VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, EN EL CONVERSATORIO “PROCESO ELECTORAL FEDERAL 2020-2021”, EN EL MARCO DE LA SESIÓN DE TRABAJO ACADÉMICO DE PRESIDENTAS, PRESIDENTES DE COLEGIOS DE PROFESORAS Y PROFESORES, ASÍ COMO DIRECTORAS Y DIRECTORES DE SEMINARIOS, ORGANIZADO DE MANERA VIRTUAL POR LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNAM
Muchas gracias, Raúl.
Gracias, mi querido director.
La verdad es un verdadero privilegio poder dirigirme a esta comunidad, una comunidad, Raúl, como bien decías, de la que no solamente formo parte, sino además de la que orgullosamente formo parte dando clases en la, y formando alumnos en la escuela, de la que egresé y a la que le debo tanto, a la Universidad, en la que sí, tiene razón, desde pequeño jugaba de la mano, o acompañar a mis padres en las tareas docentes.
Para mí es verdadero placer y motivo de muchísimo orgullo, te lo agradezco de verdad, la iniciativa de acompañar institucionalmente los trabajos del Instituto Nacional Electoral en este complicado, sin duda, pero estoy seguro a la larga, exitoso proceso electoral, en donde habremos de recrear una vez más la democracia.
Para mí es un privilegio y, sobre todo, poder ver, aunque sea por la vía virtual a mis compañeras, mis compañeros profesores, a los presidentes de los colegios de profesores, a los directores y las directoras de los seminarios.
La verdad, me da mucho gusto verlas, verlas bien y, de nueva cuenta, es un privilegio.
No pierdo más tiempo, Raúl, agradeciéndote nuevamente esta invitación y la oportunidad de dialogar con mi comunidad.
He preparado una breve presentación, esto lo pongo a disposición, por supuesto, de todas y todos ustedes. Tal vez haya algunas cifras ahí, más bien, sobre las que pasaré, por cuestión de tiempo, por encima porque creo que la parte más rica de este espacio es justamente el intercambio de opiniones, de preocupaciones, el escuchar comentarios para quien conduce un órgano, que coordina los trabajos de un órgano del Estado es fundamental escuchar la crítica informada y, sobre todo, estar atenta a ella para poder, digamos, avanzar por el buen camino en un contexto de tantas complejidades.
Yo compartiría esta presentación en la que, si ustedes me pueden hacer alguna seña, para decirme si sí se ve.
Perfecto, muchísimas gracias.
Bien, yo quisiera hacer algunas reflexiones sobre la elección, pero creo que es indispensable hacer primero una pequeña pausa, una mirada prospectiva para saber de dónde venimos y a dónde vamos.
El primer punto que para mí es importantísimo ante ustedes exponer, es que ha habido un debate importante, interesante en los últimos, prácticamente dos años, en los que se ha venido discutiendo la pertinencia, pero sobre todo la fortaleza de nuestro sistema electoral.
Ya Raúl mencionaba esta serie de conversatorios que conjuntamente estamos organizando, la Facultad y el Instituto Nacional Electoral, en las que hemos estado analizando otras elecciones, como una manera de comparar e identificar las fortalezas y, eventualmente las faltantes que tiene nuestro sistema electoral.
Bueno, en esta discusión. Me parece que ha habido dos grandes posturas, una que a mí me gusta, y que aquí homenajeo a uno de nuestros maestros eméritos de la Universidad, al doctor Antonio Lazcano Araujo, porque hay una postura que parecería pretender que donde hoy estamos es producto de una mera casualidad y no es el resultado de la evolución.
Es decir, una visión creacionista que asume que el 1° de junio de 2018, el 1° de julio de 2018, una fecha fundamental en la vida democrática del país, la recreación de las elecciones, de los poderes públicos a través de las elecciones, en la que entonces era la elección más grande de la historia, pues marca un antes y un después, pero en términos democráticos, ojalá y como siempre me gusta decir, el gobierno emanado de la elección de 2018 sea suficiente y capaz para sortear los grandes problemas nacionales y resolver las grandes deudas históricas que tiene con nuestra sociedad.
