Versión estenográfica de la inauguración del Foro internacional: La importancia del periodismo en la integridad electoral, en el marco de la Cumbre Global de la Democracia Electoral

Escrito por: INE
Tema: Cumbre de la Democracia Electoral

Coordinador Nacional de Comunicación Social del INE, Rubén Álvarez Mendiola: Muy buenos días tengan todas y todos ustedes aquí en este salón Obsidiana del Hotel Royal.

Gracias por acompañarnos en este Foro Internacional: Periodismo en la integridad electoral.

Mi nombre es Rubén Álvarez Mendiola, Coordinador Nacional de Comunicación Social del Instituto Nacional Electoral y área responsable de llevar a cabo este Foro Internacional de Periodismo e Integridad Electoral.

En un momento importante, complicado, como el que vive México y la región en su conjunto Latinoamérica y un foro derivado, además, de los acuerdos, el pronunciamiento final que tuvo la Cumbre Global de la Democracia Electoral.

Como ustedes recordarán esta cumbre tuvo lugar del 20 al 22 de septiembre en la Ciudad de México, después de un largo proceso de foros regionales sobre integridad electoral que llevaron a cabo autoridades y organizaciones de la sociedad civil muy relevantes en todos los continentes.

A lo largo de junio, julio y agosto se llevan a cabo estos foros en América Latina, en Europa, en África, en Asia y concluye con la Cumbre Global en la Ciudad de México, uno de cuyos puntos habla justamente de la desinformación y el efecto nocivo que puede tener las noticias falsas en los procesos electorales.

De nuevo, muchísimas gracias por su participación. A todos nuestros colegas tanto de México, como las y los colegas que nos acompañan de diversos países de América Latina y de España.

Y, bueno, ustedes tienen en sus manos ya y ha sido comunicado a través de las redes sociales del Instituto Nacional Electoral el programa completo de estos dos días de conversación, de discusión, de debate, de llevar, digamos, tratar de dilucidar cuál es el papel de los medios de comunicación y de los comunicadores y las comunicadoras en los procesos electorales por venir, tanto en México como en el resto de nuestras sociedades y los países que nos hermanan en América Latina.

Para dar unas palabras de bienvenida, le hemos solicitado y nos da mucho gusto que nos haya aceptado dar unas palabras iniciales al Secretario Ejecutivo del Instituto Nacional Electoral, Edmundo Jacobo Molina, una personalidad de larga trayectoria en el mundo electoral y quien desde hace varios años ya acompaña y encabeza la Secretaría Ejecutiva, que es justamente el área específica del Instituto que se encarga ni más ni menos de que los procesos electorales lleguen a buen puerto.

De modo tal que para nosotros es un honor que nos acompañe el Secretario Ejecutivo del Instituto Nacional Electoral en estas palabras de bienvenida.

Y, sin más, le cedo la palabra.

Muchas gracias, Edmundo. Bienvenido.

Secretario Ejecutivo del INE, Edmundo Jacobo Molina: Muchas gracias, Rubén.

Muy buenos días tengan todas y todos ustedes.

La verdad es un placer estar acá y el honor es mío de que me inviten a esta sesión inaugural.

Y pensé mucho qué hacer y qué decirles en este arranque.

Tenía varias posibilidades. Una de ellas, ir a los lugares comunes y decirles bienvenidas, bienvenidos.

Hoy que ya no sé qué día es hoy, 25, 23 de noviembre de 2022, creo yo todavía, verdad.

Y damos por inaugurado este evento internacional y dije: No, creo que no es por ahí. No irme a lugares comunes y hablar de la preocupación que nos da todo lo que tiene que ver con la relación entre información y elecciones, y lo que pasa por la vida democrática en el mundo.

Y espero no aburrirlos, elegí la tercera, que es hacer un recuento tal vez un poco más teórico, más académico de lo que hay detrás de todo esto, y cómo el tema información ha acompañado a la humanidad en la vida política. Y no es un fenómeno solamente de nuestros tiempos aunque, obviamente, nuestros tiempos a ingredientes muy novedosos, sino el tema información, desinformación, verdad, mentira ha acompañado a la humanidad en las deliberaciones públicas y en el quehacer de lo que nos es común.

Tratándose un tema tan complejo como esto, creo que hay que pasar de los lugares comunes a una reflexión de fondo.

Y por eso, perdonen ustedes, preparé un texto un poco largo, que me voy a permitir leerlo, perdón, denota mi antigüedad de edad, así somos los que venimos de la academia, de esa academia en donde uno no podía presentarse en un foro si no traía un texto por escrito, era mal visto si uno lo hacía de otra manera.

Ahora, hace poquito me invitaron a estas cosas que se llaman como TED Talks o no sé qué, y casi, casi hasta me hacen bailar, cosa que para mi generación es un poco rara, y creo que comunica muy bien. Pero me van a disculpar en esta ocasión que vaya a recurrir a mis andares por la academia para esta inauguración.

Es un honor y a la vez una responsabilidad para el Instituto Nacional Electoral organizar este Foro Internacional de Periodismo e Integridad Electoral en el que nos acompañan periodistas y personas comunicadoras de nuestro país y del extranjero.

