Intervención de Lorenzo Córdova, durante la presentación del libro en versión electrónica: Monitor Democrático 2019

Escrito por: INE
Tema: Coberturas especiales


VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL, LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, DURANTE LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO EN SU VERSIÓN ELECTRÓNICA: MONITOR DEMOCRÁTICO 2019. “CAUSAS Y EFECTOS JURÍDICOS DEL VIRAJE ELECTORAL (2018) VS EL PLURIPARTIDISMO EN MÉXICO”, REALIZADO EN LA COORDINACIÓN GENERAL DE ESTUDIOS DE POSGRADO DE LA UNAM

 

Un gusto, como siempre, y un placer poder, no solamente participar institucionalmente con los trabajos del COPUEX y seguir la tradición heredada, en su momento desde el Tribunal Electoral, presidido entonces por nuestro Fernando Ojesto, sino, además, bueno, una responsabilidad como miembros del propio colegio ¿no?

 

Yo celebro mucho el arranque del este XXII curso que, como ya es tradición, arranca justamente o comienza justamente con la presentación de los siempre voluminosos textos compilados por el doctor Molina Piñeiro, y por, digamos, con la colaboración de quienes en los, a lo largo de los cursos vamos paulatinamente nutriendo estas compilaciones.

 

Creo que, es un buen pretexto, insisto, comenzar un curso como el que ahora arrancamos con el cierre, digámoslo así, comentando el resultado biográfico del curso previo.

 

Y desde este punto de vista, y perdón, ya ni (inaudible) ya a la chilanga ya me arranqué, los veo a todos, les agradezco a todos, los estimo mucho, les tengo un reconocimiento muy grande, pero por cuestión también de obviedad de tiempo ¿no?, la descortesía, no quiero que se traduzca en una descortesía, un mayor, digamos, de arruinar lo que serán los eventuales convivios que al cabo de esta reunión tengamos.

 

Yo creo que, de aquí, permítanme unas reflexiones que eso, buscan más, digamos, reflexionar a propósito del cierre del curso pasado, de su edición y apuntar algunas cosas solamente respecto a lo que ya tenemos ocasión de ir discutiendo en los meses por venir en el curso de, en el margen del curso que ya arranca.

 

Primero, creo que la verdad, más allá de que haya sido casi obligado que el COPUEX dedicara las reflexiones en el año posterior a la elección de 2018 a lo ocurrido entonces, me parece que hoy la presentación del libro tiene una enorme pertenencia, son pocos, todavía muy pocos los textos en los que se analiza, tanto en su significado histórico, como en las derivaciones y consecuencias lo que nos ocurrió como producto de la elección del 2018.

 

Y creo que esto hay que lamentarlo, aunque en buena medida, la vertiginosidad a la que, de la vida pública, de la discusión pública de la narrativa pública que, desde el arranque del actual gobierno, hace ya un año y algunos meses, ha provocado, y es que, corremos el riesgo de que 2018 no pase de ser un momento anecdótico, sin duda referencial y un parteaguas en muchos sentidos, pero sobre el que no reflexiones adecuadamente.

 

Me parece que esto es obligado hacerlo, es decir, creo que repensar el 2018 debería ocupar los esfuerzos intelectuales y académicos de un, nuestros esfuerzos intelectuales académicos, durante un buen rato. Sobre todo, porque estamos frente a un inédito, inédito no, pero sí consistente, inédito en su consistencia, intento de construir una nueva narrativa de lo que nuestra democracia y la transición a la democracia ha significado.

 

Digamos que, a diferencia de lo que había ocurrido en las elecciones previas, incluidas, incluso en aquellas en las que se, se recreó el fenómeno de la alternancia, que ya hoy tiene una carta de naturalización tan en el plano federal como en el plano local, son solamente cuatro o cinco estado aquellos en los que la alternancia en el Ejecutivo no ha ocurrido, pero digamos, esto ya es parte del paisaje ordinario.

 

Ni siquiera en el año 2000, cuando por primera vez vimos una alternancia en la Presidencia de la República, ni siquiera en 2012 cuando la alternancia se repite habíamos vivido estos intentos de reconstruir o reconstrucción de una narrativa y una reinterpretación de nuestro sistema democrático que me parece particularmente delicada, por decir lo menos.

