embargo, según Latinobarómetro del año pasado, el 70 por ciento de las y los mexicanos considera que las elecciones en nuestro país, se comete algún tipo de fraude.

Con este problema detrás, es como hay que entender el sistema electoral, y justamente esta presencia ciudadana en la recepción y cómputo de los votos, como uno de los primeros -digamos- eslabones fundamentales de eso que hemos denominado la cadena de confianza que, sobre la que las elecciones se realiza.

El último dato, también es un dato que recoge o entraña una paradoja. A pesar de los 30 millones de votos que implicaron para el candidato ganador en la elección presidencial, que implicaba una diferencia de 30 por ciento entre el primero y el segundo lugar, a pesar de eso, en la elección presidencial se recontaron, en los cómputos distritales casi el 74 por ciento de los paquetes electorales.

Hace 12 años, y lo digo como una paradoja, el representante del PRD hace 12 años, en el Consejo General, Horacio duarte, es el mismo representante hoy de Morena ante el Consejo General. Hace 12 años Duarte fue uno de los más encarnizados sostenedores de “el voto por voto, casilla por casilla”.

Hoy, en la sesión de Consejo General del miércoles posterior a la elección cuando arrancaban los cómputos distritales dijo “oigan, López Obrador ganó con 30 por ciento, para qué abrimos paquetes de la elección presidencia”, y sin embargo, se abrieron tres de cada cuatro paquetes.

Por cierto, qué ha cambiado en esta apertura de paquetes a lo largo de los últimos 12 años respecto de los cómputos finales en los distritos y lo que las y los ciudadanos cuentan en la noche de la elección, prácticamente nada.

Hay errores, tuvimos ciudadanos contando votos, cerrando las casillas en algunos casos hasta las 05:30 de la mañana del día siguiente.

Ahí están las complejidades intrínsecas que nos lleva, por cierto, a una serie de reflexiones que no son menores eh, aquí en la lógica de garantizar el sentido del voto hemos cometido algunas aberraciones: teníamos cuatro candidatos presidenciales y 25 modos válidos de votar, por eso desde el INE decíamos: oigan, vota por un partido y por un candidato, vota simple y vota libre.

Bueno, eso me llevó a muchos ciudadanos a estar hasta altísimas horas de la noche haciendo todavía trabajo de cómputo.

Y, sin embargo, como la desconfianza es parte del DNA del sistema electoral en México, a pesar de que son ciudadanos sorteados, capacitados para ese efecto, desconfiamos de ellos y volvemos a contar en los consejos distritales, en los cómputos distritales gran parte de los votos, sin que haya varianzas en los mismos.

Y eso hay que decirlo, errores los hay, en ninguna elección del mundo, en ninguna, deja de haber errores en el cómputo de los votos. Hasta en aquellas en donde el voto es electrónico. Pero de ahí a que haya una manipulación dolosa en el sentido de los votos es absolutamente (inaudible).

Voy corriendo porque Natalia la veo con dedo flamígero a la hora de sacar las tarjetas. Tuvimos también la elección más vigilada de los últimos años, esto, por supuesto, queda a disposición, supongo que se subirá a la página del Congreso esta presentación, tanto por lo que hace a los representantes de partidos políticos en las casillas, el día de la elección si sumamos a representantes, a funcionarios de casilla, a funcionarios del Instituto Nacional Electoral, a funcionarios de los órganos electorales, a observadores electorales y visitantes extranjeros, más de 4 millones y medio de personas estuvieron involucradas en la realización del proceso.

Dicho eso tanto desde el punto de vista de representantes de partidos como de observadores electorales, como de visitantes extranjeros, tuvimos la presencia, digámoslo así, de gente que auditaba, de personas que auditaban el proceso electoral más alta en los últimos 20 años.

También tuvimos una participación que paulatinamente, digámoslo así, tiende al alza, el casi 64 por ciento de la votación de las elecciones pasadas, la colocan como la más alta de este milenio para decirlo de alguna manera.

Aunque por supuesto las elecciones de 1994 siguen siendo un punto de referencia con casi el 78 por ciento, perdón, más del 78 por ciento de la participación de aquel entonces.

