Número: 487
- Una modificación debe evitar la híper-regulación, hacer más sencilla la organización de las elecciones e inyectar confianza en la ciudadanía: Lorenzo Córdova
- La autoridad electoral pone a disposición del Congreso de la Unión su experiencia técnica: Edmundo Jacobo
Para el Instituto Nacional Electoral (INE) una posible reforma electoral debe simplificar la regulación y los procesos, definir y fortalecer el rumbo de la democracia mexicana e inyectar confianza en la ciudadanía.
Así lo señalaron el Consejero Presidente, Lorenzo Córdova, y el Secretario Ejecutivo del INE, Edmundo Jacobo, al participar en el coloquio internacional “Futuro de la Democracia” organizado por el Institute for Democracy and Electoral Assistance (IDEA) en El Colegio de México.
La autoridad electoral ha puesto a disposición del Congreso de la Unión la experiencia técnica del Instituto en la posible discusión de una reforma a la normatividad electoral, así como considerar su viabilidad y valorar a priori sus costos.
“Que sea una reforma que simplifique las cosas, porque después de tres décadas de reformas electorales lo que hemos podido ver es que el incremento, la sofisticación y la híper-regulación no simplifica las cosas, no vuelve más sencilla la organización de las elecciones, no inyecta más confianza y, al contrario, incrementa la litigiosidad”, enfatizó Lorenzo Córdova.
El Consejero Presidente dijo que el INE ha realizado ya un análisis sobre los ajustes para hacer más eficiente y eficaz el sistema electoral mexicano. Una reforma electoral, agregó, tiene que estar antecedida en dos preguntas: ¿para qué? y ¿qué es lo que se quiere?, pues de esas respuestas depende la discusión y pertinencia de una posible modificación.
“No pretender, a través de lo electoral, resolver todos los problemas del país, es una buena manera de enfocar la reforma que venga”, aseguró.
Piden discusión a fondo
El Secretario Ejecutivo, Edmundo Jacobo, participó como moderador del panel: “Elecciones México 2018, ¿Hacia una reforma política?”, donde señaló que de 1977 a la fecha se han realizado ocho reformas constitucionales en materia electoral, por lo que ante la posibilidad de otro cambio se pronunció por una discusión a fondo, donde no queden vacíos y lagunas legales.
Plateó que la discusión se abra sobre el régimen político del país: “No pongamos en riesgo la organización de algo que es fundamental, que es la voluntad ciudadana expresada en una boleta”, puntualizó.
Edmundo Jacobo coincidió con el Consejero Presidente en establecer que para una reforma electoral se debe consultar a la autoridad electoral, además de plantearse las siguientes preguntas: ¿se puede hacer?, ¿es viable operarlo? y ¿cuánto cuesta?
La investigadora de El Colegio de México, Soledad Loaeza, expuso que hay un engolosinamiento de los partidos políticos con el reformismo electoral. «Es mucho más fácil para los partidos sentarse a discutir un plan de ingeniería política y electoral que ponerse a discutir problemas más serios del país, que involucrar a más actores».
Afirmó que cuando discuten una reforma electoral, “el Congreso se convierte en una casa sin ventanas y la reforma se vuelve una especie de rehén y víctima de los partidos políticos”.
El ex presidente del Instituto Federal Electoral, Leonardo Valdés Zurita, mencionó que para una reforma electoral hay que lograr y consolidar la gobernabilidad democrática, la integridad electoral, además hacer más eficientes los procesos y operaciones electorales.
“Cada elección es única y presenta nuevos retos, porque luego de evaluar de manera integral los procesos aparecen ventanas de oportunidad y se puede procurar mejoras permanentes en cada ciclo electoral”, añadió.
En seguida, el investigador del Tec de Monterrey, José Fernández Santillán, puntualizó que en México los partidos políticos se financian con recursos del Estado por considerarlos de interés público y para evitar injerencias de intereses privados, por lo que consideró que “reducirles los recursos es fortalecer el sistema presidencialista”.