Intervención de Lorenzo Córdova, en la conferencia: La participación de la juventudes en la democracia, su importancia, trascendencia y retos

Escrito por: INE
Tema: Conferencia

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, EN LA CONFERENCIA INAUGURAL: “LA PARTICIPACIÓN DE LAS JUVENTUDES EN LA DEMOCRACIA, SU IMPORTANCIA, TRASCENDENCIA Y RETOS”, EN EL MARCO DE LA SEXTA SEMANA DE LA DEMOCRACIA

Muchas gracias, es un verdadero placer estar con ustedes.

Como ya decía Maday, por sexta ocasión, en algo que se ha vuelto una práctica venturosamente reiterada que, aunque ahora en esta modalidad virtual, que nos impide, después de las sesiones, de esta sesión matutina irnos a comer a algún buen restaurante de los que abundan en el municipio del Centro, o quizás incluso afuerita, pero esos, Maday, nos los guardas, nos los debes y créeme que anotamos para poder en su momento hacer efectivo, digamos, lo que hoy lamentablemente la pandemia nos impide.

No voy a mencionarlos a todas y todos, se nos acaba el tiempo, así que los saludo, valga esto, las saludo a todas y todos, con mucho afecto.

Me han pedido, pues evidentemente que haga alguna serie de reflexiones respecto de este tema que es el eje temático de esta sexta semana y que, como ya decía el señor subsecretario, en representación del gobernador, ha sido una de las novedades que, como acción afirmativa se introdujeron para el proceso electoral recién concluido, bueno, recién realizado desde el Instituto Electoral de Participación Ciudadana del Estado de Tabasco, es decir, el tema de las juventudes.

Yo quisiera hacer una reflexión de contexto, respecto de las complejidades para poder circunscribir cómo finalmente, la que ha sido la elección más grande, pero, también, la más compleja de la historia, la participación ciudadana de las juventudes ha tenido un impacto fundamental y, cómo finalmente, pues digámoslo así, parte de la reflexión que tendremos que seguir para ir construyendo una democracia más incluyente y, por lo tanto, más igualitaria, para por multiplicar los espacios de participación de nuestros jóvenes, no solamente de quienes son ya ciudadanos, sino también, eventualmente, de quienes son, digamos ciudadanos en potencia o están en el umbral de adquirir la propia ciudadanía.

Y creo que esta sexta semana de la democracia, dedicada a este tema es un fantástico prolegómeno para, pues digamos, un ejercicio que tiene, que está profundamente consolidado y arraigado a nivel nacional a cargo del IFE y del INE desde 1997 y que, con discusiones que tiene que ver con, sí la participación ciudadana, pero bueno, discusiones en ocasiones altisonantes y estridentes a propósito del ejercicio, el potencial del posible ejercicio de revocación de mandato a nivel federal, pues corre el riego de opacar, así que desde ahora lo digo, terminaré con ello y empiezo con ello.

El mes de noviembre vamos a llevar a cabo probablemente el ejercicio más ambicioso de la Consulta Infantil y Juvenil que haya realizado la autoridad electoral nacional federal antes, en los últimos 25 años. Y que, si bien está dirigido a ciudadanos en potencia, es decir, a nuestras niñas y niños y adolescentes, pues en un contexto en el que se reflexiona como lo hacemos en esta semana sobre la juventud y su participación en democracia, pues resulta fundamental poner sobre la mesa.

Yo he preparado una presentación, pero estoy inhabilitado, entonces no sé si Lucila me autoriza a poder compartir, ¿todavía no? 

Bueno, si no aquí insisto, si no, me arranco. ¿Lucila, no sé si me puedan permitir? Ahí está ya, perfecto. Mil gracias. Gracias.

Espero se vea bien la presentación, la pantalla. 

Bueno, quiero comenzar en esta charla, digamos, una primera parte, hacer una reflexión, me parece que el balance sobre las elecciones es importante que comencemos a hacerlo en el plano federal, el lunes pasado pensamos que había terminado el proceso.

Bueno, todavía hoy tenemos como mencionaba hace unos momentos en los saludos preliminares a quienes estamos presentes virtualmente, pues que estamos en las próximas horas a punto de acatar las últimas resoluciones en el plano federal por parte del Tribunal Electoral para que pasado mañana pueda instalarse, en pleno régimen y comenzar sus trabajos, la Sexagésima Quinta Legislatura a nivel federal.

Creo pues que es un momento de balance, por un lado, respecto de las elecciones, pero también para poder como un marco de contexto para poder reflexionar sobre la participación de los jóvenes y las jóvenes en nuestros procesos electorales en democracia, a reserva de que todavía hay muchos elementos que tendrán que ser objeto de estudio de las últimas elecciones para poder tener un balance completo.

Lo primero que quisiera reflexionar con ustedes es el tipo de elección y el contexto en el que tuvimos que llevarla a cabo. Parto desde todavía una reflexión todavía más amplia.

Las democracias no están gozando un buen momento y me parece que, para definir cuáles son las mejores políticas, las líneas de acción para promover la participación de las y los ciudadanos más jóvenes en nuestros procesos democráticos, tenemos que partir de asumir cuáles son los grandes desafíos que hoy tenemos y que en buena medida están provocando el alejamiento de amplios sectores, grandes franjas de la ciudadanía de la población respecto de los procesos de participación democrática.

