VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, EN LA CLAUSURA DEL PRIMER TORNEO NACIONAL MÉXICO DEBATE 2019, REALIZADA EN LA ANTIGUA SEDE DEL SENADO DE LA REPÚBLICA
Buenas tardes tengan todas y todos ustedes.
La verdad es un privilegio estar en esta ocasión, en este momento casi final de esta edición México Debate, en un lugar privilegiado, donde se lleva a cabo, en este recinto histórico, en Xicoténcatl,
Quiero gradecer mucho la disposición de México Debate a forjar esta alianza estratégica con el Instituto Nacional Electoral y por supuesto al Senado, a través de su Comisión para la Juventud, el respaldar esta iniciativa.
Debo decir, después de, soy un profesor universitario prestado al servicio público desde hace algunos años, que no es frecuente ver episodios como el que el gobierno le presente su celular a la oposición para poder medir tiempo.
Creo que desde aquí se están generando también lecciones para las y los políticos. Tengo un texto escrito, me voy a ceñir a él. Tal vez es un poco largo, lo he estado ampliando, después de escucharlos, no para rebatirlos a ustedes, al contrario, tome mis notas y esas me las llevo, porque, por cierto, en estos momentos, en sede legislativa está discutiéndose o no la posibilidad de la revocación del mandato.
Además, ya después tendremos ocasión, tal vez en un aula universitaria de platicar sobre el punto.
Lo que sí tengo el compromiso de extenderme lo suficiente para que la discusión que los miembros del jurado están llevando a cabo en este momento y que no es sencilla, son de las veces en las que no soy miembro de un jurado, cosa que agradezco mucho, puedan efectivamente deliberar y presentarnos los resultados en unos minutos más.
Mucho ha cambiado el mundo y nuestras sociedades en las últimas décadas y mucho ha cambiado el México de los últimos 30 o 40 años.
Las demandas sociales y los mecanismos de participación en los asuntos públicos antes de la que, en la teoría política se llamó la tercera ola democratizadora, nada o muy poco tienen que ver con las exigencias predominantes en el nuevo siglo.
En México, en los años 70 y 80, las y los ciudadanos salían a las calles para exigir libertad de expresión, de manifestación, democracia.
Y en los años 90, las protestas se orientaban a garantizar igualdad de derechos y mayores espacios de representación.
Con la llegada del nuevo milenio, tanto la protesta pública ha disminuido si se le compara con la de los años 70 y 80 de manera gradual ante la existencia de múltiples canales institucionales que antes no se tenían.
Las demandas sociales y políticas se han orientado ahora hacia nuevos temas que hace 30, 40 años eran marginales en la discusión pública y que hoy son temas centrales como, por ejemplo, los temas de inclusión, de paridad, de libertades para las minorías y los grupos vulnerables.
En esta evolución de la democracia mexicana, en donde también el centro de atención se ha ido moviendo hacia nuevas problemáticas, nuevos dilemas, aprendimos a defender nuestras ideas, nuestras posturas, a convivir con la diferencia y a reconocer que la diversidad y el pluralismo son inherentes a las sociedades modernas.
Sin embargo, el cambio generacional que de manera natural se ha experimentado en los últimos 30 años. La masificación de la tecnología y la certeza de la recreación democrática experimentada en este periodo ha provocado que el ejercicio de derechos y libertades sea una condición cada vez más normal en nuestras sociedades.
Ello, a pesar de las múltiples violaciones a los derechos, sin embrago, que todavía persisten en nuestro país.
Para las y los jóvenes que hoy participaron en este Torneo Nacional de México Debate, nada tiene de extraño que las elecciones sean libres, los hemos escuchado, que el voto cuente y se cuente bien, y que cualquier fuerza política, candidata o candidato puedan triunfar en las elecciones, pero es parte de la normalidad democrática en la que ustedes han crecido, se han formado y, que hoy, en el debate que nos han regalado, recurrentemente estaba presente.
Son parte, ustedes, de una generación que ha crecido en un México muy distinto al que teníamos apenas hace 30 años, un México, hoy, en donde la pluralidad política está presente y se recrea después de cada proceso electoral.
Piensen ustedes que hace 30 años, justo hace 30 años México experimentó la primera alternancia en un gobierno local en el estado de Baja California, un estado que en muchos sentidos fue un laboratorio en donde comenzaron a instrumentarse, a practicarse, a revelarse nuevas prácticas políticas, prácticas en clave democrática, y que hacen de Baja California, en muchos sentidos, un laboratorio de construcción de la democracia del que, en el ámbito nacional nos nutrimos.
Baja California fue el primer estado que tuvo un Padrón Electoral autónomo del gobierno. Baja California fue el primer estado en donde se expidió una Credencial para Votar con Fotografía que sirvió de modelo a la que, luego, unos meses después el Instituto Federal Electoral comenzaría a instrumentar y que hoy se ha convertido en el mecanismo fundamental de identificación de todos los jóvenes, de todas las mexicanas y mexicanos mayores de 18 años.
Hoy es también un laboratorio en donde se están expresando las peores prácticas antidemocráticas y que vulneran el estado constitucional de derecho.
