VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL, LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, EN LA PRESENTACIÓN DE LA “MEMORIA DEL PROCESO ELECTORAL FEDERAL 2017-2018”, REALIZADA EN EL MARCO DE LA 41 FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DEL PALACIO DE MINERÍA
Muchas gracias, muy buenas tardes a todas y todos.
Con la presentación pública de esta Memoria del Proceso Electoral 2017-2018.
Estamos cumpliendo, una vez más, con una tradición que, a lo largo de 10 procesos electorales, desde 1991, el entonces Instituto Federal Electoral ha venido, periódicamente cada tres años realizando.
Esta es la décima memoria que se publica por parte de la autoridad electoral federal desde que, a partir de 1990, hace justamente 30 años, este año celebraremos 30 años de institucionalidad democrática, ha sido el responsable de ir resolviendo lo que, a finales de la década de los ochenta era probablemente el principal de los problemas que enfrentaba la sociedad mexicana, las elecciones.
Hoy, después de 30 años, las elecciones, si bien siempre son mejorables, si bien siempre vale la pena revisar las reglas, las instituciones, los procedimientos para enfrentar los desafíos que la vertiginosa vida política, elección tras elección, nos pone en frente, hoy ya no son un problema.
Y presentar esta memoria hoy, la décima memoria a cargo de la autoridad electoral federal, ahora nacional, cumple y tiene, en particular, un doble propósito: El primero, es el que ya mencionaba Guadalupe y Ciro, el documentar la que hasta ahora ha sido la elección más grande de nuestra historia, y digo la más grande porque ya habrán escuchado a los funcionarios electorales de cara a la elección de 2021 decir, y en el 21 vamos a la elección más grande de la historia. Pues sí, mientras la pirámide poblacional siga siendo la que es, y el Padrón Electoral creciendo como está creciendo, siempre vamos a enfrenar una elección más grande cada vez que vayamos a las urnas a nivel federal.
Para 2021 estamos esperando seis millones más de potenciales electores, ciudadanas y ciudadanos, respecto de la elección de 2018. Van a ser (inaudible) estimamos, potenciales electores en el listado nominal.
Pero hasta ahora, la elección más grande ha sido la de 2018 y, también la más compleja, porque fue la elección presidencial, la primera elección presidencial que se tuvo que organizar a la luz del nuevo modelo electoral surgido de la reforma de 2014.
La reforma de 2014 cambió radicalmente el modo en el que se organizan las elecciones y la encomendó al entonces Instituto Federal Electoral, convertido ahora en un ente nacional, no solamente hacerse cargo de manera exclusiva de las elecciones federales, sino también, estar involucrado en una de las partes más delicadas, más extensas, más complejas, el trabajo de campo justamente, en la organización de las elecciones locales.
Un dato ilustra lo que significó este pequeño cambio, que esto va mucho más de una mera letra, la “F” de Federal por la “N” de Nacional en el IFE convertido a INE.
A lo largo de 23 años, el IFE organizó 18 elecciones federales. Desde 2015 hasta 2019 el INE ha estado involucrado en la organización de 198 elecciones federales y locales, con las dos de este año, Coahuila e Hidalgo, quedaremos a la friolera de 200 elecciones organizadas, así que hay que documentar esa historia.
Así que hay que documentar esa historia, hay que documentar esa elección, no solamente para no perder la memoria, sino también para no perder eso que ya anticipaba en la presentación Daniela, es decir, la necesaria vocación pedagógica que la autoridad electoral debe tener.
Esta memoria busca solamente, no sólo documentar con cifras, con explicaciones puntuales, sino también, ilustrar lo que fue la elección, lo que estuvo en juego, cuáles problemas enfrentábamos, cómo lo resolvimos. Como una manera de potenciar, ilustrar hacia el futuro lo que hicimos bien y mantenerlo, y lo que vale la pena mejorar.
Documentar y explicar como dos grandes propósitos, y esto es particularmente importante, y retomo el hilo de lo que Ciro anticipaban. Cuando, en un momento en el que, lo rápido de los tiempos de la información, de los problemas, del sucederse de las noticias etcétera, puede hacernos olvidar lo que significa en el transcurso de la historia 2018, y hacernos caer a la tentación, de algunos demagogos, de reescribir la historia de nuestra democracia, planteando, desde una versión creacionista, que la democracia surgió en 2018, el 1° de julio de 2018.
Igual recordaba Lupita con justa razón que alguien en 2000 pretendió decir que había empezado la era democrática del país. Y creo que es importantísimo comprender al 2018 no como un punto de partida, al menos en clave democrática, ojalá y sea el punto de partida de una época en la que se resuelvan los grandes problemas nacionales de pobreza, de desigualdad, de corrupción, de impunidad, de violencia y de inseguridad.
Ojalá, pero ya lo veremos, eso lo dirá la historia. Lo que sí es cierto es que desde el punto de vista democrático 2018 no es el punto de partida de nada, sino más bien el punto de llegada de una evolución que nos ha llevado décadas de construcción de instituciones, de procedimientos, producto de consensos, de apuestas que gradualmente fueron transformando la vida nacional, y provocaron que lo que hace 30 años era un problema hoy ya no lo sea.
