VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DE LA CONSEJERA DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), CLAUDIA ZAVALA PÉREZ, EN EL PANEL: LA ACTIVACIÓN DE MECANISMOS DE DEMOCRACIA DIRECTA: LOS DISEÑOS Y LA IMPLEMENTACIÓN, EN EL MARCO DE LA XXXII CONGRESO INTERNACIONAL DE ESTUDIOS ELECTORALES: COALICIONES ELECTORALES EN AMÉRICA LATINA
Muchísimas Francisco.
Muy buenas tardes a todas, a todos.
David, un gusto tenerte virtualmente en México aquí compartiendo la mesa, gracias.
Rosa Ynés, qué gusto.
De verdad, después de escuchar las interesantes participaciones que ustedes han tenido como verdaderos expertos en la materia pues yo me encuentro en, quiero decirles que me encuentro en una situación bastante comprometida porque finalmente soy de las autoridades que trabajamos en temas de la mano también con los expertos y, a partir de los estándares de calidad que la propia institución tiene para llevar a cabo procesos en ambos modelos de democracia.
Entonces, yo tengo una situación muy difícil, pero muy enriquecedora con ustedes, porque escucharlos nos colma de conocimientos y quizá en mi participación yo la tengo que hacer breve porque ustedes nos han puesto un conocimiento científico, un análisis de datos, por ejemplo, en la intervención de Rosa Ynés ya analiza y yo creo que eso es muy relevante los datos de nuestro primer ejercicio.
Y David, nos pone un lenguaje común, que yo creo David, que es muy útil para saber y comprendernos también en el lenguaje con las propias diferencias, si la revocación del mandato puede ser o no, si el presupuesto participativo con sus características, pero la verdad es que nos da el lenguaje común.
Y yo, en esta situación lo que, pues más que una aportación lo que yo quiero generar quizá es problematizar un poco más sobre la materia desde cómo la estamos viviendo de este enfoque ciudadano y de esta parte también de autoridad que nos corresponde, aprovechando, por supuesto, la presencia de nuestra experta y nuestro experto en nuestra mesa. Y, sobre todo, pues de la audiencia que nos está siguiendo, porque, sin duda, en este tipo de congresos hay muchísimas personas que nos siguen que tienen dedicada una vida al análisis de este tipo de procesos.
En la problematización me voy a centrar, desde luego, en el tema, pues de la activación de los mecanismos de democracia directa.
Voy a comenzar diciendo que, a pesar de que el debate sobre la calidad del mandato y de la democracia misma depende en buena medida de si se habla de democracias representativas o de ejercicios de democracia directa, ese es un debate ya de muy larga data, no es del momento, no es de ahorita, sino que tenemos ya bastante tiempo discutiéndolo.
Digamos, incluso, que hasta recurrente en nuestra propia historia de las ideas y de las instituciones políticas.
Yo percibo que en los últimos años esta discusión no solamente ha vuelto con nuevos bríos a la arena de la discusión pública, sino que incluso ha entrado en una creciente tensión.
Desde mi punto de vista eso no debería ser así, porque es claro que la democracia contemporánea no puede prescindir de ambas fórmulas, ya que, como bien diría el maestro Bobbio, desde hace ya varios años, la calidad y el progreso de las democracias ya no necesariamente se mide por la fórmula de cada cabeza un voto, sino, a partir de las distintas sedes en las que las personas pueden tomar las decisiones colectivas.
Pues ya sea en la escuela, en las empresas, en las comunidades, en los propios colectivos o asociaciones. En aras de alcanzar una mejor convivencia y de buscar un mayor bienestar.
Desde esta óptica, la democracia representativa y la democracia directa son modelos absolutamente complementarios, no se oponen, son distintos, sí, pero no son opuestos.
La democracia representativa exige una correspondencia, un vínculo necesario del mandante con el mandatario, del representante con el representado; mientras que la democracia directa lo que busca es el empoderamiento de las y los ciudadanos, de su articulación, de su poder de incidir en la toma de decisiones en el espacio público y en la exigencia de cuentas.
Entonces, desde mi punto de vista me pregunto, y dónde está la cuestión. El problema, creo yo, radica en el alejamiento de los partidos políticos y de los representantes populares respecto de sus votantes y en general de la ciudadanía en su conjunto y ello ha provocado una fuerte y progresiva crisis de la representación que, por cierto, tampoco es un tema novedoso, otra vez, este es un tema añejo y yo diría, incluso, hasta universal, lo que consecuentemente he generado un severo cuestionamiento sobre el desempeño o la efectividad de la democracia representativa.
En la otra cara de la moneda tenemos ejemplos de mecanismos de participación ciudadana o de democracia directa que desafortunadamente han sido utilizados para asegurar los intereses de los gobiernos o de la clase política dominante y no para articular la opinión, las iniciativas, las decisiones y los ejercicios de rendición de cuentas desde la sociedad civil.
Por supuesto que este problema lo advierto en nuestra sociedad, en nuestro contexto a partir de una reactivación que podría decir yo, hace aproximadamente unos 15 años se empezó a generar en la sociedad mexicana con la reactivación de estos esquemas de participación, de estos mecanismos de participación para diferentes entidades federativas, parece que ahí empezó este a surgir el tema y con esa diversidad de visiones es como se ha empezado a utilizar para asegurar estos intereses de los gobiernos.