Pero lo que sí, de plano creo que no podemos, yo al menos yo no comparto, es la idea de que en México antes de 2018 no había democracia y que la democracia comenzó a partir de esa fecha.
Yo creo aquí, decía en honor a Antonio Lazcano, la visión correcta para entender la evolución de nuestro sistema electoral, nuestro sistema electoral, el estado de salud de nuestro sistema electoral es una visión evolucionista.
Muchos de quienes están aquí, son profesores míos incluso, fueron participes de ese cambio, de esas discusiones que a lo largo de varias décadas fueron modelando nuestro sistema electoral.
Desde ese punto de vista, lo que pasó en 2018 es más bien un punto de llegada y no necesariamente un punto de partida, al menos por lo que hace a la construcción de nuestro sistema democrático.
Y es que si, en esta lógica de retrospección, a lo largo de los últimos 40 años ha habido cuatro grandes estaciones, cuatro grandes etapas, cuatro grandes necesidades que en su momento tuvieron que enfrentarse para ir resolviendo, digámoslo así, la democratización de nuestro sistema político.
En un primer momento ante un sistema cerrado, excluyente, vertical, digamos la primera necesidad era la de abrir el sistema político, abrirlo a nuevas posturas, abrirlo al pluralismo y sobre todo abrir también el esquema representativo a esa nueva realidad.
En un segundo momento la principal tarea fue la de crear, digámoslo así, un sistema electoral, es decir un conjunto de instituciones, de procedimientos, de reglas que le inyectaran credibilidad en las elecciones, sobre todo viniendo de un pasado en donde las elecciones nunca dejaron de hacerse, pero las elecciones pues, digámoslo así, siempre transmitían esta lógica de que estaban manipuladas desde el poder y manejadas, por supuesto, desde el gobierno.
En un tercer momento, las necesidades a resolver apuntaban hacia generar condiciones de equidad, una cancha pareja para decirlo de alguna manera, ya ellos se abocaron a una serie de reformas que apostaron, por un lado, por el financiamiento público, está abierta una discusión sobre los montos, pero creo que la discusión sobre la pertinencia y la utilidad del mismo no es un tema de debate y por el otro lado el acceso a los medios de comunicación.
La última reforma de donde nace el INE como producto de la misma, es la que tiene que ver, o la que pretendió estandarizar y homogeneizar el modo en el que hacían las elecciones, es decir que las condiciones de las elecciones federales que se habían alcanzado, que habían generado estándares de calidad bastante altos pudieran replicarse en cada uno de los estados y que, en consecuencia, todos los procesos electorales del país tuvieran similitudes por lo que hace a las reglas, a los criterios aplicables e incluso al diseño institucional con el que las mismas se desarrollaban.
El INE es el producto de esta última reforma y esta reforma ha traído una serie de, digámoslo así, de cargas, de nuevas cargas, de nuevas responsabilidades para la autoridad electoral.
La primera de ellas tiene que ver con la cantidad de elecciones en las que hemos estado involucrados, el Instituto Federal Electoral a lo largo de 23 años, de sus 23 años de existencia, organizó 18 elecciones, siendo su responsabilidad exclusiva en el ámbito federal.
En los seis años, casi siete, por cierto, el 4 de abril se cumplirán siete años de la existencia del Instituto Nacional Electoral, que sucedió al Instituto Federal Electoral, el INE ha estado involucrado en 200 elecciones: cuatro elecciones federales, las de diputados del año 2015, las tres elecciones federales de 2018 y 196 elecciones locales.
En donde si bien no es el único responsable, como pasa con los comicios federales, sí el INE tiene el mandato de llevar a cabo y desarrollar algunas de las etapas fundamentales de las elecciones locales, aunque la corresponsabilidad de que las mismas lleguen a buen puerto es del INE junto con los así llamados organismos públicos locales electorales, los OPLE.
Un dato que a mí me gustaría, y con esto cierro esta primera parte retrospectiva, comentar con ustedes, porque se ha hecho muy poco énfasis, tiene que ver con el grado de alternancia que se ha alcanzado en este periodo de seis años en el que el INE está involucrado en los procesos locales, además de la organización, como decía, de los federales.
