Intervención de Lorenzo Córdova, durante la Conferencia Magistral, Breve Historia del Futuro de las Elecciones, impartida por el profesor John Keane

Escrito por: INE
Tema: Consejero Presidente

Bueno, me toca ser parte de esta rica e ilustradora charla del profesor Keane.

 

La tarea no es sencilla, sobre todo porque no quiero agotar el tiempo a muchas de las preguntas que han llegado y que creo que, me parece debe nutrir esta parte final de este encuentro.

 

Sin embargo, sí quisiera hacer algunas reflexiones, sobre todo tratando de contextualizar lo que el profesor Keane ha expuesto, y comenzaría con un dato que hace un par de años, casi dos años, en el reporte de 2015 de Latinobarómetro, este estudio que compara, digamos, el estado de satisfacción, el estado de ánimo respecto de la democracia en 19 países de América Latina, señalaba como dos conclusiones o dos declaraciones, digamos, dos take mans en su introducción.

 

Después de 15 años de realizar este estudio, Latinobarómetro decía, que si bien con sus problemas, había dos conclusiones, insisto, que el proceso de transición y de consolidación inacabada, si se quiere a la democracia en América Latina, traía consigo.

 

La primera, es que la democracia se había instalado como la forma de gobierno en todo América Latina y que difícilmente tenía, habría una regresión en este punto; y la segunda, es que las elecciones habían ya cobrado por mucho carta de naturalización en nuestros sistema democrático, como la vía de acceso al poder y de encausar la conflictividad política por vías pacíficas e institucionales.

 

En su momento algunos señalamos los riesgos que estas declaraciones de principio así, sin más, podían tener intrínsecas, y hoy debo decir que escuchando al profesor Keane concluyo que efectivamente, tal vez era demasiado ambiciosa o demasiado autocomplaciente una declaración como Latinobarómetro hacía hace dos años.

 

Y me atrevería a decir que, ni la democracia llegó para quedarse, ni las elecciones son un procedimiento irreversible de acceso al poder. O cuidamos a nuestra democracia o procuramos a las elecciones, o las regresiones autoritarias de las que la historia no está exenta, y que en muchos casos, la historia del siglo IXX, perdón, del siglo XX está ahí para recordárnoslo, en muchos casos se dieron a través de los cauces y por la vía de los mecanismos que las mismas democracias establecían, debe estar presente entre nosotros.

 

Y es que en efecto, este malestar con la democracia y con las elecciones, que el profesor Keane ha recordado y que es un indubitable, digamos, no son buenos tiempos para la democracia en el mundo, cuando vemos incluso en democracias consolidadas el surgimiento de estas expresiones que van en contra, no digo de la ortodoxia, pero sí de esa visión de ortodoxia con la que comenzaba su exposición el profesor Keane; pero sí sobre las instituciones de la democracia que han echado raíces entre nosotros, como por ejemplo la postura de Fan Reibrok, o que ya mencionaba por el profesor Keane.

 

O aquellas otras que dicen: “hombre, si queremos un régimen de igualdad volvamos a la democracia en la antigua Grecia y olvidémonos de las elecciones y vámonos por mecanismos de sorteo que nos salen mucho más baratos”; y, por cierto, generan un acceso mucho más factible para todos a las instancias de decisión política.

 

Insisto, creo que estas soluciones simples y simplistas, pero muy atractivas en tiempos de descrédito de las instituciones y de los procedimientos tradicionales de la democracia, en primer lugar, de las elecciones, no se implica dejar de lado, digamos, las autocomplacencias, y asumir una postura activa de defensa de la democracia y de sus mecanismos, todavía insustituibles primordiales que son las elecciones.

 

Pero esto me parece que pasa, como se desprende, así me ocurrió a mí, de la intervención de la charla del profesor Keane. Defender las elecciones y defender a la democracia implica, me parece, entenderlas y no exigirles o pretender exigirles lo que no nos pueden dar.

 

Y hacer un deslinde, déjenme decirlo así, de responsabilidad, respecto de lo que es esa sobrecarga de expectativas y de demandas a la democracia, y no me refiero a esa sobrecarga a la que los teóricos del neoliberalismo en los años setentas le achacaron a la democracia y que sustentaron la política y la lógica de la austeridad que hoy nos ha contado el profesor Keane, por ciento, haciendo una referencia a las recientes elecciones británicas, son una luz de esperanza en un contexto en el que una postura que habla en contra de la austeridad obtiene un extraño, pero esperanzador respaldo popular, como ocurrió con la nueva política empujada por el Labour Party en las elecciones de este fin de semana pasado en Gran Bretaña.

 

Creo que es muy importante, al hacer un análisis de la democracia, no respecto de lo que quisiéramos que la democracia nos diera, sino en relación con la democracia y las elecciones efectivamente nos pueden dar.

 

Porque buena parte, escuchando esta recapitulación del estado del arte, de los seis fenómenos globales que caracterizan a la democracia, y que el profesor Keane ilustraba, me parece que muchos de los problemas que hoy se le achacan a la democracia, muchos de los temas y problemas que hoy nos generan esa insatisfacción con la democracia, no son un problema de la democracia, eventualmente es un problema de políticas públicas.

 

Y el problema que hoy tenemos, y del que la democracia está viéndose en términos de su aprecio público afectada, es o responde parafraseando a Bobbio en un célebre ensayo de finales de los años ochenta, tiene que ver con las promesas incumplidas de la democracia.