A esa visión creacionista esta memoria contribuye para reivindicar la visión evolutiva, evolucionista de nuestra construcción democrática. Dicho de otra manera, frente al dogma y el auto de fe, la razón, la explicación y la objetividad, los datos, frente a la demagogia, los datos comprobables.
Justamente en estos momentos hace algunos minutos en otro espacio público había quien osaba señalar que en 2018 se estaba fraguando un enorme fraude, y que solamente la voluntad democrática del pueblo mexicano lo impidió, y a juicio de ese había un responsable de ese fraude: el INE.
Olvidando que el INE no organiza la elección, el INE, como lo comenta esta memoria, solamente pone las condiciones, pone los insumos, para que sean millones y millones de mexicanas y mexicanos los que se apropian, se adueñan y construyen la elección.
El INE no cuenta los votos, lo cuentan nuestros vecinos, vecinas y vecinos que son ciudadanos de a pie, que son los verdaderos garantes del respeto a la voluntad ciudadana emitida en las urnas.
El INE solamente pone la mesa, el festín democrático lo organizan, lo realizan y lo celebran las y los mexicanos. Insisto, frente al dogma, frente a los autos de fe, frente a la mentira, los datos objetivos y la razón.
La elección de 2018, además, fue producto, decía, de una larga lucha que ha cuajado lenta y gradualmente en un sistema electoral fuerte y robusto.
La mejor elección que ha organizado la sociedad mexicana, hasta ahora, ha sido la de 2018, y la de 2018 no hay que olvidar, se dio en un contexto global muy complejo para la democracia.
Probablemente desde mucho tiempo atrás la democracia en el mundo no había enfrentado tantos desafíos y tantos problemas, tantos riesgos. El que deviene, o el que deriva, del profundo desencanto con los resultados, con los precarios que han dejado gobiernos democráticamente electos, el desencanto y el enojo con las promesas incumplidas de la democracia.
Pero, también de tener que hacer las cuentas con nuevos fenómenos, como la irrupción de las redes sociales que revolucionaron la manera de comunicarnos, y que hace 10 años llevaron, por cierto, algunos ilusos, a pensar que con las redes sociales la democracia representativa estaba viviendo sus últimos días para dar paso a una E-Democracy, una democracia digital.
En donde, cada quien, pudiendo obviar instituciones electorales, elecciones y órganos representativos podría tomar las decisiones, o contribuir a la toma de las decisiones colectivas desde su celular.
Hoy sabemos, 10 años después, que las redes sociales, si bien son poderosos mecanismos de comunicación no necesariamente generan una mejor democracia, es más, no necesariamente sirven para fortalecer y apuntalar la democracia, sino que constituyen hoy uno de sus principales desafíos.
En la década pasada, las redes sociales sirvieron para dinamitar los regímenes autoritarios en el fenómeno conocido como la Primavera Árabe, pero hoy ninguno de los países de la Primavera Árabe es un sistema democrático consolidado. La mejor prueba concreta de que las redes sirven para comunicar, pero no necesariamente construyen democracia, ni una mejor democracia.
Es cierto, las redes horizontalizan la discusión, pero crean una falsa impresión; cuando alguno de ustedes emite un Twitter cree que le está hablando al mundo, en realidad le está hablando a un “bolsón”, a una especie de bolsa endogámica, autorreferencial que solamente pocos, los influencer, orgánicamente logran trascender u otros, los manipuladores, a través de bots y demás, logran trascender.
Dicho eso, ese es el contexto en el que se organizó la elección de 2018, y es una elección exitosa, cuando todo mundo advertía, nos advertía de los riesgos, de las nuevas condiciones en las que la democracia se recrea en el mundo; contextos de desinformación, contextos de violencia y, particularmente violencia política contra las mujeres, contextos de inseguridad como los que lamentablemente siguen aquejándonos desde hace más de una década en nuestro país y que provocaron que desde todo el mundo, la principal preocupación respecto de las elecciones mexicanas, fuera justamente el contexto de violencia que estaba impactando durante las campañas, en algunas ocasiones, que es importante señalar, no fue provocado por las elecciones.
Es decir, las elecciones no es que provocaron la violencia. Desgraciadamente, pero esa es la realidad de nuestro país, las elecciones tuvieron que realizarse en uno de los contextos más lamentables de violencia y la violencia, como suele ocurrir, lastima todos los ámbitos de la convivencia social, incluido el ámbito electoral.
Y, sin embargo, hoy las elecciones de 2018, ésas que se explican en esta Memoria, son punto de referencia a nivel mundial, en algunos temas particulares. Y no lo dice el Presidente del INE, no lo decimos desde el INE; ONU Mujeres ha identificado el caso mexicano de construcción de la paridad en la representación, como el caso emblemático de referencia a nivel global.