 

Y me refiero a estas narrativas que provocatoriamente he querido definir, he venido defendiendo como narrativas creacionistas de la democracia mexicana.

 

Por cierto, en un homenaje y en un reconocimiento a uno de los grandes científicos mexicanos que enaltecen esta casa de estudio, que es el doctor Antonio Lazcano Araujo, alumno privilegiado, primordial de Alexander Nodal, y que constituye un punto de referencia en la ideología evolutiva a nivel mundial. Sobre todo, porque ha sido una de las figuras académicas que han sido atacadas acusándolas, justamente, de toda una narrativa de partes, esta narrativa que hoy forma parte, lamentablemente, de un discurso polarizante entre buenos y malos, entre defensores de o nuevo y defensores de un pasado que vale la pena o que debemos de necesariamente dejar atrás.

 

Y si, la historia siempre implica redefinir el pasado, dejar a tras el pasado. Pero una cosa es dejarlo atrás pretendiendo eliminarlo, anularlo, y otra cosa es, enfrentar el futuro haciéndonos fuerte a nuestro pasado. Y estas son las visiones creacionistas a las que hago referencia, que se contraponen a las visiones evolucionistas de la cual este XXI tomo es parte, digámoslo así, o es una prueba, digamos, de la misma; y es que hoy se busca vender, en la construcción de una nueva narrativa, no me atrevo a decir si desde el poder o desde aspirantes a intelectuales orgánicos, ¿no? nuevos aspirantes a intelectuales orgánicos, que al democracia mexicana no existía antes del 2018, y que el 2018 fue un despertar democrático que deja tras una larga noche de autoritarismo.

 

Y no porque el 2018 no sea relevante y no sea momentum, en muchos sentidos un parte agua que eventualmente dará inicio a una nueva etapa, una nueva etapa ojalá en la que se resuelvan problemas ancestrales de, que aquejan a la sociedad mexicana. Los problemas, los grandes problemas nacionales de pobreza, desigualdad, corrupción, impunidad, inseguridad, en fin, de esa promesa incumplida en términos de justicia social que arrastramos desde la revolución y hasta la fecha, y seguimos arrastrando.  Y honestamente no sé ni para cuando, pero ojalá y esto, el 2018 marque el inicio de algo nuevo en ese sentido.

 

Pero de lo que sí no podemos permitir, me parece, es que esta nueva narrativa se imponga planteando que lo que comenzó el 2018, insisto, ojalá y haya comenzado otra etapa, ya lo veremos, lo juzgaremos históricamente, lo que no podemos permitir es que nos vengan a decir que la democracia empezó en 2018.   Porque, y aquí sí, esa visión creacionista me parece que hay que reivindicar una postura y una defensa evolucionista de nuestra democracia.

 

Y es que, en todo caso, la adecuada lectura de 2018 es que lo que ocurrió en 2018 no es necesariamente el inicio de algo, sino la consecuencia de una apuesta histórica que fuimos construyendo y modelando, bien o mal, pero que fuimos modelando a lo largo de varias décadas, 40 si queremos remontarnos a la reforma de 77 como momento de, digamos, de inicio de esa historia ¿no?, tres décadas si queremos, más bien, analizar la construcción del nuevo modelo electoral  a partir de la reforma de 89-90 y de la reinvención institucional que hoy nos tiene de alguna manera en donde estamos.

 

Pero vuelvo a insistir, el 88 es una consecuencia, en todo caso una causa o un efecto, quiero decir, no tanto un momento fundacional, al menos no en términos democráticos.

 

Y creo que libros como estos nos ayudan, insisto, no solamente porque es la última secuela de una larga serie de publicaciones que poco a poco han ido documentando a lo largo de las últimas dos décadas de este proceso de cambio institucional y político, sino, también, porque es una oportunidad para reflexionar, desde muy distintas perspectivas, desde muy distintos ámbitos, desde lo loca, desde lo  nacional, desde el ámbito estrictamente electoral, desde un ámbito más politológico o sociológico, el fenómeno de 1988.