Las democracias no están viviendo un buen momento en ningún lado del mundo. Y esto es producto de, por un lado, de una dilagante desafección con la democracia como forma de gobierno, pero también, provocada por la falta de resultados que los sistemas democráticamente electos han dado respecto de la solución de los grandes problemas de nuestro tiempo.

Para decirlo en tono mexicano, hace cien años, un poco más de cien años, emprendimos un profundo movimiento social que implicó una serie de importantísimas rupturas en nuestra evolución histórica, la Revolución mexicana que se hizo con una gran promesa y un gran anhelo, el anhelo de la justicia social.

Bueno, hoy si podemos decirlo hay que decirlo con mucha franqueza, más allá de las distintas políticas públicas que se han instrumentado, la de la justicia social sigue siendo todavía lamentablemente una promesa incumplida después de 100 años.

La desigualdad oceánica que caracteriza nuestras sociedades, y la mexicana no es una excepción, la pobreza que lamentablemente aumenta por los distintos contextos de crisis sanitaria y de crisis económica, los procesos de desinstitucionalización que han colocado a los dos pilares más importantes de todo sistema democrático que son los partidos políticos y los parlamentos en una situación de desafección y de crisis de credibilidad.

La potencialidad que tiene en términos disruptivos la desinformación, las noticias falsas, producto de nuevos ecosistemas, sobre todos los digitales, digamos de comunicación y la polarización política aderezada con los altos dejos de intolerancia que caracterizan el debate público, constituyen un contexto de muchísima complejidad y de que, en buena medida puede provocar la repelencia respecto de la participación política de amplios sectores sociales, incluyendo a nuestra juventud, sobre todo porque ellos no han sido, no han vivido de primera mano el complejo y trabajoso proceso de cambio político que operó en nuestro país en las últimas tres décadas o incluso cuatro, dependiendo a donde se quiera empezar a medir.

Es decir, los trabajos, la gran apuesta histórica por la transición no es algo que los jóvenes, nuestras jóvenes, nuestros jóvenes hayan vivido de primera mano, ellos son hijos de la transición y en ese sentido, recapitular con ellos lo que nos ha costado construir nuestro todavía precario, insuficiente y lleno de pendientes, pero en todo caso, importante tránsito democrático, pues es una de las primeras cuestiones que tenemos que enfrentar.

Por qué, porque a ver, digámoslo así, vivido lo que nos costó llegar hasta donde estamos es la mejor manera de no desmontarlo o en todo caso de defenderlo frente a las naturales pulsiones autoritarias que ocurren, que pululan en el mundo y sobre todo la insatisfacción que ya mencionaba, producto de la no solución de los grandes problemas de pobreza, de desigualdad, de corrupción, de impunidad, de inseguridad y de violencia que lamentablemente nos siguen aquejando como sociedad y que impactan todos los ámbitos de la convivencia social, incluyendo también el que nos ocupa directamente, es decir, el de la organización de las elecciones.

Es decir, se trata de un ecosistema poco propicio para generar las mejores condiciones de integridad de los procesos democráticos y particularmente de los procesos electorales.

A todo esto, además, hay que agregar el contexto de pandemia que ha representado desafíos adicionales para la organización de las elecciones, tanto por lo que hace la dimensión sanitaria, hacer elecciones significa realizar muchas de las actividades que son desaconsejadas empezando por el distanciamiento social para poder enfrentar una situación de pandemia, o bien los actos de proselitismo político que implican reuniones multitudinarias, o bien la dimensión económica, es decir, la dimensión de crisis económica que la pandemia trajo consigo y que ha implicado en la recuperación, en algunos casos, consistente, pero en otros casos, en algunos países lenta, tímida y que agrava todos los contextos, insisto, de inconformidad, de desigualdad y de pobreza que constituyen un déficit y, por lo tanto, un gran desafío para la democracia.

Solamente hago notar como los distintos índices o mediciones de desarrollo democrático, si bien plantean que la democracia es cada vez más aceptada como una forma, digámoslo así, una forma pertinente para resolver nuestros problemas y para disputar el acceso al poder político y para definir las políticas públicas, pues también es cierto que hay muchos que, y esta es una cifra que se incrementa peligrosamente, que paradójicamente estarían dispuesto a aceptar una forma de gobierno autoritaria, si eso le resolviera los problemas más ingentes y las necesidades más inmediatas.

Además, la pandemia trajo consigo una serie, digámoslo así, de desafíos políticos, por un lado todas las medidas de restricción sanitaria que se han tenido que tomar inevitablemente en algunos casos han provocado que medidas de emergencia se conviertan en una manera, digamos de ejercicio autoritario del poder.

Casos están ahí y son preocupantes, Polonia, Hungría, Turquía, como, digámoslo así, espacios o contextos en los cuales la propia pandemia fue utilizada para incrementar el ejercicio autoritario del poder político.

O, por ejemplo cómo la polarización y la intolerancia a la que ya había hecho referencia, pues acaban generando, digámoslo así, desafíos inéditos para los sistemas democráticos. O en todo caso, inéditos en tiempos recientes.

La polarización y la intolerancia, si miramos atrás en la historia nos permite conocer e identificar casos en los que la democracia se nos agota precisamente porque la lógica de bueno o malo, amigo-enemigo es la que acaba prevaleciendo en el discurso público.

Y todo esto trae como consecuencia una dimensión social, de inconformidades que, digámoslo así, ponen en tensión a las democracias, porque las democracias no significan ausencia de conflictos o ausencia de diferencias, sino el procesamiento de dichos conflictos y dichas diferencias por causes institucionales.

