VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, EN LA CONFERENCIA VIRTUAL “IMPORTANCIA Y USOS DE LA INFORMACIÓN DEL CENSO DE POBLACIÓN Y VIVIENDA 2020”, ORGANIZADO POR EL INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA Y GEOGRAFÍA (INEGI)
Muchas gracias, mi estimado Julio.
Saludo, antes que nada, a todas y todas las distinguidas personalidades, amigas y amigos todos que participan en este panel.
Comienzo felicitando al INEGI, a todos sus integrantes, a los miembros de su servicio de carrera, a su Junta de Gobierno y, en particular, a su Presidente el doctor Julio Santaella, por la realización puntual del Censo de Población y Vivienda 2020, a pesar de las difíciles condiciones sanitarias en las que se llevó a cabo su levantamiento y procesamiento.
Como mexicano, el INEGI, lo digo sin medias tintas, es un orgullo para el país.
El Censo a cargo del INEGI supone el ejercicio de campo más grande que realiza el Estado mexicano y, en unas semanas más, comenzará el segundo trabajo de campo más grande a cargo de una institución pública, en este caso, a cargo de INE, que será la visita a más de 12.2 millones de mexicanas y mexicanos para organizar la que será la elección más grande, tanto por el número de potenciales electores, como por el número de cargos públicos en disputa de nuestra historia democrática.
Quiero agradecer además la invitación a este evento, acompañando al INEGI, que es un aliado estratégico del INE, y que, como este, es uno de los venturosos resultados de construcción institucional del proceso de transición a la democracia que hay que valorar y proteger y poder así ilustrar uno de los muchos ámbitos de colaboración entre ambos institutos, dos órganos del Estado mexicano que generan y resguardan dos de las bases de datos más grandes y más importantes del país que con el tiempo han generado a partir de las sinergias institucionales múltiples información de una enorme utilidad pública.
Me refiero a uno de estos datos de colaboración. Actualizar la geografía electoral del país mediante el trazo de los distritos electorales uninominales, tanto a nivel federal, como local, es una atribución constitucional exclusiva del INE a nivel nacional desde 2014.
Conforme al mandato de nuestra Constitución, esa delimitación debe realizarse periódicamente con base en los resultados definitivos del Censo con la finalidad de que los movimientos demográficos que se experimentan al interior de una entidad, entre entidades e incluso fuera del país, no afecten la calidad de la representación política.
Ciertamente, se aplican más criterios y se utilizan sofisticadas herramientas informáticas para encontrar los mejores escenarios de conformación geográfica-electoral, pero la variable reina, de la que parte todo el proceso de distritación federal y local, es la población.
Se trata de que cada representante sea elegido por una cantidad similar de habitantes y que represente a un número similar de mexicanas y mexicanos. De ello depende un principio básico de la democracia, que el voto de cada ciudadana y ciudadano tenga el mismo peso, es decir, que tenga el mismo grado de influencia en las decisiones colectivas que se toman en ése que es el órgano democrático por excelencia en una democracia: el Congreso de la Unión.
Ello implica que, por cada grupo similar de ciudadanos, haya un representante o dicho al revés, que cada diputada y diputado, en particular, represente con su voto a un número similar de ciudadanos, para eso se hace la distritración de manera periódica.
En suma, el equilibrio poblacional de los distritos debe contribuir a igualar el valor de la representación política y con ello se estimula el principio democrático de un ciudadano, un voto.
Para ilustrar la importancia de la actualización de los distritos de mayoría, permítanme señalar un par de datos, de acuerdo con el Censo de 2000, éramos un total de 97.4 millones de mexicanas y mexicanos y 10 años después, con base en el Censo de 2010, ese total ascendió a 112.3 millones de personas. Esto significa que el incremento de 14.8 millones de personas en esa década estaban alterando el equilibrio poblacional de 86 de los 300 distritos electorales.
Con la redistritación que aprobamos en 2017 a partir del censo pasado, el de 2010, la totalidad de los 300 distritos electorales uninominales federales quedaron dentro del rango que nosotros conocemos como media nacional, esto es, con una variación de más menos el promedio de dividir la totalidad de los pobladores entre los 300 distritos que para el censo pasado fue de 374 mil personas y con ello se logró que el valor de cada sufragio en la elección de 2018 fuera proporcional en la integración de la actual legislatura.
A partir de la información del Censo 2020 sabemos que la población total del país es ahora de más de 126 millones de personas, 13.6 millones más que en 2010, la nueva media nacional para los distritos electorales aumentará 420 mil personas, 13.6 millones que, eventualmente, en función de cómo se hayan dado los flujos migratorios podrían alterar el equilibrio poblacional de algunos distritos y circunscripciones plurinominales.
Con los datos ya disponibles que nos ha ilustrado en su presentación Julio, ya puede observarse que la dinámica demográfica ha generado que entidades como la Ciudad de México, el Estado de México, Veracruz, Guerrero o Michoacán tengan menos población en términos relativos que las otras.
Por otro lado, Nuevo León, Baja California, Querétaro, Puebla y Yucatán han incrementado su población en términos relativos y esto muy probable se traducirá en la nueva redistribución de los distritos electorales.
Lo anterior significa, que para la organización de las futuras elecciones el incremento poblacional de poco más del 12 por ciento respecto del censo pasado podría tener un impacto electoral y propiciar que algunos distritos excedan el porcentaje de desviación proporcional permitida respecto de la media nacional.
Además, la cifra actualizada de 7.4 millones de personas que se auto adscriben como indígenas resulta relevante para determinar lo que la ley en la materia nos impone en el sentido de maximizar la determinación de distritos electorales.
Hoy, con base en el Censo de 2010 son 28 distritos. Habrá que hacer el análisis puntual correspondiente, aunque el Censo de 2020 nos advierte desde ahora que la proporción de esta población disminuyó ligeramente en la década pasada.
Lo anterior implica, que al término del proceso electoral de 2021, después de haber organizado, estamos seguros, exitosamente la elección más grande en nuestra historia, el INE ejercerá su atribución exclusiva y evaluará el impacto de la nueva realidad democrática del país para determinar, con base en las metodologías y herramientas disponibles, así como con la activa participación de los partidos políticos y expertos en demografía, la nueva redistritación federal y las redistritaciones locales correspondientes.
Concluyo, como empecé, reconociendo el trabajo del INEGI, y en particular la labor pedagógica que está llevando a cabo con la organización de foros como éste, y a nombre de las consejeras y consejeros electorales del INE quiero hacer un reconocimiento público a INEGI, a todos sus integrantes, y en particular a su Presidente, como decía, por su profesionalismo y la calidad con la que se llevó a cabo el Censo 2020.
Estoy convencido que el diseño y la instrumentación de las políticas públicas siempre se benefician cuando se sustentan en datos ciertos y rigurosamente construidos, como lo que nos ha presentado el INEGI una vez más en este Censo General de Población y Vivienda 2020.
Muchísimas gracias.
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