La necesidad de crear y abrir este espacio de discusión nace de la cumbre global de la democracia, que como ya decía Rubén, tuvo sedes en los cinco continentes y concluyó el pasado 22 de septiembre aquí en la Ciudad de México en un encuentro en donde representantes de las diferentes cumbres regionales concurrieron a esta capital de la República a dar sus conclusiones sobre el estado que guarda la democracia en el mundo.

Los problemas de la democracia como forma de gobierno, su déficit presente no se pueden entender de manera adecuada si no se relacionan con la problemática propia que aqueja a los medios de comunicación tradicionales, acentuadas con el surgimiento de nuevas vías para enviar y recibir información caracterizadas por su inmediatez.

Éste ha sido acompañado de la desinformación como fenómeno generalizado, que daña los cimientos mismos, de los cuales descansa el funcionamiento de la democracia.

Entre los muchos riesgos para los regímenes democráticos, el relacionado con el desprecio a la verdad y diseminación de noticias falsas y desinformación es uno de los más preocupantes.

Sobre todo vemos que no es un fenómeno que se esté dando aisladamente a nivel nacional o regional, sino que ha surgido simultáneamente en varias regiones de nuestro orden, más allá de cualquier diferencia cultural, social o lingüística.

Dentro de este marco, el Instituto Nacional Electoral, como órgano garante de los derechos político-electorales de la ciudadanía en México, se comprometió a organizar este foro en el que se abordará el papel del periodismo, los medios de comunicación y las redes sociales en la integridad electoral con referencia a los diversos contextos en los cuales el papel del periodismo resulta fundamental para la recreación del fenómeno democrático.

Como preámbulo de las discusiones que en este foro habrán de seguir durante este día y mañana, ofreceré unas líneas generales sobre la importante función que cumple el periodismo, el periodismo de investigación para coadyuvar a la generación de condiciones propicias para la realización de la democracia como ejercicio de autodeterminación de las personas, lo que rebasa a los procesos electorales mismos y también cuando la persona acude a las urnas a depositar su voto.

Con ello me parece quedará patente la pertinencia y oportunidad del foro que estamos iniciando.

El principio de la soberanía del pueblo se apoya en dos ideas, la de que el poder que ejerce el dominio político no es algo que esté supuesto, sino que necesita ser deducido mediante una justificación, normalmente calificada como legitimación, y la de que esta legitimación solo puede partir del pueblo mismo y no de cualquier instancia ajena a éste. Se trata de la doctrina del consentimiento político cuyos antecedentes remotos se hayan en el derecho corporativo medieval.

Conforme al postulado precedente la ordenación de la vida en común de un pueblo tiene que poder retrotraerse al reconocimiento de aquellos que viven bajo ella, esto es tiene que ser expresión de la libertad y la autodeterminación de quienes integran el elemento personal de cualquier Estado.

Por tanto, la democracia como forma de Estado y de gobierno supone una determinada forma de organización estatal cuyo ejercicio del dominio político se legitime y controle por el pueblo, es decir, por la propia ciudadanía presentándose de esta forma como autodeterminación y autogobierno del pueblo en las que todas y todos los ciudadanos pueden participar en condiciones de igualdad.

De tal suerte la finalidad de la legitimación democrática no es otra que poner en marcha y asegurar una influencia efectiva de pueblo en el ejercicio del poder del Estado.

¿Cómo se logra esto? Entre otros mecanismos, mediante la adopción de procedimientos por los cuales se garantice la participación de la ciudadanía en la definición del actuar público.

Con carácter general existen dos grandes modelos que se distancian entre sí precisamente por la forma en la cual la ciudadanía participa en la toma de decisiones, cuando lo hace directamente y cuando designa a representantes para que a su nombre tomen las decisiones públicas relevantes. A la primera se le conoce como democracia directa y apela a la idea del ejercicio autónomo y directo de dominio por parte del pueblo y sin salir de él.

Por el contrario, el segundo modelo, el de la democracia indirecta o representativa configura órganos de dirección del pueblo que actúan por sí mismos, es decir, que actúan en representación del pueblo, aunque la toma de decisiones de quienes gobiernan conserva un grado de independencia respecto de los deseos del electorado.

Tanto en un modelo como en el otro, pese a lo que suele indicarse, se articulan relaciones de mediación para la toma de las decisiones, en el caso de la democracia representativa la mediación se articula en relación con la ordenación de las diversas visiones políticas existentes al seno de la sociedad, mientras que la democracia directa se presenta en la formulación de consultas que se someten a la consideración de la ciudadanía, como puede verse, en ambos modelos la participación ciudadana está en el centro de la toma de decisiones públicas relevantes.

La diferencia entre ellas se centra en los efectos de la decisión, pues en la directa, la ciudadanía es consultada por el sentido, la dirección que debe tomarse como sociedad organizada, por el contrario en lo representativa, lo que la ciudadanía escoge son aquellas personas que en representación de ella, deben tomar las decisiones pública relevantes durante el periodo para el cual se hayan determinado previamente.

En ambos casos, el principio de la libertad se concreta en contenidos que afectan las condiciones procedimentales de la formación de la voluntad política para la toma de decisiones públicas relevantes.

La democracia se orienta pues, hacía un determinado método en la toma de decisiones políticas, toma de decisiones sobre aquello que nos es común, este método se asegura a través de garantías formales y procedimentales; la libertad de participación democrática de todos los ciudadanos y las ciudadanas en la formación de la voluntad política y las correspondientes garantías complementarias de la libertad de opinión de prensa e información de reunión y asociación.