Y los causes institucionales, justamente, por esa insatisfacción social, se ponen en tensión y corren el riesgo, digámoslo así, de que las rutas democráticas no logren contener esa insatisfacción.

En ese contexto, organizamos las elecciones, y digo organizamos porque aquí está prácticamente la familia electoral del país en lleno, tanto por lo que hace a autoridades electorales, como autoridades jurisdiccionales electorales y hasta autoridades ministeriales en materia electoral.

Bueno, con ese contexto fuimos a organizar la elección más grande de la historia.

Las cifras generales, aunque esto se podría detallar, perdónenme, a nivel nacional evidencian con claridad por qué dijimos que esta era la elección más grande de la historia.

Por un lado tuvimos una concurrencia de elecciones inédita, las 32 entidades federativas renovaron al menos a un cargo público, fuimos a una elección con el Listado Nominal más grande de nuestra historia, más de 93 millones de mexicanas y mexicanos pudimos ejercer nuestro derecho al voto, por un lado, pero, por otro lado, también el número de cargos en disputa, más de 20 mil, casi 20 mil 500 cargos hicieron también que esta, también, por lo que hace a la disputa política, fuera la elección más grande de la historia.

La renovación de la Cámara de Diputados, de 15 gubernaturas, de congresos locales en 30 entidades federativas y de los ayuntamientos de 30 entidades también, pues nos hicieron que esta elección fuera también, desde el punto de vista de la disputa por el poder político la más grande de la historia.

Ese contexto adverso, afortunadamente, como ya lo hemos mencionado y creo que vale la pena señalarlo y recapitularlo, gracias a una serie de políticas que desplegamos el INE y los OPL nos permitieron superar, digámoslo así, la adversidad que la pandemia implicaba, el ejercicio de los derechos políticos no se contrapuso al ejercicio al derecho a la salud gracias a una serie de, digamos, de asimilación de buenas prácticas que el contexto internacional en el último año fue arrojando.

Aquí hay muchas consejeras, consejeros presidentas y presidentes de OPL recordarán, digámoslo, las distintas reuniones de intercambio de información que organizamos con organismo electorales de otros lados del mundo que habían ido a elecciones ya en el contexto de la pandemia de Covid-19 como una manera de retroalimentarnos de esas buenas prácticas y de esas experiencias. 

Las elecciones en Coahuila y en Hidalgo del año pasado nos sirvieron como banco de pruebas para poder afinar los diversos protocolos sanitarios y, finalmente, los mismos protocolos sanitarios que instrumentamos para todas las actividades electorales desde la que tiene que ver con las actividades registrales, actualizar nuestros datos, socializar las credenciales ante los módulos del INE, como todos las recomendaciones que todos los OPL hicieron para las actividades de campaña o los protocolos sanitarios que operaron el día de la elección, nos permitieron enfrentar exitosamente este desafío.

Aquí me gustaría y perdón porque quiero aprovechar Maday si tú me permites, para poder hacer un corte de caja y poder uniformar lo que ya sabemos, es decir, que la elección no tuvo un impacto gracias a las medidas que tomamos en la evaluación de la pandemia.

Lamentablemente hoy nos encontramos en una grave tercera oleada de la pandemia. Esta oleada comenzó antes de las elecciones, pero como pueden ver en esta gráfica, la línea punteada que refiere la Jornada Electoral y que ocurrió tres semanas después, estas gráficas marcan la línea de contagios, las cifras de contagios que generan los sistemas de salud pública semana a semana, si bien las elecciones se realizaron después de que había ya comenzado la inversión de ruta que comenzó el incremento en los contagios que comenzó el domingo 16 de mayo, también podemos ver que las tres semanas posteriores la tendencia ascendente no se alteró de manera adicional por la realización de las elecciones.

Sí veníamos con un incremento en los contagios, pero eso venía ocurriendo hubiera habido o no elecciones. El dato importante es que la Jornada Electoral, gracias a las medidas sanitarias que se tomaron, no implicaron un repunte dramático o una alteración de la curva de contagios.

Hoy estamos ante una tercera oleada, ojalá y ésta baje en el futuro, pero creo que el trabajo que hicimos como autoridades electorales para preservar el derecho a la salud, sin menoscabo de los derechos político-electorales en el día de la Jornada Electoral del 6 de junio pasado, entonces fue exitosa.

También fue exitosa en términos, apear de ese contexto, en términos de la participación ciudadana.

Si bien esto valía la pena desagregarlo estado por estado, entidad por entidad, a nivel nacional lo que ya sabemos es que la elección del 6 de junio pasado fue la elección con mayor porcentaje de participación ciudadana en las elecciones intermedias que se llevaron a cabo en este ciclo, lo cual habla de que pues, digámoslo así, hay un compromiso democrático, ahora vamos a ver cómo esto impactó justo con los jóvenes, cómo los jóvenes impactaron este aumento de cifras, pero el dato relevante es que hay un involucramiento mayor que en otros procesos electorales intermedios de la ciudadanía en la recreación de las elecciones.

Y esto, a pesar de los contextos de pandemia, ¿Cuándo había crecido? ¿A dónde había llegado la participación si no hubiera estado la pandemia de COVID-19? Nadie puede saberlo y sería especular, pero el dato relevante es que, no obstante, la pandemia, se generaron las condiciones para que la participación ciudadana se incrementara en esta elección.

