Consejera Presidenta del INE, Guadalupe Taddei exponiendo sobre la igualdad sustantiva

Consulta el artículo escrito por la Consejera Presidenta, Guadalupe Taddei, publicado en Milenio

Escrito por: INE
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El INE no es una institución del pasado, es un pilar de la democracia presente y un garante para el futuro. Nuestra tarea es clara: fortalecerlo, modernizarlo y acercarlo aún más a la ciudadanía.

A lo largo de las últimas décadas, México ha transitado con determinación hacia un sistema democrático plural, competitivo y abierto. Este avance no ha sido obra del azar, ha sido el resultado de una ciudadanía cada vez más exigente, de instituciones más profesionales, y del acuerdo nacional de que la única vía legítima para acceder al poder, es la voluntad del pueblo expresada en las urnas.

Uno de los pilares de esa transición democrática ha sido, sin duda, el Instituto Nacional Electoral. Heredero del Instituto Federal Electoral, el INE ha acompañado al país en los momentos más significativos de su vida democrática. Basta recordar que, en solo 25 años, han gobernado este país cinco presidentes de la República, representantes de tres distintas fuerzas políticas. Esa alternancia pacífica, ejemplar en muchos sentidos, ha sido posible gracias a la confianza ciudadana en las elecciones y en quien las organiza.

El tema de la autonomía no es reciente, fue una conquista ciudadana en la década de los noventa, cuando la demanda social por un árbitro imparcial e independiente se convirtió en política de Estado. La creación del entonces IFE marcó un parteaguas: por primera vez, las elecciones federales dejaban de estar bajo el control del gobierno en turno. La transición política se institucionalizó, y con ello, se consolidó una etapa de estabilidad democrática.

Hoy, el INE no solo organiza elecciones. Es garante del registro federal de electores, fiscaliza los recursos de los partidos políticos y candidatos, capacita a millones de personas que integran las mesas directivas de casilla, promueve la cultura cívica, garantiza el ejercicio de derechos político-electorales en condiciones de equidad e inclusión, impulsa la paridad de género y supervisa procesos internos de partidos y consultas populares. Es, en otras palabras, el corazón técnico y ciudadano de la democracia mexicana.

En ese contexto, es fundamental subrayar: México necesita un INE del siglo XXI, autónomo, con probada capacidad técnica, ciudadano y transparente. Un INE que se mantenga ajeno a los vaivenes políticos y que abrace, con responsabilidad y humildad, la evolución de nuestra democracia. Que modernice sus herramientas, fortalezca sus capacidades, incorpore innovación tecnológica y consolide su vínculo con la sociedad.

Una reforma electoral puede ser una gran oportunidad para corregir desequilibrios, cerrar brechas y optimizar recursos. Pero también puede convertirse en un riesgo, si no surge como parte del reconocimiento al trabajo institucional que el INE ha realizado. Una reforma que no fortalece al INE, debilita a la democracia. Así de claro.

Hoy, cuando voces desde distintos sectores impulsan cambios al modelo electoral, es imprescindible recordar que las instituciones no se improvisan. Requieren años de construcción, de confianza, de legitimidad. Y si algo ha caracterizado al INE, es precisamente eso: su capacidad para generar certeza y legalidad. La confianza ciudadana es la mejor carta de legitimidad del INE.

México es, hoy por hoy, uno de los países de América Latina con mayor profesionalismo técnico en materia electoral.

Recordemos que no hay democracia plena sin ciudadanía activa. El reto del INE también es hacia dentro: seguir tendiendo puentes con las juventudes, con los pueblos originarios, con las mujeres, con las personas con discapacidad, con quienes históricamente han estado al margen. Porque la democracia que no se siente cercana, no se defiende. Y la única defensa legítima es aquella que se basa en la participación, el debate y el compromiso cívico.

Desde el INE, sabemos que organizar elecciones confiables es mucho más que contar votos: es contar con la confianza de la gente. Y sabemos que el futuro democrático de México no se construye desde el retroceso, sino desde el fortalecimiento institucional.

Modernizar al INE no es debilitarlo. Es prepararlo para un país más exigente, más plural, más vigilante. Por eso, reitero: el INE es un pilar de nuestra democracia presente y un garante para el futuro. Nuestra responsabilidad y la de todos los mexicanos es conservarlo, defenderlo y proyectarlo hacia el porvenir.

Consulta el artículo en Milenio.