Todos los componentes de la democracia moderna están siendo llamados a cuentas. El que enfrenta mayores exigencias sociales y políticas es el relativo a la productividad de los bienes públicos que un régimen democrático debería proveer, oportuna y suficientemente a sus gobernados y gobernadas.
Es decir, las y los habitantes de las repúblicas constitucionales contemporáneas enfrentan la frustración cotidiana al ver sus proyectos vitales retrasados o denegados por gobiernos que no les aseguran condiciones concretas de dignidad y libertad para imaginar y desarrollar proyectos de vida diseñados para mejorar sus horizontes sociales, académicos, económicos y laborales.
Esto, a su vez, impacta en la confianza ciudadana en los procesos electorales, origen mismo de la legitimidad entera de los sistemas políticos, enfrentados hoy por hoy a nuevos contextos de exigencia social.
Ante ese complejo panorama, 17 organismos internacionales, regionales y autoridades electorales de países de los 5 continentes, incluyendo el Instituto Nacional Electoral, convocamos a la Cumbre Global de la Democracia Electoral, que inició en nuestro país el pasado 18 de mayo.
Y es que resultaba imperativo un proceso global de reflexión sobre los desafíos, problemas, fortalezas y áreas de oportunidad que enfrentan los regímenes democráticos en la actualidad y, a la vez, detonar una movilización institucional en defensa de la democracia a nivel mundial.
De acuerdo a la planeación estratégica de la Cumbre, se celebraron cinco reuniones regionales entre julio y agosto de 2022. La de Europa el 8 y 9 de julio; la de América del 28 al 30 de junio; la de África el 25 y 26 de julio; la de Asia el 11 de agosto y la de la región Árabe el 16 de agosto.
A lo largo de dichos foros regionales, decenas de personas expositoras del más variado origen y carácter académico, regional y de experiencia electoral, administrativa, de gobierno o inclusive política, intercambiaron conocimientos, análisis, datos y mejores prácticas sobre las amenazas que se ciernen sobre nuestras democracias y sobre las medidas que debemos ponderar para atemperar o revertir los efectos nocivos de su concreción presente o futura.
Destacó la Conferencia Magistral de Dieter Nohlen, experto alemán en sistemas electorales de renombre mundial, que reseñó cuatro tendencias regionales positivas. Una primera sobre el avance de la autonomía e independencia política de los órganos electorales, por su propia especialización; así como la ampliación de sus atribuciones a más y más zonas del proceso electoral.
Una segunda referida a la ampliación del sufragio, incluyendo en la prerrogativa a grupos vulnerables y en situación de discriminación, como personas con discapacidad o que residen en el exterior; y minorías étnicas. Aquí yo agregaría el derecho al voto electrónico en territorio nacional, el voto anticipado y el voto en prisión para personas que no han sido condenadas, como lo estamos estudiando y desarrollando en el INE.
Una tercera tendencia sobre una creciente regulación y control del financiamiento político, “si bien en términos, modalidades y grados de intensidad” diferenciados. Afirmó también que es un campo en el que las instituciones electorales no deben ser abandonadas en la lucha por la integridad electoral.
La cuarta tendencia se refiere a la sofisticación del ámbito contencioso o la calificación electoral; es decir el arbitraje de los conflictos electorales y la declaración de validez de los resultados, que venturosamente han ido transitando de tribunales politizados hacia entidades puramente judiciales.
En la fase conclusiva de la Cumbre, celebrada en la Ciudad de México del 20 al 22 de septiembre, moderé las mesas de hallazgos de los foros regionales de África y de la Región Árabe. Entre ellos debo resaltar los siguientes: avanzar en la defensa y promoción de la integridad electoral, combatir las noticias falsas con templanza informativa, defender las autonomías de las instituciones rectoras del proceso electoral, ampliar la inclusión mediante acciones afirmativas y detener la violencia política, sobre toda aquella dirigida contra los jóvenes y las mujeres.
Muchas lecciones, muchos aprendizajes. Como autoridades electorales, debemos redoblar esfuerzos para que la ciudadanía y sus derechos políticos y electorales, los tradicionales y los de nueva generación, sean plenamente garantizados para revertir el desencanto social, al menos el que se aprecia sobre los comicios.
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