Intervención de Lorenzo Córdova, en el tercer aniversario de la Cátedra Enccívica, Francisco I. Madero

Escrito por: INE
Tema: Consejero Presidente

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, EN EL TERCER ANIVERSARIO DE LA CÁTEDRA ENCCÍVICA FRANCISCO I. MADERO 

Muchísimas gracias, Sofía.

Saludo a todas y todos.

A nuestro Presidente del Comité Académico de la Cátedra Madero, al doctor Fernando Castañeda.

A mi querida Directora de la Facultad de Ciencias Políticas, la doctora Carola García.

Y, por supuesto, al doctor Miguel Armando López Leyva, también admirado, Director del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.

Y, a mis compañeros y compañeras del Instituto Nacional Electoral, al Maestro Roberto Heycher Cardiel, Director Ejecutivo de Capacitación Electoral y Educación Cívica.

Al maestro Fernando Morales, perdón, Francisco Morales. Ya te ando cambiando el nombre, Paco, discúlpame, Director de Educación Cívica y Participación Ciudadana.

Al equipo de compañeras y compañeros que desde la Cátedra Madero y de Jurídicas hacen posible, una vez más, un evento híbrido como este. Los saludo con mucho afecto.

Me da mucho gusto participar en este evento y celebrar con quienes los acompañan de manera virtual y presencial el Tercer Aniversario de la Cátedra Francisco I. Madero.

Un saludo especial a quienes se encuentran en Parras, Coahuila, para celebrar este Tercer Aniversario de la Catedral, y hacerlo desde el lugar de nacimiento, hace casi 149 años, este 30 de octubre, de quien es en muchos sentidos, por sus convicciones antirreeleccionistas, de construcción cívica, tolerancia, amor por México, el padre o el fundador histórico de la democracia en nuestro país, precisamente, Francisco I. Madero.

En efecto, han pasado ya 3 años desde aquel 14 de octubre de 2019 que se recordaba hace un momento, en el que nos reunimos en el edificio de la Rectoría de nuestra máxima casa de estudios, la UNAM, para dar inicio formal a los trabajos de la también llamada Cátedra ENCCÍVICA; es decir, la Cátedra Francisco I. Madero.

Y, en 3 años, como ya sea recapitulado aquí, ha sido intensa, dinámica y expansiva la labor que ha impulsado esta iniciativa conjunta de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM y el INE.

En sólo 3 años la Cátedra no sólo dio sus primeros pasos en el logro de promover una reflexión sobre la situación, una reflexión adicional, robusta sobre la situación de la democracia y los derechos humanos en el siglo XXI en México y en el mundo.

En este tiempo, la Carta de los Madero se ha afianzado, de hecho, como un punto de encuentro para el ejercicio de la libertad intelectual y la construcción de una inteligencia colectiva que ha buscado ampliar la comprensión y el alcance de las ideas y principios de la democracia, pero también, de sus laberintos y de los acertijos que enfrentan.

Sin sospechar apenas el tamaño de los retos que enfrentaríamos, sólo 5 meses después, en marzo de 2020, cuando la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia de COVID-19 y, como aquí ya se ha recordado, adquirimos entonces un compromiso compartido, que desde la Cátedra impulsaríamos una agenda de trabajo sólida y profunda para fortalecer la cultura cívica en México, alimentando el debate de composiciones plurales, información rigurosa y voces diversas, a pesar de los obstáculos que enfrentáramos.

Y nadie imaginaba que enfrentaríamos y hoy con éxito, podemos decirlo, la justamente, el desafío de la pandemia.

En efecto, obligados por las nuevas circunstancias de la pandemia, a ese compromiso debimos agregar la incorporación del uso innovador de tecnologías y herramientas digitales para seguir dando voz y difundiendo la comprensión sobre la democracia y los derechos humanos, justo en el momento en el que era más necesario.

La cantidad de reflexiones que hicimos, a propósitos de pandemia y democracia, me parece que fueron como una contribución importante, desde la propia Cátedra para conseguir un objetivo que hoy podemos decir venturosamente alcanzado: que la democracia y que las elecciones no se convirtieran en una víctima más de la pandemia.

A 3 años de aquel acto inaugural, el recuento de las actividades, foros, conferencias, encuentros, publicaciones y construcción de alianzas implica o hace evidente que la Cátedra Madero no sólo ha sobrevivido a las complejidades que se le han presentado, sino que ha potenciado su fuerza y ha sabido, incluso, aprovechar las dificultades que se le han presentado.

En otras palabras, la Cátedra ha probado ser profundamente resiliente.

Tengo la certeza de que esto ha sido posible gracias a la alianza y trabajo conjunto que el INE ha construido y desplegado con instituciones centrales de la vida de nuestra Universidad, especialmente la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, y su Directora, y con su Directora, la doctora Carola García, y al Instituto de Investigaciones Sociales, y con su Director, el doctor Miguel Armando López Leyva.

Esta resiliencia también ha sido posible gracias a la dedicada labor del Comité Académico de la Cátedra y, por supuesto, sin lugar a dudas, al trabajo profesional y dedicado de todo el equipo que encabeza, y de manera particular, que coordina el doctor Fernando Castañeda, cuyo liderazgo en esta iniciativa ha tenido todos los alcances o ha sido responsable de todos los alcances que hoy podemos apreciar.

Hoy que nos encontramos en esta celebración, conviene recordar que con los logros y el despliegue institucional y personal que la Cátedra Madero ha significado, la dimensión de los desafíos que enfrentamos para fortalecer la cultura democrática, profundizar en la comprensión de los valores democráticos e impulsar la defensa de la democracia y los derechos humanos es mayúscula.