Otro de los datos que vale la pena enfatizar es, al término de los resultados, que también ésta fue la elección más incluyente. Aquí habría, Maday, que incorporar los datos que a nivel subnacional, a nivel estatal, como los que ocurrieron en Tabasco y que ya nos mencionaba el licenciado De la Fuente, como incorporaron, de las distintas lógicas de inclusión, producto de medidas afirmativas la participación de los jóvenes, pero si uno tiende a nivel nacional las medidas que en el plano federal estuvieron presentes, insisto, creo que es responsabilidad de cada uno de los OPL ir nutriendo un sistema nacional de información electoral con las distintas medidas afirmativas, muchas similares, que se instrumentarán en el plano también local respecto del nacional, es como finalmente hoy podemos decir que tenemos un ámbito de representación mucho más incluyente del que tuvimos en el pasado.

Esto a pesar de que algunos paradójicamente, también algunos indicadores como el de la violencia política contra las mujeres, se incrementó producto de una triste paradoja, de la mayor participación que ellas hoy tienen en el ámbito político electoral.

Pero bueno, tenemos una paridad producto de las decisiones que hoy tenemos, por cierto, que acatar del Tribunal Electoral, perfecta en el plano del Congreso Federal. Operamos exitosamente en el plano federal, todos ustedes lo habían hecho en el plano local, pero exitosamente la dimensión de la reelección.

Por cierto, hablando de elecciones legislativas todavía no hay ley de reelección a nivel nacional, yo sé que hay otras agendas, pero luego nos tachan a los órganos electorales de que estamos suplantando a legislativo. No, no estamos suplantando a nadie lo que pasa es que, ante los retrasos u omisiones legislativas, hay una serie de dimensiones normativas que tienen que ponerse sobre la mesa, pero nada más valga como recordatorio porque, bueno, lo de la relación también lleva un rato de retraso.

En términos de acciones afirmativas ahí están, 65 diputaciones representan la diversidad sexual, étnica, en fin, en términos de la discapacidad e incluso de la migración de nuestro país.

Ahora déjenme, perdóname, déjenme ya centrar, aterrizar en el plano de la juventud, ese es el contexto. Ésta es la elección que hicimos y éstos son los desafíos que logramos superar.

A nivel nacional no tuvimos una acción afirmativa equivalente a la que algunas entidades tomaron para la participación de jóvenes y, sin embargo, hay, digámoslo así, a pesar de la falta de acciones afirmativas, en este sentido tenemos a 18 representantes, son pocos si se compara la totalidad, esto habla de la agenda pendiente pero, me importaba comenzar por aquí, 18 mujeres y hombres de entre los 18 y 29 años integrarán la LXV Legislatura que ya se instaló y que comenzará sus funciones el próximo 1° de septiembre.

Son pocos y eso forma parte de una agenda pendiente que no formo parte de las acciones afirmativas que tomo el Instituto Nacional Electoral y que vale la pena discutir si, a partir de acciones afirmativas o bien de a partir de qué medidas conviene potenciar en el futuro, sobre todo porque si atendemos a lo que tiene que ver con la potencial participación en las elecciones, los jóvenes, digámoslo así, forman parte consistente del Listado Nominal es decir de los potenciales electores.

Si uno observa cómo fuimos a las urnas con el Listado Nominal, la composición, la integración etaria del Listado Nominal el pasado 6 de junio podemos encontrar que entre la última elección federal 2018 y la de 2021 hubo prácticamente 7 millones de nuevos registros que coincidieron con inscripciones de jóvenes que por primera vez se inscribieron al Listado Nominal y obtuvieron su credencial para votar con fotografía y por ende pudieron participar en procesos electorales.

En estos tres años, la gran mayoría de los jóvenes es un dato interesante, se inscribieron justamente a penas cumplieron la mayoría de edad.

Como ustedes pueden ver, prácticamente seis millones de estos casi siete millones de personas se inscribieron a penas cumplieron 18 años, razones pueden ser muchas, las campañas de difusión de las autoridades electorales o bien, el hecho de que la credencial para votar como mecanismo de identidad sigue siendo el principal estímulo para inscribirse a penas se pueda al Listado Nominal.

Como pueden ver, repito, aquí está dividido por hombres y por mujeres, pero la inscripción a los 18 años fue en este grupo etario, es decir, de los jóvenes que se volvieron ciudadanos entre 2018 y 2021 pues ocurrió justamente apenas cumplieron la mayoría de edad.

Es significativamente menos las y los jóvenes que cumplieron y que lo hicieron al cumplir 19 años y, mucho menor, todavía, con los que lo hicieron, inscripción, se inscribieron al Padrón y, consecuentemente, se incorporaron al Listado Nominal, cuando cumplieron 20 años.

Es decir, los jóvenes al momento de adquirir la ciudadanía rápidamente adquieren o se inscriben en el instrumento que les permite desplegar toda la potencialidad de participación política en los derechos de participación política consagrados, reconocidos en nuestra Constitución.

A reserva de que pues todavía hay que hacer análisis que todavía no están concluidos a propósito de la participación en las elecciones, aquí estamos hablando de la composición del Listado Nominal, es decir, de quienes pudieron participar. 

Todavía es muy pronto para poder medir el efecto en términos de la efectiva participación, acabamos de terminar las impugnaciones, las cifras acaban de consolidarse la semana pasada, es decir, el número legal de votantes, de votos efectivamente emitidos se está apenas consolidando en estos días y habrá que detonar en consecuencia todos los análisis de la efectiva participación.