En estos seis años el índice de alternancia, que no es el único modo, pero es un modo importante para poder medir la salud, el estado de salud de nuestro sistema electoral, de nuestro sistema democrático, ha alcanzado un índice de 62 por ciento en términos globales.
Es decir, la posibilidad que hoy, que en este periodo tiene un partido que gane la elección de volver a ganar el ciclo electoral siguiente, la contienda electoral siguiente es apenas de cuatro de cada 10 chances, cuatro de cada 10 posibilidades.
Estas son las cifras en el plano de la Cámara del Congreso de la Unión, esto es lo que ocurre en el ámbito de la gubernaturas -y aquí me detendría sólo un momento- de 36 elecciones de gobernador ha habido 23 cambios de ganador, 23 alternancias, y como pueden ver en el cuadro de la derecha, no ha habido un único partido, una única fuerza política que haya sido la beneficiaria exclusiva de este fenómeno.
Me parece que esto nos evidencia, entre otras razones, entre otras cosas, que el voto en México no solamente visto y usado como un mecanismo para elegir democráticamente a nuestros representantes y a nuestros gobernantes, sino que el voto a adquirido también una especie, digámoslo así, esa otra vertiente que suele tener las democracias, que es la de ser un auténtico mecanismo de rendición de cuentas.
El voto sirve también para premiar y para castigar las buenas o las malas gestiones de gobierno, se habla mucho del voto de castigo, ustedes lo recordarán, por ejemplo, en el año 2000 cuando tuvimos la primera alternancia en la Presidencia.
Bueno, me parece que parte del proceso de naturalización, de normalización de nuestra democracia, significa precisamente eso, y es inherente esa característica la de eventualmente premiar o castigar con los sufragios a las acciones de gobierno, lo que hoy define a nuestro sistema democrático.
Aquí pueden ver, más o menos, de nueva cuenta cómo el índice de alternancia se reproduce en los congresos locales, por un lado, y en los ayuntamientos.
Vamos, como decía Raúl, nuestro director, a la elección más grande de nuestra historia, no solamente se va a renovar, como ya anticipaba nuestro señor director, las 500 diputaciones de la cámara baja, federal, sino, además vamos por primera vez a una elección en la que todos los estados, todos sin excepción, las 32 entidades tendrán al menos alguna elección local concurrente con las elecciones federales.
Esto no había pasado nunca antes de ahora y vamos avanzando en un paulatino proceso, habrá que hacer un balance, ha de ser interesante hacerlo después de esta elección, sobre la pertinencia o no de este proceso de homologación, de homogenización de los calendarios electorales, pero el dato es que el próximo 6 de junio vamos a renovarán también, o se renovarán también 15 gubernaturas, los congresos de 30 estados, es decir, de todas las entidades, salvo los de Coahuila y de Quintana Roo, para más de mil diputaciones locales, se renovarán, y los ayuntamientos de otras 30 entidades. Todas, salvo Durango e Hidalgo que acaba, como ustedes recordarán, de renovar sus ayuntamientos.
Estamos hablando de mil 923 ayuntamientos, lo que significa prácticamente la totalidad de los ayuntamientos electos, como ustedes saben rondamos los 2 mil 500 municipios en el país, pero más de 500, o alrededor de 500 pertenecen al así llamado sistema de usos y costumbres o de sistemas normativos internos, por los que prácticamente todos los municipios que se eligen se van a renovar con el voto el próximo 6 de junio.
Aquí pueden ver, bueno aquí está la gráfica -la paso muy rápido- qué tipo de elecciones se realizarán en cada entidad federativa y cómo varias entidades como Baja California, Baja California Sur, Campeche, Colima, Chihuahua, etcétera, van a tener cuatro elecciones concurrentes, tres locales, en algunos casos hasta cuatro locales, con las elecciones de diputados federales, con lo cual prácticamente tendremos una elección de dimensiones nunca antes vistas en nuestra vida democrática.
Son las elecciones más grandes de nuestra historia además por otras dos razones: la primera es porque el número de potenciales electores, quienes integran la así llamada lista nominal, crece de una manera muy importante.
Estamos hablando de que más de 93 millones de mexicanas y mexicanos estaremos convocadas a las urnas el próximo 6 de junio, lo que implica casi cuatro millones de ciudadanas y ciudadanos más que en las elecciones de 2018.