Otra cosa de la que hay que estar orgullosos y que llegó para quedarse, y aquí los colegas de los institutos electorales entenderán la razón de ser de esta, digámoslo así, iba a decir imposición, no, de esta atracción para fijar criterios que realizó el Instituto Nacional Electoral de que cada vez que hay una elección de gobernador, o cada vez, por supuesto, que haya una elección presidencial, tiene que realizarse conteos rápidos.

Los conteos rápidos que, en esta ocasión, todos, los de presidente y los de gobernadores estuvieron a cargo del Instituto Nacional Electoral, revelan la eficacia de este mecanismo que al final del día no es otra cosa más que ciencia.

Las primeras dos columnas de cada uno de los cuatro candidatos presidenciales corresponden al rango más bajo y más alto de lo anunciado en el conteo rápido.

Son las cifras justamente que leí en la noche de la jornada electoral luego de que el Comité Técnico me entregara los resultados, como rangos de votación de cada uno de los candidatos presidenciales.

La tercera columna tiene que ver con el PREP, y la cuarta con los cómputos distritales, es decir, los cómputos en donde luego de los recuentos se fijan las cifras definitivas de cada una de las elecciones.

Como ustedes pueden ver hay prácticamente una, digamos, una calificación perfecta, casi perfecta, de los conteos rápidos, dado que el PREP como el cómputo distrital se encuentran prácticamente en todos los casos, o bien dentro de rango o bien, de una manera muy cercana a los conteos rápidos.

La participación de los ciudadanos mexicanos en el extranjero fue la más alta que hemos tenido. Dista mucho todavía de lo que a juicio de algunos debería ser una participación desde el extranjero, llamo una paradoja; anotar una paradoja, más de 700 mil ciudadanos cuentan ya desde el extranjero con credencial para votar obtenida a través de los consulados y solamente 190 mil se inscribieron, y solamente, de éstos,98 mil votaron.

Tal vez vale la pena pensar realmente para qué quieren los mexicanos la credencial para votar en el extranjero

Y una de las conclusiones probablemente es que no la quieren necesariamente para votar, sino porque también en el extranjero, dado que es un instrumento gratuito como en México, paréntesis, dado que ahora todo mundo está hablando del dinero, ¿saben cuánto cuesta la administración del Registro Federal de Electores, y por ende que cada año el INE esté expidiendo 16 millones de credenciales gratuitas a las y los mexicanos? cerca de 4 mil millones de pesos.

Es lo que cuesta tener, por cierto, el registro de datos biométrico más grande, más importante, más resguardado, más vigilado, del país.

Por cierto, una base de datos que hoy le permite al INE, y lo verán a partir de enero, para cualquier trámite bancario se les pedirá su Credencial para Votar con Fotografía y además de que coloquen la huella para garantizar que quien está realizando el trámite efectivamente es el ciudadano, incluso con coincidencia biométrica que está registrado en la base de datos más importante del país.

Esa es la columna vertebral de la identidad en México, no le demos vueltas y no nos hagamos bolas, bueno, pero eso cuesta. Todo el servicio de la credencial, tener más de 10 mil funcionarios trabajando en el Registro Federal de Electores, 7 mil de ellos en los módulos que cualquiera de ustedes puede acceder, es lo que le cuesta al Estado mexicano.

Y, sin embargo, insisto, creo que a pesar de que 700 mil ciudadanos ya tienen su Credencial para Votar en el extranjero la votación, siendo la más alta en nuestra historia, sigue siendo todavía una votación relativa.

Apuro el paso. Ya lo mencionaba en la introducción a este foro, en los últimos cuatro años hemos vivido el proceso de alternancia más grande de nuestra historia, y eso no es casual, la competencia política es una realidad en nuestro país y nadie puede a priori decir que tiene garantizado los resultados.

La disputa por los votos, como ocurre en democracia, depende de una confrontación abierta, franca, ríspida, a veces exageradamente ríspida, a veces poco sustanciosa, pero eso pasa en todas las democracias, por cierto.

