Muy buenas tardes.
Un placer estar con ustedes esta tarde. Quiero agradecer particularmente al Grupo Expansión la posibilidad de dirigirme a ustedes en este importante foro Expansión Estrategia en México, en esta renovada edición.
Yo quisiera comenzar con una puntualización que tiene como sentido también expresar el agradecimiento por permitirme dirigirme a ustedes esta tarde y que pasa precisamente por lo que Eladio mencionaba: la responsabilidad del Instituto Nacional Electoral y de quienes estamos trabajando en él, es una responsabilidad por supuesto que tiene una dimensión política, pero que trasciende el mero ámbito político.
No solamente estamos hablando de una responsabilidad pública que tiene que ver con la renovación del poder, con generar las condiciones para que las y los ciudadanos puedan emitir su voto y con ello decidir quiénes van a dirigir los destinos políticos de nuestras comunidades en el futuro.
No solamente tiene que ver con poner la mesa para que los propios ciudadanos hagan de las elecciones como suele decirse, ese espacio en el cual se pueden premiar acciones de gobierno o castigar malas acciones de gobierno a juicio de los mismos ciudadanos, sino que también tiene una seria de implicaciones y dimensiones que trascienden lo estrictamente político, lo estrictamente electoral.
En alguna ocasión platicando con el Gobernador del Banco de México, me decía a una pregunta mía, le decía oiga Gobernador ¿por qué esta tan interesado en las cuestiones político-electorales? Por la economía.
Y creo que tiene razón, finalmente de la estabilidad política que deriva de las elecciones, depende también un sin número de otros ámbitos de la convivencia social en democracia, como por ejemplo la estabilidad económica, como la paz pública y muchos otros ámbitos, insisto, que dependen de que un proceso electoral sea bien llevado, pero que sobre todo sea una fuente de renovación pacifica del poder, pero sobre todo que haya logrado concitar la confianza de las y los ciudadanos en torno al trabajo de las autoridades electorales, de donde depende o de la que depende la confianza en los resultados y por ende de la legitimidad de quienes ejercerán el gobierno.
Es decir, hablar de elecciones finalmente en un foro que tiene sobre todo su (inaudible) fundamental en el ámbito de los negocios y de la visión económica, del futuro económico del país, es fundamental.
Así que agradezco particularmente la posibilidad de estar esta tarde con ustedes y hacer algunas reflexiones respecto de lo que vendrá en los meses siguientes, habida cuenta que hace tres días, el viernes pasado, comenzó el que en muchos sentidos, será y ya está siendo, el proceso electoral más grande la historia del México contemporáneo.
Y esto es así por múltiples razones: la primera que es casi obvia si se mira el crecimiento poblacional, tiene que ver con el padrón electoral, esto es con quienes serán los potenciales electores.
Estamos hablando de una elección en la que la inscripción en el Listado Nominal y en el Padrón Electoral terminará hasta marzo, pero estimamos que tendrá posibilidad de votar el próximo primero de julio alrededor de 88 millones de ciudadanas y ciudadanos mexicanos, en México y en el mundo, porque hay que subrayar que desde hace un año y medio estamos expidiendo la Credencial para Votar con Fotografía. Nos acercamos al medio millón de credenciales expedidas a través de todos los consulados, de los 150 consulados que tiene México en el mundo.
En segundo lugar, el tamaño de elección se deriva por el número de ciudadanos que estarán involucrados propiamente en la organización de la elección. En que la elección llegue a buen puerto.
No solamente hablamos de los potenciales votantes sino de que en México esa idea, esa máxima, ese lugar común de que las elecciones no sólo son para los ciudadanos, sino también hechas por los ciudadanos, en pocos lugares, insisto, es tan cierta como en nuestro país.
Como ustedes saben, son los funcionarios de casilla, es decir, quienes van a recibir el voto de sus vecinos, son ciudadanos, hoy no sabemos quiénes van a ser, que serán escogidos mediante un sorteo y un proceso de capacitación y de entrenamiento a cargo del Instituto Nacional Electoral.
Estamos hablando de que el Instituto Nacional Electoral tendrá que desplegar en los primeros meses del próximo año un trabajo de campo inédito.
Tendremos que visitar 11.5 millones de ciudadanos en sus domicilios para convencerlos, para seleccionarlos y finalmente para entrenarlos para la función de funcionarios de casilla.