 

Así que, creo que hay que darle la bienvenida, entre otras cosas, porque nos sirve pues para documentar esta defensa de nuestra democracia como el producto de una evolución histórica y de una serie de compromisos y de batallas de varias generaciones de mexicanas y mexicanos que nos permitieron que hoy tengamos o que nos han permitido que hoy tengamos lo que hoy tenemos. Y esto no significa que no haya mucho por hacer todavía, etcétera, etcétera.

 

Y es que estas visiones creacionistas además son particularmente injustas. Hasta injustas con personajes que no debemos olvidar, si queremos, en esta moda de la teoría política de personalizar, es decir, desinstitucionalizar y personalizar los momentos de nuestra historia.

 

Es decir, déjenme decírselos así. Defender el evolucionismo se lo debemos a Reyes Heroles, se lo debemos a Cuauhtémoc Cárdenas, de lo debemos al mismo Muñoz Ledo que sigue teniendo un segundo aire que es muy venturoso para todos ¿no? bueno, un segundo como, pero muchos, pero que está muy bien pues, y hay que agradecer ¿no? a Manuel J. Clouthier, Castillo Peraza, en fin, nuestra historia viva en muchos sentidos, y hay que reivindicarla.

 

Y es que yo creo que es indispensable en este contexto mirar de dónde venimos para comprendernos y para mirar en consecuencia hacia el futuro.

 

Se ha hablado aquí mucho de la transición, desde la primera intervención de Marco se ha venido planteando digamos la referencia a una serie de evoluciones, de apuestas históricas, el Padrón, etcétera, etcétera.

 

Permítanme contribuir a ellos, no pretendiendo hacer una remontada a las (inaudible), pero sí aportar una perspectiva diferente de interpretación o más bien, complementaria de interpretación de esta evolución que es indispensable para entender el 88 como consecuencia, y que es indispensable para no perder de miras hacia dónde tenemos que ir, sobre todo ante un tema tan provocador como suelen serlo los del Colegio, como el que nos, al que dedicaremos este curso, “división de poderes y órganos constitucionales autónomos en el neo presidencialismo en México”.

 

Bueno, ya después, bueno, lo de “neo”, creo que nuestro problema es que nunca nos hemos desafanado del presidencialismo, esto de neo, simple y sencillamente es una larga historia con distintos momentos de intensidad.

 

Pero quiero decir, lo que, creo que nuestra transición la podemos entender, no solamente desde el punto de vista de las distintas reformas electorales, de los momentos que son parte aguas de nuestra evolución política, sino también, desde el punto de vista de las necesidades que nuestro proceso a la transición democrática tuvo que ir enfrentando y resolviendo.

 

Pensando de dónde venimos: un régimen autoritario, vertical, cerrado, aquél de 1976 ¿no?, con aquella trágica y, pero no por ello menos cierta, ¿no?, declaración de López Portillo que ya Julio César no recordaba en 77- perdón- 76.

 

Bueno, pero viniendo de donde veníamos, la gran necesidad era la necesidad de inclusión, de resolver el problema de la exclusión y de la refractariedad del viejo sistema político a partir de una lógica de inclusión y de apertura.

 

De inclusión de un pluralismo que sigue estando ahí. Habrá tiempo de seguir platicando, pero yo creo que en México es un país profundamente plural, cada vez más plural, a eso volveré en un momento, pero que embrionariamente se comenzaba a presentar en los años 70 y que estaba desbordando ese todavía germinal pluralismo los causes institucionales y que, consecuentemente la necesidad primera era la de abrir  el sistema institucional y permitir por esa tan vapuleada y me da, miren como es la historia ¿eh? y me gusta subrayarlo.

 

Esta tan vapuleada institución de la representación proporcional. Vapuleada por el PAN cuando gobernaba. Vapuleada por él, es más toda esta historia de la partidocracia y el discurso anti legislativo, fue producto de una decisión presidencial, de un gobierno que por primera vez enfrentó gobiernos divididos: el de Fox y a partir de entonces se construyó una narrativa de la que hoy estamos pagando las cuentas.

Me da mucha risa pensar cómo el PAN quería reducir cuando gobernaba la representación proporcional.

 

Como el PRI quería reducir la representación proporcional cuando gobernaba y cómo ahora MORENA quiere reducirla.

