Rumbo a las elecciones del próximo 2 de junio es común escuchar o afirmar que vivimos “Tiempos de las mujeres” para ilustrar la creciente y notoria participación como líderes, en cargos de representación, de toma de decisión o ejercicio de un poder de Estado.
Entre 2020 y 2022, las mujeres constituían entre 47, el 50 y hasta el 68 por ciento de quienes se desempeñan ya sea en presidencias de comisiones, grupos o escaños parlamentarios del poder legislativo federal o locales. Tenemos 10 mujeres gobernadoras y un 42.1 por ciento de las mujeres a cargo de Secretarías de Estado.
La Suprema Corte de Justicia (SCJN), el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y el INE son presididos por mujeres, y en la contienda por la presidencia de la República participarán 2 mujeres.
Es tiempo de mujeres, y mujeres de estos tiempos ejerciendo derechos, construyendo trayectorias, mostrando liderazgo, realizando aportaciones e impulsando transformaciones significativas, como la ahora llamada Democracia paritaria. La paridad entendida no sólo como un principio, un mandato o una meta sino como un vehículo para acelerar el ejercicio de los derechos de todas las mujeres con igualdad y sin violencia en todos los espacios.
Sin duda, el liderazgo de las mujeres va ganado terreno. Sin embargo (no lo podemos omitir) aún persisten grandes dificultades para la participación de las mujeres en el ámbito municipal: sólo el 23.1 por ciento (568) de los 2 455 municipios y demarcaciones territoriales del país, son encabezadas por mujeres.[1] Y si bien los prejuicios, las resistencias y la violencia política contra las mujeres concentra ahí la mayoría de los casos que se denuncian, no le son exclusivos.
La participación de las mujeres en la política y en espacios de decisión enfrenta no sólo obstáculos reales y estructurales, sino resistencias o posturas abiertas o veladas que afirman ser muy difícil “involucrarlas por apatía o porque algo le pasa a las mujeres que no les interesa”, como si los partidos políticos, los sindicatos, las ágoras parlamentarias, las organizaciones sociales o las instituciones del Estado, no conllevaran formas, códigos, dinámicas que son atravesadas por condiciones la desigualdad entre mujeres y hombres.
La participación y el ejercicio de liderazgo de las mujeres es difícil de construir y de reconocer y apoyar incluso entre las mismas mujeres. Pero también es innegable que ha sido desde los liderazgos de las mujeres y su incidencia en espacios de poder político que han logrado impulsar redes, alianzas y compromisos en torno a una agenda común por la igualdad entre mujeres y hombres. Los cabildeos y avances en pro de esa agenda es un distintivo importante del liderazgo político de las mujeres.
En España cuando hace ya más de 30 años las mujeres se dispusieron a actuar como fuerza política organizada, muchos parlamentarios llegaron a sugerir que “si las mujeres se organizan y forman un lobby ellos responderían haciendo lo mismo”, curiosa sentencia cuando los hombres ocupaban el 94% de los cargos elegidos y la política no es otra cosa que un gran “lobby” masculino.[2]
Los prejuicios, las resistencias, y la abierta violencia o agresiones a las mujeres son también parte aún de estos tiempos. Por ello, las acciones específicas para fortalecer el liderazgo de las mujeres no sobran y son constantes. Durante 2023, el INE en colaboración con la Comisión Interamericana de las Mujeres de la OEA[3] implementó la primera edición del Programa de Liderazgo de las mujeres en la política.
El Programa convocó a más de 200 mujeres aspirantes a candidaturas a puestos de elección popular; a quienes aún sin aspirar a un cargo público se desenvuelven en el ámbito público-electoral y a mujeres de movimientos y organizaciones de la sociedad civil cuya labor se centre en derechos políticos y electorales.
Se garantizaron espacios para aspirantes de diversos partidos políticos, de 27 entidades federativas considerando la diversidad sociodemográfica, territorial (con una respuesta importante de Guerrero, Baja California, Guanajuato y Morelos); para mujeres rurales, indígenas, con identidad de género y orientación sexual no normativa, con discapacidad, jóvenes y adultas mayores. Se dio prioridad a las mujeres que se postularían a presidencias municipales, a candidaturas a diputaciones locales y federales y a concejalías.
Las sesiones del programa fueron estratégicas ya e articularon conocimientos conceptuales y prácticos en torno a temas como democracias paritarias; estrategias electorales para lograr una campaña exitosa; comunicación política con perspectiva de género; manejo de entrevistas y debates electorales; sistema electoral mexicano y principales reglas en la organización y financiamiento de campañas electorales; uso de redes sociales para un liderazgo político exitoso; prevenir y denunciar la violencia contra las mujeres en la política y estrategias para el manejo de crisis políticas con énfasis en la campaña electoral, por destacar los más importantes.
También se identificaron temas y áreas a fortalecer como la comprensión de aspectos clave del sistema electoral mexicano, las reglas en la organización y financiamiento de campañas electorales, en especial lo referido a los criterios emitidos por el INE para el cumplimiento de la obligación legal de los partidos políticos de destinar el 3% del financiamiento público ordinario para promover el liderazgo político de las mujeres.
Un aprendizaje operativo destacó la importancia de sumar la colaboración de los partidos políticos, de organismos de la sociedad civil y asociaciones de mujeres con miras a difundir ampliar y afianzar este Programa.
De especial valía fue la coordinación a cargo de la CIM la cual cuenta con gran expertise en el manejo de estos temas y acciones profesionalizantes para mujeres en torno a las cuales ha venido trabajando en México durante los últimos 4 años. Una singularidad de su experiencia radica en dotar de habilidades a las participantes a través de ejercicios prácticos, intercambio de experiencias y sesiones de mentoría con figuras destacadas de la RED CIM de Mujeres Políticas.
El programa tuvo buena recepción y evaluación entre las participantes quienes confirmaron contar con más conocimientos y herramientas prácticas para fortalecer sus liderazgos y de cara a las elecciones del 2024, tenemos la certeza que le serán de utilidad para el acceso y ejercicio a futuros cargos públicos en los que se desempeñarán.
Sabemos que la cobertura y el alcance del Programa deberá marchar a la par de la creciente participación de las mujeres, pues en perspectiva más de 60 mil mujeres contenderán en las próximas elecciones y seguramente cada proceso electoral serán más y más.
Las mujeres beneficiadas con este Programa desde su experiencia tendrán un efecto multiplicador en conocimientos y habilidades con otras candidatas, y un desafío importante sigue tocando a los partidos políticos quienes deben destinar más recursos para valorar y fortalecer las campañas, la capacitación, formación y los liderazgos de las mujeres. Nadie nació siendo líder, pero sí hombres o mujeres con las condicionantes desiguales que aún persisten y ante las cuales hay que incidir ya que aún permean mentes, territorios y realidades en el país.
[1] INEGI. Hombres y Mujeres. 2021-2022
[2] Astelarra, Judith. Las mujeres podemos: otra visión política. Icaria. 1990.
[3] La CIM es un organismo especializado interamericano permanente e intergubernamental de la Organización de los Estados Americanos, foro político hemisférico para los derechos de las mujeres y la igualdad de género.
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