Intervención de Lorenzo Córdova, en la presentación del informe de resultados de la Encuesta Nacional de Cultura Cívica (ENCUCI) 2020

Escrito por: INE
Tema: Cultura Cívica

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, EN LA PRESENTACIÓN DE RESULTADOS DE LA ENCUESTA NACIONAL DE CULTURA CÍVICA (ENCUCI) 2020 

Muchas gracias, Julio. 

Les agradezco muchísimo este espacio, que es justamente el momento en que, a unas semanas de que entremos de lleno en la fase final del proceso electoral más grande de nuestra historia, pues podamos conocer con la precisión que nos permite esta encuesta el estado de la ciudadanía y su compromiso democrático. Gracias de verdad Julio, Óscar y Alejandra por abrir esta oportunidad. 

Para quienes integramos el INE, la Encuesta Nacional de Cultura Cívica constituye la base para la elaboración del Informe País, como ya lo anticipaba Julio, sobre la calidad de la ciudadanía en México y una valiosa herramienta para el diseño de estrategias y políticas públicas que ayuden a engarzar la evolución de la cultura cívica con la calidad de los procedimientos electorales que hemos venido construyendo a lo largo de los últimos 30 años. 

Indudablemente, nuestro país ha avanzado muchísimo en el diseño de un andamiaje institucional para garantizar que la recreación de la democracia en las urnas se dé en condiciones cada vez más equitativas, imparciales y transparentes. 

Incluso, debemos reconocer que en el ámbito internacional México es considerado, no sólo como un caso de éxito en el proceso de tránsito de un sistema autoritario a un sistema democrático, sino que nuestro sistema electoral es objeto de referencia y, por supuesto, de reconocimiento en el plano internacional. 

Diversas medidas que hemos diseñado para inyectarle credibilidad y equidad a los procesos electorales como el Padrón Electoral, el Sistema Integral de Fiscalización, los sistemas de resultados electorales preliminares, entre muchísimos otros, se han convertido en referencias para otras naciones que están avanzando en el fortalecimiento de su vida democrática. 

Incluso, en materia de paridad de género, para apuntar en un ejemplo en específico, en 2018 ONU Mujeres llamó a “la fórmula mexicana” de impulso a la paridad al conjunto de elemento que hemos configurado para garantizar, no sólo paridad de las mujeres en la competencia político-electoral, sino paridad efectiva en la representación política. 

Hoy México es el país, a nivel mundial, que ocupa el tercer lugar con más mujeres legisladoras en el órgano legislativo, en las cámaras del Poder Legislativo. 

Otro ejemplo para puntualizar es el modelo que en México hemos diseñado para enfrentar el fenómeno de la desinformación y las noticias falsas, a nivel mundial hay dos grandes modelos: uno punitivo, restrictivo, que es conocido como el modelo francés y el otro, que es el modelo mexicano, en donde hemos apostado por combatir la desinformación con información. 

No exagero al decir que en México el derecho al voto es un derecho auténticamente universal. 

El valor del sufragio para la integración de los órganos representativos es similar en todas las entidades y a nivel federal y que el proceso de cómputo, tanto en las casillas, como en los distritos se ha diseñado meticulosamente para erradicar cualquier posibilidad de fraude o manipulación del sufragio en nuestras elecciones. 

Hay quien dice que en México ya no votan los muertos, que en México ya no hay prácticas fraudulentas como urnas embarazadas, ratones locos y demás, es cierto, no los hay desde hace 30 años. 

Sin embargo, pese a todo lo anterior, la desconfianza sigue estando presente en las elecciones e incluso es alimentada por algunos factores políticos como estrategia electoral. Ambos datos, la desconfianza de la sociedad en el estado de la democracia y las instituciones políticas, por un lado, y la utilización del discurso de desconfianza como mecanismo de acción política tienen eco en los comicios porque la cultura cívica ha estado rezagada respecto de los avances del sistema electoral mexicano. 

Con ello no quiero decir, por supuesto, que en 30 años no hayamos logrado avances en esta materia, en materia de cultura cívica, pero debemos reconocer que estos avances son todavía insuficientes para aspirar a ser una sociedad democrática madura.  

Así lo demuestran los datos que hoy nos ha presentado el INEGI a través de la Encuesta Nacional de Cultura Cívica que se llevó a cabo en más de 25 mil hogares y que se levantó entre agosto y septiembre del año pasado. 

Permítanme darle perspectiva a alguno de los datos que nos ha presentado ahora Alejandra, comparando algunos datos de esta encuesta 2020 con los similares que se plasmaron hace casi 7 años, en junio de 2014, cuando presentamos el Primer Informe País sobre la Calidad de la Ciudadanía en México. 

Lo primero que debo reconocer es lo robusto de la encuesta elaborada por el INEGI, mientras en 2013 el INE con el apoyo de diversas instituciones académicas y especialistas aplicó 11 mil cuestionarios, ahora, en 2020, el INEGI aplicó más de 25 mil. 

Otro dato de gran relevancia es que, mientras en 2013 el 72 por ciento de la población opinaba que no se podía confiar en las personas fuera del ámbito familiar, en 2020 este porcentaje disminuyó a 68 por ciento, todavía es mucho, todavía habla de una sociedad en donde el tejido social fundado en la confianza interpersonal está profundamente erosionado y ese es el contexto en el que tenemos justamente que recrear nuestra democracia. Un contexto, sin lugar a dudas todavía adverso, aunque hay alguna mejora por las cifras mencionadas. 

