De acuerdo con la ONU, una de cada tres mujeres en el mundo ha sido víctima de violencia física o sexual al menos una vez en su vida, y esa estadística se potencia cuando se trata de países en vías de consolidación democrática. Es decir, en aquellos lugares donde la cotidianidad viene acompañada de una lógica machista y de la negación de un fenómeno visible a todas luces: “todos sufrimos violencia”, dicen quienes temen reconocer que a las mujeres nos matan por el sólo hecho de ser mujeres.
La violencia contra las mujeres puede materializarse de forma psicológica, sexual, física, económica, entre otras, y, sin embargo, aún hay personas que creen que no existe e incluso justifican algunas de sus agresiones: 20% de la población mundial considera que golpear a la pareja no es violencia de género.
Y aquí estamos, 30 años después de la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, dispuestas a dirigir todas nuestras acciones en una sola dirección: erradicar la violencia contra las mujeres. En estos 16 días de activismo (25 de noviembre-10 de diciembre), el mensaje debe ser contundente: no más violencia contra las mujeres. La acción colectiva ha demostrado que es posible concientizar a la ciudadanía, ya que nos hemos acercado a disminuir esta violencia que buscaba perpetuar un sistema patriarcal que, desde su diseño, genera una lastimosa desigualdad.
Para erradicar la violencia contra las mujeres se requiere una sinergia de acciones que abarquen desde lo individual hasta cambios estructurales. Es fundamental fomentar la educación en igualdad desde temprana edad, promover espacios seguros y de apoyo para las víctimas, así como implementar leyes y políticas que sancionen de manera efectiva a las y los perpetradores. Necesitamos de una transformación cultural que cuestione y desmonte los patrones de género tan arraigados en la sociedad.
A lo largo de este camino por lograr la igualdad sustantiva y erradicar la violencia contra las mujeres, hemos contado con el respaldo y ayuda de muchas personas que han ido sumando sus esfuerzos en la lucha por la igualdad sustantiva; le magistrade Ociel Baena fue una de ellas. Fue un referente para que las juventudes LGBTTTIQ+ alzaran la voz por el respeto y defensa de los Derechos Humanos. Desde su trinchera conquistó logros que abrieron brecha para la ampliación de derechos: la primera credencial de elector, el primer pasaporte y título de doctorado no binarios, son algunas de las conquistas que le colocan en la memoria.
Estos 16 días de activismo contra la violencia de género son un llamado a la acción, una oportunidad para alzar la voz, para construir un mundo donde el respeto y la igualdad sean la norma. Cada paso que damos es en dirección hacia un futuro más justo; y hasta que la dignidad se haga costumbre, que cada día sea un compromiso inquebrantable para poner fin a la violencia de género.
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