Intervención de Martín Faz, en la primera mesa de Diálogo: El ejercicio de la ciudadanía y el derecho al voto

Escrito por: INE
Tema: ciudadanía

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), MARTÍN FERNANDO FAZ MORA, EN LA PRIMERA MESA DE DIÁLOGO: “EL EJERCICIO DE LA CIUDADANÍA Y EL DERECHO AL VOTO”

Muchas gracias, Gloria.

Bueno, como ya les dije, es un gusto estar aquí con ustedes y espero que las reflexiones que podamos verter aquí, pues sean de provecho para este Concurso Nacional de Ensayo Evidencial.

Y, espero que este espacio de expresión, de apropiación, de reflexión y de diálogo pues pueda ir nutriendo para este concurso, pero no solamente para el concurso, sino también, para todos quienes están, todos y todas que están participando y, por ello, también a nombre del Instituto Nacional Electoral les agradezco su participación activa y su presencia aquí en esta mesa.

Y también le agradezco a todos y todas, quienes están involucrados en este Concurso Nacional por juventudes incluyentes y ciudadanas, a la Organización Fuerza Ciudadana, al Instituto Mexicano de la Juventud, la Comisión Estatal Electoral de Nuevo León, así como al Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana del Estado de Chiapas.

Estoy seguro que este tipo de colaboraciones tienen un impacto directo en la consolidación de la cultura democrática, además de que es un honor poder participar en esta mesa junto a Humberto Musacchio, reconocido periodista a quien desde hace mucho he podido seguir y a quien agradezco también que compartamos este espacio.

La idea de esta mesa es abrir principalmente un espacio de diálogo con ustedes, por lo que me concentraré en dar una introducción muy breve al tema, que sirva como detonante también para la discusión.

Recientemente participé en una mesa sobre juventudes en desventaja y ciudadanía en las elecciones del 2021, cuya discusión se concentró en torno a la participación de las y los jóvenes y cómo ésta resulta vital para el fortalecimiento de la democracia; en dicha mesa defendí la idea que sigo manteniendo respecto a que los bajos índices de participación en los procesos electorales del grupo etario entre 18 y 34 años, es decir, el sector compuesto por personas jóvenes, pues hasta los 29 años estrictamente hablando el término, el concepto de juventud, no es un reflejo o signifique por sí mismo un desinterés de este grupo en la política y en la vida pública en general y quizá cuando entremos de lleno a la reflexión en torno a la criminalización de las juventudes podamos entender algunas de las variables que llevan a este grupo a tener reticencias en torno a la participación política a través del ejercicio del voto.

Permítanme señalar, primero, algunos elementos de contexto sobre la participación electoral de las juventudes en la elección del 2018 que es el último ejercicio en el que se cuenta con un análisis pormenorizado de participación ciudadana; el análisis de la elección del 2021 se encuentra apenas en un proceso de elaboración.

No hay duda de que es un fenómeno preocupante el hecho de que cuando analizamos al grupo etario de 18 a 34 años hay, efectivamente, desproporción en la participación, por lo menos electoral, desde luego ahorita me centraré en ello.

Es paradójico porque mientras los jóvenes de 18, es decir aquéllos que tienen por primera vez la posibilidad de emitir su voto en una elección son un sector con una participación ligeramente por encima de la media, ese interés cae drásticamente entre los 19 y los 34 años, siendo el pico más bajo el grupo de 20 a 29 años, sólo por debajo de la participación de los adultos mayores de más de 85 años.

Por poner un ejemplo, en el 2018 la participación a nivel nacional fue de 63.4 para la elección de la Presidencia, mientras que el porcentaje de participación en los jóvenes de 18 años que emitieron su voto fue de 64.7, ES un poco superior a la nacional, a la media nacional, el del grupo de entre 20 y 29 años fue de 52.8 por ciento, es decir, más de 10 puntos porcentuales por debajo de la media. 

Lo anterior resulta más relevante cuando se considera que el grupo entre 19 y 34 años concentra el 33 por ciento de la lista nominal, equivalente en ese momento a 29.7 millones del electorado, de los cuales votaron poco más de 16 millones.

Como les decía, si bien aún no tenemos los datos de participación de 2021, sin embargo, la curva de participación por grupo etario no ha variado desde el 2003 por lo que no tenemos muchas razones para asumir que esto haya variado demasiado en la pasada elección del 2021, ya tendremos los datos, pero creo que hay bastante consistencia al respecto, es decir, los jóvenes de 18 años participan con un nivel muy parecido a la media, incluso un poquito superior, sin embargo, de los 19 años en adelante el porcentaje baja siendo incluso uno de los grupos etarios con menor participación en los procesos electorales.

