Intervención de Lorenzo Córdova, en la inauguración del seminario: Una reforma electoral para todxs

Escrito por: INE
Tema: Consejero Presidente

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, EN LA INAUGURACIÓN DEL SEMINARIO UNA REFORMA ELECTORAL PARA TODXS, REALIZADO EN EL INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

Muchas gracias, muy buenos días, Hugo.

Me parece un verdadero privilegio estar esta mañana aquí en el Instituto de Investigaciones Jurídicas hablando de temas electorales, para mí es una novedad, desde hace 28 años esta ha sido, no sólo mi casa, sino, además, el espacio en donde aprendí de los temas electorales con muchos de los colegas que están sentados en torno a esta mesa, así que para mí es un verdadero privilegio.

Por cierto, a escasos ya cuatro meses de reincorporarme a esta casa académica, 117 días. Por cierto, hay un diputado que tiene un contador, si alguien le puede avisar que está mal, porque me está dando un día más y la verdad no es mi propósito, como dicen coloquialmente “ no somos iguales” y no ocupamos cargos públicos por el hecho de ocuparlos.

Pero de cara este inminente regreso, pues para mí es un privilegio participar en este espacio, para discutir y platicar sobre la reforma electoral como un fenómeno particularmente recurrente y que ha sido una especie de deporte nacional que nos ha ocupado desde hace 45 años, en el que se han centrado muchos esfuerzos y que, si se mira en retrospectiva probablemente sea de las tareas mejor logradas por parte de la sociedad mexicana a partir de una serie de arreglos políticos que tuvieron una lógica cada vez más importante, cada vez más fuerte de definir las reglas del juego político a partir de la que, es por definición, el sustrato, la esencia, diría y valor, diría Hans Kelsen, de la democracia; es decir, una lógica de construir consensos, de construir compromisos, de construir un arreglo político para que las reglas de acceso al poder sean reconocidas por todos, no sean impuestas, y constituyan en consecuencia, como lo dice la historia de la teoría política en la historia misma de la democracia, como aspiración que sea una forma de acceder al poder político de manera pacífica.

Quisieras centrar esta intervención en tres momentos, o en tres reflexiones que por obviedades del espacio tendrán que ser telegráficas, pero sobre las que invito a seguir reflexionando.

Una primera reflexión es una mirada, digámoslo así, la invitación a discutir las reformas electorales o la idea de reforma electoral, siempre invariablemente desde una lógica retrospectiva.

México y lo que hoy somos, en términos políticos es el producto en nuestra propia historia, y olvidar la historia es la mejor manera de cometer errores.

Y aquí cito a un clásico para mí, Arnaldo Córdova, que decía, escribía que “la historia es maestra de la política”, por lo que, para entender la vida pública es necesario saber de dónde venimos, para poder hacer un balance dónde estamos y, en consecuencia, poder delimitar hacia dónde queremos ir. No hacerlo puede significar perder la brújula que nos debe dar un rumbo como parte, digámoslo así de una historia que está en permanente construcción.

En un segundo momento quisiera hacer algunas reflexiones telegráficas con datos, creo que la discusión de una reforma electoral no puede partir solamente de voluntades, sino que tiene que partir de datos, de diagnóstico ciertos que están profundamente ausentes en la discusión cotidiana, más cargada de voluntades, que son absolutamente válidas, de filias y fobias, que son entendibles, pero que nos puede llevar por opciones que no necesariamente son los mejores.

Así que datos para decir, para poder tener un diagnóstico muy elemental de dónde estamos y, a partir de lo anterior poder hacer una reflexión, no de cómo y hacia dónde debemos ir, porque creo que esa no es mi responsabilidad hoy como autoridad electoral. En 117 días desde aquí, desde el cubículo, seguiré haciendo política, no partidista, sino política democrática y entonces podré opinar hacia dónde tenemos que ir.

Creo que hay una responsabilidad de parte de la autoridad electoral de hacer reflexiones que alimenten el debate y, sobre todo, sugerencias a la luz de esta revisión histórica de cómo deberían tomarse esas decisiones.