 

¿Será que la representación proporcional está pensaba precisamente para la recreación del pluralismo y el fortalecimiento democrático?

 

Bueno, a lo mejor es este el momento en el que hay que plantear: mejor reduzcamos la mayoría relativa y apostemos a proporcionalidades puras. Yo sí, yo encantado, digo, como en Alemania.

 

En fin, lo que quiero decir es que esa primera necesidad derivó con el paso del tiempo, en resolver el problema de la institucionalidad que hoy nos tiene en buena medida aquí reunidos.

 

Esa necesidad de resolver el problema electoral, que hoy ya no lo es, aunque muchos insistan en no verlo y que hace 30 años era probablemente el principal de nuestros problemas.

 

¿Cómo le hacemos para que las elecciones no sean un problema? Porque mientras las elecciones; es decir, el mecanismo de acceso al poder sea un problema, el ejercicio del poder lo va a seguir siendo o lo va a ser, también.

 

Cómo, en consecuencia, como segunda gran necesidad, resolver el tema de la certeza y de la claridad de los procesos electorales y que trajo como consecuencia esa invención institucional que hoy ya cumple tres décadas.

 

Un tercer momento, sobre todo después de las elecciones del 94, cuando el mismo Presidente Zedillo, quien ganó las elecciones, reconoció que venía de elecciones limpias, pero inequitativas, nomás faltaba ¿no?.

 

El PRI gastó en la elección presidencial el 85 por ciento de los recursos de los gastos de campaña y que trajeron como consecuencia tener que enfrentar esa tercera gran necesidad que fue la de generar condiciones de equidad en la competencia.

 

Por dos grandes vías primordiales: financiamiento público generoso distribuido con ciertos mecanismos de equidad y acceso a los medios de comunicación sin que el dinero fuera la llave condicionante de acceso a los mismos.

 

Por cierto, dato curioso, de nuevo, para un análisis sociológico del poder, qué casualidad que la reducción a la mitad del financiamiento público, jóvenes habrán escuchado que hay quien está planteando reducir el financiamiento público a la mitad, ¿verdad? De los partidos políticos.

 

Bueno, en Tabasco ya lo hicieron, y en el ámbito local ahí se distorsionó la historia, pero, bueno, a ver, el discurso de reducir, ¿sí saben quién lo planteó? ¿quién lo está planteando? ¿quién lo ha planteado?

 

Ah, pero bueno, tú ya estás en el doctorado así que no te estaba preguntando a ti, ya no está tan joven Fernando. Les preguntaba a nuestros jóvenes invitados hoy. ¿Sí lo han escuchado verdad? Seguramente están pensando en la propuesta de César Nava siendo presidente del PAN planteó hace alrededor de 10 años, ¿no? O, ¿no?

 

¿No estaban pensando en eso?

 

Ah, entonces estaban pensando en la propuesta de Enrique Ochoa siendo presidente del PRI que hace cuatro años, o cuatro años y medio planteó reducir el financiamiento público a los partidos políticos en 50 por ciento, o ¿no?

 

Bueno, si no estaban pensando en esas dos no hay de otra, es la propuesta de Tatiana Clouthier que hoy está planteando reducir el financiamiento público al 50 por ciento.

 

Lo dejo como análisis de la sociología del poder. Qué casualidad que siempre el partido en el gobierno quiere reducirle la mitad en el financiamiento de los partidos políticos.

 

Digo, más allá de las buenas intenciones inspiradas en la lógica de austeridad, por algo será, digo yo. Bueno, ese es el producto de la cancha pareja que hemos logrado construir, y que siempre desde el poder se busca desnivelar.

 

Siempre, no importa de qué poder, y no se crean esas historias, perdón, del poder bueno y del poder malo, el poder es el poder. Y por eso la apuesta del constitucionalismo, la apuesta civilizatoria del constitucionalismo moderno es la de controlar y regular todo poder, empezando por el poder político.

 

Bajo una premisa: qué bueno que haya buenos gobernantes, pero y si nos toca malos gobernantes. Por cierto, alguien, no me acuerdo quién decía, y lo bromeaba con Luis, que hablaba alguien de, creo que Madai, de que hay algunos malos gobiernos, me gustaría encontrar algunos buenos gobiernos diría yo. Peor, bueno, bajo esa premisa es que al poder se le regula.

