Intervención de Lorenzo Córdova, en la XXI Sesión Ordinaria de trabajo del Observatorio de Participación Política de las Mujeres en México

Escrito por: INE
Tema: Discursos

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, EN LA XXI SESIÓN ORDINARIA DE TRABAJO DEL OBSERVATORIO DE PARTICIPACIÓN POLÍTICA DE LAS MUJERES EN MÉXICO (OPPMM)

Muchísimas gracias.

Es para mí un verdadero privilegio estar en esta XXI, en esta mesa inaugural de esta XXI Sesión Ordinaria del Observatorio para la Participación Política de las Mujeres.

Y saludo con mucho afecto y mucho gusto a todas y todos los asistentes a este Observatorio, quienes forman parte, quienes son aliados estratégicos y nos acompañan.

En particular saludo con afecto y estima y, desde ahora le digo, sí, adelante, a la Magistrada Mónica con su propuesta, la Magistrada Mónica Soto.

Saludo a mi compañera la Consejera Norma De la Cruz, con quien no he consultado, pero estoy casi seguro que apoyará la idea que se puso sobre la mesa, pero a quien saludo con el afecto, el aprecio y el agradecimiento de siempre.

A la doctora Nadine Gasman, amiga y defensora desde hace mucho tiempo de estas causas.

Y, por supuesto a mi colega y respetadísimo, no sólo amigo, sino Magistrado, al Presidente de la Sala Superior, al Magistrado Reyes Rodríguez Mondragón.

A todas y todos quienes nos acompañan, presidentas, consejeras, responsables de género, en fin, compañeras luchadoras desde las trincheras de la sociedad civil. A todas y todos un verdadero gusto saludarlas aunque sea por esta vía virtual.

Este Observatorio, esta sesión del Observatorio lo estamos llevando a cabo en un contexto muy diferente al que existía e la última sesión en mayo pasado.

En aquella sesión cuando celebramos la sesión ordinaria anterior, estábamos apenas a unas semanas de que se celebraran seis elecciones locales y estábamos particularmente satisfechos por las acciones afirmativas que habíamos tomado y que abrieron la posibilidad de que más mujeres compitieran por los gobiernos en sus entidades.

Ese contexto era adecuado para hacer un apretado recuento de los datos que acreditan lo mucho que hemos avanzado en materia de paridad e inclusión de grupos en condiciones de vulnerabilidad.

Así, en aquella ocasión, mencionamos lo datos y porcentajes que muestran la evolución de la representación política de las mujeres en los órganos legislativos federales y locales, hablábamos de los avances en la colaboración interinstitucional y en los protocolos para atender, evitar, sancionar y erradicar la violencia política en contra de las mujeres; así como las contribuciones que este Observatorio ha tenido para impulsar y fortalecer las acciones afirmativas y robustecer la llamada fórmula mexicana de impulso a la paridad.

Sin embargo, el contexto de esta sesión es diferente, muy diferente. Estamos a tan sólo 10 meses de que inicie el Proceso Electoral Federal de 2024, y la polarización e intolerancia que domina las redes sociales y el ambiente de la discusión pública no sólo no cede, sino que incluso es previsible que se acentúe conforme se acerquen esas elecciones.

Las fuerzas políticas han adelantado, a veces en el límite, a veces violando la Constitución, y no lo dice el INE, lo ha dicho ya el Tribunal Electoral, los preparativos de cara a la contienda de ese año, la cual será, sin duda, la más grande disputada de las que hayamos vivido en democracia.

Y, por si esos tres factores no fueran suficientes, como luces de alerta para que las autoridades electorales estuviéramos exclusivamente concentrados en los desafíos técnicos que supondrá para la democracia mexicana la organización de esos procesos en los próximos meses para garantizar la equidad, legalidad y transparencia de dichas elecciones, resulta que la conversación pública está dominada por opiniones de todo tipo ante la posibilidad de que se lleve a cabo una eventual reforma electoral que modifique, de acuerdo con algunas propuestas, incluso de manera integral, el modelo democrático tal como hoy lo conocemos.

Más aún, considero este contexto, considerando este contexto, la reflexión que hoy quiero compartir con ustedes está orientada hacia el futuro de la democracia mexicana misma.

Desde mi perspectiva, los tres principales desafíos sobre los que tendremos que trabajar las instituciones y personas que integramos este Observatorio son los siguientes: el primer gran desafío es superar los obstáculos que ha presentado la renuente frontera municipal en materia de paridad.

Desde 2018 hemos venido insistiendo en que el municipio constituye la última frontera a superar y que en ese ámbito no hemos logrado llegar ni siquiera al punto de masa crítica que nos permita dar un salto hacia la administración municipal paritaria; ello, en tanto a, que a pesar del mandato constitucional de paridad, del impulso que se ha dado a partir de los criterios del Tribunal y de las acciones afirmativas que se han tomado en el ámbito electoral, no hemos podido todavía superar la barrera de 27 por ciento de representación efectiva de mujeres en ayuntamientos y municipios.

Ese dato es aún más grave si consideramos que es justo en los municipios y en los ayuntamientos en donde se presentan más quejas en materia de violencia política de género en contra de las mujeres que han logrado obtener un cargo en ese nivel de gobierno.