Hoy ya podemos adelantar cosas que son muy interesantes respecto de quienes pudieron, como jóvenes, participar en las elecciones pasadas.

Y esto pues vale para, está agregado con el Listado Nominal a nivel nacional pero evidentemente esto podría y, vale la pena que sea desagregado, para análisis específicos a nivel subnacional en cada entidad federativa.

Los jóvenes de entre 18 y 29 años, que forman parte de este grupo etario y que digamos, visto el Padrón y el Listado Nominal en su conjunto ascendió el 30 por ciento del total; es decir, en este grupo de a penas 10-11 años está concentrada prácticamente o poco menos, pero casi la tercera parte del total de potenciales electores, lo cual habla, insisto, de la congruencia de estos datos con a pirámide poblacional que el INEGI en el Censo nos va reflejando cada 10 años.

Es decir, estamos hablando de 26.9 millones de chicas y chicos entre 18 y 29 años que integran el Padrón Electoral.

Y el comportamiento también por género en cada uno de, si segmentamos por edades de entre 18, 19, 20, 21 años, todos los que incorporan esta, que forman parte de este grupo etario en el Listado Nominal es coincidente con la integración con la composición por género de la población nacional; es decir, en todos los grupos etarios el número de mujeres es ligeramente mayor que el número de hombres.

Aquí la diferencia entre quienes tienen 18 años, luego 19 y 20 que como pueden ver prácticamente se estabiliza en los años superiores, tiene que ver con la lámina anterior, es decir, el momento de incorporación.

Como pueden ver aquí tenemos prácticamente 700 mil jóvenes, chicos y 700 mil jóvenes mujeres que se incorporaron por primera vez a los 18 años al Padrón Electoral. Cuando cumplen 19 años esta cifra aumenta y así sucesivamente. Es decir, este es el momento de incorporación, entre los 18 y los 20 años paulatina al ejercicio pleno de los derechos político-electorales.

Ahora bien, en términos de la participación de jóvenes, no sólo en las elecciones propiamente dichas, es decir, como electores, como potenciales electores y electoras, si no en la organización de las elecciones ocurra una cuestión muy interesante.

Nosotros hemos insistido mucho en que la participación ciudadana no solamente tiene que ver con inscribirse al Padrón Electoral, obtener la Credencial para Votar con Fotografía y, potencialmente, en consecuencia, tener las condiciones para ejercer todos los derechos políticos que la Constitución reconoce.

Obviamente también, y esta cifra todavía es preliminar para poder tenerlas como ya mencionaba, depende de la efectiva participación. Es más, en este año tuvimos dos ejercicios de participación ciudadana, las elecciones del 6 de junio, a nivel federal, y la Consulta Popular del 1° de agosto, que, si bien tuvo una participación menor, hay muchos factores que pueden explicar este hecho.

Se trató del primer ejercicio, la pregunta que hizo la Corte probablemente no era suficientemente comprensible o clara. El tema probablemente no fue del atractivo para una participación ciudadana mayor. Si uno compara los ejercicios de participación ciudadana directa, las consultas populares y plebiscitos, pues hay plebiscitos que son muy atractivos como, por ejemplo, el que llevó en 88 a los chilenos a definir si Pinochet el dictador seguía o no en el cargo.

O el que hace ya casi dos años, perdón, un año, llevó a los chilenos a definir en 2020 si querían o no una nueva Constitución o seguir con la Constitución de Pinochet. O en 2016, definir a los británicos si seguían o no en la Unión Europea, o bien a los colombianos validar o no el acuerdo de paz que se había logrado entre el gobierno y las FARC.

Es decir, hay temas que pueden ser más relevantes. A lo mejor ese tema no fue tan relevante, no lo sé. Eso todavía tendremos que analizarlo. O bien, el hecho de que, también hay que medirlo, si no generó entre las y los ciudadanos que participaron confusión al encontrarse ante una pregunta que decía una cosa frente a una promoción que decía otra cosa.

En fin, eso habrá que analizarlo. Y también por supuesto, cuál fue el grado de participación, no de posible participación, eso ya lo vimos, cuántos jóvenes forman parte del listado nominal, si no cuántos efectivamente participaron en ambos procesos de participación ciudadana, las elecciones del 6 de junio y la Consulta Popular del 1° de agosto.

Insisto, todo eso está por procesarse y tal vez sea un buen pretexto el que todavía las cifras de participación están en esa fase de consolidación para seguir y acá va la provocación a las amigas y amigos de los OPL para seguir discutiendo estos temas más adelante.

Pero por lo que hace a la organización de la elección, para nosotros es un termómetro también de la participación ciudadana, hay datos que comparto con ustedes que son muy relevantes.

Antes de las elecciones, uno de los termómetros para poder estimar si hay o no un interés de la ciudadanía en participar en una elección tiene que ver con la participación de la ciudadanía en los procesos de construcción de la elección, de organización de la elección, uno de estos elementos que es justamente cuántos, cuántas personas, cuántas ciudadanas y ciudadanos colaboran con el Instituto Nacional Electoral y esto podría replicarse en el plano local porque en esta elección tuvimos en todos los estados la contratación de CAES y de Supervisores locales para asistir a las funciones electorales en el plano local.

Bueno, aquí están las cifras a nivel nacional y agregadas por lo que hace a las contrataciones a la colaboración de la ciudadanía como Supervisores Electorales o como Capacitadores Asistentes Electorales con el Instituto Nacional Electoral, es decir, son los CAES, así llamados nacionales y distintos de los CAES locales.