Para asegurar la democracia y la libertad democrática hay que proteger el proceso de formación de la opinión y de las opiniones políticas frente a excesos de poder y monopolios que pongan en cuestión su carácter de proceso libre y abierto, porque justamente eso iría en contra del principio democrático de igualdad.

Decíamos que en democracia, la ordenación de la vida en común de un pueblo tiene que ser expresión de la libertad y la autodeterminación de la ciudadanía, a esto hay que agregar a riesgo de parecer naif que no hay libertad individual posible sin conocimiento o sin búsqueda de la verdad sin vicios, sin engaños, sin medias tintas.

Por algo, actualmente hablamos de la toma de decisiones informadas, la búsqueda de la verdad como un concepto universal, como ahora lo conocemos surge de la ilustración y los ideales científicos de mediados del siglo XIX, la idea de que la libertad individual está ligada a la búsqueda del conocimiento de la verdad, viene de la ilustración y quedó plasmada en una nuez, en el texto de Kant, denominado ¿Qué es la Ilustración?

El texto de Kant versa sobre cómo la capacidad de toma de decisiones de los individuos, es decir, esta autonomía que nos libera del sometimiento a otros más poderosos, no es posible sin el uso de su entendimiento por sí mismo, es para sí mismo, si la influencia de otros para Kant, el razonamiento propio es el enemigo de la obediencia ciega e incondicional en todos los ámbitos, como se refleja en la obediencia a la religión, al poder del Estado absolutista, etcétera.

Y esta evidencia o sometimiento sin mediación razonada representa para Kant una restricción a la libertad individual.

Esta idea contrastaba con lo que sucedía en los gobiernos autoritarios, cuyo poder político encontraba sus cimientos en razones trascendentales como ocurría, por ejemplo, en las monarquías cuando sus gobernantes eran percibidos como un ungidos por Dios.

En ese contexto, la verdad, estaba relacionada con una clase social vinculada a la élite política, económica y cultural, y por su naturaleza, excluyente.

Éste era un grupo minoritario que presumía ser conocedor del estado de las cosas y no rendía cuentas a sus gobernados.

No es un coincidencia que las grandes revoluciones que dieron pie al nacimiento de las repúblicas, como dice Sophia Rosenfeld, prometían implementar un conjunto diametralmente opuesto de valores morales epistémicos, como transparencia y apertura, confianza en los demás y un ethos de búsqueda y difusión de la verdad en todo nivel.

Se está aquí en presencia de lo de que, lo que Böckenförde identifica como uno de los presupuestos sociales de la democracia, el entendimiento del individuo como tal y no en cuanto a su pertenencia y estatus, capaza de una actuación libre.

Si bien las monarquías y los gobiernos absolutistas contaban con grandes aparatos de generación de conocimiento, vinculada a la recopilación de información de su clase burocrática, con la llegada de la ilustración se apela al uso del conocimiento y a su aplicación al servicio público como facilitador para la liberación de la ciudadanía.

Así es como en los gobiernos que, posteriormente, empezaríamos a denominar democracias, la verdad y la misma democratización de la verdad se convirtió en uno de sus instrumentos esenciales. Esta idea permeó todos los ámbitos del Estado, incluso el aspecto jurídico que ha llevado a juristas de la talla de Häberle a sostener que la verdad es un valor cultural del Estado constitucional, y precisamente, por la experiencia tenida con el modelo del Estado totalitario, es un valor irrenunciable.

Häberle se refiere a la experiencia de los regímenes fascistas italiano y nacional socialista alemán de la primera posguerra; Jason Stanley la califica como irrealidad, y comprende un variado elenco de métodos y técnicas: reemplazar el debate por el miedo y la rabia, reemplazar la realidad por las declaraciones para mentir sin consecuencias y otras más que tienen la finalidad de destrozar, cito, “los espacios de información y destruir la realidad”.

Sobre esto, obviamente, se ha escrito mucho en términos de los usos mediáticos del fascismo italiano y del nacional socialismo alemán.

En opinión de Calamandrei, el fascismo se caracterizó por ser una simulación de la legalidad, el gobierno de la disciplina autoritaria, de la legalidad falsificada, de la ilegitimidad legalizada, del fraude constitucional.

Algo similar expresa Elías Díaz, quien considera que la filosofía y cultura del fascismo constituyen una explícita defensa de la filosofía irracionalista, no para mostrar lo irracional de la realidad, sino para exaltar y glorificar lo irracional, el desprecio por la razón.

Por ello para erradicar los errores del pasado esa autodeterminación o libertad personal que se encuentra en el vértice de los modelos democráticos solo es posible lograr en contextos en los cuales la toma de decisiones sea presidida de información con pretensiones de ser cierta veraz o fidedigna en la mayor medida posible y siempre sobre la base del carácter provisional de gran parte de ella, abierta al cambio ante la modificación de circunstancias o de la evidencia alcanzada en nuevos estudios.

La relación entre democracia entendida como gobierno soberano o gobierno emanado de la voluntad popular y periodismo es tan profunda, por poner un ejemplo, ambos aspectos forman parte de la teoría de la democracia representativa, como lo señala Nadia Urbinati, que la describe como una diarquía compuesta por la voluntad y por la opinión del periodismo.