Sin embargo, estamos a pesar de ese profundo cambio político ante una paradoja, esa normalidad democrática en la que, con todos los déficits y pendientes que la democracia tiene para con la sociedad mexicana, está generándose o está recreándose en un contexto de expectativas incumplidas, de promesas incumplidas, de crecientes escándalos de corrupción asociados al ejercicio del poder público, que han terminado por generar, en México y en el mundo, una desafección respecto de las instituciones y de las prácticas de la democracia.
Ciertamente, la recreación de las elecciones provoca que adultos y jóvenes se intereses cada vez más en la vida pública, más todavía, cuando en las elecciones, que hoy se realizan en México, casi siempre existe una sana incertidumbre democrática, que es la única incertidumbre que una elección democrática admite: la incertidumbre respecto de los resultados.
Justamente eso que hace 30 años era algo cantado, era frecuente escuchar a muchos que decían “¿para qué participo si ya sabemos quién va a ganar?”.
Esa certeza que era una certeza antidemocrática, hoy es la única incertidumbre democrática que prevalece cada vez que vamos a las urnas.
Sin embargo, digo, siempre y cuando las elecciones y los ejercicios de consulta no sean amañados, porque cuando son amañados, cuando ya se configuran las preguntas induciendo las respuestas, pues no estamos frente a un ejercicio democrático y muchas veces, como lo hemos visto recientemente en las últimas horas, ni siquiera tiene fundamento legal.
Sin embargo, al término de las elecciones, esa movilización, ese interés muchas veces tiende a desvanecerse. Justo uno de los argumentos, o algunos de los argumentos que escuchamos de parte de nuestros finalistas y las personas tienden a distanciarse de la política y dejan que los asuntos públicos sean decididos por otros, como si la única responsabilidad de la ciudadanía en una democracia fuera elegir a sus gobernantes y representantes.
Pero eso no es así, dejar de involucrarse en los asuntos públicos y dejar de reflexionar sobre las decisiones que nos afectan, disminuye los contextos de exigencia, reduce los controles sociales y, con ello, se reduce el costo de resultados ineficientes por parte de los gobiernos democráticamente electos.
El tema de las redes sociales es un tema que ha transformado, iba muy largo y el jurado resolvió muy rápido, así que voy a procurar apurar el paso.
El tema de las redes sociales es un tema que hoy está presente en todos los ámbitos de la vida pública. Éstas, el internet, han transformado radicalmente la vida moderna también en el ámbito social y político.
Sin embargo, y permítanme aquí contribuir, ya el jurado ya decidió así que no se va a ver influenciado, los resultados los tienen ahí.
Permítanme hacer un agregado, digamos, como reflexión a los que nuestras y nuestros debatientes han planteado en su momento. Sin embargo, la irrupción de las redes no nos vuelve en automático más democráticos.
Hace 10 años, algunos autores, frente a la irrupción del internet, preconizaban que resultaba ineludible que la democracia moderna, la democracia representativa, tendiera a transformarse o a evolucionar hacia una e-democracy, como si las redes ineludiblemente volvieran más democrática la convivencia social, volvieran más democrática la discusión pública, volvieran más democrático el debate.
Y permítanme decirlo con un ejemplo, lo que las redes son, son poderosísimos mecanismos de comunicación, no necesariamente eso fortalece la democracia.
Las redes permitieron que realidades autoritarias como las de los países de la así llamada Primavera Árabe, como fichas de dominó, una a otra fueran cayendo. Y es que las redes permitían burlar los controles, los mecanismos represivos de los regímenes autocráticos y permitir, con una potencia, con una rapidez nunca antes vista, la generación de esa protesta en la plaza pública, de manera prácticamente incontrolable, pero ninguno de los países de la Primavera Árabe hoy es una democracia.
Sí las redes son poderosísimos mecanismos de comunicación y, desde este punto de vista, pueden, insisto en él pueden, contribuir a mejorar el debate democrático.
Sin embargo, para que un debate sea democrático, se necesita no solamente la inclusión que las redes pueden propiciar. Cuando uno escribe un tweet, cuando uno escribe un post en Facebook, cree que todo el mundo lo está escuchando y muchas veces nos olvidamos que las redes son autorreferenciales, son endogámicas; te sigue quien tiene cierta afinidad contigo y, muy pocas veces logra trascenderse, digámoslo así, de esos espacios estancos que el internet y las redes sociales permiten.
Pero el debate democrático requiere, al menos, otras dos cosas, que presenciamos esta mañana, que presenciamos a lo largo de estos días. Además de la inclusión que eventualmente, insisto, las redes podrían proporcionar, se requiere, ante todo, un piso común, un piso de entendimiento básico por lo que hace a la información de que se dispone y también a la lógica con la que se está comunicando.
¿Qué comunicación existe cuando uno postea un argumento y del otro lado alguien le mienta la madre? Son dos planos que no se tocan, la comunicación se presume que existe, pero en realidad no se está dando. Y, en segundo lugar, se requiere además responsabilidad.