 

Y, finalmente, lo que, el sistema electoral que nos dimos, la necesidad de generar una homogeneidad, una estandarización, tanto en las reglas como en las instituciones, como en los procedimientos y en los criterios.

 

Eso es lo que nos trajo donde estamos. Y déjenme decirlo así, nos ha funcionado bastante bien, con independencia que se pueda mejorar indudablemente.

 

Creo que, lo que pasó en 2018, o la elección de 2018, forma parte, digámoslo así, de un conjunto de experiencias que, desde la última reforma hasta la fecha, pues nos demuestran que el modelo electoral, si bien complejo, democrático electoral, si bien complejo, si bien rebuscado, barroco, como lo ha mencionado alguno de nuestros colegas, en fin, pues es un modelo que funciona.

 

Hoy por lo menos lo electoral no es un problema, aunque algunos, vuelvo a insistir, lo quieran volver a colocar en el centro y convertirlo en un problema. Irresponsablemente., no; pensando que las elecciones hoy se ganan si, lo digo coloquialmente, te “agandallas” del órgano electoral.

 

Es que hay quien lo piensa, olvidándose que quien decide en las elecciones son las y los ciudadanos. Y si no me creen vean eso que para mí es ilustrativo, del estado de salud que tiene nuestra democracia en su dimensión electoral.

 

En los últimos cinco años hemos vivido el lustro, hablo de 2015 a 2019, el lustro de alternancias más grande de nuestra historia. El índice de alternancias es del orden del 60 por ciento, tanto del plano federal, como del plano local y en el plano municipal. Y no hay una sola fuerza política que pueda decirse beneficiaria exclusiva de esa alternancia.

 

Es decir, la posibilidad de que un partido político que gana una elección vuelva a ganarla en el siguiente turno electoral es de apenas cuatro de cada 10 posibilidades.

 

Y esto no es que nos vuelva más democráticos per se, porque la alternancia no es la prueba, no es condición de democracia. Digo, sería tan absurdo decir como si un partido vuelve a ganar una elección pues ya caemos en el déficit en el índice democrático.

 

Lo que nos vuelve democráticos es que existan las condiciones. Y cuando hablo de condiciones estoy hablando de las instituciones, de las reglas, de los procedimientos, de las garantías, que permitan, si así lo deciden las y los ciudadanos, la alternancia.

 

Lo que nos vuelve democráticos es la posibilidad de existencia de que pueda haber alternancia. Si la alternancia existe o no eso ya lo deciden libremente los electores.

 

Pero dicho al revés, si hemos tenido este índice de alternancia es porque las condiciones ahí están y, consecuentemente, nadie puede escatimar que, en México, por lo menos en lo electoral, en otros temas tenemos un montón de pendientes, pues hemos avanzado.

 

Y creo que esa es la clave de lectura con la que tenemos que emprender la elección de 2018. Sobre todo, cuando hay quienes han planteado, bueno, reinventemos lo electoral; como si lo electoral fuera una vez más el problema.

 

Con un dato curioso, ésta es la primera vez que se está planteando una reforma electoral integral desde el poder. Cuando históricamente desde 1977 las reformas han sido pedimentos de la oposición para tener mejores condiciones, mejores reglas, mayores elementos de certidumbre en la competencia electoral.

 

Dicho eso, en efecto, de cara a lo que sigue ha habido cambios no menores, probablemente el primero de ellos en el Congreso. Pero creo que como constitucionalistas, como analistas de la vida política tampoco podemos dejar de lado eso que algunos colegas, que algunos autores, concretamente Ciro Murayama y José Woldenberg han venido poniendo sobre la mesa.

 

Sí, tenemos una mayoría hegemónica, pero cuidado con las hegemonías que hoy se venden como si fueran parte de la nueva realidad política, hablando aquí sí de pluralismo.

 

No nos olvidemos que, si bien hubo un ganador indiscutible, con porcentajes y cifras que no se veían desde hacía, desde De la Madrid al menos, en la Presidencia de la República, en el Congreso el partido más votado obtuvo el 37 por ciento de los votos.

