Han transcurrido más de seis meses del proceso electoral más grande de nuestra historia contemporánea y estamos a menos de 15 días de la Jornada Electoral, en donde no sólo se votará por la Presidencia de la República, también se elegirá la integración de ambas cámaras del Congreso de la Unión; así como más de 19,000 cargos estatales y municipales como son las Gubernaturas, las Diputaciones locales, Presidencias Municipales, Sindicaturas, Regidurías y hasta cargos del cuarto Orden de Gobierno en algunas comunidades indígenas.
Esta es una de las elecciones que más expectativa nacional e internacional ha generado, no sólo por la cantidad de cargos a elegir. También ha llamado la atención que, por primera vez, tenemos a dos candidatas a la Presidencia de la República y además, a nivel nacional se está haciendo efectivo el principio de paridad en todo, en donde las autoridades electorales locales están verificando que se cumpla con la postulación paritaria por parte de los partidos políticos, coaliciones y candidaturas comunes.
No obstante, el avance en la lucha por la paridad sustantiva, los datos de este proceso electoral concurrente no son alentadores para la participación política de las mujeres. Las candidatas tienen que seguir remando contra corriente y abrirse camino en un mar de desafíos, en donde su principal obstáculo por superar sigue siendo la violencia política de género.
Desde el Instituto Nacional Electoral (INE) hemos advertido que la violencia política contra las mujeres sigue aumentando cada día y que no está focalizada en una elección concreta; por el contrario, es se trata de una ola de violencia contra la mujer que se ha generalizado y propagado a nivel nacional.
De acuerdo con los datos proporcionados por la Unidad Técnica de lo Contencioso Electoral del INE, desde el mes de septiembre de 2023 a la fecha, se han recibido más de 150 quejas por conductas que pueden constituir una infracción en materia de violencia política contra las mujeres en razón de género.
Situación que se vuelve alarmante si se toma en cuenta que 98 de esas quejas se presentaron en lo que va de este 2024, y que los datos nos muestran que en los meses de marzo y abril se presentó casi una queja al día, lo que pone en evidencia que desde el inicio de las campañas electorales se ha potenciado la violencia contra las mujeres que se encuentran compitiendo en la justa comicial.
Las campañas electorales no son un pretexto para usar tácticas desleales que normalicen el ataque a las mujeres para amenazarlas, intimidarlas y fingir que se alejen de la política; al contrario, deben ser donde se contrastar sus propuestas de campaña, su plataforma electoral y plan de gobierno.
Es lamentable que en pleno siglo XXI se pretende invisibilizar, callar y hasta ridiculizar a las mujeres que participan en política, mediante el uso de lenguaje lleno de estereotipos de género y simbolismos sexistas que buscan cosificarlas y demeritar sus propuestas de campaña y trayectorias profesionales, por el simple hecho de participar en un espacio que erróneamente, algunas personas, siguen considerando exclusivo de los hombres, valiéndose de los avances tecnológicos para persistir con conductas que pretenden excluirlas del mapa político.
Las redes sociales y las plataformas digitales son los medios por los que más se ejerce la violencia política de género, y es que en esos espacios se publican mensajes discriminatorios, misóginos y sexistas que pretenden denostar el trabajo y las carreras políticas de las candidatas.
En el 86% de los asuntos en que las autoridades judiciales han determinado la existencia de violencia política contra las mujeres, las conductas se han materializado a través de mensajes de redes sociales, en donde, en muchos casos, quienes violentan se aprovechan del anonimato y utilizan estrategias encaminadas a reproducir mensajes generadores de odio y discriminación, ya que van desde la utilización de memes e imágenes que pretenden ridiculizar o estereotipar, pasando por la revelación de imágenes intimas que buscan sexualizarlas y humillarlas, y llegando hasta la emisión de amenazas directas de muerte sino desisten de una candidatura.
Lamentablemente, las redes sociales pese a ser un instrumento para potencializar el debate público en un sistema democrático, se han convertido en un espacio que provoca la normalización de la violencia contra las mujeres en política, bajo la creencia de que ciertas publicaciones o comportamientos son graciosos e inofensivos.
Por ejemplo, se ha tomado como algo normal y hasta de risa, el realizar body shaming; es decir, ofender a una candidata por su apariencia física o cometer ciberbullying contra ella por el simple hecho de ser mujer, y ya no mencionemos casos más denigrantes como el sexting o doxing, en donde se busca humillar a las mujeres revelando información privada y hasta íntima para desacreditarlas públicamente.
Esa forma de pensar estereotipada debemos erradicarla. Hay que evitar la normalización de la violencia y eliminar el uso de los micromachismos que sitúan al hombre como norma y medida de lo que debe ser y debe de hacerse en política. Dejen de invisibilizar a las mujeres emitiendo mensajes bajo el estereotipo de que dependen de las decisiones de sus parejas o de lo que ordena algún hombre.
Tenemos la oportunidad histórica de tener un proceso electoral que no se manche por la violencia contra las mujeres candidatas, es el momento para que todas y todos trabajemos juntos para construir un México igualitario, en donde todas las personas puedan participar políticamente bajo las mismas condiciones y libres de cualquier violencia.
Por lo que hago un llamado a los partidos políticos, las candidaturas, los medios de comunicación, a las autoridades y la sociedad en general para que evitemos cometer cualquier tipo de conducta que pretenda violentar a las mujeres y menoscabar el ejercicio de sus derechos políticos electorales.
Mujeres candaditas y representantes de elección popular, recuerden que en cualquier momento pueden acudir al INE a interponer su denuncia y buscar orientación y atención necesaria, incluso, si se sienten en peligro, acérquense a nuestro grupo multidisciplinario que les brindará atención de primer contacto y hasta primeros auxilios psicológicos en caso de ser necesarios; o bien, ayudarlas en la generación de su plan de riesgo y la solicitud de medidas de protección.
Hagamos que este proceso electoral sea histórico por el contexto paritario en el que se está desenvolviendo, y no porque sea un proceso en donde la violencia política de género se convierta en el protagonista de la elección.
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