Intervención de Claudia Zavala, en la mesa 1 del seminario «política y Elecciones en tiempos de desinformación: Riesgos y Retos

Escrito por: INE
Tema: Coberturas especiales

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DE LA CONSEJERA DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL, CLAUDIA ZAVALA PÉREZ, EN LA MESA 1. EL IMPACTO DEL INTERNET Y LAS REDES SOCIALES SOBRE LA CULTURA POLÍTICA Y EL COMPORTAMIENTO POLÍTICO-ELECTORAL, EN EL MARCO DELSEMINARIO “POLÍTICA Y ELECCIONES EN TIEMPOS DE DESINFORMACIÓN: RIESGOS Y RETOS PARA LA DEMOCRACIA”, REALIZADO EN EL AULA CENTENARIO DEL INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS DE LA UNA

 

Muchas gracias, muy buenas tardes, ya ¿o días? no, días, a todas y a todos.

Es un gusto estar en esta casa de estudios, mi casa, y trabajar con todas las autoridades y las instituciones convocantes, pero, sobre todo, estar aquí con ustedes compartiendo con expertos, con personas muy interesadas en el tema., pues los temas que nos ocupan y nos preocupan en esta actualidad en nuestra sociedad.

Quizá los trabajos que han llevado a cabo, y aquí están personas de Facebook, de Twitter que nos han acompañado en estos grandes retos que hemos tenido y, es lo que nos ha permitido a nosotros, reflexionar sobre los contextos actuales que tenemos y los que estamos enfrentando que no han sido nada fácil, porque al final del camino como operadores jurídicos primarios que, siempre somos, tenemos que lidiar con estos temas de primera mano, pero como autoridad que  organiza las elecciones pues no podemos perderlo de vista.

Yo traigo anotadas en el método antiguo, en unas hojas, porque no soy tan informática a la hora de leer, porque mi vista no me ayuda mucho, entonces siempre me apoyo del papel, el tradicional y el que para mí no falla, entonces trato de organizar mis ideas, porque además también soy dispersa, entonces procuro siempre escribirlo para que no me distraiga yo.

Y, voy a leer las ideas diciendo que muchas de las cosas que se han puesto sobre la mesa, las comparto, y las comparto plenamente porque ya lo hemos enfrentado, pero, también creo que la visión que debemos de tener y de la corresponsabilidad, para mi es uno de los temas medulares en este punto.

La sociedad en red es sin duda el espacio público en donde las personas y los jóvenes más -quisiera yo subrayarlo- podemos acercarnos a la actividad política y en donde, ya sea por comodidad, anonimato o conveniencia, realmente ejercemos buena parte de nuestros derechos, entre ellos los derechos políticos electorales.

Si bien la televisión y la radio siguen siendo las principales fuentes de información política para la sociedad, en esos medios, el flujo de la comunicación es unidireccional y, en consecuencia, no hay intercambio, así entonces, es a través del internet, de los dispositivos y de las redes socio digitales que convivimos, que dialogamos y que accedemos, analizamos, contrastamos la información diversa y desde distintos puntos de vista.

Es en esa comunicada, conectada a la red de redes, donde participamos, donde fijamos nuestras posiciones, debatimos y deliberamos, y eventualmente, decidimos sobre prácticamente todo lo relacionado con la cosa y el espacio público. Y como en todo, el uso de las redes socio digitales, tiene alcances y consecuencias positivas y negativas para nuestra propia democracia, para la moderna, para la democracia de masas, y desde luego, para nuestra sociedad.

En términos de la política y la lucha del poder, el uso de las redes sociales ha servido, lo mismo para iniciar, sostener y orientar procesos de emancipación, como para tratar de manipular a la sociedad con información falsa y muchas veces dolosa.

En medio de estos extremos, existen desde luego, miles, quizá millones de usos que parecieran no estar relacionados con el tema de la democracia, o de los derechos político-electorales, pero que sin embargo la y los afecta considerablemente.

Me refiero, por ejemplo, a esos grupos de interés que aprovechan las redes sociales para promover el racismo, la violencia, el fanatismo, el estilo de vida criminal, la discriminación, entre muchos otros temas que podríamos poner.

Y es que es muy importante recordar que en la sociedad red, el fenómeno del poder no se expresa de la misma manera que en la vida pública cotidiana, habida cuenta de que sus efectos impactan cada vez más sobre ella. Pues bien, en esta sociedad red, existe también una impresionante lucha por el poder que, repito, impacta cada vez más sobre la sociedad, pero cuyo fundamento no descansa precisamente en la legitimidad democrática, sino en la capacidad de ciertas corporaciones para imponer a la sociedad sus significados; es decir, su versión y su propia versión de los valores relevantes de acuerdo con sus propios intereses.