Hay que generar contextos de exigencia, decía ayer, el señor rector del Tec, esto es algo que nos tenemos que generar, es algo que hicimos, es algo que tenemos que seguir haciendo.

Lo que sí es cierto es que si bien la alternancia no es algo que define a un (inaudible se corta) 21 de 33 gubernaturas en disputa, supusieron una alternancia en el poder, es más, aunque no se quiera ver muchas veces, desde que el INE, el IFE, es un órgano constitucional autónomo, plenamente autónomo, es decir, desde 1996, en las cuatro elecciones presidenciales en tres ocasiones ha habido alternancia.

Y no me voy a meter aquí en la discusión sobre si hay alternancia buena o alternancia mala, porque a mí me parece absolutamente ociosa.

Dato adicional, te tomo dos temas adicionales, porque me importa dejarlo sobre la mesa, dos al menos quisiera.

Uno, cuántas veces no hemos escuchado en los últimos 20 años que la representación proporcional no sirve para nada, es antidemocrática, solamente sirve para las cúpulas partidistas, para que las élites políticas tengan acceso a cargos públicos, que en realidad no votamos por los diputados, senadores de presentación proporcional.

Es más, nunca como en el último lustro hemos estado sujetos a una serie de andanadas, no solamente en términos discursivos, narrativos, una narrativa anti política, anti partidos, anti representación proporcional, sino además una serie de propuestas de cambio a la Constitución para por lo menos acotar, sino incluso eliminar la cuota de representación proporcional en el Senado y en la Cámara de Diputados.

Es más, hasta consultas populares fallidas, por cierto, tuvimos a propósito de este tema.

Bueno, esta es una gráfica, ésta y la que sigue, ésta es Cámara de Diputados, la que sigue es el Senado. Digamos, que nos permite ver lo que sería nuestro Congreso sin representación proporcional.

Y que conste que estamos hablando de un Congreso que, por primera vez en los últimos 20 años, es decir, por primera vez desde 1997 cuando ocurrió por primera la ocasión, la falta, un Congreso, la integración de una Cámara de Diputados con una falta de mayoría predefinidas, hoy volvimos a una época, porque así lo decidieron las y los ciudadanos libremente, en donde la fuerza política mayoritaria, digámoslo así, la coalición mayoritaria, va a contar con la mayoría de escaños que le permitirán modificar las leyes, que no la Constitución, pero sí las leyes, digámoslo así, y se trata además de una mayoría afín al próximo gobierno de la República.

Pero esto es una radiografía de lo que hubiera pasado sin la RP. Es más, lo digo sin medias tintas, porque así es, no se trata de filias o fobias de parte mía. El partido que más reiteradamente había venido insistiendo en que había que eliminar o reducir la cuta proporcional fue el Partido Revolucionario Institucional.

Bueno, si hubiéramos eliminado, si le hubiéramos hecho caso a esas iniciativas, si hubieran prosperado esas iniciativas, hoy el PRI tendría siete diputados de 300, siete de 300.

La representación proporcional no es una concesión graciosa, la representación proporcional fue una apuesta histórica para democratizar este país y permitir que el pluralismo político, un pluralismo político que hoy nos lleva hablar de un multipartidismo a la Sartori, se pueda recrear en los espacios de representación política.

Yo siempre he sido, y no porque lo diga hoy, siempre he sido un defensor de la representación proporcional, porque es mucho más democrática que la mayoría relativa, porque permite acotar las distorsionar que supone la mayoría relativa.

Hoy si no tuviéramos la representación proporcional MORENA y sus aliados en ambas cámaras tendrían la capacidad de modificar la Constitución, y yo no estoy diciendo que esto sea bueno o sea malo, lo que sí es cierto es que el voto, la cantidad de votos que esta coalición obtuvo no fue una cantidad de votos que refleje una voluntad ciudadana equivalente a las dos terceras partes, como en cambio, lo requiere la Constitución para la modificación de la misma.

Es decir, al final del día, creo que aquí aplica la máxima de Rawlz a propósito del velo de ignorancia.

Cuando se piense en la representación proporcional, hay que pensarla no desde el punto de vista del partido mayoritario, porque incomoda la representación proporcional.