En efecto, al arranque de los trabajos de la Cátedra, hace 3 años, advertíamos del debilitamiento de los más fundamentales compromisos y respeto a las reglas de la vida democrática.

Desde el poder mismo como una novedad.

Desde los espacios de representación a quienes la ciudadanía les ha encargado, precisamente la protección y promoción de las reglas y prácticas democráticas, y también, de parte de muchos de los actores que son los beneficiarios y los protagonistas principales de la democracia misma.

Por ello, afirmaba entonces que es necesario recuperar el sentido de urgencia, respecto de lo que le acontece a la democracia y, sobre todo, de cómo enfrentarla.

Y recuperar ese sentido de urgencia, amerita contagiarlo a los demás, difundirlo siempre con información y evidencias rigurosas, tal como lo ha hecho la Cátedra.

En los pasados 3 años hemos seguido observando cómo todo el mundo se mantiene, aunque no sin resistencias, un proceso de erosión democrática, paulatino e insistente. Un proceso que, como se sabe, ya no ocurre en un solo momento, sino que puede provocar regresiones importantes, tanto en las reglas de la convivencia democrática, como en la práctica de los valores y de los principios que la misma supone.

De hecho, tal como lo ha advertido el Instituto, de variedades de la democracia, en su reporte más reciente, en la actualidad 70 por ciento de la población mundial vive bajo regímenes considerados autocracias.

Esta erosión democrática también ocurre, sobre todo en tiempos en los tiempos que corren, como consecuencia de la polarización a la que se suma la intolerancia como valor antidemocrático, y también, por un fenómeno que peligrosamente vemos ampliarse, que es el acoso y captura de las instituciones que sirven de garantía institucional para la vida democrática.

La democracia, como siempre, se insiste, retomando aquella fórmula churchilliana acuñada en otros tiempos de crisis global, es la peor forma de gobierno que hemos inventado con la excepción de todas las demás.

Hoy podríamos agregar que la democracia es también la más frágil, demandante y exigente de las formas de gobierno de participación ciudadana, pero también, aunque pueda parecer una paradoja, también es la más resiliente y nos toca a todos nosotros que así sea.

Tengo la certeza de que la Cátedra Madero justamente colabora para fortalecer este atributo de resiliencia de las democracias.

Pero esa resiliencia sólo será posible con el reconocimiento colectivo de que la democracia necesita adaptarse y transformarse para dar mejor respuesta a las demandas ciudadanas, sin perder su esencia y sus valores fundamentales, y para generar más espacios de participación significativa, tal como lo han señalado diversos ponentes y especialistas a lo largo de las conferencias y foros que ha organizado la Cátedra Madero en estos años, pero también, como mi querido Fernando nos lo ha recordado una y otra vez, sin caer en la falsa tentación, de que los nuevos mecanismos de participación, que algunos, simple y sencillamente, se concretizan en mecanismos de democracia directa, pueden ser una trampa delicadísima, peligrosísimo para la democracia, si no se toman con las debidas prevenciones.

O, si se pretende que estos terminen por subvertir y sustituir a la democracia, que por definición, sigue siendo representativa.

Al mismo tiempo, sólo le será posible fortalecer esa capacidad de resiliencia de la democracia, si partimos del reconocimiento de lo construido, lo mismo en instituciones, que comportamientos democráticos, como la regularidad de las elecciones, la confianza, a pesar de los ataques en la institucionalidad electoral, el voto informado, la autonomía de las autoridades electorales, la equidad en las elecciones, la aceptación de la derrota en contiendas democráticas, entre otros.

En ese contexto, el sentido de urgencia al que me refería hace años sigue presente.

Por eso mismo, en los próximos 3, 5 o 10 años de existencia de la Cátedra Madero es fundamental que continuemos convocando a especialistas, investigadoras, investigadores, estudiantes y docentes, a involucrarse en un proceso de reflexión colectiva, estudio y difusión sobre lo que significa la democracia en el siglo XXI, y cómo podemos conservarla, perfeccionarla y ampliarla, sin perder de vista, como lo hemos reiterado una y otra vez, los logros colectivos que como sociedad hemos conquistado en esta materia, que son muchos, son significativos, pero también, están en permanente riesgo.

Se trata de seguir abriendo nuevos espacios de transmisión y discusión de ideas, de aprendizaje, análisis y de generación de conocimiento, producto de investigaciones rigurosas, originales y multidisciplinarias, encaminadas a comprender el estado de la democracia en México y en el mundo en la actualidad.

El camino para seguir cumpliendo con los objetivos para los que fue creada la Cátedra Madero y de la propia Estrategia Nacional de Cultura Cívica, de la que aquella forma parte, o cualquier otra política que busque fortalecer la cultura democrática en México, tiene que participar por la articulación de alianzas con diversos actores, justo como lo hace la propia Cátedra.

El trabajo en el INE y la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, del instituto de Investigaciones Sociales, y tantas otras instituciones que han participado en las actividades de la Cátedra, es evidencia de la virtud de estas alianzas y de que ésta es la ruta a seguir para fortalecer la cultura democrática en nuestro país.

Termino reiterando mi felicitación y reconocimiento al trabajo desplegado por la Cátedra Francisco I. Madero, por su compromiso con los valores democráticos, con su trabajo cotidiano a favor de la recreación de lo que significa vivir en democracia, y por ser un ejemplo de rigor académico, apertura y pluralidad intelectual.

Muchísimas gracias.

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