Hoy hemos escuchado cuatro equipos distintos que han planteado y sostenido sus puntos de vista de cara al público, dando la cara, asumiendo la responsabilidad de sus dichos, cosa que las redes no solamente no necesariamente generan, sino que muchas veces permiten diluir.
Cuando, es muy difícil discutir contra un huevo, o contra Britney Spears que te está mentando la madre del otro lado del aparato telefónico.
Por eso celebro la organización de este primer torneo nacional México Debate, este torneo dirigido a las y los jóvenes estudiantes de 18 a 29 años que están inscritos en alguna institución de educación superior de nuestro país, es una manera de impulsar el ejercicio de principios democráticos, como la tolerancia, el respeto, el diálogo responsable para la toma de decisiones.
Debo decir que se trata de un ejercicio concebido, como hemos visto, para escuchar, argumentar y convencer.
Es un espacio pensado para mostrar la capacidad argumentativa de los participantes; las habilidades para exponer, razonar y proponer ideas bien fundamentadas.
Para el INE este primer torneo nacional al que se inscribieron 60 duplas integradas paritariamente, por cierto, cosa que hay que celebrar, una chica, un chico; de tres entidades federativas, representa uno de los proyectos con los que buscamos contribuir desde el marco de la Estrategia Nacional de Cultura Cívica al desarrollo de una nueva ciudadanía más dialogante, más tolerante, más participativa.
Para decirlo en una nuez, este torneo es una forma de reivindicar el debate informado como una buena práctica de cualquier sistema democrático.
Además, desde mi perspectiva, rescatar ese debate democrático en un contexto en el que está predominando la polarización, la descalificación gratuita no razonada, no argumentada, y la intolerancia; todos estos principios que son nutrientes para que germinen expresiones autoritarias, se vuelve una propuesta para apostar por la lógica incluyente, respetuosa de la diversidad política e ideológica, fortalecedora del pluralismo, que vea a éste, al pluralismo, como parte de nuestra riqueza democrática y no como parte de su problema, de sus problemas.
Para quienes integramos el INE la consolidación de la democracia requiere que la sociedad se involucre y participe en los asuntos públicos, que la ciudadanía nos cree contextos de exigencia a las autoridades, a los partidos y actores políticos, y que logremos sintonizar la cultura cívica con el perfeccionamiento de nuestros procedimientos y prácticas democráticas.
Consolidar nuestra democracia implica reivindicar el debate, el debate serio, el debate plural, el debate tolerante y, por ende, respetuoso y, sobre todo, reivindicar el carácter evolutivo de nuestra democracia, de nuestro sistema electoral, de sus instituciones.
Porque la nuestra es una historia de una evolución gradual y paulatina, no por ello menos profunda que la que ha ocurrido en otros lados.
Nuestra democracia no se construyó como algunos dogmáticamente pretenden hacernos creer, y pretenden construir una nueva narrativa pública, de la noche a la mañana.
Hoy somos lo que somos por el producto de múltiples generaciones de actores políticos y no me refiero a Belisario Domínguez, también, me refiero a actores muchos de ellos todavía vivos, protagonistas de esa lucha incansable por construir democracia.
Me refiero a actores como el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, algunos que están, otros que ya se fueron. Me refiero actores, como a Heberto Castillo, como Porfirio Muñoz Ledo, tribuno incansable y paradigmático de nuestro sistema parlamentario.
Me refiero, por ejemplo, a Castillo Peraza, me refiero a muchos otros héroes anónimos, de la transición que a lo largo de muchas décadas han construido democracia, y que hoy dogmáticamente hay quien pretende borrar de la historia democrática de nuestro país, falseándola y haciendo suponer que la democracia nació de la noche a la mañana y como producto de un evento electoral fortuito.
La democracia, no nació el primero de julio de 2018, ojalá que el primero de julio 2018, haya nacido un gobierno que resuelva los grandes problemas nacionales, eso lo veremos.
Pero el primero de julio, no es el origen desde ese punto de vista, desde el punto de vista democrático, de nada, es la consecuencia de esa evolución, que tenemos que defender, que tenemos que estudiar, que tenemos responsablemente que revindicar, porque un pueblo que pierde su memoria histórica es un pueblo que no se merece la democracia que esa lucha histórica le dio.
De ahí que el Torneo Nacional México Debate que hoy llega a su fin y que tiene el momento estelar en unos minutos más, constituye implícitamente un reconocimiento al pluralismo, a la diversidad de opiniones, posturas y creencias ideológicas.
Algo que debe ser normal y natural en una democracia y en todos los ámbitos, en los que ésta se reproduce todos los días: al interior de los partidos políticos, en el ámbito de la sociedad civil organizada, en las universidades, en los congresos federal y locales, etcétera.
Confió que, en el futuro, con la colaboración de la Asociación Mexicana de Debate y la Comisión de la Juventud y Deporte del Senado de la República, seguiremos organizando eventos como este para involucrar a las nuevas generaciones en las prácticas de la democracia y que generemos nuevas sinergias conjuntas en el futuro, para impulsar la construcción de una ciudadanía mejor informada, más exigente y más participativa.
Muchísimas gracias y muchas felicidades.
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