Hay que pensarla desde el punto de vista del escenario menos favorable que pueda llegar a tener una fuerza política en la recreación de la democracia, y es entonces, cuando la representación proporcional adquiere una enorme virtud.

Lo mismo pasa con el Senado. Los dejo a ustedes jugar más adelante con estas cifras a propósito de los “hubiera”. Y qué habría pasado o qué pasaría si…?.

Eso se los dejo, pero ahí hay una clara evidencia, insisto, de la importancia de esa apuesta histórica, que ocurrió hace cuarenta años con la reforma de 1977 y que empezó a democratizar el país con la introducción de, entonces, una primera cuota de representación proporcional.

Y termino solamente con un tema que probablemente les interese; que es la paridad de género.

Esta es la primera elección en donde la paridad establecida constitucionalmente se refleja en las cámaras del Congreso de la Unión.

Estas son las cifras, insisto, podrían variar marginalmente con las resoluciones del Tribunal, pero prácticamente ya tenemos una Cámara de Diputados con una paridad establecida en la Constitución y practicada de facto.

Esto es derivado no solamente de la norma de paridad establecida en el artículo 41 constitucional, sino una serie de acciones afirmativas que se tomaron desde el Instituto Nacional Electoral y acompañadas, prácticamente en esta ocasión y en todos los casos por el Tribunal Electoral.

Y esto es el Senado, aquí estamos prácticamente con una paridad total. Esto coloca al parlamento mexicano, como el tercer parlamento con la mayor presencia de mujeres en todo el planeta, sólo después de Bolivia y de Ruanda.

O sea que, si sumamos a los países de democracia consolidada y nos comparamos con ellos, ninguno tiene una proporción de mujeres tan importante.

Termino, simple y sencillamente diciendo, y lo digo también de manera provocadora, que las elecciones de 2018 nos sirvieron para una cosa: fueron una manera en la que las y los ciudadanos, porque ellos son los verdaderos autores de las elecciones, los verdaderos autores de los destinos democráticos en nuestra sociedad.

Demostraron que, digámoslo así, los teóricos del fraude, en realidad habían venido construyendo una serie de planteamientos que en realidad no ocurrieron.

Ya sé que me van a decir: ah es que con este alud, con este tsunami de votos, no pudieron hacer fraude.

A ver, las autoridades electorales venimos trabajando desde hace muchos años. Tomamos en cuenta las lecciones que nos dejaron las elecciones del año pasado, asumimos con autocrítica las demandas que, desde la propia sociedad, desde la opinión pública se nos estaban planteando.

Decidimos que explicar los problemas que habían ocurrido en las elecciones, no significa explicar una elección, y si queríamos que esta fuera la elección más explicada de la historia no podíamos contentarnos con informar que había pasado.

Cuando uno explica un problema, en realidad no está explicando, está haciendo control de daños. Explicar significa anticiparse, explicar significa que la narrativa de la elección permee, que las y los ciudadanos se crean que existían las condiciones para que votaran de manera libre y que su voto se iba a respetar. Y eso fue lo que ocurrió.

Las y los ciudadanos votaron por quien quisieron y su voto fue respetado. Por supuesto que las autoridades electorales nos preparamos para todos los escenarios; sería irresponsable no hacerlo.

A mí me mandaron a leer encuestas durante la campaña electoral porque dije que el INE con el conteo rápido estaba preparándose para cualquier escenario. Un escenario como el que ocurrió, con una amplia ventaja o un escenario de elecciones cerradas, y entonces hay que explicar como nunca antes, pero hay que advertir que esa es una posibilidad.

Ya nos pasó y nos podía volver a pasar. Me mandaron a leer encuestas, está bien, las encuestas las leemos, el INE las registra, todas las encuestas las registró el INE, y si no se registran encuestas que son publicadas ante el INE, el INE sanciona.

Las y los ciudadanos votaron libremente porque tuvieron condiciones para hacerlo y creo que esto nos coloca hoy en una posición de ventaja para razonar sobre el sistema electoral sin atavismos ni prejuicios, con objetividad y muchas cosas por mejorar, muchísimas.