Hablar de la reforma electoral, primer punto, de lo que han sido las reformas electorales en nuestro país podría llevarnos seminarios, hay libros y una enorme literatura, y hay aquí algunos protagonistas de la transición, no solamente como construcción política, sino también, como traducción institucional.

Lo que sí creo que vale la pena no perder de vista es que la transición a la democracia en México, con todos los pendientes que todavía tiene, la justicia social todavía hoy sigue siendo una promesa incumplida desde la Revolución Mexicana hasta nuestros días, pero más allá de eso, la transición en su dimensión electoral ha sido el resultado de una evolución muy particular, México no tiene nada que ver con la transición chilena o con la transición española que constituyen el modelo de transiciones a la democracia.

La transición mexicana es una transición lenta, gradual y paulatina, que se ha articulado esencialmente en la dimensión electoral en los últimos 45 años, desde la reforma de 1937, donde por cierto Pablo fue uno de los protagonistas y lo ha sido en todas las reformas electorales que, como ha dicho, en ocasiones han llevado, no solamente a su impronta, sino hasta a su redacción.

Una de las características de nuestra transición, más allá de la tradicional a la de esta lógica sedimental, es que no ha tenido una reforma fundacional, si acaso lo más cercano a una reforma fundacional fue la reinvención institucional de la reforma de 1990, que encausó la transición o la construcción de un sistema electoral en un sentido que ha venido evolucionando en los últimos 30 años.

Resumir la transición me parece que puede hacerse, con todas las generalizaciones y abusos que esto puede suponer en una lógica de interpretarla como la solución de una serie de necesidades, problemas, que se nos fueron presentando en el camino para poder convertirlos en una democracia. Si no (inaudible) en la dimensión electoral, si esto, sí aceptamos esto, me parece que podemos identificar cuatro grandes ejes, cuatro grandes momentos, cuatro grandes necesidades que a lo largo de los últimos 45 años se presentaron como un valladar indispensable de superar para poder avanzar en la construcción de un sistema electoral democrático.

En un primer momento, viniendo de donde veníamos, de un régimen cerrado, vertical, autoritario, el que se gestó como producto del estado la revolución, como se decía en el siglo pasado, la primera gran necesidad era de una lógica de apertura.

Abrirse a nuevas opciones políticas que habían estado excluidas de la vida pública, de la vía institucional pública hasta ese momento, así que la primera necesidad fue una lógica de inclusión y de permitir que esa inclusión fuera representada en los espacio de decisión política.

Y sí, sin duda y coincido con Pablo, ojalá y transitemos hacia un régimen proporcional, porque la legislación hay quien no entiende que la reforma, en efecto, que se presentó por parte del Presidente es una reforma que respuesta hacia la proporcionalidad. No sé si de la mejor manera, se pueden analizar muchas maneras de lograr la proporcionalidad, pero me parece que esa fue la esencia, digámoslo así, que alimentó y que habría que mantener hasta en el discurso, diría yo, desde hace 45 años.

En un segundo momento, después de 88 una nueva necesidad se presentó entre nosotros, contar con un sistema electoral confiable, en donde, como se decía en los años noventa, que los votos se contaran bien y contaran efectivamente.

La invención institucional de 1990 con un IFE que tendría que sufrir una larga evolución y un TRIFE que también tendría que pasar por una serie de cambios para consolidarse es en buena medida el resultado de esta apuesta por construir un sistema electoral, entendido por sistema electoral a un conjunto de reglas de procedimiento y de instituciones que inyectara certeza, credibilidad, transparencia y, por ende, legitimidad de las elecciones.

Después de 1994 una nueva necesidad se puso en el camino, contar con condiciones equitativas, equilibradas de la competencia y dos grandes fueron los ejes, fueron dos los grandes ejes para lograrlo: Una apuesta por un financiamiento público que sin lugar a dudas hoy es excesivo y vale la pena racionalizar, siempre y cuando no se pierda la esencia de porqué, del porqué histórico de la apuesta por el financiamiento público, que fue generar condiciones para que todas las fuerzas políticas tuvieran un piso mínimo para contender.