La politóloga italiana entiende por voluntad el derecho al voto, así como los procedimientos e instituciones que regulan la generación de decisiones vinculantes, en tanto la opinión comprende el dominio extrainstitucional de los juicios y opiniones políticas de sus expresiones multifacéticas.

Ambos aspectos, democracia y opinión, que las sociedades son democráticas, no solo por existen elecciones libres, sino porque también se permite que existan opiniones, que contrapuestas sean objeto de debate y análisis.

La contraposición de voluntad y opinión es posible igualmente entenderla, como la propone Rosanvallon, como una competencia de democracias en términos de sus funciones, control parlamentario versus control de autoridades independientes.

La Revolución Francesa generó condiciones para que los diarios y los periodistas se impusieran como una verdadera institución política encargada de observar, de censurar y denunciar, apropiándose como una función pública y, desde luego, de corte democrática.

Durante la segunda mitad del siglo XIX se fue ampliando el reconocimiento de los derechos políticos, particularmente el sufragio, a otros grupos y segmentos de la población que inicialmente fueron excluidos.

También se produjeron conquistas en el terreno de las libertades y se presentó el fenómeno de las sociedades de masas, lo que impulsaría la formación de los partidos políticos y los grandes sindicatos con elevados números de afiliados en cada caso.

En palabras de Sophía Rosenfeld el siglo XIX es la historia del auge de la política de masas impulsada por la explosión conjunta del capitalismo industrial y la democracia.

El papel de la prensa se disparó en parte influido por los avances tecnológicos y una alfabetización en aumento. Se dice que en Paris para el año de 1849 había 450 periódicos a la venta.

Pero también en nuestro continente, en la Ciudad de México y Buenos Aires, el número de periódicos después de la independencia se multiplicó, los periódicos y los centros educativos tuvieron, según Rosenfeld, nuevas funciones epistémicos a saber, involucrar a las personas ordinarias, en crear determinaciones de la verdad de la esfera pública.

El Estado moderno frente a la creciente población y nuevas áreas de actividades humanas impulsadas en parte por el capitalismo y la revolución industrial empezó a requerir de la generación de conocimiento para la toma de decisiones, y como ahora lo llamamos “la creación de políticas públicas”.

El ejemplo paradigmático es la previsión del censo en la constitución de los Estados Unidos a partir de 1790, si bien en la antigüedad ya había habido censos poblaciones, ésta es la primera ocasión que este instrumento se vuelve una institución permanente y una herramienta de conocimiento público.

Además de reflejar un interés por la obtención de conocimiento objetivo, los censos traen consigo la generación de un cúmulo de información que requería de expertos o especialistas que pudieran discernirla y, por supuesto, recolectarla y registrarla.

Nace así una nueva clase de investigadores y científicos al servicio del Estado que se viene a sumar a las noticias independientes y al periodismo de investigación que buscan reportar los hechos ajenos a cualquier corriente partidista y de manera objetiva. De tal suerte durante el siglo XIX se generaciones las condiciones para la aparición y el fortalecimiento de los intermediarios que permitirían articular los dos elementos identificados por Urbinati como definitorios de la democracia representativa del siglo XX.

El proceso de conformación de la voluntad y de la opinión se realizaría a través de dos grandes mediaciones. Por un lado, los partidos políticos para la articulación política de las distintas visiones existentes en una comunidad, de otro los medios de comunicación para generación de la opinión pública que permitiría a la ciudadanía a tener información y opiniones en relación con el comportamiento y resultados de quienes detentan el poder para que tenga la oportunidad de generarse un juicio propio y actuar en consecuencia, especialmente cuando son llamados a las urnas.

En este esquema son los medios de comunicación los que facilitan el acceso a áreas complejas de conocimiento a la ciudadanía y que permiten a través de esa mediación la toma de decisiones, ya sean públicas o privadas, ya sea a través de la participación política por medio del voto o no, son los intermediarios del interés general, como los llama Cass (inaudible), cuando se refiere a los medios de comunicación, periódico, radio, televisión, revistas, etcétera. Ya que de una manera u otra filtra, clasifica y organizan la información para sus consumidores, pero además de servir de una especie de filtro de búsqueda, estos intermediarios ponen en la arena pública temas que, tal vez, intencionalmente el usuario no hubiera buscado pero que son de interés general.

En este sentido, los medios de comunicación tradicionales fungen o han fungido como foros públicos. Si bien puede haber cierta predilección o inclinación ideológicas, lo cierto es que al hojear un periódico no solo nos encontrábamos con temas que son de nuestro interés particular, sino otros que reflejan otros puntos de vista, y con los que podemos interactuar e incluso reflexionar a partir de ellos.

Lo mínimo que puede suceder al echarse un vistazo al ejemplar del día, es que conozcamos otros puntos de vista distintos al nuestro.

En síntesis. Durante el modelo de democracia representativa que triunfó en el siglo XX, que no es otra que la democracia de partidos, los medios de comunicación han cumplido con un rol epistémico de intermediarios de la información para habilitar los espacios comunes necesarios en las democracias.

Al mismo tiempo, el periodismo es uno de los mecanismos ciudadanos para la exigencia de una adecuada rendición de cuentas de los gobiernos, y uno de los contrapesos o controles del poder político no institucionales.

