Intervención de Lorenzo Córdova, en la inauguración del Seminario Internacional, Estado de derecho y combate a la corrupción en América Latina

Escrito por: INE
Tema: Consejero Presidente

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, EN LA INAUGURACIÓN DEL SEMINARIO INTERNACIONAL “ESTADO DE DERECHO (S) Y COMBATE A LA CORRUPCIÓN EN AMÉRICA LATINA”

Muy Buenos días a todas y a todos.

Quiero comenzar agradeciendo a la universidad de Guadalajara y al Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas por la renovada decisión de organizar este encuentro en el marco de la feria internacional del libro.

Saludo con mucho afecto y mucha distinción por compartir esta mesa inaugural a mi colega, titular de otro de los órganos autónomos fundamentales en la lógica del control del poder, a blanca Lilia Ibarra.

Saludo a Elisa Gómez, a Lourdes Morales, a Alejandro González, a mi querido maestro Mauricio Merino y, por supuesto, a nuestro Rector, Gustavo Padilla.

Para mí es un gusto estar nuevamente en el CUCEA de la Universidad de Guadalajara y participar en la inauguración de este Seminario Internacional “Estado de Derecho (s) y combate a la corrupción en América Latina”, junto con estudiantes personal docente, autoridades universitarias, especialistas, académicos y mis colegas que presiden los organismos constitucionales autónomos en el país.

Se nos convoca a discutir temas cruciales para la democracia, en un marco idóneo para ello: la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que se ha convertido en el evento cultural más importante de habla hispana y en un espacio privilegiado para la deliberación de las ideas, la difusión del pensamiento en la diversidad, la construcción de conocimiento colectivo y, en una palabra, para la convivencia democrática.

Lejos de ser un foro del conservadurismo, la FIL de Guadalajara es un foro de libertad y tolerancia, de presencia y respeto de todas las ideas, en un espacio pues para el diálogo plural, muy alejado del pensamiento único o del dogmatismo que no admite interpelación o disidencia que caracteriza la renovadas y encendidas por los vientos regresivos que aquejan a las democracias, visiones y las lógicas autoritarias que amenazan a nuestras democracias.

En este marco, este Seminario nos congrega para analizar el estado de nuestras democracias latinoamericanas desde dos piezas fundamentales para su sostenimiento: el Estado de derecho, es por definición Estado de derechos, y el combate a la corrupción.

A reserva de ampliar mis comentarios en el espacio que se me ha dado en un panel posterior en este seminario, permítame adelantar una breve reflexión general.

A nivel regional, los datos de estudios recientes -como Latinobarómetro- nos dejan ver que la ciudadanía se mantiene escéptica de la democracia. En palabras de Daniel Zovato, se vive -después de la llamada “tercera ola democratizadora”- un agotamiento de las instituciones democráticas, una seria recesión derivada de una especie de desencanto de amplios sectores sociales por los añejos problemas estructurales que aún no resueltos por regímenes democráticos.

La profunda desigualdad en nuestras sociedades, la pobreza ancestral, la violencia, la inseguridad, la insuficiencia de servicios básicos y la no garantía de derechos fundamentales, en particular los sociales, como el derecho a la salud -evidenciado en la pandemia-, se suman a problemas que indignan a la población, como lo es el flagelo de la corrupción, que no sólo se produce en regímenes autoritarios caracterizados por la opacidad, sino que lamentablemente florece también en gobiernos democráticos que están obligados a la transparencia y la rendición de cuentas.

Esto ha puesto en serios problemas el sostenimiento del Estado de derecho y la legalidad en toda la región, lo que vuelve a nuestras democracias hoy más frágiles y vulnerables.

Este seminario no será la primera ocasión, ni la única, en la que se advierta sobre estos problemas de la democracia. Desgraciadamente, llevamos ya varios años en los que, desde diversas instituciones académicas y organismos internacionales se viene alertando por este desgaste, esta erosión de las democracias.

Sin embargo, es muy importante no dejar de advertir sobre esta fragilidad y analizar los diversos flagelos que afectan a las naciones para buscar soluciones desde la diversidad, la libertad y el respeto tolerante de diversos puntos de vista.

Pues, como hemos concluido recientemente en la Cumbre Global de la Democracia Electoral que convocó el INE junto con diversos organismos multilaterales de promoción y defensa de la democracia y órganos electorales de diversas partes del mundo, los problemas de la democracia sólo se van a resolver con más democracia, y esos problemas no son pocos.