Nosotros tenemos identificados, como órganos electorales, muchos temas sobre los cuales una eventual futura reforma electoral tendría que caminar. Ojalá bajo una premisa: simplificar.

El barroco, el churrigueresco que hemos llegado a tener en nuestro sistema electoral, presuntamente para inocular la desconfianza, no es cierto que nos haya ayudado.

Al contrario, normas más complejas, paradójicamente, requieren más interpretación; más interpretación supone más discrecionalidad y más imposibilidad de disenso y el disenso supone en el sistema electoral más litigiosidad y la litigiosidad no nos hace una democracia mucho más robusta.

Tal vez vaya siendo la hora de avanzar hacia una reforma aprovechándonos de algo muy venturoso. La responsabilidad de los distintos actores políticos; responsabilidad que implicó, desde hace tiempo no se veía, la aceptabilidad de la derrota por parte de quienes fueron derrotados después del tsunami que se les vino encima, difícilmente alguien podría decir otra cosa, eso es cierto, pero las coyunturas ayudaron a que esto que es parte de la necesaria cultura política en una democracia, la aceptabilidad de la derrota ocurriera.

Ojalá y esto nos lleve hacia un sistema electoral mucho menos farragoso, mucho menos incomprensible, mucho más asequible y por ende explicable ante las y los ciudadanos, porque esa es la ruta, creo yo, que hay que seguir para reconstruir, y las elecciones del 18 son un buen punto de partida para avanzar en esa ruta de la confianza de nuestro sistema electoral.

Lo que sí podemos decir hoy, y de veras concluyo, es lo siguiente: Yo creo que las elecciones del 2018 y esto lo venimos diciendo como autoridad electoral, una y otra y otra y otra vez.

Cuando se nos acusaba, por ejemplo, del contexto de violencia en el que las elecciones estaban realizándose. Seguramente habrá preguntas en este sentido, así que no me adelanto sobre algo que tendremos que pronunciarnos más adelante. ¿Qué están haciendo para parar la violencia?

¿Nosotros como autoridades electorales? Nosotros no somos responsables del contexto de inseguridad, pero claro que la violencia, entre muchos otros factores, pueden acabar descomponiendo una elección.

Decíamos entonces, durante el proceso electoral, para que la elección llegue a un buen puerto, se requiere que las autoridades electorales cumplamos con nuestro trabajo y eso supone un contexto de exigencia desde las sociedades, de los medios, de la opinión pública, desde los actores políticos hacia nosotros.

¡Bienvenidos los contextos de exigencia! Nos toca a nosotros estar a la altura.

Segundo, que los partidos políticos y los candidatos estuvieran también a la altura de esa exigencia, pero sobre todo, de la vara alta que dejaron las y los ciudadanos con su participación, incluso, durante el proceso de la organización de la elección.

Tercero, que los gobiernos cumplieran estando a la altura y cumpliendo sus prohibiciones legales de no interferir en el proceso.

Cuarto, que los medios de comunicación, efectivamente, estuvieran de nueva cuenta, a la altura, cumplieran con su responsabilidad de informar de la manera más objetiva posible.

No premiar a la fake news, informaran frente a la desinformación y generaran con ello condiciones para el voto libre que al final del día es el voto informado.

Y finalmente, que la ciudadanía, las y los ciudadanos en lo individual, pero también la ciudadanía organizada; los grupos empresariales; los grupos promotores de la democracia y de los derechos humanos, estuvieran a la altura del momento histórico.

Hoy, a menos de dos meses de las elecciones, podemos vivir en paz pública. Nadie se está matando, nadie está resolviendo las diferencias políticas a pedradas. Y ese es el producto, ese es el resultado de una elección que funcionó y en donde todos, y eso debemos reconocérnoslo todos, estuvimos a la altura de las circunstancias y del desafío histórico.

Muchísimas gracias.

Versión estenográfica de la intervención del Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova, en el Panel Avances y Retos de la Democracia en México, del Foro Internacional Democracia y Elecciones, realizado en el Tec de Monterrey, campus Querétaro

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