Decía ya que van a elecciones las 32 entidades al menos con algún tipo de renovación de cargos públicos, vamos a instalar, en consecuencia, todo esto es en cascada, un número de casillas inédito, 163 mil centros de votación a lo largo y ancho del país, que son prácticamente 7 mil más de los que instalamos hace tres años, en el 2018.
El número de funcionarias y funcionarios, los llamados supervisores y capacitadores que hoy están haciendo el trabajo de campo que es el segundo más grande que realiza el Estado mexicano.
El trabajo de campo más grande que se hace en México es el del Censo de Población que se realizó a cargo del INEGI el año pasado, en 2020, bueno después de esa tarea, el segundo trabajo de campo más grande es el que desplegamos nosotros.
Estamos hablando de 39 mil funcionarios que hoy por hoy están visitando a más de 12.2 millones de ciudadanas y ciudadanos que fueron insaculados en sus domicilios para notificarlos, para convencerlos de ser funcionarios de casilla y poder integrar así algunos de los cargos, de los mil 469 cargos de funcionarias y funcionarios de casilla que derivarán de esos más de 12 millones de personas que fueron sorteadas.
Estamos hablando de un trabajo que está, por cierto, lo anticipo, organizándose bajo estrictas medidas sanitarias, volveré a esto que ya Raúl mencionaba, el consejo honorario médico que nos está auxiliando me parece, que se constituye, es una figura inédita prácticamente, salvo nuestra propia UNAM nuestra Universidad, prácticamente no hay órganos del Estado que estén asesorándose para este tipo de labores de expertos en materia de salud.
El INE sabe hacer elecciones, no sabemos, nuestros doctorados son doctorados en Derecho, no nos atreveríamos a recetar aspirinas ni siquiera, ¿no?, pero bueno nos consultamos como debe ocurrir con quienes son los técnicos, con quienes saben del manejo de la pandemia para evitar que las elecciones incidan en la evolución de la misma.
Finalmente, vamos a la elección más grande, ya lo anticipaba, pero aquí están las cifras más precisas, por la cantidad de cargos que se van a renovar por el voto ciudadano, estamos hablando de más de 20 mil cargos de elección que son prácticamente 2 mil más de los que se renovaron en 2018.
Vamos pues, a pesar de que la del 18 fue una elección presidencial, a una elección mucho más grande que la que organizamos hace tres años.
Hay algunos temas que me gustaría compartir con ustedes que hacen de esta elección una elección distinta. La primera es el tema presupuestal, como ustedes saben, es de conocimiento público, el presupuesto del Instituto Nacional Electoral fue recortado, sufrió el recorte más grande respecto a lo solicitado a la Cámara de Diputados, para un año de elecciones: 870 millones de pesos que nunca había ocurrido un recorte de esta naturaleza en un año de elecciones federales.
Que, si bien implicaron la posposición, cancelación de una serie de proyectos, de actividades que se tenían planeadas desarrollar este año, y también, y en eso quiero ser enfático, no suponen una puesta en riesgo de las elecciones federales.
Las elecciones del 6 de junio están garantizadas. Hoy estamos enfrentando, eso también es del conocimiento público, algunos problemas presupuestales que los organismos públicos locales electorales están enfrentando en algunas entidades.
El caso más dramático en estos momentos es Nayarit, en donde la falta de recursos al órgano electoral local está pues poniendo prácticamente en riesgo algunas actividades fundamentales que se tienen que desplegar, que se tienen que sufragar, que financiar, para que la elección se desarrolle en tiempo y forma.
Estamos muy atentos y tratando de construir una especie de ecosistema de respaldo y de generación de contextos de exigencias para que los gobiernos locales no pongan en entredicho la elección por un tema presupuestal.
Vuelvo a insistir, el presupuesto del INE para las elecciones está garantizado, a pesar del recorte, por un lado, y de los gastos que tuvieron que incrementarse. Acá abajo, al final de la última gráfica puede verse. Tenemos más de 350 millones de pesos que tenemos que destinar, en esta ocasión, para cumplir con las medidas y las previsiones sanitarias que la epidemia del COVID-19 nos ha planteado.
