Intervención de Lorenzo Córdova, durante la clausura del conversatorio, La violencia feminicida y el feminicidio

Escrito por: INE
Tema: Consejero Presidente

 

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL, LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, DURANTE LA CLAUSURA DEL CONVERSATORIO CON LA DRA. MARCELA LAGARDE Y DE LOS RÍOS, “LA VIOLENCIA FEMINICIDA Y EL FEMINICIDIO”, REALIZADO EN EL AUDITORIO DE LA INSTITUCIÓN

 

 

 

Muchísimas gracias, de verdad muchísimas gracias.

Cuando planeábamos este evento en algún momento se me sugirió que diera la bienvenida, pero creo que era un símbolo que hoy escucháramos y, en todo caso, eso sí, hasta por mera cuestión de cortesía, no por otra cosa, de ninguna manera algún tipo de supremacismo, dar las gracias y despedirlas.

Quiero agradecer profundamente las intervenciones de todas las compañeras a lo largo de esta mañana y, por supuesto, en particular, no sólo la presencia, sino la conferencia que escuchamos por parte de la doctora Marcela Lagarde, especialista de uno de los temas que hoy, por razones profundamente desafortunadas, por decir lo menos, ha venido ocupando un lugar preponderante en la discusión pública de nuestro país: la violencia feminicida.

Gracias a todas quienes participaron en este evento, que sirve para recordarnos la inmensa deuda que tiene este país y, en particular, que tiene el Estado, que tenemos como parte del Estado, con la causa feminista.

Como Estado, hay que reconocerlo, en este tema hemos fallado y ese es el punto de partida indispensable de reconocer para resolver el problema y que pasa por combatir para erradicar el mismo, como nos ha recordado bien Marcela.

Combatir la desigualdad por razones de género y la violencia política contra las mujeres no es un tema nuevo en la agenda del Instituto Nacional Electoral y, mucho menos, en la agenda de construcción de nuestra democracia.

Como ya nos recordó Marcela, han sido muchos años en los que las mujeres, mujeres como ella, han trabajado en generar conocimiento, visibilizar la causa y tratar de sensibilizar y educar a quienes están al frente de los órganos, a quienes estamos al frente de los órganos que tomamos las decisiones en el país.

Hemos avanzado en muchos temas, la publicidad de la Cámara de Diputados, con justa razón, la del Senado, con justa razón habla de la legislatura de la paridad de género. Ha sido una construcción colectiva y este no es momento para colgarse medallas, pero las autoridades electorales hemos, de la mano trabajado, con esta causa.

Y menciono esto, no para, este no es momento para reivindicar ni asumirse nada, sino, simple y sencillamente, retomando las palabras finales de Marcela, para comentar una anécdota que, para nosotros, para mí fue muy significativa.

Luego del éxito que logramos en las elecciones de 2018 en términos de convertir el principio de paridad, que es sin duda un avance del que hay que, todas y todos, reconocernos; es decir, el de la inclusión del principio de paridad en las candidaturas en la Constitución, haber tomado una serie de acciones para transformar ese principio de paridad en las candidaturas, en una representación paritaria, es decir, en la paridad en la representación.

Este hecho provocó que distintas instancias internacionales, ONU Mujeres, en esta lógica de tratar de generar algún tipo de influencia, nos invitara a otros países. Tuve el privilegio, hacia finales de 2018, de ir a contar el modelo de paridad mexicano en un contexto en el que se discutía el pasar de una cuota de 30 por ciento, eventualmente a 40 por ciento, y por qué no, dar el salto de una vez a la paridad. A Colombia.

Y recuerdo una anécdota, una reunión con un Senador de la República Colombiana que me decía, “es que, mire doctor, qué bueno que lo hayan logrado, lo que pasa es que acá tenemos un problema, aquí somos muy machos”, y yo le decía “mire, los mariachis y las rancheras las inventamos nosotros, así que sí se puede”. Pero es un ejemplo de logros que todavía lamentablemente son insuficientes respecto de lo que tenemos que hacer.

Es mi convicción que la primera forma en que los hombres podemos ayudar a la lucha de las mujeres que, como Marta Lamas, en algún momento me recordó, no es de las mujeres, es de todas y todos, contra la violencia feminicida pasa por escucharlas.

