Intervención de Lorenzo Córdova, durante la presentación del libro, Violencia Política Contra las Mujeres: El precio de la paridad en México

Escrito por: INE
Tema: Consejero Presidente

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, DURANTE LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO “VIOLENCIA POLÍTICA CONTRA LAS MUJERES: EL PRECIO DE LA PARIDAD EN MÉXICO”, REALIZADA EN EL LOBBY DEL SALÓN DE SESIONES DE LA INSTITUCIÓN

 

Muchas gracias, Carlos.

Muy buenos días tengan todas y todos.

Es un gusto estar esta mañana con ustedes.

Quiero comenzar con una disculpa, se ha hablado de la anfitrionía, de la apertura de la casa, y fui descortés con Silvia, porque cuando dijo 14 gubernaturas en 2021, yo corregí de inmediato y dije 15. Lo siento, pero no podemos permitir que sean 14, porque eso implicaría que ese intento de violación y de subversión del orden constitucional tendría éxito, y me refiero a lo que está ocurriendo en Baja California.

En 2015, perdón, en 2021 habrá 15 elecciones de gobernador, o el orden constitucional habría sido gravemente dañado. Y hay que reconocer en este sentido algo, la persistencia de quienes quieren subvertir el orden constitucional y democrático, respecto de lo que yo he denominado: atropello a la democracia; y que otro Presidente de esta institución, un célebre presidente de esta institución, de manera mucho más precisa ha definido como atraco.

Así que, así como la defensa de los derechos humanos, la defensa de los derechos de las mujeres, la defensa de éstas frente a cualquier intento de violencia, tiene que caracterizar la lucha por la defensa del estado constitucional democrático de derecho. También hay otras batallas que vale la pena no olvidar.

Así que perdón Silvia, espero que esto haya servido de justificación para esta falta de cortesía de quien es anfitrión de la presentación de este libro, pero sí, no nos olvidemos que van y deben ser 15 elecciones de gobernador en 2021.

Ser el último en hablar en una mesa antecedida no sólo por amigas y admiradas analistas y luchadoras por la causa de la igualdad en democracia, tiene su complejidad, ya decía Claudia que poco había que agregar después de las intervenciones de las autoras y de Adriana.

A mí me va peor, así que prefiero ceñirme en consecuencia, a un texto que he venido preparado, que he preparado para esta ocasión, precisamente para, pues por lo menos, darle congruencia a lo que al final del día, en términos de la música clásica podría llamarse música de acompañamiento.

Saludo en primer lugar a las autoras del libro que hoy nos convoca, a Gabriela Vargas y Silvia Palazuelos, quienes ha llevado a cabo un profundo estudio de una problemática que es necesario debatir y analizar, como lo es la violencia política en contra de las mujeres.

Agradezco mucho la invitación de quien es la autora de este evento que es la Consejera Adriana Favela, pues me da la oportunidad de compartir con ustedes algunas reflexiones sobre este tema que, como se ha subrayado aquí, coincido, es transcendental.

La violencia política contras las mujeres es uno de los principales desafíos de nuestra democracia, a pesar de los múltiples esfuerzos institucionales, muchos de ellos relatados en el texto que hoy presentamos y de avances tangibles en favor de la paridad de género, hoy enfrentamos aún una problemática, que como bien dice este libro nos convoca a reflexionar y a pensar acciones correctivas para atender.

En un país moderno y democrático, que aspira a ser moderno y democrático, en donde además hay más mujeres que hombres resultan inaceptables las expresiones y condiciones persistentes de desigualdad, inequidad y discriminación y las múltiples formas de violencia que padecen, no solamente las mujeres, pero en particular las mujeres desde la infancia y la adolescencia, hasta la madurez y su vida adulta.

Que una mujer no puede ejercer a plenitud sus derechos políticos y ciudadanos es una lamentable realidad que es imperativo superar, pero que las mujeres vivan además con el temor a ser objeto de acoso, violencia sexual, agresiones físicas y sicológicas o, incluso, desaparición o asesinato resulta totalmente condenable y es una situación que nos llama a todas y todos a tomar medidas urgentes.

Hoy, a pesar de avances innegables, el Estado mexicano sigue teniendo una deuda pendiente con las mujeres que no se va a saldar condenando su activismo o poniendo en duda el reclamo que han hecho para poner fin a esa violencia que padecen cotidianamente, mucho menos se va a pagar esa deuda histórica criminalizando sus protestas o desviando la atención con temas que silencien sus legítimas demandas.

Los derechos políticos de las mujeres comienzan desde la posibilidad de expresarse en contra de la discriminación, la inequidad y cualquier forma de violencia que en política pueden ir desde la falta de oportunidades para participar en condiciones de equidad, la historia de los últimos 20 años ha sido una historia de paulatinos sucesos en este sentido; a la falta de acceso igualitario a las candidaturas; a las prerrogativas de los partidos políticos, que es increíble que hoy estemos en un escenario en el que seguimos multando a los partidos por no haber ejercido el tres por ciento que la ley les obliga para la promoción de la participación política de las mujeres.