Se dice fácil, plantear que las y los funcionarios de casilla tendrán que tener cubrebocas, caretas, cubrebocas suficientes en número para poder hacer el recambio de los mismos a lo largo de la jornada electoral.
Se dice fácil decir que tenemos que generar insumos de sanitización para 163 mil casillas. Se dice fácil que tenemos que tener en cada casilla cubrebocas, centenares de cubrebocas disponibles por si algún elector acude a la casilla sin cubrebocas y lo digo, lo voy anticipando, una de las decisiones que se van a tomar y que enfrentaremos, que veremos en los propios centros de votación el domingo 6 de junio, es que no se va a permitir el ingreso a las casillas a nadie que no porte el cubrebocas.
Estamos convencidos de que los derechos políticos no pueden impedirse, por lo tanto, quien no porte cubrebocas se le proveerá uno para que pueda ingresar a la casilla, ejercer el derecho al voto, pero no podrá y, en breve tomaremos una decisión, para que si hay alguna protesta, alguna inconformidad pueda ser impugnada en el Tribunal Electoral, en el Consejo General, para, justamente establecer la obligatoriedad del uso de los cubrebocas en los centros de votación.
Aquí no importa si alguien es, no sé, diputado y considera que los cubrebocas generan una falsa sensación de seguridad, como se nos dijo en una sesión del Consejo General.
Bueno, ese día, hasta esa persona tendrá que ponerse el cubrebocas, si quiere ejercer el derecho a votar
En fin, todo esto se dice fácil, pero multiplíquenlo por las dimensiones que he mencionado en la elección y estamos hablando de costos, de un costo sanitario que bien vale la pena pagar, porque lo que queremos es que las casillas el día de la elección sean espacios libres, libres para sufragar políticamente, sin condicionamientos y de manera autónoma, pero también libres del bicho de COVID-19.
La segunda cosa que quisiera comentar con ustedes es, sin embargo, que luego de la jornada electoral del 6 de junio, para el 1° de agosto tendremos que organizar la primera consulta popular.
Como ustedes recordarán, el presidente de la República solicitó la organización de una consulta, la Suprema Corte de Justicia modificó la pregunta y avaló su constitucionalidad, las cámaras convocaron a la consulta, pero no se previeron recursos para que el INE la llevará a cabo.
Y aunque estamos, hicimos un ejercicio de contención presupuestaria, aprovechando muchos de los gastos que ya estamos realizando para las elecciones, lo que es cierto es que hoy no tenemos ni un solo peso para que esa consulta popular, la primera que tendrá que llevarse a cabo a cargo del INE pueda sufragarse.
Estamos justo ahora en pláticas con la Secretaría de Hacienda para ver si se puede generar alguna suficiencia presupuestal, alguna ampliación, aunque es un poco extraño porque no somos un órgano del gobierno, como saben somos un órgano constitucional y autónomo.
Ampliaciones presupuestales para órganos autónomos desde la Secretaría de Hacienda no es lo más ortodoxo, acudimos a la Suprema Corte de Justicia con una controversia constitucional que todavía no se ha resuelto para saber pues qué hacíamos, finalmente la que realizó la pregunta fue el propio pleno de la Suprema Corte de Justicia, ahí tenemos un dilema, pero lo que me importa por lo pronto subrayar, un paso a la vez como suele decirse, es que las elecciones no están en riesgo por el tema presupuestal.
Habrá que ver de qué recursos se le dota al Instituto para la consulta para ver de qué tamaño es la calidad, déjenme decirlo así, de la propia consulta, nosotros estamos estimando preliminarmente que se instalaran el 1º de agosto 104 mil casillas que creemos que son dotadas de más boletas que una casilla electoral ordinaria, pero esto implicaría un costo de mil 400 millones de pesos que hoy no dispone el Instituto.
Un tercer punto que quisiera comentar con ustedes, bueno tiene que ver con los nuevos actores políticos, como saben tendremos 10 partidos en las boletas federales, tres de ellos participan en una coalición, otros tres en otra coalición y cuatro más, los cuatros partidos restantes, participan de manera autónoma, sola.
