Número: 098
- En democracia el voto electrónico no es la panacea, pero hay que adaptar las nuevas tecnologías con los enfoques tradicionales: coinciden estudios electorales
- Señalan que varias democracias han decidido quedarse o regresar a los enfoques tradicionales del voto en papel ante la vulnerabilidad del voto electrónico
Al continuar con los trabajos del IX Foro de la Democracia Latinoamericana, el Consejero del Instituto Nacional Electoral (INE), Enrique Andrade consideró que los ciudadanos mexicanos radicados en Estados Unidos podrán emitir el voto electrónico en la elección federal de 2021 y en los seis estados donde se elegirá gobernador, como parte del compromiso que tiene la Comisión de Vinculación con Residentes en el Extranjero del Instituto.
En la sesión sobre Voto Electrónico, el Consejero expuso que una vez que el INE implemente el voto electrónico, al menos un millón de mexicanos radicados en Estados Unidos podrán participar en los comicios dentro de tres años en la elección federal, en la que se elegirá por primera vez dos diputados migrantes, uno en la Ciudad de México y otro en el Jalisco, conforme a la Constitución estatal.
Ante especialistas en materia electoral, como Jordi Barrat, Doctor en Derecho por la Universidad de León, España; Peter Wolf, con maestría en ingeniería de informática de la Universidad Tecnológica de Graz, Austria; Joseph Thompson, abogado y profesor de la Universidad de Costa Rica, especializado en Derecho Internacional, y Michael Svetlik, Vicepresidente de Programas para la Fundación Internacional para Sistemas Electorales (IFES) de Estados Unidos, Enrique Andrade estableció que el voto electrónico es prioridad para el INE, por lo tanto este foro permite conocer los comentarios y experiencias a nivel internacional, a fin de determinar si el Instituto va por buen camino para generar confianza en la sociedad con miras a las próximas elecciones.
Por su parte, Jordi Barrat ratificó tres aspectos básicos a considerar en el uso de la urna electrónica: la utilización del voto electrónico y el uso del voto por internet por parte de los partidos políticos para la toma de decisiones a su vida interna; la definición de voto electrónico, con relación a las fase del mecanismo en la emisión del voto con identificación, biometría, emisión del voto y transmisión de resultados; así como la auditoría, certificación y transparencia del voto electrónico, que implica la certificación de voto electrónico mediante empresas independientes y de prestigio internacional.
Peter Wolf observó que en el tema del voto electrónico no hay ninguna tecnología 100 por ciento segura, por lo cual es necesario blindar el hackeo con una fuerte inversión económica, de manera que el adversario común no pueda pagar ni tener acceso a la seguridad de los sistemas, a través de verificación y auditoría a fin de garantizar la confianza en las elecciones.
Estableció la necesidad de diferenciar entre máquinas para votar en casilla y voto en línea; las primeras, dijo, son más fáciles de implementar, incluso en contextos políticos complicados, en donde el ciudadano emite el sufragio en máquinas a campo. El interés del voto en línea, en cambio, radica en que, desde donde estén los ciudadanos, puedan ejercer su derecho mediante la internet.
Los especialistas coincidieron en la importancia de garantizar la seguridad del equipo para la protección del voto, eliminar el riesgo de la compra de votos por presión, puntualizar cómo se puede identificar el voto y qué tipo de garantías se tienen para poder preservarlo, lo que implica que los hackers no puedan alterar los resultados y garantizar a los ciudadanos la confianza en los comicios.
Igualmente, señalaron que es importante entender la criptografía (seguridad de datos), los algoritmos y las tecnologías de información que son complejas en el mundo. La gestión de riesgos del voto electrónico, dijeron, radica en la necesidad de garantizar elecciones libres y democráticas.
Se estableció que las tecnologías son vulnerables en materia de seguridad informática, por lo que varias democracias en Europa han decidido quedarse o regresarse a los enfoques tradicionales del voto en papel ante la vulnerabilidad del voto electrónico o en línea, ante las fallas que se generan durante el proceso y diseño de los sistemas informáticos.
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