La desafección del ideal democrático de nuestros días se explica, en buena medida, porque se han roto, o al menos mermado severamente, los mecanismos de mediación que ofrecían partidos políticos y medios de comunicación.

El rompimiento o deterioro severo de las funciones que proporcionaban para el funcionamiento de la democracia representativa, es causado porque, por diversas razones, los partidos políticos son, por decir lo menos, percibidos con desconfianza por la ciudadanía, y por lo mismo, no son vistos por segmentos importantes de la población como agentes que puedan canalizar las aspiraciones sociales.

Por cuanto hace al papel de la prensa o medios de comunicación, las dificultades suelen ser identificadas en las características que debería recibir el ejercicio periodístico, a saber, la buena fe y el pluralismo.

La buena fe apela al cumplimiento de ciertos deberes de diligencia en la comprobación de los elementos de hecho que sustentan una información, en un adecuado tratamiento para que la realidad atestiguada no se desvirtúe, así como el empleo de técnicas informativas que permitan el desarrollo de un discurso público nacional.

En tanto, el pluralismo como condición para contar con una sociedad democráticamente bien informada, refiere a la necesidad de una pluralidad de fuentes ante la dificultad, si no imposibilidad, de que los medios de comunicación sean objetivos.

En efecto, el carácter plural de la información deriva de la multiplicidad de sus fuentes y no de una cualidad intrínseca del mensaje. No hay una información plural sino una pluralidad de informadores.

Esa pluralidad de fuentes de información donde se genera la objetividad e imparcialidad de la información, pues el público destinatario puede realizar su elección entre las diversas informaciones generadas, conforme a sus convicciones y sin una intervención estatal indebida.

El pluralismo informativo se ha visto afectado, entre otras muchas razones, por las dificultades para sobrevivir económicamente, en buena medida acentuadas por la crisis del modelo de negocio que durante mucho tiempo caracterizó a los medios de comunicación convencionales con motivo de la aparición de otras formas de comunicación y especialmente con el cambio, en ocasiones radical, del comportamiento de la audiencia y sus preferencias.

La caída en la venta de los ejemplares, para el caso de la prensa, por ejemplo, han conllevado a la desaparición del diario o revista o bien su adquisición por conglomerados económicos cuyo propósito es hacer rentables un negocio, y no necesariamente cumplir con una función social.

En cualquiera de estos supuestos el efecto es evidentemente negativo porque la reducción de gastos se convierte en el eje rector de la operación con la consecuente reducción del personal que se traduce en una limitación material para el ejercicio del periodismo de investigación.

En Estados Unidos de América durante los últimos 15 años han desaparecido más de una cuarta parte de los periódicos, y aquellos que han sobrevivido son más débiles, pequeños y susceptibles de ser comprados.

Cuando un diario local desaparece, las investigaciones existentes evidencian que viene aparejado con una disminución en la participación electoral, se incrementa la polarización y se erosiona el involucramiento cívico de la ciudadanía.

También prolifera la desinformación, aumenta los presupuestos públicos, junto con la corrupción y el mal funcionamiento de los servidores públicos, también existe evidencia sobre el impacto nacional de estos cambios del panorama informativo a nivel local.

Un análisis encontró que Donald Trump obtuvo mejores resultados durante la elección del 2006 en aquellos lugares con acceso limitado a las noticias locales. En nuestro país en el que la prensa ha tenido una dependencia de la publicidad gubernamental para hacer en ocasiones un negocio sustentable, los cambios bruscos de los regímenes políticos han arrastrado una forma de relación con la prensa y de paso varios periódicos.

Ahí está el caso de Excélsior, la derrota del PRI en las elecciones presidenciales del año 2000, igualmente significó la caída de su director durante casi un cuarto de siglo, para entrar en un acelerado proceso de descomposición interna que culminó con el cierre de la cooperativa y la venta del diario a un grupo económico.

Por cierto, la compra de medios de comunicación por parte de grupos empresariales es una tendencia mundial, como es obvio, tiene una incidencia para el pluralismo informativo. En Estados Unidos de América un estudio de Financial Times indica que hoy en día la mitad de los diarios son controlados por firmas financieras, y esa cifra tenderá a crecer en los próximos años.

Estamos, sin duda, presenciando una transformación radical en todo el fenómeno comunicativo.

Sólo ofrezco unos datos sobre los grandes cambios en el mercado de los medios de comunicación tradicionales, en Estados Unidos, una vez, en 1948 la circulación diaria de periódicos era de 1.3 por hogar, media que descendió un 57 por ciento en 1998.

A pesar de que los años de escolarización de los lectores de prensa se incrementaron mucho en ese periodo.

En España, por ejemplo, a mediados de los 80, los periódicos vendían en ese país tres millones de ejemplares cada día, sobre todo en Madrid y Barcelona.

Para 2007, el diario El País tenía una difusión diaria de más de 435 mil ejemplares; el periódico El Mundo, 336 mil; El ABC, 235 mil.

Es decir, 20 años después apenas se rebasaba el millón de ejemplares. Si a estos números se le suman los de otros periódicos de menor tamaño apenas en este lapso de 20 años pasamos de tres millones de ejemplares a un millón, descendió a un millón contando estos tres grandes diarios españoles y periódicos de menor tamaño de alcance regional.