Pero además de entre esos 11 millones y medio de ciudadanos que serán sorteados, tenemos para el día de la elección que tener listos, acreditados y plenamente capacitados, a un millón 400 mil ciudadanos, para que el día de la jornada electoral, sean ellos quienes operen las, estimamos 156 mil casillas que instalaremos a lo largo y ancho del país.
Un dato comparativo. Hace seis años, en las elecciones presidenciales del 2012, capacitamos y teníamos listos a un millón de ciudadanos. Ahora estamos hablando prácticamente de medio millón 400 mil ciudadanos más.
El número de casillas, hace seis años, fue de 143 mil y ahora estamos hablando de 13 mil casillas más, de ese tamaño es la dimensión organizativa que tenemos enfrente.
Por si fuera poco, tenemos también, que administrar una elección en la que no solamente se van a renovar los tres órganos electivos federales: la Presidencia, el Senado y la Cámara de Diputados; sino que también habrá una concurrencia de elecciones locales inédita en la historia del país.
Habrá elecciones para elegir algún tipo de cargo de elección popular en el ámbito de los estados en 30 entidades federativas. Sólo en Nayarit y Baja California tendrán sólo elecciones federales.
Y esto supone, por cierto, que habrá un único centro de votación, lo que llamamos casilla única, en virtud de que esto es un mandato de la última reforma electoral, la de 2014.
Es decir, en donde hay elecciones locales y elecciones federales en lugar de pedir al ciudadano que vaya a depositar su voto en dos casillas, es en un único centro de votación en donde los sufragios se reciben y se computan.
Estamos hablando pues de una disputa inédita en términos de los números operativos, pero también estamos hablando de una disputa por el poder político como nunca antes la habíamos visto en el país.
El número de cargos en disputa para 2018 asciende a 3 mil 406 cargos, entre los cargos de elección federales, las nueve gubernaturas, incluyendo la de la Ciudad de México, la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y distintos cargos de legisladores locales, o bien de alcaldías que se van a renovar a lo largo y ancho del país.
Es una disputa, un número de cargos que nunca antes habían estado en juego en una elección. La que más cercana había sido, en términos del poder político que se redistribuyó, fueron las elecciones intermedias de 2015 en donde el número de cargos ascendió a 2 mil 190.
Estamos hablando de una tercera parte más de la que hasta ahora había sido la elección más grande del país.
Esto sin duda, implica un desafío logístico y operativo, sobre todo por las dimensiones del trabajo de campo. Ningún órgano del gobierno federal realiza un trabajo de campo como el del Instituto Nacional Electoral, salvo si acaso el INEGI cada 10 años, cuando se realiza un censo, pero ningún órgano del Estado mexicano realiza un trabajo de campo tan intenso, en un tiempo tan concentrado y, hay que decirlo, bajo una expectativa, y consecuentemente una presión política de los distintos actores que se disputan el poder, como lo hace el Instituto Nacional Electoral.
Para eso nos hemos venido preparando desde hace un par de años. La cantidad de normas, de criterios que hemos ido definiendo para inyectar claridad al proceso electoral, es decir, que sus actores políticos, los partidos, quienes serán sus candidatos, pero también la propia ciudadanía sepa a qué atenerse, ha sido parte del trabajo organizativo, que hemos venido, pero insisto, de expedición normativa, que hemos venido realizando a lo largo de los últimos tiempos.
Y el hecho de que el viernes pasado haya comenzado el proceso electoral, debo decir que tiene una virtud ordenadora, a partir de ahora la ley establece con mucha claridad cuáles son los plazos y cuáles son los eventos políticos que van a ocurrir.
En una primera instancia, de aquí a diciembre, tendrán que definirse si hay o no coaliciones electorales. A partir del 14 de diciembre y hasta el 14 de febrero se definirán, lo que se conoce como precampañas, es decir, quiénes son los candidatos de cada partido político o coalición y quiénes son aquellos aspirantes a una candidatura independiente que alcanzaron el número de firmas, de adhesiones que la propia ley establece.
Ésta es una novedad, por cierto, para esta elección. Será la primera vez que se abre la puerta para que candidatos independientes puedan contender por la Presidencia de la República, o bien por el Senado, no así para Cámara de Diputados.
Ustedes saben ya, en el año 2015 un candidato independiente, Manuel Clouthier, accedió por esa ruta a la Cámara de los Diputados.