 

Y en países como los nuestros, en buena medida del proceso hacia la democracia, fue visto también, no solamente como un proceso igualador en términos políticos, sino también como una manera de salir del subdesarrollo, sino como una manera de romper las inequidades sociales. Sino como una manera de abatir la pobreza dilagante, que como señalaba el Consejero Murayama al arranque de la presentación de esta charla, sigue siendo uno de los principales problemas con los que la democracia en nuestros países tiene que hacer las cuentas, y que afectan inevitablemente el desempeño de la democracia, y no sólo el descontento respecto de la misma por la falta de resultados.

 

Creo que la lección que el profesor Keane deja, y que no es menor, es que si bien no se le pueden sobrecargar exigencia a las elecciones, también hay que revalorar a las elecciones en lo que sí nos pueden dar. Y la sugerencia de volver a leer la Jornada de uno scrutatore, de Ítalo Calvino no es un asunto menor.

 

Nos recordaba el profesor Keane, justo antes de la conferencia, o nos preguntaba: ustedes han hecho algún estudio de cómo impacta a los centenares de miles de ciudadanos que cuando hay elecciones fungen como funcionarios de casillas, el haber sido actores del proceso electoral. Y la respuesta es: no.

 

Salvo casos aislados que hablan de esa experiencia, y en general siempre se habla de esa experiencia, se habla como una experiencia enriquecedora en términos de construcción de ciudadanía.

 

Las elecciones dan mucho, aunque las menospreciemos, pero me da la impresión que las elecciones no dan todo lo que esperamos de las mismas. Y creo que asumir que las elecciones son y siguen siendo, parafraseando a Leance, el principal juego en la ciudad no pueden, ni deben ser entendidas como los espacios en los que se agota la democracia.

 

Estos contextos de exigencia recíprocos que desde el INE hemos hablado mucho, y que enmarcan, se enmarcan en la idea del profesor Keane, de la democracia monitoreada. Es decir, la existencia de esos espacios institucionales públicos y privados, en los que esos contextos de exigencia se generan, me parece que son o que constituyen, como el profesor Keane lo plantea, como una ruta desafiante porque estos espacios no se generan necesariamente por generación espontánea.

 

No necesariamente la proliferación, me parece, de los medios de comunicación y de las redes sociales en automático generan una democracia más monitoreada, sí son herramientas. Pero la democracia monitoreada es utilizar esas herramientas y no la existencia de las herramientas per sé.

 

Y la mayor interacción que el mundo moderno y las tecnologías hoy nos presentan pueden ser tan poderosas, lo hemos insistido muchas veces, como para derrocar gobiernos autoritarios, y ahí están los países de la Primavera Árabe, como ejemplo; pero también muy débiles para construir democracia y ahí están de nuevo los países de la Primavera Árabe, que no han logrado luego de la caída de los regímenes autoritarios construir sistemas democráticos.

 

Creo que el gran desafío es con una dosis de realismo y asumiendo: Uno, lo que la democracia nos da; lo que las elecciones nos dan dentro del funcionamiento de la democracia; pero también, lo que las nuevas herramientas bien encauzadas pueden darnos. Pues constituye ese desafío colectivo, que me parece, debemos encauzar si queremos salvar a la democracia frente a los riesgos, a los desafíos que el profesor Keane ponía sobre la mesa.

 

Son buenos tiempos para la democracia, decía aquí justo en esta mesa, en este espacio hace un par de años Michelangelo Bovero; pero también es cierto, que en medio de tanto descontento y de tantos síntomas, en muchos sentidos, de agotamiento de la democracia, siguen existiendo estas luces que tenemos no sólo que identificar, sino también, me parece, como lo decía el profesor Keane, encauzar.

 

Una democracia significa una ciudadanía, o involucra a una ciudadanía que participa.

 

Creo que tenemos que, con un ejercicio de mucha seriedad, saber qué pedirle a las elecciones, saber qué no pedirle a las elecciones; pero no después de eso cruzarnos de brazos, sino seguir tratando de abrir esos cauces que complementariamente a las elecciones hacen en los tiempos que corren hoy una democracia más participativa y por ende más robusta.

 

No me parece, y con esto concluyo, que la vía hacia una democracia monitoreada como una tercera vía, como la señalaba el profesor Keane, sea algo que en automático pueda ocurrir. Me parece que eso re-implica, no solamente un involucramiento, sino además, el ejercicio de una responsabilidad colectiva en donde, y aquí jalo agua para el molino del INE, profesor Keane, y le pido una disculpa terminar así, justamente hacia aquello que es uno de los grandes ejes que la Estrategia Nacional de Comunicación Cívica, que estamos detonando desde esta institución, se plantea como uno de los ejes constitutivos de una democracia más participativa y más robusta.

 

Que se lee la exigencia. Una exigencia que tiene que ser el resultado de un diálogo, y que tiene, a su vez, que fundarse en elementos de verdad, de certeza, de noticias ciertas y no de estas noticias falsas que inundan, no sólo las redes, sino que inundan a nuestra reflexión todos los días.

 

La exigencia es lo que puede al final del día traducir o constituir esta democracia monitoreada, que entiendo es justamente eso, el nuevo cauce a partir de los nuevos mecanismos que hoy tenemos de generar controles sin los cuales la democracia desde Rousseau en adelante, desde los norteamericanos en adelante, no sé si necesariamente Rousseau, pero desde los norteamericanos, desde los padres fundadores en adelante constituyen la base del funcionamiento de esta forma de gobierno. Es decir, los controles, es decir la exigencia, es decir la revisión, es decir el involucramiento de la misma sociedad en éstos, sin los cuales la democracia no dejaría de ser un mero cascaron.

 

Creo que son tiempos de ir encontrando estas rutas para robustecer en estos momentos difíciles para la democracia a esta forma de gobierno.

Versión Estenografica, Conferencia Magistral Breve Historia del Futuro de las Elecciones, impartida por el profesor John Keane, realizada en el auditorio de la institución

 

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