La vida democrática mexicana aún es frágil. La honda desigualdad y la pobreza, el mediocre crecimiento económico de las últimas décadas, la persistencia de la corrupción, así como la cruenta inseguridad hacen que los avances democráticos se opaquen y minusvaloren. Mas no será retrocediendo en lo que como sociedad sí hemos mejorado (elecciones libres, gobernantes
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