Creo que es muy encomiable lo que ha ocurrido en la sala del Consejo General luego del último reporte anual en donde los propios partidos nos decían: Ayúdenos a gastar ese dinero. Y la verdad es una pena que los partidos, las prerrogativas de los partidos terminan regresándose a Hacienda, no porque esté mal que se regresen a Hacienda, eso no me toca a mí plantearlo, sino porque se regresen a Hacienda por la vía de las sanciones, aunque vayan a ciencia y tecnología, cuando en realidad ese dinero o esas sanciones obedecen al hecho de que ese dinero que se ha pensado, es más, que vinculantemente se ha determinado vayan a la promoción política de las mujeres, no se gaste.

O bien, el acceso en tiempos de medios de comunicación, a la discriminación que son objetos, en la cobertura noticiosa, como este Instituto ha demostrado una y otra vez, hasta la agresión directo, la descalificación, la estigmatización y el acoso en redes sociales.

El libro que hoy presentamos documenta y relata precisamente la lucha de un conjunto de mujeres mexicanas en favor de la igualdad y la paridad, así como el rol que han desempeñado ellas en distintas momentos de nuestra historia y en el desarrollo político de México, a reivindicarlas como protagonistas de nuestra transición política, la obra nos permite también visualizar los retos por superar, que las autoras, por cierto, plantean en dos ejes, por un lado la desigualdad que padecen en la esfera pública y, por el otro, la violencia política que obstaculiza el ejercicio de sus derechos.

Y aquí a propósito de lo que en el texto se menciona como una de las conclusiones y puntos fundamentales de la agenda pendiente en este tema y que Silvia nos han recordado aquí y que tiene que ver con la asignatura pendiente de definición o de tipificación de un delito en cuanto tal en el ámbito federal a propósito de la violencia política contra las mujeres por razón de género.

Creo que también es muy importante que el acompañamiento, lo he insistido muchas veces y estoy convencido del mismo, que no basta tipificar, porque si se tipifica, como se ha tipificado en otros lados, incluso, del mundo, mal, lejos de avanzar en esta materia, lo que estamos haciendo es abriendo la puerta para anular algo que tiene una muy buena intención y que es elevarle el costo, incluso en términos penales, a quien cometa violencia política contra las mujeres.

Y el asunto puede parecer un asunto nominal o nominalista, no es tal. Si tipificamos mal, estamos condenando al fracaso ese tipo penal.

Y ya lo hemos visto. Y creo que hay parte de la reivindicación de la lucha en contra de la violencia política de las mujeres pasa, entre otras cosas, por definir y precisar lo que esto significa. Porque ni toda violencia política, ni toda violencia es política, ni toda violencia política contra las mujeres es violencia de género.

Y el ejercicio de mala tipificación lo que puede acabar haciendo, es crear falsas expectativas que a la postre no podrán cumplirse. Y creo que esa es la peor manera de contribuir a una lucha que tiene justificación y que tiene que terminar bien. Así que cuidado.

Sí creo que es importantísimo concretar el tipo que hoy se está discutiendo en las cámaras federales, pero si esto se hace mal, lejos de ser un avance puede constituir a la postre el principal obstáculo para combatir este fenómeno que nos agravia a todos.

Creo que además de lo que se menciona hay un dato adicional que nos debe poner en alerta.

A mayor participación política de las mujeres, como el libro evidencia, se incrementa la violencia política en razón de género.

Es decir, al ganar protagonismo político, cosa que venturosamente hemos venido logrando a partir de una serie de definiciones legales, pero además de una serie de acciones afirmativas empujadas por los operadores jurídicos en materia político-electoral, es decir, las autoridades electorales, la paridad fue una gran cosa que estableciera en 2014 en el texto constitucional.

Pero la paridad por sí sola en el mejor de los casos, lo que garantiza es paridad en la postulación de las candidaturas. Las acciones de esas afirmativas que se han venido tomando de las que no repito muchas que ya se han mencionado aquí, son las que han permitido transitar de una paridad en las candidaturas a una paridad efectiva en la representación y son dos cosas completamente distintas.

Paradójicamente esto que es encomiable y que ha colocado al país en el tercer lugar a nivel mundial del número de legisladoras, también es cierto que tiene su cara oscura, su contraparte, su lamentable contraparte y que hay combatir a mayor participación política, mayor violencia por razón de género.

Decía, al ganar protagonismo político, las mujeres se exponen a ser agredidas y atacadas, lo cual es, repito, inaceptable.

Es por ello que debemos seguir avanzando y profundizar los logros que hemos obtenido en términos de paridad, principalmente lo logrado en las elecciones del año pasado.