Frente a esta dimensión, este desafío operativo, insisto, para el que nos hemos venido preparando y para el que desde hace 30 años el Instituto Nacional Electoral cuenta con una estructura profesional, un servicio civil de carrera reconocido ampliamente y que forma parte de la columna vertebral para poder enfrentar con éxito, insisto, este reto.
Está el desafío político y creo que sobre este punto vale la pena hacer una reflexión, sobre todo porque estamos todavía en un momento en el que los tiempos nos permiten hacerlo, conforme vaya pasando el proceso electoral, la tensión política va a ir incrementándose, y muy probablemente no habrá tiempo para poder, digamos, serenamente, plantear este hecho.
En México desde hace dos décadas nuestro país es un país en donde cada vez que hay elecciones deja de haber ganadores y perdedores absolutos.
Es obvio que en una elección en donde hay una contienda presidencial alguien se hará de la Presidencia de la República, y eso justamente se decide en las urnas.
Pero creo que es importante señalar que lejos de ser un problema la cantidad de cargos públicos que se van a poner, a someter al escrutinio ciudadano, a la decisión de los ciudadanos, hay una esfera de oportunidad en ese hecho, porque lo que va a ocurrir el primero de julio de 2018, no es que va a haber ganadores y perdedores absolutos.
Insisto, alguien va a ganar la Presidencia del República, pero lo que va a ocurrir en realidad y creo que es importante dimensionar la elección desde este punto de vista, es una redistribución del poder político a partir del voto de los ciudadanos.
Lo más probable, y no es que me toque hacer futurismo, no es el rol de una autoridad electoral, ni mucho menos, soy un académico y no vengo hacer tampoco especulaciones a futuro, ni siquiera en la calidad digamos de profesor universitario, lo que va a ocurrir con mucha probabilidad, esto es simple y sencillamente un planteamiento que hago a la luz de lo que ha ocurrido en los últimos 20 años, en nuestro país, es que quien gane la Presidencia de la República, tendrá enfrente un Congreso en el que difícilmente habrá mayorías predefinidas y en donde todos los consensos tiene que construirse como ha venido ocurriendo en los tiempos recientes en el país.
Claro esto puede decirse va a implicar un problema de gobernabilidad, si y no, todo esto va a depender de las capacidades que la clase política tenga para construir consensos.
En los últimos 25 años, justo cuando dejó de haber mayoría en el Congreso, una mayoría predefinida del Congreso, por cierto, es el lapso desde 1917 a la fecha, de cinco lustros, en el que más cambios constitucionales ha habido.
El problema que tenemos, pero ese no es un problema que pasa por las elecciones, sino de cómo los amalgamientos, los acuerpamientos, las coaliciones que se generan de cara a las elecciones, logran trascender la jornada electoral, y pasamos de tener coaliciones electorales, que esas ha habido, y seguirá habiendo sin duda, a tener coaliciones parlamentarias y coaliciones de gobierno.
Pero ese es un tema, insisto, en el que las elecciones son solamente una antesala, no le corresponde al Instituto Nacional Electoral incidir en el punto, pero creo que sí le corresponde al Instituto Nacional Electoral poner un énfasis, de cara a una contienda electoral en dónde, como suele ocurrir en las elecciones presidenciales, es muy probable que los contendientes, aparezcan de cara a la ciudadanía, planteando que se juega el futuro del país, de una vez y para siempre en las próximas elecciones.
Dimensionar lo que pasa en las elecciones y lo que va a ocurrir en las elecciones, me parece que es importante, porque si bien es cierto 2018 implica un momento importantísimo de la vida del país y donde se van a tomar muchas definiciones hacia adelante, simple y sencillamente son una estación de un periplo de la vida nacional que tiene mucho aliento todavía en adelante, y para eso estamos trabajando en el Instituto Nacional Electoral, para enfrentar con éxito este momento delicado de la vida nacional, pero sobre todo para que a partir de éste tengamos aliento para seguir mirando hacia el futuro.
Porque al día siguiente a las elecciones, espero que la noche de la elección los resultados sean tan holgados que me permitan a mí salir a la arena pública y decir señores los resultados son estos y si se puede, sí podemos pasar a lo que sigue, mejor para todos, me temo que el día siguiente de la elección va a venir un intenso proceso de litigio electoral, pero tampoco hay que espantarnos, más vale que tengamos la disputa de las elecciones resolviéndose en Tribunales y no resolviéndose en las calles, hay que aquilatar también este hecho.