Miren ustedes nada más las cifras y lo que implica la participación de los jóvenes en las mismas, en total como ustedes saben tuvimos un poco menos, casi siete mil Supervisores Electorales y un poco más de 41 mil Capacitadores Asistentes Electorales. Bueno, la participación de mujeres y hombres jóvenes, estamos hablando del rango etario entre 18 y 29 años, representó el 32 por ciento de los Supervisores y el 38, casi el 39 por ciento de los Capacitadores Electorales.

Vuelvo atrás si me lo permiten rápidamente, ir a estas a esta gráfica, tomen en cuenta, perdóname, estoy acá.

Tomen en cuenta que, del total del padrón electoral el 30por ciento son jóvenes entre 18 y 29 años y, sin embargo, el 32 por ciento de nuestros Supervisores fueron jóvenes entre 18 y 29 años y el casi el 39 por ciento fueron Capacitadores Asistentes Electorales, es decir, la participación de las y los jóvenes como funcionarios de campo, responsables del convencimiento de quién es iban a ser funcionarias y funcionarios de casilla, de su asistencia el día de la elección y de operar la elección en el terreno, pues es mayor a la composición etaria de listado, del Padrón Electoral.

Y, por lo que hace a la otra dimensión de la participación ciudadana, es decir, quiénes fueron funcionarios y funcionarios de casilla efectivamente, encontramos que tenemos una participación todavía mayor.

Como ustedes recordarán para operarla 162 mil 500 casillas, cifras gruesas, que instalamos el 6 de junio pasado, necesitamos a casi un millón y medio de ciudadanos y ciudadanas, un millón 432 mil personas que fungieron como funcionarios y funcionarios de casilla.

Es cierto que, por la cuestión de la pandemia, ustedes recordarán, establecimos que los mayores de 60 años, un grupo vulnerable a la enfermedad de COVID-19, no estuvieran en esta ocasión incluidos en quienes recibieron y contaron, el grupo de quienes recibieron y contaron nuestros votos, cierto; sin embargo, de ese millón y medio, casi millón y medio de personas que fueron los autores del éxito de la Jornada Electoral del 6 de junio pasado, un 50 por ciento, es decir, 743 mil de ese millón 400 mil personas fueron jóvenes entre 18 y 29 años.

Estamos hablando de prácticamente la mitad, el 50 por ciento de las y los ciudadanos que recibieron y contaron los votos de sus vecinos y vecinas el pasado 6 de junio fueron jóvenes entre 18 y 29 años de edad.

Recuerden que esta participación no es una participación vinculante; es decir, no es una participación obligatoria que traiga consecuencias jurídicas en caso de rechazo, se trata de una participación voluntaria y que implica el deseo de, déjenme decirlo coloquialmente, de jalar con el INE y con los OPL en la construcción de la elección. Por eso, esta es la expresión más evidente del proceso de ciudadanización de las elecciones en México y que implican que n son funcionarios designados por órganos de gobierno, sino que son funcionarias y funcionarios, ciudadanas y ciudadanos aleatoriamente seleccionados quienes cumplen esa función fundamental de ser los auténticos guardianes de la expresión ciudadana, de la voluntad ciudadana emitida en las runas y que son quienes reciben y cuentan los votos en su calidad de funcionarias y funcionarios de casilla.

Por cierto, esos funcionarios de casilla que, como lo habrán demostrado por enésima ocasión los ejercicios de recuento, y vale la pena recordar que hace poco pues en Campeche por mandato judicial se realizó el recuento total de los votos para la gubernatura y que, prácticamente no tuvo variantes respecto de las contabilidades que se habían hecho antes en la noche de la elección por estas y estos ciudadanos en los cómputos distritales y municipales por parte de las autoridades electorales, ciudadanizadas también y, de los múltiples recuentos judiciales que se ordenaron, pues implica una gran coincidencia.

Dicho en pocas palabras, el voto por voto, casilla por casilla, es decir, los múltiples recuentos que nos han llevado a abrir una enorme cantidad de paquetes electorales en los años, en la última década, lo único que han refrendado es que estos ciudadanos y estas ciudadanas que son los auténticos guardianes de la voluntad ciudadana expresada en las urnas, los auténticos guardianes de la democracia, fue también los votos.

Bueno, pues más de la mitad de quienes contaron los votos el 6 de junio pasado fueron chicas y chicos de entre 18 y 29 años.

Insisto, faltan todavía otras cifras de la participación ciudadana que tendrán que consolidarse y agregarse a este análisis para poder definir cómo nos fue en términos de partición ciudadana, pero creo que estos agregados a nivel nacional ya nos permiten decir que hay una juventud ansiosa d participar en los procesos electorales y, ejercer sus derechos, a plenitud su derecho de participación política.

Hacia dónde, bueno, un dato, datos adicionales, también para agregarlos en este primer corte de caja.

Bueno, si nosotros observamos, sin embargo, insisto, todavía esto tendrá que ver, tenemos que ver qué pasó en el 21, pero si observamos y esto hay que, nos debe llamar la atención para tratar de multiplicar los esfuerzos de convencimiento democrático de nuestros jóvenes. 