 

Claro en la coalición que iba tuvo el 42 por ciento, y un problema que deberíamos estar discutiendo es por qué hoy esa coalición tiene el 56, 57 por ciento. Y por qué el partido que tuvo el 37 por ciento tiene el 52 por ciento de la Cámara.

 

Cuando la Constitución dice que no más ocho por ciento, y, por cierto; ya que estamos discutiendo sobre la pertinencia o no, y agradezco mucho siempre esta coincidencia con Marco, de a propósito de la representación proporcional, pues por qué de una vez no vamos quitándole, si lo que queremos es una representatividad democrática, o por lo menos bajándole, quitando esa cláusula de sobrerrepresentación, de posible sobrerrepresentación, o de plano eliminándola

 

Por qué ocho por ciento. Por qué no vamos discutiendo cómo las coaliciones hoy son una manera de burlar esos límites.  Por cierto, esto nos lo fue a reclamar Pablo Gómez en su momento en las elecciones de 2015, ¿te acuerdas Marco?

 

Es que aquí ustedes están permitiendo el fraude a la ley, y hoy Pablo Gómez, ¿sí han oído hablar de Pablo Gómez? ¿Sí saben? Es diputado federal. ¿Sí saben de qué partido? ¿De qué? De Morena.

 

Sí, pero no llegó a las urnas vía Morena, eh. porque fue diputado propuesto por el PT. Es decir, él mismo hoy es protagonista de ese fraude a la ley que hace tres años denunciaba. Claro, ahora ya no lo denuncia pues porque pues ya es del partido mayoritario, digo, y eso siempre cambia la perspectiva.

 

Dicho lo cual, creo que esos son los temas sobre los que tenemos que avanzar, sobre todo, porque, digamos, este neo presidencialismo en buena medida también es una construcción a partir de estos déficits de nuestro sistema electoral.

 

Y el pluralismo, y aquí sí me diferencia con Javier, y valdrá la pena discutirla; bueno, cómo que ya no hay pluralismo. Dos ejemplos, el año pasado todo mundo piensa que arrasó Morena en las elecciones. Claro, se llevó las dos joyas de la corona, que eran las gubernaturas de Puebla y de Baja California, pero si vamos a bien ver en términos de la votación recibida por cada partido en las seis elecciones Morena tuvo 1 millón 900 y el PAN tuvo 1 millón 700 mil; y de ahí para el real, el resto de las fuerzas políticas tienen una presencia relevante en nuestro país.

 

Bueno, Aguascalientes la ganó el PAN. En Durango Morena prácticamente fue una fuerza marginal, entre otras cosas porque, y lo sabe bien Javier, pues porque ahí se pelearon. Creo que había varios Morenas que estaban contendiendo.

 

A nosotros nos llegaron a registrar dos tipos de listas distintas. Llegó una lista avalada por el CEN y otra lista avalada por el partido local. Quién le puso los candidatos a ese partido, pues los tribunales, en última instancia la Sala Guadalajara.

 

Digo, a ver, ésta es la realidad en la que estamos. Lo que pasa es que no hay que perder de vista bajo la tentación de esta nueva narrativa de que ya prácticamente este país es mono color de nueva cuenta, lo que no está pasando en la realidad.

 

Cuál es la peor manera de defender nuestra endeble institucionalidad democrática, por esa por la que nos hemos batido y a la que le vamos a dedicar el siguiente curso, termino.

 

Para empezar, no comprarnos lo que nos quieren vender como el nuevo discurso desde el poder, o desde la hegemonía política. Porque si no, ahí sí ya pues México ya no es plural.

 

Tiene razón, para qué tantos partidos. Qué mal está haciendo el INE. Y es el segundo ejemplo. Ciento… ¿cuántas fueron? Ocho organizaciones quisieron constituirse partido político el año pasado, hoy ya sabemos, bueno, mañana se vence el plazo, pero serán entre, pueden ser seis, eh, con posibilidades reales, y no hay hegemonía, digo tampoco exageremos.

 

Claro que hay un partido que tiene una presencia fundamental, pero vamos viendo, eh, porque nunca había visto tantas broncas al interior de un partido político. Digo, sí ya habíamos visto partidos a cuyas dirigencias se las designaba el Tribunal Electoral, pues esto ya tiene tiempo, no.