Llegados hasta aquí, quisiera formular una pregunta ¿qué cosa tenemos y debemos hacer para que el poder de la persuasión y manipulación de los distintos y más variados grupos de interés que predominan en la sociedad red y que en buena medida determinan o intentan determinar la vida pública, no alcancen sus objetivos, incluida esa posibilidad de comprometer, de alguna manera, el modelo democrático que tanto trabajo nos ha costado construir?

Sé muy bien que mi pregunta puede reflejar cierto dramatismo, pero anticiparnos a un escenario en el que una nueva dominación, la de quienes articulan la información con fines de manipulación, atente en contra del orden social y políticamente convenido para la sana convivencia, creo que merece toda nuestra atención.

Soy de la idea de que el internet, la tecnología y las redes socio digitales no solamente son instrumentos, el vehículo, los aparatos, los clubes, pero como tales, están creados, integrados, utilizados y articulados por seres humanos concretos, pero individualidades con diferentes formas de ver y entender el mundo y por qué no, el propio universo.

Por seres racionales, pero también seres pasionales y con distintos intereses; la clave, por tanto, no está en la tecnología, sino en la propia educación, en la formación de los valores, en la cultura de la tolerancia y en la pedagogía de los derechos.

México vive una situación política extraordinaria. En las pasadas elecciones, la gran mayoría de las personas que desconfiaron y criticaron al gobierno, a los partidos, a las y los candidatos y a las autoridades electorales, fueron las mismas que en última instancia hicieron posible las elecciones más grandes y difíciles de nuestra historia, pero de esa contienda surgió también una nueva correlación de fuerzas políticas que, por decisión legítima de la ciudadanía no solamente castigó severamente a los partidos tradicionales anteriormente relevantes, sino que fortaleció al presidencialismo dándole una mayoría parlamentaria amplia a la coalición encabezada por un nuevo partido político, lo que configura un poder político fuerte que sólo encuentra contención en el Senado de la República.

Esta situación producto del consenso democrático, es decir, de esta decisión de la gran mayoría de las y los ciudadanos que fueron a las urnas, ha abierto, sin embargo, distintos debates de orden político e ideológico que, por un lado, nos muestra una sociedad que habla y discute sobre la cosa pública más allá de los tiempos electorales, lo que resulta muy afortunado desde mi punto de vista.

Pero, también, por el otro lado, igual de importante, es que exige prudencia, moderación y mucha, mucha información. Yo creo que en los próximos años el debate público va a ir in crescendo, la arena de ese debate se va a dar principal, aunque no únicamente, precisamente en la sociedad red.

Por eso mismo, la forma en que cada uno de nosotros consumamos, procesemos y compartamos contenidos informativos, su calidad, su oportunidad, su intencionalidad no depende del Internet, o de los móviles, o de las redes, sino de las personas, y de los colectivos, de los grupos de interés que estén detrás de ese flujo de información.

Desde mi punto de vista lo que tenemos que hacer todos, todos quienes, desde distintas trincheras, espacios y situaciones buscamos garantizar y ampliar el libre ejercicio de nuestros derechos fundamentales es asumir que esa eventual forma de manipulación y dominación basada en el poder de quienes programan y difunden masivamente contenidos tendenciosos está actuando ya en la propia arena pública.

Que los procesos electorales son uno de sus principales objetivos y que la mejor forma de contener esos intereses implica sin más, emprender una estrategia nacional permanente y colaborativa para el desarrollo de la cultura democrática.

En el INE estamos cerca de relanzar el proyecto que tenemos para el fortalecimiento de la cultura democrática, que es la ENCCÍVICA, parte de este momento, si ustedes ven, tenemos la ENCCÍVICA como este elemento fundamental, es una estrategia independiente de cualquier gobierno, pero en la que, sin duda, deben participar todos los poderes, principalmente el sistema educativo nacional, las universidades, las organizaciones, las asociaciones, el sector privado y, desde luego, todas y todos los ciudadanos en el que un tema relevante será sin duda el uso de información para combatir esa desinformación.

El hilo negro no existe. Que la sociedad red no devenga en un estado de guerra de todos contra todos, y que eso tenga efectos negativos en la sociedad real depende con mucho de nuestra capacidad de implementar acciones conjuntas y significativas en favor de la cultura democrática.

El surgimiento de colectivos ciudadanos que se han organizado para encausar a través de las redes digitales la ayuda civil durante los desastres naturales que tuvimos en un pasado reciente, los que se han agrupado para combatir la desinformación verificando la veracidad o falsedad de los hechos contenidos y datos, los que se enlazan para debatir y deliberar y los que se organizan para difundir sus ideas, demuestra, de la misma manera, que la sociedad abierta, en la sociedad red, la democracia es también un proceso de construcción y que estamos en un nivel horizontal pero que mucho depende de nosotros el poder seguir construyendo esta democracia a través de estos nuevos instrumentos con nuestras propias fortalezas.

Muchas gracias.

 

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