Ojala y los resultados sean tan claros y contundentes en el sentido que sean, eso lo van a decidir los ciudadanos, que nos permitan dar la vuelta a la página de las elecciones a la mañana siguiente, pero lo que si es cierto y eso es una certeza, desafortunadamente, es que los grandes problemas del país, van a seguir ahí, al día siguiente de la elección.
Y me refiero a los problemas de pobreza, de desigualdad, de corrupción, de impunidad, de inseguridad que difícilmente, ojala y se pudiera, pero me temo que no va a ser así, van a seguir prevaleciendo en el país, todavía un rato.
Y de lo que se trata es discutir esos puntos en las elecciones, durante las campañas electorales. Y creo que eso es una ventana de oportunidad, pero que implica que desde la sociedad generemos contextos de exigencia los propios partidos políticos.
Desde el INE estamos trabajando para que estas elecciones sean distintas a las que hemos visto en muchos sentidos.
Pongo solamente un ejemplo, acabamos de tomar la semana pasada una decisión que abre la puerta para que por primera vez en la historia de las elecciones en nuestro país podamos contar con debates ágiles, sin estos formatos rígidos y acartonados que han caracterizado a las elecciones en México.
Digo las últimas elecciones tuvimos dos ejemplos que son verdaderamente ominosos, en un Estado un candidato que tenía 2.5 minutos, dos minutos y medio para explicar un tema, acabó explicándolo en un minuto y medio y el resto del tiempo fue una imagen congelada del candidatos que estaba viendo hacia todos lados en silencio.
Y claro, no se podía cortar ahí la transmisión o cambiar al siguiente candidato porque entonces se rompía la equidad; a ver hay muchas maneras de garantizar la equidad y los debates tienen que ser equitativos pero ese formato acartonado, rígido, la verdad no nos sirve a los ciudadanos, para poder tener más información de los candidatos y de sus propuestas.
O el otro ejemplo, mientras se llevaba a cabo el segundo debate de los candidatos a Gobernador del Estado de México, simultáneamente estaban transmitiéndose el debate de la segunda vuelta francesa en donde, bueno, se tundieron de lo lindo, y en todo caso, se generó una información que no tenían.
Insisto, esas reglas las estamos por cambiar, ya cambiamos el, digámoslo así, el corsé que hasta ahora nos impedía poder pactar las reglas, los formatos del debate sin pactarlos necesariamente con los candidatos, ya vendrá el momento en que haya candidato y asumimos que la mejor manera de hacerlo es fijando las reglas antes de que haya candidatos.
Por eso en octubre, a más tardar en noviembre, fijaremos las reglas de los debates para la próxima elección.
Bueno, pero eso es parte de un compromiso colectivo. El INE tiene que hacer su trabajo, su parte en este sentido sin lugar a dudas, pero la sociedad tiene que generar contextos de exigencia para que las próximas elecciones sean más todavía que una competencia por ver quién aparece más y mejor en spots, debates de contenido en el que efectivamente de cara a la ciudadanía se esté discutiendo las mejores alternativas y los diagnósticos que cada fuerza política tiene al respecto de los problemas del país.
Por lo pronto, creo que es importante, sobre todo, digamos, en una lógica de escuchar las enseñanzas que nos han dejado los procesos electorales recién concluidos, yo estoy convencido de que las normas y la institucionalidad democrática, las normas electorales y la institucionalidad democrática se ponen a prueba en cada elección, cada elección es una especie de prueba del ácido en donde, insisto, la capacidad institucional, pero también las reglas, se ponen en juego.
Y en cada elección, de cada elección hay enseñanzas sobre las que vale la pena tomar nota para mejorar la capacidad institucional, técnica, operativa, pero también de arbitraje político hacia la siguiente cita electoral.
Estas elecciones que han concluido, las de este año, son elecciones que generaron un gran debate público respecto de la capacidad del Instituto Nacional Electoral de arbitrar la contienda política.
Y creo que la enseñanza más importante de lo que ha ocurrido para nosotros es que no podemos dar por sentado muchas cosas que asumimos que la gente sabe, que no es así.
O dicho en otras palabras, no podemos ponernos a explicar cómo se hace una elección y cuáles son las competencias que tienen las distintas autoridades, una vez que hay problemas, y a manera de explicación posterior.