El segundo gran desafío que veo es la expansiva y cada vez más compleja violencia política en contra de las mujeres por razones de género. Esta violencia, como hemos dicho y analizado, en al menos cinco años, los últimos cinco años, ha sido una reacción de las inercias patriarcales que ante la creciente participación de las mujeres en la vida pública genera esta dolorosa paradoja.

Mientras más mujeres acceden y participan en los asuntos públicos, mayor violencia política en contra de ellas se presenta y sus manifestaciones son cada vez más complejas y delicadas.

Hoy este dato es fundamental porque avanzamos inexorablemente, como nación, día tras día, hacia la elección más grande de nuestra historia, en donde habrá miles de mujeres compitiendo por cargos públicos de todos los niveles y, en consecuencia, el riesgo de violencia política se hace más patente, incrementada por la, hay que subrayarlo, lamentable indolencia frente al fenómeno de la violencia política en contra de las mujeres de parte de muchas autoridades.

Ciertamente hemos avanzado para tratar de sancionar, contener y erradicar este tipo de violencia. Como ustedes saben, se han armonizado las legislaciones de 27 entidades con la Ley Federal en el tema de la violencia política; en todos los OPLES se cuenta ya con una instancia para recibir y atender las quejas y denuncias de casos sobre violencia política por razones de género, contra las mujeres.

Contamos con un protocolo que estamos compartiendo con los OPLES y ya está funcionando el sistema para el Registro de Personas Sancionadas por Violencia

Política, el cual, como lo hemos dicho en otras ocasiones, hace un par de años parecía absolutamente imposible de que operara.

Pero debemos conocer, reconocer que el tema de la violencia política trasciende a las autoridades electorales exclusivamente. Para erradicar el tema de la violencia política necesitamos, tanto de una estrecha colaboración con otras autoridades, no siempre, que no siempre ocurre, para sincronizar esfuerzos, mecanismos y tal vez hasta conceptos, como de una cultura cívica de nuevas prácticas en los partidos políticos para que éstos no se hagan a un lado ante los casos de violencia política por razones de género.

Es decir, todavía falta una auténtica política del Estado mexicano para combatir este fenómeno, aunque hemos avanzado y hay que reconocer los avances, pero también, hay que reconocer nuestros faltantes.

De esta forma, si el incremento de la violencia política constituye la dolorosa paradoja de la lucha por la paridad, si no aceleramos las acciones de coordinación institucional que ayuden a procesar y sancionar las quejas que sobre violencia se reciben, significa que cada día nos acercaremos más a las elecciones de 24 y que éstas podrían convertirse en las contiendas con mayores niveles de violencia en contra de las mujeres, y eso es la agenda que nos debe ocupar para evitarlo, por supuesto.

Finalmente, el tercer desafío tiene que ver con la defensa de la democracia, este desafío implica que la creatividad y combatividad del feminismo robustezca la defensa de la democracia.

Porque paridad e igualdad fuera de un contexto democrático, fuera de un sistema electoral que garantice los principios fundamentales de la integridad electoral, es decir, fuera de un sistema electoral en donde las autoridades efectivamente sean autónomas e independientes de los intereses políticos y del poder político, es simple y sencillamente inconcebible.

La igualdad de derechos, la paridad en la competencia, y la paridad legislativa, ciertamente son ejes de la lucha feminista, pero forman parte de una lucha más grande que es la lucha por la democracia.

Permítanme decirlo así, sin democracia, sin una democracia efectiva en donde las elecciones libres, ciertas, y equitativas prevalezcan, sin integridad electoral, no puede haber paridad que realmente se defienda.

Desde esta perspectiva, ante los intentos por reinventar el sistema electoral y las intenciones regresivas que se respiran en el ambiente de las democracias actuales, me parece que es necesario que el movimiento feminista también incorpore en su agenda la defensa global más amplia de la democracia, la defensa de los logros que hemos conseguido para la equidad en la competencia y para garantizar el pluralismo político.

Una defensa, pues, que se traduzca en cómo mejoramos lo que tenemos y no en reinventar desde cero nuestra arquitectura electoral.

Por ello, me parece que hoy quienes están convencidos, quienes están comprometidos con la agenda de la paridad y la igualdad, que es indispensable para hablar de una democracia plena, hay que decirle no a las regresiones, no a las regresiones democráticas.

México cuenta con un sistema electoral que es referente a nivel internacional y con un prestigio reconocido globalmente por la calidad de sus elecciones, sin dudar a dudas nuestro sistema es mejorable, pero hay que decirlo claro, los fraudes electorales son cosa del pasado autoritario, y en México la ciudadanía vota libremente, y el INE, el Tribunal, los OPLES y los tribunales locales, somos garantes de que el voto se respete, se cuente bien y, efectivamente, cuente.

El nuestro es un sistema electoral que, insisto, si bien es mejorable, siempre será perfectible, funciona bien y genera confianza entre la ciudadanía.

No es una casualidad que el INE haya sido invitado a presidir la misión de observación electoral de UNIORE en las recientes elecciones presidenciales de Brasil.

En fin, concluyó subrayando que la democracia es una obra colectiva y que, si queremos consolidar la paridad tenemos que luchar por defender la democracia y el pluralismo, porque sin ello la paridad no tiene ningún sentido.

Muchísimas gracias.

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