 

Pero cuando tienes el elemento coagulante del poder, eso casi siempre pasaba desde la oposición. ¿Qué quiero decirles? La cosa se está moviendo. Y éste es un país muy plural, y muy diverso.

 

Es que dice Luis: ojalá, mira Luis, es que ojalá, de acuerdo, yo coincido contigo. Ojalá y no perdamos lo que hoy existe, es que éste es país plural y diverso, lo que va a pasar el 9 de marzo no es una cuestión menor.

 

Es decir, pero no caigamos en el carrito, no caigamos en la trampa, que desde las secretarías de Estado a través de tweets muchas veces nos plantean. De que hay quienes representan al pueblo y quienes no.

 

Porque el pueblo mexicano es un pueblo profundamente plural y diverso. Y si no me creen espérense a ver las elecciones de Hidalgo y de Coahuila este año.

 

Y espérense a ver lo que va a pasar el próximo año. Claro, en esta lógica claro que tenemos que defender, cierro con esto, tenemos que tener una función de preservación institucional.

 

No porque seamos conservadores, las instituciones siempre tienen que perfeccionarse y hay mucho qué mejorar. Pero no perdamos de vista que lo que tenemos es mejorar lo que tenemos no reinventar el agua tibia.

 

Sobre todo, en ciertas materias, como en la materia electoral. Pues que si lo hemos hecho tan mal a mí que me digan por qué demonios el INE es el órgano de asistencia técnica electoral del Consejo de Europa.

 

O sea, cuando los europeos tienen un problema en materia electoral vienen y nos consultan, en materia técnica electoral, vienen y nos preguntan a nosotros.

 

Si no, me digan por qué Marco querían que fuera el vocero de las elecciones en Dominicana. Digo, más allá de las virtudes personales, bueno, a través de UNIORE, pero ya lo querían nacionalizar dominicano.

 

Es decir, y más allá de las virtudes personales y académicas de Marco, pues Marco finalmente fue a Dominicana representando una institución que es, en muchos sentidos, punto de referencia.

 

Si no porqué díganme en materia de participación política de las mujeres ONU Mujeres habla del caso mexicano de la paridad como un caso exitoso que debería seguirse.

 

Por qué la discusión, ésta gran discusión sobre redes sociales, desinformación y democracia se habla de dos modelos en el mundo, el modelo francés y el modelo mexicano de combate a la desinformación.

 

Si hemos hecho tan mal las cosas, y esto nada más como contra argumento a los que quieren reinventar el agua tibia, pues, digamos, explíquenme por qué nos ocurre esto.

 

Que quiero decir, terminando. ¿Hay mucho por mejorar en nuestro diseño institucional? Sin duda. Se nos ha pasado tal vez, hay la crítica de algunos constitucionalistas en la cantidad de órganos constitucionales autónomos, pues tal vez, pero más bien discutamos eso.

 

Y no perdamos de vista esta lógica natural de preservación, por lo menos de las conquistas democráticas. Porque en esta lógica de que todo, y cierro de nuevo con aquella narrativa, de que todo lo que existía antes no sirve, lo único que nos va a provocar es que acabemos, como dice José Woldenberg, tirando el agua sucia con todo y niño. Y esa sí sería una verdadera tragedia.

 

Por cierto, esa narrativa es la narrativa que siempre, invariablemente, ha sustentado discursivamente las grandes construcciones autoritarias de la historia.

 

Siempre hay que reescribir la historia, en un plano de que lo que había antes no sirve y la necesidad de reconstruir un orden nuevo. Pues el único orden nuevo que a mí se me antoja es aquel que comenzó a construirse hace 400 años y que hoy llamamos democracia constitucional.

 

Los otros órdenes nuevos no solamente no me gustan, sino, además, históricamente han demostrado su fracaso y su riesgo para las libertades y los derechos.

 

Bienvenida la discusión sobre división de poderes y órganos constitucionales autónomos en el neo presidencialismo en México, nada más que no perdamos de vista que, digo yo, como sugerencia, esta discusión tiene que centrarse en preservar lo que hemos hecho bien y lo que nos costaría muchísimo históricamente perder. Pero eso hay que defender.

 

Muchísimas gracias.

 

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