Creo que hay que aprovechar el que acabamos de comenzar el proceso electoral para que, así como va a ser el más grande de nuestra historia, también sea el proceso más explicado de la misma, y que podamos, desde ese punto de vista, darle herramientas a los ciudadanos para que sepan qué es lo que se puede esperar y qué no hay que esperar del árbitro electoral.
O dicho en otras palabras, lo que sí nos toca y lo que no nos toca. Porque si creamos falsas expectativas entonces nosotros mismos estamos sembrando, digamos, el camino para que el día después de las elecciones, no sea un día de celebración de la fiesta democrática, de una fiesta democrática, sino por el contrario, un día en donde comiencen a aflorar o en donde estallen los reclamos, y entonces ahí sí cuidado con la estabilidad económica y con la paz pública y la paz social.
Desde ese punto de vista creo que en muchos sentidos hay que volver al ABC. En México desde hace dos décadas y media, desde principio de los años 90 hemos venido construyendo procesos electorales, reglas de los procesos electorales, en ocasiones exageradas, creo que después de este proceso electoral, de estas elecciones, valdrá la pena una gran discusión pública sobre las elecciones, sobre los costos de las elecciones, que también son costos de la desconfianza para decidir hacia dónde vamos al futuro, ahorita las reglas son las que están y no vale la pena cambiarlas una vez que el juego ha comenzado.
Pero creo que, desde ahora mismo, tenemos que convocar a que pasado el proceso electoral imaginemos qué tipo de elecciones, elecciones con un uso, de tecnología mucho más intensa.
Escuchaba al compañero de Samsung hace un momento y por cierto, con estas historias de hackeo que hemos visto en otros procesos electorales desde ahora precisamente para que, aunque el voto en México es todavía un voto manual, un voto analógico, para decirlo de alguna manera, el uso de la tecnología que estamos utilizando para la difusión de los datos preliminares, para generar información y demás no se vea afectada por una ataque cibernético que genere una sombra de desconfianza todavía mayor en el propio proceso.
Pero me aproximo a concluir.
Yo creo que vale la pena volver al ABC y explicar cómo en México las elecciones las hacemos sí de manera rudimentaria, si se quiere o analógica, pero a la vez de manera muy sofisticada para tratar de evitar lo que fue el punto de dónde venimos, de donde comenzó esta historia; es decir, la manipulación de los votos.
Y creo que es importante insistir en incidir en que el voto tiene condiciones para ser emitido en secrecía y consecuentemente de manera libre, yo no niego, no puedo hacerlo, no me atrevería a hacerlo, de que en México no haya intentos, digamos, de manipular o de incidir en el sentido del voto. Incluso indebidamente, hay casos que se han descubierto y que han sido incluso sancionados en ese sentido.
Pero creo que es muy importante señalarle a los ciudadanos, en un ejercicio- digamos- que tiene que ser paralelo a la dimensión técnica, un ejercicio explicativo, un ejercicio pedagógico de gran envergadura de que las condiciones están dadas para que la gente vote por quién quiere votar.
Y esa va a ser la mayor aportación que podamos hacer, insisto, para que el proceso electoral de este año sea una vez más una fuente de estabilidad, pero sobre todo, la posibilidad de que el poder político se transforme y se recambie de manera pacífica.
Hay mucho por hacer, hay mucho por explicar, creo que, como ocurre en democracia, hay responsabilidades de muchos actores, no es solamente una responsabilidad de las autoridades electorales el que la elección salga bien, hay una responsabilidad muy importante de los partidos políticos y de sus candidatos, y hay que exigirles que cumplan con esa responsabilidad.
La aceptabilidad de la derrota es una condición del funcionamiento de toda democracia, y eso no se obtiene de la nada, hay que exigirlo y crear contextos de exigencia.
Hay una responsabilidad de los medios de comunicación que son los responsables de generar, y concluyo, de generar condiciones informativas, condiciones de conocimiento para que el voto efectivamente sea un voto informado; es decir, un voto libre.
Hay una responsabilidad de los gobiernos de no meterse en las elecciones; es decir, de no incidir con dinero público en las mismas, tanto del federal como de los locales, y eso pasa por generar contextos de exigencia.
Hay una responsabilidad de la, pero también hay una responsabilidad de la sociedad civil, hay una responsabilidad de generar esos contextos de exigencia y de exigir a los partidos y sus candidatos que lo que ocurra en las elecciones no sea una vez más, una confrontación de meras agresiones y de meras descalificaciones a domine, sino que sea porque el país lo necesita, una discusión, no sólo de los problemas que tenemos, decía, de los diagnósticos que cada uno haga, sino también de las maneras y de las propuestas para resolverlos.