Por eso, celebro que el INE, la casa de la democracia, como nos gusta llamarla, se pueda, se haya abierto las puertas y hayamos podido ofrecer conjuntamente, con Angélica, con Adriana, con las organizadoras, un foro para posicionar el que hoy es uno de los problemas más apremiantes y dolorosos para el país. Y de una vez lo digo, aunque esta es parte de la naturaleza de esta institución, cuenten con este espacio todas las veces que lo necesiten, que lo necesitemos.

Y de una vez tomo la provocación y la generosidad de Marcela para anunciar que, bueno y aquí me disculparán las colegas y los colegas del Consejo General, pero pues es una decisión presidencialista, ni hablar. He instruido ya al Director de Prerrogativas y Partidos Políticos, perdón, al Director de Capacitación Electoral y Educación Cívica para que construyamos, no solamente un espacio en la biblioteca, esa estantería que esperamos crezca, sino, de una vez, construir un micrositio en el que todas esas publicaciones puedan ser puestas a disposición de todas y todos quienes lo quieran de manera gratuita.

Habrá que ver el tema de los derechos de autor, pero, dado que vamos a publicar, a publicitar los textos de ustedes, espero que sean suficientemente generosas para poderlos ceder a esta iniciativa, que no es otra cosa sino seguir la pauta que Marcela nos mencionaba.

Es imposible fortalecer y consolidar a la democracia en México sin la inclusión, el respeto y la defensa de los derechos de las mujeres. No podemos continuar, se nos ha recordado una y otra vez y tenemos que asumirlo, por el camino que normalizó el acoso sexual, la discriminación por motivos de género, la violencia política en razón de género, y la violencia en general que sufren millones de niñas, jóvenes y mujeres en todos los ámbitos de su vida: en centros de trabajo, en la calle, en el transporte público, en las escuelas y, por desgracia, también en sus hogares y en las elecciones.

Erradicar la violencia contra las mujeres tiene, por supuesto, una dimensión política que hemos intentado atender desde este Instituto, pero todo esfuerzo está condenado al fracaso si no se atienden, como Marcela bien lo señalaba, las causas que originan el problema. Es un problema estructural, nos recordaba Marcela, y como, prácticamente todo problema estructural, pasa no solamente por tomar medidas para resolverlo, sino también, medidas para renovar culturalmente las bases sobre el que este problema estructural se funda.

Y también, por supuesto, si no se visibiliza el fenómeno desde sus raíces, lograrlo, pasa necesariamente, insisto en ello, por escuchar y entender a quienes la sufren en todos los ámbitos de su vida, y por actuar todas y todos juntos. No vamos a avanzar, no podemos avanzar sin la participación de las mujeres.

No hay ni puede haber democracia, democracia plena sin todas y todos, necesitamos transitar, como lo dijo la doctora Lagarde, a un Estado democrático de género. Es más, me atrevo a decir, un Estado democrático o es de género o no es un auténtico Estado democrático.

Y aquí me tocó, Marcela, ni hablar, mi vena académica que comparto y que todavía me implica que tengo un espacio en la Universidad para volver cuando se acabe este compromiso, qué bueno, y lo celebro de veras, que cuando hoy aquí hablamos de feminicidio no se haya hecho de manera aislada como in fenómeno execrable que es en sí, sino, que se haya dado en el marco de la discusión de su continente, la democracia.

Y es que tenemos, decía Marcela, que construir una ética del siglo XXI, una ética feminista, una ética de la convivencia en democracia, y con razón, nos señalaba, que ese no es un punto de partida, y eso hay que, de veras, que subrayarlo, sino que es la consecuencia que vendrá después como parte de la práctica en una sociedad democrática, que por definición es una sociedad sin violencia.

Ya nos ocuparemos de cotidianamente actuar con una ética feminista, con una ética, repito, de convivencia y democracia, pero esa es la consecuencia, como bien nos recordaba Marcela y ese es un punto que vale la pena subrayar, insisto.

Las mujeres llevan años diciendo “¡Ya basta!”. Y estamos obligados a prestarles atención, no sólo desde un discurso condescendiente, como algunos pretenden, sino con un auténtico compromiso por su causa y sus demandas que son, insisto, de todas y todos.

Repito el punto: La violencia contra las mujeres es una causa de la democracia, no es una causa sólo de ellas, es una causa de todas y todos.  Y es que, a bien ver, la democracia es en si una conquista civilizatoria, la única, por cierto, que permite la convivencia política de la diversidad y el pluralismo político de manera pacífica. Democracia es la negación per sede la violencia, de cualquier tipo de violencia, y mientras sigamos padeciendo violencia en nuestra sociedad, no podemos decir que concluimos nuestra tarea de construir democracia.