Son muchos los alcances y las lecciones que nos dejó el Proceso Electoral de 2018 y una de esas lecciones es que los partidos políticos no sólo constituyen el principal instrumento para que las y los ciudadanos participen en los órganos de representación del Estado, sino también, pueden ser un vehículo, deben ser un vehículo para transformar prácticas culturales, justamente esas prácticas de las cuales Adriana y Claudia daban cuenta a propósito de una nota aparecida el día de ayer.

La paridad legislativa es, para decirla en una nuez, un producto colectivo que pudimos alcanzar no sólo por la aplicación de lo que hemos llamado, de lo que ONU-Mujeres, ha llamado la fórmula mexicana de impulso a la paridad, sino porque los partidos políticos se sumaron al desafío de la paridad en las contiendas al enfrentar un elevado contexto de exigencia que provocó el acompañamiento de las organizaciones de la sociedad civil.

Hace unos días en este espacio, ONU-Mujeres nos entregó el informe sobre el cumplimiento de los compromisos adquiridos en 2018 por los partidos políticos nacionales en el marco de la campaña “HeForShe”.

De acuerdo con el informe, prácticamente todos los partidos cumplieron con los cinco compromisos adquiridos, unos con mayor celeridad y profundidad que otros, pero todos cumplieron en temas como la inclusión del tema de paridad en sus plataformas, la distribución igualitaria de candidaturas y la no reproducción de estereotipos de género en su propaganda en términos generales.

Si bien es claro que garantizar la paridad en la totalidad de las candidaturas y los compromisos adquiridos con la campaña “HeForShe”, contribuyeron a mejorar el posicionamiento de las mujeres, todavía falta mucho camino por andar para alcanzar la igualdad sustantiva, la cual debería pensarse bajo tres premisas:

Uno, en el marco de una sociedad que ya cuenta con paridad legislativa.

Dos, en un país en el que lamentablemente se ha agudizado el problema de la violencia política en contra de las mujeres. Y,

Tres, en un contexto que reclama mayor participación en las mujeres en las decisiones cotidianas y relevantes de la vida pública, más allá, mucho más allá de los procesos electorales.

Se trata de que la paridad trascienda las elecciones y se instale en nuestra sociedad como una práctica cultural que no sólo equilibra el piso para el desarrollo de hombres y mujeres en igualdad de condiciones, sino que nos permite enfrentar el grave problema de la violencia, que acaba siendo una vulneración a los derechos fundamentales y, en primer lugar, al pilar básico de los mismos, es decir, el principio de igualdad.

Violencia política contra las mujeres no solamente significa un acto que debe ser perseguido jurídicamente e incluso penalmente, bien perseguido, sino, además, se han asentado a la lógica misma del estado constitucional como un estado de los derechos, que se funda precisamente en la igualdad.

La violencia no es solamente un asunto cultural, es una agresión directa y grave al principio de igualdad.

Lograr esto implica que todos refrendemos nuestro compromiso con los derechos de las mujeres, en particular, pero esto supone el compromiso con los derechos humanos en general. Los derechos de las mujeres no son derechos aislados, son parte vertebral de los derechos humanos y, dicho sea de paso, para poder avanzar en términos de paridad es menester no retroceder en lo que ya hemos alcanzado, que entre otras cosas es un sistema nacional de derechos humanos, fundados en un Ombudsman Nacional, autónomo e independiente de los poderes, que sea capaz de vigilar el ejercicio del poder y señalar cualquier abuso que violente nuestros derechos fundamentales, venga de quien venga.

La lucha por los derechos de las mujeres, de todos los derechos, y en particular de los derechos políticos, por cierto, que nos ha permitido transitar hacia una representación paritaria, y la lucha contra la violencia contra las mujeres, todo tipo de violencia contra las mujeres, pero en particular la violencia política, es parte de una lucha de la protección y de la garantía de los derechos humanos.

Por eso quiero aprovechar la presentación de este libro, que al ser un libro que documenta los casos de éxito y los pendientes en materia de violencia política contra las mujeres, es un libro que se agrega, en lo particular, en una lucha mucho más amplia que es la lucha por los derechos humanos en México.

Y en ese contexto, quiero hacer un reconocimiento al trabajo del licenciado Luis Raúl González Pérez, como Titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, por su defensa irrestricta, imparcial, y objetiva, de los derechos fundamentales en México.

Cierro citando a las autoras de este libro, útil y necesario diría yo, de lectura obligada en los tiempos que corren.

Dicen Gabriela y Silvia:

La lucha histórica que las mujeres han emprendido contra los obstáculos permanentes que las limitan, generación tras generación, debe relatarse y documentarse para transformarse en memoria histórica.

Y añadiría yo:

Para convertirse en motor del cambio que nos lleve, por fin, a una sociedad paritaria y libre de violencia para todas y todos, en donde los derechos humanos no sean una promesa incumplida de la democracia, sino una realidad, el patrimonio que todas y todos los mexicanos debemos gozar todos los días y en todo momento.

Muchas gracias.

 

 

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