Y, finalmente en esta lógica de evolución un cuarto momento podría ser la necesidad que se detectó en algún momento de traducir la calidad técnica con la que se había alcanzado en los ámbitos, en el ámbito de las elecciones federales en el ámbito local. La última reforma tiene el propósito de homogenizar y estandarizar el modo en el que se hacían las elecciones, tanto de su dimensión institucional, como en su dimensión procedimental, como en los criterios que se aplicaban en las elecciones federales y locales, y respectivamente, entre estas últimas. De ahí venimos.

Ahora, ha funcionado esto, cuál es el balance que podemos hacer de lo que hoy tenemos, datos: En los últimos ocho años y medio, desde que tuvimos la última reforma electoral, el Instituto Nacional Electoral, junto con los OPLES en el ámbito de las elecciones estatales ha organizado 330 elecciones, 330. En ninguna ha habido un conflicto poselectoral, litigio sí, sin duda, lo decía Pablo y coincido con ello, aunque voy a terminar de nueva cuenta regresando al punto, tensiones, rispidez, es consustancial a la lucha política, incluso a la lucha política en democracia, pero lo que distingue a la democracia de otros regímenes de gobierno es que existan cauces institucionales para procesar esa rispidez y esa litigiosidad.

Litigiosidad en material la hay y la hay muchísima. A veces uno podría llegar a pensar que el propio sistema estimula la litigiosidad, pero lo relevante no es eso, lo relevante es que toda la litigiosidad electoral se ha procesado, en estos ocho años y medio, toda la litigiosidad derivada de estas 330 elecciones se ha procesado por los causes institucionales y no ha habido una sola sentencia que no haya sido obedecida por alguno de los actores políticos, una sola.

Y en estos ocho años y medio, estas 330 elecciones, estoy sumando las federales, con las locales, con las ordinarias y las extraordinarias, que han llevado a la autoridad electoral a renovar dirigencias partidistas y, también, a realizar mecanismo de participación ciudadana, y hasta una Asamblea Constituyente, por cierto, a la que el legislador constitucional le cedió al INE la facultad total prácticamente para legislar esa elección.

Bueno, todas estas elecciones han propiciado un grado inédito de alternancia, la vida del país, el 62 por ciento de alternancia es el resultado de estos procesos electorales; es decir, la probabilidad que hoy tiene un partido que ganó una elección de ganar la siguiente ronda electoral es solamente una de cada tres, y no hay una sola fuerza política que haya sido la beneficiaria exclusiva de este fenómeno, una sola; por supuesto que el partido que gobierna, Morena, es el partido que más se ha beneficiado, pero también que ha sufrid la alternancia.

Morena también ha ganado elecciones y ha perdido la siguiente ronda electoral. No hay un solo partido que sea pues el beneficiario exclusivo de este hecho.

¿Qué nos arrojan estás cifras?, además de que el INE hoy tiene, se puede discutir si debe estar o no en el INE, yo creo que debe estar siempre, no debe estar en manos del gobierno un Padrón Electoral, pero bueno, eso es otra discusión.

El INE brinda servicios públicos de altísima calidad y el Padrón Electoral hoy incluso sirve hasta para ayudar a identificar cadáveres de personas desaparecidas o de personas desconocidas, cada vez desconocidos.

Es decir, el sistema electoral y eso es, termino aquí la segunda parte, es un sistema, que desde mi punto de vista que funciona, que es mejorable, sin lugar a dudas, pero estos ocho años y medios constituyen el período de estabilidad política y de gobernabilidad democrática más largo de la historia del país.

Nunca antes en la historia país habíamos tenido ocho años y medio sin que las elecciones no fueran un problema, con ningún conflicto poselectoral, insisto, inconformidad siempre hay, pero eso es producto de la elemental democrática muchas veces de los propios jugadores.

Dicho lo anterior, y pasó a la parte final de la intervención.