No son pocos y contrastan con la euforia democrática que hace apenas 20 años caracterizaba el momento en el que, prácticamente todos los regímenes latinoamericanos habían dejado atrás sistemas autoritarios y habían transitado hacia la democracia, un fenómeno, un proceso inédito en el continente, en la historia del continente, y que hace apenas 20 años nos hacía ilusionarnos.

Hoy, 20 años después, estamos hablando de la erosión y de los riesgos de la democracia.

Estos problemas, los problemas que enfrenta la democracia, no son pocos, ni poco graves, podemos encontrar entre ellos en primer lugar el descontento que entre grandes franjas de la población ha traído consigo el fenómeno de promesas incumplidas de la democracia; es decir, todas aquellas expectativas que nuestras sociedades, con el tránsito democratizado pensaron que traería aparejada el cambio de régimen: el combate a la pobreza, a la desigualdad, a la corrupción, a la impunidad y a la violencia.

En segundo lugar, el descrédito de dos de las instituciones que son pilares fundamentales de las democracias y sin las cuales las democracias son impensables: partidos políticos y parlamentos hoy están en los peores niveles de confianza pública, de aceptación y de credibilidad. Y la crisis de los partidos inevitablemente, alimenta un fenómeno autocrático de una enorme preocupación, la personalización de la política.

Y, por otro lado, la crisis de los legislativos, de los parlamentos alimenta esta tendencial deriva autoritaria que vemos en muchas partes del mundo, que es el fortalecimiento de los poderes ejecutivos.

En tercer lugar, la desinformación y la posverdad como fenómenos que minan los cimientos de toda convivencia democrática.

En cuarto lugar, la polarización, que no es nueva y que incluso diría no es ajena a las democracias, pero que hoy se ve aderezada con ese peligroso valor antidemocrático, el valor antidemocrático por excelencia que es la intolerancia.

Polarización más intolerancia hacen que el de enfrente no sea visto como un contendiente legítimo para confrontarnos para el poder político, sino un enemigo al que se le combate y se le, eventualmente, elimina.

Y, por si esto fuera poco, hoy hay un nuevo fenómeno que gravita sobre las democracias, los ataques a las autoridades de control y, en particular, a las autoridades electorales que son los garantes de las libertades políticas. Ataques que corren por cinco grandes ejes: el eje de la descalificación a la actuación de las autoridades electorales y del recurrente discurso del fraude, ya no proveniente de oposiciones que han perdido elecciones, sino provenientes desde el poder.

Discursos que vemos, nacen y florecen, incluso en las democracias más añejas del mundo. Ahí está Estados Unidos en 2020, ahí está Bolsonaro en este año, ahí está lo que está ocurriendo en nuestro país.

En segundo lugar, ataques dirigidos a los titulares de los órganos de control, aquí habemos varios integrantes de órganos de control y sabemos que parte de nuestra función es aguantar presiones, pero hoy los ataques provienen desde el poder y la intención es clara y evidente, tomar control de los órganos de control para que éstos dejen de cumplir con su función constitucional.

En tercer lugar, la astringencia o la asfixia presupuestaria. Vamos a pasar a un proceso de presupuestación que es grave porque no son pocos los casos en los que, los órganos constitucionales, por falta, por astringencia presupuestaria, estamos impedidos para cumplir con nuestra función, y hay órganos electorales, como el de aquí, el de Jalisco, que no tiene previsto en su presupuesto para 2023 un solo peso para la organización del proceso electoral que comenzará a finales de año, un solo peso.

“Lo vamos a resolver con ampliaciones presupuestales”, dicen, así se acaba la autonomía.

En cuarto lugar, los intentos de reformas, reformas no para mejorar lo que se tiene, que sin lugar a dudas es mejorable, sino para provocar regresiones a un pasado que afortunadamente con mucho costo dejamos atrás.

Y, finalmente, la captura, la colonización de los órganos. Órganos que se quedan truncos, órganos que son colonizados como lamentablemente ha ocurrido con uno de los principales órganos de control y que hoy es un órgano al servicio de intereses políticos: La Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Pero, sobre todo, vale la pena en estos espacios recordar que más allá de los problemas, la democracia es una construcción colectiva, un proceso que nos involucró a muchas generaciones y a personas de muy diversas índoles y orientaciones políticas.

Hoy hay que recordar que, así como la democracia es ese proceso de construcción colectiva, su defensa también y este, una vez más, es un foro privilegiado para reflexionar no solamente sobre el punto, sino también para definir las rutas hacia dónde debemos caminar.

Muchas gracias.

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