Por un lado, Movimiento Ciudadano que decidió no participar en alguna de las coaliciones, y por otro lado los tres partidos nuevos que por disposición de ley no pueden ir coaligados en su primera elección.
Finalmente, quisiera comentar con ustedes, bueno, finalmente antes de pasar al tema COVID, perdón, pero como tema, digámoslo así para compartir con ustedes, el que tiene que ver con las condiciones de equidad en la competencia.
El INE tiene que garantizar, esta es una obligación constitucional, las condiciones de legalidad, pero sobre todo de equidad en los procesos electorales y esto implica vigilar, entre otras cosas, que la propaganda, sobre todo la propaganda gubernamental, pero también la propaganda política, se ajuste a lo que dispone el artículo 41 constitucional.
Incluyendo el hecho, por cierto, de que la propaganda gubernamental tendrá que suspenderse a partir del día 4 de abril cuando comenzarán, es decir, dentro de poco más de tres semanas, cuando comenzarán las campañas federales. Y, por otro lado, el apego al principio de imparcialidad establecido en el artículo 134 constitucional.
Este es un principio introducido desde el año de 2007 a la Constitución que ha regido durante cuatro procesos electorales federales, que se ha aplicado de manera puntual en ellos, que ha estado vigente durante tres gobiernos emanados de tres fuerzas políticas distintas, y que ha llevado en su momento al IFE, y luego al INE, a determinar, por ejemplo, que el presidente Felipe Calderón violó en dos ocasiones la Constitución, o que el presidente Peña Nieto lo hizo en una ocasión.
Y, que, bueno, estamos atentos, ojalá y no ocurra de nueva cuenta, pero como saben hay una polémica abierta al respecto, hay quien habla de censura, cuando lo único que hace la autoridad electoral es simple y sencillamente vigilar la imparcialidad con la que deben conducirse los servidores públicos, particularmente con los bienes y recursos que tienen bajo su resguardo.
Así, digámoslo así, los aparatos de comunicación de un gobierno federal o local o municipal que sea no pueden utilizarse para, digámoslo así, influir en un sentido u otro en la contienda electoral.
Además, en diciembre aprobamos una serie de acuerdos, los que llamamos acuerdos de “cancha pareja”, que aplicamos a su vez en 2018 y que tienen que ver con el uso, con garantizar, insisto, ese uso imparcial de los recursos públicos, particularmente de los programas sociales.
Hemos solicitado, hemos firmado convenio con la Secretaría de Bienestar federal, le hemos solicitado que nos entregue la información de todos los programas sociales para garantizar que, a partir de su supervisión, que no se haga un uso político de los mismos.
Lo mismo está ocurriendo en el plano estatal, incluso uno de los acuerdos que aprobamos de “cancha pareja”, establece justamente cuáles son las reglas que tienen que seguirse para la instrumentación de los programas sociales, sin que éstas tengan un uso partidista.
Por ejemplo, que los programas sociales estén consolidados, es decir que no sean de temporal, que no se inventen programas sociales de cara a la elección, que las reglas de operación estén publicadas a más tardar en diciembre, hayan estado publicadas en diciembre pasado, que los padrones de beneficiarios estén, sean ciertos, sean claros, se le entreguen a la autoridad electoral, entre otros elementos.
Finalmente, pues estamos en la lógica de aplicar, hay una intensidad, como ya lo decía Raúl, importante en el proceso electoral. Muchas de las decisiones que está tomando el INE, medidas cautelares, etcétera, están siendo impugnadas y ojalá que tengamos una consistencia, una congruencia en los criterios de la autoridad jurisdiccional electoral para inyectar certeza a los procesos electorales.
Vuelvo a insistir, no estamos aplicando ningún criterio que haya sido distinto a los que aplicamos en 2018, en 2015 y así hacia atrás.
Termino con una reflexión derivada de la propia pandemia y del estado de nuestra democracia. Parto de esta premisa y de la aforisma ciceroneano: la democracia no está gozando su mejor momento, no lo estaba antes de la pandemia, mala tempora currunt, decía Cicerón, y eso vale también para la democracia.