Es necesaria una reforma electoral, no hablo de la parte política, eso creo que hemos discutido mucho en los últimos 40 años sobre las reglas de acceso al poder y hemos discutido, como se ha dicho aquí, desde hace muchas décadas, poco de las reglas del ejercicio del poder, pero me centro en lo electoral.

Dicho lo anterior, ¿es necesaria una reforma electoral? ¿Es indispensable procesar una reforma electoral hoy? ¿Si no hubiera una reforma electoral la democracia mexicana está en riesgo? ¿Las elecciones de 2024, que será la renovación del poder político más grande de nuestra historia, en virtud de la concurrencia y del número de ciudadanos que serán potenciales electores está en riesgo?

Me parece que, a la luz de lo que es la experiencia reciente, la respuesta es clara y contundente, no.

La reelección de 2021 a pesar de la complejidad del sistema electoral que hoy tenemos, desde el punto de vista técnico, de la rapidez con la que fluyeron los resultados, de la aceptación de los ciudadanos a participar con el INE para ser funcionarios de casilla, es la mejor elección que se haya realizado hasta hoy, y estoy seguro que si no hay una reforma electoral, si no hay cambio en las reglas en el 2024 el INE nuevamente volverá a hacer la mejor elección que hayamos hecho en nuestra historia.

Así que la respuesta, desde mi punto de vista es clara y contundente, si no hay una reforma la democracia electoral, la democracia mexicana en su dimensión electoral no va a sufrir, no se va de poner en riesgo.

Es mejorable lo que hoy tenemos, sin lugar a dudas, sí.

Reformular la pregunta entonces, ¿es pertinente una reforma electoral?

Bueno, yo diría que una reforma electoral, el ajuste, el afinamiento de las reglas del juego de acceso al poder, de las reglas de acción, siempre va a ser pertinente, siempre y cuando se cumplan, digo yo, tres condiciones que nuestra propia historia nos enseña, deben valorarse.

Primera condición, el mayor consenso político posible, estamos hablando, cuando hablamos de reforma electoral de las reglas del juego democrático, de las reglas a las que se van a someter los contendientes, los actores políticos, para disputar el poder político. Y la historia nos enseña que, cuando el consenso no prevalece, cuando hay un mayoriteo, sea en la definición de las reglas o en la definición de quienes arbitran en la competencia política, está gestándose un problema en potencia, porque con la falta de lealtad democrática que ha demostrado históricamente toda nuestra clase política, el que las reglas se impongan por una facción, aunque sea la mayoritaria, abre la puerta a que el día de mañana alguien diga que perdió por culpa de reglas que no eran justas, que nunca avaló.

Esto no lo digo yo, lo dice Norberto Bobbio, si bien la regla de oro de la democracia es que la mayoría decide, cuando se definen las reglas del juego democrático, resulta casi indispensable en términos de supervivencia democrática, el mayor consenso posible y esto muchas veces pues sí, ni modo, significa construir acuerdos, y los acuerdos probablemente sean imperfecto desde el punto de vista de lo óptimo, pero desde el punto de vista político, desde el punto de vista democrático son, me parece indispensable.

Segunda condición, que las reglas del juego se hagan con datos ciertos y objetivos.

En este proceso de reforma electoral saben cuántas veces se le ha pedido la opinión técnica, datos, diagnósticos a la autoridad electoral, valoraciones de cuál, desde el punto de vista de la operación electoral de qué cosas deberían mejorarse, cosa que hemos ofrecido reiteradamente desde que desde 2019 se hizo el Primer Foro de Parlamento Abierto en la lógica de hacer una reforma electoral, ninguna.

En agosto se me invitó al Foro de Parlamento Abierto y nuevamente reiteré la disposición del INE de poner a disposición información, de realizar las valoraciones y los diagnósticos que se pidieran para nutrir el debate legislativo. Nunca se le ha pedido una sola opinión, un solo dato a la autoridad electoral y, en cambio, el debate público está plagado de falsedades.