Apenas la semana pasada, el jueves 17 de noviembre de este año, El País anunció que llegó a los 254 mil suscriptores digitales, como resultado de un nuevo modelo de negocio en seguimiento al cambio de los hábitos de la audiencia.

En nuestro país, quienes consultan como fuente de noticias a los medios impresos, ha caído de un 51 por ciento en 2017, a 24 por ciento en 2022. Es decir, escasos cinco años.

La televisión también, de un 65 por ciento en 2017, a un 45 por ciento en 2022; mientras que consulta de noticias en línea o en redes sociales se ha mantenido en un estable 91 a un 87 por ciento en el mismo periodo del 17 al 22.

En añadidura de los problemas que inciden en el pluralismo deseable de los medios de comunicación, se encuentran aquéllos que repercuten en la manera en la cual se procesa, difunde y consume la información que tiene aparejado el incumplimiento de información caracterizada por cumplir estándares mínimos, tanto en la recolección de la misma, su interpretación y especialmente la manera en la cual es difundida y explicada.

Desde hace más de dos décadas, han surgido nuevos agentes que a la postre han redefinido el fenómeno comunicacional. Primero, la llegada del Internet y su expansión venía con la promesa de la democratización, del acceso a la información y como un espacio para garantizar la libertad de expresión.

Yo fui de aquéllos que ante el advenimiento del Internet dije “bienvenida la democratización de los medios y la pluralidad de los mismos”.

En esta primera etapa, con el surgimiento de blogs de ciudadanos y periodistas, parecía que ésa sería la tendencia, y que se afianzaría como un gran logro igualador y democrático.

Ello, no obstante, en detrimento de los medios de comunicación tradicionales, que se vieron amenazados por la generación de contenidos y difusión de información a un menor costo para los usuarios.

Posteriormente, la creación de emprensas de redes sociales cambió este panorama, y de ahí surgieron fenómenos inesperados en lo que respecta a la diseminación de información e ideas diversas.

Las redes sociales amplían y contribuyen a la desinformación, por ejemplo, las compañías de redes sociales todavía permiten que las teorías sobre fraude en las elecciones de Estados Unidos se diseminen.

Actualmente Twitter, Facebook, TikTok, son criticados por cómo facilitan la desinformación.

En respuesta a la presión recibida de los mercados para contrarrestar este fenómeno, ha tomado algunas acciones, sin embargo, esto también ha desatado la creación de otras plataformas Fruit Social, Rumble, Bartlett, etcétera, que escapan al control minucioso.

El predominio de las redes sociales, ha sacado cajas de resonancia de ideas preconcebidas por el usuario, que más que contribuir un intercambio de puntos de vista diversos y al sano debate, han generado polarización y alineación entre la sociedad.

Aunado a esto, la infocracia conlleva un exceso de información instantánea que nos está bombardeando constantemente y menguando nuestra capacidad de reflexión.

El filósofo de origen coreano Byung-Chul Han, explica este fenómeno en cuanto que conlleva una crisis cognitiva, dice, ya que la información tiene un intervalo de actualidad muy reducido y fragmenta la percepción y reprime el saber, la experiencia y el conocimiento.

Han, concluye: el cortoplacismo general de la sociedad de la información, no favorece la democracia. Él estudia en su reciente libro que se llama “La infocracia”, justamente el paso de la sociedad, el musculo de la energía, de la sociedad industrial, a la sociedad de la información.

Retomar las palabras de (inaudible) los foros públicos que facilitaban los medios tradicionales, ha sufrido y frente a la ausencia de estos intermediadores, la calidad de la discusión democrática, ha sufrido también.

Aquí es donde el papel de los medios se vuelve esencial para combatir este fenómeno, no es suficiente con combatir la desinformación con más información, que fue la tesis del Instituto Nacional Electoral en su momento frente a la idea de combatir la desinformación penalizándola, como fue el caso francés, incluso legislaron los franceses para castigar al que generaba desinformación incluso dolosamente.

Y el INE sacó la tesis desde el 2018, que a la desinformación había que combatirla con más información, creo que en el fondo no estábamos equivocados pero nos quedamos cortos, sino que es necesario, es pertinente la generación de espacios de reflexión y de encuentro, los medios de comunicación y el periodismo son esenciales para lograrlo.

He limitado mi intervención a ofrecer con ayuda de algunas herramientas de la teoría contemporánea, una visión general sobre el estado que guarda la articulación de la opinión pública y qué es indispensable para contar con la expectativa de una democracia realmente funcional.

El panorama que tenemos frente a nosotros, no es halagador, todo indica que nos encontramos y voy a recurrir a un clásico, con lo que Ortega y Gasset llamaba crisis histórica, es decir, cuando el cambio de mundo que se produce, consiste en que al mundo o sistema de convicciones de la generación anterior, sucede un estado vital en que el hombre se queda sin aquellas convicciones, por tanto, sin mundo; el hombre vuelve a no saber qué hacer porque vuelve de verdad a no saber qué piensa sobre el mundo, hasta aquí Ortega y Gasset.