Si observamos los índices de participación ciudadana en las elecciones, aquí estoy hablando de votación en los últimos procesos electorales federales 2009, 2012, 2015 y 2018, podemos observar que, en términos generales la participación de los jóvenes de la población entre 18 y 29 años en las elecciones es del rango de un ocho por ciento debajo de la participación ciudadana de promedio de participación ciudadana; es decir, nuestros jóvenes son el grupo etario que menos vota a pesar de los datos que ya he ilustrado.

Falta todavía hacer el diagnóstico de qué pasó en 2021. Ojalá y la brecha se haya cerrado. Tenemos esperanza de así sea precisamente por los datos que ya conocemos y que he compartido con ustedes en las láminas anteriores, pero bueno, pero tenemos una tarea pendiente por avanzar.

Es decir, no es el grupo etario que más participa el de los jóvenes de 18 a 29 años en las elecciones, al menos con los datos que hoy tenemos hasta 2018. Y aquí podemos ver cómo esa participación se ha venido dando en las distintas elecciones por los grupos etarios diferenciados años por año entre los 18 y los 29 años.

Podemos observar cómo paradójicamente los que más votan son los chicos y chicas de 18 años, los que acaban de cumplir 18 años y que están participando por primera vez en las elecciones. A qué se están diferenciando a las distintas elecciones, digámoslo así, por años, por edades.

El triángulo sin rellenar es, son las elecciones de 2009. El círculo sin rellenar las del 12, el triángulo relleno son las del 2015 y el círculo relleno 2018. Como pueden ver, en las elecciones de 2012 hemos tenido el índice de participación mayor de chicas y chicos de 18 años, pero podemos ver aquí y esto es interesante para el análisis, cómo conforme van pasando y creciendo, es decir, 18, 19 años, 20, 21 años, la tasa de participación tiende a la baja.

Encontramos el momento de menor participación en torno a los 24-25 años y después, paulatinamente, aunque de manera muy ligera, comienza a incrementarse entre la población. Obviamente las elecciones intermedias son elecciones que tienen menor participación y las elecciones presidenciales son elecciones que llaman más la atención, eso ya lo sabíamos, eso es coincidente con los índices de participación ciudadana en general.

Pero éste es un análisis importante porque, digámoslo así, puede de alguna manera reflejar lo que yo mencionaba en la primera parte de mi charla. Es decir, que la ciudadanía conforme va aumentando, va creciendo, va aumentando su edad, empieza a encontrar un desencanto democrático.

Insisto, el salto entre 18 y 19 años, que es un salto que implica cerca de 7-8 por ciento, es una disminución entre quienes votan por primera vez porque acaban de ser ciudadanos y los que seguramente votaron por primera vez, pero ya saben algo más de la política.

Es decir, ya llevan un año enterándose de las cuestiones políticas porque llevan un año más de ciudadanía. Insisto, estos son datos que deberían llamarnos al análisis para reforzar las políticas que promociono, de la participación ciudadana y de la apropiación democrática de nuestros jóvenes entre los 18 y los 29 años.

¿Qué sigue? Y aquí ya me acerco al final. Bueno, lo primero es que pues en el 2024 vamos de nuevo a tener un nuevo grupo importante. Nuestras proyecciones hablan de entre 7 y 8 millones de nuevos votantes que son las y los jóvenes que van a cumplir 18 años, desde ahorita que están cumpliendo 18 años ahorita o en el 2022 o en el 2023.

Es decir, que van a participar por primera vez en las elecciones federales de 2024 como electoras y electores. 

Bueno, pues la política más importante que se ha seguido en ese sentido ha tenido que ver, no es la única, pero es la más importante, ha tenido que ver con las consultas infantiles y juveniles.

Este año, al ser año de elecciones federales, vamos a tener una Consulta Infantil y Juvenil, decía una consulta maximizada en términos de su alance y de sus objetivos.

Como ustedes saben, en estas consultas participan las niñas, niños y adolescentes en tres distintos rangos etarios: un primer rango que va de seis a nueve años, un segundo que va de 10 a 13 años y el que sigue que es de 14 a 17 años, éstos son el público objetivo, los jóvenes objetivo, los adolescentes, las y los adolescentes objetivo porque son los que se convertirán en potenciales votantes, primeros votantes en las elecciones del 24.

Todas estas consultas han tenido la lógica de ir, de asumir que la ciudadanía no se construye a partir de la obtención de la mayoría de edad sino se tiene que construir paulatinamente desde antes para ir, digámoslo así, volviendo naturales los mecanismos de participación ciudadana entre los potenciales ciudadanos, entre los potenciales votantes y además las consultas han sido muy útiles para poder evidenciar, pues digámoslo así, las políticas, las precariedades, las faltas que tienen las políticas públicas dirigidas a la juventud mexicana.

Recuerden que La Convención de los Derechos de las niñas niños y adolescentes establecen no solamente su derecho a ser consultados, sino el deber de que sus opiniones sean tomadas en cuenta por quienes son los tomadores de políticas públicas, es decir, las consultas sirven no solamente para propiciar, para generar esta apropiación de lo que significa la participación ciudadana entre los potenciales futuros ciudadanos y ciudadanas, sino también, para poder generar insumos que los tomadores de políticas públicas tienen que tomar en cuenta, vista que es la opinión de una parte de la población.

A lo largo de 25 años, desde 1997, las distintas consultas ciudadanas, perdón, Consultas Infantiles y Juveniles han tenido ejes temáticos, para 2021 el eje temático fundamental está centrado en el cuidado del planeta, el bienestar y los derechos humanos en particular los derechos de niñas, niños, que tienen que ver con un eje que hemos venido (inaudible) que tiene que ver con la violencia contra niñas y niños.