Creo que este es uno de los problemas, porque como ya lo dije, no se busca articular la opinión, las iniciativas, las decisiones y los ejercicios de rendición de cuentas que implica el empoderamiento de la ciudadanía y yo creo que con esto lo que pasa es que se está corrompiendo el espíritu general de la democracia.
Para aterrizar en el tema que nos convoca, el de la activación de los mecanismos de democracia directa, quiero decir que éstos se concretan precisamente en un asunto de tiempos, ya Rosa Ynés nos decía y veíamos también con David, son tiempos, son los porcentajes o niveles de exigencia para las firmas o para poder activar los mecanismos, los sujetos legitimados por supuesto, pero, sobre todo, también tiene que ver con esas cifras para que estos tipos de ejercicios sean vinculantes.
Y eso que pareciera un tema más técnico, estas exigencias o de procedimiento de carácter político, en realidad creo que es todo lo contrario.
El problema es que las reglas para encauzar la lucha por el poder y en este caso las reglas que norman los mecanismos de democracia directa y de participación ciudadana son hechos, son elaboradas por, digamos, la misma clase política y en ellas generalmente no encontramos una lógica ciudadana.
De ahí que de pronto encontremos activaciones de mecanismos de democracia directa con requisitos o con porcentajes casi imposibles de cumplir o porcentajes de vinculación que pueden hacer, por ejemplo, que, al titular del Poder Ejecutivo, en el caso de entender la Revocación de Mandato como un tipo de este mecanismo, le sea retirada la confianza con la que fue legítimamente electo o que las iniciativas ciudadanas terminen estrellándose en un tipo de burocracia legislativa o ejecutiva.
Creo que éstos son, es uno de los problemas centrales. Como partidaria de la democracia, comparto total y absolutamente la existencia y la multiplicación de los mecanismos de participación ciudadana.
Ya decía David y concuerdo con él que corresponde como una válvula que tenemos y que está en la sociedad para canalizar muchos de los reclamos de la ciudadanía. Sobre todo, comparto aquellos que activan a la sociedad de abajo hacia arriba que son, desde mi punto de vista, los que tienden a equilibrar el poder político, aunque siempre es bueno que desde el poder se puedan impulsar mecanismos para escoger entre otras opciones, para evitar conflictos, para consensar y llevar a cabo determinadas políticas públicas para emprender acciones colaborativas, entre otros temas, siempre y cuando se hagan conforme con las reglas claras previamente acordadas y con un importante flujo de información.
Pero lo más importante desde mi punto de vista es incorporar lo que quieren, lo que ven, lo que necesita la ciudadanía a la hora de pensar y de construir esas reglas sobre lo que puede decirse la materia que va a constituir parte y que va a ser parte de la opinión, lo que no puede decirse, del imperativo respeto y garantía del orden constitucional y de los derechos humanos y, desde luego, en lo que hacen a los mecanismos facilitadores de la participación ciudadana y de la toma de decisiones colectivas.
Concreto la idea y con esto voy cerrando mi participación.
El punto central de los ejercicios de participación ciudadana no tiene que ver, según yo, con la instrumentación de los mecanismos, pues la mayoría de los gobiernos federales o locales tienen y han tenido capacidad institucional para realizarlos con altos estándares de calidad.
El punto central es un tema de la política, de la forma en la que se construyen las reglas para llevar a cabo estos mecanismos de pluralidad de actores, políticos y de la sociedad civil, convocados para su análisis, diseño y propuestas de contenido, pero, sobre todo, de las facilidades que se le otorguen a las y los ciudadanos para poder ejercer efectivamente su derecho-poder a decidir sobre distintos ámbitos de la vida pública.
De la apropiación del espacio ciudadano que le pertenece, evitando en todo momento controles políticos o simulaciones que terminan por acercar la democracia a su forma viciada, esto es a la demagogia.
La participación ciudadana no es una prebenda política, es un poder y un derecho.
Las y los ciudadanos debemos garantizar que ese derecho no nos sea invadido, que no se distorsione, porque ese derecho nos ha costado mucho trabajo conquistar.
Sin duda, hay sociedades referentes de este tipo de participación ciudadana, de ellos tenemos mucho que aprender, pero hoy por hoy, en México, en las condiciones que tenemos, creo que lo principal y lo más relevante es que, a partir de esos análisis de datos que tenemos, de los ejercicios que hemos realizados tanto a nivel local, como a nivel federal, las y los ciudadanos, exijamos, y nos apropiemos de lo que es nuestro; que no permitamos que los intereses políticos, puedan invadir el espacio que nos corresponde al momento de ser reconocidos estos derechos.
Y digo, con este énfasis reconocido, porque naturalmente el espacio nos pertenece a los ciudadanos y a las ciudadanas.
Como autoridades encargadas de llevar a cabo estos ejercicios, sin dudad tenemos los estándares de calidad para garantizar las condiciones de participación en igualdad de condiciones, con un sufragio libre, efectivo, secreto –diré- pero, creo que es necesario que volteemos a ver esas reglas; esas reglas para nosotros garantizar el propio poder de la ciudadanía, el poder de decisión en este ámbito que los mecanismos de democracia directa nos otorgan y vamos a seguir consolidando como ciudadanas y como ciudadanos, estos derechos, que sin duda, son de primarios, son principales para seguir construyendo nuestra sociedad.
Muchísimas gracias por su atención.
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