participación política en nuestro país.
Diversos estudios socioeconómicos y demográficos demuestran que las zonas con mayores índices de marginalidad en nuestro país son aquellas en donde se ubique el mayor porcentaje de población rural, de ahí que tal vez la mayor deuda social de nuestro sistema democrático sea el no haber resuelto la marginación que se vive en las zonas rurales, y más aun las que padecen las mujeres indígenas para participar en condiciones de igualdad en la vida política.
Permítanme expones algunos datos para dimensionar esta problemática. De acuerdo con la encuesta nacional de ocupación y empleo, con corte al segundo trimestre de 2017, el 23.1 por ciento de la población mexicana reside en localidades rurales, y de estas un poco más de la mitad, 14.5 millones son mujeres.
En términos geográficos, la población de mujeres rurales se concentra en las entidades de Veracruz, Chiapas, Oaxaca y Estado de México, pues una de cada tres mujeres rurales vive en dichas entidades.
En el mismo sentido, la participación de las mujeres en estas zonas, en la población económicamente activa, es menor respecto del promedio nacional. Sólo 22 por ciento son, de acuerdo con las estadísticas económicamente activas, mientras que el promedio nacional es de 47 por ciento.
Es decir, por cada dos mujeres consideradas económicamente activas, término horrible si se quiere, pero que es el término estadístico, a nivel nacional, en el medio rural solamente hay una.
Cabe aclarar que dicha estadística no contabiliza y esto es parte de los problemas de la discriminación que en el tema que nos ocupa agrava la situación, esta estadística, decía, no contabiliza el trabajo no remunerado que las mujeres rurales realizan en sus hogares y las labores sustantivas que cumplen en sus comunidades, lo cual impacta notoriamente en la economía de sus familias.
Lo anterior ratifica que una de las causas de la desigualdad en la distribución de los recursos económicos, en este año celebramos 100 años de la Constitución y creo que se celebran también 100 años del incumplimiento de una de las razones que dieron origen a la Revolución Mexicana y que están plasmadas en la propia Constitución, que es la justicia social.
Decía, lo anterior ratifica que una de las causas de la desigualdad en la distribución de los recursos económicos son los factores culturales que suelen asignar roles rígidos, de género a hombres y mujeres, y que en los hechos acaban impidiendo en muchos sentidos la activa participación política que las mujeres tienen en el medio rural.
Para decirlo rápidamente, la presencia de barreras estructurales que afectan la participación política de las mujeres en nuestro país es más grave todavía en el medio rural. Lo anterior no significa que no hayamos avanzado en nuestro objetivo de construir una nación igualitaria y una democracia paritaria, sin duda hemos avanzado en ese sentido.
Indudablemente, las reformas electorales que desde 1953, ayer celebramos el 64 aniversario del reconocimiento de la ciudadanía a las mujeres y por ende, la titularidad de los derechos de participación política, han impulsado cambios institucionales para contribuir gradualmente a la igualdad del sufragio entre hombres y mujeres, han sido décadas en las cuales se han diseñado procesos que han eslabonado una gran cadena de confianza que ha contribuido a nuestra transición a la democracia.
Cabe recordar que con la reforma de 2014 que representa un tercer momento en el diseño del entramado electoral para lograr una democracia igualitaria, se transformó el sistema de cuotas en un sistema paritario por mandato constitucional por lo que hace a la postulación de candidaturas a cargos de elección popular.
A partir de ese año, además de cumplirse las fases establecidas en las reformas previas para la definición de candidaturas, se exige a los partidos políticos que presente al INE y a los órganos locales, en el caso de las elecciones a cargos públicos electivos de los estados, los criterios que fundamentaron dichas candidaturas para evitar que signen candidatas en contiendas sin posibilidades de triunfo.
Y el INE, después de revisar tales criterios puede aprobar o no el registro, determinación que tiene un efecto en otro eslabón de esa cadena de confianza que es la impresión de las boletas electorales.
Además, desde mi perspectiva, una de las reformas que está llamada a ser determinante en beneficio de la participación política de las mujeres en el medio rural, es la reforma al Artículo Segundo constitucional impulsada por nuestra compañera Eufrosina Cruz, en su momento como legisladora en la Cámara Baja.
Dicha reforma constitucional, como ustedes saben, estableció que mujeres y hombres en los procesos de elección de autoridades indígenas, aún si se rigen por sus propias normas y procedimientos internos, deben gozar del mismo derecho a votar y ser votados.
Permítanme decirlo así, se trata de que, a partir de dicha reforma, sea inconstitucional que en la vida comunitaria se pretenda limitar los derechos políticos electorales de mujeres y hombres por igual.
Estas reformas han contribuido a que en las urnas, jóvenes, personas indígenas, personas con altos ingresos o bajos ingresos, empresarios, campesinos, personas que laboran en la academia y que trabajan de tiempo completo en sus hogares e independientemente de sus creencias, géneros, situación social, ingreso, todas y todos tengamos la misma condición al momento de votar y que el voto de cada persona valga exactamente lo mismos.
Las elecciones son el momento más igualador, con independencia de las condiciones particulares que tiene cada ciudadana y ciudadano de la vida democrática.
La evolución del sistema electoral en nuestro país demuestra que autoridades, partidos y ciudadanía tenemos un gran reto por delante, el de seguir impulsando medidas a favor de la igualdad para lograr la democracia paritaria que queremos, especialmente, si consideramos, como ya lo resolvió el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que la paridad, y agrego, perdón el calificativo, venturosamente, que la paridad debe ser tanto vertical como horizontal.
Estoy convencido que el bajo porcentaje de mujeres en puestos de decisión y poder no es atribuible a la falta de interés o de capacidades, sino que es el producto de las limitantes que subyacen en las formas tradicionales de hacer política y en el tiempo y recursos que se debe destinar para ello.
Las normas, la igualdad, la paridad, la democracia paritaria no es un problema sólo normativo, en eso hemos avanzado significativamente, tiene también que trascender e impactar barreras culturales y es ahí en donde hoy se fija una nueva frontera.
Claramente los partidos políticos, dada la centralidad de su rol constitucional de ser un mecanismo de agregación de intereses y de acceso al poder público, tienen una enorme responsabilidad en la modificación de las barreras que obstaculizan a las mujeres del medio rural, integrarse a los órganos de representación política.
Las instituciones electorales hacemos lo que nos toca para garantizar la paridad en las candidaturas pero necesitamos un compromiso mayor para que los partidos se sumen a ese objetivo 50/50.
Concluyo destacando la importancia de foros como el que hoy se inaugura en el que se analizan y conocen las experiencias directas de viva voz por parte de las actoras principales, y nos explican de qué manera las mujeres de las zonas rurales ejercen sus derechos de ciudadanía, cómo se organizan, cómo participan, y cuáles son sus propuestas para potenciar su impacto en nuestra sociedad.
Finalmente, la construcción de la democracia no implica un proceso descendente, ese es típico de las autocracias, las democracias implican un proceso de construcción, no solamente de decisiones, sino también de recreación de la convivencia social que parte desde abajo, así que escuchar a la mujer rural es la mejor manera de avanzar en un robustecimiento de una democracia incluyente y paritaria como la que aspiramos.
En ese sentido, reitero la relevancia de este evento, que estoy cierto, que nos servirá para definir estrategias para transitar a una democracia más igualitaria a una democracia paritaria.
Muchas gracias.
Versión estenográfica de la participación del Consejero Presidente del INE Lorenzo Córdova, en la inauguración del seminario la participación política de mujeres rurales, realizado en la antigua sede del Senado de la República
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