Dicho de otra manera, en casi siete años la confianza interpersonal ha avanzado cuatro puntos porcentuales. Se dice fácil, pero en materia electoral, por ejemplo, el proceso de construcción de confianza es lento y difícil, en cambio, el proceso contrario, aquel en el que se derrumba la constancia es muy fácil, basta una mala decisión, una afirmación indebida por parte de los actores políticos y de un día para otro el escenario puede ser distinto. 

Y considerando que estamos a escasos 10 días de que inicien las campañas electorales federales y a 73 de que celebremos la Jornada Electoral más grande de nuestra historia, permítanme poner un par de datos adicionales que son alentadores para enmarcar los desafíos que tiene este proceso electoral. 

Mientras en 2013 de acuerdo con el Informe País las tres instituciones de mayor confianza eran el Ejército con 62 por ciento, los maestros con 55 por ciento y la Iglesia con 54 por ciento. 

Para 2020, de acuerdo con la ENCUCI, las tres instituciones con mayores niveles de confianza son el Ejército y la Marina con 63.8 por ciento, la Guardia Nacional con el 60.5 por ciento y el Instituto Nacional Electoral con 59. 6 por ciento. 

Este dato, es revelador de la confianza que la sociedad está teniendo en el INE, ya que es la institución civil con mayor nivel de confianza de todas las instituciones de la vida pública. 

El dato es del INEGI, yo sólo lo subrayó, bueno, no es del INEGI. El dato lo pone sobre la mesa el INEGI, el dato es de la sociedad mexicana, antes de que Julio me haga la corrección, pero gracias al esfuerzo, al levantamiento y el cálculo del procesamiento de los datos que ha hecho el INEGI. 

Cierro con unos datos más particularmente interesantes para el proceso de recreación de las elecciones que estamos viviendo en México y que no es otra cosa, sino la reiteración de lo que ya ahora nos contaba Alejandra. 

Para el 59.7 por ciento de la población, el voto es la única manera en que las personas pueden opinar sobre lo que hace el gobierno, se dice. 

Para el 57.2 por ciento, gracias a los partidos políticos la gente puede participar en la vida política. 

Para el 58.4 por ciento, los partidos políticos son necesarios para que el gobierno funcione. 

Para el 51.4 por ciento, sin partidos no hay democracia y, sin embargo, paradójicamente, para el 50.7 por ciento los partidos no sirven para nada. 

El último dato que quiero retomar es que para el 80.3 por ciento de la población, el voto sirve para que haya un mejor gobierno. 

Claramente, para la mayoría de la sociedad mexicana, para la inmensa mayoría de ésta, el pluralismo político no sólo es necesario para que la democracia subsista, sino que puede contribuir a mejorar las funciones de gobierno. 

Para decirlo en breve una sociedad que es plural, una sociedad que reconoce su pluralismo es una sociedad más democrática. 

Concluyo agradeciendo al INEGI y, particularmente, a mi estimado amigo y destacado servidor público, el doctor Julio Santaella, Presidente de su Junta de Gobierno, y a Óscar Jaimes y Alejandra Ríos por su profesionalismo en la elaboración de esta Encuesta Nacional de Cultura Cívica, la cual servirá, como ya anticipaba Julio, como mencionaba hace un momento, de base para que el INE actualice el Informe País Sobre la Calidad de la Ciudadanía en México. 

Es claro que necesitamos elevar la confianza de la sociedad en sus instituciones y erradicar las actitudes y prácticas que demeritan la satisfacción de la sociedad con su democracia. 

En ello se nos va la sustentabilidad de esta forma de gobierno, de nuestra democracia, hacia el futuro, tanto hacia el mediano como hacia el largo plazo. 

Pero me parece que los datos de esta encuesta son alentadores. Vamos por el camino correcto, aunque haya todavía mucho por andar. Vamos recuperando la confianza de la sociedad en el Instituto Nacional Electoral de manera consistente. 

Y, por su parte, los partidos políticos, instituciones fundamentales en la vida democrática, con todas sus virtudes y con todos sus defectos, tienen en estas campañas electorales que están por arrancar una nueva oportunidad para acercarse y reivindicarse con la sociedad y no sólo para buscar su voto. 

Ese es el gran desafío electoral y democrático de los próximos meses, que los partidos, candidatas y candidatos no defrauden a la ciudadanía, y que con tolerancia, sensibilidad y congruencia contribuyan a mejorar la calidad del debate democrático y la percepción sobre la vida pública en el país. 

Ello, como decía, en particular a 10 días de que inicien las campañas electorales y, así, la discusión pública de los diagnósticos que las distintas fuerzas políticas tienen sobre los grandes problemas nacionales y las propuestas que nos van a hacer a las y los ciudadanos para resolverlos. 

Y, a 73 días de que 93 millones de ciudadanas y ciudadanos participemos el 6 de junio próximo en la que será la elección más grande de nuestra historia. 

Concluyo agradeciendo la colaboración de los representantes de la Subsecretaria de Desarrollo Democrático, Participación Social y Asuntos Religiosos, de la Secretaría de Gobernación; del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, el PNUD; así como de reconocidas y reconocidos académicos y especialistas en los temas de cultura cívica y opinión pública que fueron de gran utilidad para configurar el enfoque de esta Encuesta Nacional de Cultura Cívica 2020. 

Y termino reiterando el agradecimiento al Instituto Nacional de Geografía y Estadística, al INEGI, aliado estratégico del Instituto Nacional Electoral, órgano autónomo fundamental del Estado mexicano, por haber emprendido conjuntamente con el INE este desafío que hoy nos permite conocernos más y mejor desde el punto de vista del estado de nuestra democracia. 

Muchísimas gracias, de nuevo, mi estimado Julio. 

Gracias a todas y todos. 

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