Es suma, la elección es una responsabilidad de todos, hay responsabilidades que la autoridad electoral tiene en primera instancia y estamos trabajando para que efectivamente volvamos a entregar buenas cuentas a la sociedad.
Pero creo que hay una responsabilidad de acompañamiento, un acompañamiento que tiene que ser tan crítico como sea necesario, pero ojalá tan objetivo como sea posible para generarnos a nosotros mismos, autoridades electorales, información que nos sirva para hacer un mejor trabajo, un acompañamiento que tiene que estar centrado en lo que es clave en un sistema democrático.
Una ciudadanía que exija y que demande, muchísimas gracias.
Moderador: Muchísimas gracias Lorenzo, tenemos algunas preguntas de la audiencia, si quieres tomar asiento, por favor.
A ver, Francisco Martín del Campo de Arquitectoma pregunta: ¿En la última elección fue evidente el rebase de gastos de campaña, qué se planea hacer para la próxima elección?
Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova Vianello: Muy rápido, el INE tiene hoy la responsabilidad de fiscalizar todos los ingresos y gastos de todas las campañas a nivel federal y a nivel local.
Lo tenemos que hacer como no lo hace ningún sistema de auditoría en el mundo, en un plazo de 45 días después de la Jornada Electoral, lo que nos ha obligado a trabajar prácticamente en tiempo real, sí, haciendo auditorías en tiempo real.
En las últimas elecciones lo que encontramos fue una cantidad, y eso habla de una capacidad, digamos, de auditoria del propio INE, una cantidad de dinero no reportado, inédita en la historia del país.
Déjenme planteárselos con cifras, en 2016, en las 14 elecciones que se revisaron el año pasado, logramos identificar 76 millones de pesos de gastos, equivalentes a 76 millones de pesos, que no reportaron los partidos políticos.
Este año en sólo cuatro elecciones, logramos aumentar la capacidad de gastos no reportados a una cifra cercana, todavía hay algunos detalles que hay que afinar, que hay que terminar, que hay que concluir, pero cercana a los 300 millones de pesos.
¿Cómo lo hacemos? Haciendo una auditoría de campo, nosotros no solamente nos conformamos con lo que los partidos nos reportan, sino que mandamos a nuestros auditores al campo a registrar todo que llamamos testigos de gasto.
Finalmente, gran parte del gasto electoral deja huella: espectaculares, los mítines, entrega de gorras, de camisetas, en fin, estas cosas que son muy particulares de las campañas mexicanas, grupos musicales que amenizan los eventos públicos.
De todo esto hay un registro, y eso se compulsa con lo que los partidos políticos nos reportan, y lo que no está sostenido con una factura lo sancionamos.El número de testigos el año pasado fue de 17 mil, en 14 elecciones. El número de testigos este año, en cuatro elecciones, fue de 77 mil. Es decir, hay una capacidad creciente de la autoridad electoral.
¿Qué pasó con los topes? Bueno, que en el Estado de México, para decirlo en pocas palabras, se pusieron unos topes inalcanzables: 285 millones de pesos, comparativamente con lo que va a ser el tope de gasto presidencial, que estimamos en 430 millones de pesos, es un tope, el del Estado de México, cinco veces más alto que el presidencial, proporcionalmente al número de electores involucrados.
¿Qué pasó en Coahuila? Pues que el tope fue de 19 millones de pesos, y ahí detectamos que hubo rebase de varios de los candidatos. Justamente ahora el Tribunal Electoral está teniendo que determinar qué ha ocurrido por esa capacidad.
¿Pero qué quiero decir con esto? No me estoy conformando. La capacidad de auditoría que tendremos que desplegar para el próximo año tiene que ser inédita.
Así como aumentamos proporcionalmente la capacidad de 2016 a 2017, lo que tendremos que hacer en todo el país en 2018 es una tarea histórica de la que me queda claro depende en buena medida la credibilidad de la autoridad electoral, pero también de las elecciones.
Moderador: Bien. La siguiente pregunta es de Bernardo Zambrano, de Bexel, que pregunta: ¿qué piensas sobre implementar la segunda ronda?
Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova Vianello: Bueno, yo creo que hay que discutir mucho para qué queremos la segunda ronda. Cuando se ha introducido la segunda vuelta electoral, cuando se ha introducido en muchos países del mundo se ha utilizado para distintas razones, distintos propósitos.
Hay que ver si esas necesidades que la segunda vuelta puede dar son convenientes o no. Déjenme ponerles un ejemplo:
Creo que nadie plantearía que hubiera habido en el año 2000 una segunda vuelta. Hubo alternancia, ganó sin lugar a dudas un candidato. Hubo el reconocimiento de la derrota en el momento mismo en el que los resultados hicieron públicos por parte de los perdedores, y sin embargo Fox ganó con el 33 por ciento de los votos. En el 2000 nos habríamos ido a una segunda vuelta.
¿Qué quiero decir con esto?
No estoy hablando en contra de la segunda vuelta. Estoy diciendo que la reflexión sobre la segunda vuelta tiene que ser una reflexión pausada, atendiendo a lo que queramos y analizando si la segunda vuelta -lo que queramos de ella- y analizando si la segunda vuelta es la mejor manera para conseguirlo.
En todo caso, lo que sí es una discusión que tendremos que dar y que vale la pena que la demos apenas pasando la elección.
Hoy las reglas ya no se pueden cambiar. Hoy nos vamos con las que tenemos y creo que no será pertinente volver a hablar como ya ocurrió en el pasado volver a preguntarnos si es pertinente o no la segunda vuelta en la antesala de la siguiente elección presidencial.
Como lo decía un viejo actor político: “Los temas calientes en tiempos fríos”.
Moderador: Pues ya muy rápido, la última pregunta de José Carlos Aceves, ¿Cuál crees que sea la debilidad más grande del ser humano, en particular de un político para caer en actos de corrupción? ¿Qué crees que se pueda trabajar en el individuo para solucionarlo?
Antes de que acabara la primera pregunta estaba a punto de decir la aceptabilidad de la derrota en el ámbito de electoral, pero creo que eso sería demasiado sesgado.
Mire, no lo sé. Yo creo que hay que partir de una premisa y creo que es la premisa de la que parte la democracia, no hay seres humanos perfectos y depositarios de la verdad.
Y esa es la base de la convivencia democrática, aceptar que, en democracia, que la democracia es la tolerancia respecto a quien piensa distinto y es el mejor sistema, a pesar de todo, precisamente para que esa diversidad, esa pluralidad que caracteriza a las sociedades modernas convivan pacíficamente.
Yo creo que la tarea que tenemos que enfrentas hacia adelante, una vez que pase este proceso electoral, es una apuesta muy importante en términos de cultura cívica porque nuestro país, es un país en donde los valores de la democracia y los principios de la democracia no son practicados en la cotidianidad y no estoy hablando solamente de que estos tienen que regir las contiendas político electorales.
La vida cotidiana tiene que estar centrada en la práctica diaria de los valores y de los principios democráticos.
Y la nuestra, es una sociedad todavía que discrimina, que es intolerante, que excluye y que, en consecuencia, en muchos sentidos es un terreno fértil para que esas lógicas antidemocráticas cuyas advertencias nos vienen desde lejos, de dividir el mundo en buenos y malos, de asumir la complejidad de la vida social que es enormemente, valga la redundancia, compleja, complicada, en blanco y negro; estos reduccionistas maniqueos que, por cierto no son un problema sólo de nuestra sociedad, sino que han estado presentes en muchas de las experiencias electorales el año pasado, constituyen el gran desafío en términos de cultura democrática que tenemos que enfrentar.
Tiene que ver con la concepción del ser humano. Pues yo creo que el ser humano es imperfecto por definición.
La democracia, sin embargo, precisamente por esa imperfección, por esa pretensión de superioridad que tiene cada uno de nosotros frente a los demás, por esa pretensión de ser poseedor de la verdad frente a los otros, puede convivir pacíficamente sólo si las reglas de la convivencia están centradas precisamente en los valores y en los principios de la democracia.
Pero esa es una tarea sobre la que todavía tenemos mucho por hacer y que sin duda será buena parte de las preocupaciones ahora, pero sobre todo, una vez que hayamos sorteado, estoy seguro bien, el desafío electoral del próximo año. Muchísimas gracias.
Moderador: Muchísimas gracias Doctor
Versión estenográfica de la intervención del Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova, durante el Foro Expansión 2017, Estrategia México
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