Puede parecer una exageración, pero lo cierto es que nos estamos alejando de la manera en la cual funcionaba tradicionalmente la democracia representativa, pero aún no somos capaces de anticipar qué es lo que nos espera como nuevo modelo de fenómeno democrático; vivimos además tiempos difíciles para la democracia, hemos pasado casi sin darnos cuenta de apreciar los beneficios del poder de la palabra para pasar a contemplar con toda crudeza la palabra del poder como monologo del discurso político.

En nuestro entorno existe un desprecio por todas aquellas manifestaciones sociales que no tienen su origen o no son coincidentes con la ideología del grupo gobernante, no se aprecian los beneficios que pueden ofrecer los espacios de interacción y reflexión entre grupos e individuos ajenos a la influencia del poder público.

A los medios de comunicación se les ve con desdén y desconfianza, porque no son portadores de la voluntad general expresada en las urnas y representada en las instituciones de gobierno, existe por decirlo en una nuez una visión cesarista de lo político.

En este sentido, en la medida en que el Instituto Nacional Electoral tiene el deber de coadyuvar a la difusión de la educación cívica y de la cultura democrática, se ha convocado a este foro con el ánimo de romper con esa inercia que parece existir y que se caracteriza con el empobrecimiento de la discusión púbica. Y esto solo sería posible si apostamos por el análisis y reflexión sosegados, generando espacios en los cuales lo que predomine sean los datos duros, los argumentos y las razones construidas alrededor de ellos y no sólo las descalificaciones.

Para eso estamos aquí y ahora reunidos, a fin de encontrar maneras para lograr que la ciudadanía, nosotros, estemos dispuestos a confiar en la información que cumpla con ciertos estándares periodísticos, con independencia de sus preferencias ideológicas.

Hago votos porque los resultados de este foro sean provechosos en todos los sentidos, para seguir posicionando estos temas en el arena pública.

Y con este evento el Instituto Nacional Electoral no solamente cumple con el compromiso asumido en el Foro de la Democracia Global que mencionaba al inicio de la intervención, sino, espero que le demos continuidad en México y en muchos países, al tema de la deliberación en torno a la comunicación, la información, la deliberación pública y el futuro de la democracia.

Muchas gracias.

Coordinador Nacional de Comunicación Social del INE, Rubén Álvarez Mendiola: Muchas gracias al Secretario Ejecutivo del Instituto Nacional Electoral, Edmundo Jacobo Molina por esas palabras iniciales y de esa manera dar por inaugurado este Foro Internacional Periodismo e Integridad Electoral, tomaremos unos pocos minutos para acomodar aquí la…¿esa es una señal Jaime?

Adelante, ¿quieres hacer algún comentario?

Director General de la Fundación Gabo, Jaime Abello Banfi: Se ha contado en los sistemas, es decir, desde el punto de vista normativo es el instrumento más eficaz de control o prevención de desinformación que hasta ahora es identificado o usado aquí o en otras partes.

No sé si ya hay algunas buenas prácticas identificadas en este campo.

Coordinador Nacional de Comunicación Social del INE, Rubén Álvarez Mendiola: Jaime Abello es el Presidente de la Fundación Gabo en Colombia.

Secretario Ejecutivo del INE, Edmundo Jacobo Molina: Jaime, muchísimas gracias por la pregunta.

Abres un gran tema que creo que tiene dos filos, no basta la norma, aunque es importante la norma, hace mucha falta también el autocontrol de los medios al tomar consciencia de su responsabilidad en tanto generadores de información que tiene efectos sobre la opinión pública y sobre, lo que yo mencionaba, la decisión individual informada, cuando un ciudadano no solamente acude a la urna, sino en el quehacer diario de los ciudadanos frente para quienes fueron electos por ellos y exigirles, lo subrayo, que cumplan con lo que ofrecieron y no defrauden esa confianza.

Ahora, en la parte normativa, yo creo que hay una gran paradoja que trataba de ilustrarlo acá, hay países que han caminado para combatir la desinformación sancionando, penalizando el acto de la desinformación si ésta no está sustentada en datos reales. Los franceses caminaron por ahí, y así otros países lo han hecho.

Yo creo que llegar hacia allá no es el camino correcto, porque quién censura al sensor o quién controla al respecto esto, sino hay que exhibir la desinformación y ponerla sobre la mesa.

Lo que creo que estamos viviendo hoy en día es justamente la falta de ese debate público, las redes sociales, por ejemplo, lo que van haciendo es segmentar la información. No es lo que sucedía antes, en mi generación que yo abría el periódico, claro, escogía uno u otro dependiendo de mis afinidades ideológicas, pero aun en el periódico que yo abría encontraba otras opiniones y tenía mis editoriales preferidos, mis plumas seleccionadas, pero al lado estaba otra que a lo mejor tenía alguna variante. Y ahí enriquecía mi reflexión, incluso, debatía de alguna manera con aquel que opinaba de otra forma.

Hoy las redes sociales empiezan a segmentar la información, y lo que estoy recibiendo es aquello que un algoritmo resuelve qué es lo que a mí me gusta, y cada vez mi espectro ideológico y de debate se va reduciendo para solamente retroalimentar aquello que el algoritmo dice que a mí me gusta.

Entonces el mundo empieza a hacer el mío y nada más que el mío y nada más de aquellos que piensan como yo.