Ya antes de la pandemia estábamos enfrentando un problema de desafección social, ante la falta de resultados de los gobiernos democráticamente estaban dando, los grandes problemas estructurales de nuestras sociedades, no es (inaudible), son problemas globales, como lo hemos dicho en el seminario que ha mencionado Raúl, nuestro director, de procesos electorales en otros lados del mundo, problemas estructurales como la desigualdad gravísima que está caracterizando a nuestras sociedades y a la nuestra en particular.
La pobreza que tenderá a incrementarse con la crisis económica que trajo consigo la crisis sanitaria, el proceso de falta de credibilidad, digámoslo así, o de pérdida de credibilidad en algunas de las instituciones fundamentales de nuestra democracia, como los partidos políticos y los parlamentos, la presencia de noticias falsas, de las llamadas fake news, de la desinformación con la gran capacidad de penetración que las mismas están teniendo gracias a la profusión de las redes sociales, y la polarización política eran problemas que ya estaban ahí.
Esos eran problemas antes de la pandemia. Por si esto no fuera poco, y no hay que olvidar que siguen estando y ponen en riesgo, por supuesto, todos los procesos democráticos en el mundo y en México también.
Y por si eso fuera poco, se nos apareció la pandemia de COVID-19. La pandemia está teniendo, desde mi punto de vista, cuatro tipos de efectos en los procesos electorales y en los procesos democráticos: el primero es un efecto estrictamente sanitario, porque hacer elecciones significa hacer prácticamente aquellas actividades que son desaconsejadas por los expertos de salud.
Organizar unas elecciones significa, con gran concentración de personas, contacto físico, el que, por ejemplo, ya en la jornada electoral gran cantidad de personas confluyan en los mismos sitios, y esto nos está presentando una gran cantidad de desafíos.
Ya decía, estamos tomando una serie de medidas sanitarias, a lo largo de estos meses el INE ha emitido más de 20 protocolos sanitarios para regir cada una de sus actividades: el trabajo de campo, el día de la jornada electoral, en breve estaremos emitiendo unas recomendaciones para que los actos de campaña que realizan los partidos, que esa es la otra gran dimensión; el proselitismo político implica pues actos en donde hay concentraciones de gente, etcétera, puedan realizarse con estrictas medidas sanitarias.
Ya lo decía Raúl, en el INE estos protocolos no los estamos tomando autónomamente, es decir, no los estamos tomando sin ver lo que ocurre alrededor.
Estamos tomando las mejores prácticas a nivel internacional, tenemos una colaboración cercana y permanente con distintas instancias multilaterales como la OEA, UNIORE, Unión Interamericana de Organismos Electorales, IDEA Internacional, entre muchos organismos que han emitido una serie de recomendaciones, de protocolos, de compilaciones de buenas prácticas en las elecciones que se han realizado ya en tiempos de pandemia de COVID-19.
Y los hemos traducido a protocolos que están rigiendo, como decía, todas nuestras actividades.
Además, estos han sido revisados, adecuados, por un grupo de expertos en salud pública, un grupo de médicos de primerísimo nivel, entre ellos el director del Instituto Nacional de Nutrición, que, por cierto, acaba de ser reconocida como una de las mejores instituciones hospitalarias, centros hospitalarios del mundo; por el director de nuestra Facultad de Medicina, con quien tenemos un convenio para promover, como parte de la cultura cívica, también la cultura de cuidado e higiene frente al COVID.
La directora del Instituto de Biomédicas de nuestra universidad también; una de las directivas del Instituto de Salud Pública; así como un ex subsecretario de Salud, que fue, por cierto, el responsable de la conducción de la Dirección General de Epidemiología en 2009 cuando enfrentamos la epidemia de AH1-N1.
En fin, lo que nos gusta decir es que estamos haciendo todo lo que tenemos que hacer para que las elecciones y la democracia, por ende, no acaben siendo una víctima más del COVID-19.
Una dimensión adicional es la dimensión económica, no digo nada que no sepamos todas y todos; la crisis sanitaria trajo consigo una crisis económica. Sabemos ya por cifras de CONEVAL que el año pasado 9.8 millones de personas se sumaron a las filas de pobreza.