Vamos en 2021 a las elecciones más grandes de nuestra historia, en donde elegiremos alrededor de 3 mil 500 cargos, Adriana me va a corregir porque insistimos mucho en 2018, en efecto, son 3 mil 500 cargos si tomamos el número de boletas que estarán a disposición de las y los ciudadanos el 6 de junio del próximo año. Pero, como sabemos, hay algunas de esas boletas que sirven para elegir a todas las autoridades del municipio, todavía tenemos que afinar la cifra, pero andaremos rondando los 27 mil cargos que serán designado por la vía de las urnas; es decir, casi ocho mil más que en 2018.

Es una elección en donde tendremos que trabajar para que nuevamente la Cámara de Diputados y los 30 Congresos estatales que van a renovarse, alcancen la paridad plena y sean esos parlamentos espacios desde los cuales se aprueben las leyes y las políticas que están exigiendo la causa de la democracia, la causa de la igualdad, la causa de la no violencia.

Pero, además, vamos a renovar mil 922 municipios. Si quitamos los municipios de, así llamados de usos y costumbre, o de sistemas normativos internos, solamente habrá 80 municipios que no se van a renovar.

Y lamentablemente la historia nos enseña que ese es el contexto en el que, con mayor frecuencia, porque tal vez en muchas ocasiones son los menos visibles, se practica esta execrable situación que es la violencia política con las mujeres.

Por eso, de cara al 21 debemos trabajar para erradicar un fenómeno que lamentablemente, insisto, se ha hecho presente en las elecciones pasadas.

Esa violencia política contra las mujeres por razones de género que no podemos permitir ocurra. No podemos admitir que haya candidatas, dirigentes o funcionarias atacadas, estigmatizadas, violentadas o agredidas en ese proceso electoral.

No debemos, ni podemos, como sociedad, normalizar esa violencia que, desafortunadamente, ha ido creciendo en el país y que también tiene un reflejo en la contienda electoral.

Marcela hablaba de la Consulta Infantil y Juvenil, un ejercicio que vamos a seguir realizando, no solamente para poder tener continuidad sobre el tema, sino, porque, además, nos está enseñando ejercicio tras ejercicio, edición, tras edición, cómo entre nuestras chicas y chicos el fenómeno de la violencia cada vez va siendo un fenómeno más y más asumido como parte de la normalidad en la que vivimos.

El día en que perdamos la capacidad de indignarnos frente a la violencia, será el día en el que, sí, lamentablemente, habremos perdido también nuestra democracia.

Y lo grave de estos ejercicios es que, dado que están segmentados por edad, podemos ir viendo que conforme crecen las niñas, los niños, el fenómeno de violencia va siendo cada vez más interiorizado.

Tiene razón Marcela, no son ejercicios solamente para respetar el derecho que tienen las chicas y chicos del país a expresarse. La Convención sobre los Derechos de los Niños nos obliga como autoridades no solamente a escucharlos, sino a atender y actuar conforme a lo que se escucha.

Por eso ya es una práctica recurrente que una vez que tenemos estos ejercicios los entregamos ante los tomadores de decisiones, pero nos toca a todas y todos que eso no sea un mero evento formal.

Sino que se trate de la base sobre la cuál, tomándolos en cuenta, que es también su derecho, tomándolas en cuenta que es también su derecho, se traduzca justamente como Marcela nos recordaba, en la instrumentación de políticas públicas.

No podemos, de ninguna manera, acostumbrarnos a la normalización de la violencia. Vamos, como decía, a las elecciones más grandes, que deben ser también las más libres, en términos políticos; las más limpias, las mejor organizadas de la historia y, también, las elecciones en las que, ojalá, logremos erradicar la violencia política contra las mujeres.

En ese sentido, tenemos que hacer las elecciones del 2021 también las más justas en el concepto que Marcela, en los términos que Marcela señalaba al principio de su intervención.

Termino, agradezco muchísimo a la doctora Lagarde, a las diputadas, a las especialistas que nos acompañaron, a mis compañeras y compañeros del Consejo General, y a todas las trabajadoras y trabajadores del Instituto que hoy están aquí; a las y los estudiantes que nos acompañan por permitirnos compartir este espacio con ustedes. No es de nosotros, es de ustedes.

Insisto, y con esto concluyo, hoy es tiempo de escuchar a las mujeres, solidarizarnos con su causa, exigir y construir justicia, y actuar en consecuencia todas y todos juntos.

Muchísimas gracias.

 

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