De la mano de ONU Mujeres, el caso mexicano está siendo explicado en muchos otros países. Perdón la anécdota, cuando me invitaban a Colombia porque estaban discutiendo si aumentar las cuotas, o llegar a la paridad, un senador colombiano me dijo: es que para ustedes fue fácil llegar a la paridad. Usted no sabe qué machistas son los colombianos. Y yo le decía, mire, nosotros inventamos el mariachi, las rancheras, así que no nos vengan con esa historia.
Y, sin embargo, gracias a medidas fundamentales como llevar la paridad a la Constitución, pero una serie de medidas afirmativas, hoy logramos que la paridad como principio, paridad en las candidaturas como principio, se tradujera en una paridad efectiva en las representaciones.
Gracias a decisiones que tomamos, por primera vez en esta Legislatura, no se dice mucho, pero hay que reivindicarlo, gracias a acciones que tomó el INE, por primera vez tenemos una cuota indígena representada en la Cámara de Diputados.
La elección de 2018 fue una elección, también, en donde se puso a prueba uno de los dos grandes modelos para enfrentar el fenómeno de la desinformación a nivel global. Y, como ustedes saben, después de 2016 con las elecciones del Brexit, del Plebiscito de la Paz en Colombia, las elecciones presenciales en Estados Unidos, el tema de la desinformación se colocó como uno de los principales desafíos que enfrentan los sistemas democráticos en el mundo.
Y no es porque la mentira sea nueva, la mentira es tan vieja como la política; en la antigüedad clásica le llamaban al mentiroso, demagogo. Lo que pasa es que, con las nuevas tecnologías, la mentira hoy tiene, en los contextos electorales, un potencial nocivo mucho mayor.
Bueno, qué es lo que han estado haciendo muchos países en el mundo, Francia, por ejemplo, criminalizar las noticias falsas, criminalizar la desinformación cuando esa ocurre en las elecciones.
El caso mexicano, aplicado con la elección de 2018 apostó por una ruta distinta: combatir la desinformación con información. De ahí que hubiéramos creado conceptos que resultaron exitosos en la construcción de confianza de la ciudadanía a lo largo del proceso electoral, como la idea de la cadena de confianza; es decir, explicar la elección como un conjunto de eslabones que, inevitablemente se tienen que cerrar para poder pasar al siguiente, dándole certeza, transparencia y confiabilidad a la construcción de la elección.
El caso mexicano, que implicó no solamente una nueva narrativa, que implicó una actitud proactiva de explicación, pedagógica de la autoridad electoral, que implicó que el INE fuera el primer órgano electoral del mundo en firmar convenios de colaboración con los grandes gestores de redes sociales: Facebook, Google y Twitter.
Que permitían utilizar esas redes donde la desinformación, de las que la desinformación se aprovecha, precisamente para que la información fuera puntualmente dirigida.
La posibilidad de alentar esfuerzos como certeza- perdón- como Verificado 2018, son todos esos esfuerzos que cuajaron en lo que hoy se conoce a nivel global como el modelo mexicano de combate a la desinformación y que está siendo punto de referencia en todo el mundo.
Por no hablar de la fiscalización, tener que fiscalizar en 45 días más de 18 mil informes de campaña es un asunto que demuestra que, a pesar de todo lo mucho que hay que hacer en esta materia, es algo en lo que nos hemos convertido en punto de referencia.
Los debates presidenciales, el primero de los cuales se realizó e este patio, que radicalmente transformaron el modo en el que se debatía, provocando que, lejos de privilegiar, en vez de privilegiar la figura de los candidatos, se privilegiara el interés de la ciudadanía de informarse, en saber quiénes eran y cómo actuaban frente a situaciones incómodas los que les estaban pidiendo el voto, y que hoy se está convirtiendo en un punto de referencia, de nueva cuenta, a nivel internacional.
En Argentina, ahora en Ecuador, el modelo de debates que se está siguiendo es justamente el que introdujimos en nuestro país.
En suma, esta elección es una elección que vale la pena, no sólo recordar y documentar, sino que, debemos reivindicar como una construcción colectiva.
Termino diciendo, nos ha costado muchísimos esfuerzos, nos ha costado una enorme apuesta histórica construir elecciones ciertas, confiables y creíbles, y esto ha sido así porque de la construcción de la democracia es una obra colectiva, no es obra de un solo partido, no es obra de una sola ideología, no es obra mucho menos de un sólo hombre. La democracia es la construcción de una sociedad que decidió apostar por la ruta electoral como la ruta para renovar sus gobiernos de manera pacífica y recrear ese intenso pluralismo que es parte de nuestra realidad política.
Así como a la democracia la construimos todos, hoy, en los tiempos en los que hay amenazas, en los tiempos de dogmatismo, en los tiempos en los que hay quienes quieren reescribir la historia para su propio provecho también debemos decir que le toca una defensa colectiva.
El INE no es de quienes estamos en el INE, el INE es de la sociedad mexicana, y creo, como se está demostrando, le toca a la sociedad mexicana también reivindicarlo y defenderlo.
Muchísimas gracias.
-o0o-