Se dice que el INE es el instituto más caro, electoral, más caro del mundo, lo cual es absolutamente falso.

Se dice que el sistema electoral mexicano es el más caro del mundo, que las elecciones México son las más caras, no es cierto. Con datos podemos demostrarlo, son más caras las elecciones en Colombia, incluso numéricamente, a pesar de que Colombia es un país con tres veces menos Padrón Electoral.

El INE cumple funciones que no cumple ningún otro órgano electoral, producto de lo que los acuerdos políticos nos impusieron, el INE es el único órgano del Estado Mexicano, y el único órgano electoral del mundo que monitorea todas las señales de radio y televisión; y gracias a eso, por cierto, hoy la Secretaria Gobernación gratuitamente recibe un servicio por el que hace, porque en el gobierno anterior pagaba 500 millones de pesos, y bianualmente, a un proveedor privado.

Luego dicen que el INE no quiere colaborar y que tiene filias y fobias políticas, no es así.

¿Qué es lo que quiero decir? segunda condición. Es que la reforma se haga, si hay una reforma, con datos ciertos y, sobre todo, con la cabeza, no con el estómago, si vamos a una reforma producto de filias o fobias, o peor aún, de rencores personales, seguramente estaremos ante un problema en potencia.

Y la última condición, digo yo, que la reforma sea para mejorar lo que se tiene. Nos han pasado 30 años construyendo un sistema electoral y mejorándolo poco a poco, hay mucho por hacer sin duda, todavía, pero creo que lo que ha sido la gran conquista, la gran solidez de un sistema electoral que ha llevado al INE y al IFE, Jaime, tú fuiste consejero, lo sabes muy bien, a ser un punto de referencia en términos institucionales en el mundo.

Ningún órgano electoral en el mundo ha participado en tantas misiones de asistencia técnica, bajo el amparo de siglas de organismos multilaterales, PNUD, Comisión de Venecia, OEA, etcétera, etcétera, IDEA Internacional, IFES, como el INE, y el IFE antes, ninguna, por algo será, digo yo.

Dicho lo anterior, si vamos a tener una reforma que mejore lo que tenemos, eso, desde mi punto de vista, significa no alterar los que son los cinco grandes pilares sobre los que se han construido la democracia electoral en México, que nos ha permitido los resultados que mencionaba hace un momento: alternancia, estabilidad política, gobernabilidad democrática.

Primer pilar, la independencia y la autonomía de las elecciones, de las autoridades electorales, autonomía frente a los poderes, independencia frente a los interés de partido.

Segundo pilar, el Servicio Profesional Electoral, si en un país como éste, que implica que el INE sea la única autoridad del Estado en algunas zonas que puede entrar a realizar su trabajo, es producto de que ese trabajo lo realiza un cuerpo de profesionales que, por cierto, hoy es, se le quiera o no, guste o no, un modelo de servicio civil de carrera.

De hecho, cuando se discutió la Ley de Servicio Civil de Carrera el modelo del estatuto del Servicio Profesional Electoral fue el punto de referencia.

Tercer gran eje, la estructura desconcentrada del INE, no solamente ésta sirve para brindar servicios básicos y fundamentales como la Credencial para Votar con Fotografía, es decir, generar el mecanismo de identidad fundamental para los mayores de 18 años en este país, sino, además, eso permite el contacto cotidiano con la ciudadanía, permite conocer el terreno, permite saber cómo se mueve la presencia del narcotráfico en el país; permite saber dónde hay conflictividad social; permite estar presente y acompañar esa conflictividad, para que el día de las elecciones se puedan instalar las casillas.

¿Cuántas casillas en las últimas elecciones han dejado de instalarse por motivos de seguridad? Ninguna, o de inseguridad, ninguna, ninguna, y en donde hay conflictividad social el INE muchas veces es el elemento, la institución, que permite que sea conflictividad no impida la instalación de elecciones.