Y yo creo que ahí hay mucho que trabajar alrededor de esto, porque Orwell se nos quedó chiquito, es el mundo orwelliano de lo que dice Han, que es bien interesante este filósofo coreano, de las nuevas formas de control, o sea, pasamos de la idea de Foucault, dice Han, de a los que no piensan como nosotros los encerramos y los tenemos en cárceles vigilados, a la idea de la apariencia de la libertad, en donde yo me expongo al usar un aparato de estos o cualquiera de estas cuestiones, a toda la información de quién soy, qué consumo, qué pienso, qué hago, dónde lo hago, cómo lo hago, y a generar información donde yo estoy siendo controlado sin darme cuenta, en aparente libertad.

Perdón la vuelta, pero creo que es multifacética la cuestión.

Así hay que trabajar en normas, siempre y cuando no caigamos en el error de pensar que solo por el lado punitivo de la norma vamos a resolver el problema.

¿Sí?

Director General de la Fundación Gabo, Jaime Abello Banfi: No, es que la pregunta viene porque yo estaba pensando cuándo vamos a ponerle el cascabel al gato, de la consultoría política comunicacional que se dedica a originar información en el contexto de campañas políticas, porque estamos hablando de la perspectiva de la cobertura periodística.

Pero deberíamos realmente recordar que hay profesionales de la desinformación que tienen montado un negocio para campañas políticas de generar desinformación y hacen ferias, y sabemos que hacen congresos, y anuncian sus estrategias y su uso de la neurociencia y el neuromarketing para influir en la gente.

Y todo eso lo hacemos asumiendo una línea muy delgada de legalidad, que está entre la legalidad, eso es lo que yo creo, es que posiblemente el lado, no es por el lado de, digamos, o que el periodismo lo que nos puede ayudar es a entender cómo está funcionando esos procesos de manipulación en contexto electoral, donde hay montado una tecnología, un negocio, unas operaciones, que a veces usan recursos que son encubiertos como si fueran recursos de campaña normales, de comunicación, pero que realmente para financiar granjas de… ¿cómo se llama esto?, en Colombia lo llamamos bodegas.

La pregunta, ¿se le puede poner el cascabel a ese gato o no?

Secretario Ejecutivo del INE, Edmundo Jacobo Molina: Yo creo que sí, es lo que yo llamo la extensión del marketing disfrazado de información, incluso que lleva hasta las encuestas. Luego aparecen encuestas como si fueran datos duros recabados de opinión pública, que realmente lo que hacen es extensión del marketing político para ir moviendo a la opinión pública en un cierto sentido o en otro, pero disfrazados así como si fuera de información dura, objetiva, etcétera.

Yo creo que sí, yo creo que sí se le puede poner ese cascabel al gato, los medios de información tienen mucha responsabilidad al respecto para hacer evidente la falsedad de esto, y sí hay que trabajar en la parte normativa.

Yo solamente advertiría que no es solo ahí, ahí está la solución, sí hay que trabajar en ello.

En México, por ejemplo, el modelo de comunicación política cambió radicalmente a partir de 2007, al permitir el acceso, prohibir la compra y venta de radio y televisión, y que los medios públicos y privados en los tiempos del Estado pudieran difundir ampliamente las campañas de los diferentes actores para que no fuera el dinero el que determinara la exposición de un candidato a un partido ante la opinión pública.

Pero, insisto, se puede ir avanzando en esto, porque sí estamos francamente ante un fenómeno de manipulación tal cual, crudo, y hay muchos estudios al respecto. Pero teniendo mucho cuidado, yo insistiría en que no pensar que la norma sea la única solución.

Y la gran responsabilidad que tenemos ustedes como medios, nosotros como autoridades electorales en este caso, de abrir los espacios al debate, a la exposición realmente de ideas, y no solamente de imágenes, de vender como a un candidato como un producto, un refresco o un pantalón, o demás, sino que se exponga la persona a la discusión al debate, en fin.

No sé si contesto.

Lo que viene, justo, es complejo y creo que ustedes nos pueden ayudar mucho en su experiencia a darnos elementos para ver qué tanto podemos avanzar también en esa dirección.

Gracias por la pregunta.

Coordinador Nacional de Comunicación Social del INE, Rubén Álvarez Mendiola: Gracias.

A mí me encantaría que esta conversación que responsable e irresponsablemente abrió Jaime Abello continúe a lo largo del foro.

De hecho, de eso se trata y este tema que pone Jaime de poner el cascabel al gato es fundamental en términos o en el contexto de desinformación, integridad electoral y lo que estamos viendo y veremos en las campañas en México, desde luego, en el 23 y sobre todo en el 24. Pero lo que ya vemos en muchos otros países, lo que ya vimos en Brasil recientemente y lo que, seguramente, veremos en los próximos años.

Yo le agradezco al Secretario Ejecutivo Edmundo Jacobo, Secretario Ejecutivo del Instituto Nacional Electoral, esta invitación, esta especie y suerte de muy sana provocación para discutir estos asuntos que nos competen como ciudadanos, como ciudadanas, como demócratas, como periodistas y que a lo largo de estas dos jornadas hoy y mañana seguiremos abordando.

Me gustaría, entonces, que regresemos ya al, digamos, horario del programa si no les importa; en un par de minutos, en tres minutos arreglamos el foro para la siguiente mesa de trabajo de conversación.

Y de nuevo, muchísimas gracias, Secretario, por sus palabras inaugurales.

(Receso)