Para este año la Consulta infantil y juvenil va a tener una modalidad virtual, es decir, una plataforma informática que va a permitir que cualquier, a través de cualquier dispositivo con conexión a internet, computadoras, tableta o teléfono inteligente puedan las y los jóvenes del país pronunciarse respecto de los temas, objetos de la consulta a lo largo de todo el mes de noviembre.

Además de ello, el INE estará disponiendo de casi 20 mil dispositivos móviles, que por cierto son los que usamos durante los procesos electorales para las actividades de asistencia y capacitación electoral, que estarán a lo largo de todo el mes poniéndose a disposición de manera itinerante en distintos espacios escolares que es un 10% mayor de lo que pasó en 2018 y en espacios, digámoslo así, de socialización, parques, centros comerciales, en fin, que son el doble de lo de hace tres años, esto con la idea de propiciar una mayor captación de opiniones de las niñas, niños y adolescentes del país.

En fin, se trata de una de las múltiples políticas públicas creo que los déficits, los retos están ahí, creo que hay que aprender y valorar, y a partir de una valoración seria, de un diagnóstico bien meditado, bien decantado, lo que acciones afirmativas como las que se introdujeron en Tabasco para crear cuotas de jóvenes en los espacios de representación política han traído como consecuencia.

Tenemos un desafío fundamental que es, pero tenemos un desafío fundamental, más allá, insisto, de medidas específicas, acciones afirmativas, y es, y con esto concluyo, el de inyectar en nuestras jóvenes, en nuestros jóvenes, no solamente las prácticas y el ejercicio de los derechos de participación política, sino también, las convicciones y la asunción, y la traducción cotidiana de los valores democráticos.

La democracia cuesta mucho en su construcción, y así nos ha costado. La democracia, sin embargo, es muy fácil que pueda erosionarse, ejemplos los ha habido a lo largo de la historia y los tenemos hoy presentes en muchos lados.

A la democracia, así como cuesta construirla, debe defenderse y su defensa cuesta mucho. Pero para que la defensa de la democracia, de los logros que hemos alcanzado y que son innegables. Quien diga lo contrario miente falaz y abiertamente, el México de hoy es un México profundamente distinto al de hace apenas 30 años.

Y no hablo solamente desde el punto de vista procedimental, hace 30 años las elecciones las organizaban los gobiernos sin ninguna garantía de respeto al voto y mucho menos de equidad en las condiciones de la competencia.

Hoy nuestras elecciones son motivo, hay que decirlo, de orgullo a nivel nacional y punto de referencia a nivel internacional, la institucionalidad democrática, que, sin duda, puede ser objeto de revisión y de mejora, sigue siendo uno de los baluartes más importantes y la construcción institucionalmente hablando probablemente más relevante de los últimos 40 años.

Pero eso se nos puede agotar, y así como la construcción de la democracia es producto de una obra colectiva y de un trabajo gradual y paulatino que ha costado mucho construir, su erosión puede ocurrir de manera muy rápida, y los retrocesos que se lograron, cuyos avances lograron construirse y medirse micra a micra, pero que hoy nos marcan un antes y un después respecto de dónde venimos, pueden ocurrir de manera muy rápida.

A la democracia se la cuida, y la democracia requiere de ciudadanas y ciudadanos que son los auténticos actores de los sistemas democráticos, los auténticos constructores de los mismos, pero también, los auténticos defensores, pasa porque estos asuman los riesgos y asuman el compromiso de la defensa de la democracia y, en medio, entre ellos, las y los jóvenes tienen un rol fundamental.

Si pretendemos que nuestras jóvenes, que nuestros jóvenes desencantados por la falta de oportunidades, por los grandes problemas que aquejan la convivencia social, en automático se conviertan en defensores de la democracia, más todavía cuando ellos son los hijos de la transición, no los autores de la misma, ocurra en automático.

Si eso orienta nuestras políticas públicas de construcción y reforzamiento de los valores democráticos, entonces seremos cómplices de que tarde o temprano nuestra democracia se nos vaya de las manos.

A los jóvenes hay que concientizarlos, a los jóvenes hay que hacerles comprender lo que nos costó llegar hasta donde estamos, y a los jóvenes también hay que hacerles conciencia de los riesgos que podemos tener si perdemos lo que hemos trabajosamente y afanosamente alcanzado, conquistado.

Por eso las políticas hacia la juventud no son sino una inversión y una garantía de sostenimiento democrático. Cuando un joven, cuando una joven no tiene sino faltas de oportunidades enfrente estamos hablando de un potencial ciudadano o ciudadana desencantado con la democracia.

Y un ciudadano desencantado con la democracia es el ciudadano que va con toda facilidad a dejar que se nos vaya entre las manos lo que tanto nos ha costado construir, y quien aclamará a un presunto, en el futuro, digámoslo así, régimen político que les prometa resolver las cosas, pero sin libertades y sin la igualdad que tanto nos ha costado, y que todavía constituye una, implica retos a alcanzar.

Así que, en síntesis, o nos ocupamos de las y los jóvenes en clave democrática; y eso implica en convencerlos de ser los defensores en el futuro de los logros democráticos y de mejorar todo lo que haya que mejorar hacia adelante, o seremos cómplices de que la democracia se nos vaya de nuestras manos, de las manos.

Muchas gracias.

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