Intervención del Consejero Jaime Rivera, en el punto 9 referente al Proyecto de Dictamen relativo a la pérdida de registro del Partido Político Nacional denominado Partido de la Revolución Democrática, en virtud de no haber obtenido por lo menos el tres por ciento de la votación válida emitida en la elección federal ordinaria celebrada el 2 de junio 2024 

Escrito por: INE
Tema: Discursos

 

Jaime Rivera Velázquez, Consejero Electoral.

No hay democracia funcional, ni auténtica, sin un sistema de partidos pluralista y efectivo. 

Los sistemas de partido único, que así se les puede llamar “partidos”, constituyen una negación absoluta de la democracia y también de los derechos ciudadanos y derechos humanos. 

Los sistemas de partido hegemónico configuran una simulación de democracia. Los movimientos o políticas populistas que utilizan la vía democrática y los derechos y facilidades que la democracia les brinda son una forma, no del todo novedosa, pero podemos decir que sí renovada, para destruir o liquidar, para debilitar o destruir la democracia. 

El PRD fue un protagonista de la transición democrática de México, eso es innegable. 

Contribuyó decisivamente a la consolidación de una democracia como la mexicana que ciertamente se le puede calificar, en su momento, de incipiente o que nunca terminó de madurar, pero que sí constituyó, al fin y al cabo, una democracia efectiva, defectuosa, pero promisoria. 

El PRD se formó en 1989, gracias a la confluencia de diversas fuerzas políticas. Y hay que reconocer que el PRD recibió herencias democráticas, pero también, herencias autoritarias. 

La herencia del partido largamente hegemónico de México, del antiguo partido hegemónico, dejó también su sello en el PRD; y la herencia del comunismo, cuya expresión de gobierno principal es el partido único, constituye, sin duda, una herencia democrática de la que muchos perredistas no terminaban de renegar o que no lograban superar del todo. 

Pero también, en el PRD confluyeron tendencias claramente democráticas, provenientes de los propios partidos que le dieron origen, algunos provenientes también de otros partidos ya previamente extintos, y también, de una manera poderosa, de movimientos cívicos que sin partido, fueron también protagonistas de la transición democrática. 

Así, el PRD y un movimiento cívico amplio, de diversos orígenes y hasta con tendencias doctrinales diferentes, confluyeron en la formación de una alternativa de izquierda democrática que cuajó en el PRD. 

El PRD tuvo, como cualquier creación humana, virtudes y defectos. Y como en la vida, cometió graves errores, pero no hay duda de que fue uno de los constructores determinantes de la democracia de México y, en particular, un protagonista de la transición democrática de México. 

Hoy el Partido de la Revolución Democrática está en vías de extinción, por lo menos desde el punto de vista legal, y lo es conforme a las normas vigentes, lo lamento. 

Lo lamento como demócrata, lo lamento como parte de una autoridad electoral que tiene la función de administrar y promover y regular el sistema de partidos. 

Lo lamento, pero la ley no es un cuento, hay que cumplirla. Lo lamento también porque el sistema de partidos de México pierde así a un exponente de la izquierda democrática, yo diría el más importante que ha tenido México hasta ahora. 

Se pierde a un componente de la democracia como parte de un sistema de partidos plural, pluralista, con diversas tendencias ideológicas y políticas que representan cada una a partes de la sociedad que tienen derecho a existir, a subsistir, a expresarse y a estar representados. 

Lamento también la pérdida del registro del PRD, porque en él conocía a muchas personas muy valiosas, y a quienes les guardo respeto, admiración y, a no pocas personas les guardo también afecto personal. 

Espero que aún sin registro, los militantes del PRD, junto con muchas otras y muchos otros demócratas, puedan reconstruir una alternativa de izquierda democrática que México necesita. 

Tienen los cauces legales abiertos, sé que no son muy amplios, sé que no son fáciles, pero la vocación democrática se demuestra haciendo política democrática, y ojalá que lo puedan lograr los militantes y otros, seguramente provenientes de otras fuerzas políticas, y que puedan coincidir en la necesidad de construir una fuerza política, que a la vez que está claramente comprometido con la democracia, tenga un profundo sentido de equidad social. 

Comprometido con la igualación de oportunidades con base en las libertades. No hay que inventar demasiado, aunque en México pareciera que sí hay que inventar algo completamente nuevo, pero ya hay en el mundo una larga y en muchos países venturosa experiencia de gobiernos de izquierda que son claramente comprometidos con la equidad social y, al mismo tiempo, indudablemente democráticos. Así es deseable. 

Ya, es todo, gracias. 

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