Por lo tanto, si atendemos a los datos del censo hoy más de la mitad de la población está por debajo de los umbrales de pobreza. Carecen de la satisfacción de alguna de las necesidades básicas, en fin.
Esto inevitablemente genera un contexto complicado para las elecciones, pero también para la propia pobreza, perdón, para la democracia, porque incrementa la insatisfacción social que está ahí, que está latente y que, sin duda, debe preocuparnos.
Parecería, como decía el informe, (inaudible) democracia en América Latina que realizó, que coordinó Dante Caputo en 2004, que seguimos jugando con ese juego perverso de averiguar cuánta pobreza y desigualdad aguantan nuestras democracias.
En tercer lugar, tenemos una dimensión política. La gestión de la pandemia suele inevitablemente implicar medidas excepcionales, y cuando estas medidas excepcionales que eventualmente implican alguna restricción a los derechos no van acompañadas de los debidos mecanismos de control del poder, pues vemos cómo en algunas democracias la pandemia ha provocado el debilitamiento de los aparatos electorales, el funcionamiento mismo de sus democracias, como ha ocurrido en Turquía, en Hungría, o en Polonia. Además, la pandemia está corriendo el riesgo de exacerbar la polarización política.
Hoy lamentablemente, ojalá y esto no se exacerbe, estamos viendo cómo los temas de la pandemia, y no hablo de la política para enfrentar la pandemia, que es sano y pertinente se discuta públicamente, más en un contexto electoral; así pasó en los Estados Unidos.
Me refiero más bien a la politización de las soluciones de la propia pandemia, tales como la vacunación, o la realización de pruebas, que ojalá y no se conviertan en un elemento que enrarezca todavía más el contexto complejo, natural, de las elecciones.
Déjenme decirles esto, es natural que en una elección exista una polarización política, de hecho, me atrevo a decir que las campañas son el espacio institucional para que la confrontación se despliegue, las diferencias se subrayen.
Pero cuando esto ocurre con un dejo, es decir, con este germen, con este componente adicional de intolerancia que estamos viendo entonces sí la democracia puede verse erosionada.
Porque entonces al adversario no se ve como un legítimo contendiente, sino como un enemigo al que hay que no solamente derrotar, sino eventualmente erradicar.
Ese es un tema que a mí me preocupa muchísimo. Estamos viendo una exacerbación de la polarización en el discurso político que puede (inaudible) los problemas no menores.
Ya vimos y lo analizamos, Raúl, no me dejarás mentir, en algunos de los seminarios que realizamos conjuntamente, cómo esa polarización llevada al extremo pues puso en riesgo, y como tú bien decías, la viabilidad y la fortaleza institucional que aguantó al final. Pero, bueno, episodios como la toma del Capitolio son realmente preocupantes y son el producto de esa exacerbación y polarización política.
Termino, además está una dimensión social. Todos estos problemas de insatisfacción (inaudible) las inconformidades. Y si ya antes de (inaudible) pandemia habíamos visto cómo el legítimo derecho a la protesta, el legítimo derecho democrático a la protesta, en algunos casos había desbordado los cauces institucionales y había propiciado, incluso, reacciones, el uso de la fuerza desproporcionada, pues, evidentemente, los estados democrático y de derecho por la conjunción de todos estos factores, la insatisfacción que producen, pues, evidentemente, todas las democracias, por decirlo a no menos, (inaudible) intención.
Con esto termino como invitación. Creo que la democracia, así arranqué, la democracia es una construcción colectiva, no es el resultado de la voluntad de un solo hombre, de un solo partido, de una sola ideología, ha sido una apuesta de generaciones de mexicanas y mexicanos de muy distintas orientaciones políticas, que tuvieron un objetivo común, construir un conjunto de reglas y procedimientos para que la disputa por el poder pudiera realizarse de manera libre, pero, sobre todo, de manera pacífica, de manera pactada.
Pactada por lo menos en torno a las reglas, creo en ese sentido que frente a todos estos desafíos la defensa de la democracia también tiene que ser asumida, más en un espacio académico privilegiado como el de nuestra facultad, como una defensa colectiva que también nos implica responsabilidades a todas y todos nosotros.
Muchísimas gracias querido director, y estoy atento al diálogo con mi comunidad.
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