Sin lugar a dudas es preocupante que las y los jóvenes no participen activamente en los procesos electorales, pero eso quiere decir que hay un desinterés de este grupo en la política y en la vida pública en general, me parece que no, yo no acompañaría esta premisa y voy a poner dos ejemplos muy gráficos en distintos ámbitos que creo que lo demuestran.

En 2017 pudimos ver mareas de jóvenes, precisamente de estas edades, salir a las calles, organizarse, solidarizarse unos con otros tras el sismo del 19 de septiembre, las brigadas juveniles que se formaron de manera espontánea o a través de las universidades mostraron, además fue un hecho notorio, público cómo estas brigadas de jóvenes aportaron muchos elementos para enfrentar en un primer momento y en el mediano plazo la problemática yendo obligadas incluso al interior del país, Morelos, Oaxaca, en lugares que también se vieron muy afectados por el sismo, no solamente en la Ciudad de México.

Otro ejemplo más incluso de naturaleza electoral es que en el recién concluido proceso electoral del 2021 contamos con 19 mil 339 observadores y observadoras electorales y los grupos de 21 25 años y de 26 a 30 años fueron los que más observadores registraron. Si sumamos a los menores de 20 años casi el 40 por ciento de las y los observadores correspondieron adultos jóvenes.

Entonces no es que este sector no se interese por la vida pública, sino que, creo que hay algo detrás que está impidiendo que se interés se transforme en participación en las urnas que es una forma de participación ciudadana, no es la única forma de participación ciudadana, pero bueno, es una forma de participación fundamental que al final de cuentas es a través de los procesos electorales que se conforman los poderes públicos que influyen en la vida, en la cotidianidad, en la resolución de muchas de las problemáticas o en la conformación de las políticas públicas incluyéndose, desde luego, las políticas públicas que tienen que ver con temas de juventudes sea que las haya o que no las haya, ese sería otro tipo de análisis.

Una hipótesis puede ser que tanto el Instituto Nacional Electoral, las autoridades electorales en su conjunto no estemos generando las campañas de difusión y los programas de fomento a la participación ciudadana adecuados para conectar con las juventudes del país.

Es una hipótesis parcialmente aceptable, pero que también puede ser refutable porque existen muchos estudios que demuestran que las campañas de promoción pueden no estar ligadas a la decisión final de un ciudadano de salir a emitir su sufragio el día de la Jornada Electoral.

Y sin abandonar la obligación que tenemos como órgano electoral de fomentar esa participación, creo también que es un momento oportuno para revisar otras razones por las que estamos presenciando estos bajos niveles de participación política, digamos, institucional, en los procesos electorales. ¿Sí?

En primera instancia tendríamos que reflexionar, y sobre esto espero que pueda darnos luz en este diálogo, si en verdad los actores políticos, dígase candidatos, partidos políticos, órganos electorales, tribunales, servidores públicos, estamos generando incentivos para que las juventudes salgan a participar electoralmente hablando.

No será que el desencanto, que sin duda existe, no desinterés, son dos asuntos distintos, de participar en los procesos electorales deviene de un mal ejemplo de quienes nos dedicamos a la vida pública, o bien de la ausencia en las plataformas electorales, o en las políticas públicas, la ausencia de elementos que anclen a las juventudes y al interés de las juventudes por participar.

Desde luego, que también está el tema de la desconfianza, la desconfianza institucional es fuerte, no solamente hacia los partidos políticos, también hacia las instituciones electorales en distintos niveles, pero existe esta desconfianza.

Creo que también es un elemento que hay que ligarlo, pero también, y hasta aquí dejaría mi participación, hay que ligarlo también a este tema de las violencias estructurales, la discriminación y la criminalización en torno a las juventudes.

Esta estigmatización de la que todavía las juventudes son objeto hoy día, que también generan desincentivos para la participación política en su conjunto.

De hecho, de acuerdo a las encuestas nacionales de discriminación la edad es un factor de discriminación hacia los jóvenes. Creo que eso lo muestran las encuestas, tanto en 2010 como del 2017.

Como ven se trata de un fenómeno mucho más complejo y con arraigo en las estructuras profundas demuestra sociedad que tendremos que seguir analizando, pero yo lo dejaría aquí como un escenario de inicio y, de entrada.

Este contraste entre la participación institucionalizada, pero sosteniendo que no es que haya un desinterés en lo público, sino que quizás los mecanismos institucionales como las elecciones no están siendo capaces de convocar suficientemente a las juventudes.

Sería por ahora, Gloria, agradeciéndoles.

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