Cuarto pilar, el Padrón Electoral, yo entiendo que haya una discusión aquí abierta, y entiendo que en muchos países democráticos son los gobiernos los que realizan el listado del que sale, el elenco de lectores, pero no todos los países democráticos tienen la historia que tenemos, venimos de un país en donde los gobiernos utilizaban políticamente el listado de electores y no hay ningún elemento para decir que eso no podría volver a ocurrir. Ninguno, ninguno.

¿Qué garantías hay de que el gobierno manejará de manera autónoma, independiente un listado electoral? Estoy diciendo los pilares, no estoy diciendo que se proponga.

Por cierto, hay iniciativas que desaparecen que la función de llevar el Padrón Electoral sea de la autoridad electoral, pero, bueno, alguien tendría que hacer el Padrón Electoral, yo lo que estoy diciendo es que no se debe volver a que el Padrón Electoral lo administre el gobierno, porque de ahí venimos como problema que tuvimos que resolver.

Y, último, que, incluso revisando los montos del financiamiento público, o los modos, con lo que hay una coincidencia total, lo hablábamos antes con Pablo, de cómo se utilizan los tiempos de radio y televisión, coincido, los spots no son la mejor manera de utilizarlos, pues no se rompe la base de equidad que se ha logrado construir, porque esa base de equidad es la que ha permitido que desde 1997 se normalizará el fenómeno de la alternancia, como parte de la vida política, democrática, de nuestro país.

Termino.

La democracia es la negación de la violencia por definición. Es la única invención civilizatoria de la humanidad que permite que la lucha por el poder transcurra por vías pacíficas.

Es muy preocupante, muy preocupante, que pretenda volverse a instalar en el discurso público, en el discurso electoral la lógica de la violencia, o la amenaza de la violencia.

Puede haber decisiones que no gusten, de hecho, hay decisiones que son absurdas. Pongo un ejemplo nada más, en el ejercicio de Revocación de Mandato está prohibido por la Constitución y por la ley de la materia que el Presidente pueda pronunciarse sobre la Revocación de Mandato, que es un ejercicio que se hace para quitarlo del cargo, es una tontería monumental, un sinsentido, diría yo, pero que la autoridad electoral hoy tiene que aplicar, y tuvo que aplicar, porque la mayoría actual lo llevó a la Constitución y lo puso en la ley como prohibición.

No lo decidió el INE, lo decidió la mayoría que reformó la Constitución en 2019, y que modificó, que creó, que expidió la ley de la materia en 2021. Ahí está plasmada. Yo creo eso no debería estar.

Malas reglas pueden acabar propiciando decisiones que no son las mejores, modifiquemos las reglas para bien, pero no amenacemos con que la aplicación de las reglas, que son producto del acuerdo político, no de la autoridad electoral, pueden propiciar violencia.

Porque instalar, tratar de instalar el discurso de la amenaza de la violencia en la discusión pública, y más aún cuando viene desde el poder, me parece que es absolutamente peligroso, por no decir, incluso, delicado.

Nadie está en contra de la rispidez, es normal en la disputa por el poder, incluso en democracia, es más, hasta el conflicto es normal en la disputa por el poder en democracias, la polarización es normal en las democracias, lo que distingue las democracias de los otros regímenes es que existen cauces institucionales para que la rispidez, la polarización y el conflicto, se procesen de manera pacífica.

Esa es la verdadera distinción, y cuando polarización se mezcla con intolerancia, cuando al de enfrente ya no se le ve como alguien con el que puedes tener todas las diferencias, pero al que le reconoces legitimidad para participar en la disputa por el poder, sino se le empieza a ver como un enemigo al que se le combate, con el que no tienes que sentarte, con el que no vas a negociar, entonces estamos sentando las bases narrativas que alimentaron, por cierto, algunos de los peores experimentos totalitarios de la historia reciente del mundo.

Creo que estamos en un momento trascendental de la vida del país, y de cara a una discusión sobre la reforma electoral ojalá éste no sea un momento de ruptura, sino al contrario, un momento de construcción y de solidificación de ese gran arreglo político que permitió que México dejará de ser un régimen autoritario.

Muchas gracias.

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